dissabte, 28 de juliol del 2007

La gerontocracia cubana.

¿Se acuerda alguien de los espectáculos que daban los jerarcas soviéticos en los últimos decenios de la URSS, en las actos públicos solemnes como el 1º de mayo o el día de la Gloriosa Revolución de octubre? Ancianos decrépitos, temblorosos, que apenas se mantenían de pie y solían tropezar o dormirse, pero que se obstinaban en permanecer al mando del país, negándose a dejar paso a generaciones más jóvenes con proyectos de cambio y renovación, siempre imprescindibles en toda sociedad humana.

Cámbiese la Unión Soviética por Cuba y el inclemente clima de la estepa rusa por el calor y el color caribeños y se tendrá una situación parecida, como puede observarse en la foto de El País que muestra a un cuarteto de venerables prebostes ninguno de los cuales, probablemente, baja de los setenta y cinco años de edad.

No estoy diciendo que los más viejos no hayan de ocupar puestos de responsabilidad. Sería privarse de la sabiduría que da la experiencia. Pero sí que no deben ocuparlos a lo largo de toda su vida, como si fueran de su propiedad. Cualquiera de los cuatro ancianos de la foto lleva ocupando cargos más de cuarenta años y, como es obvio, en cuatro decenios ha habido tiempo de aportar todo lo bueno que se tenga a la colectividad y ya sólo se atiene uno a la rutina, mientras que la experiencia que se acumula es solamente astucia para que no lo desplacen a uno del sillón.

Además de perpetuarse en los cargos, los viejos tienen tendencia a acapararlos, como si fueran condecoraciones. El actual Presidente interino de la isla, señor Raúl Castro, hermano de Fidel, es vicepresidente del Consejo de Ministros, primer vicepresidente del Consejo de Estado de Cuba, vicesecretario del Politburó y del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC), y Máximo General de las Fuerzas Armadas (Ejército, Marina y Fuerza Aérea), segundo del Comandante en Jefe, Fidel Castro. Por supuesto, el señor Fidel Castro es igualmente una infinidad de cosas de forma que entre los dos hermanos acaparan una cantidad de poder superior a la que ostentan los otros dos célebres fratelli polacos que, por lo demás, probablemente saltarán en las próximas elecciones anticipadas.

Cosa que, bien seguro es, no pasará en Cuba donde ya deben estar acercándose al ideal marxista de la desaparición del Estado porque el máximo gobernante, que concentra todos los poderes, puede estar de baja un año sin que suceda nada. Supongo que habrá incondicionales que digan que esta situación es prueba de ese oximoron que llaman normalidad revolucionaria. A mí se me antoja manifestación de un paternalismo insufrible que trata a la población como a un conjunto de menores de edad.