dijous, 13 de setembre del 2007

Empiezan a irse.

Cualquiera que siga los acontecimientos en el Irak estará perplejo. Hace seis meses, el señor Bush insistía en que no había otra vía que keep course, esto es, mantener el rumbo y el rumbo era quedarse en el Irak hasta garantizar su pacificación y el funcionamiento de las instituciones democráticas. Desde que las últimas elecciones legislativas dieron una mayoría demócrata en la Cámara de Representantes se han venido produciendo rifirrafes entre el Gobierno y la Cámara Baja a propósito del Irak. La Cámara quiere retirar las tropas y acabar con la aventura sin grandes pérdidas. Keep course es lo contrario. Pero esa es la Cámara; el Senado suele ser de otra opinión y en él, la mayoría demócrata de 51 contra 49, con un senador que entra y sale de la UVI, no es tal. De hecho, el último rifirrafe terminó con un triunfo del Gobierno que incrementó la cantidad de soldados en el Irak en más de treinta y cuatro mil, dentro del espíritu del keep course.

La perplejidad se suscita cuando se observa el Comandante en Jefe de los ejércitos, señor Bush, presentarse sin avisar por razones de seguridad en la provincia de Anbar en la que, según dicen, funciona el plan de pacificación y, una vez allí, anunciar un plan de retirada gradual de tropas. Hasta treinta mil soldados volverían a casa antes de julio de 2008. Tiene razón la señora Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes al decir al señor Bush que no está retirando tropas, sino rebajando el incremento que él mismo había puesto en marcha unos meses antes.

La retirada de los invasores del Irak está siendo un hecho, aunque estos aseguren que no hay tal cosa. Hace un par de semanas, los británicos abandonaron la base de Basora para acantonarse en el aeropuerto. El señor Brown dice que no se trata de una derrota. No, claro, se trata de una retirada estratégica para evitar la derrota. Lo mismo que sucede con los Estados Unidos (EEUU).

Repentinamente, el partidario del keep course se ha hecho flexible y acepta que hay que retirar tropas, exactamente las que había enviado antes. A pesar de que el último informe del general Petraeus viene a reconocer el fracaso político de la situación y a recomendar la retirada, el presidente Bush es partidario de mantener la situación, aunque con este simulacro de retirada. En algún momento de 2003, el señor Bush proclamó a los cuatro vientos que la misión estaba cumplida y la guerra ganada. Ni lo uno ni lo otro.

¿De qué se trata, pues? De ganar tiempo para cubrir el último cuarto de la legislatura en paz y sosiego. El señor Bush ya sabe que él no va a ganar la guerra; pero tampoco quiere darla por perdida. ¿Resultado? Dejar la patata caliente al sucesor; dejarle en herencia un embrollo. Porque el Irak es como un segundo Viet Nam. Es curioso que se haga realidad el deseo del Che de que surjan uno, dos, muchos vietnams. Sólo que el que los provoca es el propio imperialismo.