divendres, 18 d’abril del 2008

España no se rompe; el PP, sí.

Las continuas tarascadas que la señora Aguirre propina a su partido están dejándolo con las cuadernas al aire y en un rumbo muy peligroso hacia una confrontación interna que parece aflorará con fuerza en el congreso de junio. Las declaraciones de la presidenta de la CA son muy sonadas porque tienen mucho calado. Mucho más del que parece a simple vista. Su insistencia en que se abra un "debate de ideas" en el partido no solamente trata de evitar que se la acuse de personalizar los problemas, de valerse de cualquier cosa para saciar su nada velada ambición de ser presidenta del Gobierno de España, sino que va directa al corazón del PP hoy: su indefinición.

Hasta muy recientemente la indefinición, la ambigüedad, todos bajo el techo común, fue buena fórmula. Pero puede que ya no lo sea tanto. Dos elecciones perdidas dan alas a la idea de que quizá convenga que el PP clarifique su posición entre las dos que hoy, parece, se reparten el alma de la derecha española: la "liberal" de la señora Aguirre y la otra que, a falta de un nombre autopropuesto, suele designarse con eso que la prensa más o menos de izquierda, llama una "derecha moderada", "derecha civilizada" (como si la otra no lo fuera) y "centro". Pongo entre comillas el "liberal" porque, viendo los dichos y hechos de la señora Aguirre, el término "liberal" que ella usa las merece. Por "liberalismo" entiende la señora Aguirre una actitud ultraliberal en lo social y económico al tiempo que ultraconservadora en lo moral. Ambas actitudes practicadas con gran agresividad. La batalla es de ideas y ella confía en que su "liberalismo" se impondrá en el PP porque, además del político, juega en el terreno mediático. Y mucho y muy bien. Con ese control que tiene sobre los medios capitalinos COPE, El Mundo y Telemadrid compensa doña Esperanza su falta de apoyo en la piel de toro. No hay más que ver cómo interviene en los enfrentamientos de los medios, a favor de los suyos y en contra de los que considera adversarios. Eso que dice de que El País trata de no llevar el trasvase del Ebro a portada es, a su vez, portada en Libertad Digital del día anterior: El País especula sobre el futuro de Aguirre para quitar el trasvase del Ebro de su portada. La señora Aguirre dice lo que dice su prensa. Hay una notable unidad de acción que es muy eficaz a la hora de que el personal, sobre todo los votantes, entiendan el mensaje.

Y hace bien. El grupo relativamente monolítico que se designa a sí mismo como "los liberales", cree que es un buen momento para tomar las riendas del gran partido de la derecha y arrastrarlo a apoyar sus posiciones ultras. Y es un buen momento porque el hipotético otro sector de la derecha está descabezado, debido tanto a la derrota personal del señor Ruiz Gallardón (a su vez enfrentado con La Cope en los tribunales) y a su evidente resignación como a la falta de una formulación sólida de un proyecto distinto del liberal que, evidentemente, nadie, ni el señor Ruiz Gallardón ha formulado nunca porque piensa que a él le fue bien en la indefinición y la ambigüedad.

En el fondo, la frase de doña Esperanza sobre los socialdemócratas iba dirigida contra el señor Rajoy porque cree que el señor Rajoy y sobre todo el señor Ruiz Gallardón son socialdemócratas; no del todo pero sí en parte. Y tiene razón. Ambos dirigentes traen orígenes franquistas: el señor Rajoy, vía don Manuel Fraga y el señor Ruiz Gallardón vía su suegro, señor Utrera Molina, también ministro de Franco y uno que, según dice en su libro de memorias, anda por la vida Sin cambiar de bandera. Vale decir, de camisa. Pues bien, como derecha franquista, tienen ambos un toque de paternalismo intervencionista que saca de quicio a los "liberales" a quienes parece que eso es pura socialdemocracia.

Se trata de la derecha más tradicional en España, más acorde con el liberalismo histórico español mientras que los otros, los "liberales" no encajan en ese modelo histórico español por dos razones: primera porque son muy extranjerizantes; la señora Aguirre quiere ser Mrs. Thatcher; y la segunda porque son integristas religiosos; la punta de lanza ideológica es una emisora de Conferencia Episcopal, o sea de la Iglesia católica española. Cómo se combina eso con el liberalismo azañista, del que el señor Aznar dice saber mucho, es un misterio insondable. Para su desgracia, sin embargo, este sector de la derecha no parece encontrar un nombre que "venda", que no sea derecha franquista, paternalista, intervencionista o socialdemocracia, por lo cual prefiere mantener silencio. Sabia actitud, acorde con el viejo dicho de "Calla a no ser que lo que tengas que decir sea mejor que el silencio", pero que no siempre puede mantenerse, sobre todo en política, en donde de continuo te exigen que lo rompas.

De ahí la importancia de que la señora Aguirre esté en mitad del palenque, lanza en mano, presta la rodela, retando al caballero que quiera defender al "centro" o "derecha moderada", en nombre del "liberalismo" y muy apoyada en su particular brunete mediática. Y que no salga nadie, que el señor Rajoy no sepa dar una respuesta en el campo de las ideas y/o proyectos, y se dedique a recabar apoyos territoriales a su candidatura, lo que está provocando mucha agitación en el partido en el que ya se discute sobre el tipo de mandato de los delegados, es prueba de que las aguas bajan turbias.

Al final hay que preguntarse qué pasará si en el Congreso se enfrenta una propuesta del señor Rajoy todo sonrisas pero sin ideas y una crecidísima señora Aguirre que, además de las sonrisas, trae las ideas. Y qué pasará si gana la señora. Porque si gana la señora, se ha acabado la carrera política del señor Rajoy y del señor Ruiz Gallardón quien, en un acto que probablemente sea noble pero muy irreflexivo, vinculó su futuro al del señor Rajoy poniéndose a sus órdenes sin condición alguna. Es posible que ambos se vayan a casa, teniendo en cuenta que los dos son bastante mansos. Pero habrá mucha presión sobre el señor Ruiz Gallardón para que capitanee una escisión del PP por el lado "centrista" o "moderado". Y ganas no le faltarán al Alcalde que tiene algunas cuentas que ajustar con doña Esperanza. En contra de la hipotética escisión opera el acusado sentido del interés de la derecha (que le hace ver la conveniencia de no fragmentarse) y la memoria del desastre de la UCD.


Por cierto, cómo está el patio mediático. El señor Daniel Anido, director de la Cadena Ser llama a los señores Burgos, Jiménez Losantos, Ramírez y Ussía, entre otros, pajilleros, reprimidos, grasientos, puteros, siniestros, cobardes y acomplejados. El clima que he detectado por ahí en general es de alegría porque alguien finalmente les dice cuatro cosas a esas gentes que llevan años soltando veneno, en la idea seguramente de que es el único lenguaje que entienden. Lo entiendo a mi vez, pero es su lenguaje. Y ahí son maestros. Acuñan estos pavos insultos de a doblón que tratan de aplastar al insultado. Se admiten apuestas de qué será lo que digan de él. Para mí que de degenerado, borracho y mamporrero no bajan.

(La primera imagen es una foto de adelgado, la segunda es de Chesi, la tercera de Brocco Lee, todas bajo licencia de Creative Commons).