dilluns, 8 de desembre del 2008

¿Muerte al Borbón?

Seguro, segurísimo que ese chicarrón catalán un poco brutote no tenía intenciones aviesas cuando gritó lo de "¡Muerte al Borbón!" Por una vez en la vida estoy de acuerdo con el señor Bono cuando exculpa al político de ERC diciendo que no quería decir verdaderamente lo que dijo y que es una persona muy emotiva, muy primaria. Ciertamente, se vio rodeado de los suyos en un ambiente de entusiasmo contagioso y se le fue el estro.

No puedo en cambio coincidir con el colega del señor Bono, don Javier Rojo, presidente del Senado cuando se toma el ex-abrupto de Tardá por la tremenda y, para contestar, enhebra, él sí, una serie de desatinos que deja el del señor Tardá convertido en una jaculatoria de beato. Dice el señor Rojo que, al pedir la muerte para el Borbón, el señor Tardá "ha insultado a todos los españoles". A mí no y no soy menos español ni menos rojo que el señor Rojo. Lo de Tardá me parecerá mejor o peor, más o menos educado pero ¿ofenderme? ¿Por qué? ¿Puede el señor Rojo explicar qué tiene la exclamación de marras de ofensiva para nadie, incluido el mismísimo interesado para quien será irritante, amenazadora, temible, pero no ofensiva? Eso de darse por ofendido por un quítame allá esas pajas es más propio del calderoniano señor Rajoy.

Añade el señor Rojo que los diputados deben tener un "poquito más de responsabilidad" que el resto de los ciudadanos porque les pagan por ello. Eso sí que es ofensivo para todo el mundo y el señor Rojo debiera darse cuenta de que su razonamiento es detestable. En primer lugar los diputados no tienen por qué ser más responsables que los ciudadanos que no son menores de edad, y en segundo lugar ello no puede depender de que les paguen o no. Ese punto de vista retrata al señor Rojo como un mercenario. Finalmente el presidente del Senado se ha lucido asegurando que las declaraciones del señorTardá hacen un "flaco servicio a ERC y sus electores". Espero que se sirva explicar por qué sea flaco el tal servicio. A mí me parece muy a tono con la condición republicana de la organización.

Lo que sucede es que es ahí también en donde se pilla el embuste del señor Tardá según el cual el grito de "¡Muerte al Borbón!" no quiere decir que haya que presentarse en el Palacio de la Zarzuela con una guillotina en la baca del coche, sino que se inscribe en el contexto de la Guerra de Sucesión en España, de la toma de Barcelona por Felipe V en 1714 y de la tradición republicana de Esquerra. Pero esto no es más que un conjunto de patrañas para salir vergonzosamente del paso. En primer lugar, los de Esquerra no son todos los catalanes, gracias a los dioses y, en segundo, los catalanes en 1714 no combatían por la República sino por otro Rey, tan malo como el Borbón: el archiduque de Austria a quien ya habían proclamado Conde de Barcelona. Eran pues tan siervos de un Rey como los borbónicos y al "¡Muera el Borbón!" correspondía un "¡Viva el Austria!", tan repugnante el uno como el otro. El señor Tardá ha perdido el oremus y ha sacado el trasfondo servil que lleva.

Los republicanos no necesitamos pedir la muerte de nadie, Borbón o no Borbón, para reclamar el fin de la Monarquía en España al grito, si es necesario de ¡Abajo el Borbón! ¡Fuera la Corona! ¡Abajo todos los Reyes! ¡Que se vayan! Y ahora que venga el también servil señor Rojo a decir que lo ofendo.

(La imagen es una foto de Fundació Pere Ardiaca, bajo licencia de Creative Commons).