divendres, 10 d’abril del 2009

Vuelven los curas pederastas.

En realidad nunca se han ido. Están siempre por aquí, tratando de aprovecharse de los chavales a los que los incautos padres católicos ponen entre sus perversas manos. Por eso no extraña nada leer en Público que Miles de menores sufrieron abusos de sacerdotes, según el arzobispo de Dublín. Esos miles se suman a los cientos y miles de los Estados Unidos, España, Italia y otras partes. A saber qué habrán hecho en América Latina y el África. La pederastia no es el comportamiento excepcional de un desequilibrado sino la regla de la congregación en cuanto entra en contacto con los niños.

Hacen voto de castidad pero son sacos de inmundicia.

La pederastia es el aliviadero de ese disparate del celibato del clero. Y además...

Estos pedófilos impenitentes que no pueden contenerse cuando tienen un niño cerca, a pesar de la maldición que cae sobre ellos en el Evangelio, son los que se permiten después escuchar en confesión los pecados ajenos.

Esta congregación de pederastas que abusa de la inocencia de los críos es la que después va por ahí oponiéndose el aborto en nombre del derecho a la vida. Quieren que nazcan más y más niños para abusar de ellos.

¿Cómo puede esta asociación de pervertidos arrogarse autoridad moral alguna para decir a la gente lo que tiene que hacer en ningún aspecto de la vida?

(La imagen es una foto de juglar del zipa, bajo licencia de Creative Commons).