diumenge, 7 de juliol del 2013

Gobernados por ladrones.


Disparando con munición dum-dum, Pedro J. publica hoy en El Mundo una conversación con Bárcenas en la que este presunto delincuente larga soga suficiente para ahorcar a sus antiguos compinches, Aznar, Rajoy, Cospedal, etc. Su pasaje más notorio es:

"Parte del dinero entregado se ingresaba en las cuentas bancarias del partido, parte se destinaba a pagar en negro el sobrecoste de las campañas electorales para eludir la fiscalización del Tribunal de Cuentas y otra parte se quedaba en la caja fuerte y era utilizado para otros fines. Según Bárcenas, el principal y más recurrente era el pago trimestral de sobresueldos en metálico al presidente, el secretario general y vicesecretarios del partido".

A tenor de este inenarrable panorama, ¿puede decirse que el PP es una asociación de malhechores? ¿Que España está gobernada por un manojo de sinvergüenzas, de trincadores profesionales de pastuqui, presididos por un mangante? ¿Por un grupo de granujas a cuyo lado Al Capone era una hermanita de los pobres? ¿Puede decirse que el rimbombante Aznar, el marrullero Rajoy, la ríspida Cospedal, el mamarracho Floriano, el charlatán Pons y el señoritingo Arenas no son más que vulgares estafadores? 

El país entero contiene la respiración por ver cómo el dios de la justicia fulmina con una querella jupiterina al locuaz Bárcenas y su altavoz Ramírez. Hay que recordar cómo las gastan estas honradas personas cuando se duda de su honorabilidad: Aznar lanzó querellas contra El País por la centésima parte de lo que larga Bárcenas. Rajoy balbució algo sobre acciones judiciales, aunque, como siempre, nadie entendió qué quería decir. Pero Cospedal, Floriano, etc, fueron duros y contundentes: se querellarían con los cien brazos de Briareo contra todos, todos lo que pusieran en duda que el PP fuera un partido transparente y sus dirigentes, la honradez personificada. No iban a tolerar que se manchara su buen nombre. Iban a perseguir en los tribunales a todo dios que se hiciera eco de las calumnias barcénigas, iban a... y a... y a... Menudos son ellos cuando se ponen.

Pues, nada, gente, adelante. Ahí hay alguien diciendo en público que sois una asociación de ladrones que lleváis veinte años robando mediante una estructura de crimen organizado, una mafia, una camorra, cosa que todo el mundo barruntaba y muchos ya sabían de sobra.

¿Qué? ¿No hay querella? ¿No hay explicaciones? ¿No hay declaraciones? ¿No hay dimisiones?

Rajoy ha abandonado esa ridícula reunión seudoacadémica de la FAES por la puerta de atrás, huyendo con el valor que lo caracteriza para no enfrentarse a los periodistas. No sin antes haber vendido sus fracasos como logros ante un Aznar más ceñudo que de costumbre y de soltar una de esas pruebas inmarcesibles de su estupidez. "De España, dice Rajoy, no puede decirse aún que vaya bien, pero sí que va mejor que antes y ha conseguido ya dar la vuelta al reloj de arena." Así, como suena: España ha dado la vuelta a la clepsidra y, por lo tanto, se queda como estaba. ¿Ven como este hombre tiene un grado insondable de estupidez?

Pero no es la estupidez de Rajoy, que ya se da por descontada, lo que aquí viene cuento, sino sus presuntas corrupciones, sus supuestos delitos y mangancias de todo tipo. Esa es la cuestión: ¿puede seguir al frente del gobierno un individuo que lleva presuntamente veinte años beneficiándose de una red de corrupción que ha convertido la política española un corral de sinvergüenzas? ¿Puede continuar un gobierno en el que se sientan ministros supuestamente corruptos hasta el tuétano, acostumbrados a financiar sus viajes, sus jolgorios, sus bolsos y trajes -incluido de nuevo el amigo Rajoy que en esto al parecer amulaba a Camps- con cargo a comisiones de cobros  presuntamente ilegales de dinero negro que se empleaba para cohechos, apropiaciones indebidas, quizá para blanqueo de dinero o para algo peor? ¿Por qué no? Si no hay respuesta a las acusaciones ya vertidas, ¿la habría si estas incluyeran trata de blancas, tráfico de drogas o contratación de matones? ¿En dónde está la raya entre un delito y otro?

Dos preguntas y dos (casi seguras) respuestas:

Pregunta 1ª: ¿No les da a ustedes vergüenza? Respuesta 1ª: No.

Pregunta 2ª: ¿Piensan ustedes dimitir ipso facto? Respuesta 2ª: No.

Perplejidad de Palinuro: ¿estamos obligados, no digo a obedecer, sino a escuchar siquiera y tomarnos en serio a este hatajo de presuntos ladrones?

¿No es demasiado que, además de engañarnos, insultarnos, despojarnos de nuestros derechos, robarnos nuestros salarios, subsidios, pensiones, expoliarnos de los servicios públicos, criminalizar nuestras protestas, abusar de nosotros en la calle, reprimirnos, manipular los medios, además, digo, se rían de nosotros mientras se forran y se llenan los bolsillos con dineros procedentes de sus saqueos?

¿A qué esperamos?

P.S.Ya sabemos los nombres de los presuntos chorizos en esta gigantesca estafa organizada. Pero faltan los de los periodistas e intelectuales a sueldo de estos sinvergüenzas. Además de lo que trincan quienes todos sabemos a sueldo de radios, televisiones públicas y "comisiones de expertos" por alabar a sus jefes, decir lo que quieren oír e insultar a los demás, ¿cuánto cobraban bajo cuerda de Luis El cabrón y quienes son?

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).