divendres, 9 d’agost del 2013

Consideraciones de un mono de Gibraltar.


Resulta difícil de creer pero estos españoles vuelven a tomarla con nosotros por sus follones internos. Lo que me contaba mi abuelo de los franquistas, que le organizaban manifestaciones al embajador de Londres en España.

¡Calla, que el embajador de España en Londres es Federico Trillo, el de Perejil! Federico Trillo y el ministro Margallo, el dueto del amanecer. Resuenan los clarines al asalto del Peñón, nuestro hábitat natural. Los llanitos, unos humanos bastante civilizados que hablán inglés con acento de Triana, están indignados y hablan de franquismo. Tengo un primo en el zoo de Madrid, esclavizado en las mazmorras españolas, y me ha contado que Rajoy dice haberle "cantado las cuarenta a Cameron". No sé si en Downing Street juegan al tute. Aquí en la Roca, sí y ya sabemos que de cantar, nada, y menos las cuarenta. Al contrario, el español se ha achantado y, según tuitea Cameron, dulcificará los controles en la frontera. Para garantizarlo manda la Navy. Eso no lo dice, pero lo pensamos todos.

¡Qué habilidad la de los españoles para ponerse en ridículo! Trillo corta la figura perfecta del viejo y despectivo Dago británico, el engolado fantoche que habla con voz impostada y torvo mirar y no dice más que sandeces. Quien lo dude, que busque la foto del besamanos a la Reina con motivo de la entrega de credenciales. Nunca he visto un embajador tan parecido a un pingüino. A nosotros nos da igual. Ahora, con los chicos de la Navy aquí un par de días en pleno verano, vendrán en tropeles a mirarnos y a que los miremos. Pues no son presumidos estos ingleses ni nada. Pero los prefiero a esos estirados españoles que van por ahí dando bufidos mientras roban las cucharillas de los saraos.

Por cierto, he visto una curiosa encuesta en The Telegraph que dice mucho sobre la situación. No es que sea mi periódico. Los monos somos bulliciosos y preferimos prensa tabloide, como The Sun o así, pero esta noticia tiene su miga. El periódico hizo una encuesta entre los lectores sobre a qué país pertenecemos los gibraltareños (si a Inglaterra o a España), incluidos nosotros, los monos, a quienes, por cierto, nadie pregunta en los referéndums y eso que tenemos nuestro corazón. Bueno, la última vez que la consulté los resultados eran apabullantes: de 399.595 respuestas, 368.847 (o sea, el 92,37%) sostienen que ¡a España! Me dice mi primo el cautivo que la noticia corrió como la pólvora por las redes sociales. Estos británicos, ¡qué raros son! El que menos, la llamaba "flipante". En realidad, lo único que demuestra la encuesta es que votaron los españoles en masa a través de internet. De hecho, el periódico llama al resultado una digital Armada. Es con lo que cuenta -y sin saberlo, porque no entiende nada de redes- ese otro Dago estúpido y fanfarrón al frente de la diplomacia española, Margallo, el Gallo de la Línea, un majadero que no sabe hacer ni una lista de indultos.

Mi primo me dice que la cortina de humo de Gibraltar es un fracaso y que aparecen más datos de los papeles de ese tal Bárcenas cada vez más escandalosos. Esas siglas "J.M." que dice Bárcenas no recordar si son José María o Jaime Mayor, vaticinan la llegada de Armageddon y el fin de los tiempos. En nuestro vecino del norte se pagaron sobresueldos a todo quisque en el partido, prebendas, sobres con pastuquis alucinantes por diversos tipos de servicios. Y todo por orden de los jefes, un puñado de mafiosos al frente de una banda de ladrones. Con lo que se cumple el viejo proverbio de Samuel Johnson, autor a quien los monos tenemos en gran estima, de que "el patriotismo es el último refugio de un canalla". En este caso, de unos mangantes. Y también aparecen unos apuntes según los cuales el PP, el partido ahora en el gobierno en ese país, pagaba a Severo Moto, el líder de la oposición a Teodoro Obiang en un remoto lugar del continente, Guinea Ecuatorial. La verdad es que los británicos nos interesamos ya poco por el África, pero eso de ayudar a Moto frente a Obiang, que hace lo que hacía el caudillo Franco, no se entiende muy bien. Salvo que la banda de pillastres quiera jugar a dos barajas en Guinea, como hace la iglesia católica, mucho más maniquea que la nuestra, la anglicana.

He preguntado por ahí qué posibilidades hay de que los españoles se pongan farrucos y me han dicho que ninguna. Pues si Rajoy pretende distraer la atención de sus compatriotas para que no hablen de Bárcenas (o sea, de él) va a tener que bombardear el Peñón. No lo veo. Le faltan medios. Antes lo veo amenzando con bombardear Barcelona. 

(La imagen es una foto de Wikipedia Commons, bajo licencia Creative Commons).