diumenge, 10 de novembre del 2013

¿Esto es todo?


Pues sí, así parece. Sin duda, el titular de prensa es simplificador, pero certero: el PSOE acepta haber cometido errores y se compromete a luchar contra la desigualdad. Estaría bueno. La igualdad es el signo distintivo de la izquierda, según explicaba hace ya muchos años Norberto Bobbio. Quizá no sea suficiente, pero es necesaria. No era preciso reunir una conferencia para algo tan obvio. Lo de aceptar errores en público sí es relativamente nuevo en un tiempo en el que hasta los derrotas se convierten en victorias en diferido. Pero no estoy seguro de si han pasado de la mera aceptación a un terreno más pantanoso como el de enunciar exactamente de qué errores se trata. Para no andarnos por las ramas: ¿qué pasa con el artículo 135 de la CE? Pues fuera de cierta mala conciencia, no se ve que pase mucho más. El PSOE propone reformar la Constitución pero ese punto es intangible; si acaso, se propone añadirle algo que lo mitigue. Así que el reconocimiento de errores, me temo, se queda a beneficio de inventario.

No obstante es preciso esperar el documento definitivo. Los de base (de los que ya hablamos hace un par de días) se habrán visto modificados por los debates y enmiendas. Pero no es previsible que haya modificaciones muy significativas o substanciales. Es decir, la conferencia fija la posición del PSOE en todos los asuntos públicos. Pero sigue haciéndolo de un modo desdibujado. En algunas cuestiones (por ejemplo, la separación de la iglesia y el Estado) siguen sin estar claras las intenciones socialistas entre "renegociación" de los acuerdos de 1979 o simple y llana denuncia de ese vergonzoso texto.

La renovación ideológica tan trompeteada hace meses se queda en un posibilismo chato que no llega a reformista. Hay avances puntuales, como esa propuesta de legislar la igualdad retributiva de hombres y mujeres. Pero la tónica general es la moderación más extrema. No se cuestiona el modelo productivo y se proponen políticas ortodoxas, haciendo esfuerzos porque las financien las rentas más altas, aunque con poca esperanza. Sin duda, se concreta el propósito que más espera la gente: cómo revertir el expolio de derechos y el destrozo del Estado del bienestar ocasionado por el PP, cómo devolver al común lo que esta presunta asociación de malhechores le ha robado en beneficio propio. Su propuesta es constitucionalizar el derecho a la salud, la educación y otros servicios públicos, lo que hace exclamar a cierta prensa de izquierda pero algo bobalicona que el PSOE gira la izquierda. Sería cierto si esos derechos no estuvieran ya incluidos en la Constitución que hasta proclama el derecho a una vivienda digna. O sea, si girar a la izquierda es volver al punto de partida ni hay giro ni hay izquierda.

En realidad, la conferencia ha servido para acordar una tregua en la guerra por la sucesión, esa guerra que, según la dirección, no existe. La consigna era clara: no toca hablar de primarias. Y es de lo único de que se ha hablado, para llegar a un acuerdo por mayoría: será el comité federal el que decida la fecha. A todo esto tampoco está ahora claro a qué y quién afectan esas primarias, si al secretario general, al candidato a la presidencia o a los dos. Surge en el horizonte la sombra de la bicefalia. Si algo faltaba al PSOE para dar imagen de desconcierto y parálisis interna era esta conferencia cuyo único resultado parece haber sido que quienes aspiraban a suceder al líder acallen sus exigencias, se avengan a una especie de arbitraje y, entre tanto, velen sus armas. Se antoja magra cosecha. Sobre todo porque ahora ya no hay señuelo de renovación ideológica por delante que esgrimir. Ese cartucho está quemado. A los efectos prácticos, podían haberse ahorrado el evento.

Pero no a los simbólicos. Era propósito de la dirección que la conferencia no se entretuviera en asuntos políticos de mayor calado, como la cuestión catalana o la republicana y, de esta manera, yendo al business as usual, ocultar el verdadero giro del PSOE, no hacia la izquierda, sino hacia la derecha o, como diría González, "el centro". En verdad, la reunión puede pasar a la historia como la contraparte de aquel famoso congreso de 1979 (el llamado Bad Godesberg español) en que el mismo González extirpó el marxismo del espíritu del PSOE. Esta conferencia cierra el ciclo entonces iniciado: además de no marxista, el PSOE es un partido dinástico y nacional. Esa ha sido la verdadera "renovación ideológica". Vistos los tiempos, el partido se hace de lo que los críticos llaman el régimen aunque, con intenciones retóricas de estirarlo por la izquierda. Hasta cuánta izquierda, está por ver. Susana Díaz es alada mensajera del gobierno PSOE-IU al ejemplo andaluz. Pero nadie más le ha coreado el grito. Y menos el secretario general, muy sabedor de que las alianzas las dictan las urnas, no los propósitos. Y, aunque aliarse con estos comunistas post-comunistas no es tan arriscado como hace cincuenta años, no deja de ser una perspectiva inquietante para que estas gentes de orden la vean con buenos ojos.

No coincido con el modo de entender la cuestión catalana y tampoco la republicana pero, en lo demás, suscribo los propósitos del PSOE. ¿Cómo no? Tienen un aspecto declarativo, preambular, inocente y son bastante tibios. En fin, que menos da una piedra.

Lo que no puedo entender ni justificar es que la conferencia no haya tenido tiempo de ocuparse específicamente de la cuestión de la memoria histórica ni de aclarar a la ciudadanía qué propone hacer el PSOE con respecto al proceso judicial abierto en la Argentina para depurar responsabilidades por los crímenes de la dictadura franquista y pedir la extradición de los presuntos torturadores y criminales. Puede que lo haya hecho, pero los medios no lo consideraran importante y no nos enteráramos. Pero me inclino a pensar en un imperdonable olvido. El PSOE no puede seguir sin prestar la debida atención al hecho de que cientos, miles, de sus militantes fueron asesinados por sus ideas y aún yacen enterrados en fosas anónimas por toda España. Parece mentira que ni siquiera en esto, un deber que entienden hasta los pueblos más primitivos de honrar a los propios muertos, esté el PSOE a la altura de las circunstancias.

En fin, hagan ustedes las primarias cuanto antes. Es la única forma de salir de este marasmo en el que los tiene el conservadurismo de su actual dirección.