divendres, 22 de novembre del 2013

Prodigios de la neolengua.


El País publica una crónica titulada las 15 claves de la entrevista a Rajoy que más podría titularse "las 15 claves de una ceremonía de la hipocresía." Efectivamente, para celebrar su primer bienio, el presidente se concedió a sí mismo una entrevista en su radio, Radio Nacional, en la que, como si contestara a las preguntas obsequiosas de un periodista que más parecía un asesor suyo, se explayó como quiso (o como pudo, que tampoco es mucho), largó todo el trapo y se expresó sin cortapisas. El auditorio, por supuesto, alcanzó el mismo grado de información que habitualmente se obtiene de las ruedas de prensa sin preguntas o con preguntas pero con respuestas idiosincrásicas.

En concreto, no dijo nada, excepto que no piensa hacer nada con respecto a nada: no va a cambiar el gobierno, no va a tocar los impuestos, no va a mover pieza en Cataluña, ni respecto a ETA, no va a destituir a Wert ni a quitar las concertinas de Melilla. Es su forma de adoptar decisiones pues, como bien explicó en su día, la "no-decisión" es también una decisión. Una cosa puede ser ella y su contraria al mismo tiempo y Aristóteles sin enterarse. A veces matiza ese radicalismo no-decisorio con una cláusula temporal que, ¿cómo decirlo?, pone los pelos de punta. Así, al asegurar que no piensa subir el IVA a corto plazo, da a entender que se considera en el largo plazo. No la subida del IVA, sino él mismo. Eso es terrorífico.

Dos años más soportando esta retórica de neolengua descarada y huera. El proyecto de ley en ciernes sobre servicios mínimos es, en realidad, una nueva ley de huelga o, mejor dicho, una nueva ley contra la huelga. La ordenó la alcaldesa de Madrid y la aplauden ya los empresarios. Las dos máximas instancias, al parecer, en el espíritu de Rajoy. Su aportación consiste en llamar consolidación de un derecho a su recorte en nombre, claro es, de la libertad de los ciudadanos.

La Ley de Seguridad Ciudadana no es represora a extremos probablemente inconstitucionales sino que, al contrario, es una norma permisiva y garantista de los derechos. Que consagre la impunidad de la policía en sus desmanes convirtiendo en delito la exposición pública de un delito no le merece comentario alguno. 

El rescate bancario, en su día fue negado con la misma sinceridad con que ahora dice que se convertirá en deuda pública en diez años, pudo haber sido mucho peor de no haberse aceptado, tal como él dijo que había hecho hace dos años. Llega un momento en que hasta la neolengua se traba.

¿Y Bárcenas? Nada. No existe. Y, caso de haber existido, nos ha enseñado algo: a aprender de los errores. Exactamente ¿de cuáles? ¿Nombrar tesorero a un presunto delincuente? ¿Conservarle las canonjías habiendo él dimitido tras imputarlo? ¿Escribirle SMSs de ánimo a la cárcel? ¿Cobrar sobresueldos? ¿Dejar que el partido se financiase de modo presuntamente ilegal durante veinte años? ¿Cuáles son los errores? Y ¿son errores?