diumenge, 26 d’octubre del 2014

Cospedal explica la corrupción.


La corrupción ocupa un lugar destacado en las preocupaciones de los españoles. Superdestacado en las portadas de los periódicos. Y superdestacadísimo en las tertulias audiovisuales. No es para menos, porque se trata de algo atosigante, generalizado desde Cataluña a Andalucía, y en las principales formaciones políticas, aunque no solo en ellas, PP, PSOE y CiU. Pero la parte del león y de la hiena y del buitre y demás depredadores se la lleva el partido del gobierno, cuyo presidente reconoce implícitamente que así es cuando afirma que no volverá a pasar, pero no hace ni amago de dimitir pues pretende que el asunto no va con él, que él no tiene la menor responsabilidad personal en la corrupción de un partido en el que lo ha sido todo. Un partido que, según Aznar en 2010, era incompatible con la corrupción, es hoy su emblema mismo.

Una corrupción que impregna la vida pública con noticias tan vergonzosas que los habituales hacedores de opinión a favor del gobierno, normalmente bien pagados, incluso con dineros procedentes de esa misma corrupción, no saben qué decir. Andan desconsolados en busca de orientación. Y no la encuentran en el habitual silencio y las pintorescs evasivas del presidente en las ruedas de prensa que se ve obligado a aceptar porque se dan in partibus. Es necesaria doctrina explicativa, habilidad de comunicación, una línea en la que insistir para contrarrestar tanto ludibrio pues, de no ser así, Rajoy acabará teniendo que entrar en los locales públicos no por la puerta de servicio, como hace ahora, sino por la alcantarilla.

El PP reunió ayer a sus alcaldes en Murcia para sentar la doctrina. Esta se orienta en tres direcciones: a) hablar solo de la recuperación económica y soslayar la corrupción; b) insistir en la lucha sin cuartel que libra el PP contra esta lacra; c) asumir las responsabilidades a que haya lugar. La a) es una vía ciega porque no hay tal recuperación y mucho menos conciencia de tal. Ni quienes la predican creen en ella. Por eso gastan más en comprar material antidisturbios que en I + D. La c), sostenida, además, por el señor Floriano, no solo es ciega sino también sorda. Tiene algo de Gila: alguien, según parece gentes de la era de Aznar, si no Aznar mismo, debe asumir la responsabilidad por algo que ya no se puede ocultar. Lo prometedor, sobre todo para las revistas de humor, es la c), la cuenta de la lucha del PP en contra de la corrupción, plasmado en un pacto de regeneración democrática que, según Arenas, es una necesidad de la sociedad y no del PP. ¿Cómo nadie lo ha visto antes? El PP es corrupto pero solo en la medida en que es parte de la sociedad; es la sociedad la corrupta, caramba. Usted, yo, el vecino, el parado, el señor de los barquillos somos los corruptos. No el partido del que es destacado militante el señor Arenas, presunto receptor de sobresueldos en B.

Ese recurso comunicativo de negar la evidencia afirmando lo contrario tiene sus defensores. Pertenece a una visión autoritaria del mundo, con puntos totalitarios y un aroma de psicopatía. Quien mejor lo domina es la dueña manchega de férreo talante, Cospedal, capaz de hilar explicaciones en público que solo puede descifrar un patafísico avezado. Es Cospedal quien ha tomado sobre sus fornidos hombros la tarea de explicar a los alcaldes lo que ella ve con claridad meridiana, esto es, que el PP trabaja "sin descanso" en contra de la corrupción. Todo el mundo, la gente, los jueces, los medios hasta el presidente de su partido, reconoce que es al revés, que en el PP la corrupción no conoce descanso. El citado presidente añade contrito que no volverá a pasar, lo cual demuestra cómo le gusta descansar, aunque no haya trabajado. Pero eso no es nada: todo el mundo está equivocado; solo Cospedal ve la realidad. El PP lucha "sin descanso" en contra de la corrupción. Es una orden. Por eso no quiere prescindir de elementos tan necesarios en esa lucha como Fabra, Blesa o Rato metiéndolos en la cárcel.

Las explicaciones cospedalianas suelen llevar un estrambote y así añade la razón por la que el PP lucha "sin descanso" en contra de la corrupción: que está tan escandalizado con ella como muchos ciudadanos. Es una verdad cospedaliana o verdadmentira. Los ciudadanos estamos escandalizados, verdad. Los del PP son ciudadanos, luego están escandalizados; mentira. Exactamente ¿de qué se escandalizan si son ellos el origen del escándalo? La propia Cospedal debe de creer que cobrar sobresueldos, cosa que ya ninguno niega, no es corrupción. Y sí, lo es. Pero si añadimos que podría ser imputada por haber recibido 200.000 euros en negro de los que nunca más se supo, ese estar escandalizado del PP, se refiere ¿a quién?
 
Confundiendo su peripecia personal con la de su partido, Cospedal invoca para este el principio de presunción de inocencia. Pero se refiere a ella subconscientemente. En política, la presunción de inocencia se estrecha mucho. Un político acusado de comportamientos ilícitos con tanta contundencia como Cospedal debe irse a su casa. Claro que tampoco se va su jefe. Tan acusado como ella, ahí está, dispuesto a luchar denodadamente para que no se repita la corrupción de la que él es políticamente responsable.