dimecres, 23 de setembre del 2015

Un día en la vida de Mariano Rajoy.



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Tened la risa, amigos. El viejo dicho latino era aplicable al periodista Carlos Alsina, al escuchar los balbuceos de Mariano Rajoy sobre la nacionalidad española de los catalanes. Para conseguirlo, casi hubo de comerse el bolígrafo. Le brillaba la mirada mientras veía los gestos y mohínes del presidente, gesticulando como un pez fuera del agua. Por supuesto, trending topic del día. En ese minuto escaso destinado a pasar a la historia, Rajoy no solo demuestra por enésima vez que no sabe de lo que habla y es un incompetente, sino que destruye la posición del nacionalismo español frente al independentismo catalán. Ahora todos los que, queriendo seguir siendo españoles, no iban a votar la independencia por temor a dejar de serlo, lo harán encantados porque Rajoy ya sabe que no podrá impedirlo. Era un típico abuso de la derecha española. Acusaba a los independentistas de privar a los catalanes de la nacionalidad española cuando, en el fondo, es ella la que quiere hacerlo: "si te declaras catalán, dejas de ser español".

Los independentistas, que, a diferencia de Rajoy, sí se saben la ley, han afirmado siempre que en una Cataluña independiente, quien quisiera, podría conservar la doble nacionalidad. Entre otras cosas porque, también a diferencia de Rajoy, no confunden la nacionalidad con la ciudadanía europea. Se es ciudadan@ europe@ porque se es nacional de algún Estado de la UE. Lo importante es la nacionalidad y esa no se pierde. Pero la gente es desconfiada. Prefiere oírselo decir al que manda en Madrid. Ahora no se lo han oído decir; se lo han oído tragar.

Se entiende por qué Rajoy prefiere siempre el plasma y leído. Así, al natural y en directo le sale toda la pelambre monclovita. La ocasión era única y los del Junts pel Sí, con un sentido del humor vitriólico, cedían su último y definitivo spot publicitario a Mariano Rajoy y reproducían la entrevista de Onda Cero con un par de apostillas hilarantes: dicen que es un espacio compensatorio y dejan constancia de que el coste del spot ha sido de 0€. Extraordinario mérito el de Rajoy. Su adversario cree que lo mejor para su causa es dejarlo hablar sin cortes ni recortes, sin censuras ni manipulaciones. Rajoy en estado puro es el mejor activo de la campaña del independentismo. Un exitazo.

No solamente es el presidente al que se le rompe España, sino que le sucede en medio de la irrisión general y una general falta de respeto. Afirma que mientras él sea presidente ya tal y fin de la cita. Cambiando tiempos y hechos, recuerda a aquel infeliz de Rómulo Augústulo, el que perdió los últimos restos del Imperio romano de Occidente. Lo depuso sin miramientos Odoacro, tan superior en recursos al emperador como lo es Mas en inteligencia y habilidad frente a Rajoy. La cuestión que bulle en las redes es cómo es posible que un personaje así gobierne un país de cierto peso internacional. Poco, es cierto, mucho menos de lo que el mismo hombre glorifica como la gran nación, pero alguno, aunque solo sea por su posición geográfica. Si bien se mira no es tan extraño ni infrecuente en la historia de España cuyos gobernantes entretejen una mezcla de la historia de la infamia, de Borges y de la estupidez humana, de Tabori.

Eso mismo debían preguntarse los ciudadanos de Reus que ayer organizaron una especie de escrache a Rajoy y Albiol, obligándolos a suspender un paseo que pensaban dar por el centro de la ciudad, convencidos de que la gente los saludaría y aplaudiría, como hacen en los ágapes de su partido. Hubo que traer mossos d'esquadra para que la cosa no llegara a mayores entre gritos de "fascistas" e "independencia". Les fallan los mecanismos de información, también llamados de inteligencia, de forma harto inapropiada en este caso.

Abrumadora jornada la de Mariano Augústulo: por la mañana, mostrando una especie de baile de San Vito en la televisión, a mediodía protagonizando el spot de campaña del adversario y por la tarde abucheado por las calles de la ciudad. ¿Qué más podía pasarle?

Pues le pasó. A primeras horas del día, el arzobispo de Valencia, Cardenal Cañizares, convocaba una vigilia por la unidad de España y sostenía que no hay justificación moral para la secesión. Este Cañizares es el que, en muestra de humildad evangélica, en cuanto puede se pasea con una capa magna de cinco metros de tela roja. Suele ir acompañado de mucha pompa y circunstancia y, si él dice que no hay justificación moral para el secesionismo, piensa luego por la noche un atribulado Rajoy, eso quiere decir que la Iglesia apoya la causa del nacionalismo español, el único verdadero. Dios está con nosotros.

Pero, antes de apagar la luz, le entra un whatsap que su hijo le enseñó a manejar para birlarle mientras tanto El Marca: los obispos catalanes contestan a monseñor Cañizares y recuerdan que según su doctrina, todas las opciones políticas pacíficas, democráticas, etc. está moralmente justificadas.

Este genio rompe España y, con España, la iglesia católica. No deja de tener su grandeza, aunque sea crepuscular.

(Por cierto, tengo entendido, aunque no lo sé de cierto, que las cadenas españolas censuraron el vídeo de la entrevista de Onda Cero. Es lo que se llama transparencia democrática, libertad de prensa y derecho a la información). Circulen.