dilluns, 12 d’octubre del 2015

El sondeo y el mosqueo.

Ayer no se comentó aquí el sondeo de Metroscopia para El País porque, no siendo urgente, pues quedan más de dos meses para las elecciones, también estaría bien escuchar los comentarios de las partes implicadas. Son los dichos y juicios con los que se inaugura esta precampaña y campaña electoral y, según sean luego los resultados, a lo mejor quedan para la historia.

En el PP dan por perdida la mayoría absoluta y tratan de reducir los daños. Según algunos de sus propios expertos, un resultado por debajo de 140/130 diputados obligaría a Rajoy a dimitir. Tengo la convicción de que no hay nada en la tierra que obligue a dimitir a Rajoy. Quizá una conspiración de palacio en su propio partido, pero eso es impensable en las condiciones actuales. Los estrategas avizoran un pacto con C's y, por lo que pueda pasar, ya aseguran que la figura de Rajoy es innegociable. Si hay que decirlo, malo. Un pacto con C's es plato de poco gusto para los conservadores pero la posibilidad les permitirá concentrar sus ataques en el PSOE, al que Rajoy considera el verdadero rival, por mucho que quieran serlo los de Podemos, porque es el que puede desplazarlo de La Moncloa. Y La Moncloa es lo único que interesa a este lector del Marca.
 
Ciudadanos lleva una cadena de victorias y, habiendo triplicado su intención de voto en Madrid en este año, puede aspirar sin desmesura a ganar las elecciones, a ser el más votado. Solo le separan dos puntos del PSOE.  Es una perspectiva casi revolucionaria en las formas. Ya se vería si también en los contenidos. El resultado de C's en Cataluña ha sido espectacular y ha adquirido curiosamente un marchamo español que, supone, lo propulsará en España frente a un PSOE que también está en clave nacionalista. Rivera es un pepero catalán, una combinación muy afortunada que los electores españoles parecen dispuestos a apoyar en parte por desconocimiento y en parte por desesperacion. Lo que no preocupa a Ciudadanos es Podemos, como tampoco a su partido nodriza, el PP. Los respectivos resultados de Podemos y C's en Cataluña permiten olvidarse ya de los morados y concentrarse en los socialdemócratas.

Podemos tiene que renovar el discurso. El fiasco catalán, causante de la dimisión de Ubasart, los ha dejado perplejos, como si no se lo esperasen, cuando fueron a meterse en un jardín, como reconoció luego Iglesias al decir que estaba "en otro país". Si, y en otra galaxia. Tan perplejos que han querido aclararse con una carta abierta en la que prueban que no han entendido nada y van a perseverar en ello. Desconfían del sondeo de Metroscopia y afirman, orgullosos, que salen a ganar. Hablan para su cortijo, no para la gente o los votantes. Informar de que se presentan a unas elecciones con ánimo de ganarlas es algo ridículo. Por supuesto. No conozco a nadie que salga a perder. Es un discurso anticuado, propio del universo de IU y único en el que salen a perder las elecciones porque son "cenizos". Podemos quiere ganar, no confía en los sondeos y también irá contra el PSOE.

El PSOE aparece en cabeza, con una ventaja de una décima sobre el PP, dos puntillos de nada de C's y bastantes más de Podemos que aún no hacía mucho, ya había vendido su piel y aspiraba a competir de tú a tú con el PP. La situación del PSOE lo convierte en objeto del ataque concentrado de todos los demás. Es curioso: los otros partidos no auguran confrontaciones entre ellos. Parece como si se hubieran puesto todos de acuerdo para atacar a los socialistas. Estos harán bien en denunciar la situación en el curso de la campaña: somos la única y verdadera alternativa ya que es la que todos los demás atacan. Es un argumento con fuerza que aparenta tener la que no tiene la actual dirección socialista. Los hados sonríen a Sánchez. No es tan ligero de cascos como sus dos rivales emergentes ni tampoco tan lento, plúmbeo e inútil como su adversario de La Moncloa. En definitiva, al ser el objetivo de todos los ataques, Sánchez adquiere una pátina de legitimidad y un carisma del que hasta la fecha ha carecido. Per aspera ad astra.