dilluns, 28 de desembre del 2015

15151515. 0,00033


Genial, absolutamente genial el resultado de ayer de la asamblea de la CUP. Las personas proponen pero el cálculo de probabilidades dispone. El empate es tan inverosímil que parece una burla del destino y ya está dando lugar a todo tipo de maledicencias en las redes, en donde estas cosas se propagan como la pólvora. Por mi parte doy por bueno el resultado salva prueba fehaciente en contrario; pero prueba, no murmuración.

¿Qué reflexión merece esta votación? Muy simple. Como decía Hegel: lo que es real es racional y a la inversa. Podía pasar y pasó. No es difícil de entender. Ahora, lo interesante son las consecuencias y estas, como siempre, van por barrios. Los unionistas, los nacionalistas españoles en Cataluña o en el Estado utilizan términos gruesos como "agonía" y "confusión". Muy preocupados por el bienestar de Cataluña, lamentan que un  puñado de zarrapastrosos la tenga en jaque. Consideran que Mas ha sido humillado y ridiculizado y ha perdido la ocasión de ser el Moisés de su pueblo. Piden acabar con el "ridículo", la "farsa", etc., convocando nuevas elecciones. Cualquiera diría que de verdad se interesan por Cataluña cuando lo único que quieren es que deje de ser un problema, aceptando sumisamente el papel que le asigne la oligarquía española.

Los independentistas catalanes, muchos de los cuales llevan tres meses encalabrinados con la CUP, estallan en improperios, acusando a esta de hacer el juego al Estado, de no querer la independencia y de arrastrar el prestigio y las posibilidades de Cataluña por los suelos. No todos, por supuesto. Los hay que mantienen la calma y hacen gala de ironía y sentido del humor.

Keep cool and you'll overcome

Muchos de la misma CUP andan algo avergonzados porque creen estar dando un espectáculo. Nada de eso. La democracia es así y tiene estas cosas. Hay que convivir con ellas y sacarles el mejor partido. Personalmente, como partidario de investir a Mas, considero que el resultado tiene dos elementos aprovechables: 1º) aunque los debates hayan sido a puerta cerrada, los reportajes que traen los periódicos permiten hacerse una idea de que, en la CUP el nivel de doctrinarismo es muy elevado. La terminología, los conceptos que se manejan apuntan a un par de cosmovisiones ideológicas muy características y por eso es tanto más de celebrar ese empate a 1515/1515, 2º) porque demuestra que los criterios de flexibilidad y pragmatismo van afianzándose frente a los puristas que suelen llevar al fracaso, lo cual da esperanzas de que Mas acabe investido.

Este resultado retrasa unos días la decisión. Parece razonable pensar que quienes han esperado tres meses a que se diera, bien pueden esperar cinco días más. No es una tragedia.  En el ínterin, como señala Baños, que tiene un curioso sentido del humor, los de Junts pel Sí pueden hacer otra propuesta y hasta designar una candidato que no sea Mas, lo que, desde luego, facilitaría mucho todo. Pero no parece que tal cosa vaya a darse. Ni merecería la pena que lo hiciera, a falta de cinco días.

Porque esa es la cuestión. ¿Por qué tanta prisa? ¿Por qué no aprovechar estos cinco días para que cada cual haga lo que crea preciso para inclinar la balanza a su favor cuenta habida de que, contra los pronósticos más extendidos, Mas tiene ahora tantas posibilidades de ser investido como de no serlo?

A su vez no debe olvidarse que este resultado incide también en el juego político del cuasi extranjero español, en donde los defensores del régimen cargan contra el "espectáculo" de la CUP, teniendo ellos otro igual o peor en su casa, con un resultado de las últimas elecciones que no permitirá formar gobierno así como así.

Las circunstancias son tan peregrinas como en Cataluña.  O más. Rajoy y el PP están ya amortizados y casi parecen una pesadilla del pasado. Ahora deben atender a sus asuntos procesales y quitarse del medio. El debate en la esfera pública está muy enrevesado y quizá no puedan evitarse nuevas elecciones, como en Cataluña pero, por lo menos, los interlocutores son gente de otro tipo y no ese hatajo de corruptos, embusteros, fascistas y estúpidos que ha estado cuatro años aguantando el país, con el Sobresueldos a la cabeza.

Descartado un gobierno de gran coalición, la pelota está en el tejado del PSOE. Los barones han dado vía libre a Sánchez para intentar una coalición de izquierda con Podemos con un límite (llamado "línea roja"): nada de referéndum de autodeterminación en Cataluña. Palinuro, que lleva años propugnándolo, cree que, con ese requisito, si se forma gobierno, la cuestión catalana seguirá encendida y causará su caída y, según estén las cosas, un gobierno de concentración unionista (ellos lo llamarán "constitucionalista") que tampoco llevará a parte alguna.

Pero hay lo que hay. El PSOE rechaza de plano el referéndum catalán. Ignoro si también se niega a considerar que Cataluña sea una nación, aunque imagino que sí, muy a tono con la sentencia del Tribunal Constitucional de 2010 por la que este vació de contenido el Estatuto de 2006 y dio un acelerón al movimiento independentista. En estas condiciones, en realidad, corresponde a Podemos aclarar su paso siguiente, esto es, si está dispuesto a una coalición con el PSOE renunciando al referéndum y la condición nacional de Cataluña o no.

Si Podemos insiste en proponer el referéndum está claro que no habrá coalición y sí nuevas elecciones en las que tanto PP como PSOE se presentarán como partidos españoles que rechazan toda idea independentista. Esto, probablemente, le restará votos en España, pero se los dará en Cataluña. A la inversa, si Podemos renuncia a postular el referéndum y la idea nacional para Cataluña y tiene un pacto de izquierda con el PSOE en el gobierno, probablemente aumente sus votos en España a costa de perder los de Cataluña.

En el fondo, esta situación muestra una vez más que no es posible servir a dos amos al mismo tiempo.