dissabte, 5 de desembre del 2015

¿Por qué vota la gente al PP y a Rajoy?

Pareciera un misterio casi tan insondable como el origen del ser. Los datos de todas la encuestas, relativamente variables, coinciden, en rotunda unanimidad, en dar por triunfador al PP de Mariano Rajoy que, a su vez, resulta ser el líder peor valorado. La unanimidad afecta a los dos puntos: la expectativa de voto del PP es la más alta y la valoración de su líder, la más baja. La acción colectiva no tiene por qué ser racional y muchas veces no lo es, como se ve en la paradoja de Condorcet. Pero explicar la irracionalidad de que la gente vote mayoritariamente por el candidato que menos valora no es fácil.

Muchos dirán que se trata de un caso de disonancia cognitiva de un sector mayoritario de la población. Pero eso no es explicar el problema, sino describirlo y no de modo totalmente justo. Otros sostendrán que se trata de un caso de masoquismo colectivo. Sin embargo,  a la gente no le gusta que la maltraten. Este comportamiento, que puede ser racional en el orden individual (hay quien goza tanto siendo azotado que hasta paga por ello), es poco probable en el orden colectivo. Hay poca gente a la que le vaya el látigo.

Entonces, ¿qué? La respuesta puede ir a buscarse en el célebre Discurso de la servidumbre voluntaria, un breve ensayo publicado póstumamente en 1574, aunque seguramente escrito veinticinco años antes, por Etienne de la Boétie, un amigo íntimo de Michel de Montaigne. Hay incluso quien dice que es obra del propio Montaigne. Tras identificar y condenar el absolutismo y la tiranía de modo magistral, el autor se pregunta cómo es posible que la gente obedezca de grado a los tiranos y halla una repuesta con tres niveles: a) las gentes nacen siervas y se las educa para eso con el pan y toros, que decía León de Arroyal y que hoy sería supermercado y televisión/fútbol; b) la violencia de la tiranía engendra miedo en los siervos y por eso hay legislación restrictiva, intimidante, como la Ley de Seguridad Nacional o la Ley Mordaza; c) el tirano se rodea de cómplices que, a su vez, se rodean de otros y estos de otros, hasta llegar a tejer una trama de intereses clientelares, de gentes que se benefician o esperan beneficiarse de su acción política.

En el fondo, por tanto, nada de disonancia cognitiva ni masoquismo. Para mucha gente, votar al PP, a cuyo presidente desprecia, es un buen negocio. Es lo más racional que se puede hacer a fin de forrarse, motivo por el que muchos, muchísimos, están en política. En realidad, el PP no es propiamente un partido político sino una asociación para capturar rentas del Estado y repartírselas entre los dirigentes y militantes. Tiene 800.000 afiliados, una cifra estratosférica para los límites de afiliación partidista, y la explicación obviamente es que estar afiliado al partido de la gaviota es un buen negocio pues se entra en la red de reparticiòn de sobresueldos, favores, enchufes, canonjías diversas y, con un poco de suerte, se puede conseguir un momio con cargo a fondos públicos y la posibilidad de enchufar a los parientes.

Esta estrategia es ganadora porque atiende a los intereses de una porción substancial del electorado, la más numerosa. Su eficacia, sin embargo, se basa en la unidad y la concentración del voto en una sola opción. Si aparece otra, como C's, podría empezar en la derecha una dinámica de fragmentación similar a la endémica que padece la izquierda y se rompería esa magia por la que una mayoría simple del 30% del electorado se convierte en una mayoría absoluta en el Parlamento.

Así que el jovencísimo señor De la Boétie estaba en lo cierto. Y más de lo que parece. Su explicación de la sociedad como una organización piramidal en la que los círculos superiores, una minoría, dominan a los inferiores, una mayoría, da en el clavo. Pero queda por averiguar qué se recomienda hacer a la gran mayoría que sufre el gobierno tiránico sin beneficiarse de él. Al respecto, De la Boétie es muy claro: la desobediencia civil, algo que trescientos años despues, volvería a aparecer con H. D. Thoreau y se expandiría poderosamente en el siglo XX.

Al no ver a los españoles proclives a la desobediencia civil, será bueno que se preparen para otra legislatura de gobierno de la derecha con mayoría absoluta. Si en despotismo monocolor o en alianza entre PP y C's está por ver.