diumenge, 8 de maig del 2016

Carta de ultratumba de Maquiavelo a Pedro Sánchez

Desde las regiones hiperbóreas en las que me hallo observo con interés, caro Pietro Sánchez, vuestro gran esfuerzo por alcanzar el principado en condiciones difíciles, llenas de trampas y peligros y con tantos enemigos al acecho dispuestos a liquidaros y repartirse vuestros despojos. Siempre he sentido admiración por los hombres valerosos, los audaces condotieros que se apoderan de grandes principados con su ingenio y valor y la audacia de su aguerrido brazo.

Permitidme que, pues renováis hoy el juramento de lealtad de vuestras huestes, con esos 30.000 bravi dispuestos a acompañaros al combate, os dé algunos consejos, producto de mi experiencia en los asuntos del Poder y las técnicas para conquistarlo y conservarlo. Sé que amáis vuestra Patria tanto como la suya los valerosos pictos que lucharon contra las legiones de Adriano y sé también que, aunque os manifestáis como un abyecto cortesano ante vuestro Rey, en el fondo de vuestra alma sois republicano. Esa capacidad para el disimulo os hace grato a mis  ojos de taimado florentino y solo por ella os diré alguna quisicosa más.

Revestido con vuestra nueva autoridad, ejercedla sin demora y hacedlo con quienes más a mano tenéis: los vuestros. No permitáis que ninguno de esos missi dominici repartidos por los confines de la monarquía se haga fuerte o pueda levantar facción contra vos. Llamad a capítulo a vuestra gonfaloniera del Sur, antes de que en su insensata soberbia se interponga en vuestro camino.

Salid al campo de Marte cubierto con gruesa cota de malla para que los ataques de los enemigos no os hieran. Y felicitaos de que se produzcan. Si os atacan es porque os temen y, al hacerlo, hacen presente vuestra imagen en todos los lares de la patria. Si os niegan vuestra autoridad y la sinceridad de vuestras intenciones, ello no os afecte. Al fin y al cabo, ambas pueden fingirse siempre sobre todo si contáis con una guardia del pretorio capaz de defenderos en situaciones difíciles.

Tenéis que conquistar los platós de la televisión, que habéis abandonado a vuestros adversarios quienes llevan ya tiempo repitiendo allí sus consignas en contra de vuestra casa e intenciones. Estáis obligado a recurrir más a los medios de comunicación porque es en ellos en los que se encuentra la Fortuna que todo guerrero necesita por mucha que sea su virtú, nunca suficiente. Recordad cómo Gatamelata llegó a viejo cubierto de gloria y poder, precisamente por haber sabido domeñar la Fortuna.

La necessitá debiera obligaros a ser más ingenioso o, incluso, a ser algo ingenioso porque al natural no lo parecéis. Y quieran los hados adornaros con algunas luces que os faltan. Os espera batalla en un doble frente, en contra del actual príncipe en el trono que, para defenderlo, os atacará a muerte y en contra de unos jóvenes gibelinos que, al grito de ¡Podemos!, pretenden arrebataros vuestra posición, sustituiros en ella y dejaros sin la posibilidad de conquistar el principado. Tened además en cuenta que estos dos enemigos, patricios y plebeyos, siempre que puedan se pondrán de acuerdo en contra de vos. 

Emplead vuestra virtú en sellar una alianza con el otro grupo "emergente", el de los güelfos que se autotitulan Ciudadanos y presentadla en el foro como vuestra gran aportación de gentes  concernidas por el porvenir de la nación,  modernizadoras, centristas y moderadas, algo que el pueblo siempre, temeroso de radicalismos, valora mucho. Tened  presente el ejemplo de aquel astuto monarca, Fernando de Aragón, en quien yo mismo me inspiré, porque lo sabía inspirado por la Providencia. 

Os atacarán, acusándoos de haberos aliado con el maligno por vuestra ansia de poder. No os importe. Esos ataques mantendrán viva la atención del pueblo en vuestra persona y os ayudarán a convencer a los güelfos, la otra parte de la alianza, de que le interesa echar su suerte con la vuestra porque, al fin y al cabo ambos queréis el poder.

Y recordad siempre que la gloria solo la alcanza quien osa ir por ella al precio que sea.
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Post Scriptum: quizá debiérais, aunque se me hace arduo, dada vuestra cerrada mentalidad centro-imperial y escurialense, aveniros con las tribus bárbaras que moran al norte del Íber, hispánico río. Son gentes insumisas, muy apegadas a su vetusta cultura y lengua y de trato difícil por su gran amor a la independencia. Ofrecedles la administración de sus propios tributos, liberándolas de las exacciones a las que las someten los actuales procónsules y virreyes. Quizá consigáis convencerlas de que se alisten en vuestros invictos tercios; pero lo dudo.