dimecres, 20 de juliol del 2016

Primer aviso

Aquí mi artículo de hoy en elMón.cat, titulado La tàctica y l'estratègia. Venía movido por la oferta de Homs de apoyar un gobierno de izquierdas sin poner el referéndum como condición, cosa que había de mosquear a más de un independentista dogmático. Un par de días después, los indepes catalanes facilitan que el PP controle el Congreso en una maniobra que ha dejado al PSOE frustrado y a Podemos en una situación ridícula que, por lo demás, es la que habitualmente tiene.

¿Es contradictorio? ¿Dicen los indepes una cosa por la mañana y otra por la tarde, como hace Pablo Iglesias? ¿Se han pasado a la derecha y servirán de apoyo al gobierno español como en tiempos de Pujol y González y Aznar?

No. Los indepes están haciendo lo mejor para sus intereses: jugar al ratón y al gato con los partidos españoles que dependen de los 17 votos catalanes. Es una actitud inteligente y es de esperar que los españoles del PP/C's y PSOE/Podemos no tarden lo que suelen en entenderla. Los indepes tienen su hoja de ruta, seguirán en ella y, en Madrid, harán lo que más convenga a esa hoja de ruta, no lo que interese a la derecha o la izquierda españolas. Tanto la una como la otra deben comprender que, si quieren los votos catalanes, deben dar algo a cambio.

Como Palinuro es de izquierdas, aconseja a PSOE y Podemos que firmen un acuerdo de gobernabilidad de izquierda con inclusión de una referéndum catalán y que pidan entonces los votos de los independentistas. Si no lo hacen así, estos pueden facilitar un gobierno de la derecha en España, país vecino de hecho, mientras siguen a lo suyo. Piénsenlo, háblenlo entre ustedes y, por una vez en la vida, hagan algo inteligente.

En fin, no tengo nada que cambiar del artículo del Món.cat. Lo que sucedió ayer en el Parlamento español se entiende según lo que se expresa en el artículo. Aquí la versión castellana:

La táctica y la estrategia


La declaración de Homs de que el PDC está dispuesto a propiciar un gobierno de izquierda en Madrid sin poner el referéndum como condición inexcusable, provoca desconcierto en el campo independentista. Lógico. A primera vista parece un frenazo en el proceso.

No obstante, tiene fácil defensa si se aplica un criterio práctico. El primero de todos es dejar claro que no poner el referéndum como condición sine qua non para la constitución de un gobierno en España no significa renunciar a él. Al contrario, la colaboración en la puesta en marcha del gobierno español no obsta para que el catalán siga con la hoja de ruta en los términos que especifique el Parlamento.

Muchos defienden que, en el fondo, a los indepes les es indiferente el gobierno de Madrid y esta consideración tiene su base. Las izquierdas españolas son antes españolas que izquierdas mientras que las derechas son antes derechas que españolas, por muchos gritos patrióticos que vayan dando. Pero algo es hoy innegable: el desgobierno de la derecha está destrozando el país.

La cuestión táctica es muy clara. Su único problema es su verosimilitud. Eso es algo que solo se mide a la luz del cumplimiento de la estrategia. Pero aquí estamos ya en el medio plazo, en donde se acumulan promesas, engaños, desengaños. El modo de hacerlo es sencillo: se apoya un gobierno de izquierdas en Madrid mientras se sigue impertérrito con la hoja de ruta en Cataluña. En Madrid se debate sobre la reforma de la Constitución mientras en Cataluña se discute sobre el RUI o la DUI y se adoptan las medidas precisas.

Si en España se constituye un gobierno de izquierdas, la Generalitat tendrá un interlocutor distinto del don Tancredo hasta la fecha. No se sabe si mejor o peor, pero distinto; lo cual ya es algo. No creo que haya alguien a quien parezca una buena idea que el actual gobierno en funciones prolongue su desgobierno. Unas terceras elecciones generales no benefician a nadie.

Pero tampoco lo hacen unas catalanas. Y es la cuestión que se planteará en Cataluña, a la vuelta del verano y después de la Diada. Exactamente, ¿votará la CUP a favor de Puigdemont o este perderá la cuestión de confianza y será preciso convocar nuevas elecciones?

La perspectiva de una nueva consulta catalana introduce un poderoso factor de incertidumbre. El eje izquierda/derecha se cruza ahora con el independentista/no independentista y permite vislumbrar posibles cambios en las tendencias de voto. En Comú Podem y CSQEP pueden llegar a confluir en una operación de lanzamiento de Ada Colau como candidata a la presidencia de la Generalitat con un programa nacional confuso que no augura nada bueno para el voto independentista. Y todos los vaticinios predicen un resultado también malo a la CUP.

En definitiva, todo son imponderables que solo pueden conjurarse garantizando la confianza a Puigdemont y colaborando a desarrollar y aplicar la hoja de ruta. Sin imposiciones y sin complacencias.

Un gobierno de izquierdas tendrá una actitud menos hostil hacia Cataluña que uno de derecha. En último término, la petición de un referéndum es muy razonable e inevitable. En la izquierda española probablemente así se considera, aunque mucho menos en el PSOE. En este punto, los socialistas necesitan algo de pedagogía . Si, a pesar de todo, no se consiguiera la consulta, los indepes pueden dejar de apoyar el gobierno. Es decir, tienen cierta fuerza a la hora de presionar. No para imponer, pero sí para bloquear.

Y eso siempre es una garantía. Sobre todo teniendo en cuenta que el no al referéndum ya lo tenían de antemano. Una subsiguiente negativa de las izquierdas españolas equivaldría a una especie de terremoto en Cataluña, en donde las fortunas electorales de los partidos que quieren mantener la vinculación con España se hacen más problemáticas.

El referéndum es todo en Cataluña, pero es nada en España. Sacrificar la nada para conseguir el todo es inteligente, aunque sea complicado de entender.