divendres, 23 de setembre del 2016

La voz del mayoral

El País ambicionó siempre el estatus de "intelectual orgánico" del sistema de la III Restauración borbónica. Porque ha habido tres: la de Fernando VII, El Deseado, la de Alfonso XII, triste de ti y la de Juan Carlos I. Hemos tenido dos fugaces repúblicas y tres interminables restauraciones. El abanderado, el confaloniero de la última, el intérprete de sus designios, el urdidor de su supervivencia, el gran guía de esta transición inacabable es este periódico. Capataz diligente de los designios de la oligarquía española, sector liberal-progresista, El País se enorgullece de seguir las órdenes del amo del cortijo con una mezcla de gracejo servil de mayoral antiguo y aparente eficacia de librecambismo neoliberal.

El editorial de hoy, La deriva de Sánchez, es una pieza a degüello contra el secretario general del PSOE por no doblegarse a los intereses de los que mandan en la empresa y en la banca, los que dictan los contenidos del diario. Este trabajo de matarife lo bordaba antaño Juan Luis Cebrián, acostumbrado a tumbar gobiernos con sus insufribles cuanto pedantes soflamas. Pero ya ha cansado a la audiencia. Ahora entran en la batalla las baterías institucionales. El editorial podría venir directamente de La Moncloa, o ser un producto del mismo Cebrián. Incluso puede serlo de Rubalcaba, recientemente incorporado al consejo editorial del periódico, un lugar muy cómodo desde el que disparar contra su propio partido sin que se note mucho.

De todos los editoriales inicuos y repugnantes que ha publicado el medio, este se lleva la palma. En sus líneas reverbera el orgullo y el desprecio de la España integrista (la que ganó la guerra, como acaba de recordar el psicópata de Interior) con la arrogancia de los sedicentes progresistas y liberales de la "otra España", siempre dispuestos a claudicar ante la derecha nacionalcatólica más cerril. Respira agresividad y hasta odio hacia un solo hombre, Sánchez, que ha tenido el arrojo de plantar cara al conformismo, a la resignación, a la claudicación ante la chulería de una derecha que, como puede verse, está dispuesta a todo para no salir del poder. Está literalmente fuera de sí pues no consigue trasladar sobre las espaldas del socialista la culpa de un bloqueo que recae exclusivamente sobre el presidente de los sobresueldos, obstinado en no cambiar la poltrona del poder por el posible banquillo de los acusados.

Acusa el editorial a Sánchez de irresponsable por anteponer su interés personal al general de España. Justo lo que hace Rajoy con todo descaro. Pero eso ni se menciona. Rajoy tiene derecho a bloquear; Sánchez, no. ¿Por qué? Porque El País es el periódico de Rajoy, el mayoral porcino de la piara. ¿Y qué decir de eso del "interés general de España"? Resulta que este interés manda que gobiernen los mismos que han robado a mansalva, destrozado y arruinado el país y lo han hundido en el descrédito internacional más profundo. Manda asimismo que se condone la corrupción sistemática de un partido cinco veces imputado en procesos penales y abarrotado de ladrones, sinvergüenzas, comisionistas, dafraudadores y delincuentes organizados. Manda también que se les garanticen otros cuatro años de arbitrariedades, enchufes, malversaciones y despilfarros.

El "interés general" de España manda que siga en el poder un gobierno de franquistas cuya finalidad es revertir los escasos avances democráticos conseguidos hasta la fecha. Manda involucionar, desmantelar el Estado del bienestar a base de esquilmar el erario y lo que quede, dejárselo a la beneficencia privada. Manda esclavizar a los trabajadores, estafar a los contribuyentes, expoliar a los pensionistas, desamparar a los dependientes, expulsar a los jóvenes, someter a las mujeres, rechazar a los refugiados e inmigrantes, entre otras formas de injusticia.

Sánchez resiste apoyado por las bases, la militancia y los votantes, elementos que han resultado ser más eficaces de lo que los señoritos del capital calibraban porque contra ellos no se han impuesto los chantajes de la derecha. Tampoco la hipocresía de la "verdadera" izquierda (esa que dice que no quiere ser encasillada en el PSOE o el PCE pero lleva al PCE en sus listas electorales), ni los bancos, ni la Iglesia, ni los socialistas submarinos del PP, ni todos los medios, tertulianos y demás patulea. Algo en verdad milagroso porque el secretario general solo cuenta con ese respaldo. No tiene la abundancia de medios de que disponen los demás, sobre todo el PP y Podemos, con sus canales de televisión y medios digitales a tope de "auténticos creyentes".

Sánchez no tiene más que la confianza de la gente (cosa de la que los otros tres carecen por su falta absoluta de lealtad), la buena fe y la convicción cada vez más extendida en que aquí nos jugamos una cuestión de dignidad y autoaprecio. Si nos resignamos, si claudicamos, será cuando el país se hunda.

Desde El País se recurre a la amenaza de desequilibrar el PSOE, algo preocupante porque ahí se nota también la larga mano de Rubalcaba y se formulan falacias vergonzosas como que no es posible gobernar con 85 diputados, que son el 25% de la cámara. Falso. Hay países europeos gobernados en coalición con similares porcentajes. No se gobernaría con 85 diputados sino con 150, quizá con 170 o mayoría absoluta. En todo caso, similar es la pretensión de dar el gobierno a 135 diputados, que es el 33% de la cámara. Pero esto, como la responsabilidad del bloqueo, no se menciona. El PP tiene más derechos que el PSOE. ¿Por qué? Porque lo dice El País, que es su periódico.

De los números, El País lleva sus sofismas a los contenidos. Las sumas de posibles aliados del PSOE son absurdas, heteróclitas, nada de fiar, una receta para el caos. Este puede ser el único argumento aceptable del periódico. Podemos, la "verdadera" izquierda de IU y los morados, lejos de facilitar el camino a la formación de una gobierno de izquierda, lo han dinamitado. Sobre el desbarajuste de unas confusas crisis orgánicas e ideológicas se impone la arrogancia y la agresividad de unos neobolcheviques incapaces de moderar sus pulsiones más elementales, narcisistas y revanchistas. Efectivamente, ese gobierno de coalición no es posible pero no porque los números no den, sino porque no da la inteligencia de los dirigentes de Podemos.

Así que terceras elecciones. Es la salida más acertada y la más legítima. En democracia las cuestiones litigiosas se resuelven votando. Rajoy y sus pregoneros dicen que el PP ha ganado las elecciones dos veces seguidas. Mentira. Las ha perdido, como todos los demás. Que sea la minoría mayoritaria no lo hace ganador como se prueba viendo que no gobierna. Hay que esperar una mayoría suficiente para gobernar y la hipótesis que va tomando cuerpo es que pueda conseguirla el PSOE. Justo lo que la derecha y Podemos no quieren. Pues ya saben: pacten.