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dimarts, 27 de març del 2012

Los pactos.

A la hora de resolver un problema la primera condición es plantearlo bien. En el caso del gobierno de Andalucía el planteamiento es: ¿cómo se constituye un gobierno de una comunidad autónoma en la que hay una mayoría electoral de izquierda dividida entre dos formaciones distintas y que en muchas ocasiones han estado enfrentadas? La respuesta es sencilla: pactando. Las dos fuerzas políticas deben hablar, negociar, encontrar un terreno de entendimiento, redactar un programa de gobierno respaldado por una mayoría parlamentaria y gobernar. Así, seguramente, se resolverá también el problema de Asturias, en donde los dos partidos de la derecha que suman mayoría, tendrán que entenderse y pactar. Así también debería resolverse el problema de Extremadura que, al haberse abordado mal en las pasadas elecciones autonómicas del 22 de mayo, se resolvió también mal de forma que el gobierno lo forma la minoría y la mayoría social está en la oposición.

La primera condición para pactar es tener voluntad de hacerlo. Si se abrigan reservas, si se prefiere otra fórmula, si se dice "sí" pero se piensa "no", no habrá pacto. Y la voluntad de pacto debe ser expresa. El PSOE no puede dejarse amilanar por la agresividad de la derecha que, con el fin de estigmatizar el pacto por radical, ya está hablando del Frente Popular en Andalucía. El discurso de la derecha española, bien se ve, es de escaso recorrido. En cuanto sufre un contratiempo, saca el recuerdo de la guerra civil. Es su modo de amenazar. Pero el PSOE no debe arredrarse ante las amenazas. Andalucía necesita un gobierno de unidad de la izquierda y eso no es un frente popular. Entre otras cosas porque los frentes populares europeos fueron formaciones para combatir el fascismo y el nazismo en los años treinta. Y lo que ahora hay en la derecha no es el facismo ni el nazismo. ¿O sí?

A su vez, IU tampoco debe dejarse llevar por el discurso de su sector más extremista, el que dice que no hay que pactar con el PSOE en modo alguno. En Andalucía, cuyos intereses están por encima de los de sus partidos, hace falta un gobierno con respaldo parlamentario suficiente y estable. Como lo tiene la derecha en España. Un gobierno andaluz débil, sin mayoría parlamentaria segura, obligado a acordar medida por medida sin estar seguro de conseguirlo, no podrá defender los intereses de Andalucía frente a un gobierno nacional con mayoría absoluta.

Los intransigentes de IU, por darles algún nombre, suelen emplear un argumento que reputan muy democrático y ganador cuando dicen que las bases de IU rechazan todo pacto con el PSOE y que la dirección debe consultar con esas bases antes de hacer pacto alguno. Es el mismo argumento que se empleó para justificar el desaguisado de Extremadura. Pero es una falacia. Descansa sobre el supuesto de que acerca de la decisión pactista pueden pronunciarse dos sujetos, la dirección o las bases. Y no es cierto pues los sujetos son tres: la dirección, las bases y los electores. Que decida solo la dirección podría parecer autocrático; que decidan las bases será oligárquico. Lo democrático es que decidan los electores, porque son estos los que han hecho posible que haya diputados de IU y no las bases. Como esto no puede hacerse, lo sensato es que decidan las direcciones, que son representativas.

La fórmula intermedia que algunos acarician, esto es, una especie de pacto de legislatura, al estilo catalán, o sea con apoyo parlamentario pero sin entrar en el gobierno, no es tan desastrosa para los intereses de Andalucía como negarse a pactar en redondo, pero sigue siendo un error. Las sociedades se cambian desde los gobiernos parlamentarios. Si la izquierda transformadora quiere transformar algo habrá de ser desde el gobierno. Por otro lado, es altamente improbable que IU llegue alguna vez a formar gobierno ella sola. Por lo tanto tendrá que entrar en coaliciones. Tanto para imprimirles un curso más acorde con sus ideas como para revalidarse ella misma a título de gobierno y no de sempiterna oposición.

En mitad de esta crisis brutal, a punto de que el gobierno del PP, por fin, revele unos presupuestos que cargarán la mano sobre las comunidades autónomas, Andalucía necesita unidad y fuerza con un parlamento con una mayoría clara a favor de un programa común de la izquierda que los dos partidos están obligados a elaborar. Es más, Palinuro invitaría a las izquierdas extremeñas a sumarse a la tarea de ese programa común de la izquierda para Andalucía y Extremadura. En esta última habría que presentar previamente una moción de censura (art. 29 del Estatuto de Autonomía vigente), pero eso es algo perfectamente legítimo.

dilluns, 26 de març del 2012

A pesar de todo.

"Apesar de todo", Trotz alledem, el título del famoso poema de Ferdinand Freiligrath, que Karl Liebknecht citaba en su último artículo antes de que lo asesinaran, es lo que se le viene a uno a la memoria al contemplar el inesperado y feliz resultado de las elecciones asturianas y andaluzas de ayer. Especialmente de las andaluzas. A pesar de todo. A pesar de los treinta años de gobierno ininterrumpido del PSOE en Andalucía, del escandalazo de los EREs fraudulentos, de la abrumadora mayoría absoluta de la derecha en todo el país, de los vaticinios cerrados y superseguros de los sondeos, del coro monocorde de comentaristas y tertulianos, los votantes andaluces han cerrado el paso a la derecha. La Andalucía irredenta del PP sigue siendo irredenta y, gracias a ella, España no se ha teñido de azul por entero.

Los gestos cariacontecidos de los tres dirigentes conservadores encargados de comunicar la amarga píldora a sus atristados seguidores hablaban por sí solos. Arenas certificó una vez más su escasa talla política al interpretar el resultado como una "victoria histórica del PP" en Andalucía. Debe de ser la primera vez que alguien festeja una victoria a la funerala. No se lo esperaban y no tenían discurso de recambio.

Prácticamente no se lo esperaba nadie. Y menos que nadie, los avezados encuestadores. El patinazo de los sondeos sí que es histórico. He recogido veintidós de estos, de todas las empresas, y como media, daban al PP un 46,3 por ciento del voto (y mayoría absoluta de escaños), siendo el resultado real de 40,6%, casi 6 puntos de diferencia. En cuanto al PSOE, la media, que erraba por abajo, vaticinaba 34,7% del voto que se tornó en un 39,5%, esto es, casi cinco puntos de diferencia. El error en el caso de IU fue algo menor, de 2,6 puntos, pero error asimismo. Los sondeos fallaron por entero. Y de ellos, uno de los que más patinó fue el de Metroscopia para El País que daba el 47,3% para el PP (casi siete puntos de error) y 34,4% para el PSOE (5,1 puntos por debajo). La misma empresa hacía saber ayer que menos del 30% de los encuestados se declara dispuesto a participar en la huelga general del próximo día 29. Si atina como en las elecciones andaluzas, la huelga será un éxito.

Y en punto a previsiones acertadas, imagino que Griñán todavía estará felicitándose por haber separado las elecciones autonómicas de las generales, por no haberse secundado el desastroso ejemplo de Zapatero cuando este, en un momento de probable depresión o enajenación, cometió el disparate de adelantar los comicios como le exigían sus adversarios. Gracias a esa sabia decisión, el electorado andaluz ha tenido tiempo de pensárselo por segunda vez antes de echarse en brazos de esta derecha reaccionaria que quiere convertir de nuevo el país en un yermo.

Hay recomposición del panorama parlamentario andaluz, pero no incorporaciones. El Partido Andalucista, UPyD y Equo no han conseguido representación. Ha habido muy alta abstención (unos diez puntos más que en las elecciones de 2008), pero el voto emitido no ha sido muy volátil sino, al contrario, muy concentrado en los tres partidos mayoritarios. El fracaso de UPyD parece epecialmente clarificador. El de Equo debiera hacer recapacitar a sus dirigentes que, sin embargo, parecen inclinarse por el consuelo de ser unos incomprendidos. Mal negocio.

Una pequeña digresión respecto a la abstención. Andan los partidarios de esta (que lo son por muchos motivos) muy contentos con ese aumento de diez puntos del abstencionismo, atribuyéndoselo al hartazgo del electorado, su desengaño y otras reacciones elegantes, sin parar mientes en que lo decisivo aquí es que, por primera vez, las elecciones autonómicas andaluzas eran eso, autónómicas, y no coincidían con las generales, que siempre movilizan más. Una explicación simple pero solo válida para quienes no vean la realidad según les dicta su catecismo. No hay aumento real de la abstención; hay la abstención que suele darse en elecciones autonómicas. Fin de la digresión.

El paso siguiente es la constitución del gobierno. No es de esperar -no sería de recibo- mucha dilación. La fórmula lógica, después de todos los discursos y de la situación de crisis del país, es la coalición PSOE-IU. Si Andalucía ha de convertirse en un bastión contra la imposición general del neoliberalismo, solo podrá hacerlo con un gobierno con fuerte respaldo parlamentario. Es de esperar que IU no caiga en la tentación de hacer difícil la gobernación de la comunidad. Doy por descontado que menos lo hará en repetir el adefesio extremeño. Al contrario, es cosa de pensar si el resultado andaluz no debiera llevar a la izquierda de Extremadura a hacer lo mismo a través de una moción de censura al gobierno del PP, cosa que depende exclusivamente de IU.

La izquierda en Andalucía tiene que dar ejemplo de cómo se consigue que las políticas de ajuste no perjudiquen siempre a los mismos y, además, debe acometer una especie de regeneración de la administración y el gobierno de la Comunidad: apertura, transparencia, rendición de cuentas para hacer más democrática la relación entre representantes y representados, entre gobernantes y gobernados. Más de izquierda. Y que lo vea toda España.

diumenge, 25 de març del 2012

Salvados por los pelos

Finalmente pasó la amenaza del azul falangista anegando Andalucía también. El careto de Arenas Bocanegra anunciando su triunfo con 50 diputados (5 menos de la mayoría absoluta) reflejaba el de Montoro y Báñez por idénticos motivos. Probablemente lo más sensato que pueda hacer sea pedir destino en algún enchufe del PP, como si fuera cónyuge de alguna política de la derecha con mando. Poco después, Pedro J. daba también suelta a su bilis, amenazando en Twitter con la intervención de la economía española porque los andaluces no le han hecho caso, votando lo que él quiere. Otros agoreros también asocian la derrota del PP (pues derrota es) con la subida de la prima de riesgo de España. Que no se preocupen ambos, según el Financial Times, Frau Merkel va a subir el monto del cortafuegos para que no se extienda la crisis de la deuda. Así que España sobrevivirá.

Por cierto, los sondeos se han lucido. He recogido dieciocho de ellos y, como media, daban al PP una horquilla entre 55,7 y 57,3 escaños; una diferencia de cinco a siete escaños. Al PSOE otra entre 41,2 y 44,3 escños, a su vez una diferencia de tres a seis escaños. Y uno de los que más ha patinado ha sido el sondeo de Metroscopia de El País que vaticinaba a todo trapo una victoria clara del PP en Andalucía, con ¡59 escaños! Una diferencia de nueve. ¡Ojala Metroscopia acierte igual con su vaticinio de hoy de que solo el 30 por ciento apoya la huelga general! Querrá decir que lo hará el doble.

La situación en Asturias se presenta algo más complicada. Pero no me parece conveniente rechazar la posibilidad de una coalición PSOE-PP, justificada por la excepcional consideración de que un personaje tan disfuncional, estrafalario y obstinado como Cascos debiera abandonar ya la política para siempre pues es una muestra de lo más detestable de las tradiciones caciquiles españolas.

En Andalucía se abre un tiempo de gobierno de coalición PSOE-IU pues es de suponer que esta última no volverá a patinar moralmente como hizo en Extremadura. Debe ponerle las cosas difíciles al PSOE para que este abandone sus ambigüedades y se oriente a la izquierda; pero no tanto que haga imposible la alianza. Y, a propósito, ¿que tal si, aprovechando el resultado andaluz, la IU de Extremadura recupera el sentido común y pacta con el PSOE presentar una moción de censura para echar al gobierno de la derecha?

(La imagen es un cuadro de Jorge Apperley titulado "Flamenca" (1924).

Si Palinuro fuera andaluz...

Los españoles sostenemos ser muy nuestros y no gustar de que vengan de fuera a decirnos lo que debemos hacer. Y los más españoles de todos, los vascos, para los cuales nadie nacido fuera de Euskal Herria puede aspirar a comprender siquiera el misterioso ser de ese pueblo, consistente en mirarse a sí mismo hasta el fin de los tiempos. Con todo, cuenta habida de que, al menos de momento, Al Andalus, al igual que Euskadi, forman parte de esa problemática realidad que llamamos (y no todos) España, nos da a los españoles por hablar de las cosas de los otros españoles, tanto más Palinuro que es troyano. Pero no lo que la informática llama un troyano, pues esa ciencia será muy exacta, pero confunde los caballos de madera con las personas.

En fin, si Palinuro fuera andaluz, tendría un cabreo fenomenal con el PSOE de la Comunidad, que ha incurrido en prácticas detestables de clientelismo, favoritismo y enchufismo durante largo tiempo. Le afearía haberse limitado a administrar Andalucía, prácticamente sin innovar nada, sin aplicar políticas de izquierda, habiéndose plegado a una rutina en donde domina la mediocridad y acaba germinando la corrupción. Y le amenazaría con negarle el voto.

La irritación de Palinuro aumentaría al comprobar que el PSOE nacional no ha hecho nada por recuperar la confianza de los españoles con propuestas nuevas que corrijan el camino de lo que se hizo mal antes, que arranquen de la crítica clara de esos errores.Y tampoco ha hecho nada por aportar a Andalucía perspectivas y soluciones que sean eficaces para la Comunidad y sus relaciones con el gobierno central.

En esas condiciones, Palinuro pensaría en abstenerse o votar por alguna opción minoritaria de izquierda, IU o Equo. Y, a pesar de todo, votaría por el PSOE, no por los méritos intrínsecos de este, sino porque parte de la convicción de que, en las circunstancias actuales, todo voto que no sea para los socialistas es para la derecha. No hay otra opción. Y, francamente, aun estando convencido de la conveniencia de la alternancia en la democracia, Palinuro ve con verdadero temor la consolidación del dominio absoluto de la derecha en España: el gobierno central, las Comunidades Autónomas, los ayuntamientos, los poderes del Estado, los medios de comunicación, el mundo financiero y empresarial (siempre muy pendientes del Estado en España) y, por supuesto, la bendición apostólica. Un panorama tenebroso, una vuelta al pasado de manos de esta derecha que ya siente estar en situación de decir lo que le dé la gana pues nadie podrá rechistar. Léase en la primera de El País más arriba al rey pidiendo a los empresarios que "arrimen el hombro en la creación de empleo"; a los empresarios, que son los que están destruyéndolo.

Palinuro no querría el poder absoluto ni para los suyos, supuesto que existieran.

dissabte, 24 de març del 2012

Hoy, día de reflexión.

Supongo que quienes inventaron esta gansada del "día de reflexión" son firmes seguidores de Rousseau y su idea de la bondad natural del ser humano, indebidamente corrompida luego por su propia obra, las sociedades que forma. Porque previeron una jornada de silencio, sosiego y reposo durante la cual, absteniéndose todos de discursos partidistas, los electores podrían sedimentar y "procesar" la información recibida (un verdadero diluvio que hace las delicias de los especialistas en comunicación) para formarse un juicio. Pero no tuvieron en cuenta la segunda parte, la corrupción de esa bondad natural por los más depravados designios. En resumen, no creo que muchos la respeten. En particular imagino que los medios de la derecha (o sea, casi todos) no respetarán la abstención reflexiva y seguirán pidiendo el voto para el PP bajo los más variados disfraces. Al fin y al cabo es hoy presidente del gobierno quien en la jornada de reflexión de las elecciones del 14 de marzo de 2004 afirmaba en El Mundo que tenía la convicción moral de que fue ETA la autora del 11-M, inaugurando así la leyenda de la conspiración de la mochilita. ¿Jornada de reflexión? Al final lo veremos.

Y hay para reflexionar. No mucho en Asturias en donde, estando la situación más complicada porque la derecha aparece tan dividida como la izquierda, el resultado no tiene tal carga simbólica como en Andalucía. Es aquí en donde los dos partidos se la juegan y la competencia es más agria y más reñida. El PSOE sale a la desesperada a defender casi lo indefendible: treinta años de gobierno ininterrumpido que, justa o injustamente, están ensombrecidos por un episodio de corrupción cuya gravedad no reside en él mismo, pues como él y peores que él hay otros en España, sino en su duración de 10 años sin que nadie lo atajara. Eso es seguramente lo que más pesa en el ánimo de los electores.

No menos a la desesperada sale el PP, cuyo dirigente, el alegre campeón Arenas ya ha perdido la cuenta de las veces que se ha estrellado en su propia tierra. Es ahora, cuando toda España ha sido ya "reconquistada", a reserva paradójicamente de Covadonga, o nunca. Andalucía es el irredentismo de la derecha y donde no puede fracasar.

El caso de IU-Los Verdes-Convocatoria por Andalucía es curioso. No aprovecha el desmoronamiento del PSOE y todas las encuestas le dan entre 7 y 9 escaños con lo que únicamente sube dos o tres mientras que el PP pega un salto de doce o trece. Es posible que alguno se vaya también para el Partido Andalucista y para UPyD. De Equo no tengo datos.

Con todos los sondeos negro azabache, Griñán ha terminado la campaña apelando a una especie de sentimiento andaluz de la izquierda, eco lejano del espartaquismo agrario que es algo así como invocar a las Valquirias. Y no digo que no lleguen.

dimarts, 20 de març del 2012

Lo que se juega el 25-M.

La realidad tiene su carga de ironía que no respeta nada y se atreve con lo más sagrado. Las dos últimas elecciones antes de cerrar el mapa político de España para los próximos años se dan en estas dos comunidades autónomas de Asturias y Andalucía. A reserva, naturalmente, de lo que en 2013 decidan los vascos, grandes aficionados a decidir.

Desde el punto de vista simbólico las dos son el alfa y el omega de la historia patria. Allí donde comenzó la Reconquista con un puñado de hombres contra un imperio y allí donde terminó con un imperio contra un puñado de hombres. A reserva, claro está, de lo que sucediera unos años más tarde con el Reino de Navarra. Las dos son comunidades históricas aunque no blasonen de lengua propia o no con el mismo imperio que catalanes, vascuences y gallegos. Históricas con una historia muy distinta que se refleja en su condición actual, tanto geográfica como económica, social y cultural. Las dos presentan peculiaridades que explican el gran interés que en ellas demuestran los partidos pues, por distintos motivos, se juegan mucho.

En el caso del PP en Asturias se juega sancionar o no la existencia de una organización escisionista, el Foro de Álvarez Cascos, que debilita a la derecha estatal pero a la que esta debiera estar acostumbrada porque es rasgo frecuente en los antiguos reinos del norte. En Navarra y en Santander hay formaciones conservadoras distintas del PP y no nacionalistas. En Andalucía, en cambio, la situación es opuesta. No hay escisión de la derecha que constituye una unidad monolítica y sitúa su especial interés en el factor simbólico de derrotar al PSOE en su último bastión en España. Fin de la Reconquista.

Para la izquierda la perspectiva es distinta. Ambas comunidades presentan un rasgo común, sin embargo, a pesar de sus muchas diferencias pues en las dos son verosímiles gobiernos de unión de la izquierda. Lo fueron en el pasado y siguen siéndolo. Estos gobiernos de coalición son en realidad formaciones a la defensiva frente a una derecha crecida y mayoritaria por separado. Tienen sin embargo un valor admonitorio para una izquierda que está hablando siempre de unidad pero no la practica.

Para IU el asunto es más complicado porque, salvo una muy improbable alianza IU-PP, sus opciones son menos pues solo contempla razonablemente aliarse con el PSOE si este no obtiene la mayoría absoluta. Si la obtiene, cosa al parecer harto improbable en estas elecciones, no habrá gobierno de coalición.

El que más se juega aquí es el PSOE. En Asturias, recuperar un gobierno del que fue desplazado por algo tan imponderable como el populismo local de Álvarez Cascos. En Andalucía conservar el gobierno que ejerce hace treinta años y hacerlo en condiciones muy difíciles y en un contexto nacional contrario, cuando no hostil. En ambos casos los socialistas están en desventaja, especialmente en Andalucía en donde juegan con cartas perdedoras, según todas las encuestas. Y, sobre todo, luchan contra su propia imagen de partido/Estado, anquilosado tras treinta años de poder, minado por la corrupción y las prácticas clientelares, algo muy difícil de conciliar con la imagen de un partido socialista fresco, vivo, reformista, íntegro. ¿Qué campaña electoral podría eliminar aquella impresión y presentar esta?

Los dirigentes parecen lanzados al optimismo de la voluntad, ignoran los fríos datos de la encuestas o los minimizan, fían más en el corazón, el élan vital bergsoniano, los sentimientos y el espíritu del pueblo, la conciencia de la tierra dominada por los de la Reconquista de siempre. Solo nos falta un aceituneros altivos. Por vez primera los andaluces han desvinculado sus elecciones de las del Estado y las enfocan en clave autonómica. Pero esta es muy endeble. No porque Andalucía lo sea sino porque el momento nacional es especialmente crítico. Y así como los gaditanos hablaron hace 200 años en nombre de España entera, avasallada por el francés, los andaluces lo harán ahora, quieran o no los dirigentes socialistas, en nombre de España entera avasallada por Europa y algunos dicen que por el alemán. Y decidirán, según parece, respaldar la respuesta del PP que conocen y no la del PSOE, que no conocen.

Así pues, la campaña electoral en términos españoles y en términos europeos. Pero para eso hubiera sido necesario que el PSOE del Estado tuviera ya sus propuestas elaboradas. Los socialistas van a Andalucía a hablar de los andaluces y los andaluces quieren que les hablen como españoles y europeos. Es una falta de sentido táctico pasmosa. No se entiende qué hace la dirección del PSOE que, por arriba, está ausente en el cónclave socialdemócrata de París y, por abajo, no aporta nada a la campaña electoral andaluza, salvo avisar a los electores de algo de lo que los electores están suficientemente avisados, que la derecha dice una cosa y hace otra. Pero eso sucedió también con el último gobierno socialista.

diumenge, 18 de març del 2012

El fin de una era.

Las elecciones se pierden o se ganan en el momento en que cierran los colegios electorales al final del día de votación. Ni un minuto antes. Hasta ese momento siempre caben sorpresas porque el comportamiento de los seres humanos es radicalmente imprevisible. Pero es conjeturable y, según las circunstancias y los medios que se empleen para hacerlas, las conjeturas son más o menos afortunadas. Oscilan entre la exacta predicción y el completo disparate, con una profusa gama de posibilidades intermedias.

Los candidatos del PSOE en las elecciones autonómicas andaluzas del próximo día 25 recorren la Comunidad asegurando que se está produciendo un cambio en la tendencia prevista del electorado de dar la mayoría absoluta al PP. Lo "sienten", lo "palpan", es una intuición, un ánimo difuso que detectan en el ambiente. La base para justificar la conclusión es endeble. Coincide, sin duda, con sus más fervorosos deseos, pero eso no la hace más verosímil. No más que si llegaran a ella tras haber interpretado el vuelo de una bandada de patos. Enfrente tienen la predicción de la encuesta que publica hoy El País, hecha con todas las garantías científicas y un margen de error probablemente bajísimo. El vaticinio es tremendo: 59 escaños para el PP, 41 para el PSOE y 9 para IU. Siempre queda la esperanza de que el mismo hecho de la publicación ponga en marcha reacciones del electorado que acaben desmintiéndola, a través de los dos efectos contrarios, uno desmovilizador del voto de derechas ("está ganado") y otro movilizador del de izquierda (hay que echar una mano al perdedor/que viene la derecha) y algo de eso habrá. Pero la diferencia es demasiado grande para que una variación tenga algún resultado de relevancia.

Lo más importante de las elecciones andaluzas, como señala todo el mundo, es su valor simbólico. Último bastión del PSOE, 30 años ininterrumpidos tocarán a su fin. Ello puede poner en marcha una reacción interna en el partido de imprevisibles consecuencias. Y, sin embargo a cualquiera se le alcanza que en la dinámica ordinaria de los sistemas democráticos, treinta años de gobierno ininterrumpido es algo anómalo. Lo normal en democracias es la alternancia no necesariamente cada cuatro años pero tampoco cada treinta.

Treinta años de dominación, por lo general con mayoría absoluta, acaban produciendo ritos, costumbres, prácticas, creando redes, fomentando el amiguismo y el clientelismo, un sistema de partido dominante que acaba pervirtiendo el funcionamiento de las instituciones democráticas. Da la impresión de que el insólito caso de los EREs ilegales y el tren de vida de la consejería de Empleo son puntas de iceberg. Puede que no sea así, pero lo parece y mucha gente lo cree.

El PSOE dice que el cambio previsto de mayoría será una catástrofe para Andalucía, como lo ha sido antes para España. Desde luego, para quien es una catástrofe sin duda es para el propio PSOE pues lo obligará a poner en la calle una cantidad considerable de cargos públicos, lanzándolos en muchos casos al paro. Esa tendencia de los partidos a identificarse con el Estado que colonizan les hace sentir estas bajas casi como despidos de funcionarios, sobre todo si llevan treinta años prestando servicios. Ya está pasando a escala nacional, pues hay un ERE en marcha en Ferraz, debido al descenso de ingresos por los malos resultados electorales del 20N.

El valor simbólico viene también porque se tratará del tercer batacazo electoral socialista en menos de un año (elecciones del 22 mayo y 20N de 2011 y estas de marzo de 2012) y dos de ellos bajo la dirección de Rubalcaba. Es un ciclo, sin duda, pero si en la votación del 25 el electorado mantiene el castigo al PSOE, este ya no puede leerse como continuación del ciclo pues presenta una novedad nada desdeñable: la de que el electorado vota sabiendo ya lo que le espera si gana el PP porque lo está viendo en España. Por más que Rubalcaba insista en el discurso de denunciar ocultación (el mismo que empleó en las elecciones del 20N que perdió) si el domingo el PP se alza con la victoria es porque el electorado sigue prefiriendo la oferta (o no oferta) del PP a la del PSOE. Pero ya no a la del PSOE de Zapatero sino a la de Rubalcaba. Y eso es algo que su equipo y sus seguidores deben considerar.

No está claro que hayan conseguido formular un discurso que la gente esté dispuesta a votar y gane elecciones. Han tenido más de tres meses. Ciertamente, hubo unas primarias, que siempre distraen lo suyo pero a los más de tres meses del 20N el partido tendría que haber reconstruido algún tipo de discurso. El PSOE de Andalucía hace una campaña puramente defensiva, contrarrestando la lluvia de acusaciones; no hay valoración del propio gobierno, ni innovación, ni propuestas nuevas. Y el PSOE nacional no compensa aportándolas él sino que, al referirse a Andalucía, remacha el inexistente discurso de Griñán. En fin, es Escuredo llamando gilipollas a los del PP y desdiciéndose cinco minutos despúes.

A lo mejor debe la actual dirección del PSOE convocar un congreso extraordinario para formular un discurso y un programa claros y nuevos. Seguir haciéndolo como hasta la fecha, en contextos electorales en los que todos los gatos son pardos, no lleva muy lejos. A estas alturas me atrevo a decir que mucha gente no sabe con exactitud qué haría el PSOE si volviera al gobierno en España en casi ningún aspecto. Por ejemplo: ¿denunciaría los Acuerdos de 1979 con la Santa Sede?

dimarts, 7 de febrer del 2012

Los años de Arenas.

Javier Arenas es el actual candidato a la presidencia de Andalucía por el PP en las próximas elecciones de 26 de marzo. En un mitin ayer con las Nuevas Generaciones de su partido dijo algo sorprendente; dijo que Los que estaban hace 30 años no pueden conquistar el futuro. No puede ser y además es imposible". Original eso de "no puede ser", pero no se ve por qué. No se ve por qué haber estado mucho tiempo en un sitio imposibilite para seguir estando. Al contrario, hasta parece que es un dato positivo para conseguirlo. Si uno lleva treinta años en un lugar voluntariamente, lo más probable es que se quede. Pero si Javier Arenas lo dice, a lo mejor es cierto.

Habrá que entender la imposibilidad de algún otro modo porque, si se le aplica a él que, como se ve en la imagen, lleva no treinta sino treinta y tres años en política, la conclusión no es lo más prometedor para una campaña electoral. En estos treinta y tres años Arenas ha sido de todo: teniente de alcalde en Sevilla, parlamentario andaluz, presidente del PP de Andalucía, dos veces ministro con Aznar y con Aznar vicepresidente del gobierno, secretario general del PP y ahora candidato a la presidencia de la Junta de Andalucía.

No obstante el candidato sostiene que "el futuro no se conquista desde el pasado", una frase que no quiere decir nada pero suena rimbombantemente y, además, destructiva porque ¿en dónde está el propio Arenas tras haber toreado durante treinta y tres años en todos los cosos políticos del país?

Si no estoy equivocado esta es la quinta vez que Arenas opta al cargo de presidente de Andalucía. En las otras cuatro quedó derrotado. Seguramente se refiere a que no se puede "conquistar el futuro" cuando se está treinta años en el gobierno. Es posible. Pero la oposición también es gobierno; un gobierno en la sombra que cada cuatro años se presenta en busca del apoyo ciudadano igual que el gobierno a la luz. Hasta la fecha este lo ha conseguido y Arenas, no. Según su propio razonamiento, ahora tampoco.

(La imagen procede del muro de FB de Juan Ledesma Puerta).

dilluns, 20 d’octubre del 2008

Dos publicaciones interesantes.

El Institut de Ciències Politiques i Socials (ICPS) es un organismo autónomo dependiente de la Universidad Autónoma de Barcelona que realiza una intensa y encomiable tarea de investigación y publicaciones en el campo de las ciencias políticas y sociales. Fundado inicialmente por Isidre Molas y dirigido hoy por Joan Marcet, ha publicado ya docenas de monografías bajo la forma de Working Papers en una amplia serie de temas que van desde aspectos históricos de la política y la sociedad hasta los teóricos, pasando por cuestiones de partidos, de grupos de presión, etc y lo ha hecho en diversas lenguas, catalán, español, francés e inglés principalmente. Esa colección es hoy un instrumento precioso de trabajo para politólogos y sociólogos. Además en tiempos recientes el ICPS ha ampliado su radio de acción con algunas publicaciones de mayor empaque en forma de libro, alguna de las cuales ya reseñó Palinuro en su día, por ejemplo el de Carles Castro Relato electoral de España en el post de 8 de abril de 2008 titulado Una historia voto a voto así como otras de carácter periódico como este Anuario Político (ICPS, Barcelona, 2008, 136 págs) que sale por primera vez y es de esperar tenga feliz continuidad.

El anuario se divide en cinco apartados: procesos electorales, parlamento, gobierno, partidos políticos y ámbito local en los que hay artículos de especialistas y un cumplido acopio de material estadístico muy útil.

En la parte de "procesos electorales", un artículo de Lucía Medina (Les eleccions municipals de 2007 a Catalunya) da cuenta del enunciado del título. Como aspectos más destacados señala que sigue aumentando la abstención que comenzó en 1991 y así una abstención del 39% en 2003 llega en 2007 al 46% si bien está localizada en los municipios grandes por cuanto los pequeños, menores de 5.000 habitantes han tenido un aumento de la participación. Alguna relación tendrá esto con el hecho de que aunque Convergència i Unió (CiU) haya obtenido peores resultados en 2007 (25% del voto) que en 2003 (33%), siga siendo la primera fuerza municipalista, con 419 alcaldes y 3.384 concejales. El Partido Socialista de Cataluña (PSC) mantiene su representación en torno al 33% y acorta distancias con CiU al obtener 277 alcaldes y 2570 concejales, y lo mismo sucede con Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) que sigue subiendo lentamente en votación desde el 3% en 1991 al 12% en 2007 obteniendo 169 alcaldes y 1584 concejales. El PP e Iniciativa per Catalunya-Els Verts (ICV) se mantienen en torno al 10% del voto. El gráfico de la derecha es ilustrativo.

En el mismo apartado Tània Verge (Impacte de la Llei d'Igualtat en la feminització de la vida política local) prolonga un trabajo publicado en el penúltimo número de la Revista Española de Investigaciones Sociológicas, también reseñado en Palinuro el 15 de septiembre de 2008 en un post titulado Cuestiones de género. Lo centra en los gobiernos locales y sus conclusiones vienen a ser las mismas (y por los mismos procedimientos, más o menos): "la paritat legal no ha aconseguit esborrar l'empremta masculina de la vida política" (p. 16) y como la feminización de la vida pública depende de la voluntad de los actores, no ha avanzado cuanto sería de desear.

En la sección sobre el Parlamento, Ismael E. Pitarch (L'incidència del nou Reglament en el procediment legislatiu) toma nota de la norma al amparo del nuevo Estatuto que redefine la labor parlamentaria en Cataluña y dedica su atención a dos innovaciones: la figura del Relator y la introducción del decreto-ley, hasta ahora reservado al Gobierno de España. Por lo demás el Anuario trae una muy útil relación de datos sobre el Parlamento catalán: su organización, funciones, estructura, representación y actividad legislativa con dieciocho leyes aprobadas (clasificadas por su temática) así como los debates habidos. Llama la atención que, tras el debate llamado de "Política General", un sondeo del Centre d'Estudis d'Opinió de la Generalitat reveló que sólo el 35% de los encuestados sabía que se había producido. Parece poco, pero habría que compararlo con los datos de otras comunidades autónomas si existieran.

El apartado dedicado al Gobierno incluye un artículo de Jordi Matas (Objectiu de govern: estabilitat i desplegament de l'Estatut) en el que lo más significativo es el hecho de que el Gobierno de la Generalitat tuviera que realizar su labor en régimen de coalición demostrando, según dice Matas que "com en la majoria dels països europeus democràticament més avançats, tambén es pot governar en coalició de manera estable, que vol dire governar amb comoditat..." (p. 60), cosa, digo yo, que aún no ha demostrado el Gobierno de España. El anuario incluye datos interesantes como el organigrama del Gobierno. Al respecto, según puede verse en la imagen de la derecha, el Govern todavía tiene un camino que recorrer para hacer realidad el principio de igualdad de género en la administración ya que la proporción de mujeres está entre un 20% y un 33%. También se exponen las líneas de actuación del ejecutivo, el presupuesto de ingresos y gastos por capítulos (es de reseñar que los capítulos de sanidad y educación se lleven más del 61% del presupuesto, 40% para sanidad y 21% para educación) así como los acuerdos de gobierno y unos gráficos acerca de la valoración ciudadana de la acción de gobierno tanto al día de hoy (molt bona y bona: 34,5%; dolenta y molt dolenta: 22,5% y normal: 41%) como en serie histórica desde 1991 en la que puede apreciarse que la valoración molt bona + bona ha bajado unos 10 a 12% puntos porcentuales desde 1991.

En el apartado de partidos políticos, un artículo de Marta Luque (Els partits polítics catalans: entre la reestructuració, la contestació interna i la redefinició ideològica) pasa revista pormenorizada a los acontecimientos que han marcado a los partidos catalanes con bastante buen sentido. Se complementa el artículo con una información de fondo de cada uno de los partidos, su origen, evolución, estructura organizativa, composición actual y series históricas de resultados electorales partido por partido. Echo de menos datos de afiliación, aunque ya sé que es asunto muy difícil. Hay abundancia de información gráfica muy conveniente. Obsérvese el gráfico histórico de la simpatía hacia los partidos catalanes; se verá la clara hegemonía del PSC en torno al 30% prácticamente desde el comienzo lo que, naturalmente, no quiere decir que esa simpatía se traduzca en votos en las elecciones autonómicas, aunque sí en las generales.

El último apartado sobre ámbito local trae un interesante artículo de Jaume Magre (Reformes legals i retorn a l'equilibri sistèmic amb les eleccions municipals de 2007) que da cuenta de cómo ha influido en la organización del gobierno local catalán la reforma del Estatuto. No hace falta decir que el aspecto más interesante con respecto al de 1979 es la aparición de las veguerías, la vieja aspiración territorial catalanista en detrimento de las provincias que se mantendrán como formas organizativas "zombies" (el calificativo es mío) mientras la Constitución siga diciendo que son las circunscripciones electorales.


La otra publicación interesante es el número siete del Observatorio Político Autonómico, una edición conjunta de la Universidad Autónoma de Barcelona, la de Granada, la del País Vasco y la de Santiago de Compostela, bajo la dirección de Joan Marcet, Juan Montabes, Nieves Lagares y Francisco Llera, que contiene un sondeo de opinión en las cuatro comunidades con un cuestionario único que permite hacer comparaciones muy útiles entre las cuatro. Los sondeos se centran en: 1) opiniones sobre la situación política y social de España y de la Comunidad Autónoma; 2) el grado de satisfacción con el funcionamiento de la democracia en España; 3) la valoración que se hace de los gobiernos central y autonómico así como de los principales dirigentes políticos; y 4) algunas de las actitudes políticas básicas. Y los cuadros traen la información pertinente para el año 2007 así como las series históricas de las respuestas a las preguntas desde 2003. Incluyo tan sólo una de las numerosas tablas y gráficos del estudio que encuentro especialmente significativa. Se verá que así como los porcentajes de ciudadanos "muy satisfechos" con el funcionamiento de la democracia en España es más o menos el mismo en Andalucía, Euskadi y Galicia, baja en dos puntos en Cataluña. Cataluña, en cambio, ofrece el mayor porcentaje de "bastante" satisfechos, con un 55,8%, mientras que Euskadi tiene con mucho el más bajo (29,7%). En cambio los "poco" satisfechos en Euskadi representan unos 10 pountos porcentuales más que en Andalucía y Cataluña y lo llamativo es que los "nada satisfechos" con la democracia en España en Euskadi triplican a los de las demás comunidades autónomas. En conjunto, los "poco" y "nada" satisfechos con la democracia española en Euskadi son algo más del 60%, aproximadamente veinte puntos porcentuales por encima de las otras comunidades del observatorio. A los vascos no parece gustarles la democracia española, no sé si por déficit democrático o por ser española ya que en las tablas en que se pregunta por los sentimientos nacionales Euskadi da con mucho el mayor porcentaje de independentistas.

diumenge, 13 de juliol del 2008

Congresos

Durante el fin de semana están celebrándose o se han celebrado cuatro congresos de partidos en España: el PSOE lo ha hecho La Rioja y Andalucía, el PP vasco en Bilbao y Convergència Democratica de Catalunya en Barcelona. El menos relevante ha sido el del PSOE de La Rioja en donde no había cuestiones litigiosas que resolver ni crisis que capear. El congreso riojano no ha sido sino el marco en el que Pepe Blanco, vicesecretario general del PSOE, ha aprovechado para atacar al señor Rajoy acusándolo de trastorno de personalidad múltiple por cuanto éste defiende como ciudadano ejemplar al señor Fabra, capitoste alicantino del PP, implicado en asuntos oscuros de corrupción, al tiempo que asegura que su partido tiene nada que ver con tan feo vicio.

El Congreso del PSOE en Andalucía recuerda a aquellas asambleas de los antiguos países socialistas u hoy en Cuba, a las que acudía la gerontocracia en el Gobierno a revalidar sus títulos. Lleva el partido veintiséis años ininterrumpidos en el poder, habiendo ganado ocho elecciones autonómicas todas ellas menos una por mayoría absoluta y seis bajo la presidencia del incombustible señor Chaves, quien ha revalidado el cargo de Secretario General del PSOE de Andalucía con el 93% del voto en rabioso aplauso. Sin duda todo ello es escrupulosamente democrático y nadie puede pedir en serio que se aparte al candidato socialista, sea quien sea, sólo para que el PP pueda ganar al fin unas elecciones en una de las tres regiones de España (Extremadura y Castilla-La Mancha son las otras dos) en que jamás lo ha conseguido. Pero casi veinte años de gobierno ininterrumpido agotan el más rico venero, agostan la más fértil imaginación y convierten la política en una pura rutina. El larguísimo mandato del señor Chaves está tan rodeado de intereses creados que el mero atisbo de intentar buscarle un sustituto casi provocó escenas de nervios entre los congresistas que sólo pudieron calmarse cuando el señor Chaves aceptó de nuevo el cargo y prometió estar "disponible" para 2012. Efectivamente, que nada se mueva y que todo quede como está por otro cuarto de siglo. Ese 93% de aceptación del señor Chaves es un buen índice del grado de aplatanamiento y burocratización del partido en Andalucía.

En el congreso del PP en el otro extremo de España, en el País Vasco, las cosas han transcurrido de forma mucho menos ritualizada que en el PSOE andaluz. Se ventilaba en él qué grado de aceptación o enfrentamiento encontraría el candidato a presidente bienquisto de la dirección nacional del partido, el señor Antonio Basagoiti. No las tenía todas consigo el señor Rajoy ya que en el País Vasco era en donde habían concentrado su labor opositora los sectores más conservadores del PP y contrarios al giro al centro (o pseudocentro) que él propone, esto es, la señora María San Gil y el señor Mayor Oreja, con el apoyo externo del señor Aznar. Sin embargo, al final, el señor Basagoiti ha salido con el 70% de los votos que, no llegando a las cifras apoteósicas del PSOE (recuérdese que el señor Rordríguez Zapatero pasó del 92% del voto en el último Congreso federal), supera holgadamente el apoyo obtenido por la candidata oficial a la presidencia del PP en Cataluña, señora Sánchez Camacho. Es decir, como siempre, en el País Vasco es más el ruido que las nueeces, incluidas las del señor Arzallus y nunca llega la sangre al río por más que haya continuas amenazas de que, de suceder una cosa u otra, las aguas se teñirán de rojo. El PP vasco se normaliza y a la señora San Gil siempre le quedará la posibilidad de apuntarse a UPyD, para compartir espacio con doña Rosa Díez.

Por último, el congreso de Convergencia Democratica de Catalunya en Barcelona, el principal partido de la coalición CiU que perdió el gobierno de la Generalitat en 2003 a manos del señor Pasqual Maragall y no ha conseguido recuperarlo hasta la fecha. La consagración del señor Artur Mas como secretario general de CDC es, en realidad, su última oportunidad para ganar las próximas elecciones catalanas de 2011. Para ello, el señor Mas cree necesitar una coalición CiU más sólida, con un socio de Unió Democratica de Catalunya más leal al proyecto nacionalista y, a su vez, una carga más soberanista de ese proyecto, cosas que son difícilmente compatibles. Pero es la encrucijada de CDC: combatir a los independentistas republicanos de ERC en su propio territorio y, al tiempo, conservar el apoyo de los demócratas cristianos de Durán i Lleida, a quienes no placen las aventuras soberanistas.

(Las imágenes son dos famosos carteles de propaganda del champagne Moët & Chandon, de Alphonse Mucha, 1899).