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dijous, 29 de gener del 2009

Educación para la ciudadanía.

Iba a subir una entrada sobre el fallo de la sala de lo contencioso del Tribunal Supremo acerca de la pretendida objeción a la Educación para la Ciudadanía (EpC) que orquestó la carcunda nacional en el acostumbrado intento de echar para atrás la marcha de la sociedad y el reloj de la historia, pero ese será el contenido de mi artículo de Público de mañana así que para no repetirme, remito al paciente lector a ese periódico. De todas formas, quienes estén interesados en consultar lo que Palinuro tuvo que decir en su momento pueden ir a la entrada del 23 de septiembre del año pasado, titulada El boicoteo a Educación para la Ciudadanía. Porque ese boicoteo, igual que la oposición a los matrimonios homosexuales han tenido la virtud de mostrar cómo en esta España perpetuamente dividida, despertaban y agitaban la calle las tendencias más obtusas de la coyunda católico-reaccionaria que, envalentonada por los incalificables años del Gobierno del señor Aznar, muestra que su apego a la democracia es contingente, circunstancial, táctico pues sólo admite que tengan presencia social sus ideas (si cabe llamar ideas a eso que tiene) y sus creencias que hay que imponer a todo el mundo, guste o no.

Pues eso, nos vemos en Público.

dimarts, 16 de desembre del 2008

El absurdo valenciano.

La entrada de Palinuro del pasado 30 de noviembre se titulaba Camps, el patriota y en ella se decía que la decisión de que Educación para la ciudadanía se impartiera en inglés en la Comunidad Valenciana era "una decisión absurda, disparatada, como de chiste, propia de una tradición de astracanada, farsa y esperpento, más adecuado al mundo de los ninots que de las decisiones políticas de una sociedad racional y avanzada". Por eso no resultará extraño que ahora salude con alborozo el hecho de que la Generalitat haya dado marcha atrás. Esto probablemente no quiere decir que el señor Camps haya reconsiderado su actitud, pues cada cual es fiel a su trayectoria, pero está claro que la revocación de tan arbitraria como patafísica decisión es un producto de la movilización ciudadana. Irónicamente ha sido la primera clase práctica del tema de la asignatura de Educación para la ciudadanía.

Con la ciudadanía no se juega.


(La imagen procede del periódico Tribuna de la Administración Pública de CCOO y se encuentra en el blog Medinaspatasarriba.com).

diumenge, 30 de novembre del 2008

Camps, el patriota.

Los valencianos se le echaron ayer a la calle al señor Camps para protestar por su peregrina decisión de que las clases de Educación para la Ciudadanía (EpC) se impartan en inglés. Trataré de hacer algún comentario constructivo sobre este absurdo pero que quede claro que es una decisión absurda, disparatada, como de chiste, propia de una tradición de astracanada, farsa y esperpento, más adecuado al mundo de los ninots que de las decisiones políticas de una sociedad racional y avanzada.

Quiere el señor Camps, imagino, boicotear EpC porque está de acuerdo con la señora Aguirre, el PP en general, los curas y demás partida reaccionaria en la idea de que una asignatura que existe en los planes de estudio de todos los países avanzados desde hace décadas, esencial para contribuir a la formación de ciudadanos/as, es puro adoctrinamiento laico-rojo-masón o algo así de necio. Son los de la Formación del Espíritu Nacional, los de la religión obligatoria y evaluable los que toman la crítica del adversario y tratan de volverla contra él porque ni criticar saben. Los únicos que han tratado de adoctrinar durante años, decenios, siglos han sido los totalitarismos fascista o comunista y la Iglesia católica y lo que les fastidia de EpC es que fomente la aparición de ciudadanos/as con espíritu crítico, que la gente piense por su cuenta en lugar de ir a que le diga Monseñor Rouco qué tiene que pensar.

Hay otro aspecto más sórdido en esta estúpida decisión sobre EpC, uno que afecta al sentido de la ciudadanía y hasta del patriotismo. Sabido es que la lengua no es un mero accidente, un fenómeno contingente de una comunidad, sino que es parte esencialísima de la conciencia de colectividad, su fundamento mismo. La identificación con la nación y la patria se siente, se piensa, se racionaliza; pero los sentimientos, pensamientos y razones sólo pueden formularse (y comunicarse) mediante palabras, que son la lengua sonada. El español o castellano y el valenciano son las dos lenguas maternas de la Comunidad Valenciana, el marco de referencia lingüístico en el que se articula la conciencia nacional de sus habitantes como españoles, valencianos, hispano-valencianos y valenciano-españoles. Pretender que se articule en una lengua foránea es de hecho impedir que se haga. ¿Cómo se explica eso en un político, Mr. Fields, perteneciente a un partido, el Folk Party, que acostumbra a baquetear al prójimo con la patria y la nación española? Sencillo: se explica porque no dan un ardite por la nación que invocan ya que sólo les importa su interés de grupo, facción o partido que pretenden imponer sobre el interés nacional o general, dinamitándolo si es necesario.

La decisión de Mr. Fields, además de estúpida, boicoteadora, absurda y esperpéntica es arbitraria. La arbitrariedad es la esencia de la tiranía. El cartel de más arriba es muy justo. Pero, además, dado que la Constitución afirma en su artículo 9, 3 que "La Constitución garantiza el principio de legalidad, la jerarquía normativa, la publicidad de las normas, la irretroactividad de las disposiciones sancionadoras no favorables o restrictivas de derechos individuales, la seguridad jurídica, la responsabilidad y la interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos", es cosa de preguntarse si el Gobierno no cree sea llegada la hora de impugnar por inconstitucional la norma del gobierno de Mr. Fields.

Lo que Mr. Fields tenga de patriota lo tengo yo de cura.

(Las fotos corresponden a distintos momentos de la manifa en contra de Mr. Fields, en un vídeo de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 23 de setembre del 2008

El boicoteo a la Educación para la ciudadanía.

Hubo un tiempo en España que duró cerca de cuarenta años en el que las escuelas, cuyas aulas tenían el aspecto que se ve a la izquierda, impartían dos asignaturas obligatorias, una de religión (católica a machamartillo, claro está) y otra llamada de Formación del Espíritu Nacional que era simple doctrina fascista más o menos adaptada a las realidades de Carpetovetonia. Obligatorias quería decir obligatorias. Y se impartían a lo largo de todo el proceso educativo, desde la enseñanza primaria ¡hasta la Universidad! Cuando empecé la carrera, las "tres marías", religión, política y gimnasia, seguían siendo obligatorias; por supuesto las clases ya no se daban pero las asignaturas había que pasarlas. Supongo que algún oscuro funcionario firmaría las papeletas de aprobados en su covacha. Pero allí seguían las materias de adoctrinamiento ideológico. Nadie podía objetar a este abuso. Nadie plantear algo parecido a la "objeción de conciencia". Eso era impensable en un país en el que era obligatorio bautizar a los críos en la Iglesia católica, obligatorio que hicieran la primera comunión, obligatorio casarse por lo eclesiástico. Aquí era obligatorio todo y nadie daba un ardite por quien tuviera convicciones distintas o no tuviera ninguna.

Resulta que los beneficiarios directos de aquella situación de insulto y trágala permanente a la ciudadanía y los herederos de los beneficiarios directos, la Iglesia católica y el partido de la derecha, PP, saltan ahora en contra de la asignatura Educación para la ciudadanía (EpC) esgrimiendo la razón de que es anticonstitucional porque coarta la libertad de los padres a escoger la educación moral que deseen para sus hijos, porque va en contra de las convicciones de la gente. Y animan a los ciudadanos a desobedecer la ley recurriendo a una forma torticera de objeción de conciencia, amparada en razonamientos de rábulas.

Y no se les cae la cara de vergüenza.

No, no se les cae la cara de vergüenza porque no la tienen. Piénsese en que esta Iglesia que truena contra EpC (hace poco decía Monseñor Cañizares que quienes impartan esa materia colaborarán con el maligno) no solamente tiene a la espalda aquel vergonzoso pasado de meter sus dogmas a cristazos en la cabeza de los niños sino que hoy día sigue defendiendo lo mismo. Porque es esa Iglesia que se opone al "adoctrinamiento" de EpC la que insiste en que la asignatura de religión, de su religión, sea obligatoria en la escuela. Es decir no solamente mienten los curas al hablar de adoctrinamiento en EpC cuando los que adoctrinan son ellos sino que además están intentando una maniobra fraudulenta para conservar su poder en el sistema educativo y con el poder, claro, el dinero.

En cuanto al PP, siempre alineado con lo más retrógrado de la jerarquía, ha forzado un frente común de sus gobiernos en las Comunidades Autónomas (CCAA) basada en una Declaración del Partido Popular sobre Educación para la ciudadanía que es un monumento a la mistificación y la falsedad. Sostiene el PP que hay sentencias judiciales distintas respecto a la objeción de conciencia a EpC. Se refiere a que mientras el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía lo admitió en célebre sentencia ya recurrida, los de Cataluña y Asturias no lo hicieron y también están recurridos en casación. Dada la situación pide no implantar la asignatura a la espera de que se pronuncie el Tribunal Supremo unificando doctrina; es decir, está pidiendo a los gobiernos de las CCAA en que gobierna que incumplan la ley como en parte ya lo hacen el de Valencia y el de Madrid. La existencia de discrepancias en la llamada "jurisprudencia menor" no es invocable para justificar un incumplimiento de la ley y es esta una actitud ilícita que debiera ser objeto de sanción en los tribunales. Un partido no puede llamar a unos gobiernos autonómicos a quebrantar la ley.

La EpC es una asignatura puesta en marcha en cumplimiento de un mandato de la UE de 2002 y que, además, existe en los planes de estudio de todos los sistemas educativos europeos y no europeos medianamente avanzados. Se llama Civic culture en el ámbito anglosajón, Éducation civique en Francia, Educazione civica en Italia, Sozialkunde o Politische Bildung en Alemania, etc. Es más, la Agencia estadounidense USAID, dedicada a promover el desarrollo y la modernización de países del Tercer Mundo tiene un programa específico destinado a implantar civic culture en los sistemas educativos de estos países. Se trata de algo elemental que todo el mundo que no esté movido por los sórdidos intereses de conservar sus privilegios entiende: los chavales tienen que saber cómo funcionan las normas de convivencia del lugar en el que han nacido y están criándose, deben saber cuáles son sus derechos, cuáles los de los demás (que limitan los suyos) qué funciones cumplen las instituciones y qué opciones tendrán ellos para moverse por la vida cuando les llegue el momento.

El pretexto que invocan para fomentar el incumplimiento de la ley es la objeción de conciencia. La verdad es que la jurisprudencia española en esta materia no es brillante. Pillados en bajos momentos tanto el Tribunal Supremo como el Constitucional salieron del paso como pudieron en ocasiones anteriores (incluso con sentencias contradictorias) pero básicamente reconociendo el derecho a la objeción de conciencia a tenor del art. 16 de la Constitución. No voy a meterme en muchas honduras. Las innumerables páginas web de los enemigos de EpC en las que se anima a la gente a hacer objeción de conciencia suelen argumentar que ésta está amparada por la jurisprudencia y que además no equivale a una desobediencia civil. Es evidente que la objeción de conciencia tiene dos tratamientos distintos en el orden legislativo y en el judicial. En el primero no hay nada que objetar cuando el legislador regula dicha práctica en situaciones concretas y para hechos específicos, por ejemplo, la ley de objeción de conciencia al servicio militar. En el segundo, los tribunales tienen la difícil tarea de dilucidar el recurso a la objeción de conciencia en casos en que no esté específicamente prevista. Y aquí habrán de ser los jueces quienes determinen a) si la objeción invocada está fundamentada en un riesgo real de quebranto de las convicciones morales del sujeto (que no es el caso de EpC) y b) si al ejercitar la objeción de conciencia no se lesionan derechos de terceros (en el caso de la EpC los de los niños a recibir una nuena educación) pues son los tribunales quienes deben zanjar los conflictos entre derechos. Pero no sustituir al legislador, siendo éste quien ha de regular de modo específico si asiste a los ciudadanos el derecho a objetar al cumplimiento de una ley arbitrando los medios necesarios para no perjudicar los derechos de terceros. Pero, en principio no existe ni puede existir un supuesto derecho genérico a desobedecer la ley pretextando razones de conciencia porque, en tal caso el fundamento mismo de la ley se viene abajo.

Precisamente aquí es donde resulta relevante ese especioso argumento del PP de que la objeción de conciencia no equivale a la desobediencia civil. Soy partidario de esta última práctica y creo conocerla bien, incluso publiqué un libro sobre ella hace ahora veinte años, Resistencia y desobediencia civil Madrid, Eudema, 1987. Y una de las formas de aquilatar en qué medida la objeción de conciencia es legítima es aplicarle el cedazo de la desobediencia civil consistente en que alguien quebrante públicamente una norma y acepte el castigo que ello conlleva por razones de conciencia y en la esperanza de que esto constituya un ejemplo que mueva al legislador a cambiar la ley considerada inicua o a arbitrar un derecho de objeción a esa ley. El intento de desvincular la objeción de conciencia de la desobedienca civil es el de garantizar al objetor que la objeción le salga "gratis" a efectos de que el comportamiento se generalice y, de esta forma, se consiga mediante la movilización en la calle lo que no se consiguió en sede parlamentaria, esto es, la deregación de una ley en vigor.

Así que no existe un derecho positivo genérico a la objeción de conciencia, salvo el que expresamente reconozcan las leyes y menos se puede pedir a las autoridades que incumplan la ley a causa de la existencia de "jurisprudencia menor" conflictiva.

divendres, 1 d’agost del 2008

Monseñor Rouco visita al Anticristo.

Para hoy, último día laborable del señor Rodríguez Zapatero, tiene anunciada visita a La Moncloa el presidente de la Conferencia Episcopal Española, Monseñor Rouco Varela a petición propia. Después del bestial enfrentamiento con el Gobierno que protagonizó su Iglesia, como parte del tándem derecha civil/derecha clerical, en la legislatura pasada, este encuentro permite auspiciar según algunos un renovado deseo de la Jerarquía por normalizar relaciones con el poder político. Hasta hay quien dice que lo propició el Papa Benedicto XVI favorablemente dispuesto a la idea gracias a la incansable labor diplomática de nuestro embajador en la Santa Sede, señor Francisco Vázquez.

Será bueno que Dios y el César traten de ponerse de acuerdo en lo posible en los asuntos que los dividen, que no son pocos y numeraré luego. En lo posible. Pero mi experiencia dice que cuando la Iglesia hace un movimiento de esta naturaleza lo primero que busca es dinero. En este caso para organizar la siguiente Jornada Internacional de la Juventud que, por gracia expresa de SS a intercesión del Cardenal Rouco, tendrá lugar en Madrid en 2011. Estos happenings multitudinarios de la Iglesia, como las Olimpiadas o las ferias internacionales son acontecimientos que mueven miles de millones de los que se benefician sobre todo las compañías aéreas, las agencias de viajes, los hoteles, paradores, hostales, pensiones, albergues, figones, tiendas de souvenirs y demás comercios y servicios (especialmente los religiosos) de las ciudades en que se celebran; y también cuestan decenas, quizá cientos de millones en organización que alguien tiene que desembolsar. Así que yo no llevaría el alcance de la visita de Monseñor Rouco mucho más allá de un pase de cepillo, a ver qué se le saca al Estado para el evento previsto.

Por supuesto, dada la exquisita habilidad de la Iglesia, la imagen que se dará del encuentro con el presidente del Gobierno (a quien algunos participantes en las manifas movidas al alimón por el PP, la Iglesia y la Asociación de Víctimas del Terrorismo llamaban "el Anticristo") será la de un encuentro para buscar puentes en los asuntos que los separan. Del dinero aquí ni se habla.

Esos asuntos son muy variados. En primer lugar, la cerrada oposición eclesiástica a la asignatura de Educación para la Ciudadanía (EpC), apoyada por algunas Comunidades Autónomas con presidentes especialmente carcundas, como la señora Aguirre o el señor Camps. Por cierto que, a propósito de EpC el Plural de ayer trae un buen artículo sobre este asunto de Jesús Pichel en el que se prueba que El punto de partida de Educación para la Ciudadanía es en Estrasburgo (1997), ¡con Aguirre de ministra de Educación! Pero como si nada. La actitud de la Iglesia en este asunto es de oposición total porque lo que pretende es mantener la enseñanza de la religión católica como asignatura evaluable, igual que en los tiempos del invicto Caudillo de cuya dictadura fue uno de los pilares más firmes.

En cuanto a los demás contenciosos abiertos con el Estado español (ley de plazos en el aborto, debate sobre la autanasia, reforma de la Ley de Libertad Religiosa) la iglesia es también beligerante en contra, si bien no con el mismo ahínco como con EpC ya que en estos no hay tanto dinero en juego.

Hasta la fecha, la actitud del Gobierno socialista frente a la Iglesia ha oscilado entre la sumisión y la contemporización, tratando siempre de evitar los choques que ésta busca afanosamente. Parece que haya llegado el momento en que el Gobierno deba hablar con la voz fuerte de quien, a pesar de los enfrentamientos de la legislatura pasada, tiene el respaldo mayoritario de los electores que apoyan una actitud de firmeza y no de apaciguamiento (que diría el señor Aznar) con el radicalizado clero católico. Las perspectivas sin embargo no son buenas. El Gobierno ya ha dicho que no piensa tocar los acuerdos con la Santa Sede de 1979, como debiera para acabar de una vez con una situación de privilegio de una confesión religiosa sobre las demás y de instrumentalización del poder civil por el religioso. Monseñor Rouco no se comporta como un cardenal de una confesión que deba convivir con otras en una sociedad gobernada por un Estado laico, sino como el gran sacerdote ante quien debe doblegarse la voluntad del Emperador.

Cuando menos es de esperar y de exigir que ya que se supone seguiremos pagando el estatus de privilegio del catolicismo español, que el Presidente haga comprender al Cardenal algo que éste está harto de decir: que el que paga manda.

(La imagen es una foto de Haddy Bello, bajo licencia de Creative Commons).

dilluns, 12 de novembre del 2007

Blogorismos/Blogorrea.

LA SOMBRA

Mi amiga y comentarista Marian encuentra divertida la foto de la sombra que aparece en el perfil y añade que a ella siempre le interesó su propia sombra. Pues nada, incluyo a la izquierda otra foto de sombra bastante curiosa. En esto de interesarnos por las sombras, por nuestras sombras, andamos acompañados de leyendas, gentes e historias muy apasionantes y algunas geniales. Debe recordarse que de siempre se ha vinculado la sombra al alma, al destino, a la personalidad de cada cual. Se cuenta de algunas tribus llamadas primitivas que mantenían la creencia de que, si alguien pisaba la sombra de una mujer, ésta se convertiría en estéril. Andando los siglos (en un sentido figurado, claro es, pues esos primitivos son contemporáneos) este mismo tema reaparecería en el archicivilizado y decadente mundo del Imperio Austro-húngaro a fines del siglo XIX y primeros del veinte, ya que éste viene a ser en buena medida el argumento de la ópera La mujer sin sombra, de Richard Strauss sobre libreto de Hugo von Hoffmanstahl; una reina que no tendrá descendencia en tanto no recupere su sombra. La sombra es una parte esencial de nosotros, algo que damos por supuesto, como las creencias orteguianas. Pero ¿qué pasaría si algún día ésta desertara por la razón que fuera? Precisamente por parecerse mucho al alma, tiene un momento fáustico en la fabulosa obra de Adelbert von Chamisso, La maravillosa historia de Peter Schlemihl, en la que el protagonista vende su sombra al diablo, un libro con el que arranca en plena fuerza el goticismo de la literatura alemana en el XIX.


EL RAP DEL PROFESOR.

Mis hijos, que son profesores de secundaria de español en los EEUU, están muy sensibilizados ante el problema de la violencia en el sistema educativo y tienen un gran sentido del humor me han enviado este rap del profesor que está muy bien.

Supongo que habrá quien diga que maldita la gracia que tiene, que no hay que tomarse a broma problemas tan graves y que hay que censurarlo. Nunca llueve a gusto de todos. Me parece agudo, burlón y que, siendo respetuoso con el estamento docente, pone en solfa a quienes son más culpables en esta situación, que somos los padres. Por supuesto, igualmente sin generalizar pues, como todo el mundo sabe, también hay padres responsables. Pero ¿cuántos son como los que se retrata en el rap?

En fin, tras haber disipado los últimos escrúpulos vuelvan a escucharlo porque tiene gracia.

dijous, 23 d’agost del 2007

Algo más por la ciudadanía.

En el post de ayer sobre la cruzada que han montado los curas contra la Educación para la Ciudadanía con ayuda de sus monagos del PP olvidé lamentablemente consignar una dirección por si alguien quiere firmar un manifiesto de apoyo a la asignatura. Héla aquí: Atrio. Hace ilu esto de volver a los tiempos de los abajofirmantes que teníamos algo abandonados.

Desde la muerte de Franco, hace treinta y dos años, España ha dado un salto gigantesco, se ha europeizado (como quería Ortega), se ha modernizado (como quería Costa), se ha reconciliado, al menos en parte (como quería Machado) y se ha puesto a la altura de las demás sociedades capitalistas avanzadas. Para ello, entre otras medidas, hubo que implantar el IRPF, abolir "delitos" como el adulterio, regular el divorcio, dar paso al aborto, reducir las prerrogativas y privilegios de la iglesia, eliminar el servicio militar obligatorio, regularizar las situaciones de inmigración, aceptar matrimonios homosexuales, legislar contra la violencia machista y establecer por ley la igualdad de género. En casi todos estos avances, la opinión pública progresista tuvo que hacer frente a la radical oposición de los curas y sus monagos y acabó triunfando. Esta vez también vamos a conseguirlo porque tenemos razón y somos más.

Ya sé que para quienes esperan tomar mañana el Palacio de Invierno todo esto son batallitas de "progres", pan para hoy y hambre para mañana, cuando no repugnantes concesiones de socialdemócratas traidores prestos a refrenar los ímpetus de unos trabajadores revolucionarios que en lugar de estos parches pequeñoburgueses habrían abolido el dinero de un plumazo, establecido el amor libre, suprimido todas las religiones-opios-del-pueblo, disuelto todo tipo de ejércitos y fuerzas armadas, erigido el internacionalismo proletario a toque de cornetín (de órdenes) y decretado por narices la igualdad esencial de los seres humanos en una sociedad sin clases.

Con razón se quedan en casa estos radicales salvadores del pueblo, no se ensucian las manos con el miserable "reformismo", rajan como crisóstomos en las cervecerías y se alegran de que haya altas tasas de abstención, en la que tienen puestas todas sus esperanzas. La verdad es que es una pena que las gentes sigamos empeñadas mayoritariamente en forjar una sociedad progresiva, abierta, tolerante, libre a base de reformas, pactos, negociaciones y chanchullos en lugar de seguir a estos sapientísimos profetas de la revolución que, como decía Adorno, "confunden el ruido de sus cadenas con el sonido de la marcha de la historia."

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dimecres, 22 d’agost del 2007

Educación para la ciudadanía y manipulación.

Estuvieron treinta y ocho años conviviendo tan ricamente con la dictadura y su asignatura obligatoria de "Formación del Espíritu Nacional". Treinta y ocho años impartiendo otra asignatura también obligatoria de religión católica. Estuvieron treinta y ocho años metiendo la religión en la cabeza a niños, adolescentes y jóvenes a cristazos, enseñándoles que sólo la religión católica era la verdadera y las demás, herejías; amenazándolos con las calderas de Pedro Botero si tenían, por ejemplo, "pensamientos impuros" y diciéndoles que la guerra civil había sido una "cruzada" del cristianismo contra las hordas marxistas. Del resto del adoctrinamiento fascista ya se encargaba el chupóptero de turno de la Falange, que explicaba cómo el Caudillo era providencial, España tenía vocación de imperio y memeces de este jaez. Ya en los años sesenta, las "Tres Marías" (Religión, Formación del Espiritu Nacional y Gimnasia) que, aunque parezca mentira, seguían formando parte de los planes de estudios de todas la Facultades y Escuelas Técnicas Superiores, no se las tomaban en serio ni los que las impartían, tal era el desprestigio de estas doctrinas de carcundas.

Pero los curas estuvieron treinta y ocho años conviviendo con semejante mascarada, ayudando a ponerla en escena y beneficiándose de ella con todo descaro.

Ahora se oponen con uñas y dientes a la implantación de la nueva asignatura de Educación para la Ciudadanía (EpC) y una de las razones que aducen es que ¡es una nueva Formación del Espíritu Nacional! Hace falta ser caradura, mendaz y sinvergüenza. Sobre todo teniendo en cuenta que, al tiempo que se oponen a esta asignatura, que es una mera "educación cívica" como las que hay en muchos otros países democráticos, siguen beneficiándose de unos acuerdos económicos del Estado con la Santa Sede lesivos para los intereses de España que había que denunciar ya y pretenden mantener la asignatura de Religión (católica claro) a ser posible obligatoria.

Y no termina ahí la manipulación y la sinvergonzonería. La cosa va más lejos, según he podido ver en El Plural, uno de los padres que han presentado recurso ante el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía contra EpC, que alienta y fomenta la "objeción de conciencia" contra dicha asignatura y actúa, a lo que se ve, como portavoz de los otros recurrentes, el señor Carlos Seco Gordillo, afirma, según el ABC que:

esta iniciativa surgió de «forma individual» por parte de varios progenitores contrarios a la implantación de la asignatura. Si bien añadió que, según tiene entendido, «la idea ha trascendido y serán bastantes los padres que, haciéndose eco de esta medida, interpongan también hoy el mismo recurso en las distintas sedes del TSJA, situadas en Sevilla, Granada y Málaga».
O sea, espontáneo, no dirigido desde arriba, producto natural de los mecanismos de defensa de la sociedad civil... Todo mentira, todo manipulación y engaño. El señor Carlos Seco Gordillo es concejal del PP de Castilleja de Guzmán, provincia de Sevilla, fue cabeza de lista de ese partido en las pasadas elecciones y tiene un blog personal que no se lo visita nadie porque se ve enseguida que lo abrió para las elecciones municipales y desde entonces no lo actualiza, pero en el que deja clara su condición de activo militante del PP. Justo lo que el ABC olvida mencionar a sus lectores.

Es urgente que esa asignatura EpC se ponga en marcha y que la cursen a toda velocidad tanto el señor Seco Gordillo como el director del ABC. Claro que, dada su condición de reaccionarios, también podrían cursar una de su propia religión en la que les enseñaran los Diez Mandamientos, haciendo especial hincapié en el octavo (del catecismo católico) que ordena no levantar falso testimonio ni mentir.

(La primera imagen es un fresco de Rafael, El incendio del borgo, que se encuentra en los Museos Vaticanos)

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dimarts, 31 de juliol del 2007

Le desobediencia civil del clero.

Ver a los obispos pidiendo la objeción de conciencia contra la nueva asignatura de Educación para la ciudadanía (EpC) es tan insólito que, en lugar de pasarlo por alto, como suelo hacer con los pronunciamientos eclesiales que no son de este mundo, me he detenido a escuchar sus razones. Y son sorprendentes. Así resulta que Monseñor Martínez Camino, Secretario General de la Conferencia Episcopal Española (CEE), un clérigo moderno, de juvenil y atildado porte y con un verbo contundente, justifica la cerrada oposición eclesiástica en nombre de la "libertad de conciencia y de enseñanza".

¿La libertad de conciencia? ¿Desde cuándo se preocupa la Iglesia por la libertad de conciencia? Váyase al Syllabus de la encíclica Quanta Cura, publicada por Pio IX en 1864; allí se condenan los "errores del tiempo", entre otros el panteísmo, el naturalismo, el racionalismo (absoluto y moderado), el indiferentismo, el latitudinarismo, el socialismo, el comunismo, las sociedades secretas, las sociedades bíblicas, las sociedades liberal-clericales y, mirabile dictu, el "liberalismo moderno".

Que se sepa, la Iglesia no ha rechazado o renegado de la doctrina del Syllabus. Todo lo más que cabe decir es que está "en desuso", como algunas normas jurídicas. Pero "estar en desuso" no quiere decir "carecer de vigor" o "estar derogadas" y las normas, como las condenas del Syllabus, el Ave Fénix y los muertos el día de la resurrección de la carne, pueden volver a hacer de las suyas. Es más, lejos de rechazar, repudiar o condenar, Juan Pablo II beatificó a Pio IX en el año 2000. O sea, que puede llegar a santo quien tantas cosas condenó en vida.

Impertérrito, Monseñor Martinez Camino sostiene que, cuando la Iglesia se opone a la EpC y pide objeción de conciencia, en definitiva, desobediencia a la autoridad, lo hace en nombre de la "libertad, la democracia y los derechos humanos fundamentales". Pero eso es falso y los cristianos no deben mentir. Ni los no cristianos, claro. Monseñor sabe que el Syllabus condena como error la idea de que el Estado pueda interferir en las normas que la Iglesia dicta respecto a las conciencias de sus fieles y lo haga invocando los valores que Monseñor Martínez Camino dice defender. Según el beato Pio IX, el error número XLIV, correspondiente al grupo VI de errores, los que se refieren a la "sociedad civil considerada en sí misma y en su relación con la Iglesia", consiste en sostener que compete a los poderes civiles enjuiciar las instrucciones que, en el ejercicio de su menester, dicten los pastores de la Iglesia con respecto a la "guía de las conciencias". O sea aquí de libertad de conciencia nada. Por si no fuera suficiente, el mismo beato vuelve sobre el asunto en el grupo X que recoge los errores que caracterizan al "liberalismo moderno" el primero de los cuales es, vaya por Dios, decir que "en el día de hoy ya no es conveniente que la religión Católica sea la única religión del Estado con exclusión de todos los demás cultos". ¿Queda claro? Según doctrina en vigor (aunque no muy aireada) de la Iglesia, la religión católica debe ser única religión del Estado.

Así pues Monseñor Martínez Camino y sus hermanos en Cristo están en contra del Estado y piden que no se le obedezca pero no en nombre de la democracia sino de lo contrario. En nombre de la religión del Estado, de lo que era cuando el Caudillo por la gracia de Dios. Como va a ser que no, la Iglesia pide desobediencia. Cosa que sólo se entiende si considera al poder civil "ilegítimo" pues el error número LXIII, correspondiente al grupo VII acerca de errores referentes a la ética natural y la cristiana consiste en decir que sea admisible negar obediencia a los príncipes legítimos. Pues nada, si los obispos consideran que el Gobierno de España es "ilegítimo", que lo digan y que digan por qué. Lo de la democracia y la libertad de conciencia no cuela.

Porque es desobediencia civil lo que la Iglesia está fomentando y también la derecha. La señora Aguirre dice en los curso de verano de la UPM en El Escorial que "no entiende" por qué no se pueda aplicar la objeción de conciencia a la EpC. Hay que ver qué cosas se dicen en ese augusto templo del saber y el orar. Porque la señora Aguirre, ilustre abogada, no ignora que la ley vigente en la materia, 22/1998 de seis de julio reguladora de la Objeción de Conciencia y de la Prestación Social Sustitutoria, aprobada en el mandato del señor Aznar, restringe la objeción de conciencia exclusivamente a la negativa a hacer el servicio militar. Y es lógico (aunque ya inútil pues, a su vez, se ha abolido el servicio militar obligatorio) porque la señora Aguirre comprenderá que carece de sentido que haya una ley que regule la desobediencia a la ley por cualquier motivo que se le antoje a la señora Aguirre. La obediencia a la ley no está sujeta a la decisión en conciencia de cada ciudadano y menos a la de la señora Aguirre en nombre de todos. La obediencia a la ley es obligatoria y la desobediencia se castiga, como bien dice su beatitud Pío IX, aunque se reserve el derecho a autorizarla tratándose de príncipes "ilegitímos".

La objeción de conciencia, la desobediencia civil es, sin embargo, un hecho que se da de vez en cuando en nuestras sociedades. Trátase de colectividades que se sienten agredidas por unas u otras normas jurídicas y las desobedecen, aceptando el castigo que la desobediencia acarrea. Pero se habla aquí de personas privadas. Las autoridades como la señora Aguirre no pueden llamar a la desodencia a la ley que han jurado (o prometido) cumplir y hacer cumplir. En cierta ocasión de la que tengo vagos recuerdos creo que ya hicieron algo parecido algunos cargos públicos de Gobierno vasco. En fin ya se sabe que los nacionalistas tienen algo de excéntricos. Pero que llame a la desobediencia un cargo público de un partido conservador carece de toda lógica divina, humana, matemática o difusa. Sin duda la señora Aguirre es libre de predicar ésta y otras desobediencias y hasta de seguir el dignísimo camino no del Monseñor de idéntico apellido, sino del venerable Mahatma Gandhi. Sin duda aunque, francamente, no la veo ataviada como Mahatma. En todo caso para hacerlo deberá abandonar su puesto público, resignar su cargo, deponer su autoridad, volver a la vida civil y desde ahí, como persona privada, iniciar su campaña en pro de la libertad de conciencia.

Es extraño que la señora Aguirre no entienda algo tan elemental. ¿No será que no quiere entenderlo?


LA HORA DE TODOS

Anteayer falleció Antonius Block. Había regresado de una Cruzada y se había encontrado a la muerte en una playa nórdica, una playa pedregosa sobre la que rompen en espuma las olas bajo un cielo bajo y gris oscuro, que recuerda los cuadros de Nolde de no ser porque las inmortales imágenes de Bergman son en un despiadado blanco y negro.

Block retó a la muerte a una partida de ajedrez con el objetivo obvio de ganar tiempo. Anteayer, la muerte le dio jaque mate.

La verdad es que hay que felicitarse por la existencia de internet y, en concreto, You Tube. Es una inmensa ventaja que el día en que muere el director de una película que te ha marcado desde adolescente, puedas volver a ver muchas escenas de muchas de sus pelis. Éstas del Séptimo sello son magníficas. Lo que más impresión me causó de la peli es cómo Bergman vincula a la Iglesia misma con el mal de una forma tan sutil que el censor del franquismo no lo vio. Cuando Block cuenta en confesión que piensa ganar la partida a la muerte con una combinación de caballo y alfil y descubre que el confesor es la muerte. A lo mejor posteo mañana algo sobre Bergman, que es tarde.

dimecres, 27 de juny del 2007

Colaborar con el mal.

Dice el vicepresidente de la Conferencia Episcopal y Cardenal Arzobispo de Toledo, Antonio Cañizares, que los colegios que impartan la nueva asignatura de Educación para la ciudadanía (EpC) estarán "colaborando con el mal". La Iglesia católica no desiste en su enconada lucha contra la innovación en la enseñanza sino que, al contrario, intensifica su oposición con manifestaciones más y más agresivas. No sería de extrañar que a la vuelta del verano amenace con excomulgar a quienes impartan la diabólica materia, consistente en explicar a los chavales cómo deben convivir en una sociedad abierta, mestiza y libre en la que es forzoso respetar a los demás. Vamos a ver si entendemos esta repentina furia eclesial contra algo que, a primera vista, parece bastante sensato.

Para ello no incurriré en la socorrida práctica de negar autoridad a la jerarquía para pronunciarse sobre asuntos de interés público a causa de su sórdido pasado pues si alguien se ha distinguido en el mundo por perseguir a los disidentes, forzar las conciencias individuales, obligar bajo pena de muerte a profesar unas creencias en lugar de otras y demás barbaridades, ha sido precisamente la Iglesia católica. No lo haré, pero no está nunca de más recordarlo. Porque cuando monseñor Cañizares habla de que la asignatura de EpC violenta la conciencia moral de los niños y adolescentes lo hace a la sombra de una ejecutoria de veinte siglos de lucha contra la libertad de conciencia.

El argumento de la Conferencia Episcopal para ir contra EpC es que la materia, además de contenidos sobre la Constitución, los derechos humanos, el pluralismo cultural de nuestra sociedad, a los que dice no objetar, invade terrenos de la formación de la conciencia individual, de la moral personal, como cuando aborda los distintos modelos de familia, el homosexualismo o la regulación de la natalidad. La distinción, sin embargo, es falaz. Las cuestiones sobre la familia, la homosexualidad, etc. tienen una doble naturaleza, pues son aspectos de organización de nuestra sociedad y de convivencia cívica al tiempo que están abiertas al juicio moral de cada cual. En realidad, eso mismo pasa también con los temas que la Iglesia dice aceptar como "más asépticos". Nadie está obligado a hacer suyos los preceptos de la Constitución. Todo lo que se pide a los ciudadanos es que la acaten y la cumplan, pero no que sean sus partidarios o no traten de cambiarla por otra. Lo mismo sucede con esas cuestiones que Monseñor Cañizares considera estrictamente individuales y quiere reservar para su organización eclesiástica. No se pide a nadie que simpatice con los homosexuales masculinos o femeninos, pero sí que se respete la libertad de opción de cada cual. No se impone a nadie un tipo específico de familia, pero sí que se respeten todas sus formas.

Monseñor Cañizares acusa a las autoridades de intentar propagar una "moral laica". No se ve qué hay de malo en ello. Es claro que los obispos añoran aquellos felices tiempos en que los gobernantes imponían el catolicismo en todos los aspectos de la vida civil, desde el nacimiento a la defunción a cristazo limpio. En una democracia ¿qué otra cosa puede hacer el Estado que propagar una moral (cívica) laica?

Para imponer la católica ya están los curas de monseñor Cañizares...para imponérsela a los católicos que la acepten, claro es. A los demás, el citado Cardenal Arzobispo debe aprender a dejarnos en paz. Lo que este Monseñor se niega a reconocer es que su autoridad para imponer unas u otras observancias no pasa de sus feligreses (y siempre que estos, a su vez, cumplan la ley) y no puede extenderse salvo abusivamente a quienes no lo somos. No sé cómo reaccionará la feligresía, yo estoy ya harto de esa arrogante costumbre de los jerarcas católicos de tratar de inmiscuirse en mi vida, de decirme qué moral debo tener y cómo he de educar a mis hijos.

Por lo demás, ayer, un diputado del PP, firme baluarte de la Iglesia católica en su lucha contra la libertad, el señor Martínez Pujalte protagonizó uno de sus espectáculos favoritos de chulería, bronca y agresividad en el Congreso precisamente a cuenta de la materia EpC que el PP quiere suprimir. El señor Pujalte montó la bronca cuando hablaba la diputada de ERC, señora Laia Cañigueral. Cuando ésta pudo volver al uso de la palabra, luego de las interrupciones del señor Pujalte, dijo que los diputados del PP tendrían que haber cursado la asignatura.

Muy cierto. Estoy seguro de que cambiarían mucho. Incluido el señor Martínez Pujalte.