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diumenge, 12 de febrer del 2017

Tebas en el fondo del tiempo

Otro acierto de mi Universidad, la UNED: la exposición Tebas: los tesoros de una ciudad milenaria a las puertas del desierto, que estará hasta el 24 de febrero en el vestíbulo de la biblioteca. En realidad es un proyecto que se realizó con motivo de un congreso de egiptología de la Universidad de Castilla-La Mancha en 2015. Pero tuvo tanto merecido éxito que ha venido exhibiéndose desde entonces ininterrumpidamente en diversos lugares, de forma que esta de ahora debe entenderse como una etapa más en el periplo.

La exposición consta de 33 paneles con fotos y textos y varias vitrinas con libros sobre los distintos aspectos de la antigua cultura egipcia. Comisariada con acierto por los colegas Inmaculada Vivas Sáinz y Antonio Pérez Largacha, no es sencilla de ver porque los textos son prolijos, documentados y rigurosos y su lectura puede llevar casi dos horas si uno quiere, además, casarlos con las fascinantes imágenes que se ofrecen. Pero sin duda merece la pena para quien, como Palinuro, sea un fervoroso aficionado a las antigüedades egipcias, a las que siempre se acerca con una mezcla de reverencia, admiración y su punto de inquietud por lo radicalmente cercano y lejano de su espíritu. 

Los momentos que los organizadores han elegido ilustrar en la milenaria historia de esta ciudad, capital del antiguo Egipto, prácticamente rescatada de las arenas del desierto son múltiples y con una vocación totalizadora, de forma que el visitante sale cumplidamente informado de todo: las tumbas, las mastabas, los templos, las artes, los cultivos, las industrias, las clases sociales, las momias, la religión, las escrituras, los complicados dioses, las creencias, etc. 

Imposible dar cuenta de todas ellas, así que me limitaré a señalar brevemente las que más me han interesado. Por supuesto, empezando por el templo del millón de años o templo eterno de Ramsés II, el que Champollion bautizó como Ramesseum, con sus más de 3.000 años (construido hacia el 1270 a.C.), al oeste de Tebas, y sus impresionantes pilonos. A poca distancia se encuentra el prácticamente desaparecido de Amenhotep III (Amenofis, para los griegos), también a este lado del Nilo y frente a Luxor. Su interés reside en las dos gigantescas estatuas del faraón, llamadas colosos de Memnón, uno de los cuales, como se sabe, "canta" al amanecer razón por la cual los griegos le pusieron ese nombre. Este Amenhotep III fue el padre de Amenhotep IV, quien cambió su nombre por Akhenaton, el célebre faraón revolucionario que trocó el politeísmo tradicional por el monoteísmo. El esposo de la también famosa Nefertiti, fue sucedido, tras algún tiempo de incertidumbre, por su hijo Tutankhaton que cambió a su vez su nombre por Tutankhamon para subrayar el fin del monoteísmo de Aton y el retorno al politeísmo presidido por Amon. De todas formas, este regreso a la tradición y la obediencia no le libró, así como a su padre y sus otros hermanos, de ser eliminado de la lista oficial de faraones, a iniciativa de Horemheb que pretendía borrar la memoria misma del monoteísmo. 

A Tutankhamon, en concreto al descubrimiento de su tumba en 1923, se dedica especial atención en la muestra, porque la aventura de su descubridor, Howard Carter, un arqueólogo y egiptólogo inglés autodidacta tiene, mutatis mutandis, el interés y la grandeza de la historia de Heinrich Schliemann y su descubrimiento de Troya, aunque quizá no su trascendencia.

Las noticias, textos e imágenes sobre el Valle de los Reyes y el de las Reinas son de gran interés y en ellas cobra vida la historia de Hatshepsut, la mujer de Tutmosis II, quien reinó como faraón y quiso ser enterrada junto a su padre, Tutmosis I, para quien mandó construir la primera tumba real (KV20, en la terminología moderna inglesa) en el Valle de los Reyes. No debe, sin embargo, pensarse que el caso de Hatshepsut fuera en modo alguno extraordinario. Antes y después de ella hubo otras mujeres que reinaron como faraones, tampoco tan extraño en un país en el que los faraones se casaban con sus hermanas, con un escaso respeto por la famosa prohibición universal del incesto. Sí es cierto, sin embargo, que esta Hatshepsut reinó sobre una especie de edad de oro sobre todo en materia de construcción.

La exposición ilustra cumplidamente sobre los más intrincados aspectos de la vida religiosa y la mitología egipcias, el conocido como libro de los muertos, en realidad libro de la salida del día, que contiene las instrucciones, oraciones y jaculatorias para los complicados ritos funerarios del país nilótico, cosa nada extraña si se tiene en cuenta que abrían el paso a una creencia en la que se mezclaban alegremente creencias místicas con postulados rotundamente materialistas. Ese libro, del que hay abundantes y muy diversas versiones, contiene ilustraciones tan bellas y características de la cultura egipcia como los libros de horas de la gótica europea. Solo la contemplación de la imagen en la que Osiris preside sobre el pesaje del corazón de un difunto en el juicio del más allá mientras Anubis hace de psicopompo justifica la visita a esta magnífica exposición en la que se aprende mucho.

diumenge, 13 de desembre del 2015

La política, el amor y la guerra.

En el Centro de Exposiciones Arte Canal de Madrid hay una sobre Cleopatra curiosa de ver. No es una exposición al estilo ordinario con una muestra sobre un personaje o una obra o un estilo o un tema monográfico de algún arte, sino un género algo distinto, una mezcla de exposición y espectáculo con un claro carácter comercial. La exposición actual sobre el Titanic en el Centro Fernando Fernán Gómez, del ayuntamiento, es algo parecido olo que mucho más cara. Esta de Cleopatra cuenta hasta con un teaser en la red. Está bien concebida, es agradable de visitar, tiene una finalidad más lúdica que investigadora y tiene con fuertes apoyos pedagógicos. Casi es más lo que se narra de diversas formas (mediante leyendas en las paredes, tablets y vídeos) que lo que efectivamente se muestra que, por lo demás, tampoco es de extraordinaria calidad ni originalidad.

Las piezas expuestas, procedentes de muy diversos museos son, en general, de facturas modestas, copias u objetos de escaso valor museístico, un par de esfinges de granito rosa muy desgastadas, algunos bustos helenísticos, varios como retratos de Cleopatra, muchos camafeos, joyas, pendientes y utensilios diversos, estatuas con mezcla de influencia griega y egipcia, frescos bastante pobres de Pompeya y Herculano y algún retrato mal conservado de  Fayum.  Alguna estatua tiene interés, en concreto una en basalto de la propia Cleopatra como Isis que a ella los gustaba representar porque si los faraones eran dioses, la faraonas habían de ser diosas. Por supuesto, se agradecen un par de sarcófagos de momia, también bastante pobres y algunas reproducciones de animales, como un  cocodrilo y an par de estatuas de dioses cinocéfalos de procedencia egipcia. Por lo menos, ambientan.

Hay algunas piezas que pueden resultar más curiosas, por ejemplo un busto de Serapis, que permite visualizar la divinidad sincrética, inventada en Alejandría en la que se fundían Apis y Osiris por parte egipcia y Zeus y Poseidon por parte griega, para dar origen al dios Serapis, cuyo culto se incorporó al panteón romano y se extendió por todo el Mediterráneo. Su centro, claro es, en el Serapión de Alejandría. También un papiro íntegro, procedente, creo del Museo de Historia del Arte de Viena, en el que se representa una psicostasis o escena completa del juicio de Osiris del Libro de los Muertos. Siempre me ha llamado la atención esta antiquísima creencia, evidentemente relacionada con la leyenda cristiana del juicio final, en la que Anubis procede a pesar en una balanza la vida del reciente difunto, representada por su corazón, que se deposita en un platillo de la balanza y, en el otro, una pluma. Si el difunto no pasa la prueba, es destrozado por un monstruo. Si la pasa, su Ka, su alma, sobrevive en su cuerpo momificado.

La exposición está dividida en seis ámbitos, cada uno de ellos dedicado a evocar aspectos de la vida y tiempo de Cleopatra: Egipto, los Ptolomeos, Cleopatra, Egipto en Roma, Cleopatra en el arte, Cleopatra en el cine, teatro, opera, ballet y Egipto en España, por supuesto de muy desigual valor. Los cuatro primeros se ayudan además por dos vídeos en los que se narra y reproduce la historia que es contexto del personaje así como la vida de este. Viendo el relato en su conjunto, así en un orden divulgativo, queda claro que el interés principal no reside en la historia de Cleopatra, sino en el que la hizo posible: Alejandro Magno y su creación de Alejandría. Aunque el macedonio no llegó a ver construida su ciudad, esta acabó dominando culturalmente el Mediterráneo cuando el general Ptolomeo puso en ella su capital y declaró Egipto independiente del imperio alejandrino. En realidad es el comienzo de la riquísima época helenística, caracterizada por su acumulación no solo de dioses, sino también de filosofías, lenguas, culturas, artes, a través de Alejandría, centro comercial del mundo, cuyo faro era una de las siete maravillas y cuya biblioteca, incendiada por accidente a consecuencia de una medida de Julio César, era centro del saber humano. 

Es la época lo fascinante. Cleopatra es una peripecia personal. Pero, a su vez, simboliza su tiempo y en su historia, entreverada de leyenda, late una pasión y un  interés que han fascinado a literatos, sobre todo dramaturgos (como Shakespeare y Bernard Shaw), pintores o músicos. Es una historia de pasión, de guerra, intriga, luchas por el poder. Comienza en el primer triunvirato (César, Pompeyo, Craso) y termina en el segundo (Octavio, Marco Antonio y Lépido), en mitad de las guerras civiles de Roma y deja a su paso un reguero de asesinatos, suicidios, saqueos, persecuciones, venganzas, victorias y derrotas por tierra y mar. 

Cleopatra tenía ambiciones de conservar el trono de un Egipto que ya había heredado de su padre como una especie de protectorado encubierto de Roma. Al recibirlo empezó reinando con un hermano y luego con otro con los cuales se enfrentó a muerte hasta que se quedó sola gobernante. Se casó con ambos sucesivamente, pues los griegos de la dinastía Ptolomea no solo adoptaron cultos, ritos y formas egipcias sino también su costumbre de que los faraones se casaran con su hermanas, con lo que mantuvieron el incesto como provisión de la dinastía. Utilizó para sus fines todas las artes, las bélicas y las eróticas, fue de consuno con Marte y con Venus. Sedujo primero a César, con quien tuvo un hijo y, luego, tras el asesinato de este, volvió a Egipto solo para verse de nuevo inmersa en los planes de Roma para Egipto, momento en que también sedujo a Marco Antonio, con quien tuvo tres hijos. El arte ha sublimado esta seducción con la leyenda de cómo Cleopatra convenció a Marco Antonio bebiendo una copa de vinagre en la que había disuelto la perla más grande del mundo. En algún lugar hay un magnífico fresco de Tiépolo representando esta escena. Son los mimbres de las fábulas. Es fama la belleza de Cleopatra pero Plutarco dice que cautivaba por la palabra porque era una mujer muy culta que hablaba muchas lenguas. De hecho, parece que hablaba egipcio, lengua de sus súbditos que los Ptolomeos se habían negado a aprender.

El ambiente dedicado a las representaciones pictóricas de Cleopatra, como el resto de muestras de la exposición, mediocre. Vemos un boceto de Miguel Ángel, una Cleopatra de Waterhouse y otra de Fernand Khnopf y el resto anónimos, obras de taller y artistas poco conocidos. Siendo así que hay Cleopatras de Alma Tadema, Gêrome, del citado Tiépolo y de muchos otros autores al ser un tema, especialmente la muerte de la faraona, al que los pintores suelen recurrir porque justifica el desnudo.

El sentido comercial se acentúa en el penúltimo ambiente, el de Cleopatra y las artes escénicas en la que se recuerda que la historia se ha llevado al cine seis veces y haciendo hincapié en el hecho de que el papel fue siempre codiciado por grandes actrices. Soy capaz de recordar cinco de las seis: Teda Bara, Claudette Colbert, Vivien Leigh, Sofia Loren, Elizabeth Taylor. Hay abundacia de elementos escenográficos de cine y ballet y bastantes figurines, muchos de ellos obra del gran Leon Baskt, que trabajaba para el ballet Djiaguilev.

En fin, un buen sitio para solazarse en otra época al comienzo de la nuestra y a donde puede llevarse a los niños porque hay abundancia de talleres infantiles.

dissabte, 9 de maig del 2015

Dios es un escarabajo pelotero.

¡Qué envidia! Nos hemos pasado por la exposición de CaixaForum sobre los animales en al antiguo egipcio, muy bien comisariada por Hélène Guichard, que es conservadora de antigüedades egipcias del Louvre. No es que su tarea sea fácil, pero tampoco imposible, porque las 430 piezas en exposición (desde anillos que hay que ver con lupa) hasta estatuas de grandes dimensiones, colosales, provienen del museo parisino. Eso es un museo, como el Museo Británico y algunos más en el mundo, con auténticos tesoros de la cultura del antiguo Egipto. ¡Qué envidia! Los nuestros no tienen prácticamente nada porque toda esa inmensa riqueza procede de los expolios más o menos legales que hicieron las potencias europeas entre fines del siglo XIX (sin olvidar la época napoleónica, cuando se descubrió la piedra Rosetta) y primera mitad del XX, larga época en la que España no era una potencia y, si se me apura, ni europea.

430 piezas agrupadas en manifestaciones de los distintos aspectos de la vida de los egipcios desde el Imperio antiguo hasta la época romana. Más de 3.000 años. Los animales eran omnipresentes en la vida egipcia, en todas partes, para todos los usos; animales domésticos, salvajes, feroces, depredadores, reptiles, mamíferos, voladores; todos los animales que se dan naturalmente desde el Sudán y Etiopía hasta el Mediterráneo, todos los animales, incluso los que las gentes se inventaron.
Ciertamente, no hay duda, ya se sabe que sus dioses eran animales: Anubis, Horus, Bastet, etc. Los adoraban. Eran un pueblo primitivo e inferior. El comisariado entiende que es una idea falsa, que los egipcios no divinizaban a los animales y que, por lo tanto, la subsiguiente acusación de zoolatría de los romanos y algunos Padres de la Iglesia era injusta. Será, si lo dice alguien con tanta autoridad, pero la acusación no me parece tan grave ni quienes la hacen tan razonables. Derivar menosprecio de los egipcios por su supuesta zoolatría es absurdo. Sobre todo si, quienes la hacen, son tan zoólatras como los criticados. Puestos a imaginarse dioses, ¿por qué no hacerlo con los dos tipos de seres más a mano, los seres humanos y los animales irracionales? ¿Y por qué no mezclarlos? La mitología grecorromana está repleta de relaciones complejas de los hombres y los animales. Zeus acostumbra a convertirse en animal, incluso en lluvia de oro, para satisfacer sus normalmente libidinosos propósitos. Y ¿cuándo es más Zeus, más dios? ¿Cuando reina sobre el Olimpo provisto del rayo o cuando, convertido en águila, se lleva a Ganimedes? Los animales, las plantas, los ríos y montes, los hombres y los dioses están bastante mezclados en las Metamorfosis de Ovidio. Pero, vamos, nadie pensó en la Antigüedad clásica, que se podría adorar una paloma, considerándola parte de un dios que es uno y trino, como hacen los católicos.

¡Cuánto materialismo! Los católicos no adoran una paloma. Adoran a Dios bajo símbolo de la paloma que representa el Espíritu Santo. O sea, como decía Hegel al criticar la superstición de los ex-votos: no se adora el leño de la cruz, sino lo que la cruz representa. ¿Y por qué sabemos que los egipcios no hacían lo mismo? ¿Porque nos creemos superiores?

La exposición recoge abundante material, objetos, herramientas, adornos, papiros, reproducciones de acuarelas de uno de los científicos que fue con la tropas de Napoleón, estatuas, vajillas, todo lo cual prueba que los seres humanos no establecían diferenciación tajante entre ellos y los animales. Los descubrimientos de los extensos cementerios de perros y gatos en los tiempos de Ramsés II demuestran que la existencia de mascotas estaba mucho má extendida que hoy. Y, además, era frecuente que los embalsamaran y momificaran. Y no solo a las mascotas. A veces, hasta los cocodrilos. Los animales se encontraban en todos los momentos de la vida, en las representaciones artísticas, en las fiestas, en las ceremonias. Estaban en la misma lengua que hablaban. Hasta un veinte por ciento del vocabulario de la escritura jeroglífica se refiere a animales o son onomatopeyas de animales. "Gato" en antiguo egipcio se decía miau, más o menos.

Hombres y animales viviendo en compañía acabarían juntándose en su representación. Aparecerían animales androcéfalos y hombres zoocéfalos. Seres mixtos (también frecuentes en Asia) que luego se extendieron por Europa con muchas variantes. Además, dícese que inventaron las esfinges, con predominio de las masculinas, aunque sin exclusión de las femeninas. Su misión parece haber sido ornamental y protocolaria, pero luego dieron origen a un alud de filosofías en Grecia, basadas en su carácter enigmático.

Porque enigmática es la relación de los antiguos egipcios con los animales. El famoso escarabajo pelotero es, en realidad, el símbolo del dios sol. Surge un buen día de la arena, arrastra su pelota un trecho, como si fuera el disco solar y la vuelve a enterrar, igual que hace el sol cuando se pone. Por eso, el escarabajo representa el dios Kefri o sol del amanecer, Horus o sol del mediodía y Osiris o sol poniente. Una trinidad ten verosímil como la del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Una con un escarabajo y la otra con una paloma.
Entiendo el nombre de la exposición Animales y Faraones con fines de mercadotecnia porque se piensa que mencionar a la autoridad siempre rinde. Pero la verdad es que los faraones se incorporaron tardíamente al pêle-mêle animalesco. Aunque no se quedaron con la peor parte. Por supuesto ellos siempre fueron Horus, pero podían hacerse representar con cabeza de león. El león está presente en toda la simbología política de Occidente hasta el día de hoy. También hay alguna diosa leona muy digna de ver. Los sacerdotes estaban empeñados en que los escarabajos (que llegaron a fabricarse a cientos de miles y se usaban para todo) solo podían ser machos. Tampoco en esto hay gran diferencia.
Merece la pena la exposición. Da para reflexionar y, si se llevan niños, es muy útil porque tiene actividades pedagógicas y un uso bien curioso de nuevas tecnologías que nos permiten ver qué contenían las momias de los animales.

Los egipcios antiguos podían ser o no zoólatras, pero, desde luego, tenían una excelente relación con los animales, incluso los peligrosos o salvajes. Los consideraban dotados de algunas potencias del alma. Estaban empeñados, por ejemplo, en que los amos y las mascotas acababan pareciéndose. Ciertamente, no se andaban con remilgos: los criaban, los mataban y se los comían. Y también los cazaban por deporte. Los faraones, por ejemplo, gustaban de alancear leones; como ahora los Blesa, venados y los reyes, elefantes. Pero no creo que a ningún egipcio se le ocurriera pensar que torturar y matar a una bestia indefensa como espectáculo constituya un valor cultural, espiritual, que sea preciso conservar como un tesoro a cargo del erario.
Pero, claro, eran zoólatras.

dissabte, 12 de febrer del 2011

Más sobre Egipto y más sobre Gürtel.

La momia se va

Ahora que los egipcios han echado a Mubarak como los españoles antaño a Isabel II y a su nieto Alfonso XIII, y mientras se enciende otra revuelta en algún otro país árabe, es buen momento para recapitular las reflexiones teóricas que se van confirmando en los hechos.

No es una revolución en un país, sino en un conjunto de ellos, unidos por la etnia y la religión, son islámicos y árabes. Es así, por lo grupal, parecida a la revolución que puso fin a los regímenes de los países comunistas, aquella oleada de revoluciones pacíficas, algunas de terciopelo, todas con presencia determinante de la multitud como protagonista. Somos el pueblo decían las pancartas en la República Democrática Alemana, que fue la chispa que provocó el incendio.

La cuestión es si la revolución actual desbordará el llamado "mundo árabe" al amparo de la unidad civilizatoria que es la Unma. Eso está por ver. En Turquía es improbable pues se trata de una democracia; peculiar en algunos aspectos, pero democracia. Mas ¿por qué no en el Irán? Al fin y al cabo aquí también se derribó un tirano, Mohammad Rezā Shāh Pahlavi, en 1979. ¿Por qué no otro?

Las revoluciones tunecina y egipcia las han protagonizado sendas multitudes; no partidos, sectas, asociaciones u organizaciones en general. Acción espontánea de multitudes. Estas han sido capaces de actuar coordinadamente merced al uso masivo de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (las célebres TICs); cosa tanto más de esperar cuanto que los protagonistas de las rebeliones han sido los jóvenes, generalmente duchos en su manejo. Los gobiernos tratan de yugular el movimiento cerrando la red, bloqueando páginas, servidores, redes sociales. Sólo para descubrir que no pueden. Cerrar internet en un país es buscarle la ruina en cosa de días.

A su vez este uso masivo de la red para la movilización multitudinaria se ha visto acicateada por la aventura de WikiLeaks, dicho sea como respuesta a esa doctrina tan extendida entre nosotros de que WikiLeaks es un bluff o algo peor, un señuelo de la CIA. No siempre que se piensa mal se acierta.

Otra cuestión abierta: ¿pueden estas rebeliones traspasar la frontera civilizatoria? ¿Saltar del ámbito musulmán al cristiano? La principal enseñanza de las habidas es que los pueblos son capaces de tomarse la libertad por su mano. Y otra más que, si la revolución y la inestabilidad política se extienden, los suministros de petróleo se verán afectados. Aunque quizá sólo se den las revoluciones en los países pobres, los que no tienen ese recurso o lo tienen moderadamente. El asunto se comprobará viendo qué sucede en Libia, cuyo jeque, El Gadafi, lleva cuarenta años nadando en un mar de petróleo entre huríes.

Estos acontecimientos van a replantear las relaciones entre civilizaciones. No creo que haya choque ni alianza; pero sí que habrá más diálogo y en mayores condiciones de igualdad.


Gürtel: el cadáver crece.

La dimisión del alcalde de Boadilla del Monte, el segundo por ahora, a causa de la Gürtel ha encontrado ecos heroicos. Dice la señora Aguirre que en el PP el que hace algo incorrecto dimite. Sublime manera de hablar porque el alcalde dimisionario no ha hecho algo incorrecto ahora sino, supuestamente, hace meses cuando no solo no dimitió sino que lo ascendieron de concejal a alcalde.

Pero el cadáver de la obra de Ionesco Amadeo o cómo salir del paso sigue creciendo. Los trajes de Camps ya tienen precio penal 41.250 €. Más le hubiera valido pagarlos. La aventura del curita tiene elementos de farsa pero en lo esencial es una historia acerca de cómo el poder enajena. Desde el mismo principio el comportamiento de Camps ha sido lamentable. En lugar de dimitir ipso facto de iniciarse la investigación judicial, ha dado la batalla en todos los frentes: ha mentido sobre los trajes, ha tratado de conseguir el archivo de la causa por medios que han resultado torticeros, se ha encastillado en una actitud de hostilidad a los medios y ha asegurado que estaba deseoso de que el asunto se aclarase cuanto antes mientras se niega a declarar y sus abogados dificultan y retrasan el procedimiento cuanto pueden.

Este de Camps es un problema real para el PP que no puede aceptar que alguien quiera contraponer la legitimidad política a la jurídica. En el caso de Camps ni en el de Fabra. Los políticos acusados de corrupción e imputados en sede judicial no deben ir en lista electoral alguna.

El cadáver sigue creciendo.

(La primera imagen es una foto de 20 Minutos bajo licencia de Creative Commons. La segunda también de 20 Minutos, bajo licencia de Wikimedia Commons).

divendres, 11 de febrer del 2011

Egipto y otra vuelta de Gürtel

Se va, pero se queda; se queda, pero se va.

¡En el nombre de Alá misericordioso!

Faltaba el trance del discurso gimoteante a la nación. Lo mismo que hicieron el sátrapa tunecino y el yemení, por ahora. El tunecino está fuera. Al yemení le queda un telediario. La multitud es imparable. Después de haberlo intentado todo, las amenazas, la represión, el sabotaje, los asesinatos a manos de los matones de la policía, el cambio de Gobierno, la promesa de reformas, a Mubarak le faltaba llorar más que cantar la palinodia por la tele, hablando a sus "hijos queridos", suplicando una moratoria hasta septiembre porque piensa hacer en siete meses lo que no ha hecho en treinta años: elecciones limpias.

La alocución del Rais ayer por la noche fue un discurso caótico, titubeante, lacrimógeno del que sólo cabe sacar en limpio que quiere quedarse, que ha traspasado los poderes al primer ministro (con lo que no se entiende para qué quiera quedarse), que se reformará la Constitución en una serie de artículos perfectamente irrelevantes (en realidad, toda la Constitución es irrelevante, dado que el país vive en estado de excepción desde 1981) y que, atención, no se actuará al dictado de poderes extranjeros (o sea, que no se hará caso a las amables invitaciones de los países occidentales a tomar las de Villadiego) en lo que parece un postrer intento de batir tambores de orgullo patriótico.

Es decir, Mubarak, militar de profesión, se pone en manos de los militares con lo que estos no podrán seguir manteniendo la neutralidad y tendrán que optar por una de las dos vías: deponer al tirano o, como diría Brecht, deponer al pueblo. Si son los militares quienes deciden, lo primero puede terminar en un asesinato palaciego, siguiendo costumbres arraigadas en la región; lo segundo, en un baño de sangre. Pero lo que harán los militares será preguntar en la Casa Blanca, de forma que se abre un compás de espera hasta ver qué sucede hoy, día en que está previsto que la revolución islámica en curso prenda en Marruecos, Argelia, Jordania, Yemen...

Los regímenes del llamado "mundo árabe" se hunden a la velocidad a que lo hicieron los comunistas a partir de 1989. La masa en movimiento es la multitud y el catalizador, WikiLeaks, la red.

Pero de todo esto habrá tiempo de hablar en los próximos días en que se vivirá mucho choque y mucha alianza de civilizaciones. De momento hay que prestar atención al sobresalto nacional permanente de la corrupción porque se da una nueva vuelta de tuerca en el interminable caso Gürtel.


Otro imputado más

Ayer dimitió Juan Siguero, otro alcalde de Boadilla del Monte, a quien el juez también ha imputado en la trama Gürtel. Y dimite, dice, "por no perjudicar al PP". Es lo que en términos exquisitamente jurídicos se llamaría un caso de morro mayestático.

Porque, este Siguero, ¿no ascendió a alcalde del municipio a raíz de la dimisión del anterior, Arturo González Panero, también imputado en la Gürtel? González Panero presidía un consistorio que repartía 2,3 millones de euros entre sus 45 concejales y altos cargos, casi el número de colaboradores de Alí Babá, contando, por cierto, con Siguero. Y cuando éste tomó el relevo, ¿no sabía que también iban a imputarlo? ¿No sabía lo que había hecho? Preguntado de otro modo y para entendernos, ¿para qué quería ser alcalde un hombre que ya tenía que saber al jurar el cargo que iban a imputarlo? La respuesta es obvia: para arreglar los papeles, mover los expedientes, apañar las pruebas, todo ello presuntamente, por supuesto. Pero, presunta o no presuntamente, ese mandato viciado de origen da la medida exacta de la reacción del PP frente a la corrupción de Gürtel: obstaculizar la acción de la justicia, esto es, difamar a la policía, los fiscales y los jueces, enmarañarlo todo, acusar a la prensa independiente de demagogia.

Pero el caso Gürtel sigue creciendo y creciendo, como el cadáver de la obra de Ionesco, Amadeo o cómo salir del paso. E igual que el cadáver acaba expulsando de su casa a Amadeo y Magdalena, la Gürtel acabará expulsando del poder al PP allí donde lo tenga o lo pretenda.



Actualización a las 17:00 del 11 de febrero de 2011

Al final, fue la primera opción: el ejército, debidamente asesorado por los Estados Unidos, ha depuesto a Mubarak. Se abre así la transición en Egipto y se acelera el proceso de hundimiento de las tiranías árabes. Sobre todo esto, igual que sobre la imputación de Camps en la Gurtel hablaremos mañana. (La primera imagen es una foto de 20 Minutos bajo licencia de Creative Commons. La segunda también de 20 Minutos, bajo licencia de Wikimedia Commons).

dimecres, 2 de febrer del 2011

¿Quién es el siguiente?

No es una revolución en un país sino en un grupo de países unidos entre sí por algún tipo de vínculo especial, en este caso, la lengua y la religión, dos factores tan poderosos en los procesos de socialización que hacen que para los árabes sus Estados, en cierto modo, sean como una especie de provincias de un imperio-nación único ideal que va desde el golfo pérsico hasta Mauritania. Para un tunecino Egipto no es totalmente el extranjero sino una especie de cuasiextranjero, un concepto en uso en tiempos de la Unión Soviética para calificar las relaciones entre los países socialistas.

La de los países socialistas fue otro caso de revolución en grupo con el que la de los países árabes tiene innegables concomitancias, si bien el factor de unificación era ideológico, el comunismo. Hay quien dice que también las transiciones habidas en el sur de Europa en 1974 y 1975, Grecia, Portugal y España (más tarde estigmatizados como PIGS) fueron este tipo de fenómeno, si bien en este caso el vínculo parece ser aun más tenue, reduciéndose al hecho de ser dictaduras, elemento irrelevante porque prácticamente todas las transiciones se hacen a partir de dictaduras más o menos declaradas o encubiertas.

En el caso actual en cada Estado el movimiento de revuelta se ve de forma distinta, según sus peculiaridades e historia. Esta revolución egipcia es la tercera de la edad contemporánea en el país siendo las dos anteriores la de 1919 (nacimiento de un Egipto semiindependiente) y la de 1952 (recuperación de la plena soberanía). En esta otra parece que el país trata de sacudirse la tutela de los militares (Nasser y Sadat lo fueron, igual que Mubarak) y dotarse de un sistema democrático normalizado.

El Rais implora que lo dejen quedarse hasta las elecciones de septiembre a las que no se presentará y es probable que esta solución tenga apoyos diplomáticos, pero es casi seguro que quienes se han movilizado para echar a Mubarak ya no se resignen a aguantarlo ocho meses más. También Ben Alí salió gimoteando que aceptaba todo con tal de que lo dejaran quedarse hasta finalizar su mandato y al día siguiente volaba hacia Riad. Sin el apoyo del ejército Mubarak lo tiene crudo.

Pero lo interesante ahora es saber cuál será el Estado siguiente en entrar en crisis, Jordania, donde el Rey ha nombrado un Gobierno nuevo para hacer como que hace algo; Libia, donde Gadafi cerró Youtube el otro día; Siria, donde el-Assad, hijo de el -Assad, dice que en el país reina la estabilidad, aunque no sea cierto. En el Yemen hay disturbios y estos alcanzan a Arabia Saudí, otro Estado de familia. En la época de la comunicación global, nadie puede mantenerse al margen, nadie puede aspirar a ser un Estado comercial cerrado como proponía Fichte para Alemania hace más de doscientos años.

Dicho sea de paso, las mujeres están siendo muy visibles en estas revueltas de los países árabes. Con un poco de suerte también la suya puede mejorar. Sería una revolución dentro de la revolución y algo fantástico.


(La imagen es una foto de Takver, bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 1 de febrer del 2011

Fuera y dentro.

FUERA

Está visto: mientras no sube el precio del petróleo la gente no nos damos cuenta de la importancia que tiene la revuelta de los países árabes. Ahora, con la gasolina camino de ser más cara que el oro, las cancillerías occidentales han visto las orejas a la manada de lobos, sin ofender a nadie; hasta los expertos se han caído del guindo. Nadie duda ya de que se trata de una revolución de consecuencias insospechadas porque, al ser democrática, laica, en pro de valores típicamente occidentales, no encaja en los esquemas al uso. Estos reservaban el papel de bueno al estilo occidental al sátrapa de turno con tal de que contuviera el islamismo fanático. Ahora el bueno es malo y eso descoloca.

Tampoco duda nadie de que esta revolución debe mucho al uso político del ciberespacio. Ya hace tiempo que se habla de la Tweet revolution o "revolución twitter". Ver a Mubarak cerrando internet (pues debe de creer que es como cerrar el canal de Suez) es un espectáculo que no tiene precio.

Mubarak lo ha hecho ya todo para evitar su deposición: el cambio de gobierno, la promesa de reformas, la represión a lo bestia y hasta la jugada sucia de retirar la policía y abrir las cárceles para que las bandas de delincuentes siembren el caos y el pillaje y justificar así la represión y la necesidad de su esclarecido mandato. Al no obtener resultados ha acudido a la ultima ratio del poder: los cañones. Pero los mandos, formados en los EEUU, son muy reacios a actuar en contra de la opinión de los occidentales y se niegan a enfrentarse a los civiles.

Los occidentales han dejado caer a Mubarak con esa finura florentina de recomendarle flexibilidad, reformas, democracia; esto es, que se vaya, dicho al estilo Aznar pero con menos grosería. Al sempiterno Presidente se le ha acabado el tiempo y de la idea de coronar sucesor a su hijo como Rais puede ir despidiéndose. Para facilitar las cosas a los militares, el gobierno israelí es el único que ha dado apoyo explícito a Mubarak, lo que es una carta de recomendación frente al mundo musulmán muy parecida a una copa de cicuta.

¿A dónde llegarán los efectos de las revueltas arábigas? No se sabe pero algunos ya ponen las barbas a remojo. Al parecer en la China las autoridades han conseguido que la búsqueda del término Egipto en la red arroje cero resultados. No sé cómo se pueda hacer eso pero no hay duda de que quiere decir algo, ¿no es así?


DENTRO

En su última entrevista Rodríguez Zapatero ha dicho cosas muy interesantes. E interesantes han sido las que ha callado. No habla de su sucesión/continuidad y eso es precisamente lo que el periódico resalta. No sé si es acertado o no este empecinado silencio. Esas cosas sólo se ven después.

Lo que dice sobre las medidas del Gobierno, la crisis, el paro, el rescate al sector bancario, las cajas (a la vista de lo que hoy se sabe acerca de su situación real) suena razonable sobre todo porque viene acompañado de un pacto o acuerdo en el que participan prácticamente todos los agentes económicos y sociales y las fuerzas políticas.

Frente a esto que, gustará más o menos, pero es hablar de problemas reales con sentido práctico y ánimo constructivo, la oposición aparece en una situación calamitosa. Dice Zapatero que Rajoy no tiene ni programa oculto. Pero ¿cómo va a tenerlo si el pobre hombre no da abasto a tapar vías de agua en su flamante nao capitana rumbo a la victoria electoral? Cuando Aznar no da una patada a la mesa cuestionando el derecho a existir de las Comunidades Autónomas, María Dolores de Cospedal, que necesitaría un poco de sosiego, suelta una enormidad que la lleva a los tribunales. Estos condicionan el calendario de sus decisiones pues quizá el resgistrador de la propiedad de Pontevedra no pueda permitirse tener un candidato como Francisco Camps haciendo campaña electoral desde el banquillo de los acusados. Y, para colmo, ahora tiene que demostrar que esos alcaldes de A Coruña detenidos por supuesta corrupción y una abigarrada serie de presuntos delitos, también son una cortina de humo del malévolo Rubalcaba para ocultar que en España nos acercamos a los cinco millones de parados.

Es absurdo suponer que esta diferencia de situaciones no tenga reflejo electoral. Cada vez es más claro que el PP debiera abrir una auditoria allí donde gobierne porque la corrupción en sus filas parece endémica y eso no es una fábula del "Estado policial" que no deja vivir a la señora De Cospedal ni disfrutar de sus abundantes ingresos a cuenta del erario público.

(La primera imagen es una foto de freestylee, la segunda, una foto de Policy Network, ambas bajo licencia de Creative Commons).

dissabte, 26 d’abril del 2008

Los dioses nunca mueren.

Fuimos a visitar la exposición de tesoros arqueológicos egipcios que se inauguró hace unos días en el Antiguo Matadero de Madrid, ese magnífico conjunto de edificios del neo-mudéjar madrileño que se rehabilitó hace ya más de diez años y está dando un juego extraordinario.

La colección reúne unas quinientas piezas de un tesoro muchísimo más abundante que sacó a la luz un equipo de arqueólogos marinos dirigidos por Frank Goddio. El equipo estuvo buena parte de los años 90 del siglo pasado buceando en las aguas del golfo de Abukir, en el delta del Nilo, en donde encontraron las ciudades de Canopo y Heraclión, desaparecidas bajo las aguas en algún momento del siglo VIII d.d.C. así como la parte desaparecida del puerto de Alejandría.

La exposición ha pasado ya por algunas otras ciudades europeas, como Bonn, Berlín y París, en donde la ha visitado más de un millón y medio de personas, un éxito merecido porque está muy bien. Mi única queja, y es liviana, se refiere a su concepción más en una línea comercial que propiamente museística y, consiguientemente, a los precios. Once euros por la entrada y tres por un modesto folleto explicativo sin que te den nada más, me parece demasiado. Pero supongo que estarán amortizando el dineral que tienen que haber invertido en las exploraciones marítimas, por cierto muy presentes en el recinto en fotografías, vídeos abundantes y un sonido ambiente que imita el que se produce en las labores de buceo. Además, son muy de reseñar los pormenores con que está preparada y sus múltiples informaciones en español e inglés, tanto más de agradecer cuanto que, habitualmente, los asuntos que tienen que ver con el antiguo Egipto, especialmente su panteón, son muy complicados y a veces confusos.

El material que se exhibe es muy abundante y variado pues se refiere a casi todos los aspectos de la vida cotidiana y del culto a los dioses, son objetos de cocina y usos dométicos, estelas cuajadas de inscripciones, bustos, algunas estatuas colosales, un par de naos, armas, utensilios de oficios, espejos y adornos varios, etc. Y el tiempo que abarca, que es lo más interesante, va del siglo VII a.d.C al VIII d.d.C, 1.500 años en total en los que campearon por estas tierras los egipcios propiamente dichos, los persas, los griegos, los romanos, los bizantinos y, finalmente, los árabes. Alejandría, la capital del Mediterráneo en el período helenístico en que Egipto estaba gobernado por los Ptolomeos, centro de un emporio, cruce de caminos, culturas y civilizaciones.

Aunque la exposición muestra bastante estatuística, la pieza con la que Goddio parece más encariñado, y le alabo el gusto, es la supuesta estatua en granito negro de la reina ptolemaica Arsinoe II, del siglo III, procedente de Canopo. Es, dice, una de las primeras muestras del cruce de estilos griego y egipcio, como puede verse en el desnudo ligeramente velado (parte griega) y la posición hierática (parte egipcia) que forman una extraña y bellísima mezcla, algo lleno de malicioso encanto. Como si el genio heleno hubiera desnudado a una de aquellas severas matronas egipcias.

Este aspecto es el que me parece más notable de la exposición: cómo se documenta la inevitable tendencia de las culturas a la mezcla y el mestizaje, cual sabemos de sobra pues fue aquí en donde Ptolomeo I decretó que el patrón de Alejandría había de ser Serapis, un dios de confusos orígenes, pero que tiene una naturaleza sincrética, mezcla de dios griego y egipcio, que había de venerarse en ambas partes del mundo helenístico y que contaba con su muy importante templo en Alejandría, el Serapeón. Igual cosa sucede con los bustos de los emperadores de la época romana, incluso las cabezas de las esfinges de cuyos tocados, típicamente egipcios, sobresalen los rizos de moda en el Imperio romano. Y no hablemos ya de las cerámicas en las que se aprecian variadas mezcolanzas de formas, adornos y acabados. En el caso de estas cerámicas, además, produce una extraña emoción ver cómo el mar nos devuelve en un perfecto estado de conservación objetos en todo similares a los que todavía usamos nosotros o aquellos de nosotros aficionados a este tipo de cacharros, cuencos, ollas, lebrillos, morteros, etc.

La epigrafía está bien representada con una enorme estela de granito rosa muy fragmentada pero en la que se aprecian las inscripciones jeroglíficas y apenas las correspondientes griegas, del siglo II a. d. C., correspondiente a Ptolomeo VIII. Igualmente en este campo hay dos preciosas naos en granito negro, una de ellas la llamada "de las décadas" con el calendario astrológico más antiguo que se conoce. Igualmente curiosa, una estela de Nectanebo I también en granito negro.

Es un placer pararse a contemplar las estatuas colosales de lo que se supone son un faraón y su esposa y a los que, sin demasiada convicción, las informaciones consideran Ramsés II y, cómo no, Nefertiti. Obviamente, buena parte de las piezas parecen haberse originado en otros puntos de Egipto y haber ido a parar a lo que en los tiempos de los lágidas debían de ser ricos centros comerciales y puertos.

El mar ha devuelto estos tesoros prácticamente intactos. Como no parece que el hundimiento de las dos ciudades y el puerto de Alejandría fueran producto de algún cataclismo sino que se fue produciendo paulatinamente, las piezas se han conservado íntegras, con algunos inevitables desperfectos que se han producido en aguas tan contaminadas como las del Mediterráneo. En realidad, las muestras de ruptura, quebrantamientos con violencia que a veces se observan, en las naos, en varias esfinges, han de atribuirse al vandalismo de los cristianos. Desde que el emperador Teodosio declaró el cristianismo religión oficial del Imperio, los cristianos se dedicaron a agredir a los "infieles", a quemar sus monumentos y destruir sus altares y dioses. La historia del cristianismo como religión perseguida y perseguidora se remonta a sus mismos orígenes.

Merece la pena ver la exposición, aunque sea de lamentar que, por la situación de las piezas, muchas de ellas estén al alcance de la mano de los visitantes y estos, a su vez, con cierta frecuencia no se priven del placer de pasarla por el lomo de alguna esfinge o los símbolos de una estela.

Por último, dejo aquí un vídeo que he pillado en Youtube y que explica muy bien la exposición, dando la palabra a veces al propio señor Goddio.

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divendres, 29 de juny del 2007

La bella momia.

Vaya, se ha descubierto la momia de Hatshepsut, la hija de Tutmosis I, viuda de Tutmosiss II que, en regencia por su hijastro Tutmosis III, de la XVIII dinastía (la de Tutankamon, por cierto), reinó de faraón. No de "faraona", como Lola Flores, sino de faraón, con su barbita postiza y todo, como se ve en esa imagen en forma de esfinge colosal en alabastro que saco de Wikipedia bajo licencia de Creative Commons.

Los periódicos han publicado la foto de Hatshepsut con la pinta que tiene ahora. Yo prefiero reproducirla con la que ella misma se hizo dar hace 3.600 años. Parece que no hay duda (aunque algunos aún insisten en que no hay seguridad al cien por cien) de que se trata de la misma Hatshepsut. Sale del análisis comparado de su ADN y el de su señora abuela, Ahmose Nefertari. Pues por eso precisamente, porque se trata de ella, quien yacía hasta ahora desconocida en un piso de un museo egipcio, una mujer extraordinaria, merece un respeto y la momia no es precisamente su mejor reproducción o likeness, que se dice en inglés.

Sin duda fue una hermosa mujer, a la que gustaba que la reprodujeran como tal, como se ve en la talla sedente de la derecha, también en alabastro. Manifestó su reinado mucho lujo, gran actividad constructora y vivió la recuperación de la red de relaciones comerciales, destruida por los hicsos. El hecho más sonado del reinado de Hashepsut fue el envío de una expedición comercial al Punt, en Somalia.

Pero la mujer no me interesa por eso, ni tampoco por la romántica historia que le hace amante de uno de sus asesores más encumbrados, Senmut, de forma que los admiradores de la dama se dividen en partidarios y detractores de la teoría de los amores escandalosos. Tampoco de que, al acceder al poder su hijastro Tutmosis III, ella desapareciera misteriosamente de la escena. Hasta ahora se había dicho que no se sabía si la asesinaron, la apresaron, o la dejaron marchar viva al olvido. De hecho, parece que su hijastro Tutmosis III ordenó borrar todas las referencias a Hatshepsut en el templo mortuorio que ésta se hizo construir, con lo que se causaron muchos daños que luego, sin duda, quiso él compensar haciéndose retratar en todo su poderío, como faraón reinante y la gloria de su poder en el hipogeo del templo mortuorio de Hatshepsut. Madrasta e hijastro no debían de estar en los mejores términos.

Al parecer, la momia falleció en su día de cáncer óseo metastásico. Aunque no sé yo si esta explicación excluye el asesinato. Imagino que si se asesina a alguien que tiene, digamos, un cáncer de huesos incipiente, el canceroso muere, pero el cáncer no, y sigue y sigue mientras haya huesos que colonizar. No lo sé. Soy lego en la materia.

Mi interés por Hatshepsut radica en su personalidad, en esa voluntad de renunciar a lo que era, a su apariencia de género, para convertirse en otra cosa, para re-crearse. Entra de lleno en mi afición a los dobles, los cambios de identidad, las dualidades, el anhelo del ser humano por ser otro sin dejar de ser él mismo. Hatshepsut es la madrina de esta cofradía de gente que pretende rehacerse en forma de un personaje distinto, es la madrina de la abigarrada sociedad de los disfrazados, espías, travestidos, transexuales y aquellos para quienes todo el año es carnaval. Hasta se cambió el nombre por la forma masculina de Hatshepsut y lo hizo todo como hombre con excepción de lo del amante, el asesor o canciller, quien a su propia muerte dejó la inscripción siguiente de sí mismo:

"Compañero muy amado, Guardián del Palacio, Custodio del Corazón del Rey, hacedor de la felicidad de la Señora de los Dos Reinos, garante de que todo suceda según el ánimo de Su Majestad."

Hatshepsut es uno de los primeros casos documentados en la historia en que una mujer recurre a un truco que luego se popularizará a través del teatro, especialmente del isabelino en Inglaterra o el del Siglo de Oro en España, el de disfrazarse de hombre para conseguir sus fines.

Qué vida la de la momia.