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diumenge, 20 de juliol del 2008

Els catalans.

El señor Rodríguez Zapatero clausura hoy el congreso de los socialistas catalanes. Una prueba más de la centralidad del PSC en la vida política española. Porque no ha ido a la clausura de otros congresos socialistas, como el Aragón o Extremadura. Ciertamente, con sus veinticinco diputados en el Congreso y el hecho de ocupar la presidencia de la Generalitat, los socialistas catalanes son cruciales en la gobernación de España y la presencia del señor Rodríguez Zapatero es resultado de ese hecho obvio y conocido.

Pero precisamente tal centralidad catalana hace que las relaciones entre el PSC y el PSOE no estén exentas dificultades. Por lo demás algo habitual en el encaje de la "sección catalana" (por así decirlo) de cualquier partido español de ámbito estatal. Así sucedió tradicionalmente entre el Partido Comunista de España y su vertiente catalana, el Partit Socialista Unificat de Catalunya, cuando los partidos comunistas eran alguien en Europa y así está sucediendo (con sus pertinentes connotaciones) con el PP y el PPC. En resumen, la cuestión es siempre la misma: no hay modo de saber si el partido catalán es filial, asociado o sección del partido de ámbito estatal o es un partido federado o, incluso, una formación independiente que sólo coincide con el otro en el nombre. Una situación que refleja también la ambigüedad del encaje territorial de Cataluña en España, nunca enteramente resuelta.

En las relaciones entre el PSC y el PSOE, la ambigüedad es patente. El PSC no es una mera federación regional del PSOE, pero tampoco es un partido independiente. En el congreso, el secretario general, señor Montilla, ha dicho que los socialistas catalanes y Cataluña tendrán "voz propia" en España, en Europa y donde quiera haya que levantarla . La voz, dice el señor Montilla, "més exigent". La fórmula concreta de tener esa voz propia en España es constituir un grupo parlamentario propio en el Congreso, cosa que el de los socialistas catalanes ha vuelto a plantear, aunque sólo para dejarla en hibernación de momento. Se estará de acuerdo en que ser un único partido pero disponer de dos grupos parlamentarios (situación que ya se dio en el pasado) no es fácil de entender desde el punto de vista del principio tradicional de identidad que dice que A no puede ser A y no A al mismo tiempo.

Sucede que, para no ser un segundón sempiterno en la política catalana y hacer realidad su vocación de gobierno, el PSC se ve obligado a competir con la fuerza nacionalista más poderosa que es CiU en el terreno de esta misma, esto es, el nacionalismo. Así, los catalanistas en el seno del PSC han acabado imponiéndose y, gracias a ellos, está el PSC en la Generalitat. Pero ese giro tiene unas consecuencias. La más importante es la radicalización nacionalista de CiU, que se ha hecho soberanista, lo cual obliga al PSC, ya en esta dinámica, a contrarrestar la opción soberanista cosa que ha hecho el PSC declarando ser una nación con territorio, lengua y cultura propios y pidiendo una reforma constitucional en un sentido federalista lo que, en principio, no tiene por qué molestar al PSOE que es un partido que dice ser "federalista".

Ahora bien, el asunto sigue sin ser de fácil acomodo. En primer lugar porque no es el federalismo la opción que propicie CiU, a quien fastidia el tono general igualitario del federalismo convencional, en donde todas las entidades subestatales son iguales. El catalanismo no es federalista pero sí es posible que, a cuenta de la reivindicación federal, CiU radicalice aun más su discurso en un sentido independentista.

Y todo para nada porque, estas alturas del desarrollo autonómico, la reforma federal de la Constitución será problemática (ya que la gente tiene asociado el federalismo al peligro de la desintegración de España) pero no variará sensiblemente la planta autonómica del Estado que es, de hecho, un Estado federal. Es decir, la solicitud de reforma federalista habría de entenderse en el sentido de que los socialistas más catalanistas han colocado un "brindis al sol" en su Congreso, de no ser porque los tales socialistas no suelen hacer brindis al sol.

En efecto, lo que verdaderamente traduce el espíritu de la propuesta federalista es la ambigüedad de que se hablaba más arriba. En el fondo, la petición de Cataluña es a ser tratada en el conjunto deEspaña como un aeque pincipaliter, lo cual deja poco lugar a federalismo alguno y se abre más a la idea de iberismo que se ha resucitado a raíz de que en una encuesta no hace mucho en Portugal, el40% de los encuestados dijera que quería una unión con España. No ha lugar a unificación alguna porque, en contra de lo que creen muchos portugueses difícilmente se encontrará un 40% de españoles partidario de esa uniòn.

Y, en definitiva, el iberismo ¿qué es? Cuestión nada trasparente porque significa cosas distintas para los distintos autores pero sí se podrá decir que, sea lo que sea, lo que es indudable es que es una forma de organización confederal. Y esa sí que tiene peligros para España.

(La imagen es un cartel en las recientes elecciones en Italia, un cartel de la Lega Nord, cuyo obetivo final es la independencia del norte de Italia a lo que llama "la Padania")

divendres, 23 de novembre del 2007

Iberia sí, Iberia no.

El señor Gunther Grass ha echado una mano a su colega señor Saramago diciendo que el vaticinio de éste de que España y Portugal acabarán fusionándose en Iberia está muy puesto en razón. No sé cuál será la que haya llevado al señor Grass a decir tal cosa fuera del hecho de que, como escritor, crea que debe manifestarse sobre las declaraciones de otro escritor. Los escritores están para opinar; sobre todo para opinar sobre lo que opinan los escritores.

Tampoco sé (y creo sea imposible saberlo de antemano) si esta fusión sería beneficiosa o perjudicial. Claro está que no parece verosímil, así en un horizonte visible; en los invisibles, todos los gatos son pardos y todas las utopías realidad. Estos dos viejos Estados podrían convertirse en uno solo. Desde luego; y en siete u ocho. Hay tantas razones objetivas para lo uno como para lo otro, porque los Estados no son jamás productos de planes racionales, acuerdos o meros intereses. Los Estados son los resultados históricos e históricamente variables de las relaciones de fuerzas políticas que los integran y de las que hay entre ellos mismos y otros Estados.

Entre otras cosas, todas muy respetables por supuesto, Portugal y España son Estados distintos porque ambos están regidos por oligarquías políticas, económicas, militares, religiosas, académicas, mediáticas, interesadas en el status quo. A la gente en general el asunto da la impresión de traerle perfectamente sin cuidado en ambos lados de la raya. Queda así el ideario iberista reducido a las especulaciones de los intelectuales, que si Pi y Margall, que si Fernando Garrido, Menéndez Pelayo, Oliveira Martins, etc.

Pero lo que más me llama la atención de la idea del señor Saramago y el señor Grass es la escasa o nula confianza que manifiestan tener en el proceso de unificación europeo. ¿No será mejor fundirnos todos en una nación europea que andar formando parejas y parejas como la hipotética hispano-portuguesa que sería de convivencia accidentadísima. De entrada, ¿cuál sería el sistema político de Iberia? ¿Monarquía o república? Y, si Monarquía, ¿en la dinastía de los Borbones o en la de los Braganzas? También puede pensarse en una figura mixta, una república monárquica o una monarquía republicana. Aunque no parece probable. Es cierto que el Imperio Austrohúngaro fue "Imperial y Real" al mismo tiempo al ser Austria imperio y Hungría reino. Pero hay aquí una unidad de testas coronadas al fin y al cabo que no puede darse en el híbrido monarquía/ república.

¿Y la capital, en dónde estaría la capital? Los madrileños dicen que en Madrid y los lisboetas que en Lisboa. Y, si se abre el turno, seguro que los barceloneses dicen que en Barcelona y excusado decir Sevilla, A Coruña u otros lugares no menos gratos.

Esto de la fusión de Portugal y España "para tener más fuerza en Europa", que dice el señor Grass, revela escaso europeísmo. Y, por lo demás, no interesa a nadie; quiero decir que nadie se lo toma en serio. Si alguien lo hiciera, ya se habría creado un partido político, tanto en Portugal como en España en favor de la unificación por las vías democráticas. A ver cuántos votos obtenían. Que las cosas tienen las posibilidades reales que les dan los votos que obtienen. Y no veo yo ese partido cercano. Las dos oligarquías nacionales están demasiado encastilladas en sus predios.

La propuesta iberista es simpática y tiene muchos apoyos en la historia, desde la de Viriato a las obras de Gil Vicente y cada vez será más verosímil si deja que los pueblos, las gentes, se relacionen entre sí, comercien, se visiten, se peleen y se casen, o al revés. Al final, la frontera se ha hecho tan porosa que es preferible no conservarla. Es el proceso por el que se ha ido dando la UE, el famoso "funcionalismo", que profesaba la oposición democrática española.

Se hace camino al andar.Y lo demás son monsergas. ¿Para qué queremos fusionarnos con los portugueses o viceversa? ¿No estamos fusionándonos todos con todos? ¡Ah! Para tener "más fuerza en Europa". Y ¿para qé queremos tener más fuerza en Europa? Para imponer nuestros puntos de vista e intereses. ¿Es que nuestros puntos de vista e intereses son mejores que los otros? No necesariamente; sucede que somos más. Este criterio, que es el núcleo mismo de la democracia (la decisión de la mayoría) es, al mismo tiempo, inaceptable en muchas circunstancias. Si nuestros intereses son inmorales el hecho de ser mayoría no los convierte en morales; pero si son ilegales, sí puede convertirlos en legales. Es el mecanismo de la democracia, pero no tiene nada que ver con el iberismo porque las dos naciones (o estados) se han desarrollado por separado hace siglos. El hombre del tiempo jamás vaticina el tiempo en Portugal, sino que Portugal es ese vacío al Occidente de la península por donde entra el ciclón y el anticiclón.

(La imagen es el mapa de España, que he sacado de Wikipedia referido a la extensión de las lenguas prerromanas, lenguas indoeuropeas y lenguas no indoeuropeas. Las manchas negras es el cartaginés.)