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dijous, 8 de desembre del 2016

Los usurpadores se legitiman

Cuando el poder se siente inseguro o quiere mejorar de imagen o necesita justificarse o simplemente entretenerse, llama a los intelectuales. Desde que Platón pasara dos temporadas en la corte del tirano Dionisio de Siracusa hasta las otras dos que Philip Pettit estuvo asesorando a Zapatero sobre los arcanos del espíritu republicano, pasando por las divertidas relaciones de Destutt de Tracy con Napoleon o las de André Malraux con De Gaulle ,esta simbiosis de conveniencia se repite siempre con similares pobrísimos resultados.

Aunque no lo parezca, la Junta llamada Gestora es hoy el poder en el PSOE. No es más que poder porque otra cosa (legitimidad, ingenio, simpatía, inteligencia, audacia, valor, etc) no tiene. Y, como poder, llama a los sectores pensantes, los letrados, los antiguos clérigos, para que le expliquen el presente y le descifren el futuro, como hizo José con el faraón. Se trata de una vieja afición en el PSOE que, cada cierto tiempo, convoca a sus intelectuales, de los que tiene amplia provisión dado que dispone de medios para compensarlos. Lo hizo allá por los años 80/90 con el "Programa 2.000", volvió a hacerlo Zapatero con un "comité de sabios" para que lo asesorara sobre qué hacer con la RTV. Lo hizo después Rubalcaba, quien reunió una peña pensante, para redefinir el PSOE y lo mismo hace la junta golpista. Luego, normalmente, el poder ignora olímpicamente lo que las cabezas pensantes le recomiendan. Pero eso es lo de menos. El poder sabe siempre lo que quiere y no hace falta que venga ningún sabiondo a explicárselo.

Todo cuanto toca el poder lo instrumentaliza. Quiere ideas, no que sean verdaderas o justas, sino que lo legitimen y le den provecho. Así que el problema no es el propio poder que, además, en este caso, tampoco se ha molestado mucho en buscar. Los cuatro principales responsables de apacentar a los intelectuales/ideólogos para que fabriquen la doctrina son, según parece, Eduardo Madina, Rosa Conde, Ramón Jáuregui y Matilde Fernández. De los cuatro, tres han sido ministros socialistas en épocas remotas y tienen de intelectuales lo mismo que de misioneros mártires del Japón, quizá menos. El cuarto, Madina, ni ministro ni intelectual. Pero, aun así, insisto en que ese no es problema: el ámbito socialista hierve con las aspiraciones de gentes más jóvenes, deseosas de destacar, de aplicar sus saberes profesionales a vaticinar un futuro glorioso para el PSOE bajo el mando esclarecido de los golpistas que hoy detentan el poder.

No, no es el problema. El problema es cuál sea la dimensión moral de unos supuestos pensadores que se prestan a formar un coro de mistificaciones para ocultar un golpe de mano que ha sustituido la democracia interna y la legalidad del PSOE por un régimen de arbitrariedad, amenazas e incompetencia. Todavía más claro: cuál sea la dimensión moral y especulativa de unos intelectuales que se prestan a legitimar un golpe que, por el momento y las razones aducidas, en el fondo, era un segundo tamayazo. Lo que sucede es que, en vez de millones, aquí se prometieron sillones.

dimecres, 7 de desembre del 2016

Sigue la usurpación en el PSOE

En el PSOE está sucediendo algo insólito, algo que replantea mucho de lo convencionalmente admitido sobre los partidos y la política en general. De un lado, hace unos dos meses, se perpetró un golpe de mano contra el secretario general y su equipo que salió triunfante en su empeño de conseguir que el PSOE claudicara y permitiera un gobierno de la derecha. Según los golpistas ese gobierno quedaría rehén de la oposición al no tener mayoría absoluta.

 Hasta aquí nada que no haya pasado cientos de veces en conjuras y conspiraciones palaciegas, en luchas por el poder entre las oligarquías partidistas. Los golpistas han puesto una especie de Junta a la que llaman Gestora con la función de detentar el poder en el PSOE y prolongar la situación de incertidumbre. Quieren dar tiempo a que Susana Díaz, la inspiradora del golpe, se fabrique una imagen electoralmente aceptable haciendo olvidar sus maquinaciones e intrigas para defenestrar al secretario general con el secreto designio de ponerse en su lugar. De hecho ya va por el mundo usurpando la función y haciendo ver que es ella quien manda en la organización.

Lo verdaderamente insólito viene a continuación cuando se comprueba que, al estar el aparato y muchos de sus barones en la pomada golpista, las bases, la militancia se organizan de modo espontáneo para frustrar sus planes y devolver al PSOE su secretario general, aparte de su dignidad, perdida en la intriga del golpe del 1º vendimiario. Por lo demás, lejos de tener al gobierno como rehén, es rehén de ese mismo gobierno, al que basta con hablar de nuevas elecciones para que el PSOE enmudezca, aterrorizado.

La rebelión de las bases, algo con lo que los usurpadores de la Junta no contaban, plantea una situación inédita en Europa (en donde, generalmente, los militantes siguen fieles a sus mandatarios)  al mostrar que la democracia cala también en las formaciones políticas, al menos en algunas. La militancia no había significado mucho en el PSOE en el pasado y ahora se revela como su activo más firme y prometedor. Esa rebelión democrática tiene desconcertados a los de la junta golpista y los barones que parecen sumidos en un silencio temeroso, excepto Gullermo Fernández Vara, el auxiliar de campo de Susana Díaz que suelta doctrina de corte autoritario como corresponde a sus orígenes en Alianza Popular. 

Convencida Susana Díaz de que el mundo es de los audaces, sigue haciéndose su campaña electoral en el estilo Gran Dirigente hablando a cada vez más gente, más preparada y crítica. Es extraño que nadie le haya avisado de la negra sombra del hartazgo que se cierne sobre su  caso. Porque está bien claro en las encuestas: Pedro Sánchez triplica los apoyos de Díaz. Y más que lo hará de seguir las cosas como hasta ahora.

Los golpistas, acorralados por la movilización de las bases, tratan de postergar todo cuanto pueden, jugando con esa marrullería de tramposos, de hacer que un órgano anuncie sus actividades con un mes de anticipación o con varios, para dar la impresión de que se está actuando. Como hace el propio jefe, que sitúa el Congreso para "antes del verano", presentando así una vaguedad como una precisión. 

Al tiempo los golpistas tratan también de salvar su honor y buen nombre aduciendo que no hay alianza con el PP en modo alguno. Ciertamente, porque no es necesaria. El PSOE facilitó el gobierno de la derecha por la convicción (falsa, engañosa) de que, si se iba a unas terceras elecciones, el resultado sería una catástrofe. Eso no tiene por qué ser cierto pero lo que no deja lugar a dudas es que, si necesario era que gobernase el PP, necesario será que continúe haciéndolo. Y a ello se presta este miserable remedo de partido controlado por los golpistas. 

Lo nunca visto en el PSOE: la militancia, actuando por su cuenta requiere el control de la organización frente a unos golpistas y, al alzarse está defendiendo las normas más elementales de la democracia: diálogo, legalidad,  respeto y juego limpio. 

dilluns, 21 de novembre del 2016

El laberinto del PSOE

Los dioses del Olimpo lanzaron a Teseo Fernández al laberinto del PSOE, a acabar con el izquierdista Minotauro Sánchez. Realizada la faena, Teseo no consigue salir del laberinto y, aunque Ariadna Díaz le dio un hilo, se lo ha cambiado varias veces y él lo ha perdido otras tantas.

La situación del principal partido de la oposición es calamitosa. Como oposición y como partido. El sentido común manda poner témino cuanto antes a este desbarajuste. Pero justamente ese no parece ser el criterio de la junta, sino todo lo contrario: hay que dilatar los tiempos. Nadie sabe quién toma las decisiones en el PSOE, aunque parece que son cosa de dos, Díaz y Fernández, con ocasional intervención de un tercero y el amparo simbólico del gran jarrón parlante.

Todo es confusión. Hay una movilización de la militancia en las redes con exigencia de congreso y primarias ya. Lo que no está claro es su envergadura. Los de El Plural sostienen que no es mucha, por la escasa asistencia a las reuniones. Por eso es bueno que Sánchez inicie ya su cabalgadura por los páramos de España, a ver cuántos apoyos suscita. Pero no solo a su persona sino a la propuesta que traiga, a su programa. Eso es inexcusable. Ese programa tiene que trazar una línea entre el caracter dinástico del PSOE y el ultraizquierdismo de Podemos. Tiene que ser el programa clásico de la socialdemocracia, de izquierda reformista. Y tiene que decir qué se propone reformar. Lo primero de todo, el tabú de que en España haya asuntos de los que no se puede hablar: la monarquía, la Iglesia y la unidad nacional. El relato propio de la izquierda consiste en proponer alternativa republicana a la primera y solución negociada de común acuerdo a las otras dos cuestiones. Por supuesto, se incluye la defensa del Estado del bienestar a ultranza pero con flexibilidad para las transformaciones. La izquierda debe incidir en una reforma contitucional específica, una del título VII entero, que no suele mencionarse, para sustituirlo por una verdadera "constitución económica", en la estela de la de la Constitución de Weimar de 1919 que, en cierto modo, dio origen al derecho del trabajo. Con mayor razón ahora en que el concepto mismo de trabajo está cambiando (y más que lo hará con la robótica) y hay que regular jurídicamente nuevas relaciones laborales que afectan al conjunto de la sociedad civil, al capital y al trabajo.

Ignoro si alguien en el PSOE apostaría por un programa así e ignoro igualmente si Sánchez tiene algo parecido en sus propósitos porque, de momento, estos son desconocidos y solo consisten en espórádicos tuits. Pero lo que tengo claro es que una opción de este tipo, entre el PSOE y Podemos existe y, en el caso de que no se reintegre en su partido (bien porque haya triunfado como variante o porque haya claudicado) podrá ejercer como polo de atracción para la fracción de Podemos que se resiste a la guerra de trincheras con el PSOE. Una hipotética fusión entre la "izquierda" del PSOE y la "derecha" de Podemos es un capítulo de política-ficción o utopía. Pero recuérdese eso tan famoso de que las utopías son verdades prematuras.

diumenge, 20 de novembre del 2016

El socialismo revenido

Javier Paniagua Fuentes (2016) El socialismo. De la socialdemocracia al PSOE y viceversa. Madrid: Cátedra, 370 págs.
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En estos momentos de zozobra del socialismo europeo en general y español en particular, este libro será de gran ayuda para todos los interesados en la materia. Para los militantes, los dirigentes y también para los analistas, los dedicados a las cuestiones teóricas de la izquierda y los meros espectadores. Es un ensayo de amena lectura en el que el autor entrevera con pericia tres tipos de relato. Uno es una narración histórica del socialismo español desde la victoria electoral de 1982. Otro son reflexiones doctrinales sobre la socialdemocracia en general que arranca de la polémica del revisionismo a primeros del siglo XX. El tercero son vivencias personales, un fondo autobiográfico pues el autor es historiador, profesor universitario y miembro del PSOE, habiendo ocupado cargos de Dirección General en la CA valenciana y sido diputado por Valencia durante cuatro legislaturas. De todo ello doy fe porque lo conozco desde hace muchos años. No se crea que la amistad haya de condicionar mis observaciones sobre el libro, por aquello de "soy amigo de Platón, pero soy más amigo de la verdad". Un enunciado que carece de sentido en la época posmoderna cuando, según los filósofos, la verdad no existe. Y, si lo dicen ellos, que llevan más de dos mil quinientos años buscándola, algo de eso habrá. 

El comienzo, la reflexión teórica sobre la socialdemocracia en Europa, vincula esta al Estado del bienestar y llega luego hasta la crisis ante el asalto neoliberal de los años 1980. Justo cuando los demás están de retroceso, los socialistas españoles emprenden su primera experiencia jamás de gobierno en solitario. El empeño del PSOE era establecer en España un régimen "homologable" al de las democracias europeas. Ahí hay un punto de discusión sobre si realmente lo logró o no. En opinión de este crítico, no y España sigue siendo el enfermo de Europa, el que no acaba de encajar. Muy significativa la referencia de Paniagua a la idea de Sergio Gálvez de que el PSOE hizo en el siglo XX la revolución burguesa del XIX (p. 137). Es una manera de darle perspectiva a la antigua obsesión hispana. Pero resulta insólita, como una perspectiva de Escher. El complejo original de la falta de revolución burguesa no se resuelve con una traslación siglo y medio más tarde. La burguesía española nunca tuvo aliento para enfrentarse a la hegemonía ideológica y material de la oligarquía nacionalcatólica y el PSOE tampoco. Además, no es cosa de un partido.

El capítulo dedicado a los casi catorce años de gobierno socialista -que hoy parecen del tiempo del califato- tiene abundancia de referencias personales. En general estas pululan por la obra, referidas al ámbito académico y al político, y suelen ser con un fuerte punto crítico adobado con cierta ironía. La que probablemente da encontrarse en la distancia anímica de la jubilación. En algunas de las andanzas que Paniagua narra anduvo este crítico por medio. En los encuentros de Xàbia, que entonces se llamaba Jávea, y en los primeros tiempos del Programa 2000. Y también doy fe de lo que el autor narra con desenfado. Añado que se queda corto. El programa 2000 nació muerto. Por lo demás, el retrato que hace de Alfonso Guerra, presentado como el personaje detrás del personaje, es bastante atinado por lo que se sabe. En cuanto al llamado "felipismo", un supuestso estilo de gobierno personal y arbitrario que otros, peor intencionados, llamaban el felipato, Paniagua mantiene un tono escrupulosamente académico y reconoce la parte de fabulación y campaña de acoso que tuvo toda la historia.

En la España de hoy y de siempre era inevitable una referencia a la cuestión nacional que permite al autor repasar las polémicas en el socialismo desde los tiempos del austromarxismo. Después se aborda la más específica cuestión del catalanismo y el PSOE. En el momento actual, en que parece haber un enfrentamiento entre el PSOE y el PSC, el recordatorio de Paniagua de que el  PSC había sido decisivo para que el PSOE pudiera tener las mayorías absolutas de 1982, 1986 y 1989 (p. 213), suena a toque de difuntos. La intratabilidad de la cuestión nacional en la izquierda española ya se mostró con el caso del PCE/PSUC, pero esa experiencia no parece haber servido de nada y los socialistas se aprestan a mostrar que así ha sido. Sin embargo, o el PSOE se acomoda a la plurinacionalidad o será difícil que vuelva a gobernar y eso si la presión de la otra izquierda se lo permite.

El capítulo más extenso de la obra (más de cien páginas) se lo llevan los gobiernos de Zapatero y los años posteriores. Paniagua es muy crítico con la peana "republicana" que le proporcionaban las teorías de Philip Pettit. Pero reconoce que el campo estaba yermo y que las otras dos opciones hasta entonces en boga, la "tercera vía" de Giddens/Blair y el "Nuevo Centro" de Schröder ya se habían apagado. El civismo republicano apuntaba al interés de Zapatero por lo que pueden llamarse políticas "ideológicas" o "superestructurales", siempre más brillantes: la legislación en materia de igualdad efectiva de género, los derechos de las minorías, por no hablar de la incursión en territorios vedados a España desde hacía siglos, como la propuesta de la "alianza de las civilizaciones", una especie de frágil, precipitada y trivial quimera. Se añadían criterios de generosa justicia social, al ocuparse del bienestar de los más débiles, los dependientes y hasta se procedía con cierta prodigalidad, en una especie de "borrachera del excedente", con los 2.500 € por cada recién nacido y la exención fiscal universal de los 400 euros, dádivas que duraron lo que el consabido pastel a la puerta del colegio y que -y es opinión de este crítico, nada más- tienen tanto que ver con el socialismo como la foca monje.

 Era la socialdemocracia de la abundancia, que brillaba como un faro en Europa pero que, igual que los otros, se apagó en la legislatura siguiente. En esta irrumpieron los sempiternos problemas de España, la cuestión de la memoria histórica y el debate sobre la estructura territorial del Estado. Como siempre. La primera quiebra, precedente de la que llegaría años después con el proceso independentista catalán, fue el "Plan Ibarretxe". Rechazo casi unánime en el Congreso. PP y PSOE votaban lo mismo, como siguen haciendo en este asunto concreto al día de hoy. El argumento que la derecha esgrimió era el de que en el Congreso no estaban representados los territorios, sino el conjunto de los españoles. Y se lo decía a una cámara en la que había representantes territoriales de Galicia, el Paíss Vasco, Cataluña y Canarias. 

Las otras pecularidades del lugar también se mencionan, pero no se subraya su relieve: una es el hecho de que la quiebra terrorista del 11M se viera luego proseguida durante años en forma de una alucinante teoría conspirativa a la que daba crédito la oposición. La otra es la omnipresencia de la corrupción, estructural en el sistema político español, que es un sistema de oligarquías y caciques. Podía ocupar más espacio en el libro teniendo en cuenta que el autor, aunque ceutí de nacimiento, es valenciano por enraizamiento y la Comunidad Valenciana ha sido el Chicago años 30 de la corrupción. La verdad es que, viendo lo que vino después, se entiende que Zapatero tardara seis meses en pronunciar la palabra "crisis". Debía de estar avisado.

La actualidad del PSOE la ve el autor ahora en gran medida a la luz (o la sombra, más bien la sombra) de Podemos. A lo mejor sus hijos, como los de Borrell, son votantes de los morados. Pero de nuevo aquí muestra Paniagua el ojo crítico e interpreta el auge de Podemos en clave de pinza a la antigua usanza de los comunistas y el PP, en lo cual cita a Palinuro (p. 332), que es personaje bienquisto en esta casa. Efectivamente, desde el momento en que Podemos se echó en brazos de IU (a la que no había conseguido fagocitar por entero, cual era su intención) sellaba su destino por abandonar el curso medio que llevaba entre el comuismo anquilosado de IU y la socialdemocracia neoliberal del PSOE, Escila y Caribdis, ya se sabe.

En fin, un gran ensayo sobre la actualidad con perspectiva, empaque y escrito con distanciamiento simpatético y gran agilidad. No creo que ningún lector ecuánime encuentre muchas razones para discrepar.

dijous, 17 de novembre del 2016

El jarrón tonante

Menuda andanada de Felipe González contra la izquierda. Es en el curso de una larga entrevista publicada en Politique Internationale, muy larga, por cierto, y muy matizada y en la que habla de muchas otras cosas con mayor o menor tino.

Su breve, despectiva observación sobre Sánchez (al que el discurso sobre España no le da para media hora) revela una animadversión insólita. Ya antes del golpe de mano en el PSOE había dicho que "se sentía engañado por Sánchez". En lo de la abstención, se entiende. El partido debía aceptar su punto de vista: que gobierne quien pueda hacerlo, el PP, aunque no lo merezca. Porque lo manda él, Dios, pero un Dios necio y malévolo. Sánchez no solo no lo entendió así, sino que levantó sospechas de estrar en contubernio con el enemigo de la unidad de España, los temidos indepes catalanes. Y esa fue su perdición. Con la unidad nacional no se juega, como les dejó Franco dicho a todos. Según parece el mismo González informó a Rajoy del golpe que estaba tramando en el PSOE. Se llama unión nacional. O sea, lo de siempre. 

Todo esto huele a juego sucio. Sin duda Felipe González está en su derecho de decir lo que opina. Pero la suya no es una opinión cualquiera. Y menos en el PSOE, en un momento de crisis en que están enfrentándose dos bandos (la junta y las bases) y en el que, tarde o temprano, habrá que elegir un líder o lideresa. Eso no es de su incumbencia. Él es un ciudadano privado con militancia de partido y pasado de gobernante que emite su opinión. Opinión sin duda animada por un recio sentido patriótico que, a diferencia de Sánchez, le hace poner los intereses de España sobre los de su partido y, en general, de la izquierda.

Los militantes y los votantes recibirán esta opinión del jarrón tonante con sentimientos encontrados. Habrá quien crea que es un hombre de Estado de izquierda y, en consecuencia, hace bien en prestar su experimentado consejo. Habrá en cambio quien lo vea más como el portavoz de un conglomerado financiero, empresarial, mediático de un neoliberalismo "civilizado" e intensamente español y, por lo tanto, sus opiniones son juego sucio.  El juicio es libre.

Pero los hechos, no. Y a ellos debemos remitirnos. González habla como persona privada. Pero si los medios lo buscan es precisamente porque no lo es. Su vida es en muy buena medida, pública y esa parte pública, los consejos de administración, las oscuras mediaciones venezolanas, deja mucho que desear. Y no califica a su protagonista como persona de fiar.

González y los suyos en esta operación de secuestro del PSOE tienen un apoyo mediático constante y total. Tanto como el que tiene Podemos, de quien probablemente lo han copiado porque González lo señala en la entrevista. Sin embargo, en el otro extremo, Sánchez está sometido a una especie de bloqueo informativo y mediático. El hombre se explica por tuits que, por ahora, recogen los medios. Hay un evidente desequilibrio; Sánchez está en absoluta desventaja. Ese es otro hecho.

Por último, González no opina como ciudadano privado ajeno a la contienda porque es parte de ella. Apoya la candidatura de Susana Díaz, lo cual no está ni bien ni mal, salvo que demuestra muy baja ralea atacar al posible adversario sin confesarse parte. Y eso explica también la afrenta que dirije a Sánchez: tras haberlo acusado de engañador, ahora lo hace de ignorante o zascandil. Es difícil ser más duro con un compañero de partido. Y más injusto y peor persona. Porque si Sánchez le parece tan inadecuado, superficial, tornadizo y poco español, ¿puede explicar en qué aventaja al mismo Sánchez Susana Díaz? ¿Es mejor, más adecuada, más profunda, menos tornadiza o, antes bien, es más densa, completamente trivial y sin otro criterio propio que hacer la pelota al jarrón tonante y los que ella presume que son el poder en el partido? En lo único en que seguramente la andaluza aventaja a Sánchez es en ser "muy y mucho española", como les gusta a Felipe González y a Mariano Rajoy que en esto, como en muchas otras cosas, y ya se ha visto, coinciden. 

Se me hace cuesta arriba creer que estas declaraciones de González no susciten un sentimiento de indignación que fortalezca el incipiente campo de Sánchez.  

El desgobierno de la derecha

Aquí, el artículo de Palinuro que publicó ayer el periodico Berria, titulado "El sistema es antisistema"y en el que se da un repaso a la situación en que queda la política española, especialmente la parlamentaria, tras la traumática decisión del PSOE de abstenerse para facilitar un gobierno del PP. Con esa decisión, los socialistas han dado un paso quizá irreversible hacia su desaparición como partido de relevancia en el sistema político español y, con ello, también la continuidad de ese sistema, basado en un bipartidismo turnista ue parecía estable.

Con la abstención, el PSOE se ha constituido en rehén del PP. Prometió compensar afirmando que haría una oposición muy dura, pero stá claro que eso no podrá ser ya que el PP cuenta con el arma para impedirlo: la convocatoria de elecciones anticipadas. Cosa que no interesa a nadie, salvo al propio PP, razón por la cual es razonable pensar que, en elgún momento habrá elecciones anticipadas.

En el fondo, el conjunto del sistema hace aguas. Los dos partidos de la izquierda, enzarzados en una lucha cainita, son inbcapaces de coordinar su acción. La derecha tiene farantizado el gobierno para muchos años. Y eso que no hace nada por mantener el sistema, aunque sea con la apariencia de un Estado democrático de derecho. Falso. El PP no es un partido democrático no sabe qué hacer con un Estado de derecho que no sean trampas.

A continuación, la traducción del artículo al castellano:

El sistema es antisistema.

Parece como si la noticia del desbloqueo político gracias a la claudicación del PSOE hubiera sido una catástrofe en lugar de la ventura que todos los partidarios del sistema se prometían. “España necesita un gobierno” fue la consigna que movilizó la solución final. “No podemos ir a terceras elecciones”, remachaban. Es urgente. Hay que tener altura de miras, etc.

Por eso acabaron aceptando el gobierno de Rajoy como “mal menor” y “aunque no se lo mereciera”. No son precisamente parabienes. Era hacer de necesidad virtud y tragarse sapos sistémicos. Está de acuerdo hasta el mismo gobierno, principal beneficiado de la debilidad de la oposición para imponerle condición alguna. De los pactos con C’s Rajoy se acuerda para incumplirlos. No se ha molestado en cambiar nada salvo media docena de rostros que apenas hay modo de distinguir de los anteriores. Continuidad, orden y progreso a cargo de un gobierno minoritario, desprestigiado, acosado por la corrupción de su partido y con varios de sus componentes acusados de haber cobrado sobresueldos. Casi parece el reinado del Padre Ubu, pensado para de dinamitar el sistema.

Por sostenerlo lealmente y cuidar de la estabilidad, el orden, la gobernanza, o eso dice, el PSOE se ha suicidado, primero como oposición y ya veremos si también como partido. En la oposición será irrelevante porque funciona como un rehén del gobierno, que amenaza con disolver las Cortes si estas no se pliegan y con convocar elecciones anticipadas. En realidad, las terceras elecciones que los socialistas querían evitar y ante cuyo espantajo dieron el reciente golpe de mano intrapartista.

No siendo posible una “gran coalición”, como pedía el PP, al final, con la abstención del PSOE, han firmado una especie de pacto de gobernabilidad que la lleva implícita. El PSOE promete realizar una dura oposición en lo económico y social (aunque ya está perdiendo la esperanza de derogar la legislación anterior más agresiva) y formar frente nacional con el PP y C’s en la cuestión catalana. Pero ni eso va a ser funcional al sistema porque la amenaza de elecciones anticipadas tiene mucha fuerza y los empresarios ya han lanzado su heraldos a avisar de que, si el gobierno no puede gobernar (en su beneficio, claro), habrá que convocar elecciones anticipadas. El gobierno y los empresarios suelen decir lo mismo y se refuerzan mutuamente. Por eso es creíble la amenaza del PP que lo es no solo para el PSOE sino para los demás partidos de la Cámara, también con regulares perspectivas electorales.

El desbloqueo del sistema ha consistido en un gobierno de la derecha, en minoría parlamentaria, autoritario, neofranquista, con unos historiales de los ministros que producen pavor en cuanto a su competencia; un gobierno empeñado en tratar el problema más grave que afecta al Estado, esto es, el proceso independentista catalán, como una cuestión de orden público y una política de represión, sin negociación ni diálogo. A cualquiera, obviamente excepto al gobierno, se le alcanza que el solo recurso a la represión no resolverá sino que agravará el problema.

Cuando se trató de enfrentarse a la violencia de ETA, la situación era muy distinta porque precisamente la violencia deslegitimaba la causa que pretendía defender y, en cambio legitimaba la represión y la negativa al diálogo. Se decía entonces que cuando callaran las armas, se podría hablar de todo. Sin embargo, la actitud del Estado frente al proceso independentista catalán demuestra que aquella promesa era falsa. Las fuerzas nacionalistas españolas, básicamente el PP, el PSOE y C’s se niegan en redondo a considerar que Cataluña sea una nación y, por lo tanto, a negociar nada sobre la base de esa inaceptable pretensión. Propuestas de reforma, de revisión, proyectos, cero. El sistema carece de capacidad de autodiagnosticar la disfuncionalidad que lo afecta. Ni siquiera la comprende. Piensa que metiendo en la cárcel a unos puñados de independentistas, va a erradicar la voluntad de ser independiente cuando lo que puede hacer es destruirse a sí mismo.

Dado el carácter abierto, transversal, pacífico, democrático de la reivindicación independentista catalana y la masiva exigencia de un referéndum sobre la cuestión, la política represiva carece de toda legitimidad. Aunque sea muy legal. La legitimidad tiende a caer más del lado de un pueblo que reclama de modo masivo y pacífico su deseo de ejercer un derecho que otros pueblos en todo similares a él, como el escocés o el quebequés, han ejercido.

El giro dado por Pedro Sánchez como base de su candidatura a la SG del PSOE podría ser el inicio de un cambio de actitud del nacionalismo español en busca de una solución con el catalán. Pero es muy tenue. Aun suponiendo que Sánchez formule el programa con claridad, no está claro que vaya a convencer a su partido para que lo siga por esa vía si, como es presumible, su candidatura ha de competir con alguna otra que esgrima el patriotismo español.

dissabte, 12 de novembre del 2016

El Programa 2020

Me pilla esta noticia de la comisión de sabios leyendo el último libro de Javier Paniagua (El socialismo. De la socialdemocracia al PSOE y viceversa), editado por Cátedra, y de inmediato me ha venido a la memoria la historia del "Programa 2000", que relata Paniagua con bastante sentido del humor. Es que son spitting images o, como decía una tía mía de raigambre gallega, escupidiños.

Hay un pálpito general, compartido, de que el PSOE pasa por momentos de tribulación, de turbulencias. Hay conciencia de excepcionalidad y, por lo tanto, de transitoriedad. Las discrepancias arrancan en la duración de esa transitoriedad. Las bases parecen exigir congreso y primarias de urgencia y a la voz de "ya". La junta gestora prefiere tomarse su tiempo. El partido está desnortado. La junta advierte la necesidad de replantearse fines y medios, táctica y estrategia, poco menos que refundar el PSOE. Y ahí es donde aparece el Programa 2000 pero hoy, mismo procedimiento, mismos resultados. Se reúne una amplísima comisión de sabios, se elaboran unos papeles salidos de diversas brainstorming sessions y luego se remiten a las agrupaciones para comentarios. Al final, hay una montaña de papel imposible de racionalizar en proyecto alguno viable. En consecuencia, se nombra un comité reducido de la comisión de sabios para que redacte un texto conciso, resumido, a modo de catecismo y que, por la fuerza de las cosas y la necesidad de contentar a todo el mundo, no dirá nada nuevo. Pero habrán transcurrido diez meses que quizá sea de lo que se trata, según apuntan los maliciosos del campo de Sánchez.

Si realmente se buscara una refundación del PSOE, ¿no hubiera sido más razonable remitirse a la Conferencia Política y la Declaración de Granada de los tiempos de Rubalcaba? Ni se ha intentado. Prueba de que aquellas manifestaciones no tenían contenido real y eran una justificación del giro del PSOE hacia un partido de centro, de Estado, dinástico y turnista. Justo lo que le ha llevado a la situación en que se encuentra.

Sánchez, a su vez, parece lanzado a un autoconstituido proceso de primarias que ya están cuestionándole las gentes del aparato. Primero la revisión doctrinal y, luego, la cuestión personal. El proyecto de Sánchez de peregrinar por las agrupaciones puede ser un motivo más de enfrentamientos en el PSOE, según sean las tendencias de las agrupaciones, por o contra Sánchez.

"Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete".

dimecres, 9 de novembre del 2016

Con todos los respetos

Digamos que el crédito de Hernando está por debajo de mínimos. Sobre todo si sale esgrimiendo el no es no que defendió con ardor hasta cinco minutos antes de decir no es sí con el mismo ardor. ¡Ah la volubilidad del carácter humano! ¡El chaqueteo de los políticos!

Seguramente el PSOE votará "no" a los presupuestos. Razones no faltan. Pero solo lo hará si es seguro que aquellos se aprueban con su voto en contra. Si la aprobación depende de ese voto, comenzarán los problemas, las divisiones, los conciliábulos, las presiones. Los golpistas de Vendimiario dirán que no tiene sentido permitir el gobierno de Rajoy para no dejarle luego gobernar. Justo lo mismo que dirá el propio Rajoy. Este, además, agitará el espantajo de las elecciones anticipadas para insuflar el miedo en los miembros de la Junta. Y si Hernando y los suyos insisten en el no es no, los junteros pueden dar un segundo golpe de mano, pues lo tienen de querencia.

La obsesión catalana de la derecha del PSOE es la responsable de esta situación. Los bonzos de antaño, con los medios de hogaño, defenestraron al SG a la mera sospecha de insinuación de que estaba enredado en un contubernio con los indepes. La izquierda española, antes española que izquierda, enfrentada al reto catalán a la idea de una única nación española, claudica ante la derecha, le pasa los trastos de matar, y nunca mejor dicho, y se sienta a ver pasar el cadáver independentista.

Entre tanto, el PSOE está literalmente en llamas. Mientras la Junta manda sus emisarios en los medios a explicar los arcanos de sus decisiones, las bases se agitan, se organizan, se movilizan y cuestionan su acción política. La Junta está ya también en los tribunales por iniciativa asimismo de la militancia. Hay un clima de enfrentamiento total. Cuando las bases entreguen las más de 100.000 firmas limpias cual patenas, a saber qué triquiñuela se ocurrirá a los intrigantes de la Junta y su musa andaluza para ignorar la opinión de la militancia y seguir a lo suyo, que ahora ya nadie sabe lo que es. Ni ellos.

Porque el golpe se dio para frenar la deriva izquierdista del PSOE y uncirlo al carro de la derecha. En el entendimiento de que esta sabría cómo poner coto a las demasías catalanas, que los socialistas españoles encuentran indigestas. La derecha tiene ahora la posibilidad de hacer lo que no se ha hecho nunca: buscar un terreno de entendimiento con Cataluña. La encomienda de la tarea a la vicepresidenta del gobierno apunta a ese sentido. Y ¿qué cara se le quedaría al PSOE si el PP negocia con los indepes un referéndum? Téngase el amable lector antes de soltar un respingo. No sería tan insólito. Escocia hizo un referéndum bajo mandato de Cameron, tan conservador como Rajoy. El general De Gaulle, gloria de la France, reconoció la independencia de Argelia; Franco dio la suya a Guinea. La derecha es doctrinaria y fanática, pero también pragmática. Si, al final, negocia con el independentismo catalán una fórmula que lo satisfaga, el PSOE habrá hecho un doble ridículo.

Muchos militantes confiesan en las redes que les resulta difícil defender su militancia y muchos también están dándose de baja porque se sienten defraudados y su partido no les merece crédito ni respeto. La situación es lamentable para el PSOE (en manos de unos auténticos desnortados) y catastrófica para la izquierda en general, ya que los apoyos que pierden los socialistas no van a parar a Podemos. Al contrario, este puede ver reducidos los suyos, precisamente por su incapacidad para cumplir su objetivo de llegar al poder o ser decisivos en su ejercicio. Y ni lo uno ni lo otro.

La rebelión de las bases, incitada por el golpe de Vendimiario e inspirada en los modelos asamblearios estilo Podemos es una realidad aplastante y creciente. Ignorarla no va a ser posible. Se le suma la campaña iniciada por el destituido Sánchez en busca de apoyos para retornar a la SG. Un líder que busca seguidores y unos seguidores que buscan un líder. Salvo acontecimiento por sorpresa, el resultado será el que cabe esperar. La cuestión es en qué medida puede Sánchez conseguir el apoyo de su partido esgrimiendo lo que El País llama con gran escándalo, sus "nuevas opiniones". En especial la más nueva de todas, la afirmación de que Cataluña es una nación.

dimarts, 18 d’octubre del 2016

Órdenes son órdenes

Mal tienen que ver las cosas los de la Gestora abstencionista para que, después de varios globos sonda, la señora Díaz haya decidido dejarse de disimulos y ordenar la abstención del PSOE. Lo ha hecho por boca del secretario de organización, Juan Cornejo quien, a su vez traslada la posición de la Comisión Ejecutiva andaluza. Se acabó la broma. El PSOE se abstendrá y los 85 diputados acatarán la decisión del CF como un solo hombre. El que no lo haga, aténgase a las consecuencias. Debería, según Cornejo, entregar su acta de diputado. Punto.

Sí, las cosas están muy mal. Ya no basta con los sabios consejos de los mandarines, las especiosas razones de los miembros de la Gestora o el cerrado apoyo de los medios, encabezados por El País, cuyos editoriales son consignas en favor de la abstención y ataques a Sánchez y sus seguidores. Ya no basta la propaganda. Hay que acudir a la jerarquía, el ordeno y mando y la amenaza. Frente a la decisión abstencionista está produciéndose una rebelión de las bases, incluidas las andaluzas. A cortocircuitar este movimiento viene la tajante posición y dura advertencia de la autoridad. Las bases en esto no cuentan o yo no he oído a Cornejo o algún otro abstencionista tomarlas en consideración. Cuando estos señores se refieren a que hay unanimidad en el PSOE andaluz sobre la abstención, se refieren a sus órganos representativos, pero no al sentir de la gente que, como es natural, niega ese carácter representativo como contrario a su parecer.

La rebelión se ha extendido como la pólvora, a Madrid, Zamora, Cantabria, parte de Asturias, Murcia, Baleares, Valencia, Galicia, Euzkadi, Canarias, Navarra y, por supuesto, Cataluña, cuya dirigencia ya ha aclarado que los socialistas catalanes votarán "no" a Rajoy. En este enfrentamiento entre los dirigentes andaluces y los catalanes se anticipa lo que puede ser una reedición de las dos Españas, pero dentro de la izquierda. Con la consecuencia de que se generalice la visión del PSOE como un partido andaluz disfrazado de español, lo que suscita animadversión en el resto del Estado y, desde luego, en Cataluña. A las bases se suman voces de dirigentes relevantes y con autoridad, hasta dentro de la propia Andalucía, de forma que esta querencia abstencionista cada vez tiene peor prensa.

Y con razón. La Gestora y sus animadores carecen de las dos piezas esenciales para ganar un debate: no tienen justos títulos y tampoco tienen razones válidas. La falta de títulos es evidente. Sin valorar la forma en que se constituyó la gestora, esta no ha hecho otra cosa que extralimitarse con decisiones y declaraciones que no le competen pues es un mero órgano de gestión diaria, no un centro de adopción de decisiones. Ya hay quien los ha denunciado en el juzgado de guardia.

Además de carecer de justos títulos, la gestora y sus partidarios carecen también de argumentos. Justifican la abstención por la necesidad de evitar terceras elecciones, pero no responden a las observaciones de que el resultado que prevén malo se deba a la situación en que ellos mismos han puesto a su partido y menos lo hacen a la sugerencia de que enmienden su yerro y repongan a Pedro Sánchez en el cargo del que tan indignamente fue destituido.

Por no hablar de esa tartamudeante excusa de que un gobierno en minoría del PP estaría atado de pies y manos por una oposición intransigente. Un poco más de jabón y acaban afirmando que Rajoy tendrá que gobernar con el programa de la oposición. No es solo un argumento falso; es una mentira deliberada. En cuanto el gobierno pierda un par de votaciones que le interesen, disuelve las Cortes y convoca elecciones anticipadas, con un PSOE destartalado, sin dirección y en cierto modo cómplice de las demasías de la derecha. Adiós PSOE.

El terror a las terceras elecciones es el terror a tener que gobernar en condiciones extraordinariamente difíciles. Tanto que los abstencionistas prefieren que lo haga el PP, en el estilo, con las formas y objetivos característicos de esta orientación política. Es la tradicional cobardía de la izquierda, siempre sumisa, dispuesta a aceptar las imposiciones de la derecha sobre todo si intuye que hay un horizonte problemático en la siempre viva cuestión catalana. Frente a ese "reto", las diferencias entre la izquierda y la derecha españolas se difuminan a favor de la derecha.

La pregunta es: ¿hasta tal punto importa al PSOE mantener un simulacro de Estado que está dispuesto a poner el gobierno en manos del partido más corrupto y con el peor presidente de la historia de la democracia?

Si, como dice Cornejo, no hay duda alguna de que el PSOE no quiere nada con el PP, lo mejor es demostrarlo con un NO y no con una abstención que es un NO/SI.

divendres, 30 de setembre del 2016

Mañana, Palinuro con los jóvenes socialistas en Castellón

Un verdadero honor que agradezco de corazón a las juventudes socialistas de Castellón. Un encuentro sobre el muy candente tema de El futuro del socialismo en el contexto europeo y en una fecha especialmente crítica. Tendrá lugar a las 12:00 en el Centro Cultural "La bohemia", en la calle Císcar, 14. 

Innecesario decir que voy muy motivado y muy dispuesto a hablar de la situación europea y española y el necesario papel de la socialdemocracia. Debe esta retornar a su posición central en el devenir de nuestras sociedades porque es la única que garantiza democracia y justicia social, una sociedad abierta y progresista, la única que de verdad compatibiliza libertad e igualdad. Por eso hay tanto interés en que ese discurso socialdemócrata radical no se escuche porque es el único que ha conseguido cambios decisivos en nuestras sociedades, cambios que el neoliberalismo trata de revertir. Se vale para ello del inmenso ruido mediático y la propaganda e ideología difundidas por unos intelectuales orgánicos de distintas escuderías. Por eso, los debates deben ser a fondo, sin tabúes, con sinceridad y valor, rasgos propios del espíritu de la izquierda.

Pero todavía voy más dispuesto a escuchar y a aprender. 

En Castellón nos vemos.

dijous, 29 de setembre del 2016

El perro andaluz

Recuérdese que, preguntados Buñuel y Dalí por qué su película se llamaba El perro andaluz, contestaron que no tenía nada que ver con perros ni con Andalucía. Lo mismo este post sobre el golpe de mano de los socialistas peperos en contra de Sánchez no tiene nada que ver con Andalucía.

Que Susana Díaz y Felipe González, los dos instigadores de esta maniobra de sombras y puñales por la espalda, sean andaluces, no es aquí relevante. Podrían ser marcianos. En realidad, lo son.

Mientras se ha cocido esta conjura dirigida por Rubalcaba desde El País, el PP estuvo muy callado. Lógico. Informado al detalle por sus submarinos en el PSOE, empezando por sus antiguos militantes, estilo Fernández Vara en Extremadura, comprendió que lo mejor era no hacerse notar porque la gente no sospechara que este plante de los 17 venía movido por su afán para que el Sobresueldos vuelva al gobierno.

Que vuelva el Sobresueldos y el PP, el partido con cinco causas judiciales abiertas. Que vuelvan sin responsabilidad alguna, exonerados de sus fechorías pasadas y dispuestos a cometerlas más gruesas porque, gracias a estos individuos, no hay  modo de librar al país de ellos. Por supuesto, al país, que le den. Esas 17 personas no tendrán que padecer personalmente las consecuencias de las políticas antipopulares e injustas del PP. Y se llaman socialistas cuando son meros vividores de lo público en un clima de corrupción consentida que quieren prolongar porque los favorece.

Supongo que los de Podemos estarán celebrando la quiebra del PSOE, convencidos de que, por fin, ya que ellos no fueron capaces de conseguirlo, los mismos socialistas les facilitaron el sorpasso. Eso ya se verá porque, aunque no lo crean, la razón de que la gente no los prefiera no reside en que los socialistas les "robaran" votos, sino en que, simplemente, no los prefieren y cada vez los preferirán menos por razones de su discurso, tanto en el fondo como en la forma. Pero esto es asunto de menor interés.

El mayor interés reside en ver cómo repercute esta fractura socialista en el único problema real, verdadero, que hay en España: Cataluña. Desde la perspectiva catalana, la situación del PSOE que prácticamente garantiza ya un gobierno del PP con Rajoy a la cabeza, en principio, no tiene consecuencias. La Generalitat proseguirá con su hoja de ruta y, referéndum mediante o no, proclamara la independencia unilateralmente en el último tercio de 2017. ¿Vemos a los neofranquistas, con su retórica imperial y nacionalcatólica, aceptando sin más la separación de la República Catalana? Francamente, no. ¿Los vemos recurriendo a su típico argumentario de la provocación, el matonismo, el porrazo, el pistolerismo y, si es necesario, los tanques? Lo primero (la represión de "baja intensidad") es muy probable; lo segundo (recurso a la fuerza militar), no. ¿Entonces? Entonces, el Sobresueldos descubrirá que la política es algo más que cuidar a tu padre con cargo al Estado, enchufar a tus parientes, ver partidos de fútbol y decir necedades sentenciosas. Descubrirá que ya no basta con robar a mansalva para callar bocas,porque hay bocas que no se callan. Descubirá que hay que tener ideas, extraños entes de imposible comprensión que jamás han visitado su magín. Y, como no las tiene y tampoco tiene fuerza para imponerse, tendrá que tolerar la mediación internacional y tragarse el referéndum que nunca quiso.

Esa es la verdadera razón de la fractura del PSOE y de la inexistencia de gobierno en España: Cataluña rebelde. Lo que une a González y Rajoy es la convicción de que hay que sojuzgar a los catalanes. Lo que los 17 mindundis no toleran a Sánchez es que haya intentado entenderse con los independentistas. Algún día, relativamente pronto, descubrirán que en su aterrorizado rechazo a la perspectiva de que los catalanes decidan y toda la tramoya de la Restauración salte por los aires, se han cargado el país. Dicho claramente: las ambiciones desmesuradas de Díaz, las complicidades de González, el reaccionarismo de Rubalcaba, el derechismo de muchos de ellos y el clientelismo de los más, que deben votar lo que les dicen sus jefes de filas, han cerrado la última posibilidad de un entendimiento civilizado entre España y Cataluña.

Son tan cobardes, lerdos y serviles que no solo se han quedado sin partido. Se han quedado sin país.

dimecres, 28 de setembre del 2016

La cacería

Ayer todas las televisiones comerciales sacaron a la recua de peperos disfrados de socialistas para arremeter a una contra Sánchez, vilipendiarlo, zaherirlo, forzarlo a dimitir. La Sexta fue un verdadero carnaval de estos estafermos con la complacencia del magnate Roures, dispuesto a financiar todo cuanto pueda destruir al PSOE. No sé cuánta gente seguirá dispuesta a ver este innoble espectáculo de una jauría de despechados, envidiosos y amargados, lanzados contra el único hombre que ha tenido el valor de plantar cara a la derecha en este país. Y todos quieren partírsela. Especialmente sus "compañeros".

Es táctica vieja. La derecha siempre lleva a sus numerosas radios y televisiones a topos peperos en el PSOE, de los que dice que "equilibran" el pluralismo de las emisiones y cuya tarea es atacar a su propio partido. Lo hicieron Pablo Castellanos, García Damborenea, Inés Alberdi, Rosa Díez, Edurne Uriarte y, ahora, Corcuera, Leguina, Chacón, Madina  e tutti quanti, tod@s convers@s al sol que más calienta. 

Tampoco es nuevo que la "verdadera izquierda" de Podemos, que tanto se ha quejado de ser objeto de maltrato en los medios sin que esto sea cierto, no diga nada de esta injusta cacería de un hombre solo a manos de nubes de frustrados capaces de decir cualquier cosa con tal de hacer daño a su Secretario General y su partido. Y en interés obvio, descarado, de la derecha.

Es la cuestión: que gobierne la derecha, que siga en el poder Rajoy con sus sobresueldos, al frente de un gobierno de franquistas corruptos. Eso lo apoyan todos: los caciques del PSOE, los peperos del PP, los medios al unísono y, vergonzantemente, también Podemos, que espera sacarse así el Sorpasso gracias a estos transfugas de hecho antes que a sus propios méritos.

La imagen que todos ellos venden es una pura invención: Sánchez obstáculo a la formación de un gobierno en España; Sánchez tapón; Sánchez anteponiendo sus intereses a los generales. Sánchez, culpable. Es mentira. Lo saben, pero no les importa porque, al tener el dinero y el poder, creen que podrán vencer la resistencia que oponen la razón y la gente. Recordemos brevemente unos datos.

La acusación que hacen a Sánchez responsable de la "débacle" socialista (que, además, no es tal) es una injusticia que da vergüenza. Él no ha provocado la crisis del PSOE. La ha heredado. El PSOE se torció con Zapatero y acabó de hundirse con Rubalcaba y su inexistente oposición a la mayoría del PP. Fue Rubalcaba quien lo convirtió en un partido domado, dinástico, nacional-español y al servicio de la derecha. Gracias a ese abandono de misión, el PSOE hizo que apareciera Podemos y, al socaire de este, se reconstituyera IU. El verdadero responsable del desastre socialista es Rubalcaba, precisamente el que más ataca a Sánchez.

¿Por qué? Porque Sánchez ha recogido la herencia y, aunque sigue en declive, este se ha atenuado y, sobre todo, ha conseguido conquistar la centralidad política. El solo, en contra de todos. En contra de la derecha, el capital, los medios y su propia gente. Manda narices que nadie tenga agallas para salir en su defensa dada la injusta desigualdad de fuerzas excepto los militantes, los votantes y algún bloguero despistado que ni siquiera es de su partido. Solo y todo, Sánchez ha frenado en seco a Podemos. Este forzó las segundas elecciones con la intención de fagocitar al PSOE y salió mal parado. Ahora trata de evitar las terceras porque ya ve que su resultado será aun peor: un partido de tantos por cientos, escaños, comisiones y política parlamentaria más bien múrida. Por eso empezó diciendo que el PSOE pactaría con el PP (esa sucia afirmación ya no se oye) porque, en el fondo son iguales. Tal como están las cosas, frente a Rajoy, antes se abstendrá Iglesias que Sánchez. Pero nadie está dispuesto a reconocer el mérito y el aguante del socialista.

No sé lo que pasará en el PSOE. Son muchos, hábiles trujimanes de las peleas internas, los reglamentos y los estatutos, gentes sin escrúpulos y desesperadas porque Sánchez claudique para seguir conservando sus sillones, privilegios y prebendas. Empezando por la presidenta de Andalucía, cuya labor de zapa de su secretario general la califica y la descalificaría para siempre para representar a nadie en parte alguna. Uno de sus argumentos preferidos es que no puede gobernarse España con 85 diputados y que Sánchez no ha hecho más que cosechar fracasos. A ellos les sucede lo mismo o peor: tienen menos diputados proporcionalmente hablando en sus feudos y llevan más tiempo cosechando resultados electorales cada vez menores. Debiera darles vergüenza.

Sí sé, como lo sabemos todos, qué pasará en España si este frente antisánchez se sale con la suya: cuatro años más de un gobierno que es el hazmerreír fuera y el hazmellorar dentro, compuesto por un manojo de franquistas ineptos y corruptos, apoyado en un partido con cinco procesos judiciales abiertos y compuesto por presuntos ladrones meapilas. O sea, lo de siempre en España para nuestra desgracia. Y esto es asunto importante: si se actúa mal no será el PSOE el que se hunda, sino el país.

Tómese la cuestión catalana como ejemplo. Para Palinuro, Sánchez y los suyos no han entendido nada de Cataluña y su respuesta al asunto es tan absurda y errónea como la de la derecha. No obstante, ¿hay duda alguna de que un nuevo gobierno del PP sería ya definitivamente catastrófico para la posibilidad de encontrar una vía de negociación en Cataluña? ¿Alguna de que, a pesar de su arcaico nacionalismo español de hojalata, Sánchez ofrece un resquicio mayor de esperanza para que España resuelva este contencioso de modo pacífico y democrático?

Tengo entendido que Sánchez negociará con Podemos y los indepes. No sé si será cierto o parte de los bulos en circulación estas fechas. De serlo, Palinuro se felicitaría porque es lo que siempre ha propuesto, pero últimamente había cambiado de opinión porque, a su parecer, los de Podemos no son de fiar y es mejor ir a terceras elecciones. Desde luego, lo que no haría Palinuro en ningún caso sería pedir a los indepes que renunciaran (aunque fuera de momento) al referéndum para permitir la formación de una gobierno en España.

Pues esa es la ironía de esta estrambótica historia: el gobierno y la estabilidad de España dependen en gran medida de los independentistas catalanes. Pero estos no pueden renunciar al referéndum en ningún caso. De hacerlo, habrán perdido toda su fuerza, como Sansón cuando lo de su cabellera y Dalila, y crearán el caos en el proceso independentista.

Los socialistas españoles podrán contar con la lealtad de los catalanistas (de la que me fío más que de la de Podemos) siempre que ellos estén a la recíproca. Es justo.

dimarts, 27 de setembre del 2016

¿Resistirá?

Una pena. En un día tan glorioso como este, en que podemos disfrutar de la imagen de una banda de presuntos chorizos multimillonarios en el banquillo de los acusados, hemos de dedicarnos a otros menesteres porque la urgencia del momento así lo exige. Y es lo que haremos. Pero no me dirán ustedes que no es grato completar a estos pájaros sentados con rostro grave y hasta amargado. ¿No les vienen a la memoria las fotos de todos ellos sonriendo o riendo a mandíbula batiente, exhibiendo su poder y su riqueza? ¿No los recuerdan a bordo de yates de lujo, cazando piezas mayores en el África, entrando y saliendo de suntuosos comedores, inaugurando jolgorios, todo con nuestro dinero? Ignoro en qué medida afecta a estos payos el hecho de que los demás pensemos de ellos que son unos granujas y unos malnacidos. Pero supongo que lo tendrán presente. Y ojalá la justicia cumpla con su deber y les haga pagar sus supuestas fechorías.

Y vamos a lo nuestro. El País sigue inmisericorde en la cruzada antisánchez más destructiva. No sé si algún otro dirigente ha tenido que soportar otra portada tan agresiva como esta en la que no solamente se le pide la dimisión sino que su misma propuesta de convocar primarias se convirte en causa de que se pida esa dimisión con ese tono bronco, casi histérico, a través de un titular de periódico en el que no se informa, sino que se difunde una consigna: Como no cede, dimisión.

No es imposible que El País caiga más bajo; pero es difícil. Ese titular es un pasquín.

He leído en alguna ocasión que Pablo Iglesias acusa a El País de buscar la destrucción de Podemos, igual que he escuchado a los de Podemos repetir muchas veces que el "PSOE y el PP la misma mierda es". Ignoro si los que decían esto habrán rectificado porque la estupidez suele ser tan densa como tarda, pero es obvio que a quien el El País quiere destruir de verdad es a Sánchez y al PSOE. De Podemos, ni se acuerda. Pero estaría bien que alguien de la "verdadera" izquierda dijera algo sobre esta persecución de un dirigente de la izquierda, este mobbing periodístico, típico de los tabloides y la prensa amarilla.

Junto al titular, otro editorial cargado de agresividad y verdadero odio, Un partido secuestrado. Un texto tan injusto e inmoral que seguramente lo habrán redactado a cuatro manos Cebrián y Rubalcaba. Todos ven que el país sufre un presidente del gobierno en funciones, declarado en rebeldía ante el parlamento, que lleva ocho meses chantajeando a las instituciones, a los demás partidos y a la opinión pública, que tiene a su propio partido forzado al silencio, que se niega a retirarse pero tampoco hace nada por presentar su candidatura. Pues bien, para El País no es el presidente de los sobresueldos el responsable de esta situación sino que lo es el líder de la oposición que, como es evidente, juega en inferioridad de condiciones.

Si había alguna duda sobre la necesidad de mantenerse firme en el NO es NO y echar a esta peste de mangantes, corruptos e ineptos del gobierno, la clara complicidad de los medios con este desbarajuste es ya suficiente para no hacer caso a sus exabruptos. Repásese el editorial. En esa breve pieza se trata a Sánchez de tramposo, chantajista, de tratar de organizar un plebiscito a su medida, de traicionero, marrullero y de hacer una fuga hacia delante. Ignoro cuál será la capacidad de resistencia de Sánchez ante esta agresión pero, si quiere, puede verla con otro ánimo a base de preguntar a quien insulta con tanta ferocidad en petición de una dimisión, ¿quiénes serían las personas que propugnaria como sustitutas? ¿Susana Díez? ¿Carme Chacón? ¿Eduardo Madina? Eso es un chiste. Quienes han estado torpedeando la campaña electoral de Sánchez no debieran alzar mucho la voz y, de hecho, no la alzan, salvo Fernández Vara, que le viene de casta pepera.

Estos ataques tan desmesurados (producto de la histeria de la derecha, que quiere resolver la interinidad antes de que fragüe algo peor) pasan por alto el hecho de que la resistencia y el coraje de Sánchez cuentan con un apoyo fuerte en la militancia, que ha encontrado una razón sobrevenida para movilizarse orgullosamente por su partido: apoyar a su dirigente e impedir que las fuerzas oscuras de los oscuros despachos y los bancos a través de sus lacayos en los medios, decidan quién gobierna España y quién no. En realidad, la audiencia que El País quiere tocar son los llamados "barones", ese puñado de dirigentes territoriales que, por razones personales, hacen el juego al PP y cargan contra su propio secretario general. O militaron en el PP (caso de Fernández Vara) o son amigos de los peperos (caso Rubalcaba) o tienen corazón pepero (caso Bono, Leguina, etc) o simplemente no pueden soportar que nadie los haga caso porque, en el fondo, no son nada; caso Díaz.

Sánchez sostiene que las medidas que parecen "un chantaje" a El País, esto es, la convocatoria del Comité, las primarias, el congreso, son necesarias para dar respuesta a la derecha en asuntos de gobierno y con el lenguaje que aquella entienda y para que su partido hable "con una sola voz". Eso en el PSOE nunca será posible porque no es el PCE, pero es bueno que se formule. Y que quienes tienen otras voces calibren la responsabilidad en que incurren si, por tratar de imponerlas, permiten que el país siga gobernado por el mismo partido corrupto y el mismo gobierno de ineptos y franquistas, con el Sobresueldos a la cabeza, es decir por aquellos que lo han traído al estado de crisis y postración en que se encuentra.

Porque la cuestión no ofrece dudas: si Sánchez se va o lo echan, son cuatro años más de Rajoy y quién sabe cuántos más del PP con sus sucesores, por ejemplo, Feijóo. Dice El País que Sánchez no puede poner a los ciudadanos ante la disyuntiva de Rajoy sí o no. Él prefiere librarlos de esa angustia con un "Rajoy sí o sí". 

dissabte, 6 d’agost del 2016

Carta abierta a Pedro Sánchez

Estimado señor Sánchez: menuda la que le ha caído encima. Lleva usted sobre sus hombros una responsabilidad tanto más desmesurada cuanto que está usted solo. Representa usted la última y única esperanza de un cambio en España, de una regeneración democrática, de que no habrán de padecerse otros cuatro años de gobierno ignominioso apoyado en un partido que es una asociación de malhechores.

Es mucha responsabilidad. Tiene usted enfrente, además, al conjunto del sistema político, económico, religioso y hasta cultural. Se incluyen sectores señalados de su propio partido, gentes de escaso fuste intelectual y moral, empeñadas en doblegarlo a usted para que haga como ellos, esto es, resignarse al vergonzoso desgobierno y latrocinio de la derecha.

La naturaleza profundamente corrupta del neofranquismo en el gobierno se advierte en el hecho de que la inmensa mayoría de políticos y publicistas acepte como situación de legalidad normal lo que no es más que arbitrariedad, tiranía y abuso. Y pretenda que todo el mundo juegue a este juego de equívocos de tomar por un partido una asociación con ánimo de delinquir; de considerar presidente del gobierno a quien, sospechoso habitual en varias ilegalidades, no se merece el puesto; de tomar sus arbitrariedades por leyes.

Es obvio. La presión para que se doblegue usted, abandone su loca pretensión de regenerar el sistema político, está siendo inmensa. En El País lo conminan para que acepte un desgobierno más de Rajoy. Muchos de sus antiguos compañeros, los que más han sobresalido, también quieren que ceda usted "por el bien de España". Los de Podemos no dicen a las claras que interese un gobierno del PP. Son más esquinados y lo que dicen es que, al final, el PSOE -por su naturaleza conservadora- se abstendrá dejando gobernar a Rajoy y otorgándoles a ellos la patente de la "verdadera" oposición. Decir que es inevitable y desearlo viene a ser lo mismo.

Por todo eso, está usted hoy solo y conviene que busque  apoyos porque va a necesitarlos. Cuente con el de Palinuro si de constituir gobierno alternativo al de Rajoy se trata. Y cuente también con el de los militantes de base de su partido y sus votantes. Palinuro no tiene nada que ver con usted ni con su partido al que, por el contrario, ha criticado muy duramente por el abandono de la oposición en la legislatura anterior. En buena medida, el marasmo actual de la izquierda debe achacarse a ese abandono de sus tareas que solo puede deberse a la cobardía de aceptar como válidas formas y contenidos que no lo son. Pero ahora es una situación de emegencia y se requiere rapidez.

Justo esa posición suya, señor Secretario General, es la que lo pone en todas dianas. Todos quieren que se muestre usted más "flexible" o sea, que claudique. Y lo hacen para tapar sus propias miserias y vergüenzas de haber entrado al juego de unos falsarios de la derecha, como siempre en España. A la hora de inquirir cómo sea posible que casi ocho millones de personas voten a favor de los corruptos es bueno recordar que serán ocho, diez, seis o uno, pero los corruptos son los corruptos y no merecen que se les facilite la tarea a base de prolongar la indignidad.

NO es NO, Secretario General, y todo el mundo de buena voluntad espera de usted que lleve a cabo su promesa de decir NO al neofranquismo y al expolio de España. La ocasión es única y no puede dejarse pasar. La razón por la que el PP goza aun de tanto apoyo se divide en tres momentos que dibujan la mentalidad y la cultura política de los españoles hoy día: la cobardía, inducida por cuarenta años de terror; el silencio como mecanismo de defensa; la resignación como corolario fatal de los otros dos. Cobardía, silencio y resignación. España no tiene arreglo.

Usted representa la última esperanza de ese arreglo, la de decir NO. Esté usted a su altura y se habrá ganado un lugar en la historia. Los nacionalistas vascos y catalanes ya le han cerrado la puerta en los morros al de los sobresueldos. Ahora solo queda que dimita y se vaya a su casa, dejándole paso a usted. Dos cuestiones para terminar:

Primera: no está nada claro que Rajoy se presente a investidura alguna. Pretende seguir en funciones hasta contar con mayoría absoluta porque es incapaz de fabricarla mediante pactos parlamentarios. El pájaro es además especialista en la marrullería y en bloquear lo que sea para salirse con la suya: lo hizo con el Tribunal Constitucional, bloqueándolo hasta que pudo manipularlo. Lo hizo con las pasadas elecciones autonómicas andaluzas. Tiene experiencia y es su estilo: someter al país entero a sus intereses personales. En realidad, en el fondo, es un golpe de Estado: el sobresueldos bloquea las elecciones, no responde ante el Parlamento y pretende controlar a los jueces. Un golpe de Estado y una dictadura encubierta de interregno democrático.

Palinuro entiende que debe usted sentarse a negociar con los nacionalistas vascos y catalanes y, por supuesto, negociar un referéndum de autodeterminación en Cataluña. Si tuviera usted una actitud más abierta y respetuosa con los derechos de las minorías nacionales todo saldría mucho mejor. Pero se entiende que, dada su mentalidad de nacionalista español clásico, no es de esperar que llegue a esa conclusión. No estaría de más, sin embargo, que empezara a hacerlo porque, al final, ese referéndum se hará.

Entre tanto es usted la última esperanza de que este desgraciado país no caiga, acobardado, silencioso y resignado en cuatro años más de la actual indignidad de un gobierno encabezado por quien no tiene ni de lejos categoría para ello.

diumenge, 3 de juliol del 2016

¿De quién es el PSOE?

Una de las monsergas más injustas con el PSOE dice que es lo mismo que el PP. Tiene muchas variantes pero, en lo esencial, procede siempre del campo de la izquierda comunista o cercana a él, y su finalidad generalmente es la misma: desplazar al PSOE hacia la derecha en la percepción de los votantes a los efectos de ocupar su lugar. Pretende así ganarse el favor de un electorado mayoritario tanto en España como en Europa que combina un igualitarismo reformista anclado en una justicia social redistributiva con un espíritu respetuoso con la libertad basada en las garantías del Estado de derecho. Es la codiciada fórmula del socialismo democrático, la socialdemocracia.

Tal fue el empeño del comunismo europeo en los años 70 del siglo pasado al que se incorporaron los partidos comunistas de España, Francia e Italia y recibió el nombre de Eurocomunismo. Ocupar el sitio de la socialdemocracia, empujando a esta a la derecha para ganarse a sus votantes. La verdad, sin embargo, es que esta táctica que podría llamarse "del cangrejo ermitaño" no ha funcionado nunca en ningún país europeo. El socialismo democrático, la socialdemocracia, ha sido siempre hegemónica en la izquierda en todos los países europeos, salva la excepción de Italia antes de la crisis de la I República y, quizá, en Grecia actualmente. 

Al fracasar en esta táctica de ocupación, la izquierda comunista española recurrió en los años 90 a la de la llamada "pinza", una unidad de acción con la derecha para sacar al PSOE de las instituciones. Este segundo recurso sirvió para privar del gobierno a los socialistas (poniendo a la derecha en su lugar) pero no para asegurarse la preferencia del electorado. El PSOE siguió siendo hegemónico y no había sorpasso.

Ahora bien, la irrupción de la crisis financiera en 2008, que resultó intratable con el viejo recetario keynesiano, sembró el desconcierto en el PSOE que, falto de argumentos contra el neoliberalismo, cedió en sus principios y se acomodó a aquel. La secretaría general de Rubalcaba  consolidó un proceso de deriva neoliberal en lo económico y conservador en lo político. Tanto este como su sucesor, Sánchez, convirtieron el viejo partido de Pablo Iglesias en uno dinástico, centralista y complaciente con los privilegios de la Iglesia católica. 

La conjunción de la devastadora crisis económica con la incompetencia de los líderes socialistas a la hora de articular un programa socialdemócrata de recuperación, convirtió en realidad palpable lo que hasta entonces solo había sido un deseo, un wishful thinking de los comunistas. Abrió a estos una "ventana de oportunidad". Los hechos eran irrefutables y del dominio común: la socialdemocracia española en el gobierno había hecho suyo el programa neoliberal, había abandonado la posición de la izquierda, se había rendido a la derecha. ¿No fue Carme Chacón quien abrió el camino a la avalancha de desahucios? ¿No fue la reforma laboral del PSOE la que inició el desmantelamiento de la protección jurídica del trabajo? ¿No fue Zapatero quien redujo los salarios de los funcionarios y congeló las pensiones? ¿No fue él quien, mano a mano con Rajoy, modificó el artículo 135 de la Constitución?

Por fin se probaba que el PSOE era igual al PP. Esa era la verdadera pinza y no la de Anguita con Aznar. 

La sumisión del PSOE a un PP avasallador y revanchista desde 2011 desnaturalizó el sistema parlamentario que funciona siempre como un equilibrio entre el gobierno y la oposición. El PSOE no osó presentar una moción de censura durante toda la X legislatura (2011-2015), aunque amagó con ella en una ocasión. En realidad no fue sombra, ni amago de oposición y no lo fue en el Parlamento ni en los demás niveles de gobierno. La derecha neofranquista campó por sus (escasos) respetos. Ello provocó dos consecuencias: a) generalizó la corrupción en las instituciones, faltas de control político y jurídico, convirtiendo España en un patio de Monipodio; b) hizo que la oposición se articulara al margen del Parlamento, que fuera una oposición extraparlamentaria. Esta oposición tomó dos formas muy distintas: de un lado se consolidó en el movimiento soberanista catalán y, de otro, se echó a las calles y plazas de las ciudades como rebelión de los indignados. Si los partidos institucionales, especialmente el PSOE, no hacían frente al gobierno autoritario y corrupto de la derecha, se lo harían el independentismo catalán y el movimiento espontáneo del "no nos representan".

La oposición había abandonado la Carrera de San Jerónimo y se había instalado en Cataluña y los indignados. A ello debe añadirse que, en el curso de su adaptación al neoliberalismo, el PSOE se había burocratizado y patrimonializado entre "familias" generalmente territoriales y se habia ido alejando no de la sociedad, pero sí de sus sectores juveniles. Además de burocratizarse, el PSOE se había esclerotizado.

Y aquí es donde surge la "ventana de oportunidad" por la que se cuela Podemos que quiere recoger el espíritu radical de la izquierda y el respeto a las libertades del Estado de derecho; que pretende por tanto una vez más, arrumbar al PSOE en el museo de la historia, en el pasado, y presentar en su lugar una forma nueva y convincente de socialismo democrático. De ahí la lluvia de primarias, horizontalidad, espontaneísmo, círculos y resto de parafernalia asamblearia. De ahí que si, de un lado, los portavoces de Podemos identifican al PSOE con el PP, Iglesias predique un nuevo evangelio verdaderamente socialdemócrata. 

La ocasión la pintan calva. Los trastornos de la crisis, la postración del PSOE, la desafección de la gente, la polarización política y la movilización ciudadana, la confrontación Estado/Cataluña, todo apuntaba a la oportunidad de revitalizar el viejo sueño comunista del sorpasso. Un pésimo resultado electoral en 2011 apuntaba a otro aun peor en las siguientes elecciones y abría la posibilidad de que la "nueva", la "verdadera", la "transformadora", la "auténtica" izquierda alcanzara una posición que llamaba de centralidad política.

Una sola precaución se imponía: ese nuevo intento de sorpasso no debía confundirse con los eternos perdedores del Partido Comunista y su hopalanda de IU. Había que marcar distancias. Las distancias se marcaron y, en las elecciones europeas de mayo de 2014 se dio la sorpresa de casi un sorpasso, pero no al PSOE sino a IU. Podemos entraba en combate con cinco eurodiputados. A partir de ahí, todos los medios difundieron la doctrina: una nueva izquierda se imponía y prometía dejar atrás a IU y el PSOE. El bipartidismo (curioso concepto que niega a IU la condición de tercer partido) estaba tocado de muerte. Los sondeos se volvieron locos y algunos pronosticaban un tercio de los votos para Podemos. La triste suerte del PSOE estaba escrita en el hundimiento del PASOK. Para ello era preciso que IU sucumbiera, cosa que esta hizo obedientemente para dejar via expedita al choque de gigantes, la pelea a dos en campo abierto en la que Podemos triunfaría sobre el PSOE  y honraría la memoria de Lenin, de José Díaz, de Pasionaria, Carrillo: reunificar el la izquierda bajo una sola bandera. Asaltar los cielos.

Las elecciones del 20 de diciembre de 2015, con un bisoño Sánchez al frente de un mortecino PSOE, carcomido por baronías de covachuelas, fueron un baño de dura realidad para Podemos que, con un ramaje de confluencias, quedó por detrás del partido del Pablo tipografo. Retirada a los cuarteles de invierno, crisis interna y cambio de táctica. Lo que sucedió en esos meses de diciembre a junio es de conocimiento universal. Ya no bastaba con destruir a IU. Era más práctico incorporarla y hacerse con ese millón de votos (pagando los millones de euros de deuda) para ir a nuevas elecciones. Dicho y hecho: Podemos devoró a IU como Zeus se tragó a Metis. Al cabo de un tiempo, con la ayuda de Hefaistos que le abrió gentilmente la cabeza, Zeus alumbró a Palas Atenea, igual que Podemos alumbró la nueva criatura Unidos Podemos, reina de todos los platós televisivos  alegremente ajena al hecho de que la confluencia con IU retrotraía a Podemos al ámbito comunista del que había querido separarse en un principio.

La noche del 26 de junio fue la de las ilusiones rotas. La noche engendra terrores, monstruos, fracasos. Entre conciliábulos, comités, declaraciones, debates y consultas colectivas, los dirigentes de Podemos no entienden qué ha pasado y no entienden por qué no lo entienden. Su soberbia sigue sin dejarles ver la realidad. Su fracaso no se debe a sus actos u omisiones, sino a los del adversario, el PSOE. Y no por su inexistente agresividad hacia Podemos sino porque se ha mantenido, se ha atrincherado, ha resistido. No es el PASOK y tampoco el PP, por cierto. No es hacia dentro de Podemos hacia donde deben mirar estos en busca de errores. Es hacia fuera. 

Pero hacia afuera sabiendo lo que se ve y se dice. No es el miedo "a lo nuevo" lo que ha restado votos a Podemos. Es algo distinto. Es la lealtad a la socialdemocracia de los votantes del PSOE. Estos han acudido a salvar a su partido con todos los elementos en contra: los medios, los sondeos, la espiral del silencio, la mediocridad de la dirección, las maniobras diversionistas, las zancadillas y las intervenciones no pedidas de la colección de floreros, jarras y bacenillas de otro tiempo. Y lo han conseguido. No hay sorpasso, camarada. 

Aquí enlazamos con la pregunta del post, ¿De quién es el PSOE? Habrá quien diga que de sus militantes y tendrá buena parte de razón. Suelen ser militantes de larga data, con experiencia, bregados en las agrupaciones, con sus vicios y virtudes, pero que viven su partido, aunque no aparezcan en Twitter. Pero esos militantes son una pequeña fracción de los votantes. Estos son millones. A ellos ha ido dirigido un venenoso discurso de Podemos de que los verdaderos socialistas, los socialistas de corazón, votarían círculos morados o los corazones de la abeja Maya. Y también un clima general des desprestigio: votar a los socialistas es votar a la derecha, las puertas giratorias, la corrupción, el neoliberalismo, los desahucios. Y los votantes han aguantado sosteniendo que nada de eso es cierto y que no hay posibilidad alguna de que el PSOE facilite un gobierno de la derecha de ninguna forma. Esto último está por ver pues el espíritu humano es inconstante.

Pero, de momento, son los votantes quienes han salvado el PSOE. Por lo tanto, el PSOE es de ellos. Puede discutirse si más o menos que de los militantes. Pero, desde luego de la dirección y de los barones no es; no es de las corrientes, grupos, familias y "sensibilidades" y mucho menos de las glorias del pasado. El PSOE tiene historia (es uno de sus activos), pero no pertenece a ella y, si lejano es el siglo XIX, también lo es el XX y, en ciertos aspectos, más. El PSOE es de los militantes y, sobre todo, de los votantes. Son estos los únicos que pueden resolver el evidente problema de envejecimiento del PSOE, llevando el voto a las franjas más jóvenes.

Eso quiere decir que la necesaria refundación de la socialdemocracia deberá abordarse en el congreso previsto para septiembre u octubre. La reunión no debe servir solamente para elegir un secretario general, para buscar un "nuevo liderazgo", lo que es una simpleza, sino para replantear la doctrina socialdemócrata de hoy: neokeynesianismo basado en la renovación del modelo productivo en los campos en que es competitivo, inversión pública en investigación y desarrollo, economía social del mercado, sector público sostenible orientado a la cohesión social y la solidaridad,  republicanismo, separación de la Iglesia y el Estado, carácter plurinacional del Estado con respeto al derecho de autodeterminación de las naciones que lo integran, sociedad avanzada con perspectiva de género, fomento del uso de recursos alternativos (materiales, energéticos y de relaciones humanas) y conciencia ecológica.

Debe encontrarse la forma de que en los preparativos de ese congreso y en sus deliberaciones y conclusiones intervengan los votantes, los que han votado por el socialismo democrático. En la sociedad de la información y la comunicación, los partidos deben adaptarse y cambiar sus procedimientos. Si Islandia ha podido hacer una Constitución mediante debate abierto en la red y la República Catalana está prefigurandose en un proyecto de Constitución con una amplia participación de la red, bien puede el PSOE abrir a consulta ciudadana su proyecto de reforma de la Constitución.

dimecres, 29 de juny del 2016

Y los otros, ¿qué?

El pasado domingo, la derrota fue para los dos partidos de la izquierda. Ayer, Palinuro expuso su opinión sobre las insuficiencias y defectos de Podemos, haciendo de lado la parte correspondiente a IU porque la federación no pinta ya nada en esta historia. El otro gran protagonista de este descalabro es el PSOE. De él hablamos hoy.

Por delante que, para Palinuro, el PSOE es un partido de izquierda. Quienes creen que la izquierda está compuesta solamente por aquellos grupos o fuerzas a quienes ellos otorgan esa condición y no lo hacen con el PSOE están de enhorabuena, pues no necesitan seguir leyendo. Aquí se considera al PSOE un partido de izquierda porque no existe el título de censor o medidor de izquierdas y no vamos a perder un segundo demostrando algo tan evidente. Los otorgadores de títulos de la izquierda pueden irse a tomar vientos.

¿Por qué el PSOE tuvo el domingo unos resultados peores que los del 20 de diciembre, que ya habían sido los peores de su reciente historia? Las razones de este descalabro son complejas, más que en el caso de Podemos, y requieren una mirada sintética a un ya largo pasado.

Para bien o para mal, el PSOE fue uno de los protagonistas de la transición y comparte con esta buena parte de la crítica que ahora se hace a aquel fenómeno. Fue el partido de los catorce años de gobierno de Felipe González, del felipismo o felipato, como lo llamaron muchos críticos. En ellos se hizo una impresionante tarea de aggiornamiento y modernización de España. Algo de lo que ningún otro partido puede presumir y, menos que ninguno, IU u otras izquierdas "verdaderas" que jamás han gobernado ni han hecho nada malo ni bueno. Pero ese reconocimiento no puede ocultar el hecho de que el largo mandato de González presenta dos tachas de gran importancia que han condicionado posteriormete el partido: de un lado, el terrorismo de Estado, la guerra sucia de los GAL, que se hizo desde el poder político socialista, aunque nunca se pudiera probar judicialmente que en ella estuvo implicado el propio Felipe González. La segunda tacha fue la corrupción que se generalizó en la última parte del mandato socialista tras invadir prácticamente toda la administración pública. Fue esta corrupción la que sembró las condiciones para que triunfara la primera pinza en contra del PSOE que llevaron a cabo los comunistas de IU con la derecha del PP, Julio Anguita y José María Aznar, gracias a la cual, hubo un gobierno de derechas en España.

Se dio luego un interregno de los dos mandatos de Aznar, en los cuales el país sufrió el peor atentado de su historia, producto del aventurerismo reaccionario y de rapiña del PP que no tuvo problema en mentir a la opinión pública a cambio de obedecer a su amo yanqui y entrar en guerra (más bien simbólica) con el Irak de Sadam Hussein. A raíz del atentado de Atocha, el PSOE se recuperó ligeramente, gracias al liderazgo renovador de Rodríguez Zapatero. Pero fue una recuperación superficial, de mucha importancia política y simbólica (derechos de las minorías, avance de las mujeres, etc), pero no de impacto social y ecómico. Y, además, quedó anegada cuando el gobierno socialista aceptó reformar la Constitución de 1978 (art. 135) de acuerdo con el PP y cumpliendo órdenes de los mercados.

Por aquel entonces ya se hacían evidentes los rasgos de la burocratización y oligarquización del partido socialista. Dividido en baronías territoriales, más atentas a sus intereses, a veces corruptos, que a una política de conjunto, minado por la falta de iniciativa política, el enchufismo y el amiguismo, el PSOE se fue convirtiendo en un partido de intereses en el que militaban sobre todo cargos públicos de más que mediana edad en provecho propio y de sus allegados. Un partido de clientela. Había perdido todo contacto con la realidad nutricia de la gente joven.

Esta evolución negativa se exacerbó con el liderazgo de Rubalcaba, incapaz de hacer verdadera oposición al gobierno del PP que, con su mayoría absoluta, hizo lo que quiso; y tampoco regeneró el partido. Ni siquiera lo intentó. Antes al contrario, lo convirtió en un firme sostén de la corona borbónica, haciendo de él un partido dinástico y sometido a los abusos y privilegios de la iglesia católica, que es la que manda en el país.

Después de la afrentosa derrota de noviembre de 2011, la peor de la historia del PSOE, Rubalcaba dio paso a un joven político poco conocido en general, pero fiel hechura de su concepción del mundo: a su carácter conservador, casi reaccionario, dinástico y proclerical, Sánchez añade la misma inquina contra el soberanismo catalán de su mentor Rubalcaba. Esta evolución aun más a la derecha es la que explica que Sánchez haya sido incapaz de mejorar los datos de apoyo electoral de su predecesor. En definitiva, en este momento el PSOE tiene un gran problema interno de partido oligárquico y caciquil, avejentado, sin contacto con los sectores jóvenes de la sociedad y sin propuestas ni ideas atractivas o innovadoras. Se añade un carácter dinástico que lo convierte en defensor de un orden monárquico ilegítimo, en contra de su tradición democrática y republicana. La idea de que la forma de gobierno -monarquía o república- es indiferente mientras haya democracia puede ser cierta en Inglaterra, pero no en la España de los Borbones, una dinastía de corruptos inútiles a los que no hay modo de echar y no por falta de ganas.

Pero lo más grave de la evolución integrista y hasta reaccionaria, del PSOE se encuentra en su cerrado nacionalismo español, defendido por Sánchez con el mismo entusiasmo con que puede defenderlo un chusquero mental como García Margallo. Sánchez es incapaz de comprender que la autodeterminación de las naciones es un derecho imprescriptible de estas que ningún socialista democrático puede negar. Eso convierte al PSOE no solamente en un partido residual en Cataluña (PSC) sino en una triste sombra de sí mismo y secuela del más cerrado españolismo franquista al estilo del PP.

El PSOE no tiene nada que aportar a una reconfiguración del orden territorial español basado en el reconocimiento de su carácter plurinacional y la plenitud de sus derechos, empezando por el de autodeterminación. Sin duda, los socialistas son un partido de izquierda moderada, socialdemócrata, en todo equiparable a los de otros países europeos. Pero, en el mejor de los casos, vive en un mundo ficticio cuando se obstina en ignorar que la derecha que tiene enfrente no es una derecha europea, civilizada y democrática, como pasa en otros lugares, sino una organización franquista, corrupta, antidemocrática y, en el fondo, la principal responsable de la desintegración de España. Que el PSOE no vea -o no quiera ver esto- es lo que hace que a veces parezca cómplice de la situación.

¿Quieren una prueba irrefutable? Pregúntense por qué en España es de todo punto impensable una gran coalición entre la derecha y la socialdemocracia como le es normalmente en otros países de Europa. ¿Cuál es la razón sino la de aceptar como normal una situación de hegemonía de una derecha cavernícola que no se sabe desmontar?