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dimecres, 27 de desembre del 2017

España Potemkin

Mi artículo de hoy en elMón.cat, titulado El país Potemkin. El contenido, sencillo, es una metáfora. España no es un Estado de derecho ni una democracia. No solo porque no quiera sino y, sobre todo, porque no sabe ni puede. El país se ha gobernado siempre así, el Estado ha sido siempre patrimonio de una oligarquía nacionalcatólica, autoritaria, ridículamente imperial y corrupta que no entiende de imperio de la ley, juego limpio, división de poderes, primacía del Parlamento, responsabilidad de los políticos, libertad de expresión, etc., todo lo que constituye un Estado de derecho. Los esfuerzos de la ideología oficial, propalada en todos los medios, por presentar el Estado español -incluso con presos y exiliados políticos- como un Estado democrático de derecho homologable con algunos cirvumvecinos al Norte, Este y Oeste, son vanos. Todo lo más, esta vieja e irreformable estructura oligárquica, heredada de siglos anteriores y exacerbada por el franquismo, llega a ser un remedo, una imitación, que tiene de aquella forma de Estado las bambalinas. Es la escenificación que, según cuentan algunos, hacía el ministro Potemkin, cuando la Zarina viajaba, por ejemplo, por el Dniéper: llenaba las riberas de escenarios de cartón piedra que mostraban felices y prósperas aldeas y sonrientes mujiks. Las llamadas "aldeas Potemkin". España es una aldea Potemkin. Gobernada por los dignos herederos de Franco. Allí donde este puso en pie un remedo de  Estado (en lugar de una junta de militares rebeldes), una ficción, un Estado Potemkin, sus herederos, más audaces, recurren a un Estado de derecho Potemkin.

La versión castellana.


El País Potemkin


Al explicar el resultado de las elecciones de 21D, el gobierno español dice que el fracaso del PP no es de M. Rajoy, quien no estaba examinándose en Cataluña. Que el presidente de los sobresueldos casi fijara allí su residencia durante la campaña y fuera abucheado en las calles repetidas veces no quiere decir nada ni es indicativo de nada. Rajoy no se presentaba. Se presentaba Albiol. Al que el descalabro tampoco debe de afectar porque no dimite. Sabido es que en el PP no dimite nadie, haya hecho o dejado de hacer lo que haya hecho o dejado de hacer. 

El PP no es un partido con sensibilidad democrática. En realidad, no es un partido al uso sino más bien una presunta asociación de malhechores, como dicen los jueces y en las asociaciones de malhechores nadie dimite. Y menos por unas elecciones. En definitiva, tampoco celebran elecciones. Y, cuando lo hacen, se financian ilegalmente y se ganan con trampas

Ni con trampas se han podido ganar en Cataluña y eso parece trastocar todas las teclas del bloque del 155. El gobierno y el Estado español no son un gobierno ni un Estado normales sino unos remedos, unas falsificaciones. Así como el partido gobernante no es un partido sino una asociación de malhechores, el gobierno no es un gobierno sino una oligarquía arbitraria dedicada al saqueo del país que dice administrar y el Estado tampoco es un Estado sino una monarquía tiránica impuesta por un dictador y que solo se mantiene de pie por la imposición y la violencia, mal unida en sus tierras y mal llevada por sus gentes

La idea de que España es un Estado de derecho y un Estado del bienestar avanzado homologable a los de su entorno que propalan los medios de comunicación, los menos fiables de Europa, según dictamina la Comisión Europea, es tan falsa como todo lo demás. Tiene la apariencia de un Estado de derecho y de bienestar, pero se le ve enseguida el engaño cuando el que más presume de ello, Rajoy, es quien ha suprimido la división de poderes propia del primero y el fondo de reserva de la seguridad, propia del segundo.

España, como siempre, es un país de apariencias, una mala imitación, un “tente mientras cobro”, una falsificación y prostitución de los principios fundamentales de los órdenes democráticos propios de Europa occidental contra la cual ha venido luchando incansablemente el país desde el Concilio de Trento. No ha conseguido imponerse, ha salido derrotado y ha tenido que adaptarse a los usos y costumbres de los vencedores a los que, en el fondo, odia. Ha tenido que escenificar una estructura liberal que le es ajena, poner en pie unos decorados ficticios como los que mandaba construir el ministro Potemkin para ahorrar a la zarina Catalina la visión de las miserias del pueblo.

En España no se respetan ninguno de los principios de las tradiciones del Estado de derecho y la democracia: no hay derecho a la información veraz, ni respeto a la voluntad mayoritaria de la población, ni independencia judicial, ni separación de la Iglesia y el Estado, ni control parlamentario del gobierno, ni rendición de cuentas de los gobernantes, ni igualdad de la ciudadanía ante la ley, ni principio de legalidad en la actuación administrativa, ni respeto por los derechos básicos de la población ni siquiera por su integridad física a manos de unos cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado empleados como tropas de asalto contra las manifestaciones populares pacíficas.

Así, en este Estado Potemkin que es España, la policía puede apalear sin miramientos a decenas de miles de ciudadanos no violentos dejando más de mil heridos sin que ningún gobernante dé explicación alguna ni pida perdón sino que, al contrario, condecoran a los responsables de los excesos. Los jueces pueden imputar y procesar a capricho a los ciudadanos cuyas convicciones les disgusten, amañar el procedimiento y mantener en prisión como rehenes a unos presos políticos a los que liberan o no según criterios subjetivos sobre las convicciones ideológicas de aquellos. Los medios de comunicación ocultan la existencia de presos políticos y la corrupción sistemática del gobierno haciendo demagogia contra una parte del territorio cuya población exige ejercer el derecho a decidir que tienen todos los pueblos de la tierra. Y el Rey puesto puede soltar un discurso de Navidad repleto de tópicos sin reconocer ni una vez que en Cataluña una mayoría de la población ha votado por la independencia y la República. O sea, en contra de él. 

Y el gobierno del Estado que no tiene más representación real en Cataluña que los cuatro diputados del señor Albiol y los policías alojados en los piolines, anima a los partidos perdedores en las elecciones a formar gobierno, quizá en la esperanza de que los que habrían de constituirse en oposición en Cataluña tengan la falta de dignidad de los partidos de la oposición en España y permitan gobernar arbitrariamente a uno en minoría. Porque el parlamento español tampoco es un Parlamento de verdad, sino otro Potemkin. 

dijous, 25 de setembre del 2014

España Potemkin.


Hubo en el siglo XVIII un príncipe Grigori Aleksándrovich Potiomkin , el príncipe Potemkin, amante y marido de Catalina la Grande; y cuenta de él la leyenda que, cuando viajaba con la Emperatriz a sus territorios del Sur, hacia Sebastopol, donde él gobernaba, mandaba poner decorados por el camino, simulando aldeas prósperas y campesinos alegres y felices para solaz de su señora. Las aldeas ficticias se conocen hoy como aldeas Potemkin. No parece justa esa mala fama en concreto (otras sí) del príncipe, pero la denominación ha hecho cierta fortuna de modo que, cuando un gobernante presenta una imagen falsa de la realidad, se dice que está haciendo un Potemkin.

Tal cosa sucede en España y no uno, sino cuatro potemkins: el de la economía y la crisis, el de la política y las elecciones, el de los valores y la corrupción y el de la nación y el independentismo. Con estos cuatro potemkins montados a la española, Rajoy ha ido de visita a la China, bien lejos de la algarabía, de esta España imprevisible.

El potemkin de la economía y la crisis es un verdadero fracaso. Hasta el gobierno ha comprendido que es contraproducente un discurso triunfalista que no resiste un telediario. No obstante, lleva más de un año largándolo sin que la realidad a la que se refiere le haga el más mínimo caso. El paro no desciende, ni el resto de las magnitudes problemáticas, por más que las autoridades estén manipulándolas permanetemente con lo cual han conseguido restarles todo crédito. Han dejado de hablar de los brotes verdes que, a estas alturas, ya debieran ser frutos granados y se han ido bajo tierra, como el topo, hablando de raíces vigorosas. Esto equivale a decir a la gente que la realidad no es lo que ve todos los días, sino lo que no ve pero que está ahí porque el presidente lo dice, cosa que lo hace muy verosímil. Es imposible que un país como España con una deuda pública de más de un billón de euros vaya bien. Aunque bajen legiones de potemkines, dirigidos por san Mijail.

El potemkin de la política y las elecciones promete ser una función tragicómica. El sistema español, aparece como el régimen del 78; el personal político, administrativo, institucional, empresarial y eclesiático que lo dirige es la casta, según Podemos. Este sistema se repliega sobre sí mismo ante la crítica social ascendente; los dos partidos dinásticos cierran filas en apoyo de la estructura constitucional existente, aunque con variantes. El mensaje compartido es, más o menos, España es un Estado democrático de derecho normal que sufre algunos problemas coyunturales y transitorios en su desarrollo. Puro potemkin. La crítica emergente apunta a problemas estructurales que ponen en duda la estabilidad general. Las próximas elecciones municipales meten algo de miedo porque, así como las europeas son más para el voto despreocupado, en las municipales se ventilan intereses concretos y gozan de antecedentes históricos poco recomendables. El gobierno, muy nervioso, ha intentado un pucherazo de última hora para garantizarse alcaldías, pero no se ha atrevido a imponerlo. A su vez, los de Podemos, asustados de la que se les venía encima con los 8.000 ayuntamientos, se retiran de las municipales, pero se quedan en las autonómicas. Y apoyan las candidaturas ganemos, con lo cual, por mucha estabilidad que los dinásticos quieran garantizar, nadie sabe qué pueda salir de las municipales.

El potemkin de los valores es ya el baile de la desvergüenza. Alcanza su imagen más rotunda con la dimisión de Ruiz-Gallardón por ser incapaz de sacar adelante su ley en contra del aborto, a pesar de tratarse de un compromiso de su partido y del firme deseo y no menos firmes órdenes de la jerarquía eclesiástica. ¡Los miserables cálculos electorales han prevalecido sobre la obligación católica de proteger la vida del nasciturus! Se han traicionado y vendido los principios por un plato de votos. El país está maravillado de la rabieta del ex-ministro, sobre todo porque el hombre ha tardado tres años en enterarse de lo que sabe todo el mundo, incluido el presidente del gobierno, esto es, que el presidente del gobierno no ha cumplido un solo compromiso o promesa electorales. Ha cumplido, dice, con su deber, consistente en no cumplir con su deber. Es imposible que Ruiz-Gallardón entienda estas complejidades. El gobierno, sin embargo, las entiende perfectamente: hablando de valores, es claro que en España hay un problema de corrupción generalizada, estructural. El gobierno, muy consciente de que la corrupción es la tercera causa de congoja de la ciudadanía, lleva tiempo trabajando para presentar un buen paquete de medidas de regeneración democrática. Potemkin total, absoluto. El gobierno del partido con la mayor cantidad de imputados por agrupación local, acusado de comportamiento ilegal por los jueces, de financión ilegal, y dirigido por unas personas acusadas de comportamiento también presuntamente ilegal presenta un proyecto de regeneración democrática con la misma autoridad con la que Hitler podría decirse seguidor del Mahatma Gandhi.

El potemkin de la nación tiene un alcance insólito. España es una gran nación, va diciendo Rajoy. "España es una gran nación", recitan al unísono el rey cesante y el rey reinante. No una nación; eso lo es cualquiera, sino una gran nación. Somos los primeros, llevamos quinientos años juntos y así seguiremos hasta el fin de los tiempos porque lo suyo es estar unidos y no embarcarse en aventuras y singladuras borrascosas que vaya usted a saber. Siempre que hemos estado unidos, hemos vencido; cuando nos hemos enfrentado, nos han derrotado. Estas o parecidas simplezas abundan en ese cuenco de la "gran nación". Un potemkin a la desesperada. La gran nación contempla una parte importante de su territorio en rebeldía con el apoyo de una mayoría muy apreciable de la población. Pero no es capaz de reaccionar. Los dos partidos dinásticos se oponen al derecho de autodeterminación de los catalanes, pero carecen de discurso alternativo que no sea el mantenimiento del statu quo o una imprecisa propuesta reformista federal del PSOE que los conservadores no aceptan y los propios socialistas no saben precisar porque acaban de echar mano de ella. Los nacionalistas catalanes tienen, en cambio, un discurso autodeterminista con un fortísimo apoyo interior y exterior, sobre todo en un lugar como Europa en donde todos han visto cómo los escoceses ejercían un derecho que está vedado a los catalanes, incluso en su forma más suave. Ambas partes, ambos nacionalismos español y catalán tienen conciencia de estar haciendo historia, pero de muy distinto sentido.

Esta situación coincide con el viaje del rey a los Estados Unidos, a impartir lecciones de democracia al mundo y el del presidente a la China, en busca de oportunidades de negocios para los empresarios españoles. Coincide también con la dimisión del jefe máximo del aparato de propaganda del gobierno, el director de RTVE, otro fracasado. Sus potemkins son tan malos que la audiencia se ha desplomado y el ente está en la ruina. Pero, en el fondo, todo ello da igual. El sistema político de la segunda restauración, estando consolidado, marcha por sí solo. Sin que lo dirija nadie.

Y eso es lo preocupante. 

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dissabte, 14 d’abril del 2018

Palinuro en Berria

Aquí mi artículo del jueves en el diario vasco Berria sobre la corrupción estructural (título) del Estado español. Espero que resulte convincente y bien argumentado. A mí me convence pero, claro, yo soy parte interesada, aunque muy desinteresada.

Bueno, aquí la versión castellana:

Estado de corrupción

Tras un golpe de Estado y una guerra civil de tres años, el genocida Francisco Franco puso en marcha un régimen de tiranía y arbitrariedad de cuarenta años. Fundó un Estado contrario al de derecho en el que debiera regir el imperio de la ley. En España regía –y rige hoy- el imperio del delito porque los delincuentes golpistas eran los que hacían las leyes y, como en 1984, cada norma, decisión o institución, en realidad, era su contrario. Los legisladores eran lacayos del tirano; los jueces, siervos prevaricadores; las policías, criminales; los profesores, bufones; los curas, torturadores de la inquisición; los periodistas, esbirros a sueldo; los empresarios, ladrones.

Ese régimen falso, potemkin, acabó sustituyendo a la realidad, penetró en la estructuras sociales, se convirtió en el único horizonte cultural, jurídico, económico de la gente, hasta que la sociedad entera se hizo franquista. Y así, cuarenta años. Emergió el “franquismo sociológico” característico de la sociedad española y sus votantes con un comportamiento electoral peculiar pues resultan ser tanto más fieles al partido que les roba cuanto más les roba.

Es el éxito de la Transición y la postransición. Cuando la izquierda aceptó los símbolos de la III Restauración borbónica tragó el Estado Potemkin y admitió como legítima la continuación de la corrupta dictadura con una pátina de legalidad democrática. Legiones de ideólogos a sueldo de ese franquismo incrustado en la vida social, que pasan por intelectuales, periodistas, profesores, publicistas, edificaron la doctrina oficial (y bien pagada) de la homologación democrática de España con las naciones circumvecinas. Una mentira propalada a los cuatro vientos por todos los medios, los nacionalcatólicos y los de una izquierda que, en el fondo, coincide con estos.

Llevo años sosteniendo que el PP no es un partido político propiamente hablando, sino dos cosas interrelacionadas: de un lado, eje principal de conservación y mantenimiento del franquismo corrupto; de otro, una banda de presuntos delincuentes. Lo primero, el neofranquismo es evidente a pesar de los medios y los “intelectuales” que hablan de un partido de centro-derecha, equiparable a otras formaciones moderadas y conservadoras europeas. Mentira. El PP es una organización de extrema derecha franquista. Otra cosa es que, por hipocresía y cinismo, sabiendo que el tono no es admisible, lo oculte, aunque poco: no ha condenado la dictadura, muchos de sus militantes simpatizan abiertamente con ella, otros forman comandos de provocadores fascistas para atacar a la gente. Alimentan y fomentan la memoria del franquismo, se niegan a entregar a la justicia extranjera a los colaboradores del régimen, torturadores y criminales y tratan de cegar toda memoria de las más de cien mil víctimas que yacen en fosas comunes, asesinadas por la vesania franquista.

Además de lo anterior, el PP es una banda de presuntos delincuentes, como señalan algunos jueces Se trata de una forma de criminalidad organizada que ha tenido la idea de llamarse “partido político” para gozar de impunidad en sus fechorías. Es sencillo de entender, pues se trata de un caso típico de sinergia: el Estado español es un Estado delincuente, típicamente potemkin, sus sucesores ideológicos y biológicos en el PP se aprovechan de ello para proceder a lo que mejor saben hacer desde 1939: explotar a los trabajadores, expoliar el erario, enriquecerse por medios ilegales y gozar de la impunidad que otorga la corrupción estructural del franquismo sociológico: roban, defraudan, malversan lo que quieren porque saben que no les pasará nada, dado que los policías que investigan, los jueces que juzgan, los carceleros que encierran, los periodistas que investigan, los profesores que adoctrinan, los curas que bendicen y los empresarios que emprenden son todos suyos: amigos, parientes, deudos, allegados, enchufados, paniaguados.

El ejemplo paradigmático de esta situación es la corrupción estructural es la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), pero no el único. El Estado está plagado de casos de robos y estafas de una banda de malhechores, a la que se habían sumado CiU en Catalunya y el PSA/PSOE de los Eres en Andalucía: aeropuertos sin aviones, AVEs sin pasajeros, autopistas sin coches, campos de golf, robo y rapiña del patrimonio natural a gran escala, ruina y privatización de servicio públicos en un país arruinado por el robo de esta caterva de granujas con una deuda pública que no podrá pagar jamás. En el caso citado de la URJC se trata de una universidad pública, financiada por todos, al servicio del latrocinio y el enchufe del PP, agencia de colocación de amigos y empresa para hacer y devolver favores, para fabricar títulos y hacer de jumentos políticamente fieles brillantes graduados. Un centro de adoctrinamiento ideológico de extrema derecha y delincuentes al mismo tiempo.

Tenía que tocar el turno a la Universidad, una de las pocas instituciones relativamente libre de la delincuencia pepera, que ya ha destruido el crédito del Parlamento, los medios de comunicación, los tribunales de justicia, la iglesia católica y la empresas, convertidos todos ellos en nidos de sinvergüenzas.

¿El coste? La clara evidencia de que el Estado español no es reformable.


diumenge, 17 de novembre del 2013

El modelo de España está missing.


Todos recuerdan aquel arrebato ditirámbico de Rajoy en Valencia en 2008, poco antes de las elecciones generales cuando clamó a voz en cuello que: El modelo de Camps es el que yo quiero para España. Las hemerotecas -hoy Google- son asesinas frías. Cinco años después, Rajoy es presidente del gobierno y Camps poco menos que un prófugo de la justicia. El juez Castro andaba ayer buscándolo para enviarle las preguntas a las que debe contestar, y para saber en qué lugar lo haría, pues declarar en donde le place es uno de los muchos privilegios de este privilegiado caballero. Pero no pudo dar con él, ni él, al parecer, se dignó dar razón de sí, a pesar de que la búsqueda judicial era pública ya que estaba en los medios; cuando menos los digitales. En Twitter, por ejemplo, Camps estaba casi en busca y captura. (Actualización a mediodía del domingo, 17 de noviembre: Camps sigue prófugo. Esto promete. A lo mejor acaban encontrándolo en Camboya, al modo de Roldán. Por supuesto, Rajoy no tiene nada que decir, como siempre).

Palinuro no es juez, pero sí ciudadano y, como tal, gustaría de enviar algunas preguntas también al presidente del gobierno para que las conteste como le plazca, y cuenta habida de que la oposición no se las planteará en el Congreso pues, en realidad, casi no existe como oposición. Las preguntas son estas:

- ¿Sabía usted en qué consistía el "modelo Camps"?

- Si no lo sabía, ¿por qué lo quería para España?

- Si lo sabía, ¿por qué lo quería para España?

- Si no lo sabía pero creía saberlo sin tener ni idea (con mucho, la hipótesis más probable), ¿no sería la situación actual un motivo más para dimitir?

- Despues de saberlo, ¿sigue usted queriéndolo para España? 

Respuestas fáciles de intuir. "Ya tal"; "sí, hombre"; "he dicho todo lo que tenía que decir"; "todo es verdad salvo alguna cosa"; "quieren apartarnos de nuestro objetivo"; "nosotros a lo nuestro". Bien, calle cortada, camino sin retorno. El presidente del gobierno jamás explica nada. Pero habla siempre con mucho aplomo.

Y ¿en qué consistía el tal modelo Camps? Por lo que se ha podido ver, está documentado y tiene activos a varios tribunales y juzgados de la Comunidad Valenciana, en una gestión en todos los niveles de gobierno (autonómico, provincial, municipal) presuntamente corrupta de arriba abajo; en un entramado de actividades supuestamente ilícitas entre muchos cargos públicos del PP y una serie de empresarios también corruptos o directamente delincuentes. Al fin y al cabo, el bigotes es un empresario. Gestión dada al boato y el despilfarro en obras públicas disparatadas, surrealistas, dadaístas (ese aeropuerto para peatones no se le ocurriría ni a Tristan Tzara) y, al propio tiempo provincianas, casi aldeanas. Circuitos internacionales, ciudades de esto o lo otro, palacios de aquello, una trapisonda de dineros públicos, pretenciosidad paleta que hizo del presupuesto un Eldorado al que acudieron ávidos cuantos sinvergüenzas y mangantes andaban de ronda por el país. La fiebre del oro corrupto. Barberá dice que Urdangarín la engañó. Y lo mismo dirá Camps, si reaparece. La capacidad de engaño de los engañadores es fabulosa. Alguno consiguió incluso engañar al Papa (es de suponer) y montarse un negocio con su visita a tierras valencianas.

Ese modelo de derroche rumboso, clientelar, caciquil, corrupto, para enchufar y enriquecer a los conmilitones del partido, los familiares y los amigos, era presentado a la sociedad que lo sufría como un ejemplo de gobierno eficaz, diligente, afirmativo, conseguidor. La artífice de este abracadabra fue la RTV valenciana que, durante veinte años, estuvo alabando el gobierno del PP, que había llenado la plantilla del ente de enchufados y parientes. La RTVV jamás daba noticia alguna perjudicial para la Generalitat y hasta ocultaba hechos como el accidente del metro, que costó 43 muertos. Al propio tiempo, ninguneaba a la oposición o la presentaba con tintes negativos. Su implantación se hacía a base de ocultar la realidad e inventarse otra sin ningún tipo de escrúpulo. Los escrúpulos aparecieron después, cuando redactores y periodistas que habían perpetrado ese atentado contra el derecho a la información, la libertad de expresión, etc., se encontraron en la calle, despedidos por el mismo gobierno al que llevaban veinte años haciendo el trabajo sucio. Pero este es otro asunto de más calado y queda para otra ocasión.

El modelo, por lo tanto, es un típico Potemkin: una fábula propagandística que oculta una realidad sórdida de latrocinio, expolio y miseria. Y no hace falta amargar la vida a Rajoy preguntándole si es el que aplica en España. Lo es. Lo era antes de su llegada al gobierno y en gran medida, gracias a él. Todo cuanto toca el PP es Potemkin. Se ha perdido el sentido de la moral pública y se llega a extremos de auténtica granujería. Pero oculta, inundada de fraseología ampulosa y huera. Esos cincuenta y tantos cargos del PP que piden el indulto a uno de sus alcaldes, condenado en firme por la justicia por ladrón debido a su talla humana lo son de un partido que anda mareando la perdiz con leyes de transparencia y códigos de buena conducta: las bambalinas, los decorados de cartón piedra que se mostraban a la emperatriz Catalina la Grande y tras los que se ocultaba la miseria y hoy, la delincuencia organizada ya en todo el Estado, al modo de la mafia, por impulso del modelo Camps.

Ese desprecio por la ley, esa conciencia de impunidad, empapa las declaraciones de los dirigentes del PP, carentes de todo sentido de la medida. Es literalmente increíble que la señora Cospedal llame a las Nuevas Generaciones de su partido a imitar a Carromero y no a Bárcenas. Al margen de lo ridículo de la recomendación en sí, ¿no se da cuenta la dama de que pide a los jóvenes identificarse con un delincuente condenado por los tribunales? Y esa es la última. En la penúltima, la dueña castellanomanchega pidió ante el mismo auditorio (que debe de ser bastante pánfilo) que el Código Penal impida a "tribunales de fuera" corregir a los de España. Y es abogada del Estado. Al parecer, nadie le ha explicado que eso no puede hacerse cuando se es parte voluntaria en tratados que establecen jurisdicciones supranacionales. Y tampoco nadie le ha explicado que, de poder hacerse, no sería a través del Código Penal. Malinforma la señora a sus cachorros, pero le da igual porque, más que abogada del Estado, se considera dueña de él. Es el modelo Camps.

Modelo Camps -y dos huevos duros- es el presidente de la Comunidad de Madrid afirmando que "a Madrid la miran con envidia el resto de las regiones." Lo de "regiones" lleva la habitual carga de agresividad soterrada de esta gente. Y el conjunto del enunciado da la medida de cómo el gobierno de Madrid se aplica el modelo Camps; y lo supera. Una ciudad con una alcaldesa en todo similar a Rita Barberá, con las calles llenas de basura, incapaz de gestionar asunto alguno sin desbaratarlo y, de paso, haciendo el ridículo. Una comunidad que despoja a sus ciudadanos de sus derechos de salud y educación, que malvende lo público a amigos o enchufados, que tiene sus universidades en quiebra y su investigación científica parada, mientras subvenciona las corridas de toros y se echa en brazos de un turbio proyecto de inversión, más pretencioso y palurdo que los de Camps, que probablemente ya es un caos y dejará deudas sin cuento.

El modelo Camps es el modelo España, marca España. Puro Potemkin. El Prestige nunca existió; el señor Blesa estuvo injustamente en la cárcel; se ha concluido felizmente un rescate que, como el petrolero, tampoco existió jamás; la infanta Cristina nunca rompió un plato; los jóvenes emigran porque quieren ver el mundo; el intento de expolio de las becas Erasmus, en realidad provenía de la UE; la reforma laboral da frutos óptimos; el recorte de las pensiones es una conquista social; el paro baja; la economía se recupera; es el momento de invertir en España; ya se ve la luz al final del túnel; el mundo entero se mira en nosotros. Y demás mentiras habituales.

La risa y el llanto son reacciones emocionales opuestas y alternativas. También se puede llorar de risa y reír por no llorar. Mantener la ecuanimidad, llegar a la ataraxia de los griegos en mitad de tanto absurdo, tanto disparate, tanta desvergüenza, es imposible. Por eso tal vez lo mejor sea aceptar el Potemkin como la verdad verdadera. 

Pongan ustedes más fútbol en las televisiones.

divendres, 7 de desembre del 2018

¿Quién despierta a quién?

Esto no parece estar claro. En todo caso, tomo pie en una opinión extendida de que la culpa del resultado electoral en Andalucía es del independentismo catalán, que ha acabado despertando a la bestia fascista. Es muy posible que el independentismo catalán tenga algo que ver con ese despertar, pero hay que decirlo todo: lo que ha despertado no han sido los pintorescos personajes electos, que llevan decenios en política. Los que han despertado son los cientos de miles de votos que los han puesto ahí. Eso es grave y no se explica solo por el secesionismo catalán, sino que intervienen otros factores en los que cada cual tendrá su culpa.

En primer lugar, la extrema derecha fascista ha estado y está siempre ahí en España como fatídico resultado de que el fascismo español fuera el único que no perdió la guerra en Europa, sino que, al contrario, la ganó y tuvo 40 años para configurar el país a su imagen y semejanza. Así, mientras la derecha europea se democratizaba, la española se consolidaba, endurecía y echaba raíces patrimonializando el Estado a extremos que llegan hasta hoy.

En segundo lugar, la transición no procedió a depuración alguna de los aparatos del Estado franquista que simplemente en algunos casos cambiaron de nombre, pero siguieron funcionando con idénticos criterios y el mismo personal. A diferencia de Alemania en 1945, en España en 1975 no hubo desfasticización alguna. La extrema derecha franquista quedó “homologada” como la derecha “civilizada” de un Estado democrático de derecho que era un Estado potemkin.

En tercer lugar, el ejercicio sin límites de un poder político tiránico de la derecha más reaccionaria del PP, basado en la holgada mayoría absoluta de las elecciones de 2011, insufló energía y seguridad a una corriente que nunca ha trazado claras líneas de separación entre la acción política y la delincuencia. El poder franquista era positivamente delictivo y este, también.

En cuarto lugar, ese Estado potemkin delictivo goza del cerrado apoyo del ejército, las fuerzas de seguridad del Estado (algunas de ellas delictivas en sí mismas), los empresarios, los banqueros, y la iglesia católica. A todo eso lo llaman Estado democrático de derecho homologable con los vecinos y no perpetuo sistema de oligarquía y caciquismo al viejo estilo costista, disfrazado de Estado de derecho.

En quinto lugar, la crisis económica, el descenso del nivel de vida y los problemas asociados a la inmigración dieron alas a los discursos demagógicos, xenófobos y catalanófobos de estos sectores de la ultraderecha. Discursos como vientos aciagos que agitan densas praderas de malas hierbas de sentimientos machistas, racistas, autoritarios, xenófobos, dogmáticos y serviles muy extendidos en la opinión pública española que lleva años tragando quina con la laxa moral contemporánea y que, en el fondo, piensa que toda libertad sexual es libertinaje.

En sexto y último lugar, la indefinición e incapacidad conceptual de una izquierda española que no ha sido nunca capaz de articularse como una alternativa no subalterna a la derecha. Lo suyo es el desconcierto y la incomprensión del movimiento independentista catalán. Es típico de la ceguera y la cobardía de la izquierda española, incapaz de construir una idea de país y de nación que pueda aglutinar conjuntamente naciones diversas, suscribir la visión nacional de la derecha y su forma criminógena de defenderla.

Lo curioso es que acabe echando la culpa a quien es la principal víctima de aquel renacimiento del fascismo

dijous, 19 d’abril del 2007

NS/NC

En contra de lo que pensaba ayer, los señores de la derecha han decidido llamarse andana respecto a las exigencias de responsabilidad política del anterior Gobierno en el juicio del 11M. Tenía entendido que las víctimas eran lo más importante y que cualquier cosa debía supeditarse a sus justas reclamaciones. Pero, a lo que se ve, las víctimas que declararon el martes en el juicio no son víctimas o sus reclamaciones no son justas. En el PP, los mandos han decidido que la exigencia de responsabilidades políticas no merece contestación, ni siquiera para decir que no ha lugar. El PP no sabe/no contesta (NS/NC).

En la vista las cosas van quedando diáfanas. Parece que la dinamita Titadyne se ha evaporado aunque, a estas alturas, eso ya no importa mucho pues resulta claro que el Gobierno mintió todo lo que pudo en los fatídicos días 11, 12 y 13 de marzo de 2004. Eso ya lo sabíamos. Lo sabíamos en aquellos días. La frenética actividad del Gobierno, las llamadas del señor Aznar a los directores de periódicos, las instrucciones de la ministra de Asuntos Exteriores a las embajadas, la manifa convocada por el ejecutivo con la consigna de "con la Constitución" (que sólo tiene sentido si se esgrime frente a etarras, pero resulta absurda frente a islamistas) no era una campaña de información, sino de intoxicación deliberada, un intento descabellado de sustituir una realidad por un decorado, de construir un "poblado Potemkin", como se dice, con gran injusticia hacia el ministro y amante de la Zarina Catalina la Grande que no hizo lo que se le acusa de haber hecho, esto es, enteras aldeas de cartón piedra para engañar a Catalina en su viaje triunfal a Crimea en 1787. ¡Qué injusta es la vida! Los "poblados Potemkin" debieran llamarse "mentiras Aznar". Ahí es nada sacar a la calle a la gente escudándose en la Constitución para engañar a la opinión española, tras haber declarado una guerra a causa de unas armas de destrucción masiva que no existían para engañar a la opinión mundial.

Curiosamente, cuanto más claras están las cosas en la vista oral, más las embarullan los de la conspiración. Para una parte del país, entre la que me cuento, el juicio está siendo ejemplar y poniendo en evidencia que la investigación y la instrucción también lo fueron, sin ignorar que en todas partes pueden siempre cometerse errores menores. Hasta la fecha la autoría islamista está probada y de la conexión etarra no hay ni la sombra de una prueba, salvo los recuerdos del señor Ramírez y las fantasías parapsicológicas a lo Madame Blavatsy del señor Del Pino. Para estos, por el contrario, como para sus periódicos y emisoras de radio, la que ya ha hecho aguas es la llamada "versión oficial" que, por cierto, es una expresión sorprendente: ¿versión? ¿oficial? ¿Quién la ha formulado? ¿Quién la sostiene? ¿Quién la ha hecho "oficial"? No existe una "versión oficial" como no existe una "versión conspirativa". La primera es lo que día a día va quedando claro ante un tribunal con luz y taquígrafos. La segunda, un engaño propalado con los más bastardos motivos.

dijous, 9 d’octubre del 2014

Gran Hermana te vigila.


Antes de leer este post, y por si alguien lo juzga exagerado, conviene echar una ojeada a una breve pero tremenda pieza de PR Noticias, titulada Soraya asegura a Mariano Rajoy que ‘todos los diarios están controlados’ incluyendo a ‘El País.

Estoy convencido de que el presidente del gobierno no ha perdido un minuto de su vida en acercarse a la centenaria tradición de estudios e investigaciones sobre la importancia de los medios de comunicación, lo cual es lógico, teniendo en cuenta que la única lectura que se le conoce es el Marca. Pero tiene un conocimiento intuitivo de la esencia comunicacional de su tiempo. Su procedencia de una pequeña ciudad de provincias como Pontevedra en donde, probablemente, todo el mundo, al menos el mundo de buena estirpe, se conoce, y sus rasgos caracteriológicos abundantemente expuestos en sus tres años de gobierno, lo avalan como un extraordinario jugador en el resbaladizo terreno de la opinión pública y la comunicación; como un superviviente nato; un verdadero killer. Su carrera, cierto que pausada, hasta la jefatura de los conservadores españoles, dejando detrás un reguero de cadáveres políticos, al igual que su permanencia como presidente del gobierno en contravención de todo el saber convencional sobre las relaciones entre políticos y medios en una sociedad democrática, son prueba de un caso muy digno de consideración.

La abundantes anécdotas que jalonan una presidencia pintoresca son pinceladas de un modo de entender la política que es fácil interpretar erróneamente como carencias del personaje. En realidad dibujan un plan deliberado y sistemáticamente seguido. La relación de Rajoy con los medios es la del ausente. No hay declaraciones, ni comparecencias, ni ruedas de prensa. Hay plasma, silencio y quites a cargo de sus ministros, particularmente su vicepresidenta. No hay un discurso público coherente, ni explicaciones de género alguno, sino un ritornello cansino sobre una recuperación inexistente. Rajoy se declara partidario de la transparencia y el diálogo porque es lo que le han dicho que debe decirse. Pero para él, la política es una actividad secreta, de la que no se da cuenta y se envuelve en vaguedades y embustes, en la presentación de un país Potemkin. Aquí da todo igual. El gobierno es una máquina de hacer chapuzas, disparates, enfrentar a la gente y mentir. La corrupción no se persigue quizá porque ya no queden instancias para hacerlo. El país se hunde cada vez más en el marasmo. Su posición internacional es deleznable. Todo igual. Lo importante es lo que se comunica y, para eso, la orden es tajante: hay que controlar todos los medios de comunicación. Y todos quiere decir todos. La sumisión de la prensa de Madrid, con matices, es absoluta. ABC y La Razón, considerando que algo así sea un periódico, por devoción y El País y El Mundo por obligación, todos los diarios de la capital están al servicio del gobierno. En Cataluña este se ha hecho ya con La Vanguardia y tiene cerco puesto a El periódico.

La inauguración de la edición catalana de elpaís.es, en la que Cebrián lució catalán e ideario ilustrado a la hora de traer a los díscolos al redil nacional, estuvo presidida por Soraya Sáenz de Santamaría. Por si había alguna duda de a quién corresponde atraíllar a los diarios. Todos quietos y a marcar el paso. Estamos ya en año electoral y es imprescindible que la gente se convenza de que la verdad es el Potemkin que le relatan los medios y no lo que ve en la vida diaria. Es un retorno a aquel famoso dicho del franquismo frente a quienes hablaban de cosas desagradables: "menos viajar y más leer el Informaciones". Hoy igual: menos fisgar por ahí y más leer ELPais-El Mundo-ABC-LaRazón, el frente de la verdad neoliberal a la par que nacionalcatólica. A buenas horas iba Rajoy a permitir que Sáenz de Santamaría fuera alcaldesa de Madrid cuando la tiene de passepartout en La Moncloa, de cabo furriel, Torquemada, vigía, gran hermana orwelliana, maquiavela del partido y catavenenos del Jefe.

Con la prensa en un puño, el gobierno se asegura también el audiovisual. Las empresas privadas sometidas merced a la política de licencias, subvenciones y otras formas presión que la vicepresidenta maneja con la frialdad y falta de escrúpulos que ha aprendido de su maestro. Las públicas, convertidas en aparatos de agitprop y pobladas de comisarios políticos, intelectuales y comunicadores orgánicos a sueldo. Con todo bajo control, Rajoy y los suyos tienen un año para convencer al electorado de que solo ellos tienen la llave del éxito frente al riesgo que suponen todos los demás; que lo que ha pasado no ha pasado o ha sido culpa de otros; que lo que va a pasar será el retorno de la prosperidad, la abundancia y la felicidad; y que, mientras tanto, el gobierno no roba, no protege a los corruptos, no hace chapuza tras chapuza y trabaja round the clock..

La conclusión parece obvia. En un sistema formalmente democrático pero materialmente dictatorial, con toda la comunicación secuestrada y la vigilancia omnipresente de la Gran Hermana y sus policías del pensamiento y obra el gobierno tiene las elecciones ganadas. Sin embargo, no tenemos pruebas concluyentes de que el monopolio informativo, la censura, la manipulación, el embuste institucionalizado rindan tales frutos. Hay numerosos casos en que la población ha votado en sentido contrario a la machacona propaganda del gobierno.

Esa es la esperanza aquí, alimentada, además por el hecho de que, según parece, la función crítica de la información y la comunicación se ha mudado al ciberespacio, al ámbito dígital, a los medios online y las redes sociales. Aunque el gobierno de la derecha trate de interferir en esta jurisdicción, según su talante autoritario, censor y represor, llega tarde. La libertad de expresión se expande a gran velocidad, configura el núcleo de la oposición a un sistema corrupto e inicuo, pone de relieve los rasgos de una política basada en el engaño, el latrocinio, la incompetencia y la fabulación de relatos, y articula los mecanismos nuevos de oposición que están dando forma a movilizaciones sociales que el sistema en su conjunto, el poder y el aparente contrapoder de la oposición institucional no saben cómo contrarrestar.


((La imagen es una foto de Wikimedia Commons, con licencia Creative Commons).

dijous, 27 de setembre del 2012

Una propuesta práctica para la izquierda.

Los últimos acontecimientos en Madrid y otros lugares de España son muestra de un deterioro alarmante de la democracia. La desmesurada violencia policial en la represión de un 25S pacífico; el hecho de que los agentes fueran sin identificar, en contra de la ley y que sus mandos se jacten de ello; la brutalidad indiscriminada desatada por las provocaciones de los propios agentes disfrazados de manifestantes, contra toda norma moral; las identificaciones aleatorias e intimidatorias; las detenciones discrecionales; el hostigamiento y amedrentamiento sistemático de la población, todo ello prueba una neta involución política hacia formas políticas autoritarias, casi dictatoriales.
Y la consecuencia más evidente es la generalizada conciencia de indefensión de la ciudadanía frente a las arbitrariedades del poder, lo cual produce un estado de creciente irritación popular ante la que la autoridad solo responde intensificando la violencia.
El gobierno salido de las elecciones arrastra un déficit de legitimidad sobrevenida al haber incumplido clamorosamente todo el programa en virtud del cual se lo eligió. Por este motivo tiene tanta autoridad para gobernar como el mancebo de la botica. Sabedor de esta carencia de legitimidad, el poder no se molesta en guardar las apariencias, prescinde de todos los frenos y contrapesos propios del Estado de derecho y actúa a golpe de decreto, sin someterse a control alguno. El Parlamento, vaciado de contenido por la mayoría absolutísima del PP, no pinta literalmente nada. Las demás instituciones de fiscalización, como la Defensora del Pueblo, por ejemplo, están al servicio incondicional del gobierno. Solo los tribunales conservan un remedo de independencia, pero es de efectos tardíos, inseguros y quizá poco eficaces. Cuando el ministro Wert mantiene la subvención a los centros educativos segregados por sexo en contra de una sentencia del Tribunal Supremo hay poca duda sobre lo que aquí se dice.
El círculo se cierra con el control del gobierno sobre los medios de comunicación, total en el caso de los públicos -que actúan como unidades de agitprop del PP- y casi total en el de los privados. Un control que, con los esfuerzos de una batería de plumillas e ideólogos, fabrica una realidad diaria tipo Potemkin, esto es, simulada, ficticia. Una realidad en la que el pueblo que protesta contra el golpe de Estado de la banca es presentado por la autoridad como golpista, en que los escasos diputados que denuncian la violencia institucional son acusados de violentos y en la que son los manifestantes pacíficos como los de las fotos los que atacan a la policía.
Y no hay mecanismos de defensa. 
Gracias a las redes sociales todo el mundo puede ver lo que ha pasado, lo que está pasando, cómo la policía va sin identificar, se extralimita de continuo, carga brutalmente y maltrata a la ciudadanía que está ejerciendo un derecho. Luego, la delegada del gobierno ocupa los medios y miente con todo descaro, reduce los manifestantes a la décima parte, los insulta tratándolos de golpistas, asegura que atacan a la policía y que esta actúa correctamente. El gobierno ampara y sostiene estas patrañas y los medios de comunicación al servicio de la autoridad, esto es, casi todos, propalan los embustes, los infundios, las calumnias y son cómplices del poder en la tarea de criminalizar la oposición extraparlamenteria y parte de la parlamentaria, en concreto el puñado de diputados que ha tenido el coraje y la honradez de sumarse a los manifestantes.
La iglesia, como siempre que la derecha actúa en defensa de sus intereses, calla, y la gente tiene que informarse en las redes sociales y los medios extranjeros, hoy al alcance de la mano gracias a internet. Pero lo hace y eso se traduce luego en una acción política práctica extraparlamentaria que, aunque la delegada Cifuentes y quienes están tan ciegos como ella la vean como un problema de orden público, tiene un alcance inmenso, cada vez más de manifiesto. El sábado vuelve el pueblo soberano a rodear el parlamento para protestar por una forma de hacer política que reputa antidemocrática, injusta e inmoral. Lo hace de modo espontáneo, sin organización jerarquizada porque los partidos no pueden ya canalizar las aspiraciones de los ciudadanos, unos porque, siendo los partidos dinásticos, están comprometidos con la situación que se impugna y los otros porque tienen perfiles ideológicos restrictivos, casi sectarios, que no invitan a seguirlos. El poder reacciona con desmesurada violencia frente a este movimiento pacífico de desobediencia civil y, en su necia locura no se da cuenta de que está alimentándolo. Las instituciones que habían de servir de contrapeso son cómplices del atropello y, aunque ya sea claro que el movimiento es imparable, lo es por el sacrificio de la gente, dispuesta a padecer la violencia del poder, indefensa.
Pero no debiera ser así. Debiéramos encontrar mecanismos de defensa de la protesta tanto colectiva como individualizadamente, que pudieran enfrentarse al poder desde una posición de altura moral y con la legalidad en la mano, para  pararlo, reducirlo y proteger el movimiento.
Por ello propongo celebrar una conferencia de organizaciones de la izquierda, de toda la izquierda, incluido el PSOE, para consensuar la constitución de un Tribunal Cívico, compuesto por media docena de personas de indudable integridad moral y altura intelectual que conozca los casos de conculcación de los derechos de los ciudadanos a manos de las autoridades. La cuestión sería ponerse de acuerdo en los nombres, cosa que no debiera ser difícil por consenso y serviría como un primer paso claro y práctico en pro de la unidad de la izquierda. Pienso en nombres como los de José Luis Sampedro o Federico Mayor Zaragoza, gente que dé la talla y goce de merecido reconocimiento.
La función del Tribunal Cívico será dictaminar sobre los casos que investigue, los abusos, las arbitrariedades, poniéndolos en conocimiento de los medios y también de los tribunales de justicia nacionales e internacionales. El Tribunal Cívico debe disponer  de un cuerpo o gabinete de letrados que recurra permanente y sistemáticamente a los órganos judiciales en defensa de los derechos de los ciudadanos para oponerse individual y colectivamente a las decisiones de un poder que no quiere límites. 
Dado que la Defensora del Pueblo defiende al gobierno que ataca al pueblo, que el Parlamento se limita a convalidar las políticas antipopulares del gobierno y que los tribunales de justicia no son operativos en el control de las desmesuras gubernativas, poner en pie un organismo de este tipo es un gran paso en la actividad de proteger un movimiento popular, espontáneo, de crítica y regeneración del sistema político y en defensa de un orden más humano y justo aquí y ahora, no en un hipotético futuro.
(Las imágenes son dos fotos encontradas en Twitter que recogen momentos de la represión policial del 25S. No he visto que tuvieran derechos reservados y he asumido que están en creative commons. De no ser así, un simple aviso en el contacto de Palinuro bastará para retirarlas).

diumenge, 3 de juny del 2018

Tarjeta de visita: los presos políticos

La última vez que Pedro Sánchez se refirió a los presos políticos en España fue para negar su existencia. Para él no hay "presos políticos". Ignoro si también completó como hacen los de la banda pepera, hablando de "políticos presos". O sea, como Zaplana. Me extraña que alguien de izquierdas sea incapaz de ver las diferencias entre Zaplana Y Junqueras. Si no las ve cuando son patentes a primera vista, realmente no merece la pena seguir hablando. Hay que pasar a defenderse. Porque si alguien sostiene que no hay diferencias entre Zaplana y Junqueras, solo puede hacerlo de mala fe y frente a la mala fe, poco es lo que cabe razonar. Lo dicho, a defenderse.

Defensa es la iniciativa de la Generalitat de colgar un enorme cartel en la fachada del Palau de Sant Jaume pidiendo la libertad de los presos políticos, de esos que no existen, según Sánchez. Apenas nombrado presidente del gobierno español, Sánchez ya "razona" como Rajoy: negando la existencia de lo que no le gusta. Para el presidente de los sobresueldos, no habría consulta del 9N 2014 y no hubo consulta del 9N 2014; no habría referéndum del 1-O y no hubo referéndum del 1-O; no habría declaración de independencia republicana y no hubo tal; no hay presos políticos y Sánchez retoma la falsedad de la banda de malhechores y la hace suya: no hay presos políticos.

Pero el hecho es que los hay y su liberación ha sido la primera exigencia del gobierno de Torra. Sánchez puede seguir la vía neurótica de su predecesor y obstinarse en negar la realidad y la realidad acabará negándolo a él como ya ha tachado al presidente de la Gürtel y el apaleamiento de ciudadanos el 1-O. Claro que hay presos y exiliados políticos en España y, por cierto, injustamente tratados en relación con los presos comunes. Claro que la lucha por su liberación es el punto primero del programa del govern de la Generalitat, lo que demuestra la absoluta ineptitud de quien diseñó toda la operación de represión en Catalunya, Soraya Sáez de Santamaría. Y claro igualmente, que el gobierno español no puede permitir que la bandera española no ondee en el Palau y sí, en cambio, la pancarta por los presos políticos con la que, además, Torra pone en evidencia el camaleonismo y la hipocresía de Ada Colau. 

La cuestión es si el gobierno de Sánchez está en situación de obligar a la Generalitat a cumplir la legislación sobre banderas y retirar el cartel de los presos. Y no lo está. Otra parcela más de soberanía española desalojada por la soberanía catalana. Este es el procedimiento por el cual la República está consolidándose de hecho, gradualmente, ante la creciente impotencia del Estado, cada vez más fallido e incompetente. 

Desde el nombramiento de las nuevas conselleres se han escuchado voces criticando al govern de Torra el haberse acomodado a las exigencias españolas, haber aceptado su ilegal legalidad, llegando al extremo de dudar de su compromiso con el objetivo final de la República Catalana independiente. Pero las declaraciones y actos del presidente son inequívocos: la hoja de ruta a la independencia y la República se mantiene, queremos la liberación de los presos y la anulación de todos los expedientes represivos del tipo que sea, judicial, político, económico, policial, etc. 

El problema, obviamente, es para Pedro Sánchez. Su partido, en especial sus sectores más reaccionarios, como Rubalcaba, Díaz, Bono, etc y algunos activos hoy en su entorno, como Ábalos o Puente, no le dejan ni acercarse a los independentistas. Por otro lado, su exclusión de Podemos del gobierno no lo hará bienquisto a los ojos de los morados, si bien es cierto que, dada su confusa ambigüedad, apenas será útiles en el contencioso catalán.

Porque ese es el problema real del Estado español ahora mismo, el que de verdad compromete su supervivencia. Ayer suponía Palinuro que el PSOE optaría por un gobierno apoyado en "geometría variable", juntando una política social progresista con el apoyo de Podemos y los indepes y una nacional reaccionaria imperial españolista con el apoyo del PP y C's. Lo cual está bien, revela decisión, pero no un conocimiento aceptable de la realidad con la que se encuentra. Esta se condensa en una figura concreta: la existencia de dos poderes -la dualidad- antagónicos que luchan por el mismo territorio, España y Catalunya. La segunda, emergente, la primera, claudicante.

Heredero de un régimen secularmente corrupto y tiránico, obra de una oligarquía inculta, esquilmadora, nacional-católica, con cuarenta años de franquismo y otros cuarenta de democracia falsa o Potemkin, el sistema político de la Constitución de 1978 ha llegado a su fin, por su incapacidad para hacer frente a la crisis territorial constitucional catalana. 

La República catalana acabará siendo una realidad incuestionable por incapacidad de la monarquía española para conservar a Catalunya. España la perdió para siempre con la salvaje represión policial del 1-O y la siniestra, amenazadora y estúpida comparecencia del rey dos días después en un discurso para defender al gobierno de los piolines y el "a por ellos" y amenazar a los catalanes sin contar con ellos para nada.

¿Qué puede hacer Pedro Sánchez para evitar la perspectiva de la separación final de Catalunya?

Si este Pedro Sánchez es el de la prolongación del 155, el "respeto a la ley", la reforma del Código Penal para criminalizar a los indepes y la intención de establecer la dictadura en Cataluña, no podrá hacer nada. 

dijous, 27 d’agost del 2015

La sexagenaria no puede con la septuagenaria.

Los teóricos políticos se pasan la vida tipificando clases de liderazgos y de políticos, categorías, estilos: políticos autoritarios, populistas, liberales, democráticos, xenófobos, etc. Está bien, para moverse con comodidad en el abigarrado y confuso mundo de la política. Pero eso es hasta que descendemos a tierra y nos encontramos con los políticos reales, esos bípedos intrigantes supuestamente racionales que hacen trizas todas las clasificaciones analíticas.

Por ejemplo, es imposible encontrar categoría en la que encaje la gárrula Esperanza Aguirre. Si le hacemos caso, será demócrata, liberal, católica y patriota española. Si atendemos a otras opiniones veremos que hay gente que la considera autoritaria, dogmática, beata y vendepatrias. Una hipócrita y ególatra consentida a la que nadie se toma en serio pero que tampoco está acostumbrada a que la critiquen o, incluso, que la traten de "tú" a "tú". Necesita sumisión total y abyecta. Telemadrid tenía que estar a su absoluto servicio, cantar sus glorias, que era ninguna, y ocultar sus errores o desaguisados que eran tropel porque no toca nada que no lo desgracie. La función de Telemadrid no era informar de la realidad sino inventársela de arriba abajo, en un ejemplo de comunicación tipo Potemkin. Y el que no estuviera de acuerdo con esto, con ser un agente de agit-prop en vez de un periodista, se iba a la calle ipso facto, como pasó con Germán Yanke  que, al parecer, no le hacía suficientemente la pelota. Y con la señora diciendo que ella es liberal.

Su liberalismo es patente en el proyecto de la Ciudad de la Justicia, un desastre de 105 millones de euros del que la liberal Aguirre quiere responsabilizar en último término a los jueces mismos que, deseosos de lucir y lucirse presionaban para que se realizaran las obras. O sea, la culpa es del Estado porque ¿no son los jueces el tercer poder, el judicial? Pues, eso, el Estado responsable del dispendio. Obras, no se hicieron muchas, pero había una legión de jefes sin tropa, aunque ganando una pasta. Cuando ya no se pudo ordeñar más a la vaca estatal, se decretó el cierre de la empresa que, por cierto, era una fundación pública (recibía la pasta del Estado) pero de gestión privada, obviamente para saltarse todos los cauces y precauciones y emplear a los parientes y enchufados con sueldos de cine, aunque no supieran ni rebuznar.

Habiendo sido derrotada (aunque el suyo fuera el partido más votado), se ha negado a aceptar la derrota y busca por todos los medios desplazar de la alcaldía a Manuela Carmena. Pues le salió de maravilla el Tamayazo, cree que debe tentar a aquellos que, como Carmona, puedan tener algún agravio con su partido, llevándolo al transfuguismo. No está claro si se ha dirigido a los otros concejales socialistas. Podría ser, pero sería extraño, porque esos contactos son pura dinamita, sobre todo si te los graban y en el PP se graban hasta los soliloquios. El fondo del asunto, sin embargo, está vivo: cree que, al haberlo conseguido una vez, puede conseguirlo de nuevo porque, para ella, todo el mundo tiene una precio. Sin duda ella misma también. Una posición perfectamente liberal. Todo se compra, todo se vende. Carmona, sin embargo, no solo no se vende, sino que hace burla de la eventual compradora.

Curiosa lección de una vida liberal, desempeñando cargos públicos para ir contra lo público sistemáticamente. A sus más de sesenta años, casi todos ellos dedicados a la política, cabría presumir en ella cierta experiencia y habilidad para no andar haciendo de Mefistófeles de pacotilla, tratando de comprar las almas de la gente sin conseguirlo. A sus más de setenta años, casi todos ellos dedicados a la judicatura, Carmena ingresa en la política sin experiencia y se afirma frente a la sexagenaria. Toda la experiencia de esta no impide que se le abran varias cuestiones especialmente resbaladizas de las que no es seguro que salga con bien y consiga sobrevivir políticamente. Sobre todo porque, a estas alturas, quienes desean ardientemte que se calle y desaparezca para siempre son los de su partido.

divendres, 14 de juliol del 2017

Las bellas artes y sus concomitancias

Buena idea de Caixaforum en Madrid en esta exposición centrada en la influencia de la pintura en el cine desde el nacimiento de este. Gran abundancia de material gráfico (cuadros, grabados, dibujos, bocetos, modelos, fotografías, decorados, fragmentos de películas, muchas de ellas célebres) y escrito (libros, folletos, artículos, ensayos, poemas). Casi todo procede de la Cinemateca de París, pero también de otras partes. Esta abundancia de material obliga a una visita pausada y, como, además, por las noches, hay unas actividades de complemento, la exposición, sin duda, será un verdadero curso. Y, con todo, es obvio que, sin demérito alguno de la muestra, excelentemente comisariada, su objeto desborda los medios de forma abrumadora. Ella misma lo reconoce al hablar de "120 años", pero mostrar solo algo más de 70, dejando los siguientes 40, muy sensatamente, para cuando el paso del tiempo permita alguna perspectiva; o sea, otros 40 años. Pero no importa, es un comienzo feliz y la visita a la muestra una gran experiencia.

Que las artes no están aisladas se ve en su propia historia. Hasta la estatuística griega tiene que ver con la arquitectura, la pintura, el teatro, la música clásicas. La experiencia estética es un horno en el que se funden medios muy distintos sin ninguna pauta que no sea la genialidad. La exposición se centra en pintura-cine, pero no puede cerrar las puertas a las otras formas. Ni lo pretende. Y por ahí se cuelan historias. Cuando el cine aparece (momento glorioso de la entrada del tren en la estación, de los hermanos Lumière), la pintura es un arte consagrada, longeva, tan respetable que se permite el lujo de tener vanguardias. El cine, en cambio, está dando su primer vagido. Pero, a su vez, tiene un interesante origen en la búsqueda de la fotografía del (y en) movimiento. La fotografía, mirada con desdén por los pintores de mediados del XIX, quería mostrar su superioridad artística captando algo que la pintura jamás alcanzaría: el movimiento. Por eso, con mucho tino, la exposición se abre con unos célebres fotogramas de Eadweard Muybridge que, hacia 1870, mediante mucho ingenio, consiguió fotografiar el movimiento por secuencias de segundos, como modo de confirmar el previo logro del galope de un caballo por Etienne-Louis Marey, de quien también hay fotos. Ahí empezaría el cine y la venganza de la fotografía. Todo el mundo sabe que Edgard Degas las tuvo muy presentes a lo largo de su vida en sus cuadros de bailarinas y caballos de carreras, dos de los motivos que más trabajó Muybridge. Por supuesto, sin Muybridge quizá no hubiera habido vorticismo, ni disfrutaríamos los cuadros de Boccioni con figuras humanas bajando la escaleras y obligándonos a seguirlas con la mirada o el divertido trote de un perro de aguas de paseo con su ama.

Las mutuas influencias entre pintura y cine son incontables y a ellas se añade la música que, por cierto, se manifiesta antes que el cine sonoro porque solía interpretarse in situ, en unos casos con más acierto que en otros. De forma que, ya al comienzo, uno abandona el criterio cronológico racional de la muestra y se entrega a la contemplación de lo que más le atrae, con el goce de verlo todo junto. Y, desde luego, de aprender muchas cosas.

Las vanguardias pictóricas y el cine van de la mano y el surrealismo se lleva una buena tajada, con Un perro andaluz y La edad de oro, diseños de Max Ernst, readymades y la entronización absoluta, cuando Hitchcock encarga los decorados de la pesadilla de Peck en Spelbound (Recuerda en castellano) a Dalí. La historia, sin embargo, iba de psiquiatría y psicoanálisis, dando un formato científico que descansaba, más que nada, en las gafas que el maestro del suspense había encasquetado a Ingrid Bergman. Cosa lógica por cuanto el surrealismo, vinculado en lo colectivo al comunismo, en lo personal y privado lo está al psicoanálisis. Prepárense para ver alguna curiosa interpretación fotográfica de un cuadro de Magritte.

El impresionismo, que ya se practicaba en las variaciones de luz de las fotos, se hace patente en el cine. Incluso, me atrevería a decir que por vía de herencia familiar. Las películas de Jean Renoir no pueden negar que su director, hijo de Pierre-Auguste Renoir, nació y creció con esa visión por impresión. Y, por supuesto, expresión. Todo el expresionismo alemán se volcó en el cine. Por ahí anda María "liberando" a las masas oprimidas en Metrópolis de Fritz Lang y el loco maniático Dr. Caligari exhibiendo el sonámbulo Césare, que todo lo sabe, que conoce el pasado y adivina el porvenir, de Robert Wiener. En decorados que salen de Munch o Kirchner o la gente de Die Brücke o de Grosz Eso de poner nombres italianos a los malvados es una vieja costumbre del goticismo alemán. Es curioso ver a Conrad Veidt (Césare) de joven y recordarlo luego, años más tarde, como el espía alemán casado con Gilda.

El cine y la revolución bolchevique, con esa locura de constructivismo, futurismo y hasta suprematismo que es el Acorazado Potemkin cuyo director (Eisenstein) firma su última obra y la deja incompleta, Iván el terrible, cuya banda sonora era de Prokofiev. Lo cual nos lleva a los años 40 y 50, aunque antes aconsejo parada ante un fragmento glorioso de Cero en conducta, de Jean Vigo (1933) que está en la base de la "Nueva ola" francesa de los 60. Los 400 golpes es su heredera directa. Los 60 y los 70 están literalmente monopolizados por el cine de Goddard. Con mucha razón. Se queda uno prendado de los fragmentos de sus dos obras más conocidas, A bout de souffle y Pierrot le fou, totalmente destructivas, ambas terminadas en muerte, en un caso a manos de la ley, en el otro por la propia mano.  

Parece como si en aquellos años la concomitancia cine-pintura se hubiera debilitado. Pero eso solo si miramos el cine. Si vamos a la pintura, en estado de rebeldía al figurativismo y cada vez más abstracta, pareciera roto, salvo en los casos marginales de cine experimental o documental. Pero hay otra pintura que acusa el impacto del cine. De hecho, el Op-art y el Pop-art salen de ahí y ya no hablemos del hiperrealismo o de la pintura de Lichtenstein o la de Warhol.

Una magnífica exposición que no solo se contempla, sino que se vive. 

dilluns, 12 de febrer del 2024

Sobre la immigració

Al llarg de la història les migracions han estat font de riquesa i benestar. A banda que la major part de les vegades s'hagin produït per cataclismes naturals o humans, principalment guerres i persecucions, els països que les han rebut s'han beneficiat com també ho han fet els mateixos emigrants, que han trobat una segona oportunitat a la vida.

L'exemple més conegut és el dels Estats Units, un país fet per immigrants voluntaris de tot el món, sense perdre de vista l'aportació involuntària dels immigrants forçosos, els esclaus. En Nord-Amèrica els immigrants van trobar una societat estable d'oportunitats on van poder i van saber integrar-se. Així ha esdevingut el primer país del món, el país de la frontera, el del "go West, young man". 

Amb aquestes limitacions (que sempre es donaran) la immigració és un fenomen beneficiós per a tothom i que cal regular en interès públic. Així mateix, respon a l'exercici d'un dret que hauria de ser de reconeixement universal, encara que, per raons molt diverses, no ho és: el de lliure circulació dels éssers humans. 

Tanmateix, la immigració és un tema tabú a l'esfera pública catalana, del qual els "opinion makers" no gosen parlar. Tenen por als sàtrapes republicans que controlen amb mà de ferro els mitjans de comunicació, reparteixen les subvencions, paguen els silencis i silencien els que no poden comprar. 

Tothom ho sap, però pocs ho denuncien: la política immigratòria d'ERC és un desastre sense pal·liatius. Orientada a acollir el que vingui, amb una doctrina equivocada i el descarnat objectiu d'apujar els seus vots, només ha aconseguit crear un problema d'inseguretat pública que les autoritats s'obstinen a amagar, però que la gent experimenta a la seva vida quotidiana i denuncia a les xarxes. 

Per assolir el seu objectiu, el govern ha bastit un edifici de falsificacions orwellianes, una realitat Potemkin. Els mitjans tenen ordres d’amagar els fets i en cap cas donar la nacionalitat dels delinqüents per evitar, diuen, la xenofòbia, però, en realitat, per impedir que es tingui informació fefaent. La censura mai no ha servit de res i només aconsegueix que creixi més el temor de la població i, per tant, la xenofòbia. Això sense esmentar que aquesta odiosa pràctica infantilitza la població i estén entre tots l'estigma delictiu.

Mostra de la incompetència d'un govern compost per endollats que no ha fet més que fracassar en totes les gestions. La consellera Verges participa en un fòrum europeu sobre integració de migrants, mentre el seu cap Aragonès diu que no cal que els musulmans s'hi integrin. Però la integració és la peça clau de la gestió de la immigració. 

Perquè, en el cas de Catalunya, no és només una qüestió d'ordre públic sinó un problema de supervivència com a cultura i com a poble, o sigui, com a nació. Si la immigració, o una part majoritària, no s'hi integra perquè vol mantenir uns valors antagònics (per exemple, en matèria de drets fonamentals de les dones), la supervivència cultural/nacional de Catalunya està en perill. Sobretot perquè, a més, no té sobirania política ni recursos materials per a gestionar el problema. 

L'episodi de l'agressió del marroquí de la foto a una sèrie de dones al metro de Barcelona és la millor il·lustració del problema a què ens enfrontem de com gestionar a la vida quotidiana les conseqüències d'una política errònia en el plantejament teòric. Els mitjans que s'han vist obligats a donar la notícia suggereixen que es tracta d'un boig que, per raons incomprensibles i desconegudes, ha agredit un seguit de dones. 

Pot ser. Però també pot ser i, fins i tot, és més probable, que la raó sigui que, per als musulmans, tota dona que aparegui en públic amb el cap descobert ha de ser agredida (com ho fan a l'Iran) i fins i tot assassinada. L'ordena el seu déu. 

Retornant al pla general, això vol dir que cap dona que vagi descoberta pel carrer a la vista de musulmans està segura. 

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Un altre dia parlem de la ideologia woke d'un món cosmopolita i una immigració basada en el supòsit que els països europeus (especialment els antics imperis) tenen una obligació d'acollir tots els immigrants de les antigues colònies per rescabalar-los de les injustícies que van patir en el passat.

divendres, 14 d’octubre del 2016

Homenaje a Orwell

Si el autor de 1984 hubiera conocido la España de Rajoy, Bárcenas, Correa, Blesa, Rato e tutti quanti hubiera traído aquí su famosa novela distópica. Le hubiera fascinado la neolengua de Rajoy, su gobierno y su partido. ¿Se recuerda lo de la paz es la guerra y la guerra es la paz o argumento del espejo? Aplíquese a los momentos culminantes de la sobresoldada retórica del gobierno, su presidente y el partido que también preside:

La "Gürtel" no es una trama del PP, sino una trama contra el PP (Rajoy, 2009).

El PP es y debe seguir siendo incompatible con la corrupción (Aznar, 2010).

El PP es el partido de los trabajadores (Cospedal)

El PP colabora en todo momento con la justicia (Floriano)

El PP encabeza la lucha contra la corrupción (Rajoy 2014)

Hemos conservado el poder adquisitivo de las pensiones (Báñez 2016)

No hay duda, ¿verdad? Es el llamado país Potemkin.

Y ¿qué decir de ese todos los españoles son iguales, que no se le cae de la boca a Rajoy? ¿Qué sino que pertenece a otra obra de Orwell, La granja de los animales, que se rige por el principio de que todos los animales son iguales, pero unos son más iguales que otros?

Y ya, para nota, el momento culminante, el que supera la ficción y aterriza en la cruda realidad del estalinismo, cuando se borraba la memoria de los enemigos suprimiéndolos incluso de las fotos: esa persona de la que usted me habla.

La crónica de los tribunales parece una mascletá en plena alegría pirotécnica. Aquí no se libra ni Dios, con lo que le gusta el fuego. Por lo que da a entender, Correa cogobernaba el país desde Génova en comandita con Aznar. Luego se abrió al llegar Rajoy, con el que no había química. Pero, según los papeles de Bárcenas, había economía, contabilidad y hasta antropología, en forma de una práctica de intercambio de cuantiosos regalos, un Potlach.

El cuadro que se despliega a ojos de la ciudadanía es una especie de fresco, de mural, de un gobierno y una administración en contubernio con sectores corruptos del empresariado para saquear el país. Y lo de "sectores" tómese por exceso de prudencia pues el mismo Correa asegura que él no hizo nada que no se hiciera normalmente en el sector privado. Eso se llama capitalismo neoliberal.

Es tal la connivencia de la autoridad con la corrupción que hasta cuando actúa por propia iniciativa y siguiendo cauces legales genera situaciones ilegales o, cuando menos, inmorales. Inmoral es que los cuidados del padre de Rajoy, dependiente, se carguen al erario, siendo así que ese mismo Rajoy ha dejado sin subvención alguna a multitud de dependientes que, según son doctrina, son iguales a su padre. Inmoral, cuando menos, es que Cospedal se gastara dos millones de euros en vinos en una cumbre durante su mandato conocido por sus despiadados tijeretazos a todo lo que se movía.

Visto y oído lo visto y oído hasta la fecha y lo que queda por ver y oír, ¿cómo puede la Gestora del PSOE pedir la abstención del partido? Sobre todo, ¿cómo puede porfiar en su empeño a la vista de la rebelión interna de la militancia del partido que mayoritariamente quiere mantener el NO es NO? (Por cierto, puede firmarse en la campaña de change.org). Abstenerse, en definitiva, significa amnistiar políticamente las tropelías anteriores en este momento en proceso penal. Y, asimismo, aceptar cuatro años más de un gobierno de esta ralea que acabará por hundir España.

"De ningún modo", clama un joven portavoz de la Junta llamada Gestora, "todo lo contrario: un gobierno de Rajoy en minoría estará controlado por la oposición y tendrá las manos atadas". Quien esto afirma no conoce bien de quién está hablando (Rajoy y el PP) o a quién está hablando (la militancia del PSOE) o a ninguno de los dos, que es lo más probable. Así que el Señor lo perdone porque no sabe lo que dice.

dijous, 31 de desembre del 2015

Los fuegos de artificio son efímeros

Vuelve Garzón por la querencia de la unidad de la "izquierda a la izquierda del PSOE", la única capaz, según sus cálculos, de efectuar el sorpasso del PSOE que Podemos no ha logrado. El viejo sueño internacionalista (de la IIIª Internacional) de desenmascarar y hundir en el oprobio a la fementida socialdemocracia... para ponerse en su lugar. Son ya casi 100 años esperando pacientemente a que esa mayoría social perpetuamente invocada se convierta en mayoría de votos, lo único que cuenta en democracia, malhaya. Pero está vez, Garzón ha echado los cálculos y, sumando IU a Podemos y tomando ejemplo de la confluencia gallega y la catalana le dan más diputados de los que tiene el PSOE. Sorpasso hecho. El heredero espiritual de Anguita quiere regresar a casa del padre con la cabeza de su enemigo en una bandeja. 

Podemos, en donde la idea de la confluencia con IU, o lo que quede de ella, no hace la menor gracia está en el compromiso de explicar por qué confluye con IU en unos sitios y en otros, no. Y no puede porque la verdad es que confluye con IU allí en donde IU es prácticamente invisible. Es un problema de notoriedad. Si la IU nacional, residente en Madrid, se hiciera ver y oír menos, quizá también confluiría. El requisito es que no se note. Porque confluir con IU implica hacerlo con el PCE, un partido con tan poco tirón electoral que pasa los años oculto en alguna caverna en estado de hibernación alma de unos entes magmáticos y confederales, como IU, cuya ejecutoria electoral a lo largo de la segunda restauración ha sido muy discreta por lo mínima y silenciosa. Habla siempre de las mayorías sociales, pero ni las huele. En Podemos produce terror. Encuentran mucho más conveniente para ellos que IU se presente por su cuenta con la misión de perder las elecciones en la más acendrada tradición comunista. Ello le permitirá, además, presentarse como una fuerza de izquierda verdaderamente nueva, nada contaminada con los hábitos de IU, en la que muchos de ellos militaron en sus tiempos juveniles.

Pero tampoco le será fácil la unificación/confluencia con Podemos porque en su propio campo cuenta con una fuerte contestación. Sobre todo en el PCE que solo retorna a la vida para plantear problemas y teme que en esa estrecha confluencia que ilusiona a Garzón, sus corazones se fundan tanto que se derrita el acorazado Potemkin, en el que está embarcada la dirección comunista española desde 1919. Ninguno de ellos, IU o su llama interior, quiere confluencia con Podemos porque, como en las pelis del Oeste cuando llega la ley, los pistoleros tienen que dejar la artillería a las puertas del saloon y entrar de uno en uno como individuos, cuasi mónadas, que pierden sus estructuras de partidos. Como le sucedió a Izquierda Anticapitalista, que hubo de disolverse en la solución general del Podemos, aunque sus fieles sigan teniendo relaciones particulares en las catacumbas. Están dispuestos a confluir, pero no a desaparecer, al menos el PCE, que tiene una, según dice, gloriosa historia a sus espaldas y le molesta salir del escenario sin dejar por lo menos un museo o algo así.

Pero ne se apure Garzón. Es posible que el arduo trabajo de la confluencia se facilite notablemente si por fin se clarifica de una vez cuántos diputados reales, no imaginarios ni figurados, tiene Podemos. Según la propia organización tiene 69 y no algo más de tres millones de votos sino algo más de cinco. Pisando los talones al PSOE literalmente. De la nada, al punto del sorpasso. Pero esto no es verdad y ya desde el día 20D por la noche, Palinuro decía que Podemos tenía 42 diputados, es decir menos de la mitad de los del PSOE. La patraña de los 69 la reproducen los medios afines y, según el periódico digital que se visite, Podemos tiene 69 o 42 diputados, lo que no deja de ser pintoresco. También augura serlo el arreglo al que finalmente lleguen los cuatro bloques, esto es, el Podemos príncipe y las tres confluencias-sucursales en Galicia, Cataluña y Valencia, cada una con una composición distinta, distinto proyecto y liderada por personalidades muy carismáticas en sus respectivas comunidades que no son meras delegadas de un poder central. Eso no habrá quien lo doblegue.

Y así ha sido. Ha bastado con que Podemos amagara la remota posibilidad de no insistir en el referéndum catalán para que los doce diputados de En Comú Podem muestren con total contundencia que son del común, pero no de Podemos. Calcúlese.

¿Por qué se agarraron al 69, lo pusieron como emblema, lo esgrimieron y sumaron casi dos millones de votos que no eran suyos? Lo sabemos todos: para ocultar su derrota y hacerla pasar por victoria y crear una realidad virtual en la que los ciudadanos vean no lo que hay sino otra cosa, una fábula. Si hay algo característico y típico de la vieja política es la mentira y la propaganda.  Los que iban a asaltar los cielos no llegaron ni al piso tercero del Congreso por cuanto, al tener menos votos que C's (aunque le saquen dos escaños) ocupa el cuarto lugar. Por descontado, de sorpasso al PSOE, ni por ensoñación. Es posible que el PSOE acabe siendo "sorpassado", pero será por su propia ineptitud y no por la habilidad de estos linces.

En estas condiciones quizá Garzón no vea que, si se hace una confluencia de IU con Podemos, lo que este vaya a ganar por un lado, lo perderá por otro, esto es, los que no votarán a IU y menos al PCE. Y, por lo tanto, en el fondo, no le trae cuenta pues es muy probable que consiga los votos que tenía en tiempos mejores IU. Pero ahora tendría que compartir el crédito con Podemos, cosa nada segura. Quizá no lo vea, pero es lo más probable.

Visto el desastre del PSOE no es exagerado llegar a la conclusión de que Podemos no ha servido más que para generar más caos en la izquierda. La pacífica división tradicional entre una izquierda moderada, socialdemócrata y una izquierda radical se ha convertido en un espectáculo de fuegos artificiales, muy coloridos, pero efímeros. No es división; es caos. Porque ahora mismo, Podemos no sabe qué hacer, como se señalaba en el post de hace dos días, Viento del Sur en relación con el maldito referéndum catalán, ese que pone a los socialistas en posición de combate y con la bayoneta calada. Un toque, y Susana Díaz salta la trinchera y conquista Cataluña para España ella sola.

Y en loque hace a Podemos y sus imaginarios 69 diputados, cada vez más de risa. Esta vez no han vendido la piel del oso antes de matarlo. Han vendido la piel y la escopeta.