divendres, 4 de setembre del 2015

Entrevista a servidor en Punt Avui de hoy.


Ya sé que lo bueno de las entrevistas es lo que en ellas se dice y puede leerse. Pero l@s lector@s me perdonarán la pequeña vanidad de reproducir la página del diario con mi foto. No siempre lo sacan a uno tan favorecido, caramba. Como que al principio pensé que se habían equivocado de persona. Pero luego vi que era yo. Menudo ojo el del fotógrafo. Creo que voy a usarla para todo lo que se tercie hasta que se caiga de vieja, ella o yo.


La entrevista en catalán es esta. Por cierto, la entrevistadora, Anna Ballbona, muy buena, concisa y clara:

ANNA BALLBONA

Ramón Cotarelo (Madrid, 1943) és catedràtic de ciències polítiques de la UNED i una veu espanyola que de fa temps dóna suport al procés. Això el va portar a estar disposat a anar en un lloc simbòlic a la llista de la CUP per al 27-S, però el fet de no estar censat a Catalunya li ho va impedir.

Per què havia dit sí a anar a la llista de la CUP?
La ideologia de la CUP és la que més s'ajusta a la meva ideologia, perquè és assembleària, laica, republicana... En aquest tema sempre he defensat el dret a l'autodeterminació, sense hipocresies i exercit ara. Una altra cosa és que jo sigui independentista.

El 27-S tindrà el caràcter plebiscitari que les forces sobiranistes li volen donar?
Si ja el té! No veus com estan? Estan histèrics.

Què li sembla que la CUP no s'afegís a la llista de Junts pel Sí?
Des del punt de vista de la ideologia, la CUP és bastant radical i molt estricta. I té un punt de vista moralitzant. L'aliança amb la dreta, en el fons, no els fa el pes. Una altra cosa és que, tàcticament, en allò fonamental, coincideixin, des del moment que la dreta s'ha fet independentista. Tàcticament és un encert, perquè és donar a l'electorat una doble possibilitat. La CUP recollirà vot independentista que en cap cas aniria a Mas. Donar una doble opció és un encert.

I, passat el 27-S, els veu capaços de posar-se d'acord?
Sí. Ningú entendria el contrari. Tant David Fernàndez com Mas tenen cintura suficient, competència i capacitat per arribar a una entesa.

Què va pensar quan es van produir els escorcolls policials a la seu de CDC i la seva fundació?
És una provocació. I darrere d'això arribaran més coses. La carta de Felipe González, les declaracions de Guerra, la marranada que volen fer amb el TC... és tot el mateix. Estan tot el dia mirant per on poden rebentar això. I no retrocediran en res.

Per tant, augura un setembre només de resposta policial per part de l'Estat espanyol?
D'aquí al 27-S només veig una escalada de provocacions, maniobres i joc brut. I, a partir del 27, en funció del resultat, les actituds canviaran, entre altres coses perquè el resultat del 27-S no només el mirem els catalans, sinó tot Europa. Aquest assumpte ja està totalment internacionalitzat. Fins i tot el govern espanyol ha ajudat a internacionalitzar-lo. I el que aconseguiran és el contrari del que pretenen: es cobriran de ridícul. Què significa que Rajoy demani a David Cameron un pronunciament a favor de la integritat d'Espanya? Que és el de Gibraltar! Si tu poses els estrangers en aquest assumpte, el primer que et diran és que facis el referèndum.

Entén la posició de Catalunya Sí que es Pot?
És una posició d'esquerra espanyola fracassada a Catalunya. Estan ocupant el lloc deixat pel PSC i pel PSUC. L'esquera espanyola és més espanyola que d'esquerres. Intenten dissimular una mica, però demostren que no entenen res. El de Catalunya és un conflicte nacional i social. Però el seu interès són les eleccions generals. Els passa el mateix que al PP.

Estado de podredumbre.


Esto tiene ya muy difícil arreglo. Los meses que quedan hasta las elecciones de diciembre van a ser un verdadero suplicio de disparates. Con la fecha del 20 de diciembre, el gobierno no es que haya escogido la que más le convenía sino la última posible antes de entrar ya en el terreno de la ilegalidad, negándose a convocar elecciones, cosa nada de extrañar, vista su procedencia ideológica. Aquí, como en las últimas semanas de Dolores de Cospedal, ancha es Castilla y a conceder más contratos que en sus cuatro años de gobierno. En los tres meses y medio hasta diciembre habrá tiempo de ver verdaderos primores y auténticas barbaridades en contra del Estado democrático de derecho que parece provocar sarpullido a la derecha española.


Niegan Barberá y Fabra que el Senado sea una cámara para retirar elefantes. Con ello solo quieren decir que no se consideran "elefantes". "Elefantes" quizá no, primeramente porque no es necesario retirar los elefantes a sitio alguno; se retiran solos. Otra cosa son los "trastos viejos". Y para eso sí está pensado un buen rato el Senado: para retirar y acumular enseres, trastos viejos o inservibles. Rudi, Barberá, Fabra, Bauzá, han perdido las elecciones y se habían quedado sin curro partidista y, en algún caso, como Barberá, sin curro a secas, pues sospecho que fuera de la alcaldía de Valencia, no trabajó nunca de nada. Llevaba 24 años de alcaldesa y es fácil suponer que los valencianos se hartaron de verla. Los demás perdieron las elecciones por incompetentes. Su partido, por tanto, les busca un premio de consolación o una recompensa, que no está claro, a costa de los dineros del contribuyentes en el Senado que, en efecto, es una segunda cámara colegisladora de cuya pertinencia hay sobradas dudas. El Senado, o sea la mitad del poder legislativo, es un recinto para colocar enchufados. No vaya a ser que por un puñado de votos, la señora Barberá se quede sin un bolso de Vuitton. No sirve para retirar elefantes sino bolsos de Vuitton. En nombre de todos los dioses del Olimpo, ¿sobre qué puede intervenir Barberá en el Senado sin hacer el ridículo? O sea, efectivamente, el Senado no sirve para nada excepto como lugares de vacaciones a libre disposición de los partidos para adjudicarlas como quieran a sus amigos, compinches y enchufados y con nuestro dinero. 

El hijo de Tejero, ascendido, creo, a Coronel, ocupa un lugar en un Consejo de la Guardia Civil por delegación expresa del ministro del Interior. Ciertamente, los hijos no heredan los pecados de los padres. Pero tampoco se libran del todo de ellos porque los nombres son estirpes, a lo menos en lo simbólico. Un hijo de un golpista, condenado como tal, con puesto de importancia en la Guardia Civil manda un mensaje al ámbito público suficientemente significativo: la Guardia Civil es nuestra, como todo en este cortijo que llamamos España y ponemos en ella a quien nos da la gana porque esa es nuestra idea del Estado de derecho.

Por último el proyecto de reforma del Tribunal Constitucional deja definitivamente en claro que aquí se está dispuesto a pasar por encima de lo que sea por defender el orden constituido. Constituido ¿por quién o para quién? Por la oligarquía tradicional y parásita española: los terratenientes, los grandes financieros y banqueros, los empresarios, la jerarquía eclesiástica y para el adelantamiento de sus intereses. De esa tarea de gendarme quiere ahora el gobierno se encargue el TC contra toda lógica y espíritu jurídico. Aun en el supuesto de que cupiera convertir al TC en ejecutor de sus propias decisiones habría que justificarlo y eso no es posible. Dice Rubio Llorente que con este proyecto, el gobierno se carga el TC. No es así exactamente en nuestra opinión: el gobierno se cargó el TC mucho antes, cuando bloqueó durante años su renovación por intereses partidistas o cuando hizo que se nombrara presidente a un ex-militante del PP y contratado de la FAES. Ahora se limita a enterrarlo. Un tribunal concebido como órgano de ejecución de las decisiones del gobierno no es un tribunal sino un cuerpo de guardia de los gobernantes.

De Estado de derecho, que es contenido y forma, en España no queda nada. Los ciudadanos no somos iguales ante una ley que encarcela a la gente menuda y protege a los grandes ladrones; que abandona a los necesitados y les priva de los suyo para subvencionar a los ricos y las granes fortunas. Los procedimientos han saltado por los aires. El gobierno actúa en permanente fraude de ley que es como actuar ilegalmente y actúa con criterios despóticos, antidemocráticos, coartando la libertad de expresión, tratando de impedir que los catalanes puedan ejercitar sus derechos. Y todo ello al ritmo frenético de la gestión pública más absurda y corrupta de toda Europa.

De aquí a las elecciones "en torno al 20 de diciembre", (dice Rajoy) puede pasar y pasará cualquier cosa. Y ya veremos cuando se sepa con exactitud la fecha porque pueda hacerlas coincidir con el sorteo del Gordo y hasta asegurarse de en dónde caerá el gordo, una vez que el otro Fabra, al que siempre tocaba, ya está en la cárcel. No sería extraño en un personaje como Rajoy, capaz de adelantar o retrasar los plazos electorales por motivos exclusivamente electorales.

N.B.

Ayer lo pasé muy bien en el Ateneu de Tàrrega. Me encontré muy a gusto. Espero que fuera compartido. Muchas gracias a tod@s. 

dijous, 3 de setembre del 2015

Hoy en el Ateneu de Tárrega.

Invitado por la ANC, doy hoy, tres de septiembre, una conferencia en el Ateneu de Tárrega sobre el tema El proceso de independencia visto desde Madrid . El título se las trae porque, desde Madrid y en lo tocante a la autodeterminación/independencia catalana se ve todo rojo o negro, según le dé al avistador. Si me tomo al pie de la letra el enunciado, con bufar una poco resolvería el encargo. Pero, qué caramba, yo también soy de Madrid y también tengo un punto de vista sobre el proceso, que no tiene por qué ser menos representativo del que tenga el presidente del gobierno, por ejemplo que, además, me consta es un punto de vista expuesto en dos o tres exabruptos, ya tal y fin de la cita.

Llevo preparada una exposición en tres momentos: los antecedentes (la transición), el pasado más inmediato (el Estatuto de 2006, el Tribunal Constitucional y la Diada de 2012) y el momento presente a la espera del 27 de septiembre.

Habrá cumplida referencia a los tres últimos acontecimientos del rigodón mesetario: carta de Felipe González llamando nazi-fascistas a los independentistas, proyecto de refomar del gobierno Rajoy/Albiol para convertir el Tribunal Constitucional en una escuadrilla del fascio y declaraciones del oportuno Alfonso Guerra, atribuyendo a Mas el golpe de Estado que están perpetrando ellos junto con el gobierno y el PP.

El golpe de Estado y la madre que la parió.


Detrás de Felipe González tenía que producirse su otrora inseparable, Alfonso Guerra. La carta de aquel ha tenido docenas de respuestas, críticas y elogiosas. Las elogiosas, como la de Duran Lleida, proceden del espíritu equidistante entre los unos y los otros. Es la virtud del "justo medio" de que presumía Montesquieu y de la que se reía Ayn Rand cuando preguntaba, con cierta trampa lógica,  cuál era el "justo medio" entre la injusticia y la justicia o entre la libertad y el despotismo. Los equidistantes entre el Estado español, que cuenta con el monopolio de la violencia y demás instrumentos del poder, los medios, la Iglesia, los otros Estados, etc. y la Generalitat que no tiene más que unas urnas y algunos servicios y facultades delegados, transferidos y generalmente vigilados. Dicho en otros términos, los equidistantes entre los opresores y los oprimidos. 

Los críticos son muy previsibles y tienen poco interés o no tanto como los elogiosos que, sin embargo, se han visto ahora repentinamente coartados por ese descarnado juicio de colgar a Mas la acusación de golpista. "Un golpe de Estado", dice Guerra político que lidera Mas y "a cámara lenta", complementa el Guerra antiguo aficionado al teatro.

No crean que la imagen sea muy disparatada. Recuérdese cómo el coronel Francesc Maciá intentó una insurrección armada en 1926 en Cataluña, contra la dictadura de Primo y la monarquía borbónica que los franceses abortaron. No puede olvidarse que la dictadura de Primo fue producto de otro golpe de Estado. Maciá murió siendo presidente de la Generalitat. No obstante es curiosa la expresión en boca de un dirigente histórico del PSOE, de los que iban de mitin en mitin con el puño alzado. Un golpe de Estado.

"Si quiere hablar conmigo", insistía Voltaire, "defina sus términos", check your premises, decía Ayn Rand. Revise sus supuestos, como el que revisa la presión de los neumáticos. En efecto, ¿qué es un golpe de Estado? Pues eso que otros llaman una revolución. ¿Con qué nombre pasará a la historia este episodio del independentismo catalán? Con el del que gane. Guerra ve "golpe de Estado" y, con él, todas las fuerzas vivas y muertas y moribundas del país. "Revolución" vemos cuatro gatos y mal contados porque estamos siempre bajo presión de no emplear el término para no dar carnaza a la propaganda nacionalista española de derechas, de izquierdas y de ni de izquierdas ni de derechas. Y a la gente le interesa esta variante.

El golpe lo da Mas, por supuesto, por su incontrolable afición a saltarse la ley que tanto preocupa a González o al amagar con una DUI. No el gobierno del PP que legisla mediante decreto-ley, manipula y controla los medios, esto es, el cuarto poder y tiene interferida la justicia por una dependencia directa o indirecta de jueces y magistrados. No hablemos de empresarios. El propósito del presidente de los sobresueldos de modificar el ámbito competencial del Tribunal Constitucional  pretende emplear la justicia como la prolongación del brazo del príncipe.

Es un juicio tan injusto que irrita. Acusa de golpista a un presidente democráticamente electo, que se empeña en saber qué opina la gente mediante referéndums que el Estado no le permite y que, por último, tiene convocadas unas elecciones libres en condiciones de acoso mediático, económico, político, institucional, judicial asombrosas. Si al final sale la independencia por mayoría frente a los aparatos ideológicos y coercitivos del Estado y sus seguidores y teóricos, no se ve cómo se podrá seguir hablando de "golpe de Estado", aunque nunca se sabe. 

En mi modesta opinión, la intransigencia española del PSOE frente a Cataluña deja al descubierto un complejo de culpabilidad. A los socialistas les irrita profundamente que los catalanes puedan llegar más lejos del objetivo que ellos también hubieran anhelado conseguir caso de ponerse de acuerdo: una república española y estatutos de regiones especiales para Cataluña, Euskadi y Galicia. Ahora ya no son regiones sino "naciones", y ese será el reto de la IIª Restauración borbónica y con el que el nacionalismo no se integró del todo.

Claro está que este lenguaje de "golpe de Estado" corre paralelo con el de "revolución". La elección no es inocente. Quien alguna vez, si acaso, soñó con la revolución, ahora que la ve, la llama "golpe de Estado". Probablemente con ello dice más sobre él que sobre el fenómeno que designa.

Aunque quizá podamos ahorrarnos este análisis y ver en la carta de González y la apostilla de Guerra la insinuación de que, como ya proponía el primero hace unos meses, se forme una gran coalición o coalición de PP y PSOE, esa posibilidad que descarta siempre rotundamente Pedro Sánchez, quien se manifiesta dispuesto a gobernar con quien sea, excepto con el PP. Llegado el caso habría que saber qué haría la dirección actual del PSOE aunque, a juzgar por lo que hay hasta la fecha, haría lo que le ordenasen, como lleva haciendo la actual dirección desde su inauguración entre las felicitaciones de Rubalcaba. El mensaje está claro: llegado el caso, el PSOE se sacrificará por la Patria y se declarará partido sufragáneo del PP. Es eso que llaman muy ufanos "cuestiones de Estado" y se refieren a la Monarquía y la organización territorial del Estado, básicamente. Una gran coalición puede considerarse sin más como un golpe de Estado puesto que desnaturaliza la función legislativa, que es de la que depende todo.

No está mal preparar un golpe de Estado justificándolo porque es para prevenir otro. Es lo que suele hacerse. Lo que verdaderamente intriga es hasta qué punto no reconocerá hoy a España la madre que la parió si la encuentra hablando de golpes de Estado.

dimecres, 2 de setembre del 2015

Hermenéutica de una chapuza.


Por fin una portada de El País que no imita el tebeo de Marhuenda, sino que informa y con enfoque crítico. Luego lo estropea con un lamentable editorial en el que considera un grave error lo que no es más que un atropello, una cacicada y una ilegalidad. Pero, cuando menos, la portada explica bien lo que quiere hacer el gobierno: poner todos los poderes del Estado a sus órdenes y dictar una ley para perseguir a un ciudadano. Algo contrario a todos los principios jurídicos del Estado de derecho. Por eso la vicepresidenta del gobierno mostró el cinismo que caracteriza a esta asociación de presuntos malhechores al afirmar que la reforma tiene carácter general, como diciendo que no está pensada como un acta de proscripción personal contra Mas. Pero no cuela: esa reforma (inconstitucional e ilegal) es lo más parecido que cabe hoy encontrar a un bill of attainder (norma penal contra un ciudadano concreto, en este caso, Artur Mas), expresamente prohibido en la Constitución de los Estados Unidos.


Por eso dice Artur Mas, a su vez, el ciudadano a pique de proscripción, que con la reforma el gobierno se carga el Estado de derecho. Corto se queda el hombre. Hace mucho tiempo que el PP y el presidente de los sobresueldos se han cargado el Estado de derecho. Solo que hayan gobernado mediante decretos-leyes ya identifica su estilo con el de la arbitrariedad más contraria a esa forma de Estado que se basa en el imperio de la ley. No del decreto-ley. Le viene bien a Mas saber con quién ha de habérselas porque, hasta hace poco tiempo, el PP y la derecha catalana se han venido apoyando y tapando las vergüenzas mutuamente. A lo mejor no le sirve de nada pero tome nota el presidente de que, cuando vayan por él, a su lado solo tendrá demócratas.

A mendigar apoyos internacionales en contra del nacionalismo ha salido Rajoy con la falta de dignidad que lo caracteriza. A sus abyectas peticiones ha respondido una reticente Merkel que hay que respetar los tratados de la Unión. De Perogrullo. Pero no ha dicho que una Cataluña independiente haya de salir de la UE. Y aunque lo hubiera dicho, ¿no es España una gran nación? ¿Desde cuándo van las grandes naciones pidiendo árnica? Y no es lo único. El mismo personaje de los sobresueldos planea reunirse con Cameron el viernes y presionarlo también para que se declare a favor de la unidad e integridad territorial de España. Hace falta ser ruin cuando se recuerda que Cameron es el primer ministro de un país que, dueño de Gibraltar, rompe esa unidad e integridad territorial españolas que a Palinuro le parecen una filfa, pero estos neofranquistas dicen tener el fondo de su corazón.

Pedro Sánchez acusa al PP de cortejar a la extrema derecha con esta reforma, lo cual es obvio. Pero esa no es toda la historia. Sí, se pretende dar carnaza a la chusma anticatalana que hay en el PP, empezando por su presidente cuando recogía firmas contra el Estatuto de 2006. Pero no solo eso. También se pretende proyectar una imagen de duros de película con las veleidades separatistas catalanas para ganar los votos de la España profunda y dejar al PSOE y a la izquierda en general en dique seco. La reforma, en efecto, es un atropello, un puñetazo encima de la mesa, como diría Albiol, cuyas dimensiones externas son inversamente proporcionales a las internas, para ganar las elecciones de diciembre. Pero, ¿qué propone el PSOE? ¿Una imprecisa reforma constitucional que el PP -cuyo voto es imprescindible para ello- ya ha rechazado expresamente? ¿Qué, si no? Y ahí está el problema, en que el PSOE no propone nada con consistencia mínima, ni una idea. Cero. Su actitud es la mejor garantía de que, pase lo que pase en Cataluña, las elecciones en España las ganará el PP. Y eso ya sí que es el colmo: que por la pobreza mental, la indolencia, la falta de talla política y la de coraje y arranque de la actual dirección socialista, la gente en España esté en riesgo de verse otros cuatro años gobernada por una banda de sinvergüenzas y ladrones.

A su vez, la reacción de los de Podemos aun es más lamentable que la del PSOE. Obsesionados con la centralidad, la ambigüedad y la necesidad de no mojarse en el asunto de la independencia para no perder votos en España, que es lo único que les importa, equiparan a Rajoy con Mas y sostienen que ambos juegan al despiste y a lanzar cortinas de humo. Por no pronunciarse en el espinoso asunto de la autodeterminación de las catalanes son capaces de la mayor vileza, esto es, igualar al agresor y al agredido y sostener que la víctima y el victimario son iguales. Y esa sí que es una cortina de humo revestida de miseria teórica y ruindad moral.

El resto de las reacciones al nuevo atropello de la asociación de presuntos malhechores, da para un vademécum de la risa. El candidato del PP a la Generalitat, Albiol, alma (roma, pero alma) de esta chapuza da el tono verdadero del grupo de matones que la apoya. Según él, se acabó esta broma. Ni es una broma, ni va a acabarse porque cuatro descerebrados de derecha cerril confundan la España de 2015 con la del 18 de julio de 1936 que es la suya.

Duran Lleida, también instalado en la plataforma de El País, escribe un lacrimógeno artículo repartiendo culpas con una equidistancia bochornosa y viniendo a decir que la lucha de los catalanistas por sus derechos es equiparable a la de una manga de presuntos ladrones, neofranquistas y nacionalcatólicos por mantener sus privilegios y seguir esquilmando a un país que ya está al borde del colapso. Algo tiene que ver, desde luego, el hecho de que él mismo haya vivido a cuerpo de rey sin acordarse en treinta y tantos años de enmendar de forma eficaz una situación de cuya injusticia se queja ahora, cuando sus privilegios pueden desaparecer.

Parecida intención de escabullir el bulto muestra Ada Colau que cada día defrauda más expectativas, cuando gimotea que no deben judicializarse los conflictos políticos. Por supuesto. Pero es que no es el caso. La chapuza del Tribunal Constitucional no judicializa nada porque ese órgano no es parte del poder judicial. Simplemente es una arbitrariedad y un atropello contra el que toda persona de bien y de convicciones demócratas debe alzar la voz. 

Pero en este país, cuando son los amos del cortijo quienes alzan la voz, muchos, demasiados, tienden  a bajar la suya y hablar en susurros.

dimarts, 1 de setembre del 2015

La contrarrevolución en marcha.


Empezaron enviando a la Guardia Civil, a ver si podían hundir a Convèrgencia y, con Convergència, la lista conjunta y con la lista conjunta, el movimiento independentista catalán acusándolos de corrupción, algo en lo que el gobierno, su partido y el sobresueldos que los dirige tienen máxima nota y muchos trienios.

Muy mal han de venir los sondeos que el PP encarga en secreto con nuestro dinero para que no se haya "filtrado" en agosto ninguno de esos que augura la derrota del Sí. El paso siguiente fue encargar a Felipe González una carta comparando a los independentistas con los nazis y los fascistas. No con los franquistas, claro, pues se podría descubrir el sucio truco de condenar a las víctimas llamándolas victimarias. Una carta vergonzosa que El País, otro pecio de indignidad de lo que antaño fue un periódico decente, trompeteó a los cuatro vientos, ganándose de paso la subvención de la cuadrilla de facinerosos y más desprecio (si cabe) de la gente libre de este país.

La vicepresidenta del gobierno gorgojeó a continuación su gran aprecio por la carta de González. En otro tiempo, el espaldarazo de esta ratita hacendosa, cobradora presunta de sobresueldos dudosos, hubiera sido un desdoro. En otro tiempo. No tardó en salir Aznar, símbolo del encanallamiento político español más hondo, a dar unas palmaditas satisfechas en el lomo de González por la carta y, de paso, una colleja, al recordarle que con la epístola se limitaba a enmendar yerros pasados. Y Felipe González, el gran líder de la renovación española, depositario de una tradición de la izquierda, callado y con los ojos bajos. Una humillación mucho mayor de la que puedan haber sentido los independentistas catalanes a quienes el presidente de honor del PP trata con el desprecio y la chulería de cuarto de banderas que acostumbra. Mucho mayor porque estos independentistas se han enfrentado a este rancio franquista amenazador con una gallardía de la que González carece.

A su vez, el presidente de los sobresueldos decidió, con su perspicacia habitual, internacionalizar la cuestión catalana, metiendo la pata, como acostumbra, según señaló ayer Palinuro en su post sobre la revolución catalana. Para arreglarlo ha convencido hoy a Frau Merkel para que le eche una teutónica mano, advirtiendo al personal de la perogrullada de que los tratados y la ley han de cumplirse. Lo que no le ha dicho a su amiga (y, por tanto, la ha engañado, como siempre que habla con alguien) es que esa ley que hay que cumplir, el primero que no la cumple es él. Y no solo que no la cumple sino que, cuando le molesta, simplemente la cambia de un plumazo por medio del rodillo parlamentario de que dispone compuesto por diputad@s ovin@s a l@s que basta con despertar de un codazo para que voten lo que se les diga. Que para eso se les paga. Y se les repaga. Y se les sobrepaga. Y se les deja hacer asesorías verbales cuando los pagos, repagos y sobrepagos no les parecen suficientes.

El atropello viene ahora por vía de una reforma exprés del Tribunal Constitucional, apañado por los miembros más franquistas y catalanófobos del PP con el fin de proceder contra Mas y yugular el proceso catalán con una apariencia de legalidad. En realidad, un berrido de jayanes de taberna, lo que son los Albioles y Hernandos y otros finos juristas, perfectamente inútil por tres razones: 1ª) porque, por motivo de forma y contenido, la propuesta es inconstitucional; 2ª) porque es ociosa pues el ordenamiento jurídico ya pone a disposición del gobierno -incluso uno tan incompetente y corrupto como este- los medios precisos para conservar la legalidad; y 3ª) porque nada puede conseguir que un Tribunal Constitucional, presidido por un militante del PP y enchufado directo del presidente, adquiera una autoridad y prestigio de los que carece y menos que nada este último atropello.

Pero, claro, el atropello no pretende justificarse jurídicamente, sino que es una argucia política. Al presidente de los sobresueldos le importa una higa lo que pase en Cataluña en donde ya sabe que nadie va a votarlo. Lo que le importa es ganar votos en España a base de mostrarse duro, recio, íntegro, español, con los catalanes. Eso, calcula él, paga en votos y, al tiempo, deja hecha unos zorros a la oposición de izquierda, que ya no sabe que hacer.

Y no le falta razón. ¿De qué le sirvieron sus jeremiadas a González? ¿De qué el españolismo impostado de Iceta en Cataluña? ¿De qué las patochadas e inmoralidades de Sánchez gritando "¡más España!", como si fuera Millán Astray, o envolviéndose en la rojigualda o, vergüenza inmunda, yendo a manchar el monumento a Lázaro Cárdenas con la bandera contra la que el expresidente mexicano luchó toda su vida? De nada. Enésima lección de que el acobardamiento, el apaciguamiento, la miseria moral frente a la oligarquía española y otras especies de chulos mesetarios no paga.

Ya es tarde. En medio del griterío bravucón de estos franquistas neoliberales o nacionalcatólicos, el PSOE no tiene tiempo (ni su gente categoría intelectual) para tratar de explicar al electorado español las posibilidades de un enfoque distinto, dialogante, negociador que, con buena voluntad y respeto a los derechos de los pueblos, apunte a una posibilidad de solución que no sea un trágala perro. Y para su bochorno tendrá que uncirse al carro de la derecha más bestial y beber todas las cicutas de lo que vaya a pasar porque, como es de suponer, los independentistas no cederán (ni tienen por qué) y la confrontación entrará en una vía de "fuera terceros".

Y a la llamada izquierda transformadora, en su versión tradicionalmente anguitesca o en la nueva de los rollos podémicos, ya ni merece la pena referirse. Muda de terror y espanto ante un conflicto que ha demostrado su vacío estratégico y su perfecta inutilidad, solo aspira a que el viento de la historia pase y no le desmantele el chiringuito seudo-radical.

El duende del proceso seguirá informando.

Desconcierto español.


La realidad se ha impuesto finalmente y parece como si, a la vuelta de las vacaciones, el presidente del gobierno ya hubiera conseguido enterarse del problema al que tiene que hacer frente sin remedio, las elecciones catalanas, una cuestión que se ha enconado en buena parte gracias a su indolencia y su fabulosa incompetencia.

Según doctrina reiterada del gobierno y sus apoyos mediáticos las elecciones catalanas son una elecciones autonómicas corrientes y molientes, para elegir el Parlament y decidir quién ocupará la Generalitat. De plebiscitarias, nada. Eso no existe en España, y Sáenz de Santamaría ya avisa a todos los intervinientes de la necesidad de cumplir la ley. No vaya a propasarse alguno, creyendo que puede saltársela sin más, cuando eso es privilegio de los que mandan.

Pero el frenesí desplegado por el gobierno contradice la imagen de normalidad que ese mismo gobierno quiere proyectar. Rajoy anuncia su firme propósito de implicarse personalmente en la campaña electoral de septiembre, pateándose Cataluña. Más en quince días de lo que ha hecho en cuatro años. Y dice que son unas elecciones ordinarias. Es uno de los rasgos más típicos del presidente de los sobresueldos: la impasibilidad con que dice lo contrario de lo que hace. En otro orden de cosas, que la presencia de Rajoy, el político peor valorado de la historia reciente de España, vaya a ser beneficiosa para su partido no es algo evidente en sí mismo. Antes al contrario. A no ser que los estrategas del PP, dando Cataluña por perdida, favorezcan la presencia de Rajoy en el principado porque los votos que pierden en Cataluña los ganan multiplicados en el resto de España. Rajoy es como el pájaro tero de Martín Fierro, que en un sitio lanza los gritos y en otro pone los huevos.

Son, dicen en el PP, unas elecciones autonómicas ordinarias, pero Rajoy cambió a Alicia Sánchez Camacho por el gigante Albiol al frente del PP catalán. Camacho no era un prodigio de simpatía ni iba a levantar las fortunas del PPC, pero tampoco era un caso tan evidente de xenofobia como su sustituto, el exalcalde dee Badalona. Esta elección es otra prueba más de este fin de época que se avecina, en el que de nuevo dando el centro por perdido, el PP se concentra en mantener el voto de la derecha y la ultraderecha.

El último dislate que se le ha ocurrido al estratega de La Moncloa es, efectivamente, internacionalizar el conflicto. No se trata solamente de valorar la situación en la que queda un gobierno que siempre se había opuesto con uñas y dientes a cualquier forma de internacionalización porque eso, se suponía, era hacer el juego al nacionalismo, conseguir que este emergiera en el orden internacional. Eso resulta ahora casi indiferente. Lo decisivo es otro aspecto de la internacionalización que, muy probablemente, estos genios de la derecha no han calibrado. Se trata de que, al pedir a dirigentes y personalidades extranjeras un pronunciamiento específico sobre la independencia de Cataluña, están permitiendo y alentando de hecho una injerencia foránea en asuntos que consideran de siempre como internos de España. O sea, están haciendo lo que su adversario quiere. Inteligente no es.


Esas peticiones, esas presiones sobre extranjeros acaban por integrarlos en algún tipo de proyecto o designio de mediación y negociación. Justamente, la bestia negra de la derecha española. Y en esa actividad de mediación e intervención, lo primero que los representantes extranjeros van a pedir como punto de arranque de los tratos será un referéndum de autodeterminación en Cataluña. Justo el referéndum que se han negado siempre a permitir y por cuya negativa estamos hoy en donde estamos. Si lo hubieran autorizado antaño, no se encontrarían hogaño en esta situación tan ridícula, en la que tienen que pedir a los de fuera que vengan a sacarles las castañas del fuego.

Hablando sobre la revolución catalana.

Invitado por la ANC, doy una conferencia en el Ateneu de Tárrega sobre el tema El proceso de independencia visto desde Madrid el próximo jueves, tres de septiembre. El título se las trae porque, desde Madrid y en lo tocante a la autodeterminación/independencia catalana se ve todo rojo o negro, según le dé al avistador. Si me tomo al pie de la letra el enunciado, con bufar una poco resolvería el encargo. Pero, qué caramba, yo también soy de Madrid y también tengo un punto de vista sobre el proceso, que no tiene por qué ser menos representativo del que tenga el presidente del gobierno, por ejemplo que, además, me consta es un punto de vista expuesto en dos o tres exabruptos, ya tal y fin de la cita.
 
Llevo preparada una exposición en tres momentos: los antecedentes (la transición), el pasado más inmediato (el Estatuto de 2006, el Tribunal Constitucional y la Diada de 2012) y el momento presente a la espera del 27 de septiembre.
 

dilluns, 31 d’agost del 2015

No pierdan más el tiempo.

A menos de un mes de las las cruciales elecciones catalanas de 27 de septiembre, una proyección sobre los resultados de las generales de diciembre que trae el diario Público es un ejercicio tan absurdo que dan ganas de reír. Los analistas son de piñón fijo: acostumbrados a que las elecciones autonómicas sean solo de interés para sus comunidades, ignoran que estas catalanas afectan al conjunto del Estado y de una forma sin precedentes. Son quizá las elecciones más importantes en España desde la muerte Franco porque son plebiscitarias de hecho sobre la independencia. Más importantes que las generales de diciembre. El gobierno y el principal partido de la oposición, el núcleo del nacionalismo español, dicen que esas elecciones no pasan de ser unas autonómicas más. Es obvio que quienes han hecho este cálculo de previsión de los resultados en diciembre coinciden con el bloque dinástico y son tan nacionalistas españoles como él.
 
E igual de absurdos. Las elecciones catalanas del 27 de septiembre cambiarán sustancialmente la intenciòn de voto de amplios sectores de votantes españoles, razón por la cual, entretenerse haciendo cábalas sobre este gráfico es una pérdida de tiempo. El resultado puede ser ese o cualquier otro, ahora imprevisible.
 
Solo un breve comentario sobre lo publicado. Al ser Público el diario de Podemos, esos 56 diputados que atribuyen a su partido son muy significativos. En primer lugar quiere decir que las cosas están muy mal y que Podemos probablemente no supere la cota de IU en sus mejores momentos. Tengo para mí -lo veremos en Cataluña- que no llegarán a esa y que se moverán más en la línea del 11% del voto, con unos 25 diputados.Y eso dejando a IU probablemente sin ellos. Sospecho que estos datos no están "limpios" y que traen mucha basura ideológica, pues su funciòn no es facilitar información, sino, al contrario, adoctrinar y movilizar apoyos electorales porque la cosa se ve oscura.
 
Antes de ponerse a elucubrar sobre las hipotéticas coaliciones de gobierno vamos a ver cómo quedan las distintas opciones en Cataluña, porque es posible que alguna no llegue a diciembre. 

La revolución catalana.

El País continúa en su ardua campaña en contra del independentismo catalán a banderas desplegadas. Da cuenta del efecto de la epístola nacional de González asegurando que El núcleo duro independentista trata de desprestigiar a Felipe González. Se queja de que, en lugar de debatir y refutarle sus razones, lo insulten. Por mi parte he visto bastantes razones por ahí; incluso he formulado algunas y tampoco parece que las de González sean para aceptarlas como verdad revelada. El gobierno se ha deshecho en alabanzas de la "cordura" de González, gran estadista género jarrón chino. Y, con el gobierno, el señor Duran, que es "nuestro hombre en Barcelona", el último mohicano portador del seny en Cataluña. 

Eso el gobierno. La oposición socialista ha cerrado filas con el anciano de la tribu. Tanto Pedro Sánchez como Miquel Iceta han agradecido a González el gesto de ilustrarnos sobre el espinoso asunto catalán, evidentemente felices, resplandecientes. Iceta cree que la carta gonzalesca es de alguien que conoce y quiere a los catalanes. Que los compare con los nazis y los fascistas, en realidad es un gesto de exuberancia producto de su mucho amor. Sánchez también se identifica con ese  discurso nacional español suave en la forma pero duro en el fondo. Es el que acuñó la consigna de "¡más España!", de la que no ha vuelto a saberse más; el mismo que sacó a escena una rojigualda tamaño campo de fútbol y se ha ido a México a, entre otras cosas, homenajear a Lázaro Cárdenas con una corona floral con la rojigualda. No la tricolor. A Lázaro Cárdenas, que siempre se mantuvo fiel a la República y jamás reconoció el régimen de Franco ni su bandera. Haberle llevado un ramo de claveles, hombre, para ser menos cortesano.

Los partidos dinásticos, a partir un piñón pues se trata de "asuntos de Estado", hoy por hoy, Cataluña. Se entiende. Son los pilares de lo que la nueva izquierda venía llamando el régimen, cuya columna vertebral era el bipartidismo. El bloque del nacionalismo español está en zafarrancho de combate. En su campo también se insulta mucho, pero eso a El País le interesa menos. En todo caso hay un gran vocerío.

Que contrasta con el silencio de las izquierdas españolas no socialdemócratas, las que se llaman a sí mismas transformadora y la novísima izquierda al desgaire. La aparente bronca entre unionistas y separatistas y sus episodios más o menos sonados, como esa carta de Felipe González, cual nuevo Zola del siglo XXI, parecen cogerlas con el paso cambiado o ponerlas en un compromiso. De un lado no quieren acercarse al bloque unionista por no parecer falangistas imperiales pero, del otro, tampoco dar siquiera la impresión de simpatizar con el independentismo porque temen perder todos sus votos en el resto de España y quedarse como pollos desplumados. Así que, ya se sabe, defienden el derecho de autodeterminación, pero no ahora sino cuando toque. Es decir, silencio. Esta izquierda española está fuera de la función y, en realidad, no tiene papel en la obra.

Y no lo tiene porque no entiende la obra. Su interpretación del proceso independentista está lastrada por sus dogmas ideológicos. ¿De qué estamos hablando? ¿De una maniobra de la burguesía catalana, según la vieja idea de Jordi Solé sobre la naturaleza del nacionalismo? ¿O quizá de la recomposición de fuerzas en el ámbito de lo nacional popular? ¿Incluso, de un error estratégico de la izquierda catalana que, al parecer, se deja engañar por la burguesía, haciéndole olvidar su verdadera misión en este mundo? Porque aquí no es ya solamente que haya referentes flotantes, es que puede haberlos vacíos. Es una izquierda desconcertada que trata de encontrar su hueco en un conflicto cuya naturaleza no entiende.

Nadie ha empleado el término revolución. Y es cosa hasta cierto punto lógica porque primero hay que aclararse entre las dos posibles acepciones del término: una vulgar, mundana, hasta publicitaria, como cuando se habla de la revolución de los lavavajillas, por ejemplo; y otra más específica, normalmente empleada en enfoques históricos o politológicos que implican cambios de régimen, no solo de legalidad sino incluso de principio de legitimidad, un uso que a veces se ha aplicado superando los meros límites de lo político, con denominaciones más mediáticas, como "revolución de los claveles" o "revolución de terciopelo", pero se trata de casos aislados. Bien, ¿por qué no puede llamarse al proceso que está viviéndose en Cataluña la revolución catalana? El nombre no tiene derechos de autor y el contenido es una vivencia subjetiva que mucha gente en Cataluña está experimentando de forma directa, inmediata. La vivencia de estar asistiendo al nacimiento de un Estado, de su Estado. (Había puesto nacimiento de una nación, para aprovechar el tirón del título de Griffith, aunque con otra intención, claro, pero un lector me hace observar que la nación catalana es mucho más antigua). La experiencia única de que el tren de la historia pasa por su vida y solo lo hará una vez.  Eso es algo que tiene una fuerza de movilización extraordinaria y que el bando contrario ni intuye.

Que las izquierdas revolucionarias españolas no hayan visto una revolución cuando la tienen delante era bastante de esperar porque siempre han sido más españolas que izquierdas y solo reconocen una revolución si se ajusta a un manual de doctrina. Pero eso no hace menos revolución la revolución catalana. Todo depende de las elecciones del 27 de septiembre que, según el bloque unionista, son unas simples y llanas elecciones autonómicas y para el resto del planeta son más, mucho más. De su resultado depende lo que suceda en España toda al día siguiente. Nada, o, entre otras posibilidades,  una Declaración Unilateral de Independencia, que es un acto típicamente revolucionario por el cual el poder constituyente rompe la legalidad y legitimidad anteriores y proclama unas nuevas, una nueva Constitución de una República catalana. O sea, para entendernos, una revolución. Sire.

La carta de González no tiene tantas razones como dice El País pero sí contiene las amenazas de rigor y los miedos habituales. Por boca del expresidente del gobierno habla el temor del nacionalismo español a quedarse sin país, también una vivencia colectiva subjetiva única.  De ahì que sea tan lamentable que González se atenga a la Ley de Godwin y compare el independentismo catalán con los nazis y los fascistas. Repase algo la historia y la próxima vez que quiera comparar a los independentistas con alguien, hágalo con los Países Bajos, primer Estado moderno en alcanzar la independencia de España, que tardó ochenta años en reconocerla.

diumenge, 30 d’agost del 2015

El cartero del Rey.


Ayer fue la Guardia Civil; hoy, una reprimenda epistolar de Felipe González. El nacionalismo español está en pie de guerra. Y en El País, que le cede su articulo editorial, es decir,  hace suya la opinión de González, y este habla por el periódico. No es menudo privilegio. Se entiende, sin embargo. Hace ya unas fechas que, habiendo comprendido por fin el calado de lo que llama con flema anglosajona el desafío soberanista, el cuarto de máquinas del diario de Prisa echa humo. Ha puesto a trabajar a  sus plumillas más o menos cultos y los muñidores de ideología en defensa de la unidad de la Patria. Si su autoconciencia legitimadora lo pinta como el diario de la transición y el que se enfrentó al golpe de 1981 en nombre de la Constitución, su idea del momento es erigirse en paladín de la unidad de España y nuevo salvador de la Patria.

El editorial firmado por González viene a ser como un artículo de fondo. Aunque de poco fondo. Como pieza literaria es insignificante y como documento resulta bastante ramplón. Ocasión tan distinguida hubiera necesitado algo más de estilo y mayor densidad de contenido. No tendría por qué ser un nuevo Discurso a la nación española o Yo acuso u Oigo Patria tu aflicción, pero debiera tener algo que permitiera recordarlo. En vez de eso, la epístola que González dirige a los catalanes, a diferencia de las que San Pedro o San Pablo dirigían a distintos destinatarios colectivos, reproduce el contenido adocenado de las habituales admoniciones del nacionalismo español de más rancia estirpe vestido con las galas del "éxito" de la segunda restauración. Tengo la impresión de que el Rey le ha pedido que se dirija a los españoles en defensa del statu quo -y la Corona, por ende- y le ha dado la plantilla del discurso español tradicionalista, una triada que incluye: a) jeremiadas, b) malos augurios; c) amenazas.

Las jeremiadas. ¡Ah, con lo bien que nos llevamos y lo mucho que hemos prosperado gracias a la Constitución de 1978 que otorga el mayor autogobierno que Cataluña ha tenido en su historia! González no está familiarizado con la del nacionalismo catalán e ignora que lo lógico (y legítimo) de este no es quedarse con "el mayo autogobierno"  sino la totalidad del autogobierno. Esto sin contar con que el juicio sobre el Título VIII de la CE es muy contradictorio. A él le parece un éxito; a otros, un desastre y un fracaso, sobre todo después de que Alfonso Guerra y los demás "Guerras" que hay en el Parlamento y el Tribunal Constitucional se cepillaron el Estatuto de 2006.

¡Ah, qué lástima ver Cataluña convertida en una Albania! Tengo la impresión de que antes se verá así España que Cataluña. Pero, sobre todo, es absurdo emplear estas imágenes después de los referéndums de Quebec y Escocia, que han dejado sin argumentos a los nacionalistas españoles. En especial los de Quebec porque se dieron a raíz de una doctrina jurisprudencial del Tribunal Supremo Federal, según la cual, el derecho de autodeterminación no existe en la Constitución canadiense (como tampoco en la CE), pero si una parte importante de la población se empeña en ejercerlo, el Estado viene obligado a negociar alguna forma para ello, como es lógico y entiende todo el mundo, incluida Escocia, pero no el gobierno español.

Las "razones", los (malos) augurios. Horrorosa la pretensión de desconexión de Mas tan en contra del espíritu del tiempo, que es el de la gran conectividad.  Dice González que la desconexión será en primer lugar entre catalanes, pues ya empieza a haber signos de racismo. Cierto. Pero los ha habido siempre. Y en todas direcciones. El "¡háblame en cristiano!" es puro racismo. Tambien dice que se quiere desconectar a los catalanes del resto de los españoles. Si todo el mundo está tan conectado, tanto dará estarlo con los españoles como con los demás europeos. Y esto sin contar con que ese  contacto entre españoles y catalanes de que tanto dicen enorgullecerse los políticos nacionalistas españoles es pura demagogia. Un estudio sobre los prejuicios de unos hacia otros, del grado de conocimiemto real sobre todo de los españoles hacia los catalanes probará que no hay cercanía y que no la habido nunca. Para los españoles, en el fondo, Cataluña no es el extranjero, pero sí el cuasiextranjero.

Igualmente se augura una ruptura de Cataluña con Europa. Ni que él fuera el dueño de la kermesse. Eso está por ver y también lo está lo que pueda hacer España o lo que quede de ella. No resulta verosímil que la parte más europea de España vaya a quedar fuera de Europa. No es pensable ni quizá posible. González recurre a una caricatura: un consejo europeo de 200 o 300 miembros. Eso no se dará, pero, aunque se diera, ¿qué? ¿Cuál es problema con que en lugar de haber 28 Estados en Europa haya 29 o 39 o 45 o 7? ¿La defensa? Nadie ignora que Europa es incapaz de defenderse a sí misma aquí y ahora y depende para ello de la OTAN y, en último término, a qué engañarse, de los Estados Unidos. Las cosas no cambiarán mucho. 

Augura González asimismo una ruptura con América Latina y señala los 500 millones de almas de un apetitoso mercado con el que nos une la lengua. Y ¿quién ha dicho al expresidente que dejará de hacerlo? El español o castellano seguirá siendo oficial en Cataluña independiente por la cuenta que le trae. A esta desconexión le pasará lo que al intento de mantener a los catalanes y aragoneses en general al margen del comercio con el imperio español. Sin duda se dio en uno u otro momento, pero siempre hubo comerciantes de la Corona de Aragón en la trata de Indias.

Amenazas. Aunque el escriba las edulcora cuanto puede, están siempre ahí: ningún gobierno español negociará, dice, ante hechos consumados Eso de los "hechos consumados" suena a nazi y, en efecto, no falta la comparación (disimulada, pero clara) entre Cataluña y Alemania/Italia años treinta. Luego de una serie de intentos de los catalanes de negociar, siempre rechazados (el propio González acusa al gobierno de no negociar y de inmovilista), ¿qué significa aquí "hechos consumados"? Y eso sin contar con que se trata de otro vaticinio: ningún gobierno español se sentará a negociar ante hechos consumados, hasta que se siente.

Pero González aquí tiene otro talante. Sale el demócrata, el gran defensor del Estado de derecho y recuerda que el límite a la ambición de Mas (nunca habla de movimiento social o cosa parecida; la posible secesión de Cataluña es una manía de Mas) es la ley. Tan solemne se pone que la escribe con mayúsculas: la LEY. Hay que cumplir la ley. Exactamente lo mismo que dice Rajoy.  Y con más rotundidad que los infelices compañeros de partido de González pues, cuando le parece, él la incumple. A veces se molesta en disfrazar el incumplimiento de reforma según el procedimiento previsto pues para eso tiene una mayoría absoluta parlamentaria ante quien nadie rechista. Otras veces se limita a incumplir (generalmente plazos, obligaciones, etc) y no sucede nada. Los catalanes, en cambio tienen que cumplirla a rajatabla, por inicua o injusta que sea. Y eso no está bien, lo vea él así o no.

Dice González que no le gusta lo que hace el gobierno, pero que no puede ser equidistante. O sea, que se alinea con quien hace lo que no le gusta, probablemente porque el otro se apresta a hacer algo que le gusta menos. Parecería suficiente, pero no es así. La ultima ratio no podía faltar. Y no falta: Ningún gobierno responsable puede permitir una política de hechos consumados, y menos rompiendo la legalidad, porque invitaría a otros a aventuras en sentido contrario.

En todo caso, concluye González, no haya cuidado porque España no va a romperse por la muy poderosa razón de que "sé que eso no va a ocurrir, sea cual sea el resultado electoral".

Pues podía habernos ahorrado la carta.

(La imagen de Felipe González es una foto de Wikipedia, con
licencia Creative Commons).

dissabte, 29 d’agost del 2015

Soberanía y corrupción.

Tiene razón Soraya Sáenz de Santamaría al decir que los jueces no entienden de fechas electorales. Obvio. Cumplen con su deber. Si la justicia se rigiera por las conveniencias electorales de este o aquel no sería justicia, ¿verdad? Sería un cachondeo. Y, como en España la justicia no es un cachondeo, su acción prosigue implacable contra la presunta corrupción institucional de CiU (aunque la tocada aquí parece sobre todo Convèrgencia)  con el fin de averiguar el alcance de los indicios delictivos que viene investigando, juzgar a los culpables, si los hay, y condenarlos, si lo merecen. Y así debe ser. Es preciso acabar con la corrupción en donde se dé, en Cataluña, en Madrid, en Andalucía. Caiga quien caiga.

Al mismo tiempo, no cabe olvidar que estamos en mitad de un torbellino político, quizá el más importante que ha habido en España desde la muerte de Franco, el que puede cambiar de verdad y para siempre la faz del país, aunque los nacionalistas españoles acaben de enterarse, y no ando muy cierto de que lo hayan hecho del todo. Y en estas circunstancias es de esperar que el debate político, habitualmente cálido en estos pagos, se ponga al rojo vivo. El rojo vivo real y no ese ñoño remedo televisivo. Se oirán muchos ex-abruptos, incluso barbaridades, de un lado y del otro. Pero no es motivo para enredarse o confundirse. Hagan los jueces en buena hora su trabajo con eficacia e independencia. Déseles toda la ayuda y el apoyo que precisen. La justicia es el eje esencial de toda comunidad política. Platón dedicó su obra más importante a este vínculo. Y así sigue hoy, casi 2.500 años después.

Salgamos, pues, del ámbito judicial, dejemos trabajar a los jueces y vayamos a la dimensión política del asunto. ¿Qué autoridad tiene el PP para reclamar la separación entre ambos campos? Nula, como todo el mundo sabe. La derecha, el gobierno, el PP, la señora Santamaría, no han colaborado jamás con la justicia cuando esta los investiga. Antes bien, la destrucción de pruebas de todo tipo, la negativa a atender y cumplir reiterados autos judiciales, el borrado de los discos duros barcénigos, etc., atestiguan lo contrario, esto es, que obstaculizan y entorpecen la acción de la justicia cuanto pueden e, incluso, si parecen colaborar, como cuando se personaron en la causa de los papeles de Bárcenas como acusación, lo hicieron para distorsionar el procedimiento y fue necesario expulsarlos. Como probablemente lo será otra vez con la nueva personación de la Comunidad de Madrid (PP) en el caso de la Púnica. Y esto sin entrar ya en terrenos más procelosos, como las maniobras para apartar unos jueces íntegros y poner otros más acomodaticios o de la propia cuerda.

Sin embargo, reconozcámoslo, este argumento, teñido del defecto "y tú más", no es válido del todo. No, no lo es, pero ayuda a hacerse una idea. Lo interesante es el argumento siguiente: frente a sus casos de corrupción, que son una pedrea cuya enumeración no cabría en el post, el PP insiste en que se trata de cuestiones aisladas que en nada afectan al partido en su conjunto, a su programa, su ideología (si es que tiene alguna) y su proyecto político, del que tampoco se sabe gran cosa. De hecho, ese mismo partido se presenta a las elecciones de diciembre sosteniendo que lleva una lucha titánica contra la corrupción que anida en su seno, igual que San Antonio luchaba contra la concupiscencia que lo asaltaba. Y presenta como candidato a Mariano Rajoy, sobre quien recaen fundadas acusaciones de haber estado cobrando sobresueldos y otras bicocas de procedencia dudosa y certidumbres de que ha mentido en repetidas ocasiones en el parlamento, en la televisión y en la calle.

¿Por qué, en cambio, los presuntos casos de corrupción que afectan a Convergència y no, por cierto, personalmente a Mas, han de debilitar o hacer fracasar el proceso soberanista en su conjunto? ¿Por qué no se liga corrupción y unidad de la España neoliberal y nacionalcatólica pero sí corrupción y soberanismo? Es patente que Juntos por el sí no es Convèrgencia, sino una "confluencia" de mucha más gente en principio limpia de polvo y paja. Por cierto, para quien sepa apreciar la finura florentina de la política de Mas, que sigue dando mil vueltas al zote de La Moncloa, ¿queda ya claro el misterio de por qué va el cuarto en la lista y no el primero? ¿Hay que explicarlo? Precisamente para desactivar esta supuesta "bomba" que ya preveía, esta amalgama para dinamitar el soberanismo.

Es igual. El unionismo, el nacionalismo español, creyendo victoriosa su estrategia del embudo, ha lanzado a sus portavoces a bombardear la plaza soberanista. Arranca alegre "El País" que, titula más con el deseo que con la luz de la razón, que La investigación de las comisiones del 3% fractura la lista unitaria. Y todos se hacen eco, hasta Pablo Iglesias, quien, encantado de mostrarse persona de orden y patriota, repite la falsa doctrina de que "soberanía y corrupción son incompatibles", doctrina falsa por partida doble: a) una general y de hecho, ya que hay Estados soberanos basados en la corrupción; por ejemplo, el suyo; b) otra particular y de juicio de intenciones, porque nadie en el soberanismo catalán, que se sepa, ha pretendido hacerlo compatible con la corrupción.

Está claro que, a falta de argumentos, el nacionalismo español de derechas, de centro, de izquierda y de izquierda/no izquierda, recurre al socorrido método de la amalgama, que los soberanistas califican de "juego sucio". Aunque pueda parecer paradójico, Palinuro está satisfecho con esta vía de contraataque a una emergencia independentista catalana que los unionistas no saben cómo contrarrestar. Peor sería que preparan algún tipo de intervención violenta o de provocación. Posibilidad que tampoco cabe ignorar sin más en una país cuyo ministro del Interior se reúne mano a mano con un presunto delincuente. De momento, al parecer, se ha limitado a avisar a las televisiones y periódicos afectos al régimen para que tuvieran tanto tiempo para preparar el "operativo mediático" como la Guardia Civil el suyo, es decir, ha movilizado su brigada de plumillas. Luego vendrán los tertulianos de estercolero.

Todo esto, sin embargo, aunque el nacionalismo español crea lo contrario, es agua pasada. El soberanismo catalán, el impulso independentista no depende ya de las candidaturas concretas, de las personas, de Juntos por el Sí y mucho menos de Convèrgencia. Es un movimiento de amplia base social, transversal, transideológico, transconfesional, con profundas raíces en todo el territorio y mucha fuerza fuera de él. De esta forma, quienes pretenden emplear los autos judiciales como armas políticas (diciendo lo contrario, por supuesto) en contra del independentismo, del secesionismo, demuestran una vez más su pasmosa cortedad mental porque, al hacerlo, han acabado agrupando las opciones en los dos bloques plebiscitarios que el independentismo quería y los unionistas pretendían evitar a toda costa: sí o no. Y el "sí" daba hoy contundente respuesta en la fiesta de "JpS". De este modo, la suerte está echada: el día 27 de septiembre se verá si la presunta corrupción de Convèrgencia resta votos al independentismo, como anhelan los nacionalistas españoles o, al contrario, fabrica más independentistas, como dicen los soberanistas. Parada y fonda para calibrarlo entre tanto será la Diada. 
 
Veremos quién gana.

divendres, 28 d’agost del 2015

La herencia de la banda de ladrones

Casi dese el comienzo de esta desgraciada legislatura Palinuro viene advirtiendo de que el mayor error de la oposición era tomarse en serio el gobierno y el partido que lo sustenta, como si fueran un verdadero gobierno y un verdadero partido. Nada de eso. Se trata de una asociación de gentes sin ningún proyecto político, sin idea ni respeto alguno por la democracia y con un único objetivo en su quehacer, formulado por María Dolores de Cospedal la única vez que, por error, dijo una verdad, que habían "trabajado mucho para saquear nuestro país". Nada de hacer política, que ni saben lo que es. El objetivo era y es forrarse, llenarse todos los bolsillos, organizar el pillaje y no dejar un céntimo en las arcas públicas. Lo han dicho varias veces. Alguna hace menos de un mes. No es un partido sino, como se ha señalado repetidamente, una asociación de presuntos malhechores dirigida por un tipo sin escrúpulos ni frenos morales a la hora en engañar, mentir o cobrar dineros de procedencia dudosa.

Llevan estas gentes cuatro años justificándose con la herencia de Zapatero, implicando que este dejó España en la ruina. Lo que hoy es obvio es que ellos la han dejado mucho peor. Y no podía ser de otra forma. Bárcenas, la Gürtel, la Púnica son las pruebas de que trasladaron a todos los niveles de gobierno una verdadera industria del pillaje, el saqueo, la estafa. Con los cambios habidos hasta la fecha en los gobiernos autonómicos y locales está claro ya que el robo, el fraude, han sido continuos, escandalosos. Y lo estamos sabiendo precisamente porque ha habido cambios políticos. De no er así, seguiríamos sin saber nada cierto, envueltos en la censura, la manipulación, las mentiras de esta manga de truhanes.

105 millones de euros de un disparate de ciudad de la justicia. Su responsable política, Aguirre, en lugar de callarse ante esta increíble muestra de incompetencia, dice que el dinero no se ha perdido, que está en un edificio vacío e inútil en claro proceso de deterioro y unas misteriosas comunicaciones subterráneas estilo Conde de Montecristo, menos reales que las de la novela. Por supuesto de los salarios cienmileuristas de los 20 enchufados (17 de ellos jefes) durante años y del resto de la pastuqui afanada de mil formas, ni palabra. Pero la dama no para de hablar, víctima de un ataque de ansiedad algo histérico porque, obviamente, puede acabar entre rejas. El mismo ataque que le lleva a calificar de "puro totalitarismo bolivariano" la auditoría que quiere hacer el Ayuntamiento de Madrid de la gestión de los equipos anteriores, esos que han  dejado una deuda de tropecientos mil millones de euros a base de hacerse despachos versallescos, pagar sobrealquileres a las empresas amigas y hacer todo tipo de mangoneos.

En Cádiz, el alcalde de Podemos, Kichi, declara el ayuntamiento en quiebra técnica pues hereda una deuda viva de 275 millones de euros que la anterior alcaldesa (quien entró con una deuda de 75 millones)  ha ido acumulando a través de una gestión absolutamente incompetente, de clientelismo, favoritismo y enchufismo.  

El paradigma es Castilla La Mancha. Cospedal, que se hizo cargo de la Comunidad con 7.000 millones de deuda, la deja con 37.000 millones y todo manga por hombro pues su gobierno no ha hecho otra cosa que machacar a los desfavorecidos, los dependientes (hay momentos en su gestión de verdadera crueldad), los parados y los viejos, mientras favorecía a sus amigos, compadres y, presuntamente a sí misma y su familia. Porque es posible que sea una casualidad inocente que la empresa de su marido multiplicara por 14 sus ingresos desde que ella llegó al poder pero a la gente, siempre desconfiada, le gustaría ver con pruebas que la casualidad es casualidad y no pura corrupción. Como también habrá que explicar cómo ese especimen que Cospedal puso al frente de la televisión castellano-machega con la orden de mentir del alba al anochecer, el inenarrable Nacho Villa, había gastado en este mes de agosto todo el presupuesto de 2015, En qué es lo que irá saliendo ahora.

Esto no ha hecho más que empezar. La X legislatura es la del robo y el saqueo pepero de España y cuando Rajoy, el de los sobresueldos, pierda las elecciones (que es lo único que le importa) saldrán los escándalos del gobierno central en todos sus ministerios y trapisondas. Si se quiere un dato, reconocido por el propio gobierno: ha expoliado 41.000 millones de euros del fondo de reserva de las pensiones. La crisis con esta pandilla de mangantes la pagan los trabajadores, los parados, los dependientes, los jubilados. Los más débiles.

Hablando de herencias. Zapatero les dejó un fondo de reserva de pensiones de 67.000 millones que ellos han saqueado. Esa es la realidad de esta banda de ladrones.

(He encontrado la imagen en Twitter, pero no he sabido sacar la autoría. Si el autor me la hace llegar, la incluyo.)

Acogedlos.

"No maltratarás ni afligirás al extranjero, porque tú tambien fuiste extranjero en la tierra de Egipto" (Ex.: 22, 21).

Europa es tierra de asilo. Y debe seguir siéndolo. La crisis de la inmigración no puede desnaturalizarla, hacerle olvidar sus valores y principios, dar la espalda a estas oleadas de gente que llegan a nuestras playas, nuestras tierras (que, en el fondo tampoco son "nuestras") huyendo del hambre, la injusticia, la tiranía, la persecución, la muerte. 

Mucho menos puede Europa permitir que, al amparo y cobijo de miedos egoístas, prejuicios, falta de solidaridad, indiferencia, esta crisis dé alas a los partidos xenófobos, racistas, inhumanos, fascistas; los Farage, Le Pen, Albiol.  Debemos acoger a los huidos, acomodarlos, ver qué podemos hacer por ellos sin merma de nuestros sistemas democráticos y nuestros catálogos de derechos y libertades que tocan a los inmigrantes y refugiados como a los autóctonos.

Es obvio que el problema ha tomado unas proporciones fuera de lo común. Deben buscarse soluciones a escala de la UE también fuera de lo común. Hay que revivir las políticas de inmigración y adoptar otras nuevas que permitan intervenciones humanitarias rápidas y flexibles. Y, sobre todo, hay que allegar muchos más recursos. La situación exige estar a su altura, olvidar rencillas pequeñas y entender que, como en las comunidades de vecinos, hay que hacer una derrama extraordinaria en vista de lo excepcional de la situación. Y hacerla ya, con el añadido de tres consideraciones:

1ª) hay que ayudar en especial a aquellos que, por diversas razones, están soportando las oleadas de entrada. En primerísimo lugar Grecia. Es tremendamente injusto seguir apretando las clavijas a este pequeño país y hacer como que no vemos que tiene que habérselas en primera línea con un problema al que materialmente no puede hacer frente.

2ª) hay que recordar que los europeos somos los directos responsables de esta catástrofe humanitaria. De la que viene del Sur, del África y trata de cruzar el Mediterráneo, por el desastre que el colonialismo ocasionó en el continente y sus secuelas; de la que viene del Este, de Siria, Jordania, el Irak, por la política agresiva o contemporizadora con las agresiones que hemos llevado a cabo en esta parte del mundo.

3ª) porque, con el paso del tiempo, cuando todo vaya calmándose y volviendo a su cauce, estas decenas, cientos de miles, de gentes de todas partes, serán fuente de rejuvenecimiento y prosperidad del continente que, en el futuro, debe poder mirar hacia atrás y no avergonzarse del trato que hayamos dado a estos extranjeros, peregrinos, refugiados.

dijous, 27 d’agost del 2015

La sexagenaria no puede con la septuagenaria.

Los teóricos políticos se pasan la vida tipificando clases de liderazgos y de políticos, categorías, estilos: políticos autoritarios, populistas, liberales, democráticos, xenófobos, etc. Está bien, para moverse con comodidad en el abigarrado y confuso mundo de la política. Pero eso es hasta que descendemos a tierra y nos encontramos con los políticos reales, esos bípedos intrigantes supuestamente racionales que hacen trizas todas las clasificaciones analíticas.

Por ejemplo, es imposible encontrar categoría en la que encaje la gárrula Esperanza Aguirre. Si le hacemos caso, será demócrata, liberal, católica y patriota española. Si atendemos a otras opiniones veremos que hay gente que la considera autoritaria, dogmática, beata y vendepatrias. Una hipócrita y ególatra consentida a la que nadie se toma en serio pero que tampoco está acostumbrada a que la critiquen o, incluso, que la traten de "tú" a "tú". Necesita sumisión total y abyecta. Telemadrid tenía que estar a su absoluto servicio, cantar sus glorias, que era ninguna, y ocultar sus errores o desaguisados que eran tropel porque no toca nada que no lo desgracie. La función de Telemadrid no era informar de la realidad sino inventársela de arriba abajo, en un ejemplo de comunicación tipo Potemkin. Y el que no estuviera de acuerdo con esto, con ser un agente de agit-prop en vez de un periodista, se iba a la calle ipso facto, como pasó con Germán Yanke  que, al parecer, no le hacía suficientemente la pelota. Y con la señora diciendo que ella es liberal.

Su liberalismo es patente en el proyecto de la Ciudad de la Justicia, un desastre de 105 millones de euros del que la liberal Aguirre quiere responsabilizar en último término a los jueces mismos que, deseosos de lucir y lucirse presionaban para que se realizaran las obras. O sea, la culpa es del Estado porque ¿no son los jueces el tercer poder, el judicial? Pues, eso, el Estado responsable del dispendio. Obras, no se hicieron muchas, pero había una legión de jefes sin tropa, aunque ganando una pasta. Cuando ya no se pudo ordeñar más a la vaca estatal, se decretó el cierre de la empresa que, por cierto, era una fundación pública (recibía la pasta del Estado) pero de gestión privada, obviamente para saltarse todos los cauces y precauciones y emplear a los parientes y enchufados con sueldos de cine, aunque no supieran ni rebuznar.

Habiendo sido derrotada (aunque el suyo fuera el partido más votado), se ha negado a aceptar la derrota y busca por todos los medios desplazar de la alcaldía a Manuela Carmena. Pues le salió de maravilla el Tamayazo, cree que debe tentar a aquellos que, como Carmona, puedan tener algún agravio con su partido, llevándolo al transfuguismo. No está claro si se ha dirigido a los otros concejales socialistas. Podría ser, pero sería extraño, porque esos contactos son pura dinamita, sobre todo si te los graban y en el PP se graban hasta los soliloquios. El fondo del asunto, sin embargo, está vivo: cree que, al haberlo conseguido una vez, puede conseguirlo de nuevo porque, para ella, todo el mundo tiene una precio. Sin duda ella misma también. Una posición perfectamente liberal. Todo se compra, todo se vende. Carmona, sin embargo, no solo no se vende, sino que hace burla de la eventual compradora.

Curiosa lección de una vida liberal, desempeñando cargos públicos para ir contra lo público sistemáticamente. A sus más de sesenta años, casi todos ellos dedicados a la política, cabría presumir en ella cierta experiencia y habilidad para no andar haciendo de Mefistófeles de pacotilla, tratando de comprar las almas de la gente sin conseguirlo. A sus más de setenta años, casi todos ellos dedicados a la judicatura, Carmena ingresa en la política sin experiencia y se afirma frente a la sexagenaria. Toda la experiencia de esta no impide que se le abran varias cuestiones especialmente resbaladizas de las que no es seguro que salga con bien y consiga sobrevivir políticamente. Sobre todo porque, a estas alturas, quienes desean ardientemte que se calle y desaparezca para siempre son los de su partido.

Las ruinas de las ruinas de Palmira.

Los del Estado islámico siguen con la piqueta en la mano demoliendo lo que pillan en Siria. Acaban de cargarse un templo bimilenario en donde, al parecer, se guardaba prueba en piedra de la visita del emperador Adriano. Tanta barbarie indigna en Occidente, que llama a acabar con los fanáticos antes de que los fanáticos acaben con la historia de la civilización. Palmira es famosa por la obra del Conde de Volney sobre sus ruinas en el sentido de la meditación sobre el ir y venir de la historia, el auge y caída de los imperios, muy típica del Siglo de las luces. Palmira es prueba y muy bella prueba de lo cierto de la nostálgica reflexión. Aunque nunca fue un imperio en el sentido de grandes extensiones de tierra, incluso mares, bajo su dominio, siempre tuvo una destacada presencia en la historia por vigor comercial y cultura. Incluso conoció un momento de esplendor militar, cuando la reina Zenobia se alzó frente al Imperio romano y dominó sobre buena parte de él hasta que Aureliano conquistó la ciudad y la saqueó en el 273. O sea, Palmira ha visto muchas destrucciones en su historia. El tiempo dirá si la que ocasionen estos islamistas es o no superior a la que ocasionó Tamerlán en el siglo XV.

Esto lleva a una reflexión sobre las ruinas de las ruinas de Palmira. Un debate complicado. Pesa sobre el friso del Partenón y, en general los llamados "mármoles de Lord Elgin", que están en el museo británico, la reclamación del gobierno griego de que sean devueltos a Atenas, a la Acrópolis, de donde fueron sustraidos con mejores o peores artes. Es una reclamación según la cual los monumentos arqueológicos, las obras de arte de la antigüedad deben estar en donde se erigieron y no en museos quizá a miles de kilómetros. Afecta a piezas de muchas antigüedades en muchos museos del mundo: la dama de Elche en Madrid, los leones alados de Nínive en Londres, los sarcófagos egipcios también en Londres, la Venus de Milo y la Victoria de Samotracia en París, los frescos de Pompeya en Nápoles, el penacho de Moctezuma en Viena, el paseo de las procesiones de Babilonia, en Berlín, las mastabas egipcias en Nueva York, etc., etc. Gran parte del patrimonio artístico-arqueológico de la humanidad está en museos occidentales, producto de incontables rapiñas, y lo que no está a veces es porque resultaría muy difícil o imposible su traslado, como la pirámide de Keops.

La cuestión, hasta cierto punto moral, sigue siendo: ¿no deberían estas piezas quedarse en donde fueron halladas? Es dudoso que civilizaciones y culturas posteriores, ajenas al pasado de un territorio que, a veces llegaron allí como invasores con lenguas y religiones distintas, tengan lazos espirituales con estas obras y monumentos. Aun así, suele argumentarse el derecho del Estado a recibir de vuelta estas riquezas por su propiedad de todas las del territorio que domina en el presente y en el pasado.

Tal cosa, sin embargo, no es evidente en sí misma. Y sí lo es, en cambio un argumento práctico, probabilístico, modesto, pero que todo el mundo entiende muy bien. Y al decir todo el mundo se quiere decir eso exactamente, todo el mundo, incluido el Estado perjudicado. El argumento se sigue de una pregunta muy sencilla y fácil de contestar: ¿en dónde estarían más seguras las ruinas de Palmira? ¿En Palmira o en el museo británico? ¿En dónde los frisos del Partenón, en Londres o en Atenas? Es probabilístico, ya que seguros no estarán en parte alguna en el mundo. Al fin y al cabo, los frisos estaban por el suelo en la Acrópolis porque los turcos usaban el Partenón como  polvorín y, en las guerras del siglo XVII, un buque de la Signoria veneciana lo reventó de un cañonazo.

Naturalmente esto no es un argumento  favor de que el emplazamiento de las obras históricas y artísticas se decida exclusivamente por razones de seguridad porque entonces estarían todas en Fort Knox, pero sí para que, a la hora de adoptar decisiones en el mundo práctico, inmediato esas consideraciones cuenten. Al fin y el cabo el patrimonio es de la humanidad.

Y para que no desaparezca Palmira.

dimecres, 26 d’agost del 2015

El esperpento sigue.

"Es un fin de ciclo y mandato de esperpento hispánico", decía Palinuro hace unos días en un post titulado Final del esperpento. A la vista del debate de ayer sobre los presupuestos generales del Estado para 2016, tiene uno la impresión de que Palinuro se quedó corto. Este final de legislatura es sencillamente inenarrable, tanto por lo que sucede en el escenario del Congreso como por lo que pasa fuera de él, en la calle, en los medios. El epitafio lo puso el diputado de ICV, Joan Coscubiela, haciendo honor a su fama de orador contundente: "Esta legislatura termina como empezó: con un gobierno mintiendo a los ciudadanos". Y riéndose de ellos, añadimos.

El responsable último de esos presupuestos no ocupó la tribuna para defenderlos. La oposición lo acusó de cobardía por no hacerlo. Cobardía o cerrazón y desprecio enconado por la obligación de los gobernantes de informar de sus decisiones; o simple gandulería. Tales son los datos del personaje y cualquiera puede ser válido. Desde el punto de vista de la cortesía parlamentaria es inadmisible que alguien se empeñe en aprobar unos presupuestos con unas elecciones a escasos meses en las que es muy posible que no revalide el cargo. Resulta así que, quien ocupe su puesto ahora tendrá que perder el tiempo cambiando las cuentas que, entre otras cosas, son un desastre y no sirven para nada porque se han redactado pensando en ganar las elecciones a toda costa. Más que unos presupuestos, son un programa electoral, cosa reconocida por el ministro Montoro, que ofreció ayer uno de esos espectáculos de soberbia, arrogancia y matonismo parlamentario que tan bien se le dan.

Sánchez que fijó como único interlocutor al presidente del gobierno, sentado en su escaño y no al ministro interviniente, a quien ninguneó, dictaminó que Rajoy solo busca adherirse al cargo. Eso es obvio: prolonga las elecciones al máximo y pretende ganarlas haciendo y diciendo lo que sea y mintiendo, como siempre. Porque no habló en la cámara pero sí se despachó largando a gusto en lo pasillos, para la prensa y despejando ya de una vez la incógnita sobre la reforma de la Constitución. La propuesta del PP para esta cuestión esencial es "no". No habrá reformas. Las propuestas esgrimidas por los otros partidos que tratan de contener la secesión catalana quedan así temblequeantes por cerrada falta de quórum.

Es lógico que se aferre al cargo. A la vista tiene en el caso de Esperanza Aguirre los malos tragos que pueden pasarse cuando ya no te ampara el manto de armiño. Ahí anda la buena señora tratando de organizar otro tamayazo en el Ayuntamiento de Madrid para desviar la atención de su responsabilidad (toda) en el expolio de 105 millones de euros a cuenta de un proyecto megalómano, la Ciudad de la Justicia, en el que parecen haberse cometido todo tipo de atropellos y puede que hasta delitos. 105 millones de los contribuyentes empleados en sostener una cohorte de enchufados, en pagar por informes ficticios o en edificar para abandonar acto seguido. 105 millones en una comunidad que recorta en educación, sanidad, investigacion. Y, detrás de este, todos los dislates que hizo la señora durante su mandato en donde intervenía la Gürtel, la Púnica o los especialistas freelancer en esquilmar el erario. Su pasado persigue a Aguirre y acabará por aplastarla. Ese es el ejemplo en el que se mira Rajoy: tiene que ganar porque, si no lo hace, todos los dispendios y desastres de Aguirre parecerán un comportamiento franciscano en comparación con lo que han hcho él y su partido en cuatro años de gobierno con mayoría absoluta

Porque la cuestión es, ¿cómo se atreve un gobierno fracasado en todos los órdenes, con un partido comido hasta el tuétano por la corrupción, a presentar presupuestos algunos? Queda claro, además que, como le acusó la oposición, deja España hecha unos zorros. Quienes se pasaron toda la legislatura hablando de la "herencia de Zapatero", dejan ahora otra peor. Y en todos los campos. Sánchez acusó a Rajoy de haber roto el pacto de Toledo para las pensiones, de haber dividido socialmente el país, de haber esquilmado la seguidad social y de haber provocado un fraccionamiento territorial cuya dimensión se verá el próximo 27 de septiembre y que incluye la posibilidad de una declaración unilateral de independencia en Cataluña.

En resumen, un desastre absoluto que no pueden maquillar la mentiras del gobierno, las fábulas del ministro de Hacienda, los trémolos de la legión de esbirros en los medios. Nadie cree el discurso de la recuperación porque todo el mundo tiene la experiencia directa contraria: el paro no remite, la deuda es agobiante, la productividad no remonta ni ninguna de las magnitudes favorables. Solo aumentan las desfavorables. Y eso lo han conseguido los artífices de "deja que caiga España, que ya la levantaremos nosotros" por su absoluta incompetencia. Del valor de sus ideas testimonia la propuesta insinuada por Montoro de resolver el problema de las pensiones financiándolas por la vía de los impuestos. Dicho por el mismo que promete bajarlos. A esta pavorosa incongruencia mental debe añadirse su cerrada ideología neoliberal, corrompida por las prácticas del capitalismo de amiguetes, su naconalcatolicismo obtuso y su más ajado nacionalismo español basado en la catalanofobia.

Todo eso se ya por descontado. La cuestión es si Sánchez y el PSOE serán capaces de enmendar tanto yerro y tanto destrozo. La izquierda concurre a las elecciones dividida y, por tanto, como ya se ha dicho hasta la saciedad, cortejando la derrota. Un asunto este que tampoco estará claro hasta ver qué sucede en las elecciones catalanas que obligarán a reacomodarse a todo el sistema político español, entre otras cosas porque se comprobará probablemente que Cataluña está libre de él y tiene el suyo propio.

A partir del 28 de septiembre, si la derecha gana de nuevo las elecciones en España toda la izquierda española, la socialdemócrata, la "verdadera" o "transformadora", la innovadora, toda ella, debiera pedir el finiquito.