dissabte, 22 d’octubre del 2016

No saben qué hacer

Basta con ver el gesto del presidente de la gestora. No saben qué hacer ni por dónde salir. Un grupo de personas, embarcadas en un golpe de palacio, va a tomar una decisión trascendental en nombre de nadie porque tiene a la militancia en contra. Bueno, en nombre de nadie, no. En nombre de los que voten abstención en el CF y supuesto que sean mayoría. Para eso tienen preparada la última artimaña: voto secreto. La mano alzada del 1º de octubre se convierte en la mano oculta un mes más tarde. Muy astuto.

La abstención avanza con astucias, con dobleces, con una tremenda campaña de presión desde las viejas glorias estilo González y los nuevos infiernos, estilo Rubalcaba, con la complicidad de los medios. La idea es única, el pensamiento es único: en España tiene que haber gobierno y ha de ser de la derecha. Para que la situación se calme, Podemos se modere y los catalanes entren en vereda.

Un partido y un país sacrificados en el altar de la cobardía, de la pusilanimidad, del servilismo de la izquierda ante la derecha. Sacrificados por un vaticinio, por una sospecha, por miedo. Por nada.

El abismo oscuro cuya amenaza se esgrime es el de las terceras elecciones. Los abstencionistas temen perderlas por goleada y, a mayor susto, ante un PP cercano a la mayoría absoluta o instalado en ella. Y tienen razón: en unas elecciones con el partido en la situación en que lo han puesto los abstencionistas conjurados es muy posible que el PSOE quedara por detrás de Podemos y se produjera el armageddon, digo el sorpasso.

Y, sin embargo, los abstencionistas tienen en su mano recuperar expectativas saneadas y halagüeñas para su partido. Basta con que revoquen sus decisiones y reintegren a Pedro Sánchez a la secretaría general y candidatura a la presidencia del gobierno. Este debería intentar la formación de un gobierno de izquierda con apoyo de los independentistas y, en caso de no conseguirlo, ir a las terceras elecciones. Su resultado no está cantado sobre todo porque los candidatos del PP tendrán el tiempo dividido entre sus actividades políticas y las procesales.

De todas formas, tampoco estoy seguro de que Sánchez aceptara el reto.

La fuerza de los símbolos

El debate público -ahora que las redes posibilitan su universalización- es muy repetitivo. Las distintas opciones, fuerzas, partidos, grupos, tendencias o hermandades reiteran, remachan sus argumentos. Muchas veces con las mismas palabras, hasta que aparecen las frases hechas, de las que muchos se valen como armas arrojadizas. Por ejemplo, siempre que alguien, generalmente en la izquierda, se refiere a Franco o el franquismo, le llueven improperios de la derecha: "queréis ganar la guerra que perdísteis", "sois unos guerracivilistas", "reabrís viejas heridas", "cuando Franco, yo no había nacido", "Paco murió hace cuarenta años", "vivís en el pasado".

¡Qué manía tienen al pasado precisamente los conservadores! Que algo sea pasado no quiere decir sin más que no importe en el presente. La derecha, casi toda ella católica, organiza su vida en todos sus aspectos, desde el nacimiento a la muerte, según un acontecimiento que, afirman, se produjo hace veinte siglos. "Se están enjuiciando hechos del pasado", dice Rajoy, pretendiendo dar idea de lejanía, como quien hablara de la batalla de Roncesvalles. Sí, los presuntos delitos de la Gürtel son del pasado, un pasado en el que él era presidente o vicepresidente o secretario general del partido gurtélido y varias veces ministro en plena Era Gürtel. Un pasado que es su pasado y es su presente y será su futuro con la pequeña ayuda de sus amigos del PSOE.

Pero es que, además, el pasado, en el caso de Franco no es tal ni de lejos. Y la prueba es, precisamennte, el derribo de su estatua. Ahorrémosnos los debates sobre la intención de los organizadores y la relación entre aquella y los resultados. Franco está presente porque alguien, con los fines que sean, planta su estatua frente al Born. Y lo está muy profundamente porque la reacción ha sido fulminante y definitiva. Me juego el desayuno a que quienes derribaron la estatua, todos habían nacido con Franco muerto. O sea, no cabe ver este hecho como si, por ejemplo, un puñado de orates en Padua derribara la estatua de Gatamelata, la obra de Donatello que los escultores franquistas querian imitar.

Franco está muy presente en el presente. El devoto ministro del Interior, tengo entendido, se desplaza de vez en cuando a la basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, a rezar cabe la tumba del Caudillo. Ignoro con qué motivo, si para solicitar su inspiración y guía, para pedirle perdón por el libertinaje del siglo o para rogarle que resucite. Resucitar es ya lo último que le falta porque vivo está y por todas partes. El Estado no ha condenado su execrable régimen, la Fundación de su nombre es legal, el Valle de los Caídos sigue en pie y el resto del país vive en la pedrea del franquismo de los callejeros, los monumentos, las placas, las misas de aniversario, las glorias de la División Azul y las barbaridades franquistas que sueltan los concejales del PP en cuanto se pasan con el pacharán.

Por eso el derribo de la estatua, aunque fuera de su simulacro, incluso de su burla y mofa, tiene un valor simbólico enorme. Es la primera vez desde la muerte de Franco que se ha hecho algo así, algo que en los demás países recién liberados de una tiranía suele hacerse en cosa de minutos. Y que se haya producido en Barcelona añade brillo al símbolo. España ha estado bien surtida de estatuas del dictador y no solo ecuestres. Algunas sufrieron desperfectos. Pero todas estaban en pie cuando, mucho más tarde y lenta y vergonzantemente, fueron retiradas. Como lo fue la de Barcelona. Aunque en la llamada ciudad condal ya se apuntaban maneras, pues fue decapitada en el almacén por mano anónima, en medio de la noche y la niebla. Ahora se ha terminado la faena y, al parecer, la iniciativa ha sido de los LGTBs. Más simbólico, si cabe.

Todo lo cual ha dejado al Ayuntamiento en una curiosa posición de ambivalencia. Como consistorio, no puede ignorar el acto de vandalismo y está obligado a proceder aplicando las normas, máxime cuando el bien dañado es precisamnte su propia obra, una exposición para suscitar debate sobre la memoria histórica. Pero como corporación de izquierda tendrá que reconocer que la acción de derribo de lo que los madrileños llamaban, refiriéndose a la de los Nuevos Ministerios, "el burro montado en el caballo", responde a un sentir ciudadano muy extendido. Desde el principio la opinión barcelonina se puso en contra del proyecto. Todas las voces fueron de protesta. No las hubo a favor salvo las del propio consistorio.

Al final, hubo una perversa coincidencia entre lo que la exposición pretendía denunciar, el autoritarismo, y el modo autoritario con el que se ha impuesto contra un sentir contrario muy generalizado en la ciudadanía.

Derribado el héroe invicto, las miradas se dirigen todas al monumento tortosino, el que conmemora la batalla del Ebro, que perdió Cataluña y perdió la República.

divendres, 21 d’octubre del 2016

Franco se cae del caballo

Recuerdos relámpago de noches en los países comunistas, con derribo de estatuas de Lenin, Stalin... Vaya clima se está gestando en la tercera Restauración que ha resultado ser el postfranquismo o franquismo sin Franco.

Desde el principio del proyecto del Born se intuía que la autoridad municipal estaba errando a modo. Quizá por ingenuidad, con su punto de pedantería. Su intención podía ser buena, pero ha resultado la bondad del Alma buena de Sechuán. Estamos en una democracia moderna, debieron decirse, en una sociedad tolerante, culta, capaz de contextualizar o descontextualizar (que no estoy muy seguro de lo que los mozos proponen) los datos, los personajes y de relativizar las consecuencias del pasado.

Pero he aquí que la gente -esa de la que tanto hablan en Podemos- no está para refinamientos ni deconstrucciones derridanas. No quiere ver la estatua de Franco en las calles, con cabeza, sin cabeza o con tres cabezas, como la Gorgona. ¿Por qué? Sencillamente, porque está en todas partes, en los callejeros, en los nombres de los pueblos, los títulos honoríficos, la fundación de su nombre, el Valle de los Caídos, las misas por su eterna salvación y, si fuera posible, pronta resurrección, los cargos públicos del PP haciendo saludos fascistas, literalmente en todas partes. El dictador que murió en la cama después de cuarenta años de régimen inenarrable que muchos, demasiados, dieron por bueno porque los seres humanos se adaptan a todo, incluso a la esclavitud.

Franco se cae del caballo el mismo día en que el Tribunal Constitucional, algunos de cuyos miembros son aficionados a la Fiesta Nacional, prohíbe prohibir las corridas de toros en Cataluña. Cómo se nota que son todos de la generación del 68. Incidentalmente, un país que llama "Fiesta nacional" a las corridas de toros no está bien de su colectiva cabeza.

Palinuro volverá mañana sobre el derribo del Born porque tiene mucha más miga de lo que parece.

Mire bien el PSOE lo que apoya

La Era Gürtel sigue dando episodios tan escandalosos como esperpénticos. El Ayuntamiento de Valencia presuntamente reciclado en lavandería financiera; el señor director general, más dedicado aparentemente a saquear el erario que a cuidarse de aquello que debería dirigir; los capitostes del PP surcando supuestamente los aires a bordo de aeronaves que costeábamos los contribuyentes por medio de la ingeniería empresarial de la Gürtel. Y entre ellos, según se dice, el actual presidente del gobierno, el de los sobresueldos.

Y eso en un día. Calculen los señores de la Gestora socialista lo que tendrán que tragar los próximos cuatro años, mil cuatrocientos sesenta días como este. Miren sus mercedes bien lo que hacen. Y recuerden que, además, estarán dando por buenos los miles y miles de días de los años anteriores de un sistema político que ha funcionado en gran medida gracias a prácticas presuntamente delictivas y continuadas. Estarán aceptando la inepta y maliciosa afirmación de la señora Sáenz de Santamaría cudno dice, queriendo exculparse que en la Gürtel se juzgan hechos del pasado, como si hubiera que juzgar los del futuro.

Dicen los gestores que no hay alternativa. Ni la han buscado y al único que lo intentó lo han mandado al ostracismo.

Miren bien vuesas mercedes qué va a pasar con su partido, que lo tienen en rebeldía. A estas alturas solo pueden ignorar la petición de un congreso extraordinario inmediato (y el consiguiente NO de momento) a base de argumentos trapaceros, de triquiñuelas estatutarias; es decir, dando un segundo golpe de mano, erigiéndose ya en dictadores que actúan en contra de la voluntad de sus representados. Y estudien las consecuencias de esa actitud amenazadora y autoritaria de la señora Díaz, que quiere excomulgar a los réprobos que no voten lo que a ella se le antoja.

Aún están a tiempo de deponer su actitud, dejar de presionar al CF, de intrigar y de recurrir a artimañas, y también a tiempo de escuchar el clamor de las bases en favor del NO es NO.

Terceras elecciones. Pues sí, no pasa nada. Con la Gürtel, la Púnica, la Taula y la Jerusalén liberada cantando todos los días, cada cual sabrá perfectamente lo que vota. Mientras tanto, el gobierno en funciones seguirá cubriéndose de gloria dentro y fuera del país.

El tiempo muerto

¿Cómo pueden mostrarse 1.000 años de una civilización continental en doscientos o trescientos metros cuadrados? Muy sencillo: no se puede. Es lo que sucede con esta sin duda bien intencionada exposición de la Edad Media europea a base de una recopilación de piezas procedentes del Museo Británico, cuya colección debe de ser la más grande del mundo. Aunque la muestra de la Caixa Fórum comprendiera la totalidad de lo exhibido en aquel museo, tampoco se conseguiría. Sobre todo porque el plan no se pone límites de tiempo, pues pretende mostrar los 1.000 años; ni de espacio, pues abarca objetos de todo el continente; ni de actividad, pues se quiere mostrar todo, la escultura, la pintura, la arquitectura, las ciudades los campos, las guerras, el saber, los viajes, las fiestas, las cortes, todo. El resultado no es un fracaso estrepitoso porque el visitante siempre agradecerá contemplar imágenes, objetos, actividades procedentes de la llamada Edad oscura, pero produce cierta decepción, sobre todo dado lo ambicioso del título, los pilares de Europa. Nada menos.

Sin duda los comisarios han hecho lo que han podido para despertar el interés y hacer atractiva una colección de objetos pobre, sin especial valor material o simbólico, deslavazados y tan distanciados en el tiempo y el espacio que apenas cabe creer tengan algo en común. Verdad es que se agradece ver vitrales pintados de una casa del siglo X, espuelas corroídas del XII, aguamaniles del VII, capiteles del VIII, broches de todos los tiempos, anillos, platos, tejidos milagrosamente conservados, un borceguí mugriento del siglo XIII, escudos, trozos de armas, polípticos sacros, estatuillas, imágenes de catedrales, platos, crucifijos y hasta silbatos para llamar halcones. La tarea de dar una explicación coherente de todo, de encajar estas verdaderas reliquias en una imagen civilizatoria de conjunto recae sobre la amplia pedagogía que se despliega en la muestra, con abundantísimas explicaciones y frecuentes vídeos ilustrativos de lo que se ve y lo que no se ve.

Pero aun así, se tiene una sensación de insuficiencia, de incompletud, de carencia. Las frecuentes aclaraciones, con toda lógica, ensalzan el valor y la importancia de lo que muestran y explican su funcionalidad en la vida social, espiritual, artística, política de un ámbito tan complejo como Europa entre la caída del Imperio Romano y la Reforma. Poco callan sobre lo que no hay. Por ejemplo, no he visto una sola imagen ni explicación acerca del fundamento mismo del orden medieval, que es el feudalismo. Algo se habla de la caballería, de las relaciones de los Reyes y los nobles, etc, pero no de la institución que fue columna vertebral de aquella era, la jerarquía señorial y el juramento de vasallaje, desde los siervos hasta el Rey, en una organización que mezclaba el derecho público con el privado, la ley divina con la humana.Y eso es solo una muestra.

En realidad, la exposición persigue un objetivo ideológico muy respetable, el de apuntarse a la corriente revisionista acerca del carácter del medioevo en Europa con la finalidad de dar una imagen contraria a la heredada por la historiografía occidental a partir del Renacimiento. Innecesario decir que el concepto mismo de "Edad Media" (ya tan cargado de connotaciones negativas) es privativo de Europa y carece de sentido fuera de ella. Algunos historiadores han querido extrapolarlo a la historia de la China o del Japón, pero solo a base de forzar y desfigurar conceptos. Del resto de Asia no merece la pena hablar.

La intención es hacer hincapié en los aspectos positivos, luminosos, del mundo medieval, sin dejar de mencionar las condiciones de miseria, analfabetismo, injusticia y caos de aquellos siglos. Por supuesto, ¿cómo no iba a haber momentos excelsos, obras brillantes en el trabajo de un milenio en todo un continente? ¿Cómo no iban a cambiar las relaciones sociales, las costumbres, las ideas? ¡Si cambió hasta la lengua, pues se pasó del latín a las distintas lenguas romances y también las germánicas evolucionaron sin que hubiera punto de comparación! Por eso resulta un poco absurda la insistencia en colar de matute una idea sobre el supuesto dinamismo medieval para combatir el prejuicio de un milenio de inmovilismo. Se dice y repite que la Europa del año 400 poco tenía que ver con la de 1400. Es posible pero con mucha mayor razón cabe decir que la Europa de 1850 tiene todavía mucho menos que ver con la de 2000 y no se trata de mil, sino de ciento cincuenta años. Y, aun más, la Grecia del siglo VII tiene también muy poco que ver con la del siglo de Pericles, apenas trescientos años más tarde.

Diga lo que diga la exposición, la Edad Media fue un indudable retroceso en relación al mundo clásico, una época ruda, tosca, bárbara, inculta, opresiva y, probablemente el momento en que el continente más se acercó a aquel dictamen de Hobbes cuando decía que en el estado de naturaleza, la vida humana era solitary, poor, nasty, brutish and short. En la Edad Media brillaron talentos, poetas excelsos, artistas, gente de mérito: Roger Bacon, Juan de Salisbury, Marsilio de Padua, Dante, Tomás de Aquino, Alberto Magno, Duns Scoto, Guillermo de Occam, Rabelais, Villon, Monmouth, Beda el venerable, Alcuino de York, Hildegard von Bingen, Averroes, Avicena, Maimónides, Ramon Llull, Giotto, Cimabue, Holbein  etc. Pero es que estamos hablando de mil años. Se levantaron edificios egregios, sobre todo catedrales, y se generalizó el estilo artístico que conocemos como "gótico internacional". Sin duda, el juicio negativo de las épocas posteriores es excesivo, pero de ahí a convertir el Medioevo en una epoca de luz, colorido, refinamiento y creatividad media un abismo.

El argumento más ladino que se maneja para mejorar el concepto sobre la Edad Media es que, en realidad, muchos de sus elementos siguen hoy vivos y no solamente las catedrales: el romanticismo es un eco de esta época, como la literatura gótica de la segunda mitad del XIX, la arquitectura neogótica de principios del XX, por no hablar de algunas instituciones usos y costumbres que se remontan a aquellos tiempos, desde la Magna Charta hasta el Tribunal de la Aguas en Valencia o la Universidad de Bolonia. Lo que sucede es que eso puede predicarse de todas las épocas de la humanidad. La historia no es una sucesión de compartimentos estancos, sino un sistema de vasos comunicantes, como una serie de esclusas. Nada se pierde del acervo de la humanidad, salvo lo que el tiempo, los destrozos o la incuria hayan ocultado. Véanse los retratos de Picasso y se verán emerger en ellos no solo las máscaras del África Negra sino los retratos de Fayum y no se habl de la influencia del arte rupestre del paleolítico sobre el contemporáneo. Cualquier trazado de carreteras de países europeos aprovecha en gran medida el sistema de calzadas romanas. La democracia la inventaron los atenienses y  el sistema político más dinámico de nuestro tiempo, el de los Estados Unidos, es una organización federal, al estilo romano, en la que una de las cámaras es un Senado como el de Roma, que celebra sus sesiones junto con la Cámara de representantes (especie de comicios) en un edificio que lleva el muy romano nombre de Capitolio.

Los pilares de Europa no se echaron en la Edad Media. Al contrario, en la Edad Media estuvieron a punto de hundirse. Los verdaderos pilares de Europa son la religión mosaica, la filosofía griega y el derecho romano, todos anteriores a la Edad Media. Y, por descontado, todos presentes hoy día en mucha mayor medida que las creaciones medievales.

dijous, 20 d’octubre del 2016

La buena reputación

Prácticamente no queda nadie libre del pringue de la corrupción en el PP. Las tramas delictivas tenían departamentos de dádivas dedicados a repartir obsequios entre cargos públicos y políticos para propiciar voluntades. Bolígrafos, bolsos, televisores y hasta coches, según la importancia del agasajado y su capacidad de responder luego transfiriendo a las cuentas de la organización cuantiosos recursos públicos. No podían faltar las cestas de Navidad, invento repleto de españolísimos detalles: jamón, embutidos, turrones, cava, mazapanes y mucho espumillón. Algo tan entrañablemente nuestro trae nostalgias del pasado, por ejemplo, la película, también españolísima, Manolo, guardia urbano. El neorrealismo cutre de la posguerra se ha transformado en la época de las nuevas tecnologías, cuando circulan las pantallas de plasma, los teléfonos móviles, los ipads. Cambian los objetos, pero el fondo del trinque sigue siendo el mismo.

Es llamativo el vínculo entre la corrupción y los políticos de la derecha de mayor alarde religioso. Es el caso de la exconsejera de Educación con Aguirre, Lucía Figar, una devota religiosa, lo que a veces se llama una "meapilas", al servicio inondicional de los intereses de la Iglesia en el feraz territorio de la educación. Regala terrenos públicos a órdenes religiosas para sus negocios educativos y cuanto más reaccionarias, mejor; descapitaliza la enseñanza pública y favorece la privada, en especial la concertada, que es un modo de aplicar los recursos públicos a quienes menos los necesitan. 

Consciente la señora en su fuero interno de que su gestión suscita fuerte oposición en todos los estamentos y en la opinión pública, contrata con una empresa de la Gürtel o de la Púnica, o de las dos un informe sobre cómo mejorar su reputación online. Es un documento de treinta páginas repleto de vulgaridades por el que la empresa púnica que lo realizó cobró 21.000 euros. Fondos públicos para estudiar y mejorar la reputación personal en línea de la señora Figar, que no la tiene muy buena. Y eso sin contar los funcionarios que tendría  dedicados a ensalzar sus glorias en Twitter, como hacía su jefa y referente, Esperanza Aguirre.

Es una corrupción muy católica a fuer de española o al revés. Es el precio corrupto de las apariencias. Lo importante no es que el cargo publico cumpla su cometido de modo eficiente, sino que lo parezca; lo importante no es la realidad, sino la imagen. La reputación debe ser buena y si, para conseguirlo, hay que comprarla, se compra. Sobre todo teniendo en  cuenta que se paga con el dinero público, de todos. Es un estilo. Los 21.000 euros no alcanzan ni de lejos a los dos millones de pesetas del erario con el que Aznar quiso comprarse la medalla del Congreso de los EEUU, pero están en esa línea.   

La caída de los dioses

En los lejanos años 80 del siglo pasado, los socialistas llamaban a Felipe González "Dios", prueba a la vez de su educación religiosa y su irreverencia. Ese "Dios" descendió del Olimpo y se autoatribuyó la condición de "jarrón chino", costoso, delicado, pero de mucho estorbo. Y, en efecto, al cabo de un tiempo, el jarrón, a fuerza de estorbar, ha acabado hecho añicos. En la sede socialista de Torrent, figura el retrato de González junto al de Pablo Iglesias, solo que él está cabeza abajo El "Dios" se hunde en el descrédito. En la Autónoma le han releído su propio pasado en clave negativa en un virulento escrache de anticapitalistas.

El boicot iba dirigido asimismo contra el otro conferenciante, Juan Luis Cebrián, otro "Dios" y este mayor que el socialista porque lo es de los medios. Cebrián es el símbolo vivo de El País, periódico que atesora un pasado de prestigio como vehículo de la democracia en España, pero en los últimos años ha ido perdiéndolo, hasta caer en el estigma de prensa del gobierno. De hecho, la reacción del diario al escrache ha sido de subida militancia, acusando a Podemos -como lo hace el PSOE- de instigar a la violencia. Dice El Plural que "sin pruebas". Depende de lo que se consideren tales. Dada la mutua animadversión entre Podemos por un lado y el PSOE institucional y El País por el otro, lo sucedido era muy de prever.

Lo cual no quiere decir que sea justificable. En absoluto. Impedir la libre exposición de las ideas no es aceptable y menos cuando se hace tumultuaria y violentamente. De ningún modo. Toda censura del tipo que sea implica una presunción de infalibilidad de la parte del censor. Téngase en cuenta que, dado el contexto del acontecimiento -unas jornadas a base de conferencias- lo que los exaltados boicoteadores gritaron y exhibieron podían haberlo dicho tranquilamente en el curso del coloquio. Todo. No hacerlo y recurrir a la violencia, la coacción y el boicot es una muestra de inseguridad y debilidad. Solo quien desconfía de sus ideas se niega a contrastarlas en público.

Los dioses del pasado han perdido su aura y son hoy objeto de ludibrio. Tanto que es preciso encontrar alguna razón. Algo que explique esa encendida animadversión que suscitan ambos. Y no se me ocurre otra que recordar cómo los dos personajes, González y Cebrián, han actuado siempre en sintonía, habiéndose esta reforzado con la entrada de Rubalcaba en el consejo editorial del diario. Este aparece así como el puente que une el gobierno de la derecha (de cuyo beneplácito depende económicamente al parecer) con el PSOE. Dado que, a su vez, algunos bancos han invertido en la empresa, es difícil encontrar un símbolo más acabado del poder en la España de la Restauración. Un bloque de poder que influye decisivamente sobre la opinión pública en pro de una política de partido, favoreciendo a unos, atacando y desprestigiando a otros y manipulando la información a extremos grotescos. Esta actividad no es un escrache más o menos tumultuoso y efímero, sino una política deliberada, aplicada día a día, desde poderosos centros de influencia para manipular la opinión pública al servicio de los intereses de la estúpida, corrupta y sempiterna oligarquía española; la maldición de este país.

No es violento, no es tumultuario, pero es igualmente agresivo, si no más. Y es igualmente condenable.

dimecres, 19 d’octubre del 2016

El laberinto de la izquierda

Las desavenencias de la izquierda son en buena parte las causantes del marasmo de la política española. Otra buena parte se debe a la resistencia numantina de Rajoy a dejar su cargo para facilitar un entendimiento entre partidos. En alguna de sus salidas de pata de banco, todas ellas contradictorias, Rivera llegó a pedir que Rajoy se marchara como condición para apoyar al PP. Pero la responsabilidad mayor recae sobre la izquierda. Dadas las circunstancias, la derecha no tiene que hacer nada. Lo harán por ella. A Rajoy le bastará con sentarse a la puerta de La Moncloa a ver pasar el cadáver de su enemigo. Y es posible que lo consiga.

El PSOE se ha vuelto contra sí mismo. Los conjurados del 1º de octubre escenificaron un golpe palaciego movido, según parece, por la sospecha de que Sánchez, amparado en la decisión del CF del NO es NO, que muchos de ellos lamentaban, se preparaba para saltarse la prohibición del pacto directo o indirecto con los indepes catalanes y Podemos. Consiguieron la dimisión del SG y pusieron en pie una comisión gestora cuyo objetivo, en realidad, es saltarse a su vez la decisión anterior del NO del CF a base de obligarlo a desdecirse con maniobras tan turbias como el voto a mano alzada en la comisión ejecutiva y el voto secreto en el CF. Y todo para que, abstención mediante, gobierne el PP bajo el liderazgo de ese indescriptible personaje, Rajoy.

Un gobierno que está desmantelando el Estado del bienestar, que ha arruinado la Seguridad Social (con un déficit record este año); endeudado como nunca al país; gobernado de modo autoritario, con desprecio del Parlamento y burla a la opinión pública; amparado la mayor red de corrupción que haya habido jamás, de la que, según los jueces, se benefició directamente el PP. Un gobierno que en todos sus niveles, tiene una enorme cantidad de presuntos delincuentes, muchos de los cuales están siendo juzgados ahora y otros, probablemente, lo sean en el futuro, según vayan produciéndose revelacioness en estos procesos.

El presidente de la comisión gestora, Javier Fernández, ha resultado persona muy locuaz y se ha prodigado en todos los medios, explicando y justificando esa abstención que no tiene por qué defender. Su falta de sentido del juego limpio lo lleva a reconocer compungidamente que "ha faltado diálogo" cuando él no ha dejado de largar desde el minuto uno del golpe. Y con una ristra de falacias y perogrulladas del tipo de "abstenerse no es apoyar", "me comprenden más los de fuera que los de dentro", etc. Coronada por esa afirmación de que "el edificio político del PSOE está muy dañado, pero conservamos el solar". Más que dañado, da el edificio por destruido, por eso queda el solar. Debe de referirse al solar hispánico. Aunque lo decisivo de su juicio es la idea de que comienza la reconstrucción del PSOE, condicionada a su pase a la oposición. 

Es el lenguaje de El País, urgido en ocultar el destrozo y embellecer la situación a base de imaginar un gobierno del PP maniatado por la oposición. Este cuadro quiere abrirse camino so pretexto de ser más inteligente que el NO es NO porque opta por el "mal menor" frente a las terceras elecciones. Pero eso de que la abstención es el "mal menor" es un juicio tan subjetivo como el de quien cree lo contrario, que el mal menor son las terceras elecciones.

En todo caso, en los comités, comisiones, corrillos, consejos y conciliábulos de los mandarines la decisión está tomada: abstención. El CF decidirá y, luego, que cada palo aguante su vela. Hay quien votará "no", sabiendo que la decisión final será abstención y quien pide el ostracismo para los votantes del "no". Eso de la democracia es solo para los días de fiesta de guardar. De lo que ninguno habla es de la rebelión de las bases, justo lo más interesante para Palinuro. Los medios la acallan y los socialistas de la gestora la ignoran. Pero está, se ha abierto camino en las redes y ejercerá su derecho al pataleo con una presentación de las firmas contra la abstención y un acto público a la puerta de Ferraz.

Si sale la abstención, será contra la voluntad de una cantidad de militantes que incluso puede ser la mayoría. Y, desde luego, se abrirá un periodo en el que lo que quede del PSOE habrá de recomponerse bajo el permanente chantaje del gobierno de convocar unas elecciones anticipadas (terceras en diferido) y la presión de Podemos por la izquierda, en busca del sorpasso, como única oposición real. En esa actitud de Podemos, que le llevó a votar en contra de la candidatura de Sánchez, está el arranque de la nueva desavenencia de la izquierda, que se mantiene. Es imposible que haya un gobierno de izquierda si lo que Podemos busca es la destrucción de la socialdemocracia.

Y es imposible que, destruido el PSOE, alcance Podemos la hegemonía porque su fusión con IU y sus veleidades radical-populistas lo confinan a una franja de electores relativamente reducida. Con un espacio socialdemócrata huérfano ¿es muy arriesgado pensar que si el PSOE no se refunda de arriba abajo puede salirle un partido socialdemócrata competidor?

¡Es Cataluña, estúpido!

La infamia que los golpistas del PSOE se aprestan a hacer dando paso a un gobierno del PP, el partido más corrupto de la historia de la democracia, dirigido por el peor presidente que ha habido, tiene una causa oculta, una que nadie menciona, una que los miembros de la Gestora esconden celosamente mientras hilan falacias y sofismas para justificar lo injustificable. Invocan la necesidad de evitar terceras elecciones, sollozan que no hay alternativa, engañan y mienten sobre los procedimientos, los modos, las maneras de actuar dentro de su partido. Hacen lo que pueden para garantizar que, en efecto, esta asociación de presuntos malhechores que ha esquilmado el país, que ha vaciado la hucha de las pensiones y ha llevado a la Seguridad Social a la quiebra, pueda seguir haciendo sus fechorías.

Parece literalmente absurdo que un partido que se dice socialista entregue el país en manos de una banda de supuestos delincuentes de clase. Es imposible que, por muy desalmados y vendidos que sean, no se den cuenta de que, además, con esta decisión, están cavando la tumba de un partido de la izquierda más que centenario. Tiene que haber alguna otra razón que explique un comportamiento tan estúpido como malvado.

Y la hay: el PSOE es un partido español a la vieja usanza. Sus máximos dirigentes son todos nacionalistas españoles que en nada se diferencian en este aspecto de los de "una, grande, libre". Han intuido que, en la coyuntura actual, hay un riesgo para la unidad de España producido por el independentismo catalán a cuyos cantos de sirena presumen (sin ninguna prueba en concreto) que se había rendido Pedro Sánchez. Y han montado una conspiración, han dado un golpe de mano, forzado la dimisión del SG, y se preparan para abstenerse en la votación de investidura para que haya un gobierno de la derecha al que ellos dicen que se opondrán, pero al que, en realidad, apoyarán en una política de unión nacional. Porque, en lo tocante a Cataluña, no hay diferencia entre la izquierda y la derecha españolas.

Solo la rebelión democrática de las bases del PSOE puede, si acaso, evitar esta infamia.

De eso trata mi artículo de hoy en elMón.cat, titulado El estado se prepara y cuya versión castellana incluyo aquí:

El Estado se prepara

El desbarajuste de la política española tiene muchas explicaciones. Todas se resumen en el término crisis. Una crisis política que ha venido cabalgando sobre otra económica cuyo final no se avista. Al contrario, lo que se avista son mayores dificultades y problemas. Y en el orden político también. Lo que empezó como un resurgir del independentismo catalán, vigoroso en las calles, pero sin incidencia institucional, se ha convertido en la acción regular, cotidiana de gobierno de la Generalitat camino de la desconexión. Y, del otro lado, se han puesto en marcha los mecanismos procesales contra autoridades y exautoridades catalanas en un horizonte represivo que no agrada a nadie.

Esta es la razón última de esa crisis política. Y la verdadera. Su más llamativa consecuencia hasta ahora es la fractura del PSOE en dos. Los de Podemos también se atribuirán parte del crédito en esa división. Es su relato: al aparecer Podemos, regeneración de la izquierda, IU quedó absorbida y el enfrentamiento con el PSOE no produjo el ansiado sorpasso, pero ha dejado al partido partido. Es cierto que Podemos preocupa en el PSOE, pero no tanto como el peligro para la unidad de España que cree ver en Cataluña. Aquella invención de Sánchez acerca de la “ruptura de la convivencia en Cataluña” representa una opinión muy extendida entre los socialistas.

En esta situación, el sector más nacionalista español del PSOE empuja a este partido a una especie de frente nacional vergonzante a base de abstenerse y posibilitar un gobierno del PP. No se atreven a proponer una gran coalición abiertamente (aunque a los más de derechas no les faltan ganas) , así que la disimulan con esta aceptación de un gobierno de la derecha que tendrá su apoyo, sin duda, en todos los asuntos de Estado. Y ¿hay algo más de Estado en España que Cataluña?

Después de diez meses de crisis, esta sigue sin resolverse, pero la urgencia catalana fuerza una solución de “unión nacional”, en la que la derecha manda y el PSOE apoya. Quizá sea el mayor realismo de los socialistas el que les haga ver la necesidad de anteponer los intereses de España a los de su partido, como suelen decir todos. La intención de esta unión nacional es fortalecer el Estado frente al consabido reto.

La idea de que el Estado que quieren fortalecer los socialistas debiera ser muy distinto al que quiere fortalecer el PP, ni se considera. La derecha tiene las manos libres para abordar en su estilo los “asuntos de Estado”, de su Estado y ya ha dado la primera señal de cómo entiende su cometido: considerando que el independentismo catalán es un asunto de orden público. Y de ese cálculo fundamentalmente autoritario y erróneo será cómplice el PSOE.

Dentro del campo socialista, el problema se le plantea al PSC. El patriotismo de partido funcionará, pero será muy difícil que, de esta fractura ideológica del PSOE no salga otra territorial, con un Partit dels Socialistes de Catalunya separado de su matriz. Hasta la fecha, una de las funciones del PSC era influir en el PSOE a favor de Cataluña y trasmitir a Cataluña la conveniencia de apoyar al PSOE. La cuestión se pone muy difícil cuando apoyar al PSOE significa apoyar al PP. Y es una cuestión de supervivencia.

Los preparativos del Estado, no obstante, no van más allá de garantizar el apoyo parlamentario a las medidas que pueda ir improvisando el gobierno, básicamente en el ámbito judicial. Seguirá sin haber iniciativa política alguna, ni propuesta de negociación o acuerdo. Seguirá sin haber, incluso, voluntad de escuchar a la otra parte, como durante la última conferencia de Puigdemont en Madrid. En esas condiciones, en ausencia del contrincante, el independentismo continúa con su trabajo organizativo y legislativo para poner en pie las estructuras de un Estado nuevo. Por primera vez en este prolongado contencioso, el proceso no se supedita a la disposición del Estado a entablar negociaciones sino que continúa con independencia de aquel, de modo unilateral, y lo que se perfila al final del camino es una decisión de carácter unilateral, sea un referéndum o una declaración de independencia.

El Estado trae diez meses de retraso y la negativa a las terceras elecciones demuestra que la intención es evitar que el retraso llegue al año y medio de forma que lo primero que se encuentre el gobierno de España salido de esas terceras elecciones sea una DUI.

dimarts, 18 d’octubre del 2016

Órdenes son órdenes

Mal tienen que ver las cosas los de la Gestora abstencionista para que, después de varios globos sonda, la señora Díaz haya decidido dejarse de disimulos y ordenar la abstención del PSOE. Lo ha hecho por boca del secretario de organización, Juan Cornejo quien, a su vez traslada la posición de la Comisión Ejecutiva andaluza. Se acabó la broma. El PSOE se abstendrá y los 85 diputados acatarán la decisión del CF como un solo hombre. El que no lo haga, aténgase a las consecuencias. Debería, según Cornejo, entregar su acta de diputado. Punto.

Sí, las cosas están muy mal. Ya no basta con los sabios consejos de los mandarines, las especiosas razones de los miembros de la Gestora o el cerrado apoyo de los medios, encabezados por El País, cuyos editoriales son consignas en favor de la abstención y ataques a Sánchez y sus seguidores. Ya no basta la propaganda. Hay que acudir a la jerarquía, el ordeno y mando y la amenaza. Frente a la decisión abstencionista está produciéndose una rebelión de las bases, incluidas las andaluzas. A cortocircuitar este movimiento viene la tajante posición y dura advertencia de la autoridad. Las bases en esto no cuentan o yo no he oído a Cornejo o algún otro abstencionista tomarlas en consideración. Cuando estos señores se refieren a que hay unanimidad en el PSOE andaluz sobre la abstención, se refieren a sus órganos representativos, pero no al sentir de la gente que, como es natural, niega ese carácter representativo como contrario a su parecer.

La rebelión se ha extendido como la pólvora, a Madrid, Zamora, Cantabria, parte de Asturias, Murcia, Baleares, Valencia, Galicia, Euzkadi, Canarias, Navarra y, por supuesto, Cataluña, cuya dirigencia ya ha aclarado que los socialistas catalanes votarán "no" a Rajoy. En este enfrentamiento entre los dirigentes andaluces y los catalanes se anticipa lo que puede ser una reedición de las dos Españas, pero dentro de la izquierda. Con la consecuencia de que se generalice la visión del PSOE como un partido andaluz disfrazado de español, lo que suscita animadversión en el resto del Estado y, desde luego, en Cataluña. A las bases se suman voces de dirigentes relevantes y con autoridad, hasta dentro de la propia Andalucía, de forma que esta querencia abstencionista cada vez tiene peor prensa.

Y con razón. La Gestora y sus animadores carecen de las dos piezas esenciales para ganar un debate: no tienen justos títulos y tampoco tienen razones válidas. La falta de títulos es evidente. Sin valorar la forma en que se constituyó la gestora, esta no ha hecho otra cosa que extralimitarse con decisiones y declaraciones que no le competen pues es un mero órgano de gestión diaria, no un centro de adopción de decisiones. Ya hay quien los ha denunciado en el juzgado de guardia.

Además de carecer de justos títulos, la gestora y sus partidarios carecen también de argumentos. Justifican la abstención por la necesidad de evitar terceras elecciones, pero no responden a las observaciones de que el resultado que prevén malo se deba a la situación en que ellos mismos han puesto a su partido y menos lo hacen a la sugerencia de que enmienden su yerro y repongan a Pedro Sánchez en el cargo del que tan indignamente fue destituido.

Por no hablar de esa tartamudeante excusa de que un gobierno en minoría del PP estaría atado de pies y manos por una oposición intransigente. Un poco más de jabón y acaban afirmando que Rajoy tendrá que gobernar con el programa de la oposición. No es solo un argumento falso; es una mentira deliberada. En cuanto el gobierno pierda un par de votaciones que le interesen, disuelve las Cortes y convoca elecciones anticipadas, con un PSOE destartalado, sin dirección y en cierto modo cómplice de las demasías de la derecha. Adiós PSOE.

El terror a las terceras elecciones es el terror a tener que gobernar en condiciones extraordinariamente difíciles. Tanto que los abstencionistas prefieren que lo haga el PP, en el estilo, con las formas y objetivos característicos de esta orientación política. Es la tradicional cobardía de la izquierda, siempre sumisa, dispuesta a aceptar las imposiciones de la derecha sobre todo si intuye que hay un horizonte problemático en la siempre viva cuestión catalana. Frente a ese "reto", las diferencias entre la izquierda y la derecha españolas se difuminan a favor de la derecha.

La pregunta es: ¿hasta tal punto importa al PSOE mantener un simulacro de Estado que está dispuesto a poner el gobierno en manos del partido más corrupto y con el peor presidente de la historia de la democracia?

Si, como dice Cornejo, no hay duda alguna de que el PSOE no quiere nada con el PP, lo mejor es demostrarlo con un NO y no con una abstención que es un NO/SI.

dilluns, 17 d’octubre del 2016

La rebelión de las bases

El país está viviendo la crisis del PSOE con inflamado entusiasmo. Socialistas, no socialistas y hasta antisocialistas siguen los acontecimientos al minuto, discuten sobre ellos, aventuran resultados. El conflicto monopoliza los medios que apenas prestan atención a las explosivas declaraciones de Correa en la vista y las decisiones de los independentistas catalanes. Hasta hay quien sostiene que el conflicto en el PSOE es una "cortina de humo", para que no se hable de la Gürtel. No es probable porque la Gürtel tiene una trascendencia muy superior a los debates socialistas ya que, en realidad, es la cara delictiva del gobierno del PP. Ninguno de los dos asuntos tapa al otro, ambos son permanente noticia y solo la cuestión catalana, la verdaderamente seria, pasa a la sombra, a un segundo plano. 

Los entreguistas han cometido dos grandes errores: de un lado, no esforzarse mucho en argumentar su posición porque dan por supuesto que las bases, la militancia, mantendrán la actitud de indiferencia, hastío y distanciamiento que adoptaron en los tiempos de Rubalcaba. Y no ha sido así sino que los dos años de la SG de Sánchez parecen haber servido para revivir el activismo de los militantes, la conciencia de su importancia y su propósito de hacerse oír democráticamente.  El segundo error, aun más grave, ha sido infravolorar desde el principio la fuerza de esta movilización de la militancia.

Se extiende la especie, sabiamente manipulada por los medios de comunicación, todos ellos al servicio del PP, de que el golpe de mano del 1º de octubre fracturó el PSOE en dos mitades y esa fractura se mantiene. Pero se trata de un juicio interesado, un juicio de parte. El PSOE parece dividido, sí, pero no en dos partes iguales, sino entre los golpistas y los militantes, que no apoyan la abstención. Por supuesto, los golpistas cuentan con el apoyo de sus incondicionales, pero se enfrentan probablemente a la abrumadora mayoría de la militancia. Luego hay un grupo muy numeroso de equidistantes, que no ven con buenos ojos los enfrentamientos internos y lamentan la mala cabeza de las dos partes.

Palinuro opina que no hay comparación. El golpe de mano de los conjurados ha sido un desastre tan descomunal que, lejos de resolver problema alguno del PSOE los ha agravado al límite extremo de la destrucción. Federación tras federación, agrupación tras agrupación, los militantes están enviando a la Gestora un mensaje contundente: NO sigue siendo NO. Nada de abstención. Las agrupaciones o federaciones están divididas o en ellas predomina el NO. Por esta misma actitud se pronuncian miembros conocidos del PSOE, cada vez con mayor peso, como el alcalde de Jun, José Antonio Rodríguez, el de Valladolid Óscar Puente y, recientemente el exministro Borrell.

Sin duda, los golpistas harán mangas capirotes y preferirán no oír la petición generalizada de las bases.  Pero va a resultar muy difícil explicar que un gobierno de la Gürtel, presidido por un político presunto cobrador de sobresueldos en B, es mejor que otro por encima de toda sospecha. Según parece, los conjurados sopesan cinco posibles fórmulas para dar el gobierno al PP y perder lo menos posible. Que si abstenerse unos pero no otros, si faltar unos mientras votan otros, si votar "en conciencia", etc., etc. Con todos mis respetos, estas fórmulas, por alambicadas que parezcan no son otra cosa que tamayazos de distinto jaez. Verdaderos fraudes. 

La decisión del PSOE debe ser NO por muy diversas razones pero especialmente dos tienen el mayor peso: a) la abstención pone al PSOE literalmente en manos del PP y, lo que este deje lo aprovechará Podemos. El PP gobernará teniendo al PSOE uncido al carro de sus arbitrariedades y bajo amenaza de unas elecciones anticipadas. Es decir, el que no va a poder moverse durante la legislatura es el PSOE; b) la Gestora y el Comité Federal tienen la obligación moral de escuchar el parecer mayoritario de la militancia, contrario a la abstención y a favor del NO.

La Gestora pretende con su propuesta de vergonzante abstención que gobierne la Gürtel y el PP que parece ser su partido. Por este motivo puede decirse con razón que la rebelión de las bases del PSOE es el primer paso que se da en España en pro de la regeneración democrática.

La República Catalana y Palinuro en TV3

Aquí está el vídeo del programa de TV3, Divendres, dirigido por Helena García Melero. Participaban Jaume Barberà, Àstrid Alemany, Vicent Sanchis, Tian Riba y Palinuro, además de la presentadora, claro. En él se habló de la República Catalana  y también de muchas otras cosas de rabiosa actualidad y de actualidad no tan rabiosa en un clima sosegado y afable. Todos los participantes se expresaban en catalán, excepto el invitado mesetario, Palinuro, que lo hizo en castellano sin que nadie se enfadara ni desde luego lo multara. Se expusieron interpretaciones y puntos de vista de interés, de los que Palinuro aprendió mucho. Fue un privilegio participar.

Merece la pena verlo para convencerse de que este tipo de programas de debate tienen una altura distinta en las televisiones españolas o estatales y la TV catalana. Son estilos diferentes, mundos diferentes, países diferentes. 

diumenge, 16 d’octubre del 2016

"Pressing" PSOE

Vaya, hombre. Los vaticinios son negro azabache. Unas terceras elecciones traerían la catástrofe del PSOE. El PP se acercaría a la mayoría absoluta y sin duda la conseguiría con el chico del side-car, y Podemos materializaría el anhelado sorpasso. Conclusión para cualquier socialista sensato: el PSOE debe abstenerse y dejar que gobierne la derecha de la Gürtel. Ni quito ni pongo rey. Por supuesto que las conclusiones de la encuesta de Metroscopia coincidan al pie de la orden con los deseos del periódico carece de relevancia. Es una casualidad. Una feliz casualidad que da respaldo científico a una decisión previa reflejada en unos editoriales que han sido artillería gruesa contra el PSOE si no se abstiene. 

Porque El País quiere que gobierne el "partido más votado". Lo ha dicho él mismo. Con independencia de si se lo merece o no, asunto este que también ha resuelto Felipe González en la misma línea: que gobierne aunque no se lo merezca. 

Los miembros de la Gestora y su musa andaluza argumentan como pueden a favor de la abstención con postulados que mueven a risa. Uno de ellos afirma que conviene un gobierno del PP en minoría porque así se corregirán los desastres que ha provocado. Ni se le pasa por la cabeza que, en cuanto constituya gobierno con la claudicación del PSOE, el PP convocará elecciones en unos cuantos meses. 

Si se celebran elecciones en esta situación, el resultado puede ser un desastre para el PSOE precisamente por el estado en que lo ha dejado el golpe de mano perpetrado por los conspiradores. Pero, a la vista del vaticinio, el CF puede adoptar otra decisión que sin duda significaría un vuelco a las expectativas, en concreto, eligiendo de nuevo a Pedro Sánchez en primarias como SG y candidato a la presidencia del gobierno. Incluso puede simplemente pedirle que reconsidere su dimisión a base de revocar la decisión que la provocó. Sí, es ridículo. Pero más ridículo fue el golpe en primer término.

Una candidatura de Pedro Sánchez al frente del NO es NO sobre el trasfondo del relato de la Gürtel en sede judicial sería una opción ganadora. Y eso sin contar con que podría haber algún otro candidato con muchas posibilidades, como Borrell, a quien su partido en cierto modo se la debe. Y a Borrell no es preciso hacerle el artículo. Tiene méritos, capacidad y experiencia más que sobrados, frente a los cuales los de sus posibles competidores son inexistentes. Y es catalán. Unionista pero partidario del diálogo con los independentistas.

Un cambio substancial en la situación en cualquiera de las dos opciones. A ver cómo se consigue demostrar que un gobierno de Sánchez o Borrell, con una base parlamentaria suficiente es peor que aceptar un gobierno de la Gürtel por claudicación, amnistiando de paso las tropelías cometidas en la Xª legislatura.

Y eso sin contar con que, según la ministra Báñez, a quien parece haber abandonado su virgen protectora, la Seguridad Social registrará este año por primera vez en su historia un déficit de 18.000 millones de €. Dicen en Roma resignadamente que aquello que no hicieron los bárbaros, lo hicieron los Barberini. Aquí lo mismo: lo que no hizo la Gürtel lo hace su gobierno: llevar a la quiebra la Seguridad Social tras haber esquilmado la hucha de las pensiones.

Es posible que, con todo, el resultado de unas terceras elecciones fuera una mayoría absoluta del PP. En tal caso, este haría las mismas barbaridades que ha venido haciendo y hubiera hecho de ser investido ahora, pero sin la aquiescencia de la oposición socialista.

A pesar de este atosigante pressing, el PSOE sigue teniendo varias opciones y la de la abstención es la peor.

La conferencia de Gràcia



Gràcia, uno de los barrios de más acusada personalidad en una ciudad llena de ellos. Viernes por la tarde, un auditorio completo, aforo a rebosar, un público entusiasta, movilizado por esos incansables trabajadores que componen la Assemblea Nacional Catalana. Edad media, elevada. Ese es un problema que la ANC y otras entidades independentistas habrán de encarar, esto es, el de cómo movilizar a la gente joven. No basta con llenar las calles una vez al año durante la Diada, sino que se precisa involucrarla en un trabajo cotidiano, callado, continuo y no tan entretenido, pero imprescindible. Habrá que ver qué hacen otros que tienen resuelta esa carencia, como la CUP, y tomar ejemplo. Para ello lo más acertado parece ser dar protagonismo a los jóvenes. Pero eso no es tan fácil en una organización que pretende ser del conjunto de la sociedad y no excluir a los mayores. Precisamente por eso se requiere lucir imaginación.

En cuanto a la conferencia, consistió en una exposición sobre esta coincidencia del vacío de poder político en España con la efervescencia independentista en Cataluña. Aunque pueda parecer una situación óptima, quizá no lo sea tanto si tomamos en consideración que los últimos sondeos hablan de un relativo descenso del espíritu independentista. Son muchos los factores que han de tomarse en consideración: la suma de fuerzas políticas en Cataluña, su grado de cohesión, la capacidad de respuesta del Estado, las posibilidades de la reacción catalana y el impacto de la actitud de la comunidad internacional. De todo ello se habla en la conferencia.

Luego hubo un turno de preguntas y respuestas en el que se trataron muchos otros asuntos adyacentes en un tono más distendido. Está todo recogido en el vídeo.

dissabte, 15 d’octubre del 2016

La élite del poder y la corrupción

Aviso. Es mi intención comentar algo de mis impresiones en Barcelona ayer, tanto en el programa de TV3, Divendres, dirigido por Helena García Melero, como en el Orfeó Gracienc, en Gràcia, en el acto de la ANC sobre Cataluña y el vacío de poder en España. Pero esperaré a tener los enlaces tanto del vídeo de la conferencia como del programa de TV3. Cuando los tenga los subo a FB para compartir, con mis observaciones. Como introducción, sin embargo, no puedo dejar de agradecer al público el interés demostrado, que se evidencia en la cantidad de preguntas a las que respondí con mi mejor voluntad, esperando no haber defraudado a ningún interviniente. Había subido un post hablando de que en Cataluña me siento como en casa y así me han recibido.
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Ahora a la crítica política de un tiempo a esta parte derivada de la crónica de los tribunales. En estos días me he acordado varias veces del clásico de los años cincuenta de Wright Mills, La élite del poder. Esta élite, esto es aquellos miembros de la clase dominante que controlaban el poder político, era un trípode cuyas tres patas eran los políticos y altos cargos de la administración, los militares y los representantes del poder económico. Estos eran quienes tomaban las decisiones para toda la sociedad. El modelo podría aplicarse en España sustituyendo a los militares por los delincuentes. Una de las diferencias entre la tercera restauración borbónica y la dictadura de Franco es que el ejército ha dejado de ser un factor político de primera magnitud. Su lugar lo han ocupado los malhechores organizados. Por eso, la élite española esta compuesta por políticos (todos de partidos, especialmente del PP), poder económico (empresarios y banqueros) y una florida turbamulta de delincuentes empresarialmente organizados y estaba dedicada al saqueo sistemático de los recursos públicos de mil formas distintas, mediante dádivas, cohechos, malversaciones, adjudicaciones fraudulentas, etc.

Al mismo tiempo, esa élite del poder, viendo la impunidad con que podía actuar, acabó creyéndose invulnerable, tenía una opinión altísima de sí misma y la manifestaba en actos sociales que eran como la escenificación de un poder colectivo. No hay más que ver los asistentes a la boda escurialense de la hija de Aznar para encontrar a una proporción de los individuos que están hoy sentados en el banquillo de los acusados o que lo estarán en breve.

Igual que no hay sino observar las comparecencias de Correa y atender a sus parlamentos para concluir que este hombre se considera muy por encima del común de los mortales y da a entender que de él dependen muchas cosas en el partido y en el gobierno. Y es cierto. Su porte de advenedizo aristócrata, la claridad y la medición de sus afirmaciones dan a entrever que puede hacer más daño del que ya ha hecho.

Lo ha hecho y sigue haciéndolo. Dice la señora Sáenz de Santamaría que los hechos juzgados acaecieron en los años 90, época equivalente en su afán exculpatorio a las guerras médicas. Y, sí, es posible que en esos años ella estuviera jugando a las casitas, pero la esposa de uno de los acusados de haberse llevado medio parque automovilístico de la Gürtel por la cara, la señora Mato, que jamás vio ese parque en su casa, fue hasta ayer mismo, casi, ministra de Sanidad del gobierno del PP y es en la actualidad asesora en algún organismo europeo, por enchufe directo del mismo PP. Igual que Bárcenas dejó de ser un dios menor de ese partido cuando se le acabó el despido en diferido hace escaso tiempo. Por no hablar de Camps y de doña Rita Barberá, actualmente acogida a santuario en el Senado para resguardarla de la acción de la justicia. 

Palinuro lo mencionó en días pasados: es la era Gürtel, hasta ayer un conjunto de rumores, sospechas, acusaciones, insinuaciones y desde ayer una serie de pruebas y evidencias abrumadoras de nombres propios, fechas, datos, cantidades y tipo de trapacerías. La élite del poder en España, el trípode de políticos corruptos, empresarios defraudadores y delincuentes todo terreno ha reinado impunemente durante más de veinte años a base de falsear los datos electorales porque el partido se financiaba ilegalmente. El dinero se gestaba en los despachos de los ministerios, en la sede de Génova o en los edificios de las empresas En estos lugares volaban los sobres y se adjudicaban las obras públicas, se amañaban los precios, las licitaciones y hasta los sobrecostes en que fatalmente se incurría. Pero también se recaudaba en los ayuntamientos, hasta en los más pequeños gracias a unos cursillos ultramodernos (a base de PWP) en los que el partido ilustraba a los alcaldes acerca de cómo financiar ilegalmente sus campañas electorales y burlar la vigilancia del Tribunal de Cuentas. 

"Casos aislados", "el que la hace la paga", "el gobierno lidera la lucha contra la corrupción". Todo mentiras. Hoy es claro que la corrupción es estructural y abarca al conjunto del sistema.

A ese gobierno, diligente mandado de la élite del poder, quiere ver gobernar la conjura de los caciques del PSOE a base de torcer la voluntad negativa de la militancia e imponer la abstención. "Abstenerse no es apoyar", balbucea el presidente de la Gestora en sus denodados esfuerzos por justificar la abstención. Algo lamentable porque, al abstenerse, el PSOE no se compromete a apoyar el gobierno, aunque, a fuer de humano, es posible que lo haga. Al abstenerse condona las tropelías e ilegalidades cometidas por el partido del gobierno, no como una posibilidad, sino como una certidumbre. 

Por eso es de esperar que la rebelión democrática de la militancia en favor del NO es NO y de no abstenerse acabe imponiéndose. Porque abstenerse no es permitir que gobierne un partido de la derecha, sino un partido que no es un partido sino una asociación de presuntos delincuentes, presidido por un personaje que debiera haber dimitido hace años y cuya evidente responsabilidad política está por materializarse.  

El cine de Cristo

Ben Hur es una película de valientes. No solo en su historia sino también en su filmación. Porque hace falta valor para rodar una remake de la película más "oscarizada" de la historia, Ben Hur (1959), de William Wyler, con Charlton Heston y Stephen Boyd. Once óscares se llevó aquella versión, hazaña nunca superada y solo igualada recientemente por Titanic y El señor de los anillos. No estoy seguro de que a esta, dirigida por Timur Bekmambetov y protagonizada por Jack Huston y Toby Kebbell, vayan siquiera a nominarla. Y con razón porque es muy inferior a su modelo. Y es modelo, porque, aunque hay algunas otras versiones de la historia en la época del cine mudo, la pauta que esta sigue es la de 1959, aunque con significativas variantes.

La historia original es una de esas novelas de propaganda cristiana de fines del siglo XIX, como Quo Vadis, otra tan famosa como ella. Ben Hur, de Lew Wallace, escrita en 1880, se subtitulaba una historia de Cristo. Fue un exitazo de ventas que llegó a superar a La cabaña del tío Tom, que ya es decir. No es de extrañar que haya tenido tantas versiones cinematogáficas y que en cine también tuviera un triunfo espectacular solo superado por Lo que el viento se llevó.

En efecto, propaganda cristiana: un relato del tiempo de Cristo en que se traba una historia de traición, venganza y violencia con la vida y los últimos días del Mesías. La intención es clara: ilustrar el paso civilizatorio de la moral pagana, politeísta, guerrera, de gloria y conquista a la cristiana, monoteísta, pacífica, de humildad, perdón y amor. Esa mutación se dará en la persona del héroe, el príncipe judío Judá Ben Hur en un par de esporádicos encuentros con Jesús de Nazaret. En definitiva, una metáfora del fin del mundo pagano y el surgimiento del cristiano que habrá hecho las delicias de Nietzsche si esté llegó a enterarse de su existencia.

La versión de 1959, un film de altísimo presupuesto, en cuyo guión intervinieron Gore Vidal y Christopher Fry entre otros, minimizaba el contenido religioso y la dejaba reducido a esas intervenciones momentáneas de Cristo y algún episodio tan incomprensible que parece error del relato, como un par de apariciones de un despistado Rey Baltasar que, 30 años después del portal de Belén, retorna buscando al Mesías e invita a Ben Hur a acudir al sermón de la montaña. La película se concentraba en el drama de los dos hermanos, el príncipe judío y el tribuno romano que, de ser prácticamente uno solo por lo unidos, se enfrentan a muerte y sus peripecias, que culminan con la famosa secuencia de la carrera de cuadrigas, una de las más famosas de la historia del cine. Mantiene la propaganda cristiana a raya y concluye la historia en el espíritu pagano: no hay arrepentimiento, no hay perdón y nada de final feliz.

La nueva versión, aunque tiene diversas escenas concebidas como homenaje y referencia a la de 1959, deja mucho más espacio a la historia cristiana, a Cristo y a la conversión de los personajes, incluido un final feliz que resulta ridículo. Por supuesto, los medios son incomparablemente superiores. Más de medio siglo de avances en técnicas y estilos cinematográficos se nota mucho y la presencia de los efectos especiales es permanente. Y, sin embargo, el film es inferior al otro en todos y cada uno de los óscares. Hasta la secuencia de la carrera es de menor calidad, resulta confusa y no tiene la emoción de la otra.

Las dos sitúan el relato en el contexto de la dominación romana y el espíritu de resistencia de la población judía que en esta película se residencia en los zelotes y en la anterior era más difuso. Hay otras variantes entre aquella y esta, con ventaja para esta en cuanto a verosimilitud del guión. Es un acierto suprimir la historia del Cónsul que, salvado en último extremo, adopta como hijo a Ben Hur y, por tanto lo hace romano y sustituirla por la que se narra aquí para justificar el retorno de Ben Hur, siempre como judío, mucho menos providencialista. Pero, luego, esa mayor verosimilitud se desvanece con la blandenguería del último tramo de la historia que lleva el inconfundible sello de la propaganda cristiana.

Los dos duelos entre hermanos en el campo de la interpretación dejan clara la superioridad del primero. Charlton Heston y Stephen Boyd son mucho mejores que la nueva pareja, más contenidos y mucho mejor caracterizados. Estos dos son más exuberantes, gesticulantes y vociferantes y, además, no acaban de diferenciarse el uno del otro. 

Fotografía, paisajes y exteriores en general, incluida reproducción más fidedigna de atuendos e instrumentos favor de la nueva versión. Es más vistosa, ciertamente dado que la de 1959, siguiendo costumbres de entonces y disponibilidades técnicas era en gran medida de estudio. Pero en punto a la construcción literaria de la historia, su interés, su capacidad para captar la atención del público, este nuevo intento deja bastante que desear. Una vez más se prueba que, por logrados que estén los decorados, es la peripecia humana la que les presta la fuerza.   

divendres, 14 d’octubre del 2016

Homenaje a Orwell

Si el autor de 1984 hubiera conocido la España de Rajoy, Bárcenas, Correa, Blesa, Rato e tutti quanti hubiera traído aquí su famosa novela distópica. Le hubiera fascinado la neolengua de Rajoy, su gobierno y su partido. ¿Se recuerda lo de la paz es la guerra y la guerra es la paz o argumento del espejo? Aplíquese a los momentos culminantes de la sobresoldada retórica del gobierno, su presidente y el partido que también preside:

La "Gürtel" no es una trama del PP, sino una trama contra el PP (Rajoy, 2009).

El PP es y debe seguir siendo incompatible con la corrupción (Aznar, 2010).

El PP es el partido de los trabajadores (Cospedal)

El PP colabora en todo momento con la justicia (Floriano)

El PP encabeza la lucha contra la corrupción (Rajoy 2014)

Hemos conservado el poder adquisitivo de las pensiones (Báñez 2016)

No hay duda, ¿verdad? Es el llamado país Potemkin.

Y ¿qué decir de ese todos los españoles son iguales, que no se le cae de la boca a Rajoy? ¿Qué sino que pertenece a otra obra de Orwell, La granja de los animales, que se rige por el principio de que todos los animales son iguales, pero unos son más iguales que otros?

Y ya, para nota, el momento culminante, el que supera la ficción y aterriza en la cruda realidad del estalinismo, cuando se borraba la memoria de los enemigos suprimiéndolos incluso de las fotos: esa persona de la que usted me habla.

La crónica de los tribunales parece una mascletá en plena alegría pirotécnica. Aquí no se libra ni Dios, con lo que le gusta el fuego. Por lo que da a entender, Correa cogobernaba el país desde Génova en comandita con Aznar. Luego se abrió al llegar Rajoy, con el que no había química. Pero, según los papeles de Bárcenas, había economía, contabilidad y hasta antropología, en forma de una práctica de intercambio de cuantiosos regalos, un Potlach.

El cuadro que se despliega a ojos de la ciudadanía es una especie de fresco, de mural, de un gobierno y una administración en contubernio con sectores corruptos del empresariado para saquear el país. Y lo de "sectores" tómese por exceso de prudencia pues el mismo Correa asegura que él no hizo nada que no se hiciera normalmente en el sector privado. Eso se llama capitalismo neoliberal.

Es tal la connivencia de la autoridad con la corrupción que hasta cuando actúa por propia iniciativa y siguiendo cauces legales genera situaciones ilegales o, cuando menos, inmorales. Inmoral es que los cuidados del padre de Rajoy, dependiente, se carguen al erario, siendo así que ese mismo Rajoy ha dejado sin subvención alguna a multitud de dependientes que, según son doctrina, son iguales a su padre. Inmoral, cuando menos, es que Cospedal se gastara dos millones de euros en vinos en una cumbre durante su mandato conocido por sus despiadados tijeretazos a todo lo que se movía.

Visto y oído lo visto y oído hasta la fecha y lo que queda por ver y oír, ¿cómo puede la Gestora del PSOE pedir la abstención del partido? Sobre todo, ¿cómo puede porfiar en su empeño a la vista de la rebelión interna de la militancia del partido que mayoritariamente quiere mantener el NO es NO? (Por cierto, puede firmarse en la campaña de change.org). Abstenerse, en definitiva, significa amnistiar políticamente las tropelías anteriores en este momento en proceso penal. Y, asimismo, aceptar cuatro años más de un gobierno de esta ralea que acabará por hundir España.

"De ningún modo", clama un joven portavoz de la Junta llamada Gestora, "todo lo contrario: un gobierno de Rajoy en minoría estará controlado por la oposición y tendrá las manos atadas". Quien esto afirma no conoce bien de quién está hablando (Rajoy y el PP) o a quién está hablando (la militancia del PSOE) o a ninguno de los dos, que es lo más probable. Así que el Señor lo perdone porque no sabe lo que dice.

Hoy, conferencia de Palinuro en Gràcia

Como siempre, viajo hoy a Barcelona encantado. Cataluña es mi tierra y los catalanes, mi gente. Por libre elección de mi parte y adopción por la suya. Aquí hay un proyecto, una idea en marcha, una lucha con sentido. Hay vida. Es un privilegio sentirse admitido por un poble tossudamente alçat. Justo lo que la leyenda venía diciendo del conjunto de España y los españoles: que es un pueblo bravo, orgulloso de sus libertades al que embargan yacimientos de leones, desfiladeros de águilas y cordilleras de toros, según aquel gran poeta asesinado por el fascismo. Pero eso se quedó en leyenda. Cuarenta años de dictadura genocida y otros cuarenta de adocenada, paticorta, timorata y rácana democracia  han cambiado a los leones en zalameros gatitos, las águilas en sobresaltadas gallinas y los toros en mansos bueyes.  Y todos aterrorizados ante la aventura a que se han lanzado estos catalanes de emancipar su nación y dotarla de un Estado republicano.

Ayer mismo volvieron a resonar las fanfarrias conquistadoras, la unidad de destino en lo universal, la lengua del imperio y la habitual sarta de memeces de oropel y cartón piedra. Todo con lo que el franquismo destrozó dos o tres generaciones de infelices españoles y estos neofranquistas que gobiernan en los ratos libres en que no roban han tratado de enjaretarnos con la contumacia que caracteriza sus procesos diz que mentales. Pero, por fin, times they are a-changin, como cantaba ese al que dieron ayer el premio Nobel ante la indignación de los arzobispos de las letras, incapaces de entender el alma de la literatura si no viene encuadernada con las ordenanzas de rigor.

Y el cambio, aquí, se llama la República Catalana, la única esperanza de que algo se mueva en esta bloque monolítico de España que no es "neofranquista" porque le sobra el "neo", y no el de Matrix. Un país del siglo XXI gobernado por esta calaña de sujetos, constituidos en una presunta asociación para delinquir y mandados por un hombre responsable político de todos los gatuperios y cobrador él mismo de los sobresueldos en B de Bárcenas, en realidad, no es un país, sino una aberración. Y si a ello se añade que el principal partido de la oposición está dispuesto a mantener en el gobierno a la presunta asociación de delincuentes a pesar de las barbaridades que se oyen en sede judicial todos los días, se entenderá que una colectividad que puede organizarse de otra forma y librarse del abrazo de este absurdo ente agonizante (recuérdese a Valentí Almirall) lo haga, como lo está haciendo Cataluña.

El proceso que la ciudadanía catalana lleva adelante se acelera porque, por circunstancias de todos conocidas, en España hay un tremendo vacío de poder político. Nadie, ni un dirigente, ni un líder, ni un teórico, intelectual  o ideólogo es capaz de articular una iniciativa, un proyecto que pueda medirse con el catalán y servirle de contrapeso.

Con el procesamiento de Mas, lo único evidente es que en España ya solo funciona el aparato represivo y que su discurso es el de la policía, los tribunales, las condenas. Como siempre. 

De eso hablaremos hoy en Gràcia a las 20:00 en el local del orfeó gracienc, carrer Asturies, 83.

Allí nos vemos.

dijous, 13 d’octubre del 2016

La dignidad de la militancia

La rebelión democrática de las bases del PSOE avanza. Ayer, Palinuro daba cuenta de algunas iniciativas de recogida de firmas para pedir congreso extraordinario y primarias y rechazar la abstención. Inadvertidamente se dejó en el disco duro (que es el tintero de hoy) la del alcalde de Valladolid, Óscar Puente, un hombre con arrestos que dice tener ya 65.000 firmas. Igualmente, José Antonio Rodríguez, alcalde de Jun cuenta con dos tercios de las firmas necesarias según estatutos. Ignoro si los cálculos de ambos incorporan los del otro. Pero, en todo caso, sumadas estas a las demás iniciativas en Change.org, es imposible que la opción abstencionista se imponga sin más por fiat del CF, en abierta oposición al sentir de la mayoría de la militancia estimada por los sondeos en dos tercios del total. Para evidenciar esa situación, las distintas iniciativas deben unirse y realizar un acto público de presentación, mostrarse a los medios. Se puede firmar  en change.org pulsando aquí.

Hasta el 1º de octubre el PSOE era la última esperanza de los partidarios del NO es NO. A partir de esa fecha, la esperanza se traslada a la militancia. Esta, sorprendida en su buena fe por la celeridad del blitz de los conjurados, ha tardado poco en reaccionar de forma espontánea, en núcleos dispersos, luchando en entornos hostiles (una de las promotoras ha sufrido amenazas de muerte en Twitter), con el silencio de los medios de comunicación. Y ha emergido como un movimiento de resistencia genuino a lo que cada vez se perfila más como un golpe de mano de una oligarquía. Ahora solo les resta unificar esfuerzos, mostrarse a la opinión y hacer sus propuestas: no a la abstención, primarias y congreso extraordinario y, si ha de haber terceras elecciones, que así sea. Es decir, el programa que los conjurados frustraron descabezando al partido para imponer a su cuerpo una idea distinta de la que anidaba en la cabeza que rodó. Y he aquí que el cuerpo reacciona a través de los militantes y de los alcaldes, el venero de las libertades en España. Va a ser difícil a los caciques frenar ese movimiento.

Sobre todo con los argumentos que el presidente de la Gestora va desgranando por los medios. Es más articulado que Rajoy, cierto, pero el fondo se parece mucho. Dice el señor Fernández que se siente más comprendido "por los de fuera que por los de dentro". Los "de fuera" lo comprenden porque dice lo que quieren oír y por eso no lo comprenden los "de dentro". Un plato es un plato y un vaso es un vaso. O por ahí se anda. O esta otra: "abstenerse no significa apoyar". Y pisar descalzo un alacrán no significa que te pique. Pero lo más seguro es no pisarlo.

En fin, el argumento más poderoso es el terror ante unas nuevas elecciones que los abstencionistas dan por perdidas de modo catastrófico con una casi segura mayoría absoluta de la derecha. Pero ese es un argumento a futuro y tiene tanto valor como su contrario, que el PSOE gane las elecciones, sobre todo si lo procura restituyendo a Pedro Sánchez en su puesto, aureolado ahora con la gloria del resistente y el PP sigue cada vez más enfangado en esa crónica de tribunales que pone los pelos de punta ante la calaña de la gente que nos gobierna.

La militancia socialista es la última reserva de la dignidad de quienes no quieren ser gobernados por un partido que es una presunta organización para delinquir. Y no para salir a los mares a ejercer la piratería y traer tesoros a casa, sino para someter a los ciudadanos a exacciones injustas y privarlos hasta de los medios de subsistencia. De triunfar su empeño, esa militancia devolverá al PSOE su vitola de izquierda, de socialdemocracia y sería un peligro para la consolidación de Podemos que siempre ha procurado la destrucción de aquel.

La militancia quedará exonerada de la alevosía con que actúa esa gestora de tan problemática legitimidad. Nadie podrá acusarla de haber asistido impávida el fin de un antiguo partido. Pero lo mejor para todos, incluidos los conjurados, es que eso no suceda y la militancia movilizada logre sus objetivos aquí y ahora.

NO es NO.

El desfile de la discordia

Con motivo del 12 de octubre, día nacional por ley de siete de octubre de 1987, o sea, ayer, las autoridades españolas montaron el habitual espectáculo de nostalgias imperiales y afirmación patriótica. Como siempre que salen los símbolos a relucir, hay bronca de todo tipo. Se hace el 12 de octubre, día del Pilar y "encuentro" de América. Pero de América no se habla porque los ecos de genocidio que llegan del otro lado saben a cicuta. Se habla, sí de la nación española, cuya fiesta tiene 20 años de tradición. Veinte años para una nación que dice originarse hace 2.000 o, por lo bajo, 500 suena raro. 

Parece mentira pero este lío lo había organizado mejor Franco que es de quien, en realidad, se ha heredado esta fórmula sincrética del 12 de actubre nacional. Franco lo había dividido en dos: el día de la Hispanidad, el 12 de octubre y el día de la Victoria, el 18 de julio, que es el equivalente al nacional por entonces porque la Victoria había reconquistado la nación. Y se celebraba con un desfile militar, como correspondía a una dictadura que se había originado en una victoria en la guerra y se mantenía gracias al ejército. A su vez, Franco, había heredado el 12 de octubre como "día de la Raza", cual sigue celebrándose en varios países americanos. Así había rebautizado Alfonso XIII el día de la Hispanidad. Ya se sabe que los términos "raza" e "Hispanidad" han tenido significados distintos. Pero eso es indiferente. Lo curioso es que nunca había habido "día nacional", igual que no hubo hasta muy recientemente, monumento al soldado desconocido y me parece recordar, sin estar seguro, de que la hoy existente se reduce al soldado desconocido de las guerras del África.

La identificación del 12 de octubre con la nación española es bienintencionada. Corresponde al ánimo de aquellos "jóvenes nacionalistas", como llamaba la prensa gringa a los socialistas en los años ochenta. Los mismos que, dando muestras de su progresismo, instituyeron el día del debate parlamentario sobre el estado de la Nación, una mezcla explosiva en estos pagos. La nación es, claro, la española lo cual explica la habitual ausencia de catalanes, vascos y nacionalistas gallegos, que no vienen a bailar al son del pandero hispano. Se consideran naciones a sí mismas. En sus territorios se conoce este debate como debate de política general. Pues la nación española les niega el carácter nacional, ellas se lo niegan a su vez a la española. Y la discordia no solo es inter-naciones sino tambien intra-nación. Pablo Iglesias, el único dirigente que ha tenido el arrojo de no asistir a este coñazo de desfile (apud Rajoy), cuestiona no la nación española sino su forma de entenderla de raíz. 

Como se ve, el asunto es el habitual embrollo de esa cuestión esencial del ser de España, asunto que envenena la vida pública española. Por lo demás, que se celebre con el anacronismo de un desfile militar que ya no se sabe a qué gesta se refiere y que ese espectáculo cueste casi un millón € en un país con un salario mínimo de 655,20 € tiñe todo el asunto con el resplandor de los fuegos fatuos.