dijous, 3 de gener del 2008

Las presidenciales estadounidenses.

Michael Moore ha enviado una circular pormenorizando los pros y cons de los tres principales candidatos demócratas (desde luego, ni siquiera considera la posibilidad de votar por un republicano), titulado Who Do We Vote For This Time Around? Es muy buen análisis y está estupendamente escrito, como siempre en su caso. Da la impresión de que su candidato sería John Edwards, que aparece tercero en todos los sondeos. Sin duda, Mr. Edwards es el que habla más claro y más a la izquierda de los tres principales postulantes demócratas. Él mismo está convencido de que, si se hubiera presentado en 2004, habría ganado a Bush. En lugar de eso, los destinos de las nominaciones lo obligaron a presentarse como Vicepresidente con John Kerry y ya se sabe lo que pasó.

Al no votar en las presidenciales estadounidenses (aunque siempre he dicho que el derecho de sufragio en esas elecciones debiera hacerse extensivo a todos los ciudadanos del mundo, igual que Roma acabó extendiendo la ciudadanía a todos los habitantes del Imperio, puesto que las decisiones que toma ese Presidente nos afectan a todos), no estoy obligado a hilar tan fino como Moore. A mí también me gusta Edwards más que los otros dos, que no son trigo limpio. Pero sus posibilidades son muy escasas. Mr. Obama tiene el valor simbólico de ser negro, hijo de padre keniata y madre estadounidense, mientras que Mrs. Clinton tiene el de ser mujer y ambos datos son muy importantes a la hora de avanzar hacia un mundo plural y democrático y quebrar la resistencia del monopolio Wasp. Mr. Obama lleva por delante haberse opuesto a la guerra criminal del Irak, mientras que Mrs. Clinton la apoyó desde el primer momento y ha seguido haciéndolo a la largo de la legislatura. Sin embargo, en todos los demás asuntos, el señor Obama es impreciso y ambiguo y a fuerza de querer caer bien a todo el mundo, ha conseguido una plataforma en la que nadie sabe a ciencia cierta qué propone. La señora Clinton ha sido cómplice de ese ignominioso acto de piratería internacional pero el resto de su programa es coherente con una posición de izquierda moderada, más moderada que la de Edwards, pero aceptable y practicable.

En todo caso, las posibilidades de Mrs. Clinton a escala nacional son muy superiores a las de sus dos competidores. El último Cook Political Report, uno de los más serios en los EEUU, publicado el 19 de diciembre pasado, daba a la señora Clinton un 60% de probabilidad de ser nominada candidata demócrata a escala nacional, un 30% al señor Obama y un miserable 10% a Mr. Edwards.

Como no soy votante en los EEUU, puedo permitirme el lujo de pronunciarme por el candidato republicano que menos me disgustaría. Ayer dejé claro que Mr. Huckabee, una especie de neofascista cristiano me haría tanta ilusión como Monseñor Rouco Varela, y Charlie Cook le concede un 10% de probabilidad de conseguir la nominación, lo que son buenas noticias. Sin embargo, el mismo Cook otorga un 50% de probabilidad a Mitt Romney y deja en un 20% a Rudy Giuliani y John McCain respectivamente. Eso me desconcierta un poco. Siempre he pensado que Giuliani partía como favorito por su "tolerancia cero" con la delincuencia, la lucha contra el terrorismo y la idea de aguantar en el Irak hasta la victoria final. No obstante, Mitt Romney, mormón de religión y un oportunista, ha virado hacia la actitud antiabortista, más grata a la derecha cristiana y al mantenimiento del statu quo en cuestión de armas y se afianza frente a Giuliani, aunque mi vaticinio en más favorable a éste. Por último, aunque prefiero que gane un demócrata (el que sea), de los republicanos, el que mejor me cae es McCain, un veterano de Vietnam, cinco años prisionero del Vietcong. También apoya la infame guerra del Irak pero, al menos, éste sabe de lo que habla.

No lo tiene fácil la izquierda en los EEUU. Pero ¿cuándo lo ha tenido fácil la izquierda en parte alguna?

(La ilustración es un cuadro de Frederic Remington, La carga de caballería, de 1903).