dissabte, 19 d’abril del 2008

La libertad en Cuba.

Desde que el señor Raúl Castro sucedió a su hermano en la máxima magistratura cubana muchas cosas han empezado a cambiar en la isla. Y todas para bien. Bendito sea el señor Castro (don Raúl) que está consiguiendo hacer bueno a su hermano. No estaba claro que eso fuera a suceder. No se sabía cuánto poder conserva Fidel. Ni se sabe. En las dictaduras la sucesión en la Jefatura del Estado no suele estar regulada por dos razones: la primera, porque los dictadores planean siempre morir en el puesto y no ser relevados; y segunda porque no les importa quién los suceda ya que si salen del poder es porque han muerto o los han echado. La sucesión de Fidel por Raúl, lógica si se entiende el país como si fuera una posesión de familia, pero ilógica si se lo entiende de alguna otra forma, no está regulada en texto o costumbre alguna y responde a una decisión que tomó el Comandante en Jefe a la vista de su imposibilidad real de reincorporarse al puesto de mando, vista que lo llevó casi un año de cavilaciones.

No es probable -aunque tampoco imposible, mientras Fidel viva- que haya una retrocesión del poder, razón por la cual seguramente el señor Castro (don Raúl) camina con pies de plomo por el resbaladizo camino de las reformas. Pero ¡qué reformas! Hace ya un mes o dos que los cubanos pueden comprar electrodomésticos, siempre que los haya, claro, y puedan pagar lo que cuestan, que es mucho. También pueden comprarse móviles.

¿Cómo? ¿Teléfonos móviles?

Sí, móviles, celulares.

O sea, que antes no los tenían. En España hay más móviles que personas, como cuarenta y cinco millones. ¿Te imaginas que los españoles no pudieran comprar móviles? Ya tengo una definición de "dictadura", a saber: "dictadura" es un régimen en el que los ciudadanos no pueden comprar móviles por orden de la superioridad.

Las reformas del hermano sucesor siguieron con el permiso de que los cubanos puedan alquilar habitaciones en los hoteles antes reservados solamente para extranjeros. No está mal, tampoco, aunque no sé a dónde vamos a llegar con tanta libertad; seguramente al libertinaje, como decía Franco. Y, además de poder vivir en sus hoteles, los cubanos pueden ya comprar un ordenador cuando quieran (con la pertinente advertencia del precio) sin necesidad de pedir un permiso a la autoridad que normalmente era denegado.

Caramba, tampoco tenían ordenadores. Eso quiere decir que de acceso a internet, nada.

Nada de nada. Para enchufetas del régimen, extranjeros que se alojaban en los hoteles privativos y cibercafés a un pastón la hora y aun esos sólo daban acceso a una intranet cubana para escuchar loas a la Revolución y leer Granma y otras páginas igualmente apasionantes.

Dios mío.

Como suena. ¡No me vengas con tu anticastrismo y anticomunismo viscerales! Cuba tiene cosas buenas, como la sanidad, la educación y las actividades culturales. A ver cuántos pueden ir a la ópera en Port au Prince a diferencia de La Habana. Además, la última reforma del camarada Raúl es que los cubanos ya pueden viajar libremente al extranjero.

¿Ya no tienen que pedir un permiso que tampoco les daban nunca? O sea, los cubanos pueden viajar. Pues temo que el régimen tenga los días contados. No por eso que suele decirse de que viajar espabila mucho y los cubanos vayan a ser más críticos, probablemente porque ya lo serán, sino porque se van a ir todos, como sucedió en la República Democrática Alemana cuando se levantaron las restricciones, y no a México, sino a Miami.

Echar la culpa de todos los fracasos de Cuba al bloqueo de los gringos y atribuir a la presciencia del líder providencial, hoy bastante pachucho, todos los aciertos ha sido la práctica habitual de los panegiristas del régimen. Puede ser que el bloqueo sea responsable de alguna de las circunstancias reseñadas, incluso de todas, pero que los cubanos tengan o no acceso a la red tiene poco que ver con el bloqueo, sino que depende de la decisión de las autoridades en la isla. Y la decisión es represiva, consistente en impedir que los cubanos puedan comparar libremente con el extranjero (las comparaciones las hacen las autoridades y sus escoliastas por ellos) o informarse sobre lo que les interese. En verdad considero execrable, odioso, un régimen que impide el acceso a internet, que es la mayor puerta a la libertad que se haya abierto hasta la fecha a la humanidad. Sean cuales sean las razones del mando, yo no las admitiría y, en consecuencia, estaría en la cárcel. Por eso creo que los mejores cubanos de todos, los que merecen mis mayores respetos, son los que están hoy en las cárceles de la isla por "delitos" de opinión.

Y espero que la siguiente reforma del señor Castro (don Raúl) sea liberarlos. Para que no parezca que sus reformas se limitan a satisfacer el ansia de consumo de la población y también abordan el complicado tema de la dignidad de las personas.

(La imagen es una foto de florriebassingbourn, bajo licencia de Creative Commons).