dissabte, 20 de desembre del 2008

El progreso y la reacción.

En el habitual confusionismo lingüístico que la carcunda nacional pretende sembrar no es raro que utilice el término "progre" en sentido despectivo y que trate de usurpar la terminología progresista y de desvirtuarla diciendo que la reacción es el verdadero progresismo y el progreso una añagaza rancia de la izquierda. Es el discurso habitual para cretinos de nuevas generaciones de la señora Aguirre. Se hace necesario así de vez en cuando demostrar claramente en dónde están las líneas y en dónde está cada cual. Veámoslo:

Progresista es el proyecto de resolución del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas presentado por Francia y los Países Bajos y firmado por sesenta y seis países de un total de 190 que, además, es un texto muy moderado. Se limita a pedir al Consejo que, en atención a los artículos 1, 2, 3 y 12 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el artículo 17 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y la Decisión del propio Consejo en el caso Toonen v. Australia de cuatro de abril de 1994 inste a la abolición universal del llamado "delito de homosexualidad" y de todas las "leyes contra la sodomía" y de las leyes contra los llamados "actos contra la naturaleza" en todos los países en los que existan. Nada más. Eso es lo progresista: que cada cual pueda realizar la opción sexual que elija sin que el Estado, la Iglesia o quien diablos sea venga a inmiscuirse en sus decisiones privadas y en con quién se va a la cama. Para que lo entienda la manga de reaccionarios seudoliberales que pasa el día hablando de que el Estado no intervenga: que el Estado ni nadie intervenga en la libre sexualidad.

¿Y qué es lo reaccionario? Simplemente, oponerse a lo anterior. Oponerse como ha hecho Siria que apadrina un escrito firmado por otros sesenta países la mayoría de ellos de la Conferencia Islámica Internacional que rechaza dicha despenalización y que, en el colmo de la demagogia y la corrupción moral equiparaba la homosexualidad con la pedofilia, aunque la versión definitiva del documento suprime esta equiparación. Porque estaría bueno, ¿verdad? ahora que está bien claro que la pedofilia es sobre todo un comportamiento propio de los varones heterosexuales al que se dedica con particular celo parte del clero católico.

¿Más reaccionarios, aparte de los islamistas? Por supuesto, los primos hermanos del Vaticano. L'Osservatore romano de hoy incluye la jesuítica intervención de su representante en la ONU aceptando despenalizar la homosexualidad pero oponiéndose a ella al mismo tiempo, así como una aclaración en la que, entre otras mentiras, dice que el proyecto de Francia y los Países Bajos abre la vía al reconocimiento de los matrimonios homosexuales y a su derecho de adopción. Mentira porque, aunque los patrocinadores, probablemente, son partidarios de los matrimonios homosexuales y de su derecho de adopción, al igual que Palinuro, el proyecto no dice ni una palabra de esto sino que se limita a pedir la despenalización universal de la homosexualidad.

Pero lo verdaderamente divertido y lo que demuestra la mala fe de la carcunda es que el mismo diario vaticano ataque el proyecto de resolución porque dice que va en contra de... ¡la libertad de religión! dado que obstaculizaría el derecho de las religiones a transmitir su enseñanza de que, "aunque el libre comportamiento homosexual de los fieles no sea penalizable no lo consideran moralmente aceptable."

¿Se apuestan Vds. algo a que hoy o mañana sale la carcunda nacional-católica española, con la señora Aguirre, la ultraliberal, a la cabeza haciendo causa común con el Vaticano y la Conferencia Islámica Internacional? Y hasta es posible que el señor Rajoy diga que ese proyecto es un intento del señor Rodríguez Zapatero de desviar la atención de los problemas que verdaderamente interesan a los españoles, que es lo que dice este balbuciente Demóstenes cuando, como suele suceder, no sabe qué decir.

(La imagen es una foto de philippe leroyer, bajo licencia de Creative Commons).