diumenge, 15 de febrer del 2009

Chávez.

Hoy se ventila en Venezuela el referéndum de reforma constitucional (o "enmienda", según refinada y manipulada precisión del Tribunal Constitucional) que eliminará el límite de cantidad de mandatos del Presidente establecido en el texto de 1999 adoptada en su día a iniciativa del señor Chávez. Se ve que no contó entonces con algo tan evidente como el paso del tiempo y quiere ahora desfacer su propio entuerto.

En principio no veo por qué tiene que haber límites a la cantidad de mandatos que pueda calzarse un representante de cualquier nivel siempre que las elecciones sean periódicas y libres. Si a la gente le gusta un mandatario y quiere tenerlo diez, veinte, treinta años, ¿por qué no podrá hacerlo? Limitar esa capacidad por ley o Constitución es coartar la libre voluntad del pueblo al que, sin embargo, se proclama soberano. Hay quien dice que así se elimina la alternancia, que es consustancial a la democracia pero esto no es cierto: mientras las elecciones sean libres, la alternancia siempre será posible pues dependerá de los respectivos candidatos. Lo que no es de recibo es imponer la alternancia por criterio legal.

Dicho lo anterior me pregunto si es de recibo que en mitad de su segundo mandato el señor Chávez convoque un referéndum y por segunda vez, pues el anterior lo perdió hace unos meses con el fin de perpetuarse en el poder. Y me respondo que no. No porque no pueda proponerse dicha reforma constitucional sino porque hacerlo cuando está uno en el poder con el exclusivo fin de beneficiarse a sí mismo es un abuso, una falta de ética y de estética. Si el señor Chávez quiere ser presidente vitalicio de la República bolivariana sin recurrir a la intentona militar, que lo haga legalmente y no mediante una burla de la ley, esto es, que cumpla la legalidad, termine su mandato, deje paso a un sucesor y, luego, desde la acción política partidista, presente la propuesta de reforma de la Constitución.

Lo que no sea eso es un abuso de poder y si, además, se da mediante un referendum en el que la gente tiene que responder a la pregunta siguiente, además de abuso de poder y acto tiránico, es una tomadura de pelo. La preguntica de marras es:

¿Aprueba usted la enmienda de los artículos 160, 162, 174, 192 y 230 de la Constitución de la República tramitada por la Asamblea Nacional que amplía los derechos políticos del pueblo con el fin de permitir que cualquier ciudadano o ciudadana, en ejercicio de un cargo de elección popular, pueda ser sujeto de postulación como candidato o candidata para el mismo cargo por el tiempo establecido constitucionalmente dependiendo su posible elección exclusivamente del voto popular?".

¿Han entendido algo? No crean que me la he inventado; la he sacado de una tribuna de Ibsen Martínez ayer en El País titulada Otro referéndum para el comandante.

En el ínterin se ha producido el curioso incidente de la expulsión del pais del eurodiputado del PP, señor Luis Herrero. Nuestro Gobierno, haciéndose eco de la escandalera que han motado en la COPE, ha llamado al embajador venezolano para comunicarle, supongo, su malestar y amonestarle en el sentido de que esas cosas no se hacen. Pues no sé yo... ¿Es competencia de los observadores internacionales en un proceso electoral en un país criticar públicamente las disposiciones administrativas del voto y llamar dictador al Presidente de la República? Me da que no. ¿Qué hubiera hecho el Gobierno de España si, habiendo convocado unas elecciones y aceptado la presencia de observadores internacionales uno de ellos se permitiera llamar "dictador" al Jefe del Estado el día anterior a la votación? He de confesar que no sé lo que hubiera hecho el Gobierno de España; sé lo que hubiera hecho yo: poner al insultador en un avión de vuelta a su casa.


Actualización a las 13:00 del 15/02.

Según parece no es cierto que el señor Herrero hubiera ido a Venezuela como observador internacional sino como invitado de la oposición. En tal caso, yo no lo hubiera puesto en la frontera; no le hubiera tocado un pelo y creo que el comportamiento de las autoridades venezolanas es una arbitrariedad y un acto de despotismo.

(Las imágenes son sendas fotos de InSurGente, bajo licencia de Creative Commons).