dimecres, 8 d’abril del 2009

Un artículo interesante.

El señor José María Lassalle, secretario de Estudios del PP y diputado de ese partido por Cantabria, publicaba ayer en El País un estupendo artículo titulado Virtudes liberales, muy bien escrito y razonado y con cuyo razonamiento fundamental, consistente en exaltar la tradición liberal de Occidente como una doctrina filosófica, política, económica y social que es esencial en el adelantamiento de nuestras sociedades, no puedo sino estar de acuerdo. Sin duda alguna.

Pero en su artículo, el señor Lassalle hace unas críticas al pensamiento antiliberal que creo yerran evidentemente el blanco. Así, sostiene que: Arropados por esta estrategia de descalificación ideológica, ciertos sectores de la izquierda han creído ver en la crisis una oportunidad política para revisitar los consensos teóricos alcanzados en las democracias liberales después de la experiencia de la guerra fría y la caída del muro de Berlín. Esto no se compadece con los hechos. El llamado "pacto social-liberal" de la posguerra sufrió sus primeros ataques desde la derecha que quiso revisarlo de plano a raíz de la crisis de mediados de los años setenta. Una ojeada a la bibliografía muestra que las principales obras neoliberales de ataque al Estado del Bienestar de los Friedman, Buchanan, Gilder, Lepage, las reediciones de Hayek, etc son de los años setenta. O sea, no desde la caída del muro de Berlín sino desde los años setenta. La derecha que dice ser liberal. Y en ello sigue, en desmantelar como pueda el Estado del bienestar. Pregunte el señor Lassalle a la liberal señora Aguirre qué está haciendo con los servicios otrora públicos del pacto social-liberal en Madrid.

Añade el señor Lassalle que incluso han propugnado (los mismos "sectores de la izquierda") que era necesaria una reformulación del capitalismo -asumiendo este concepto en una clave estructuralmente posmarxista-, y han reivindicado para ello los valores de cohesión e ingeniería social defendidos desde la socialdemocracia. Pero eso es legítimo. La izquierda democrática, roto el consenso de la posguerra -y no por ella- y a la vista de la catastrófica crisis en que los excesos desreguladores del neoliberalismo han sumido al mundo, tiene derecho a proponer sus fórmulas socialdemócratas. Sobre todo teniendo en cuenta que dichas fórmulas ya incorporan la tradición liberal (y democrática, cosa que no es tan clara en el primer liberalismo) en su planteamiento como decía hace muchos años don Indalecio Prieto cuando se declaraba "socialista a fuer de liberal".

Por lo demás, el acuerdo entre esta socialdemocracia y el liberalismo se prueba precisamente en aquel liberal clásico que acertadamente cita el señor Lassalle y cuya efigie ilustra esta entrada, John Stuart Mill, un liberal socialdemócrata. En cuanto al resto de nombres que el autor deja caer, especialmente el del señor Obama, a quien pretende convertir en el señor Rajoy de Gringolandia tengo poco que decir. Cada cual hace las comparaciones que le interesan, incluso aunque resulten francamente divertidas.

No obstante lo más criticable del por lo demás excelente artículo del señor Lassalle es cuando dice: Quienes han defendido esta posición (la de una "refundación del capitalismo") no han dudado en establecer una correspondencia inaceptable entre los principios liberales y las tesis esgrimidas por los profetas de la desregulación agresiva y antiestatista del neoliberalismo. Con todos mis respetos, los primeros que no solamente hacen sino que reivindican esa correspondencia y, por cierto, de modo vehemente y algo cargante son los neoliberales y/o neoconservadores que se apiñan en su propio partido. Las tesis agresivas y antiestatistas del neoliberalismo son el sonsonete ideológico permanente del señor Aznar, las fórmulas que la Fundación FAES, think tank del PP, defiende tous azimuts y las que predican después sus terminales mediáticas. Todos los agresivos neoliberales españoles están en el partido del señor Lassalle, sostienen ser auténticamente liberales y sospecho que, si el señor Lassalle de verdad piensa y dice lo que escribe, lo tendrán por un quintacolumnista socialdemócrata. Otra cosa es que no lo piense y lo escriba para pescar en río revuelto.

Hecha esta pequeña corrección de tiro, reitero mi sincera admiración y coincidencia con el resto del artículo mencionado.