dimecres, 17 de novembre del 2010

El punto medio.

Vaya, hombre. Toda la vida luchando a brazo partido contra ese asunto del "punto medio" o "término medio" en función del principio de la lógica aristotélica del "tercero excluido" (tertium non datur) y, para una vez que lo defiendo, llega mi amigo Nacho Escolar y me acusa de ignorarlo; y no sólo de ignorarlo, sino de "defender al Gobierno", cosa poco recomendable al día de hoy. Dice Nacho: "Actualización, 12:29. Ramón Cotarelo escribe en su blog sobre el Sáhara con otro punto de vista diferente, donde defiende la actuación que está teniendo el Gobierno ante esta crisis en nuestra ex colonia. No estoy de acuerdo con su tesis, principalmente porque parte del error de considerar que no hay un punto medio entre la actual diplomacia de mano blanda y una declaración de guerra en toda regla. Pero también hay en su artículo algunos argumentos interesantes".

¡Pero si el post proponía precisamente ese punto medio! Considérese este párrafo: "Desde luego no estará de más que el Gobierno haga saber al Príncipe de los Creyentes que no aprueba sus procedimientos, que exige el fin de la intervención marroquí en El Aaiún así como el cumplimiento íntegro de las resoluciones de la ONU. Y eso debe decirlo no como España sino como Estado miembro de la Unión Europea y debe asimismo anunciar que llevará el asunto al Consejo de Seguridad. Todo claro y rotundo, como quiere la izquierda, pero en un marco de acción multilateral. España tiene que evitar llegar a una confrontación bilateral con Marruecos que es lo que éste quiere. Probablemente sea esa conciencia la que tenga paralizado al Gobierno".

No veo que esto sea una defensa del Gobierno y sí un intento de punto medio, de que aquel hable "alto y claro" a Marruecos. En cambio, en donde no se halla punto medio es en el citado post de Nacho que lo pone a caldo por blandengue y pusilánime, no sin cierta razón pero sin muchos matices.

A mi entender es esencial la multilateralidad y la acción concertada. España no debe dejarse arrastrar a una confrontación bilateral con Marruecos porque esta es una opción desfavorable para ella y para los saharauis. Qué más puede querer Marruecos (y, con él, los Estados Unidos y Francia) que desviar la atención del atropello de El Aaiún -y todo el Sahara- para centrarla en un conflicto con la antigua potencia colonial. Y en una de esas espirales podemos encontrarnos si tomamos una decisión precipitada que luego tengamos que lamentar. No se debe reaccionar en caliente.

España tiene que hablar más alto y más claro, sin duda, y debe hacerlo sobre todo: las presuntas violaciones de derechos humanos, la represión de corresponsales extranjeros, el presunto asesinato de un ciudadano español, pero ha de hacerlo en el seno de los organismos multilaterales (la Unión Europea y las Naciones Unidas) que es en donde debe tratarse este asunto y tomarse las decisiones pertinentes. Ello sin perjuicio de que, si tiene pruebas, exija explicaciones pertinentes de gobierno a gobierno en lo que afecta a los ciudadanos españoles.

Ya sé que en una interpretación moral de la situación, al haberse incumplido flagrantemente los Acuerdos de Madrid de 1975, cabría considerar "ciudadanos españoles" a todos los saharauis. Pero eso va contra la interpretación de la ONU, que trata directamente con Marruecos como administración "de facto" y excluye a España de responsabilidad y participación en una posible solución para la que sí cuenta con Argelia y Mauritania. Tampoco conozco a nadie que invoque esta aspiración y sí veo que se exige a España una implicación especial por haber sido quien fue en un problema que afecta a la comunidad internacional como es la violación sistemática de los derechos humanos de los saharauis por Marruecos.

Tampoco se me oculta que esta actitud, este punto medio, consistente en que España sea clara y contundente en un contexto multilateral, al llevar su tiempo, se presta a ser una cobertura de quienes, siendo en el fondo partidarios de Marruecos, pretenden ganar tiempo, dejar que las cosas se pudran en la inacción, dando largas a todo. Táctica israelí en definitiva. Es cierto, es un peligro que hay si no se vigila de cerca al Gobierno y se le exige que actúe con claridad y firmeza en los organismos pertinentes, obteniendo de ellos medidas frente a Marruecos. Pero los peligros, los riesgos, están para asumirlos. En caso contrario no habría acción.

Dado que, además, las alternativas se me hacen francamente peores. Como prueba de lo fácil que es deslizarse por la pendiente del disparate, vemos a Julio Anguita pidiendo que España "rompa toda relación económica con Marruecos". Ahí es nada y eso sólo para empezar la fiesta. No se trata solamente de que en España haya casi 750.000 inmigrantes marroquíes que, supongo, algo pesarán en esa relación económica y no sé cómo lo vamos a suprimir; es que, además, buena parte de la tal relación se da en el seno de acuerdos de la Unión con Marruecos, singularmente en la pesca, y es difícil romper relaciones económicas que no dependen de uno.

Ojo, además, porque un posible conflicto bilateral suscitaría una oleada de racismo y xenofobia en España en donde ya se dan suficientes premoniciones. No descubro el Mediterráneo si recuerdo que en el país hay una acendrada animadversión hacia los "moros" y los marroquíes en especial, sentimiento que no es de ayer precisamente y que encuentra sus cultivadores más devotos en la derecha que ejerce siempre de patriota de una Patria cuyo santo patrón es Santiago Matamoros. En fin que no conviene confundir las cosas hasta el punto de que la izquierda coincida con el PP en propugnar medidas políticas. Porque es obvio que si la izquierda se encuentra en una manifestación junto al señor González Pons uno de los dos se ha equivocado.

If you can keep your head when all about you
Are losing theirs and blaming it on you,
...............................
Yours is the Earth and everything that’s in it,
And–which is more–you’ll be a Man, my son!


If, Ruyard Kipling

(La imagen es una foto de bubilla 2002, bajo licencia de Creative Commons).