dissabte, 25 de desembre del 2010

Habla el Rey.

Esto del tradicional mensaje del Rey el 24 de diciembre tiene su aquel, empezando porque es continuación del que por la misma fecha hacía el Caudillo Franco, el de "españoles todos". El dictador era hombre muy religioso, que entraba en las iglesias bajo palio y había firmado un Concordato con la Santa Sede cuyo artículo primero dice que la Religión Católica, Apostólica Romana, sigue siendo la única de la Nación española. Era lógico que eligiera el 24 de diciembre para su alocución a "todos los españoles". En el caso de Juan Carlos no consta que abrigue fervor religioso alguno, no parece asiduo al templo y, encima, es Rey en un país cuyo Estado no es confesional. Dado que el Concordato, que se sepa, está en vigor y no ha sido declarado inconstitucional ni denunciado por la parte española, ésta vive en una especie de esquizofrenia, con una Nación que "sigue siendo" católica y un Estado que no lo es. Como quiera que el Rey es jefe del Estado, no de la Nación, la elección del día 24 para su mensaje es muy desafortunada. Debiera pasarlo al 31 de diciembre, si es que insiste en hablar por estas fechas

Además, el discurso del Rey es de fin de año, habla del que se va y saluda el que viene. Es un discurso de Nochevieja y no de Nochebuena. En él no se habla del portal de Belén ni del nacimiento del Niño Dios. En realidad, la presencia de estos elementos aparece en el campo de cámara del mensaje con esas tallas de la Sagrada Familia a la derecha del Rey y por delante del árbol de Navidad, profusamente decorado de guirnaldas y poisentias o flores de Pascua. En el discurso, nada de pesebres, burros o bueyes, como es lógico dado que hay mucha gente a la que eso importa una higa.

El discurso del Rey es tan genérico, universal, inconcreto, anodino y ceremonioso como el resto de sus actividades más o menos simbólicas. En la medida en que el mensaje se hace político, esto es, afecta a la realidad concreta es inevitable que sea el mensaje del Gobierno. El rey no puede escribir su propio mensaje porque no tiene mensaje propio. Tiene que leer el que le escriben y quien se lo escribe es el Gobierno. No va a ser la oposición, aunque ésta hable de manipulación del Monarca por La Moncloa. Si el mensaje lo escribiera la oposición, el Rey saldría diciendo que esto es un desastre, que no tiene arreglo, que vamos de cabeza al abismo a no ser que elijamos al dirigente de la oposición y eso no suena bien acompañado con villancicos.

No solamente esto sino que el discurso de marras sirve para dar alguna patada en la espinilla a la oposición, como cuando dice que tenemos que defender el papel y los intereses de España en el plano internacional y mantener nuestros compromisos, la advertencia va dirigida a Aznar y su manía de recorrer el mundo predicando la mala nueva de España hasta que gobiernen los suyos que se obstinan en perder elecciones. La derecha reaccionará seguramente criticando la instrumentalización de la figura del Rey. Pero es que lo único que cabe hacer con el Rey es instrumentalizarlo. La derecha como la izquierda. FAES concedió al Rey el primer premio a la Libertad en 2009 con una clara intencionalidad política: atraer la Corona al campo neoliberal/neoconservador.

En realidad, el párrafo que los más agudos analistas y expertos en misterios de la Casa Real esperan con anhelo es el que anuncie algún tipo de retirada del Monarca, al que se ve muy gastado. Pero no hay tal. Afirma Juan Carlos que sigo y seguiré cumpliendo siempre con ilusión mis funciones constitucionales al servicio de España. Es sin duda mi deber, pero es también mi pasión. O sea que, de irse, nada. Los felipistas (del segundo Felipe) y los republicanos habrán de esperar sentados.

En fin, ya sé que no es el momento de plantear la cuestión República/Monarquía en España que fue decidida por lo militar hace más de setenta años. Nunca es el momento para este asunto. Pero algún día habrá que abordarlo: un mensaje anual del Jefe del Estado que, por cierto, es Rey de Jerusalén, desde el portal de Belén no parece de este mundo.

(La imagen es una foto de Salamancablog.Com, bajo licencia de Creative Commons).