dijous, 28 d’abril del 2011

El ataque a RTVE y la Gürtel

Lo dicho, a bronca diaria hasta el 22 de mayo. La brigada pesada carga contra todo lo que luce. Policías, jueces, médicos, la radiotelevisión pública. Da la impresión de que la derecha no calibra bien el deplorable efecto que estas demasías tienen en la gente que, en su gran mayoría es moderada, o sea, que rechaza los excesos y, sobre todo, los abusos. Esta especie de linchamiento moral que la derecha quiere perpetrar en la periodista Ana Pastor tiene la peor prensa del mundo porque, aparte de convertirla en una adalid de la libertad de expresión, hace que la profesión periodística cierre filas en defensa de una de las suyas que, además, tiene un excelente currículum.

De todas formas aunque las acusaciones tienden a ir a lo personal y a ser bastante desagradables, Pastor debe tener en cuenta que no se trata de ella. El PP atacaría a cualquiera que ocupase su puesto porque el ataque es instituciónal, a la radiotelevisión pública. Es a la idea misma de la objetividad e imparcialidad de los medios. Todo lo que no sea estar al servicio incondicional de sus intereses le parece al PP una falta de profesionalidad. Repasando el vídeo de la discusión habida en el programa de Los desayunos de Ana Pastor puede detectarse en la mala uva de Cospedal una intemperancia, un desabrimiento hacia una profesional que estaba haciendo su trabajo de modo impecable delatores de una actitud de clase que la gente capta enseguida. Por eso es tan valiosa la templada declaración que publica la periodista en su blog (en la imagen), expresando cuáles son sus móviles y dejando así en claro la diferencia que hay entre una periodista que hace un trabajo de calidad y una cuadrilla de energúmenos que sólo busca armar alboroto cada vez que un profesional no se allana a sus intenciones y distingue entre los intereses generales y los de un partido.

En el fondo, el problema es siempre el mismo: que no se hable de la Gürtel después de que los tribunales hayan tomado otra medida que acerca más a Camps al banquillo al admitir que pueda ser procesado con los jefes de la trama a la que presuntamente favoreció con claro quebranto de los intereses públicos. Esas son cosas que la gente entiende muy bien y que prefiguran una situación que a nadie sorprendería: ver a Camps procesado con Correa. Para evitar las lógicas habladurías sobre esto así como cualquier otro factor que pueda enturbiar la placidez del triunfo electoral del PP se cuestiona la radiotelevisión pública (aunque nunca había sido mejor en democracia, al menos si se compara con la zahúrda que montó Aznar en tiempos del inenarrable Urdaci), se cuestiona la profesionalidad de la policía o los jueces; lo que haga falta. Y que se ande con ojo el Rey con ese aspecto de progre que se está echando que también puede llegarse a cuestionar la pertinencia de la Corona si no está incondicionalmente al servicio de la derecha.