dissabte, 4 de maig del 2013

Cospedal y la vaca que mea.


El PP ha organizado un akelarre sectario en un hotel de San Sebastián, al que han llevado sus huestes donostiarras a que las adoctrine un selecto ramillete de la fiel infanteria franquista, encabezada por Dolores de Cospedal y el monaguillo jurídico Ruiz-Gallardón, cada vez más parecido al repelente niño Vicente. De vez en cuando hay que hacer catequesis en provincias para que todo vaya sobre ruedas y ellos puedan seguir trincando sobresueldos mientras imponen sacrificios a la colectividad que es lo único que les importa. El gatuperio versaba sobre la Representación, tema que da para mucho, incluido el sentido del humor gallardoniano cuando el ministro de la presunta Justicia augura que algún día se valorará el "ingente esfuerzo que ha hecho el gobierno de Rajoy" para resolver la crisis. Puede ser. Algún día. De momento, la imagen que de Rajoy tiene el mundo con rara unanimidad es la de un incompetente absoluto, embustero contumaz, marrullero y cobarde.

Pero la palma de la impertinencia, la demagogia y la irresponsabilidad, como siempre, se la lleva Cospedal. El movimiento 15-M no la representa y ella lo reta a convertirse en partido y defender sus ideas por las vías institucionales. Exactamente esas que el PP ha prostituido a base de ganar elecciones mintiendo desvergonzadamente, de gobernar por decreto, ignorando el parlamento y la oposición y en interés de un puñado de banqueros, curas y empresarios y, por supuesto, en beneficio directo de sus propios bolsillos y de los de sus enchufados, clientes y amigos (como en el caso de presidente de Madrid, González, quien tiene enchufada a casi toda su familia, incluido su octogenario padre) todo ello con cargo a los dineros de los contribuyentes.

Carece de sentido debatir con Cospedal sobre el alcance de sus afirmaciones. Esta señora no habla para intercambiar juicios, pareceres, para deliberar y llegar a alguna conclusión. La emplean para arremeter contra los adversarios agrediéndolos de palabra, sin parar mientes en lo que dice, mintiendo y deformando la realidad a extremos insólitos. Tomarse en serio lo que dice, querer refutarla, es perder el tiempo. Ni a ella ni a nadie le importa el contenido de sus juicios con tal de que sean suficientemente brutales. Su misión queda cumplida faltando, mintiendo, injuriando lo suficientemente alto para que se olvide cuántos sueldos y sobresueldos trincan ella y los suyos por destruir el país.

Ya sé que la imagen es un poco pintoresca pero faltaría a la verdad si no dijera que, cada vez que la oigo hablar recuerdo el ruido que hace una vaca al mear.

(La imagen es una caricatura mía sobre una foto de www_ukberri_net, bajo licencia Creative Commons).