dimecres, 14 de gener del 2015

Las ideas claras.


Íñigo Errejón Galván (2014) Populismo y hegemonía. El gobierno de Evo Morales y la transformación estatal en Bolivia. Vicepresidencia del Estado Plurinacional. Bolivia (52 págs.)
------------------------------------------------------------------------
En abril de 2014, antes, pues, de las elecciones europeas en España, Íñigo Errejón pronunció una conferencia en la sede del Centro de Investigaciones Sociales de la Vicepresidencia del Estado en Bolivia. La intervención puede considerarse como una especie de planteamiento teórico-programático de Podemos antes de pasar de ser una posibilidad a ser una realidad tangible que infunde ilusión y espanto a veces entremezclados en mucha gente y frente a la que todos se sienten obligados a pronunciarse. Ahora esa conferencia aparece publicada enriquecida con unas consideraciones complementarias del autor que recogen sus respuestas a las cuestiones que le planteó una audiencia muy interesada y muy competente. Se trata de un texto teórico que fue primero debatido a miles de kilómetros de España y corroborado luego en la práctica de una confrontación electoral con unos resultados espectaculares. Merece alguna atención y comentario.
El conferenciante se mueve en un terreno de resonancias gramscianas. Algunos términos, como hegemonía o guerra de posiciones pertenecen al canon del filófo sardo. Otros están emparentados con él, como la visión patrimonial del Estado de las clases dominantes o la idea, central en el discurso, de pueblo que, si no interpreto mal el sentido que Errejón le da, viene a ser el principio activo de lo nacional popular gramsciano. Y en sus precauciones con el término "populismo" resuenan los ecos de Laclau.
Pero esto es solo la introducción. En su versión de la hegemonía, el autor aduce como ejemplo de triunfo rotundo del empeño el thatcherismo que consiguió lo que los teóricos del framing consideran que es la imposición del "encuadre": los adversarios vienen a tu campo a discutirte y polemizar contigo, en tus términos, con tus reglas. Cualquiera que considere el debate público español desde el mes de mayo pasado verá que ese ha sido su primer resultado. Podemos ha subvertido el orden discursivo e impuesto un nuevo marco en el que los demás se sitúan a favor, en contra o buscando convergencias. Y siempre en su campo.
Pero esto sigue siendo la introducción de la conferencia. En su última parte, el autor apunta a otras perspectivas, en donde pisa terreno menos seguro pero que lo acreditan como un analista y un teórico de vuelo. Considero tal a quien es capaz, cuando menos, de plantear con claridad las preguntas o formular los problemas que los demás meramente y confusamente intuimos. Aunque no dé respuestas o solo lo haga tentativamente o estas sean insatisfactorias. El pensamiento empieza a rendir frutos a partir de preguntas bien formuladas.
Cuatro son las cuestiones que Errejón plantea, entiendo, como algo abierto. Las cuatro están diferenciadas, aunque interrelacionadas. Alguna de ellas es nueva en el debate político y otras, no, pero se plantean en una perspectiva distinta. Dicho en otros términos: los gobiernos progresistas o revolucionarios o cívicos o populares o como quiera llamárselos deben hacer frente a las cuestiones de: la irreversibilidad, las clases medias, la transitoriedad democrática y la técnica. Son de distinto peso pero obviamente forman un entramado y responden a una preocupación esencial: cómo triunfar, como mantenerse y cómo asegurar la permanencia de lo conseguido.

Viene a ser un Maquiavelo completado por el Lenin de ¿Se sostendrán los bolcheviques en el poder? Con la salvedad de que Errejón quiere ir más allá. Pero, reconoce, en política no hay nada irreversible. Además, la democracia que, en el discurso errejoniano no es un medio sino un fin, implica la transitoriedad de los programas políticos. Luego hay un problema con las "clases medias" que, por así decirlo, se desclasan, problema que ya detectaron los teóricos socialdemócratas a fines del siglo XX, cuando vieron que perdían la base social de su fuerza electoral por ascenso de aquella. Y, por último, ningún gobierno puede permitirse el lujo de confundir la gestión técnica con la ideología porque ya decía Espinoza que la libertad está en el conocimiento de la necesidad. Pero ese conocimiento, en cuanto conocimiento técnico, puede intentar sustituir al otro, al especulativo e incluso, convertirlo a su vez en técnico, lo que es la base de la tecnocracia.
Podríamos seguir discutiendo estos aspectos porque, al ser futuribles, están en el aire. El propio Errejón reconoce que el concepto de "socialismo del siglo XXI" está desdibujado. Así, ¿qué se puede hacer? Esperar y, llegado el momento, actuar. Y ver qué sucede. Ya se sabe: la prueba del pudin consiste en comer.