dissabte, 18 de juliol del 2015

Los totalitarios demócratas.


Hace diez años, Esperanza Aguirre, entonces presidenta de la CA madrileña, despedía de Telemadrid a un conocido periodista porque había comprado los argumentos del enemigo. Un atropello, desde luego, pero muy en la línea en que su partido procede habitualmente. Telemadrid era un aparato de agitación y propaganda a su exclusivo servicio con el dinero de todos los contribuyentes. Como lo es RTVE para el PP o era la televisión de Castilla La Mancha para Cospedal. El PP entendió desde el principio que la política en la sociedad mediática se hace en los medios y que es preciso controlar estos, sobre todo los audiovisuales. Pero sin descuidar los escritos, en su mayoría privados y en buena medida también al servicio de la derecha.

Con este palmarés es insólito que Aguirre exija que se cierre la web "versión original" del Ayuntamiento de Madrid, dedicada a rectificar y/o desmentir informaciones erróneas o falsas sobre su actividad. Lo de menos es que sea una exigencia. Es el estilo altanero, impertinente e intemperante de esta señora, insoportable para gente civilizada y democrática y el que le hace perder las elecciones cuando ya no hay modo de financiarlas a base de la Gürtel.

También de menos es el repertorio metafórico de la dama. Pravda 2.0 es parte de un vocabulario de un anticomunismo primitivo en el que se solaza. Bolchevismo, leninismo, checa, Stalin, totalitarismo, son gemas que adornan su discurso normalmente agresivo, algo chulesco (ese 2.0 tiene hasta un punto cheli) y autoritario, por supuesto disfrazado de democrático. El disfraz dura poco. Basta que el Ayuntamiento quiera suprimir la vergüenza de calles dedicadas a golpistas, delincuentes, criminales, genocidas, totalitarios y dictadores para que la demócrata se oponga con uñas y dientes.

Pero tampoco importa gran cosa que la señora sea la menos indicada para exigir nada en el terreno de los medios. Esgrimirlo es una forma de argumento ad hominem basado en el socorrido ¡y tú más!

Igualmente es poco acertado señalar cómo la escandalera montada por muchos periodistas contra la web municipal carece de valor por venir de gentes que han aceptado la humillación profesional de cubrir ruedas de prensa sin preguntas e, incluso, con la doctrina impartida a través del plasma.

No. Lo inadmisible del ataque a la web del Ayuntamiento radica en su absurdo. Versión original (buen título, por cierto) rectifica y/o desmiente noticias erróneas sobre su gestión. Está en su derecho. No censura el contenido de los medios ni interfiere en su actividad. Se limita a dar cuenta de los hechos. Si los medios creen que se los ataca o menoscaba o perjudica, pueden acudir a los tribunales. Eso es, se dice, lo que puede -y debe- hacer el consistorio: acudir a los tribunales si cree que las informaciones de los medios falsean a propósito la realidad y lo perjudican objetivamente.

Precisamente por ello es de aplaudir la web versión original, porque va a ahorrar al Ayuntamiento y, por ende, a todos los vecinos, mucho tiempo y dinero en acciones judiciales. Basta echar una ojeada a algunos medios, singularmente el ABC y La Razón, sin olvidar algunos digitales para comprobar que no es que publiquen errores o falsedades sobre el Ayuntamiento de Madrid (y, en general sobre cualquier gobierno de izquierda) sino que publican auténticas canalladas, infundios y mentiras sin cuento. Hay portadas tan escandalosas (a la par que demenciales) de estos tebeos que explican por qué la prensa española es la que tiene menor crédito en Europa. Y al decir "menor crédito" se da por supuesto, infundadamente, que alguno tiene.

Esa web del Ayuntamiento de Madrid saca de quicio a los totalitarios de la derecha, los herederos de quienes se pasaron 40 años monopolizando la información, porque no la controlan y desmiente sus infundios. Es de esperar que el PSOE no haga el juego a estos censores.