diumenge, 6 de setembre del 2015

La desgracia de España.


Es un triste sino que en el momento probablemente más grave de su historia reciente, a las puertas de un crisis que puede acabar con su existencia, España esté gobernada por un tipo suma de todos los vicios y defectos personales de los seres humanos y de los gobernantes españoles de la peor especie; un tipo mendaz, intelectualmente nulo, desconfiado, sin escrúpulos, corrupto, fanfarrón, embustero, falso, ignorante y rencoroso.


Su tarea ha sido destrozar el país que recibió, aniquilar su Estado del bienestar, destrozar la sanidad y la educación pública, desmantelar los derechos de los trabajadores para que aumente la tasa de beneficio del capital, paralizar la administración, descapitalizar y destruir los servicios públicos para privatizarlos después, dejar desasistida a la población dependiente, enviar a los jóvenes a la emigración, saquear la hucha de las pensiones y dejar a los jubilados actuales o próximos sin futuro.

Y todo ello mientras tanto él como sus compadres de partido se han enriquecido cobrando sobresueldos o saqueando las arcas públicas durante años a través de una serie de delitos, desde la apropiación indebida a la malversación de caudales públicos, falsedades y todo tipo de latrocinios en el reinado de la corrupción. Un gobierno y un partido repletos de enchufados, corruptos y presuntos delincuentes, muchos de los cuales, pero no todos ni como debieran, están desfilando por los juzgados. 

En numerosas ocasiones de su triste historia España ha estado gobernada por estúpidos, incompetentes y ladrones. Pero no me parece que jamás se haya dado una confluencia como la actual, con una asociación de presuntos malhechores dotados de un poder ilimitado, producto de su mayoría parlamentaria absoluta. Un gobierno protegido además por una batería de medios públicos y privados, todos ellos a su incondicional servicio y repletos de comunicadores pagados con dineros públicos para mentir, provocar, falsear y distorsionar sistemáticamente la realidad.

La esperanza de estos sinvergüenzas, heredada de la época dorada de la dictadura, que es el régimen que añoran, es que, al haber controlado todos los medios de comunicación y no tener reparos a la hora de adoptar leyes represivas y autoritarias que impidan la crítica, la protesta, la libertad de expresión cuenten con impunidad y puedan salirse con la suya. La idea es presentar una realidad falsa y como recuperación del país lo que no es otra cosa que su hundimiento.

Cuentan con la inestimable ayuda de una oposición mayoritaria, socialista que, más que oponerse, coadyuva al desastre porque por omisión, dejadez o incompetencia, no es capaz no ya de controlar los desmanes de este gobierno franquista sino de elevar la voz crítica. Una oposición que, en el fondo, es cómplice, que lo fue con Rubalcaba y lo es en mucha mayor medida con este Sánchez, incapaz de presentar una moción de censura a un gobierno que ha destruido el país y que, en el colmo del dislate, se apresta a aprobar los presupuestos del Estado prácticamente sin debate para que le dé tiempo a convocar elecciones en las vacaciones de Navidad y eso si las convoca. 

Porque si el gobierno es una vergüenza según todas los usos del Estado democrático de derecho, la oposición del PSOE no le va en zaga.

Y justo en el instante en que un movimiento independentista fuerte como jamás ha cuajado en Cataluña, bajo la dirección de unos partidos y grupos que han tenido la sabiduría y la decisión de aunar esfuerzos para desvincularse de este Estado español, incapaz de modernizarse, hacer frente a la crisis y sobrevivir por estar administrado, como siempre, por una banda de incompetentes y presuntos ladrones.

El movimiento independentista catalán es la única manifestación libre de sentir popular que este gobierno inenarrable no puede controlar. Es la opción democrática viva en el Estado español, la única que la banda de presuntos chorizos con el sobresueldos a la cabeza no puede sofocar ni ocultar. La única que se mantiene digna frente a las maniobras y engañifas no solo de las fuerzas del gobierno y su partido sino también del conjunto de la oposición, socialistas, comunistas y neocomunistas, que forman vergonzante causa común con aquel para mantener el país en un estado de sojuzgamiento que no tiene perdón.

Por eso merece ganar.