dimarts, 13 d’octubre del 2015

El 68. La patria es el exilio.


Gran exposición de fotos del checo Josef Koudelka en la Fundación Mapfre de Madrid. Muestras de casi todos sus amplísimos trabajos. Apoteosis del blanco y negro y la gama de grises, el mejor territorio en que la fotografía puede resistirse a la pintura, pues ignora el color. Testimonio de una vida errante, creación de un nómada, de un apátrida. Su última exposición el año pasado en Los Ángeles se titulaba Nacionalidad incierta.

Koudelka (Boskovice, Moravia, 1938) iba para ciudadano ejemplar de la República Popular de Checoslovaquia en donde estudió ingeniería aeronáutica. Trabajó una temporada en su profesión hasta que dos acontecimientos relacionados le cambiaron la vida para siempre. En la primera mitad de los sesenta dejó la ingeniería y se dedicó a la fotografía a tiempo completo, comenzando a hacerse un nombre como fotógrafo de teatro. Este subgénero tiene sus peculiaridades. No es foto de estudio porque el artista no controla lo que sucede en el escenario o en los camerinos, pero tampoco es espontánea porque los temas y situaciones se repetirán mientras duren las representaciones y el fotógrafo puede escoger lo que más le cuadre. Las imágenes de esta época en la exposición son muy curiosas y testimonio de lo seriamente que se toma el teatro la gente en Praga. El segundo acontecimiento es que la invasión de Praga por las tropas del Pacto de Varsovia (o sea, por los rusos, con algunos extras alemanes, polacos, etc) en agosto de 1968, le cogió en la capital de Checoslovaquia.

Acababa de regresar de un largo viaje por otros países de Europa oriental a los que solía ir a fotografiar gitanos Estaba acumulando material que luego, debidamente seleccionado, formaría su exposición y su libro Gitanos, un verdadero estudio de antropología  cultural. Cuando los tanques rusos llegaron a Praga, Koudelka se echó a la calle e hizo cientos de fotos de los acontecimientos: los soldados soviéticos, los carros de combate, la resistencia pacífica de la población, los ciudadanos checos, las manifestaciones, las protestas, todo. Esas fotos salieron a escondidas de la República Popular gracias a los recursos de la agencia Magnum, de la que Koudelka pasaría a formar parte más tarde. Gracias a ellas, publicadas de forma semianónima, como fotos de "P.P." (Prag Photographer) por temor a las represalias, sabemos lo que pasó aquellos días en la capital, cuando el ideal de la solidaridad socialista saltó por los aires. El visitante en la exposición podrá ver algunas de las imágenes más famosas y difundidas de aquella invasión.

Valiéndose de un truco burocrático Koudelka consiguió salir de Checoslovaquia a primeros de los setenta y pidió asilo político en Gran Bretaña. Su país le retiró el pasaporte y él anduvo viajando sin domicilio fijo, durante los siguientes quince años, dando tumbos por España, Irlanda, Gran Bretaña, Francia. Las fotos itinerantes de este nómada incorregible en la exposición son muy llamativas porque no se ajustan a género alguno, pero tienen una impronta personal inconfundible. Por fin consiguió la nacionalidad francesa a mediados de los ochenta, lo cual le permitió regresar ocasionalmente a su país aunque, para entonces, ya era imposible que se hiciera sedentario. Por eso, continuó su peregrinación sin rumbo fijo y siguió produciendo imágenes y publicando libros monográficos, como Exilios o Wall, sobre el muro israelí en Cisjordania.

Dos facetas más de este apátrida sin remedio tienen cabida en esta estupenda exposición: la foto artística o de creación, como la que ilustra el post, muestras inquietantes de una visión del mundo que recuerda mucho la de otro checo famoso, Kafka, cuyo personaje más característico se llamaba como el fotógrafo, Josef K. La otra, la más reciente serie de fotos en vista panorámica, Caos, que retrata la tierra en su inmensidad y el destrozo que en ella causamos los humanos. Estos han desaparecido de la imagen y solo queda la ancha tierra en la que habitan.