dijous, 11 de febrer del 2016

El mundo según Rajoy

El contacto de Rajoy con la realidad es tenue y problemático. Tiene evidentes problemas de percepción, comprensión y, desde luego, expresión. Todo lo que no le gusta -es decir, todo lo que no hace él-, por ejemplo, un gobierno de PSOE y Podemos, le parece imposible o una broma, o una ocurrencia. Una diada hace un par de años con un millón y medio de asistentes, era una "algarabía". Todo lo que hacen los demás sin su permiso o, incluso, en contra de él, son disparates, insensateces, faltas de sentido común.

Según el muy limitado intelecto de este aficionado a los sobresueldos, el mundo es tan simple y sencillo como el Yin y el Yang: de un lado está él y todo lo que él dice y hace: pura sensatez, eficacia, sentido común y ventajas para la colectividad. Lo que hacen sus adversarios, un desatino que no conduce a nada, incluso cuando, como sucede ahora, van echarlo con ignominia de su búnker de La Moncloa, de donde no quiere irse ni difunto.

Este es el genio cuyo gobierno contaba o cuenta con una ministra de Sanidad analfabeta que confundía el colirio con los supositorios; un ministro de Justicia petulante resabiado y carcunda, sustituido luego por otro que es igual, pero sin afeitarse; un psicópata en Interior; una meapilas en Trabajo que impetra la ayuda de la Virgen para resolver el paro; un petulante en Educación para quien las corridas de toros son una muestra de Cultura; un Nosferatu intrigante a favor de sus amigos en Hacienda; un empleado de los fabricantes de armas en defensa, un veterano de los cuartos de banderas en Exteriores. Ese gobierno no solo era una broma, sino una broma necia y de mal gusto.

El sobresueldos hizo sus inteligentes observaciones en el Senado, en presencia de María Dolores de Cospedal, a quien sus enemigos acusan erróneamente de tener una piedra por corazón cuando es claro que la piedra, ya tallada en forma de adoquín, la tiene en la cabeza. Presente estaba también Pío García Escudero, mezclado en diversos líos de presuntas corruptelas y en ausencia de Rita Barberá, la ex-alcaldesa de Valencia, supuesta organizadora y beneficiaria de una trama de delincuentes, constituida en partido político, en Valencia. Escondida en el Senado, Barberá trata de burlar la acción de la justicia con el directo apoyo de su jefe Rajoy que, 24 horas antes había dicho que "ya no se iba a pasar ni una" en materia de corrupción como prolegómeno a convertir la cámara alta en una cueva de ladrones. No solamente deja pasar un caso de corrupción, sino hasta media docena de golpe que es el volumen que desplaza la Rita Barberá de Vuitton y baronesa del Caloret.

Para este Cánovas del siglo XXI, lo más razonable y democrático es que el país siga siendo esquilmado por la banda de granujas que él preside porque eso es estabilidad en el trinque e inspira confianza en los mercados, sobre todo en los negros.