divendres, 23 de març del 2018

La revolución catalana se acelera

Las revoluciones solo revelan su lógica y su ritmo post festum. Mientras están siendo muchas veces resultan desconcertantes, contradictorias, repletas de disensiones y discordias. Recuérdese la advertencia de Marx: los seres humanos hacen la historia, pero no en cualesquiera condiciones sino en las que les son impuestas. En el caso español, además no son solo filosóficamente impuestas, sino también política, jurídica, coactiva, violentamente impuestas.

Estas confusiones impactan en el ánimo de la gente del movimiento indepe, en muchos casos negativamente y generando desánimo. La parte final del discurso de Riera ayer, dando por acabado el "procés" y pasando a la oposición, podría leerse como una ruptura de la unidad independentista. Esa es la piedra de toque de la situación. Si la unidad se rompe, se acaba el procés y la independencia y la república. Y el responsable de esa ruptura probablemente caiga en el ostracismo electoral.  Pero, ¿se ha roto esa unidad? Riera deja claro que su presidente es Puigdemont o en quien él delegue, pudiendo delegar. Eso no es romper unidad alguna sino sostener una visión rupturista no interna sino externa al proceso. Algo legítimo. Como legítima es la propuesta de JxC y ERC de proclamar un gobierno "efectivo" que Palinuro calificó de "fabiana". 

Esta discrepancia atiende a muchos factores. También los personales, como es lógico. Hay participantes en el proceso que se enfrentan a circunstancias procesales difíciles. Y, por supuesto, están antes los presos y exiliados políticos. Todo lo cual merece ser atendido. Desde luego, el proceso revolucionario se hace con perspectiva histórica pero no al extremo de pasar por encima de los individuos como un Moloch. También son lógicos los escrúpulos respecto a la base demográfica del independentismo, aunque inútiles porque esta solo puede ampliarse ahora mismo a base de alianzas que desdibujarán el objetivo último, por decirlo suavemente.

Por lo demás, la incertidumbre y la prolongación van en favor del independentismo dado que el unionismo está condenado a la inoperancia por falta de quórum. De ahí que el gobierno español esté urgido de que haya un govern catalán pero, a la vez, boicotea su formación por no dar su brazo a torcer. Concede así una baza a su adversario que puede explicar al mundo cómo el independentismo lleva ya tres candidatos propuestos y los tres han sido vetados por el Estado y sus tribunales en contradicción con el principio de representación democrática. 

Esta inoperancia del unionismo se ha puesto de manifiesto en el veloz intercambio de los dos últimos días. Como si quisiera dar la razón a Riera cuando dice que la pretensión del Estado es gobernar Cataluña a golpe de tribunales, apenas se mencionó el nombre de Turull, Llarena anunció que iba a citar a los procesados en esa curiosa causa que instruye medio en secreto medio en público, con amenaza de encarcelar a Turull. Esto provocó la convocatoria relámpago de ayer en que la CUP se abstuvo. Torrent anunció acto seguido la convocatoria del pleno para segunda vuelta mañana sábado a las 10 de mañana. 

Es lo que los ingleses llaman biting the bullet, y traduciríamos como "jugándosela". Hoy Llarena tendrá que decidir si encarcela a los seis peligrosos rebeldes catalanes, entre ellos a Turull o si los deja en libertad provisional. Si los encarcela se probará que se pretende gobernar el Parlament desde los tribunales españoles. A ello podrá el independentismo responder con la ruptura (proponiendo a Puigdemont) como pide la CUP o acatando el marco estatutario. Así sería en todo caso si el juez decide dejarlos en libertad. Libertad provisional, condicionada, a plazo fijo. Justo hasta el momento en que el gobierno pretenda poner en marcha el mandato republicano que recibió el 1-O y el 21 de diciembre. A ese punto de ruptura llevan indefectiblemente las dos vías, quizá con una diferencia de breve tiempo. 

La conclusión será la misma, haga el independentismo lo que haga, porque las condiciones las impone su enemigo. Solo un aspecto, aparentemente anodino, estorba los planes de este último: al haberse producido la votación, comienza la cuenta atrás de los dos meses para las nuevas elecciones si no se forma govern. Y en ese horizonte de elecciones nos lo jugamos todo. Al margen de cómo se organice la vida institucional en la Generalitat, cuestión de bastante relieve, las elecciones plantean desde ya la opción entre lista de país o listas diferenciadas. Teniendo en cuenta que estas últimas nos han traído hasta aquí, ¿qué tal si probamos con la primera?