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dimarts, 17 de maig del 2016

Los nuevos compañeros de viaje

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Hubo un tiempo en que el comunismo tenía prestigio: en los años treinta (ascenso del fascismo), hasta el ignominioso pacto nazi-soviético de 1939 y luego, al final de la segunda guerra mundial y en los primeros años de la postguerra, hasta que se conocieron los crímenes de Stalin y llegó la desestalinización. En aquellos años, los comunistas no ocultaban sus siglas sino que se envanecían de ellas y agrupaban en torno suyo gentes que no lo eran, pero se sentían atraídas por el prestigio revolucionario y, sin entrar en el partido comunista, cumplían sus encargos y estaban más o menos encuadradas en organizaciones manipuladas por ellos. Prestaban un gran servicio porque propagaban los puntos de vista comunistas sin serlo ellas mismas. Eran lo que se llamaba los compañeros de viaje.

Posteriormente, ya en plena guerra fría, estando clara la naturaleza dictatorial e inhumana de la Unión Soviética y países satélites en los que aquella intervenía por la fuerza cuando quería (Berlín, Polonia, Hungría), el comunismo perdió el prestigio acumulado. Ya no había "organizaciones de masas" ni quedaban "compañeros de viaje". Ahora, los que le hacían el juego eran llamados tontos útiles. De esos había muchos, pero menos de lo que la ambición comunista de poder quería.

Finalmente, con el desprestigio general del comunismo en los años 70 y en los 80, con el triunfo de la socialdemocracia -con la que mantiene un forcejeo histórico-, aquel entró en profunda crisis que se agudizaría con el hundimiento de las tiranías comunistas en todo el mundo. Quiso salir de la crisis haciendo un mero cambio de nombre con el que trataba, como ha hecho siempre, de eliminar a la socialdemocracia a los efectos de ponerse en su lugar, vieja táctica estalinista que al exseminarista georgiano le salía bien a base de asesinar, pero a sus secuaces, no. Estos comunistas vergonzantes pasaron a llamarse "eurocomunistas" para enviar un mensaje falso a la opinión pública (ingenio propio de Carrillo) de que el comunismo se había hecho reformista, democrático, se había civilizado. Los camaradas vivían horas bajas, pero se las prometían felices con la añagaza en la que se embarcaron los partidos comunistas de España, Italia y Francia.

Pero no funcionó. La gente no se dejó engañar. Fue entonces cuando los comunistas decidieron camuflarse. El hundimiento de la URSS los había hecho polvo y más polvo aun porque ninguno de ellos fue capaz de dar una explicación comunista o, por lo menos marxista, del hundimiento de la URSS. Y así siguen. Pero sí comprendieron que, si querían sobrevivir, tenían que ocultarse y engañar.

Mucho había llovido desde los años treinta, pero el comunismo sigue en lo suyo: mintiendo. En 1986, el iluminado Anguita fundó Izquierda Unida, otra organización pantalla de nuevo llena de compañeros de viaje y de tontos útiles. Solo que ahora los tontos iban a resultar inútiles. Creyeron que con esta artimaña de ocultar sus siglas, pero poner en marcha una farsa, por fin, derrotarían a la fementida socialdemocracia del PSOE. Tampoco. A IU se le veía el comunismo por los entresijos. Y Anguita tuvo que marcharse a su casa, a rumiar su fracaso y su revancha.

Y, entonces, al rebufo de la crisis, del 15 de mayo, y de lo que se veía como ineluctable decadencia del PSOE por sus propios errores, surgió Podemos. Lo hizo a la par con la Syriza griega y dio una sacudida al sistema español de partidos haciendo concebir la esperanza de que, por fin, aparecería una tercera vía de verdad en la izquierda, entre el anquilosado comunismo y la socialdemocracia aburguesada y neoliberal. Muchos creímos -y creemos- que esto es posible y hasta colaboramos con ello. Pero, al poco tiempo, a los primeros tropezones y tras las primeras crisis de IU y sus tránsfugas, ya se empezó a ver que si esa había sido la intención de los jefes en un primer momento (que ahora más bien parece que no y que engañaron desde el origen de la aventura), había dejado de serlo. Lo que ahora se cocinaba era un nuevo intento de organización "de masas" (todas esas pavadas de Anguita y los anguitillas de las "mayorías cívicas" es puro leninismo de aprendices), un nuevo engaño, una nueva farsa a partir del núcleo de IU. Hubo algunos titubeos pero, con el decepcionante resultado de las elecciones del 20 de diciembre y el suculento millón de votos que seguía atesorando IU, los últimos escrúpulos se fueron por la borda y se selló el pacto con IU y Anguita. La pamema de las conversaciones para formar gobierno después del 20 de diciembre fue otra trola y a ver si se podía culpar al PSOE de ls elecciones.

Porque, como siempre en los comunistas españoles, la muralla por abatir no es la derecha ni el PP. Es el PSOE.

Si alguien lo duda, que escuche el discurso de Anguita en el vídeo del post. Es palmario y claro como el agua clara: revancha. Escúchenlo hablar de su militancia en IU, pero ocultar la del PCE. Escúchenlo reconocer que "la diplomacia" mandaba que siguiera oculto, de gran trujimán de esta operación. Que no se supiera, que se siguiera engañando a la gente. Pero, al final, su ego inconmensurable (solo similar al de Iglesias) y su infinita vanidad lo arrancaron del sillón y lo llevaron a irrumpir en el acto de Podemos, interrumpiendo en seco, por cierto, un alegato de Pablo Echenique sobre feminismo y feminización. ¿Casualidad? Estos no dejan nada a la causalidad ni al azar. Todo lo miden, como el comediante de Diderot. ¿Feminismo? Ya hay bastante feminismo en el título de Unidos Podemos. Y escúchenlo, por último, hacer sus cálculos: cree que ahora o nunca, en el nuevo 77, se va a ganar al PSOE; pero el subconsciente lo traiciona y pone su victoria a cuatro o cinco años. Es decir: ganaremos dentro de cuatro o cinco años; mientras tanto, cuatro años más de PP. ¿Queda claro?

Una última consideración. Se quejan los de Podemos de que ahora todo sea hablar de comunismo, como si eso fuera una maniobra innoble, un golpe bajo o juego sucio. Aquí el único juego sucio consiste en aliarse con el Partido Comunista de España en secreto, oculto y pretender seguir estafando a la gente y que no se hable de lo que hay. El juego sucio y el engaño es que, cuando el periodista oficial de Podemos, Ferreras, en la cadena oficial de Podemos, la Sexta, pregunta a Anguita qué le parece el anticomunismo de Esperanza Aguirre, el comunista cordobés diga que no merece la pena hablar de ello, pero siga ocultando su condición de miembro del Partido Comunista de España, un partido que no se presenta con su nombre a las elecciones, pero quiere que lo voten bajo otras siglas ocultando su condición.

Por último, tengo algunos amigos, gente de izquierda sincera y genuina, que se escandalizan de que se esté cayendo en una campaña de "anticomunismo visceral". Sí eso es lo que dicen los comunistas, que no merecen respuesta. A mis amigos, una sola consideración: en una sociedad democrática asiste a la gente el derecho a ser anticomunista (o antifascista) como opción política, sin que la declaren trastornada, histérica, visceral o desequilibrada. Gracias a los dioses, esto todavía no es la Unión Soviética, paraíso comunista en donde los disidentes con suerte acababan en psiquiátricos.

El fascista Facu Díaz

Acabo de ser objeto de un intento de insulto de Facu Díaz, ese que va de progre en las filas de IU y ahora Unidos Podemos. Como le parece que vomito "basura anticomunista" en twitter, me ataca con el dibujo que ilustra el post con las intenciones que son evidentes.

Convienen algunos matices, para que se sepa qué gente es esta de IU y Podemos y lo que nos aguarda si consiguen algo de poder.

1) Según este tipo, y muchos como él, no se puede ser anticomunista. Suelen decir que se trata de anticomunismo "visceral". No sé qué será el comunismo para esta gente (no lo saben ni ellos) pero está claro que, en su juicio, el anticomunismo no es una opción política sino una especie de enfermedad. Mira por donde, ya están aquí los sucesores del psiquiatra fascista Vallejo Nájera, para quien el comunismo era una enfermedad. Para estos, es el anticomunismo. Lo que es igual es el fascismo del "razonamiento".

2) En cuanto al intento de insulto, su base fascista es obvia. Nuestra sociedad prohíbe toda discriminación por razón de sexo, raza, color, etc. Ninguno de estos progres cursis osará maltratar o intentar reírse de alguien porque sea de color o discapacitado, o de una minoría sexual. Pero se lanzan a degüello con los viejos y los mayores en general. Eso aún no tiene la censura social que merece y estos salvajes creen que pueden desahogarse. Sin embargo, la discriminación es la misma porque se trata de insultar a alguien por algo de lo que no es responsable, como es su edad.

3) Además de fascista, el amigo es un estúpido por dos razones: a) Anguita, a quien él venera, es viejo. b) A él también le tocará.

NB: según parece, este tipo no es de Podemos, sino de IU. Como trabaja en el BOE de Podemos, Público, lo tomé por uno de ellos. No merece la pena rectificar del todo, dado que no hay diferencias entre Podemos e IU que ya se han unido. Basta con un leve retoque.

diumenge, 15 de maig del 2016

El pasado presente

La maldita, la traidora, la cobarde, la miserable transición vuelve una y otra vez en los discursos de la izquierda, como un recuerdo constante. Un pasado del que unos reniegan y otros se avergüenzan, está siempre presente en los momentos decisivos como un modelo. ¿Explicación? Ninguna. Simple oportunismo. Ni la transición fue un fracaso, traición o rendición ni fue un triunfo o un modelo. Esos términos, aplicados a un hecho histórico, con su carga valorativa, carecen de sentido. Aplicados a las luchas políticas del presente, en cambio, tienen todo. Se trata de instrumentalizar una visión de la transición y la memoria para justificar una posición política actual, para dar mayor empaque y dimensión "histórica" a un giro táctico en uno u otro sentido.

Pedro Sánchez reivindicó ayer la figura de Adolfo Suárez para apuntalar su actual apuesta por el centro, ahora que el PP en la extrema derecha y Unidos Podemos pegados al comunismo le ofrecen en bandeja la oportunidad de hacerlo. Da algo de grima ver a un dirigente de la izquierda reivindicar la figura de un político franquista, falangista para más señas, un hombre del régimen de Franco. Carente de todo principio -típico producto de la carrera política del personal franquista- Suárez se prestó a hacer lo que el Rey le dijera. Era un hombre flexible. Se le encargó desmantelar una dictadura sin romper la legalidad y erigir sobre sus ruinas una democracia más o menos aparente, más o menos homologable con las del entorno. Y eso es lo que hizo. Para realizar el encargo, montó un partido, la Unión de Centro Democrático (UCD), juntando para ello grupos políticos procedentes de múltiples lugares, liberales, democristianos, socialdemócratas, etc y jugando con la idea del centro, término que goza del máximo prestigio en los electorados occidentales en los que la inmensa mayoría se sitúa voluntariamente en ese lugar en las escalas de autoubicación ideológica. Da grima, digo, ver a Sánchez reivindicando la figura de Suárez, pero se entiende muy bien: tampoco él tiene muchos principios y los que tiene no parecen demasiado firmes. De lo que se trata es de aprovechar la oportunidad que la polarización del sistema de partidos ofrece: entre los neofranquistas y los comunistas, se dibuja un nuevo centro y, para darle verosimilitud, se instrumentaliza la figura de Suárez. No debiera hacerle falta si Sánchez supiera argumentar su posición de forma más convincente, pero no es el caso. Por eso habrá más Suárez en las elecciones, sobre todo cuando Rivera se dé cuenta de que están intentado robarle su campaña de imagen a medio camino en lo iconográfico entre Primo de Rivera y Suárez.

A su vez, en un mitin de ayer, entre abrazos, sollozos y emoción, Anguita le dijo a su discípulo Iglesias ¡Este es el año 77, Pablo! Tal cual. Ello da idea del sentido de la nueva política, la innovación y la visión de futuro de Podemos: ir para atrás, hacia el momento del inicio otra vez, al año 1977, cuando la mayoría de los afiliados a Podemos no había nacido.

Modernidad y progreso en la propuesta. Ya solo falta que Anguita y los anguitillas echen también mano de aquella teoría (por llamarla de algún modo) de "las dos orillas", en una los comunistas y en la otra, la derecha, cuerpo bicéfalo con una cabeza del PP y otra del PSOE. La necedad de la teoría se echa de ver en que, en realidad, las "dos orillas", lo que suscitaba en la cabeza de las audiencias era el efecto contrario: las dos orillas y en el centro, caudaloso y apacible, como el Don de la novela, el PSOE. Es difícil ser más negado.

Hubo un tiempo en que Podemos permitió abrigar la esperanza de constitución de una izquierda independiente de la socialdemocracia repantingada y el comunismo momificado. Pero ese tiempo pasó. La pavorosa falta de capacidad teórica de los anguitillas no daba pie a la elaboración de una doctrina de este carácter, Así que, por incompetencia teórica y urgencias por alcanzar el poder al precio que sea, Iglesias se he echado llorando en brazos de Julio Anguita, su referente intelectual, el hombre que vive instalado en un huero rencor y un ansia de revancha.

La campaña electoral de los demás, especialmente de C's y el PSOE machacará el factor comunista en la oferta de Podemos. Y, antes de caer en la tentación de acumular otra mentira de estos afirmando que lo de comunistas es una invención, que miren, bajo qué nombre y autoridad, han puesto un proyecto democrático, asambleario que quería ganar desde la base y la renovación. 

divendres, 13 de maig del 2016

Hollywood sobre Hollywood

Dadas mis opiniones políticas y mis gustos literarios y artísticos en general, una película del Hollywood liberal sobre el caso de Dalton Trumbo y los diez de Hollywood tenía que gustarme. Y me gustó. ¿Cómo no iba a gustarme una peli que pone verdes a los macartistas, al Comité de Actividades Antiamericanas (que, por cierto, no eran lo mismo, aunque mucha gente crea que sí), la caza de brujas, la histeria anticomunista de los Estados Unidos durante la guerra fría y el siniestro episodio que aquí se relata? Me gustó, claro que me gustó, y hasta me emocionó. Crecí leyendo las novelas de Alvah Bessie, de Howard Fast y de Dashiel Hammett entre otros y el teatro de su mujer, Lilian Hellman y admirando la obra de Dalton Trumbo; vi varias veces Espartaco y siempre me sentí cómplice de Charlot, Jules Dassin, Joseph Losey y otros represaliados por el anticomunismo gringo de aquellos años. 

Tenía que gustarme y me gustó una película de esas que llaman biopics, sobre la vida de Dalton Trumbo, el más conocido, más significado y más genial de los llamados "diez de Hollywood", los diez primeros nombres de guionistas y otras gentes de Hollywood, acusadas de pertenecer al Partido Comunista de los Estados Unidos en 1947, al comienzo de la guerra fría. Es histórico que los diez se negaron a declarar invocando la primera enmienda de la Constitución de los EEUU. Como estaba previsto, todos fueron condenados por desacato al tribunal. Su cálculo era apelar al Tribunal Supremo sabiendo que este casaría la sentencia porque tenía una mayoría de magistrados "liberales" (esto es, de izquierda), pero el cálculo falló cuando uno de estos falleció. Por tanto, cumplieron la sentencia y no solo la sentencia. A su salida de la cárcel en aquel clima paranoico de caza de brujas, se encontraron todos sometidos a persecución laboral, excluidos de trabajar para productores de Hollywood merced a la lista negra. Tuvieron que dejar sus empleos, sus familias, en ocasiones trabajar clandestinamente. Trumbo escribió el guión de Vacaciones en Roma, el exitazo de 1953 dirigido por William Wyler, con Audrey Hepburn y Gregory Peck que tuvo tres óscars. Uno de ellos al mejor guión, pero no pudo recogerlo porque este lo había firmado su amigo McLellan Hunter ya que él no podía firmar con su nombre. 

Esta situación comenzó a cambiar cuando, por fin, Kirk Douglas se atrevió a contratar como guionista a Trumbo con su verdadero nombre en 1960 para rodar Espartaco, otro exitazo con óscars sobre una novela de Howard Fast y quedó definitivamente atrás cuando lo mismo hizo Otto Preminger para el rodaje de Exodus, con la novela de Leon Uris. La lista negra perdió garra, Hoollywood acabó reconociendo el mérito y la lucha de Trumbo y él y sus amigos comunistas quedaron rehabilitados a fines de los años sesenta y primeros de los setenta.

¿Cómo no iba a gustarme una película que denuncia tan sórdida injusticia, aquellos años de censura y persecución y la lucha de unas personas dignas que mantienen esa dignidad cuando los demás claudican o incluso denuncian a sus compañeros, como hicieron Edward G. Robinson o Robert Taylor, quien colaboró con el Comité de Actividades Antiamericanas? ¿Cómo cuando, además, se habla, casi como de una metáfora de otras obras, por ejemplo el  Espartaco de Howard Fast, que simboliza y simbolizará siempre la rebelión contra la injusticia y la tiranía? 

Por supuesto, tenía que gustarme. Y así fue. 

Dicho todo lo cual, vamos ahora a la parte crítica. Trumbo no es una gran obra desde el punto de vista formal; es desigual y, a veces, convencional, con toques melodramáticos. Los actores están muy bien, sobre todo Brian Cranston (Trumbo) y la veterana Helen Mirren que representa a la odiosa Hedda Hopper, la periodista instigadora de la campaña anticomunista, pero, en conjunto, la historia y, sobre todo, el guión, se hacen confusos y pesados. No obstante, sin duda, el film tiene una categoría decente.

El problema más grave está en el planteamiento y en la forma de tratar uno de los más complejos asuntos de la guerra fría, simplificándola como una historia de buenos y malos donde, además, los buenos triunfan al final y este se convierte en un relato edulcorado a mayor gloria de Hollywood como el centro del espíritu crítico de una época. Y, no; no fue así ni tan simple, ni Hollywood quedó tan bien parado.

La historia de Trumbo se concentra en los "diez de Hollywood" y hace bien. Pero el macartismo y la persecución afectó a más de trescientas personas (actores, guionistas, directores, etc), muchos de los cuales hubieron de emigrar cuando los grandes productores les negaron trabajo y bastantes otros fueron a parar a la cárcel, como Dashiel Hammett, quien ya no volvió a escribir hasta su muerte. La historia del macartismo no se resolvió tan felizmente como se insinúa en Trumbo y siguió funcionando hasta la definitiva supresión del Comite del Congreso hacia 1975. Para entonces había habido historias mucho más siniestras que dieron lugar a fuertes polémicas públicas y casos más trágicos, como el que afectó a funcionarios del gobierno federal, como Alger Hiss, preso por comunista bajo la acusación de Whitaker Chambers (otro acusado de comunismo que denunció compañeros para salvarse él mismo) o los esposos Ethel y Julius Rosenberg, él un científico de origen judío, acusados de espionaje a favor de la Unión Soviética, ejecutados en la silla eléctrica en 1953 en medio de una enorme campaña mundial para conseguir su liberación.

Y todavía queda un aspecto aun más complejo desde un punto de vista ético. Por supuesto, la histeria anticomunista en los Estados Unidos a raíz de la guerra fría fue un disparate que llegó a momentos caricaturescos en los años setenta, al final. El Comité era ya algo ridículo, como se encargaron de subrayar los hippies más conocidos, llamados a declarar, Jerry Rubin o Abbie Hofman, que se presentaron disfrazados de tipos pintorescos, como Superman. Pero debe recordarse algo: la persecución a los comunistas y allegados en aquellos años era antidemocrática y violaba las grands tradiciones liberales y constitucionales de los Estados Unidos, sin duda. De hecho, muchos de los acusados, se negaron a declarar invocando no la primera, sino la quinta enmienda de la Constitución, la que reconoce el derecho de la gente a no declarar en contra de sus intereses.

Conviene, sin embargo, recordar algo: la Unión Soviética de aquellos años era un país totalitario y una dictadura del partido comunista en el que era impensable un grado de libertad lejanamente comparable al que había en los Estados Unidos, con o sin macartismo. Ya hubieran querido los ciudadanos soviéticos tener los derechos que tenían los de los EEUU. Y, sin embargo, gracias a la inmensa capacidad de manipulación y propaganda de los comunistas, el mundo ha vivido y sigue viviendo en la memoria aquellos años como un período negro y vergonzoso en la historia los States. Cierto que lo fueron. Pero ¿qué decir de la Unión Soviética de esa misma época, en donde se organizaban las campañas de propaganda en contra de norteamérica mediante los partidos comunistas legales en todos los países capitalistas y que actuaban en realidad como quintas columnas soviéticas?  Esa perspectiva está ausente en la película. Trumbo es un comunista idealista, movido por su amor a la humanidad, pero jamás se inquiere qué pensaba de la URSS que había firmado el pacto germánico soviético con los nazis.

Y todavía más: la cuestión de la verdad y la culpabilidad. Hiss negó siempre haber sido miembro del Partido Comunista, pero los estudios posteriores, tras la caída del comunismo en 1991 y la apertura de los archivos soviéticos a la investigación demuestran que sí lo fue y que trabajaba para los rusos. Igual que los Rosenberg. Según parece, Ethel era inocente y su ajusticiamiento fue una injusticia. Pero Julius sí era un espía, uno de los que contribuyó a que la URSS se hiciera con la bomba atómica. Esto estará mejor o peor y cada cual dirá lo que quiera, pero cambia radicalmente la imagen de Rosenberg que, de héroe y víctima de la persecución, pasa a ser un delincuente, mejor o peor tratado.

Y es que, si la persecución anticomunista en los países capitalistas en la guerra fría fue generalizada y probablemente injusta en Europa continental porque tuvo un carácter ideológico, en los países anglosajones, singularmente el Reino Unido y los EEUU, tuvo otros rasgos. Por las razones que fueran y no hacen aquí al caso (pero son consistentes) en efecto, la militancia comunista tenía una relación directa con los servicios secretos sovieticos. Los llamados cinco de Cambridge (Philby, MacLean, Burguess, Blunt y Cairncross) eran altos funcionarios británicos de los servicios secretos que, siendo miembros del partido comunista, eran también espías de la URSS. Algunos de ellos están enterrados en Moscú como agentes soviéticos reconocidos. Y algo parecido había pasado en los Estados Unidos, incluso dentro del FBI, en el que, demostrado está, se habían infiltrado espías soviéticos que eran ciudadanos estadounidenses comunistas. De hecho, los británicos agentes rusos formaban un sector aislado hasta del propio Partido Comunista de Gran Bretaña, en relación directa con las autoridades soviéticas. En consecuencia, Sartre hizo bien en ridiculizar la histeria anticomunista en Francia en su famosa obra Nekrasov, pero en el caso del Reino Unido y los Estados Unidos (en donde había mucho que espiar) esa histeria, esa paranoia, tenían una base real.

Es el trasfondo histórico real de la película. Por supuesto no afecta a los méritos de Trumbo, pero su mención es obligada a los efectos de situarla en su debido contexto y de no dejarse llevar por el carácter elemental de una película de buenos y malos en la que al final triunfan los buenos gracias a la fuerza redentora de Hollywood.  

dimarts, 10 de maig del 2016

Un pacto para menos que nada

Cuando se apague el tronar de las salvas con que las baterías de la izquierda "transformadora" saludaron el acuerdo de IU y Podemos, cuando se disipe el humo de la pólvora alegremente gastada en este asunto por orden de la maquinaria de propaganda de esta gente que es lo único que funciona, podrá verse que esta unidad es una farsa. Una farsa condenada al fracaso. Y que condenaría a otro fracaso al conjunto del país si consiguiera salirse con la suya, asunto imposible.

Sí, ya sé que voy contra el unánime y estentóreo parecer de los miles y miles de fanáticos de estas dos formaciones, de trolls y agentes de propaganda que ayer llenaron las redes con sus consignas, todas iguales. Ya sé que no veo cómo el sol rojo de la justicia social alborea el oriente por mi ceguera y falta de comprensión de la verdad en marcha por fin en la historia. Veo lo que veo y no lo que me dicen que vea. Ya sé que también voy contra el parecer de gentes normalmente razonables y ecuánimes que ayer se dejaron arrebatar por este frenesí colectivo impostado de los salvadores de la patria y daban por segura la victoria de esta colección de gente tan variopinta como desnortada.

Aquí se dirá lo que no se leerá ni oirá en las arengas y proclamas de la "verdadera" izquierda. Ese pacto se ha cocinado y cerrado a toda velocidad porque no quedaba otro remedio ya que el plazo para hacerlo terminaba hoy, 10 de mayo, y de no firmarse las dos fuerzas que afirman haber abierto las puertas a un nuevo día y un nuevo país se encontrarían en la situación en que estaban antes y fue la que obligó a llegar al acuerdo: Podemos cae en picado en las encuestas y Pablo Iglesias comparte con Rajoy el honor de ser el líder peor valorado por la opinión. Por otro lado, IU, prácticamente en quiebra y sin fondos para pagar ni a los que pegan carteles, estaba obligada a una campaña electoral hecha a base del boca a boca de los mercadillos.

Que se haya hecho por obligación y a toda velocidad demuestra que, cuando hay voluntad política, los obstáculos se vencen. Es decir, si no se llegó a acuerdo alguno tras el resultado del 20 de diciembre es porque quienes lo negociaban, especialmente los de Podemos, no querían. Se trataba de un acuerdo en el que estaría el PSOE y eso Anguita, que es quien hoy vuelve a mandar en el batuburrillo de esta izquierda, no lo toleraría bajo ningún concepto. Para algo lo han incluido la imagen en el cartel electoral de las dos formaciones porque estas tienen una idea pintoresca de la realidad. Y, ya se sabe: todo antes de que gobierne el PSOE. Hasta elecciones nuevas. Hasta un nuevo gobierno del PP. Si nosotros no gobernamos que tampoco gobiernen esos. Qué historia tan vieja.

La coalición electoral se presenta como el primer paso del anhelado sorpasso a los socialistas, ese que Iglesias intentó colar como un adelanto al PP, por si alguno se tragaba la bola. Y solo estamos en el comienzo. En estas elecciones vamos a ver auténticos prodigios de embustes y engaños de las partes de IU y Podemos, duchas en este tipo de actividades para las que tienen legiones de fanáticos patrullando las redes a fin de echarse como un enjambre sobre quien cuestione este adefesio.

Obsérvese detenidamente el cartel de propaganda. ¿Alguien cree que, de obtener la victoria ese huerto de egos desmesurados, será capaz de mantenerse unido? ¿Que podrá tomar medidas de políticas públicas antes de empezar a discutir entre ellos y expulsarse mutuamente? ¿Alguien cree que la presencia de Anguita es productiva desde el punto de vista del marketing político que es lo único que importa a estos adalides del izquierdismo virgen?

Lo han hecho a toda prisa por las razones expuestas al comienzo de este escrito y por la muy evidente que añadimos ahora: para ir en contra del PSOE. Los medios que bailan el agua a esta coalición de viejos y nuevos comunistas hablan ya de tremendo sorpasso al PSOE. De aquí al 26 de junio vamos a escuchar todo tipo de embustes en forma de conclusiones de sondeos uno detrás de otro.  Y, llegado el día de la votación, se descubrirá que está fantástica coalición no podrá formar gobierno y tampoco podrá formarlo el PSOE con lo que esta vez sí habrá alcanzado la finalidad que siempre hemos dicho que era la suya: dividir a la izquierda para que gobierne la derecha. Esta derecha de sinvergüenzas y ladrones. 

Tan lamentable resultado solo podría evitarse si el PSOE consiguiera mantener un nivel del voto que le permitiera formar gobierno como fuerza mayoritaria, cosa muy difícil por cuanto, a diferencia de las demás fuerzas políticas (sobre todo, el PP y Podemos) no tiene ningún medio de comunicación favorable, nadie que reproduzca y difunda su relato, atacado por la derecha y por la izquierda. La coalición IU-Podemos volverá a vender la piel del oso antes de matarlo y es de esperar que el PP no pueda revalidar ni de lejos los resultados del 20 de diciembre.

Al haber concluido una alianza electoral en contra del PSOE los de esta izquierda retórica le han marcado su rumbo forzosamente: el mantenimiento de la alianza que ya forjó con Ciudadanos. Conociendo nuestro país, su electorado y las condiciones en que se va a votar esta vez, esa combinación, presentada como la alianza del centro derecha y el centro izquierda es la combinación ganadora.

Palinuro defendió siempre un pacto de gobierno entre PSOE, Podemos e IU e incluso insistió en que se incluyera el referéndum de Cataluña. Eso no fue posible, en mi opinión por el juego sucio de Podemos (todavía más sucio que el del PSOE que ya lo era) que siempre pensó en hacer elecciones nuevas porque su objetivo, digan lo que digan, no es ganarlas, sino que no las ganen los socialistas

Palinuro, que cada vez se siente más catalán y que, en estas elecciones, de poder hacerlo,  votaría en Cataluña a ERC, no tiene nada claro qué hará en España.

Sobre este asunto seguiremos hablando mañana.

diumenge, 17 d’abril del 2016

España siglo XXI (y II)

Aquí lo tienen ustedes, inasequible al desaliento con el espíritu falangista que, según Carrillo, lo animó en su juventud: mitad monje y mitad guerrero. Aquí está él, dispuesto a dar la enésima batalla para impedir que el nefando enemigo de la verdad y la luz revolucionarias, la podrida socialdemocracia, pueda gobernar en España. Dispuesto a derramar hasta la última gota de nuestra paciencia para que el PSOE no llegue al poder, aunque sea dividiendo a la izquierda, enfrentándola entre sí y provocando otro gobierno del PP. Ya lo hizo en 1996, trayendo ocho años de aznarismo a España y está dispuesto a hacerlo otra vez porque los viejos guerreros nunca descansan.

Aquí está el referente intelectual de Pablo Iglesias, la luz de la nueva política, al frente de una mendaz quimera llamada "Foro cívico-somos mayoría", dispuesto a engañar a quien se deje con su verbo flamígero de Bautista de secano. Aquí el defensor de la "nueva política" con la rompedora propuesta de aglutinar a los novísimos albaceas del 15M, entre los cuales se cuenta, aunque oculto, claro está, algo tan original e innovador como el Partido Comunista de España, un partido que hace treinta años que no puede presentarse con su nombre a unas elecciones libres porque no lo votan ni los que militan en él.

Aquí está el original y revolucionario adalid de la renovación hispánica y la tormenta de ideas que no ha tenido una sola desde que hizo la primera comunión como no sea la de impedir que el socialismo democrático llegue al poder y trate de reformar y mejorar el destino de sus paisanos. Aquí el que lleva cuarenta años acaudillando una izquierda que se autodesigna "verdadera" y "transformadora" pero que jamás ha transformado nada ni ha servido para nada.

Aquí el que ha saltado como una araña sobre los intentos de organizar una izquierda, nueva, radical e independiente, libre de las ataduras a la socialdemocracia y al comunismo para disfrazarse con sus hopalandas y parasitarla, convirténdola en lo contrario de la que hubiera podido ser. Y ello gracias al narcisismo y la vanidad de sus dirigentes que solo son inferiores a las suyas propias.

Aquí tienen ustedes la izquierda española del siglo XXI, el irrisorio "socialismo del siglo XXI" a la española.

Cuatro años más de gobierno de la derecha.

dissabte, 9 de gener del 2016

La OTAN y yo

L@s lector@s de Palinuro saben que no suelo hablar de cuestiones personales. Pero a veces hay que hacer excepciones. Viene esto a cuento de una campaña de difamación contra mi persona que algunos comunistas están intentando hacer en las redes y que no comentaría de no ser porque me ofrece la posibilidad de pasar de lo personal a lo general y de abrir un debate que puede ser bueno para la izquierda.

La campaña es tan ridícula y estúpida que dan ganas de reír. Ni esto saben ya hacer los comunistas, cuando tan bien se les daban las campañas de difamación en el pasado; tanto que llegó a ser lo único que hacían bien. Pero, ya se ve, la estirpe degenera.

La presente versa sobre mi posición en el referéndum de la OTAN en España hace ahora treinta años y es ridícula y absurda porque han sacado las "pruebas" de una entrada en mi página web. En ella figura -y lo tengo a mucho orgullo- el enlace al artículo que sobre el "sí" a la OTAN publiqué en El País el día de reflexión, 11 de marzo de 1986. Es decir, los difamadores pretenden utilizar contra mí algo que yo mismo tengo expuesto en público y de lo que me enorgullezco porque hoy, 30 años después, escribiría el mismo artículo.

¿Cómo es esto posible? Porque siendo comunistas los de la campaña no saben lo que hacen y todo lo entienden al revés. Por eso el comunismo ha sido y es una fracaso. Y no digo que lo será en el futuro porque en el futuro, ni fracaso será esta monserga. 

No merece, pues, la pena seguir en este terreno personal y vamos a pasar al de interés general acerca de la OTAN. Puede servir para romper el enésimo tabú de la izquierda que ha aceptado acríticamente la visión condenatoria fabricada por los comunistas por no buscarse líos a los que estos son muy dados. Sobre todo cuando les tocan el fundamento de su penúltima patraña, esto es, IU, que surgió precisamente de su nuevo fracaso en ese referéndum con la misión de funcionar como un disfraz del PCE que ya en los ochenta no podía presentarse con sus siglas a una elecciones porque los votantes, como hoy, en 2016, huían despavoridos. 

Son seis mis observaciones:

1ª) El PSOE abordó el asunto de la OTAN equivocadamente con una actitud negativa ("OTAN, de entrada, no") que tuvo ribetes demagógicos de los que por fortuna se desdijo cuando, ya en el gobierno, se dio cuenta de que negarse a la entrada era contrario a los intereses de España, aunque favorable, por supuesto, a los de la URSS, que eran los que el PCE defendía. Con independencia de si las alianzas militares son aceptables o no (yo creo que no debieran existir), lo cierto es que, si las hay y a alguna de ellas pertenecen todos los países a los que queremos igualarnos, nos interesa estar en ella.

2ª) En 1981 había habido una intentona militar. El ejército seguía siendo franquista y golpista. Hoy sigue siendo bastante franquista, pero ya no es tan golpista, entre otras cosas porque, el ingreso en la OTAN lo ha obligado a perder sus actitudes tradicionales y a alinearse con las FFAA de los países de nuestro entorno en punto a las relaciones entre los militares y el poder civil. Una consideración que los partidarios del "no" ni olían.

3ª) Todos los países europeos democráticos, exceptuados los neutrales, eran miembros de la OTAN. España necesitaba incorporarse a Europa después de casi 200 años de aislamiento y cualquiera -menos los partidarios del no- entendía que el ingreso en la Comunidad Europea, por la que suspirábamos todos excepto los comunistas, tenía como pendant el ingreso en la OTAN. Acabar con el aislamiento en todos los campos era vital para nuestro país. Los ingleses, franceses, etc de izquierda que nos visitaron entonces (y conocí varios) decían que los españoles daríamos una lección al mundo votando "no" y quedándonos fuera. Pero ellos, muy cucos,  no pedían referéndums de salida de la organización en sus países.

4ª) Todos los países "socialistas" englobados en el Pacto de Varsovia (versión soviética de la OTAN de la que el PCE no tenía nada malo que decir porque era una organización de "defensa" del campo comunista), en cuanto pudieron liberarse del abrazo fraternal de los rusos salieron disparados a pedir el ingreso en la OTAN. Voluntariamente, a diferencia de cómo ingresaron en el Pacto de Varsovia.

5ª) Treinta años después es buena fecha para hacer un balance de en qué han quedado las tenebrosas profecías sobre el futuro de España en la OTAN. ¿Hace falta decirlo? En nada. Eran mentira, como siempre. España no se ha implicado en ninguna aventura exterior exclusivamente a causa de la OTAN. Lo ha hecho por actos propios de piratería internacional, al margen de la OTAN (como la canallada de las Azores) o bajo paraguas de la ONU, incluida la intervención de la OTAN en la Ex-Yugoslavia. Cuando uno yerra tan clamorosamente en sus predicciones, uno debe ser más modesto y no tapar su ineptitud manteniendo un espantajo imaginario y falso. La URSS había ordenado a los partidos comunistas que estuvieran contra la OTAN y contra la Comunidad Europea. La URSS ha desaparecido pero los comunistas siguen en lo que se les ordenó, como el tonto al que señalan un camino, el camino se acaba y el tonto sigue.

6ª) La UI, creada para tratar de aprovechar el "no" a la OTAN en donde, por cierto, perdió, no ha servido para nada. No ha parado a la OTAN y en treinta años no ha servido para nada más que para dividir a la izquierda; y ahora que llega otro que eso lo hace mejor está a punto de desaparecer.  

Vuelta brevísima a lo personal: hace falta ser fanático y necio para intentar una campaña de difamación acusando al difamado de haber acertado en su día.

dilluns, 4 de gener del 2016

Repensar ¿qué izquierda?

Ignoro cuántos de esos izquierdistas convocados aparecerán finalmente en la reunión garzoniana del día 9 para "repensar la izquierda", aunque barrunto que pocos. Como están las cosas Garzón podrá darse con un canto en los dientes si acuden militantes y simpatizantes de IU y del PCE y no todos porque algunos están muy enfadados con él, pues lo acusan de liquidacionista. 

Aparte del galicismo bastante insoportable del "repensar" (en español decimos "volver a pensar") la convocatoria respira esa vieja manía comunista de constituir "la izquierda" en un monopolio, siendo el dueño el convocante. Eso y una evidente falta de respeto a las otras formaciones de izquierda, singularmente el PSOE y Podemos. La desconexión con la realidad es tan notoria que quien ha obtenido menos de un millón de votos, considerándose representativo de una fantasmagórica mayoría social o cívica, niega el carácter izquierdista de otras formaciones a quiene han votado más de diez millones de personas pensando que votaban a la izquierda. En verdad, Garzón no debe esforzarse por "repensar la izquierda". Basta con que se esfuerce en pensar él. Simplemente.

Dedicado a esta tarea, nuestro hombre ha publicado un artículo, la izquierda en la que yo creo, especie de manifiesto personal que no es desdeñable, aunque, a fuerza de que no se le note bandería o afición alguna, resulta tan etéreo y general que probablemente podría suscribirlo todo el que lo lea, incluidos, por supuesto, los que votan al PSOE y a Podemos y sus confluencias de taifas. Como buen marxista, Garzón reitera la misión de la 11ª tesis sobre Feuerbach, del autor de El Capital, pero se queda en la primera mitad: "hasta ahora, los filósofos han interpretado de formas distintas el mundo." Garzón parece creer que todavía queda mundo por interpretar y de ahí su artículo. "De lo que se trata", añadía Marx, "es de cambiarlo." Eso falta en el escrito del joven diputado pero no le importa porque él es de IU y, aunque pretende "repensarla", solo es para aumentar su peso como izquierda "transformadora". 

Y aquí es donde está el problema. IU lleva decenios llamándose transformadora, pero no ha transformado nada. Y ahora, con menos de un millón de votos y dos diputados, todavía podrá transformar menos. Para ser más exactos, nada. 

En otras ocasiones hemos señalado que el problema de IU (y el de Garzón ahora) no es IU, sino el PCE. Por mucho que Garzón quiera "repensar" la izquierda, mientras el intento tenga detrás al PCE del que él es militante, no irá a ningún sitio. Parece mentira que gente que parece lúcida, como este Garzón, no sea capaz de ver lo que ven todos: que el comunismo ha sido un fracaso estrepitoso en el mundo entero y que los partidos comunistas no ganan jamás elecciones en parte alguna si se presentan como tales, razón por la cual lo hacen disfrazados y, aun así, obtienen unos resultados patéticos. 

¿Por qué sigue habiendo comunistas? Y no comunistas como los de las utopías al estilo de Moro o de Campanella, sino de esos positivistas que declaran estar en posesión de una doctrina, el marxismo, a la que consideran pura ciencia. Pertrechados con ella o un vademécum para andar por casa, se consideran capaces de explicar el mundo a pedir de boca y orientar la acción hacia la revolución, como puede verse por su clamoroso triunfo universal. ¿Por qué sigue habiendo comunistas? Pues por la misma razón por la que sigue habiendo mitraístas, templarios o rosacruces; porque el espíritu humano es insondable. 

El momento del comunismo pasó hace ya muchos años y cuanto antes se percate Garzón de ello, mejor para él. Dejó, por cierto, un rastro abigarrado y confuso, hecho de crímenes y heroísmo, de barbarie y generosidad, de torturadores y torturados porque, como toda manifestación humana, fue un híbrido de gloria e infierno. No hay posibilidad alguna de revivir esa momia por mucho y muy concentradamente que lo "repiense" Garzón.

Una última consideración: los núcleos irredentos del comunismo suelen calificarnos de "anticomunistas" a quienes sostenemos que su doctrina es una antigualla que no se tiene de pie y lo mejor que pueden hacer es olvidarse de ella. No es ilógico. También hay anticapitalistas, antifascistas, anticlericales y varios "antis" más. Todos entendemos que cualquier doctrina tendrá adversarios, con el mismo derecho a vivir y expresarse que los partidarios, a veces, más: hay machistas y antimachistas, esclavistas y antiesclavistas. ¿Por qué no comunistas y anticomunistas? Porque los comunistas utilizan el término "anticomunista" como una descalificación en sí misma. Basta con llamar a alguien "anticomunista" para que se entienda que no es de fiar, que tendrá intereses inconfesables o será un vendido o un criminal en potencia. Suele completarse el término con el adjetivo "visceral". Un anticomunista visceral es un ser problemático, escasamente humano y probablemente irracional. El otro día, uno de estos administradores de la verdad eterna me llamaba anticomunista de taberna lo cual, obviamente, roza el delirio. Esta terminología y semántica absurdas son reliquias de los tiempos ya lejanos en los que el comunismo todavía pintaba algo y gozaba del escaso prestigio que le daba su gigantesco aparato de propaganda. Porque eso es lo único que el comunismo ha hecho a mansalva: propaganda. Y en sus ecos alucinados viven hoy sus prosélitos.

divendres, 4 de desembre del 2015

Todo el mundo miente.

Eduard Puigventós López (2015) L'home del piolet. Biografia de l'assassí de Trotski. Barcelona: Ara Llibres. (620 págs.)
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El asesinato de Trotsky a manos del comunista catalán/español Ramon Mercader es uno de los acontecimientos contemporáneos sobre los que más se ha escrito. Hay memorias, ensayos, novelas, reportajes, películas para llenar una pequeña biblioteca. Se suma ahora esta biografía del asesino, que es la tesis doctoral en Historia del autor. Es un texto académico, minucioso, sistemático y una verdadera biografía, que narra desde el nacimiento a la muerte del biografiado y, por tanto, un documento que quedará como fuente de información para cuantos se sientan atraídos por el episodio en sí y por la personalidad del asesino. Porque 75 años después de aquel crimen en la casa de Coyoacán, México, D. F., el hecho sigue suscitando vivo interés y mucha curiosidad, como si todavía quedara algo por saber, alguna clave oculta, algún dato que permita interpretar algo tan peculiar como anodino a la par que misterioso, intrigante y revelador dentro de su vulgaridad y su miseria. Como si en el momento culminante, de todos conocido y mil veces relatado,  en que un hombre al servicio de la NKVD, entra en el despacho del viejo revolucionario comunista, último opositor de categoría a Stalin, y lo asesina hincándole un piolet de alpinista en la cabeza, hubiera un misterio oculto que todavía quedara por resolver.

Y, en efecto, así es. Este crítico, sin ir más lejos, que ha leído buena parte (no todo, ni mucho menos) de lo que se ha escrito sobre este asesinato, mantiene una teoría sobre el significado y el alcance del hecho que la lectura de la interesante biografía de Puigventós no ha desbaratado, aunque tampoco confirmado. En definitiva, se trata de un libro académico, una acumulación de datos y hechos, pero con escasa, por no decir nula, intención interpretativa. Y lo fascinante de esta archiconocida historia, precisamente, es su significado, si alguno tiene.

Pero no vamos a adelantarnos. Propondremos nuestra interpretación al final, tras dar cumplida cuenta del libro en comentario que, efectivamente, es una magnífica biografía de corte clásico.

Ramon Mercader nació en Barcelona en 1913. Uno de los cinco hijos del acomodado matrimonio de Pau Mercader y Caridad del Río Hernández. La relación familiar fue tormentosa y terminó en divorcio no sin que antes Pau hubiera recluido a su mujer en un manicomio en 1924/1925 en una cura de desintoxicación de drogas, aunque no esté claro de si realmente se trataba de eso o de apartar a Caridad de las relaciones con elementos anarquistas y radicales catalanes de la época. La mujer no debía estar del todo bien porque tuvo un intento de suicidio en 1928 ya en Francia. Siempre se ha dicho que la acción de Mercader fue movida por su madre, que ejercía una enorme influencia sobre él. Y tal cosa queda atestiguada en el libro de Puigventós en varias ocasiones, aunque no con la fuerza de convicción que cabría esperar. De hecho, tras entrar en la cárcel mexicana convicto y confeso Mercader, la madre se esforzó por sacarlo de diversas formas (interfiriendo asimismo en los intentos en igual sentido de la NKVD que quiso recurrir al soborno (p. 455)) sin conseguir otra cosa que empeorar sus condiciones (p. 477). A partir de ahí las relaciones materno-filiales se deterioraron y, en los últimos años de Caridad, ya casi ni se hablaban (p. 527).  

La juventud de Mercader coincide con la guerra civil y, sobre todo, la guerra civil dentro de la guerra civil en Barcelona en 1937, achacada sobre todo a los anarquistas y trotskistas por los comunistas españoles, entre los cuales se contaban los Mercader, madre e hijo que, habiendo contactado con un agente de la NKVD, el bielorruso Nahum Isakovich Eitingon se pusieron incondicionalmente al servicio de Stalin a su través (p. 83) y del jefe de la organización en España, Alexandr Orlov, uno de los responsables directos del asesinato de Andreu Nin (p. 99). Fue la época en que la III Internacional, al servicio de Stalin, ordenó el exterminio de los trotskistas en todo el mundo como agentes de Hitler y Franco, trola que los Mercader jamás cuestionaron. Tras ser herido en el frente de Aragón, Ramon Mercader pasa a Francia, en donde se pierde su pista un tiempo y el autor opina que estaba siendo adiestrado por Eitingon en la incorporación de una personalidad falsa, el belga Jacques Mornard, sin que de momento se pensara utilizarlo como asesino de Trotsky (p. 174).

Puigventós intercala aquí un documentado capítulo sobre la trayectoria de Trotsky, desde su comienzo en la revolución de 1905 hasta su exilio en Alma-Ata primero, Prinkipo después y el comienzo de su errar por el mundo, siempre perseguido por los esbirros de Stalin: Francia (en donde, al parecer, la NKVD asesinó a su hijo Lev Sedov, tras haber asesinado antes a su nieto Serguei en Rusia), Oslo y, por último, México. El trasfondo, la biografía de Trotsky como comisario de asuntos exteriores (paz de Brest-Litovsk), jefe del ejército rojo, enfrentamiento con Stalin y maniobras de este en contra de los bolcheviques (Kamenev, Zinoviev, Bujarin, Radek, etc.) hasta exterminarlos a todos. El destino de Trotsky. 

En París, Jacques Mornard/Ramon Mercader seducirá a la joven y entusiasta trotskista Sylvia Ageloff, estadounidense de origen ruso, y, tras muchas peripecias, valiéndose de ella, que tenía acceso irrestricto a Trotsky, ya en México, conseguiría llegar hasta él y asesinarlo. En toda esta parte de la vida del revolucionario ruso, ya al final, tiene mucha importancia la rama trotskista en los Estados Unidos, en donde había un Comité de Defensa de León Trotsky y donde también se formó una comisión, presidida por el filósofo John Dewey para examinar las acusaciones de los soviéticos que, por supuesto, llegó a la conclusión de que todas eran maquinaciones de Moscú (p. 215).

El libro concentra el foco sobre este último año de la vida de Trotsky, 1940, para relatar el episodio del primer atentado que sufrió el exiliado a manos de los comunistas mexicanos dirigidos por el pintor David Alfaro Siqueiros. Trotsky tuvo bastante relación con el muralismo mexicano, era amigo de Diego Ribera e incluso tuvo un romance con la mujer de este, la también pintora Frida Kahlo, pues, entre otras cosas, residió una temporada en su casa antes de trasladarse a la de la vecina calle Viena, en Coyoacán, en donde murió y en donde está hoy enterrado junto a su mujer, Natalia Sedova. Este crítico conoce muy bien la casa pues la ha visitado varias veces, siempre en busca de alguna clave que le permitiera entender el crimen que en ella se cometió.

La decisión de asesinar a Trotsky la toma (o la transmite) Eitingon en junio de 1940 en compañía de Caridad Mercader y Ramon (p. 323). Por aquel entonces el Partido Socialista de América, de James Burnham y Max Schachtman se había escindido a raíz de la ocupación rusa de Polonia, Bielorrusia y Ucrania entre la minoría (para la que la URSS había dejado de ser un Estado obrero) y la mayoría, con Trotsky, según la cual la URSS seguía siendo un Estado obrero, aunque hubiera ocupado aquellos países. Burnham y Bruno Rizzi, (en La burocratización del mundo 1939) decían que la URSS había visto una "revolución" de los administradores (la famosa doctrina de Burnham de la managerial revolution)  y le había pasado como a la revolución francesa: había reemplazado una forma de dominación por otra (pp. 334/335). Jacques Mornard que, por entonces se llamaba, Frank Jacson, repentinamente convertido al trotskismo e interesado en esta polémica concreta, se ofreció a escribir un artículo sobre este asunto y enseñárselo a Trotsky. Se titulaba Tercer campo y frente popular (p. 338). Así llegó hasta él y, mientras Trotsky leía la pieza (cuya primera versión no le había gustado nada), lo asesinó. Leonid Eitingon y Caridad Mercader lo esperaban en un auto a poca distancia de la casa, pero tuvieron que irse cuando las cosas se complicaron (p. 373).

El proceso por el asesinato fue largo y estuvo lleno de altibajos y paradojas. Entre otros ejemplos de incidentes y dilaciones, el abogado defensor, Octavio Medellín Ostos, trató de obtener la nulidad de las actuaciones porque, no constando interrogatorio de dos policías que estuvieron en el lugar de los hechos, no se podía saber si, como sostenía la defensa, en realidad el asesinato fue en defensa propia de Mercader, pues fue atacado por Trotsky (p. 430). Siguió siendo Jacques Mornard aunque, según explica Julián Gorkín, su identidad era un secreto a voces, como lo prueba que fuera a verlo a la cárcel Sarita Montiel con su marido, el comunista Juan Plaza (p. 423). La verdadera identidad de Ramon Mercader no se conoció hasta 1950 (p. 445), pero él siguió siendo Jacques Mornard.

El libro vuelve a cambiar de perspectiva cuando Mercader sale por fin de la cárcel en 1960, habiendo cumplido veinte años de prisión, con un pasaporte a nombre de Jacques Mornard, aunque ahora su nacionalidad decía ser checoslovaca (p. 497). Tras una breve escala en Cuba, ya por entonces comunista, Mercader llegó a la Unión Soviética, en donde lo recibió el jefe del KGB,  Alexandr Nicolaievich Shelepin (p. 501). Poco después, el 8 de junio de 1961, se le concedió la medalla de héroe de la Unión Soviética, la Orden de Lenin (p. 503). Al fin al cabo, la NKVD condecoró en 1941 a seis personas que habían tenido directamente que ver con el asesinato de Trotsky, entre ellas, Caridad Mercader, y con el acuerdo de Beria y Stalin (p. 457) 

Mercader seguía siendo un comunista fiel. Las autoridades le dieron un buen piso en una zona residencial y acceso a las tiendas y servicios para cargos importante y extranjeros. Los de PCE también lo acogieron bien y, vista su formación, que había profundizado en la cárcel,  le dieron trabajo en la redacción de la obra colectiva Guerra y revolución en España, 1936-1939 que había de exponer la participación de los comunistas en la guerra civil,  pero su nombre acabó por no aparecer en la redacción final por discrepancias con la dirección del proyecto (p. 513). Para los comunistas españoles, como para los soviéticos, Mercader era un héroe y, al mismo tiempo, un personaje incómodo porque, al fin, era un asesino. El propio Mercader acabó por no sentirse a gusto en la URSS, por distanciarse de su partido, aunque sin articular críticas. Fueron  los años de las purgas en el PCE (Líster, Claudín, Semprún) (p. 532) que dejarían huella. Aunque había adoptado dos niños junto con su esposa, la mexicana Roquelia Mendoza Buenabad, con quien se casó estando aún en la cárcel, suspiraba por marcharse, en concreto a Cuba. 

Fue el propio Fidel Castro quien ordenó que lo autorizaran a ir a vivir allí. La familia lo hizo sin problemas. Al llegarle el turno a su vez, cayó enfermo y estuvo hospitalizado, no pudiendo salir de inmediato. Hubo sospechas de que lo habían envenenado (p. 544). Por último recibió permiso para salir de la Unión Soviética en agosto de 1974. En Cuba le asignaron un chalet en la colonia Miramar, barrio residencial (p. 546). Allí vivió, rodeado de comodidades, complementadas con un trabajo más o menos ficticio de "asesor" en el Ministerio del Interior, a donde iba cuatro horas todos los días. Hasta el final hizo vida bajo el nombre de Ramón López (p. 549). Murió de un cáncer de huesos o de las complicaciones derivadas de él y, lógicamente, resurgió la teoría del envenenamiento, por lo demás poco probable (p. 565). Está enterrado en Moscú.

El autor añade algunas reflexiones finales sobre Ramón Mercader. En su opinión, no fue escogido al azar para su tarea de asesino sino porque en él coincidían elementos que lo hacían idóneo, entre ellos el hecho de ser de lengua española (p. 580) y de estar totalmente entregado a la causa comunista.

Justamente aquí es donde, a modo de colofón, el crítico apuntará su interpretación. ¿Qué sentido tenía, qué beneficio para la oligarquía estalinista asesinar a un hombre huido de la URSS, a más de 10.000 kilómetros, exiliado, derrotado, rechazado de todas partes y que no podía hacer daño alguno? ¿Por qué exponerse a la condena mundial con un crimen cuya autoría intelectual acabaría descubriéndose y acumulando más desprestigio sobre la Unión Soviética como una dictadura cruel, vengativa y sanguinaria? ¿Tanta fuerza tenía el odio de Stalin, su inquina particular hacia una personalidad mucho más brillante que la suya y con una ejecutoria de revolucionario auténtico?

El crítico sostiene que este asesinato quizá pueda explicarse recurriendo a consideraciones sociales y políticas, sin olvidar, por supuesto, los factores personales. Y la primera de todas es el valor simbólico del hecho. Trotsky tuvo siempre fuerza y personalidad propia en la revolución soviética. Sus relaciones con Lenin eran más de igual a igual que las de los bolcheviques, empezando por el propio Stalin. De hecho, en la escisión de 1903, Trotsky se unió a los mencheviques y, al comienzo de la revolución de 1917, es claro que las famosas Tesis de abril, de Lenin, que impulsan la revolución hasta la toma del Palacio de Invierno, siguen la teoría trotskista de la revolución permanente. Trotsky, en realidad, era otro Lenin. Mientras él viviera, a pesar de Kronstadt y a pesar de todo, el espíritu soviético original subsistiría y serviría como espejo en el que podría observarse la degeneración del comunismo estalinista. Solo eliminándolo personalmente se apagaría la luz bolchevique, se legitimaría la dictadura de Stalin y su doctrina del socialismo en un solo país se impondría a la vigencia de la revolución permanente. Por descontado, esa eliminación serviría para dar una lección en el interior de la Unión Soviética y terminar de aterrorizar a cualquier núcleo de oposición que se organizara.

Con su piolet, Ramon Mercader no acabó solo con la vida de Leon Trotsky, sino con su símbolo y su doctrina.

Por supuesto, tiene razón Puigventós al decir que Mercader no fue escogido por casualidad. La influencia de la madre, Caridad Mercader, fue decisiva. Una de las conclusiones de las abundantes pruebas psicológicas y psiquiátricas a que se sometió a Ramon fue que tenía un fortísimo complejo de Edipo (p. 411). No obstante, el mismo autor reconoce que, entre las filas comunistas de entonces se hubieran encontrado abundantes voluntarios para llevar a cabo aquel crimen. Recoge una idea de Teresa Pàmies, comunista estalinista de primera hornada y esposa de Gregorio López Raimundo, el secretario general del PSUC, en el sentido de que, en aquella época cualquier militante comunista se hubiera prestado a la misión de matar a Trotsky (p. 381). El más alto honor de un comunista era obedecer ciegamente las órdenes del camarada Stalin.

La historia se complica extraordinariamente por su origen en el curso de la guerra civil española y su involucración con las actividades del PCE, la NKVD y la Unión Soviética, un sórdido mundo de maniobras oscuras, agentes dobles, espionaje, denuncias, ejecuciones extrajudiciales, secuestros, fusilamientos, juicios farsa, torturas, desapariciones, purgas, expulsiones: la historia del comunismo "realmente existente". Informa el autor de que la investigación de la vida de Ramon Mercader fue difícil porque, como dice Leonardo Padura, (el autor de  El hombre que amaba a los perros),  es una historia en la que todo el mundo miente (p. 584). Un rasgo característico de las muchas otras historias que afectan a los comunistas de la mayor parte del siglo XX, desde la del espía Willy Münzenberg a la de la deposición de Dubcek tras la primavera de Praga, pasando por las fosas de Katyn, la huida de Victor Kravchenko o la destitución de Gorbachov. Historias en las que todo el mundo miente.

diumenge, 15 de novembre del 2015

Las siglas y los siglos.

Comparece Anguita tocando a difunto por la unidad de la izquierda con su prosopopeya habitual: ¡malditas las siglas! declama, haciéndolas responsables de la desunión. Más parece al revés: hay siglas porque no hay unidad y no a la inversa. Como sea, el llamado califa anuncia su silencio hasta el día 21 de diciembre en que comparecerá de nuevo, probablemente a leer el catón a los perdedores. No juzga imprescindible su presencia ya que no parece haber riesgo de que nadie pretenda buscar unidad con la bicha del PSOE.

No ha habido unidad de esta izquierda que a sí misma se considera "verdadera" o "transformadora" para distinguirse de los acomodaticios socialdemócratas porque la presencia del comunismo en el núcleo de IU la hace imposible. Es cierto que hubo intentos de forjar una unión entre IU y Podemos en un principio, pero se desvanecieron prontamente. En Podemos había una clara conciencia de que la ventaja que le daba su relativa novedad, su frescura, su impronta de 15M se disiparía si la gente lo veía asociarse con el viejo comunismo. Lo cual es cierto. El comunismo no es buen cartel electoral y los propios comunistas lo saben. La prueba es que hace años que concurren a las elecciones camuflados bajo otras siglas. Pero todo el mundo sabe que el alma de IU es el Partido Comunista y eso es una losa pesada sobre sus expectativas electorales. El único a quien no parece alcanzarse algo tan evidente es Alberto Garzón, a causa sin duda de su mucha juventud y escasa experiencia.

Algunos dirigentes de Podemos, en cambio, lo han visto con claridad y lo han encajado en su discurso de la necesidad de superar la cultura de la derrota, la de salir a ganar, para lo cual es altamente recomendable evitar toda asociación con los sempiternos cenizos perdedores, los comunistas. Garzón tenía un sitio en Podemos como individuo físico, pero no lo que representaba.

Librarse del abrazo del zombi comunista era una necesidad de supervivencia de Podemos. Queda por ver si esta precaución es suficiente para garantizar su éxito electoral, cuyas previsiones hace un año eran altísimas y ahora están en claro retroceso. Y no lo parece por tres razones:

a) su confusión programática. Entre el radicalismo de los primeros planteamientos y las propuestas que van desgranándose en el programa hay una considerable rebaja por vía de la moderación. Una visión menos tajante, más conciliadora, negociadora, pactista, de lo que se intuía en un comienzo. La política fiscal se hace más conservadora, igual que la política exterior; de la República no se habla; del aborto, tampoco; el proceso constituyente se ha reducido a una propuesta de reforma constitucional con cinco puntos. El ejemplo más palmario de esta recogida de velas en todos los sentidos es el de cómo se aplica el propósito de renovación generacional. Los nombres de Carmena, Rodríguez, Pérez Royo, el del ex-presidente de las Cortes de Castilla y León y el del juez Castro quien, finalmente, no fue en la lista porque le alargaron la vida laboral, suman 350 primaveras. Es sensato echar mano de gentes experimentadas y darle valor simbólico a bombo y platillo mediáticos, pero de renovación generacional aquí hay poco.

b) su relación con los medios. Podemos es, en realidad, un partido surgido por y para los medios. A partir de su postulado nuclear originario, según el cual es preciso conquistar la hegemonía a través de los medios de comunicación, el partido ha alcanzado un grado alto de interpenetración con ellos  de forma que, para informarse de sus posiciones, suele ser más práctico mirar las parrillas de las televisiones que los puntos del programa. La plana mayor del partido está en permanente exposición mediática, ganando extraordinaria relevancia pública, y su dirigente principal es una figura ubicua en el universo audiovisual. La cuestión es si ese predominio mediático se traduce automáticamente en aumento de votos. Por ahora, los datos lo niegan. Es posible que, de aquí a las elecciones, cambien las tornas y la sobreexposición a los medios dé buen resultado. Pero también es posible que no.

c) su funcionamiento, estructura interna, procesos de adopción de decisiones. El espontaneísmo y asamblearismo de los primeros momentos ha dejado paso a una estructura jerárquica y disciplinada de partido, casi en aplicación del principio bolchevique del centralismo democrático.  Tal cosa está haciéndose patente en la confección de las listas para las elecciones, en la que se dan las prácticas y problemas habituales en estos casos en los partidos institucionales tradicionales. Pero eso provoca contradicciones internas en la organización, crisis y conflictos que debilitan sus perspectivas electorales.

Por último, el asunto crucial de la unidad de la izquierda sigue siendo este empeño de la llamada izquierda "transformadora" de no admitir ninguna relación con el PSOE que no sea el quimérico sorpasso. Más que un empeño, una obsesión. El dictamen de "el PSOE no es de izquierda", con el cual no están de acuerdo, obviamente, ni los socialistas ni sus votantes, impide todo acercamiento a una fuerza política cuyo suelo es un veinte por cien del voto y sin el cual es imposible pensar si quiera en un gobierno de izquierda. Es absurdo. El intento, algo más ladino, de distinguir entre la dirección socialista y los militantes y votantes, en los que se presume una verdadera alma socialista frente al aburguesamiento de aquella viene de los tiempos de la IIIª Internacional y es tan insultante e inverosímil hoy como entonces.

Esta incompatibilidad absoluta entre el PSOE y la izquierda "transformadora", o sea, los comunistas y neocomunistas, según parece, es puramente española. En Portugal, en donde ya está en ciernes un gobierno de unidad de la izquierda, esa incompatibilidad no se da. 

Por qué en España sí es un misterio. En el pasado del PSOE hay luces y sombras. Por qué son determinantes las sombras es un enigma.  Y así llevamos casi un siglo.

diumenge, 7 de juny del 2015

Strand: la conciencia de clase en fotografía.

La Fundación Mapfre acaba de inaugurar una exposición monográfica sobre Paul Strand que durará hasta agosto. Son más de 200 obras procedentes de la colección propia y otras, presumo, del Museo de Arte de Filadelfia, bajo patrocinio de la Terra Foundation for American Art. Es una ocasión única. Hace años, la Fundación Barrié de la Maza trajo a España otra muy completa del fotógrafo, aunque sospecho que esta lo sea más. Palinuro le dedicó un extenso comentario, en su momento: Paul Strand: el ojo del siglo XX, así que ahora se permite el lujo de remitir al lector al dicho post en todo lo que tiene que ver con la fotografía yanqui de primeros del siglo XX, el pictorialismo, la sociedad norteamericana, el New Deal y los aspectos políticos de su trabajo. Aquí nos limitaremos a alguna observación concreta, sugerida por las piezas de esta exposición que no estaban en la de Barrié de la Maza.

En primer lugar, Strand era un hombre de camino único. Hijo de inmigrantes judíos bohemios, se hizo de izquierda radical ya en su primera juventud y en esa actitud vivió el resto de sus días, que fueron muchos y lo llevaron a viajar por muchos países, excepto el suyo, que abandonó en 1949, en plena época macartista y al que no retornó, salvo en un par de ocasiones, transitoriamente. Nunca cambió su orientación fundamental que se afirmó con el tiempo hasta aproximarlo al Partido Comunista de los Estados Unidos. Ciertamente, no creo sea válido calificar a Strand de hombre de partido, pero parte importante de su obra, films y libros de fotografías está hecha dentro de los ambientes comunistas. La voz en off que narra Native Land (1942) y de la cual pueden verse unas escenas en la exposición es de Paul Robeson y el libro que publicó sobre Italia en los años 50, que tiene fotos decisivas en el neorrealismo italiano, como la que ilustra este post, que tanto recuerda Los santos inocentes, lleva textos de Cesare Zavattini. Basil Davidson hizo el texto de su libro sobre el África, a partir de la Ghana de Kwme Krumah. La idea era fotografiar el nacimiento de sociedades socialistas (también tiene un libro sobre el Egipto de Nasser). La intentó también en Europa, en Rumania, pero eso ya no le salió.

Strand estudió fotografía en la Ethical Culture Fieldston School, que era un centro privado lejanamente basado en la filosofía y la ética de Dewey y con tolerancia hacia todas las confesiones, por lo que lo frecuentaban los hijos de judíos, discriminados en otros lugares. Allí tuvo como profesor a Lewis Hine, otro prominente fotografo clásico estadounidense, deweyano por formación quien debió de enseñar Strand algo más que fotografía. Hine era un hombre duro, también de convicciones y, a diferencia de otros grandes maestros, Stieglitz y, por supuesto, Steichen, no consiguió ningún reconocimiento en vida, solo publicó un libro y murió en la miseria. Pero nunca abandonó su actitud social y ética. Y eso le pasó a su discípulo, aunque a este le fue mejor en la vida.

Quizá sea lo que pueda llamarse "conciencia de clase" en la fotografía: la de un hombre que empezó rodando el fabuloso corto Manhatta, con textos de Walt Whitman en Hojas de hierba y terminó haciendo exquisitas fotos a las hierbas de su jardín en Orgeval, Francia, en donde se retiró, rodeado de reconocimiento. Precisamente por su recta trayectoria política. Algo que, según se ve, los artistas pueden hacer mejor que los políticos.

dimecres, 6 de maig del 2015

Esos abogados comunistas de Atocha
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Es inútil explicar a esta desalmada que los muertos, aunque sean de otro bando, merecen un respeto. Algo que practican los seres humanos, hasta los más belicosos, desde el origen de los tiempos. Que practican hasta los animales. Inútil porque, en la escala de la evolución, Aguirre no llega ni a animal y mucho menos racional. Es un protozoo cargado de maldad y estupidez a partes iguales.

Con independencia de si los abogados de Atocha luchaban por la democracia o por la revolución que, obviamente, no es lo mismo y para Palinuro está  muy claro, nadie tiene derecho a segar sus vidas a tiros. Y ya solo ese martirio los hace acreedores a tanta honra como desprecio merecen sus asesinos y quienes directa o indirectamente, como este protozoo, les bailan el agua.

Por muy servil, acobardada, estupidizada y enajenada que esté la gente en España y en concreto en Madrid, en donde se concentra lo peor del Estado, sigue siendo un misterio cómo alguien tan desprovisto de inteligencia, tolerancia, tacto, buen gusto y formas y tan sobrado de imbecilidad, arrogancia, chulería, beaterío, puede no ya ser candidata a algo, sino atreverse a hablar en público y que alguien la escuche.

Sobre todo lo último: que alguien la escuche. Yo me entero de lo que dice por los comentarios indignados de las gentes sensatas en las redes. Si nadie le prestara más atención que la que merece a lo mejor se callaba de una vez solo por no escucharse a sí misma y morirse de asco.
 
El protozoo que se alzó con la presidencia de la Comunidad a base de sobornar a dos sinvergüenzas, el que financió sus campañas con dineros defraudados al erario, que se valió de una Fundación tramposa como Fundescam para sus trapacerías, el que llenó Madrid de ladrones y sinvergüenzas, todos ellos exquisitos neoliberales que solo robaban lo público a favor de sus propios bolsillos, el que se rodeó de Granados, Lópeces  Viejos, Victorias, Sepúlvedas, "albondiguillas", Güemes, Lamelas, Gonzáleces y otros infusorios del trinque, el mangue, el expolio, el enchufe y la mamandurria.
 
El protozoo que tiene media familia neoliberal chupando del Estado, como ha estado haciendo él toda su vida mientras daba mordidas privatizadoras para enriquecer a una chusma de parásitos que todavía vale menos que él.
 
Ese protozoo se permite el lujo de hablar con desprecio de una gente que, con independencia de su ideología concreta, merece un respeto al que esta gusanera de sinvergüenzas jamás podrá aspirar.

(La imagen es una foto de Wikimedia Commons, bajo licencia de Creative Commons).

dissabte, 4 d’abril del 2015

Espartaco vencerá.

Pero no sabemos cuándo. De momento lleva 2.000 años de derrotas. Pero no ceja. No puede. La rebeldía es su naturaleza y su razón de vivir. Y de morir.

Capitán Swing acaba de publicar un libro de memorias parciales de Kirk Douglas titulado nada menos que Yo soy Espartaco. El título se las trae y demuestra lo importante que fue esta película para Douglas. Quienes la  hayan visto recordarán el momento en que Espartaco se identifica ante el pretor Craso y, de inmediato, todos los hombres de su ejército gritan al unísono ¡Yo soy Espartaco!, un Fuenteovejuna mil quinientos años antes pero tan electrizante como él.

No he leído el libro, aunque me propongo hacerlo, pues su contenido, por lo que se ve en el magnífico artículo de Iván Reguera versa sobre la truculenta historia del rodaje y cuenta los entresijos de la peripecia del guionista, Dalton Trumbo, al que el Comité de Actividades Antinorteamericanas puso en la lista negra de Hollywood en 1947 por actividades comunistas. Trumbo se acogió a la enmienda V de la Constitución y se negó a declarar y delatar a sus compañeros y, en 1950, pasó casi un año en la cárcel por desacato al Congreso. Con semejante baldón en la era macarthysta, el escritor era un apestado, un marginado, sobrevivió como pudo, tenía que firmar sus trabajos con seudónimo. El ostracismo duró muchos años. Un ejemplo: su novela pacifista Johnny cogió su fusil famosísima desde su publicación en 1939, con un premio nacional ese año, solo se hizo película (dirigida y guionizada por él) en 1971.

Douglas parece sostener en su libro que fue él quien rompió la lista negra, reconociendo públicamente el guión de Trumbo. Eso parece un poco lioso y hay quien sostiene que el autor no cuenta la verdad o solo parte de ella. Habrá que leer el libro para hacerse un juicio. Pero, sea cual sea este -si Douglas reconoció el crédito de Trumbo o si este lo forzó u otros factores- lo que nadie puede negar es que se requería valor para contratar a Trumbo como guionista en 1960. Era romper la black list. Y es un valor de Douglas. Lo había precedido, y ello ayudó sin duda, Otto Preminger, quien había confiado a Trumbo el guión de otro exitazo, Exodo, de Leon Uris-, e hizo público el nombre.

Junto a Trumbo aparece otro nombre del que no sé cuánto se tratará en el libro: Howard Fast. Y no es nombre menor dado que es el autor de la novela Espartaco, de la que sale el guión de Trumbo. Al igual que este, Fast era judío (si bien sus padres eran inmigrantes), militante del Partido Comunista de los Estados Unidos, que abandonó en 1956, con motivo de la invasión soviética de Hungría (Trumbo lo había hecho en 1948), también citado ante el Comité de Actividades Antinorteamericanas, también se negó a declarar y a denunciar a sus compañeros y asimismo pasó tres meses en la cárcel por desacato. Fue en la cárcel en donde empezó a escribir Espartaco. Ignoro si el film reconoció la autoría de Howard Fast. Supongo que sí. Pero era tan comprometida como la de Trumbo.

Tengo especial devoción por Fast, un novelista prolífico.He leído muchos de sus libros, anteriores y posteriores a la novela sobre el esclavo tracio. He crecido con ellos. Me acompañó en la adolescencia y primera juventud. No es un gran novelista y su estilo es llano, sencillo, periodístico, pero siempre cuenta historias heroicas de pueblos y gentes en lucha por la libertad, ya sean Tom Paine, los cheyennes, los negros o... los judíos. Su historia de los Macabeos enciende el ánimo y su Historia de los judíos es un canto a la libertad. Curiosa época en la que la izquierda ensalzaba la lucha por la libertad de los judíos. Por eso puso Preminger a Trumbo en el guión de Exodo y por eso la película tiene tanta fuerza. Y ahí siguió el hombre, en esa actitud admirablente pugnaz contra las injusticias del mundo, como lo prueba en sus últimos libros, El proceso de Abigail Goodman, sobre el aborto y Greenwich, escrita poco antes de morir, en la que repasa en forma de ficción parte de su vida.

Howard Fast es esencial. Sin él no hubiera habido Espartaco, esa novela que, muy apropiadamente, empezó a escribirse en la cárcel, en una prisión parecida a los ergástulos que tan bien conocía el esclavo tracio que se alzó en armas en contra de Roma y la puso en apuros en la IIIª guerra servil o guerra de los esclavos.
 
La sublevación sucumbió y Espartaco murió en la última batalla del río Silario, en 71 a.C. Su nombre desapareció de la historia. Pero no había muerto. Resucitó en 1918, cuando Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht fundaron la Liga espartaquista a partir del Grupo Espartaco, con el que se habían integrado en el ala izquierda del Partido Social Demócrata Independiente, una escisión del SPD por la actitud de este en la Primera guerra mundial. Tanto Luxemburg como Liebknecht lucharon por mantener el Spartakusbund como una izquierda entre la socialdemocracia y los bolcheviques. Pero, a fines de 1918, la mayoría de espartaquistas apoyó la propuesta del enviado de Lenin, Karl Radek, de convertir la Liga en Partido Comunista de Alemania. Mes y medio después, ambos revolucionarios fueron asesinados por militares de la división de caballería. Hay quien dice que también con conocimiento del ministro del Interior, el socialdemócrata Noske, cuyos Freikorps reprimieron cruentamente la sublevación espartaquista de enero de 1919. Con la muerte de Mehring el mismo mes y el asesinato en marzo de Leo Jogiches, pareja de Rosa Luxemburg habían muerto todos los dirigentes espartaquistas. Como Espartaco. El espartaquismo volvía a apagarse.

Aunque no del todo. Resucitaría, al menos nominalmente, aquel mismo año de 1919 en el título de la famosa obra de Constancio Bernaldo de Quirós, El espartaquismo agrario andaluz que, refiriéndose a sublevaciones campesinas andaluzas en torno a la zona de El Arahal de muy distinta naturaleza y condición en el siglo XIX, evidentemente, echa mano de la resonancia del nombre del espartaquismo para calificar fenómenos que nada tenían que ver con él e, incluso, eran anteriores. Pero los elementos esenciales están: jornaleros, campesinos, explotados, prácticamente esclavos, sublevados y durante reprimidos.

Espartaco resurge en la inolvidable película de Kubrick/Douglas, de Trumbo/Fast. Y ahora de nuevo en este libro de Douglas que grita aun en su muy avanzada edad. Yo soy Espartaco.

Palinuro también es Espartaco, que algún día vencerá.

dimecres, 1 d’abril del 2015

Esto sí que produce vergüenza.


Tania Sánchez era hasta ayer candidata de IU a la Comunidad madrileña, militante y dirigente durante 20 años de la organización de la "verdadera" izquierda, la imprescindible, con la que se iba a cambiar el mundo o, por lo menos, Rivas Vaciamadrid, etc., etc., mientras las masas despertaban de la modorra socialdemócrata. Su peripecia es conocida: en mitad de un confuso episodio de enfrentamientos y luchas cainitas, habituales entre comunistas y excomunistas, proyectos de convergencia con Podemos, un proceso judicial en marcha que la afecta en primera persona, se escinde con su grupo de la organización y le asesta un golpe mortal, yéndose a otra primero con pretensiones de dirigente y luego como mero refugio. Un caso típico de transfuguismo.

Y aparece en el programa de Ana Rosa a soltar metralla contra la organización que, hasta hace dos meses, aparte de ser la de la "verdadera" izquierda "transformadora", era todo en su vida. IU,  palanca de la emancipación de los trabajadores es hoy un desastre, un estorbo, un pecio con el que hay que acabar. El problema de IU no son las personas, como creen las gentes maliciosas, sino que es "estructural". No se sabe a qué se refiere con el término y dudo de que lo sepa ni ella. Estructural. Ha tardado veinte años en verlo y la vista coincide, solo por causalidad, con sus intereses personales de tránsfuga y de justiciable. IU tiene un problema "estructural" y lo que era el instrumento más eficaz para acabar con el capitalismo ha pasado a ser una rémora que solo obstaculiza el auge del nuevo "verdadero" instrumento "transformador". Y no de izquierdas "trileras", sino, a más a más, de izquierda y de derecha al mismo tiempo.

Esto es una vergüenza. En Podemos, nueva verdad "verdadera" y "transformadora" transformación, punta de lanza de la regeneración democrática y patriótica del país se habla mucho de Gramsci y la lucha por la hegemonía ideológica, de significantes, significados y construcción del relato. El valor, la autenticidad de esos discursos se miden con la práctica real de los discurseadores. La señora en cuestión se ha ido a airear sus miserias, sus excusas, sus acusaciones envenenadas, a asestar sus puñaladas traperas a un típico programa basura, un escaparate de la mendacidad burguesa, la manipulación, el mal gusto estomagante y la estupidización de masas. Vamos que si, en lugar de tratarse de un caso neto de transfuguismo, oportunismo y falta de escrúpulos y moral, se tratara de una trifulca de cuernos entre dos o tres famosos y otras piltrafas del oropel del capitalismo low cost, la cosa sería la misma. Y, mientras tanto, los sátrapas de la derecha riendo a mandíbula batiente al ver cómo estos gozques de la seudoizquierda apoltronada y enchufeta se muerden entre ellos, con todos sus seguidores y fieles "verdaderos creyentes", dispuestos a vapulear y despellejar a quienes osen poner en duda el lamentable verbo de esta partida de aprovechad@s.

El otro día se me ocurrió subir una observación crítica en FB sobre los conversos de Podemos, esa avalancha de excomunistas de IU convertidos a la nueva luz paulina que se pasan la vida atacando a los demás pero no soportan la crítica ajena y tuve que habérmelas con descalificaciones personales, impertinencias y densa bazofia. Que si hay una campaña contra Podemos, que si es una conspiración, que si el oro de Moscú, o la plata de Ferraz, o el plomo de La Moncloa o...

Largar contra tu anterior partido, en el que hay "tanta gente válida", desde la atalaya de uno de los programas de televisión más difundidos de la estupidez nacional, no es una campaña contra IU. Poner una organización que hace tres lunas era la quintaesencia de la izquierda más acrisolada a los pies de los caballos para justificar el transfuguismo y la estricta defensa de los intereses personales de esta buena señora no es una conspiración, ni un golpe bajo, ni una canallada, no. Es la razón en marcha con la que los nuevos iluminados van a asaltar los cielos.

Que los asalten, si pueden. Por si esta tropa lo consigue, yo me pido el infierno. Hay mucha más dignidad.