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divendres, 27 de novembre del 2015

En la noche del búho todos los gatos son pardos.


Mercè Rius (2014) Contra filósofos o ¿en qué se diferencia una mujer de un gato? Madrid: Biblioteca nueva. 437 págs.
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He aquí un libro combativo. Escrito por una filósofa, echa sobre sí la tarea de revelar cómo y cuánto ha desbarrado el gremio de los filósofos al hablar de las mujeres. Un gremio que aparece como un selecto club victoriano solo para hombres, pero en el que con harta frecuencia se habla del otro género. En su demérito. Nietzsche suele expresar la idea (compartida por Freud, nos dice la autora) de que la mujer se parece a un gato, animal independiente, despreocupado del hombre, afirmativo, dionisiaco (p. 57). Curiosa opinión, desde luego porque, puestos a denigrar y ofender, la naturaleza ofrece muchos otros animales que cumplirían mejor la función. Los gatos son seres exquisitos. Entre los egipcios gozaban de gran aprecio y Bastet es la diosa gata que protege el hogar. Rebuscando, encuentro más gatos interesantes. La literatura rebosa de felinos llenos de personalidad. El conocidísimo gato de Cheshire de Alicia tenía la extraordinaria habilidad de desaparecer dejando solo su sonrisa detrás de él, costumbre que, de generalizarse, haría del mundo un lugar mucho más agradable. Behemoth era un gatazo bípedo, un hábil pistolero, ayudante del diablo en la novela de Bulgakov. El gato Murr, autor del famoso tratado sobre "la vida y las opiniones del gato Murr", de E. T.A.Hoffmann, casi diríase un antecesor de Adorno en su desmitificación del pensamiento ilustrado y Pluto, el  del cuento de Poe, consigue que se haga justicia a una mujer asesinada en un acto de violencia de género. En fin una ojeada al poemario de T. S. Eliot, Old Possum's Book of Practical Cats nos familiarizará con muchos de estos que ocupan con gran desenvoltura las más diversas andaduras de la vida en sociedad. No solo trasunto de mujeres, también de caballeros, militares retirados, etc

Se dirá qué tiene que ver esto con el contenido de la obra fuera del hecho, algo traído por los pelos, de que algún filósofo haya comparado a los mujeres con los gatos para lo cual tampoco se precisa gran imaginación. No mucho, ciertamente. Pero ayuda a entender el espíritu de este denso libro, sin duda bien escrito pero tan lleno de erudición filosófica, tan prolijo en muchas de sus reflexiones, tan sinuoso en sus trayectorias, argumentos y contraargumentos que resulta a veces de difícil lectura. Sobre todo porque entra en diálogo permanente con buena parte del pensamiento filosófico contemporáneo por un  sistema de comentarios y glosas de textos que, obviamente, resultan claros e inmediatos a la autora, pero no necesariamente así a sus lectoras.

Aborda Rius su tema con un primer capítulo en cuyo título de El segundo género, ya se advierte cierta voluntad militante al corregir el de la famosa obra de  Simone de Beauvoir, el segundo sexo, en la que la mujer aparece como el Otro que se deja anexar sin dejar de ser el Otro (p. 38), subrayando y sosteniendo su máxima de que de que un simple hecho biológico puede dirigir la vida de las personas, pues, sostiene la filósofa francesa, "no se nace mujer: se llega a serlo" (p. 58). Lo segundo me parece incuestionable, lo primero no tanto y no estoy seguro de que sea razonable calificar de "simple" ese hecho biológico.

Pero este primer capítulo, como todos los demás, está mucho más poblado de personajes ficticios y reales, polémicas, máximas y dichos a veces tan inextricablemente mezclados que es difícil abrirse camino entre ellos y es inevitable simplificar. Hace entrada en él ya la mujer que dominará buena parte de la obra, Medea. Luego,  la princesa de la Cólquide se contrapondrá a Antígona y las dos articularán una especie de dúo interpretativo que nos permitirá orientarnos por laberintos filosóficos sobre acción humana, política, justicia, derecho,  impolítica, contrapolítica, a veces más intrincados que el de Dédalo, del que sacó a Teseo Ariadna, otra mujer también ciertamente interesante pero que, si no me equivoco, solo aparece mencionada una vez en el texto, mientras que las otras dos lo son recurrentemente. Por cierto, bien podrían igualmente asimilarse a la disyuntiva entre lo dionisíaco y lo apolíneo, sin merma de que fue precisamente Ariadna la que acabó arrebatada por el hijo de Zeus.

La expansion de la fe cristiana perjudicó a la mujer, pero la verdad es que ya arrastraba el estigma desde los tiempos anteriores. Séneca, un filósofo, aporta la visión canónica de Medea como una bruja. Para no ser conceptuada bruja y gozar de la apreciación masculina hace falta ser Lucrecia (que gozaba del respeto del misógino Kant) o Alcestis a la que el filósofo Cacciari (con quien Rius dialoga a lo largo de todo el libro, a veces en exceso) llama eroina, con cierta sorna de la autora, entiendo por qué. Porque representa la negación de su propia condición y la prueba de que la individuación femenina depende de la de los hombres. Aunque no conviene olvidar que es así en un mundo de hombres. No conviene olvidarlo porque el único modo de no dejarse arrebatar por él es cuestionándolo siempre. 

Los pitagóricos habían asimilado lo masculino a lo recto, el bien y la luz y lo femenino a lo curvo, el mal y la oscuridad (p. 74) y la autora se pregunta si cabe hacer filosofía desde la misoginia. Obviamente, según parece, no. Pero esto es un juicio de resultados altamente problemático. La filosofía no puede edificarse sobre prejuicios pero, en lugar de aniquilarlos, los sepulta en un océano ontológico que todo lo inunda, incluida la visión de la autora del libro cuyo horizonte es ese que, no sin cierta ironía, podríamos calificar como la filosofía realmente existente, pues no hay otra. Ignoro si servirá como consuelo pero cabe sostener por simetría epistemológica que tampoco puede hacerse contra la misoginia (p. 111). Hasta el pensiero debole es cosa de hombres y hoy hay una filosofía de género que se divide entre la biopolítica de Foucault y el deconstruccionismo de Derrida (p. 68) 

A la altura de la segunda parte, la insoportable levedad de la misoginia, ya estamos metidos de pleno en la harina filosófica y junto a Medea, aparecen las tres mujeres filósofas de carne y hueso que, con De Beauvoir, deambularán por las páginas del libro,  Arendt, Weil y Zambrano (p. 106). Arendt relacionada en el recuerdo con Heidegger, Weil rescatada por el omnipresente Cacciari, Zambrano en su aúreo aislamiento del exilio bajo la lejana advocación de Ortega. Por supuesto, al lado de Beauvoir, el inevitable Sartre, que la llamaba "castor", algo que siempre he considerado imperdonable, y sobre el que Rius ha escrito un ensayo. Es otro rasgo del libro, la visita a aquellos autores que Rius ha trabajado más, Adorno, Sartre y D'Ors, en una equiparación discursiva que no me parece enteramente puesta en razón, con todos los respetos para el autor catalán. 

En un ejercicio de lo que los psicólogos llaman "autoodio" resulta obvio que las mujeres carecen de individualidad, pues esta está determinada por la del hombre, definido desde la Edad Moderna como propietario de su persona y rentas (p. 138), núcleo de lo que McIntyre llamaría, cual es de universal conocimiento, el individualismo posesivo. Cosa de hombres. Fascinante que toda esta consideración se abra con una reflexión sobre el incesto de Andres/Ulrich y Agathe en El hombre sin atributos, aunque sea de nuevo en compañía de Cacciari. Soy decidido partidario de cuestionar la pretendida universalidad del tabú del incesto como fundamento de la condición humana y, aunque Lévy-Strauss también aparece de refilón, aplaudo la interpretación del juicio de Salomón y su vinculación a la sin par Medea como verdadera espada que zanja la aporía de la justicia y el derecho. Mencionados los dos términos, es inevitable la reaparición de Antígona, la verdadera heroína filosófica, la impolítica por excelencia, si bien me temo que el deseo de rebajar a la buena de Alcestis ("eroina del oikeiotés" según Cacciari (p. 161)) nos priva de un paralelismo mucho más ilustrativo y enriquecedor a la par que inquietante entre la esposa de Jasón y la hija de Edipo.

Pero no haya problema. Rius dedica la parte siguiente (En el nombre del padre), al siempre edificante asunto del parricidio. Reaparece aquí de nuevo el club de los filósofos y conviene hacer dos precisiones. La primera es de género. Los filósofos son hombres. La filosofía es cosa de hombres y las mujeres son cooptadas a ella en la medida en que aceptan la metafísica masculina. Quizá estoy tomándome libertades de todo tipo, incluida la topología filosófica, pero encuentro que es una conclusión muy aceptable de la observación de Rius de que el deconstruccionismo de Derrida, que predica la muerte del sujeto, demuestra que su presunta universalidad teórica responde a la perspectiva del varón (p. 209). O sea, no me invento nada.

La segunda precisión es de época. La interesante reflexión de Rius se ciñe a parte de la filosofía contemporánea, básicamente Derrida, Agamben, Foucault, Heidegger, Sartre, Benjamin, con algunas excursiones a Rousseau, Nietzsche y Kierkegaard y, en la antigüedad, sobre todo Aristóteles y algo de Platón, complementado con un posterior San Agustín a la hora de hablar del alma de las ciudades. No hay mención de la filosofía medieval, la renacentista o la Ilustración. Podría, pues, suponerse que el repaso no es contra los filósofos, sino contra algunos filósofos. Aunque imperen y rellenen el horizonte. Pero cierto gusano de luz advierte de que a lo mejor no estaría de más cotejar ciertas afirmaciones que, desde luego comparto, con casos que pudieran hacerlas problemáticas. Por ejemplo, se me ocurriría preguntar a Pedro Abelardo, cuyo tremendo castigo constituye una enmienda a la totalidad filosófica. 

El parricidio que predica hoy Cacciari es simbólico. El originario, según Freud, tuvo como móvil las hembras (p. 201), o sea, más claramente, la provisión de hembras. Por cierto y de pasada, siempre que de algo se predica la condición de originario, se lo residencia en el contundente terreno de lo real: solo andando el tiempo y consolidándose, se revestirá de la condición simbólica como forma de embellecimiento. Reza con la acumulación originaria de capital, la formación de la propiedad privada y, más tarde el poder constituyente, del que Rius trata en otras partes de libro, al examinar la función del estado de excepción teorizado por Carl Schmitt y reteorizado por Agamben, que no es otra cosa que el retorno a la forma originaria del poder, como se retorna a la violación colectiva de las mujeres cuando la guerra se encarniza, a la acumulación ampliada de capital en condiciones de esclavitud cuando arrecian las crisis o la vuelta al parricidio quizá bajo la forma de las bocas inútiles, por citar otro título célebre de Simone de Beauvoir. Al llegar al parricidio reaparece Antígona a la que, salíéndose por la tangente, dice Rius con divertida malicia, Kierkegaard considera la novia del sufrimiento (p. 204).

Tratándose de mujeres, la biopolítica foucaultina se enseñorea de la cuarta parte, cuyo nombre manifiesta un perverso juego de palabras, Biodegradables. Según Agamben, el paradigma de lo biopolítico es Auschwitz pues es en los campos de exterminio en donde se materializa el estado de excepción (p. 228). La autora recuerda otro autor de los años setenta, Ivan Illich, cuya crítica a la "medicalización" de la sociedad estaba en la misma línea. Cierto. Y esa crítica se hizo aun más radical y aguda, provocando en su consistencia un griterío contrario cuando; el teórico de Cuernavaca le dio por pedir la desescolarización de la sociedad. No sé si esa conclusión puede sostenerse ni siquiera armado con el radicalismo foucaultiano.   La biopolítica trae de nuevo la permanente presencia de Medea con el asesinato de sus hijos y la cuestión de su tiene "derecho" a ello (p. 234), cuestión que revienta la apacible división de Arendt entre trabajo, labor y actividad como cartografía del quehacer del amo/hombre y la sierva/mujer o las observaciones  deBeauvoir cuando esta se decide a abordar la gestación y las políticas de reproducción en Occidente (p. 255).

Biopolítica. De todas las determinaciones políticas, para Medea elige la autora acertadamente la de "contrapolítica" que se distingue de la "apolítica" de Antígona en que esta, en el fondo, justifica la política, mientras que Medea es irreductible. Se entiende la fascinación oscura que ejerce en quienes pensamos radicalmente. Después, y no es ficción, el derecho romano autorizaba al padre a matar a los hijos y Agamben dice que es un ejercicio biopolítico del poder en el sentido de "dejar vivir y hacer morir" (p. 272). De aquí deriva el poder constituyente citado más arriba, como constitución de la potencia. La comunidad imposible de San Agustín y la conversión de lo efímero en permanente (Benjamin/Agamben) simbolizado en la figura del ángel (p. 280), con cuya consideración cierra Rius esta parte para acabar su alegato en contra de los filósofos aquí y ahora y en el futuro.

La última parte del libro quiere seguir hacia delante sin ira. Por lo demás, ¿cómo podría proyectarse? La ira es una reacción y no puede haber reacción sin acción salvo como contemplación de la potencia que, como la técnica, dice ser neutra. Tiene dos partes, una dedicada a las contingencias y otra a las indecisiones y con estas dos experiencias queda claro, me temo, que sabemos que muchos filósofos no distinguen una mujer de un gato, pero no sabemos por qué.

Las contingencias son desconsoladoras. Sartre reconoció a regañadientes, pero sin subterfugios, que no hay sujeto colectivo. El nosotros-objeto carece de entidad ontológica (p. 308). No hay nosotros-sujeto, pero sí nosotros-objeto. Tómese el episodio de la  Plaza de Tianmen. Según Agamben tratóse de la comunidad irrepresentable. Los filósofos están hoy de vuelta de la idea del "sujeto absoluto" que el marxismo asimilaba al proletariado mundial (p. 323) y hoy no hay más que un hacer un  deshacer de forma que la candidata al desoeuvrement es Penélope, otra mujer que, como Pandora, hace una aparición fugaz.

El ángel de la historia de Benjamin, el "angelus novus" de Klee anuncia el fracaso del hegelianismo, la imposibilidad de la comunidad, que es imposible porque no puede dar razón de sí misma (p. 348), es incapaz del para sí hegeliano. Vivimos en la "lógica de la contingencia" y el realismo político al que angélicamente deberemos doblegarnos, a su vez, anuncia la imposibilidad de las utopías y la idea de que la justicia nunca reinará sobre la tierra, cosa que la autora reproduce del amigo Cacciari (p. 354). Tengo para mí que este socorrido "angelus novus" trae la resignación frente a la primitiva rebelión angélica y que en su aparente naïveté esconde la respuesta a la pregunta del capitán de las legiones de ¿Quién como Dios? cuya respuesta solo puede intuirse en ese dictum de Adorno que Rius cita un par de veces:  la inteligencia es una categoría moral (p. 369). Falta la estética para redondear la idea clásica. Vendrá de inmediato.

La inteligencia debiera estar libre de determinación de género. Pero aquí es donde los filósofos confunden la mujer con el gato. La diferencia radica en la  connotación de "viril" con respecto a lo "femenino" que Rius compara con "epiléptico". Lo "viril" es el origen de la virtud y prevalece en Marx y Engels, en Kant, en Schopenhauer, Bergson y Kant. En el límite, "la sensibilidad es varonil" (p. 375).

Junto a las contingencias, las indecisiones. Cosa problemática a la hora de cerrar una obra tan abigarrada como esta, sin un plan estratégico, sin un sistema de defensa y ataque, hecha de avances, incursiones, guerrillas, asaltos y retiradas. Frente a los restos del idealismo solo queda el materialismo, pero las filósofas no simpatizan con la materia. Solo Beauvoir (p. 416).  La materia tiene forma. Únicamente los indecisos aman la falta de forma. Sartre reproduce la dualidad aristotélica de la forma masculina y la materia femenina (p. 420) y Adorno, cuya sensibilidad era total, aborda el programa de un materialismo moral desde una perspectiva estética, según anunciamos antes (p. 418)

Los filósofos no distinguen, pues, una mujer de un gato, reitera la autora. Y, a juzgar por sus marrullerías, tampoco ellos se distinguen gran cosa de los felinos.

dijous, 26 de novembre del 2015

Violencia de género. Misoginia.

Ayer fue el día en contra de la violencia de género. Se realizaron muchos actos. Bien. Hubo conferencias, seminarios, concentraciones, convocatorias de todo tipo. Mejor. Se publicaron estadísticas de malos tratos, abusos, feminicidios. Todavía mejor. En España, en lo que va de año, 48 mujeres asesinadas por sus parejas. En otros países del mundo igual o peor. Se manejaron cifras terribles. La información es imprescindible. Todo cuanto se haga será poco.

Y poco es poco. A pesar de la conciencia creciente, a pesar de las leyes, siempre necesarias, de los políticas públicas, de las medidas de todo tipo. Siempre será poco. Porque el problema no es el de un comportamiento inmoral o ilegal, más o menos extendido, una conducta desviada por muy extensa que sea y que se puede atajar. No.

El problema es mucho más profundo. El problema es el verdadero iceberg que hunde el Titanic de la humanidad.  El problema es que la cultura, toda la cultura, es misógina. 

(Aviso de que gran parte de lo que sigue parecerá excesivo a muchos, muy radical. Las bellas conciencias harán bien en no seguir leyendo). 

Toda la cultura, en el sentido en que los iusnaturalistas y los ilustrados la entendían como lo opuesto al estado de naturaleza. La cultura como el estado "no natural" del ser humano, el estado social en el sentido que tenía en Rousseau cuando, al comienzo del Contrato social, advierte que el hombre nace libre pero en todas partes se encuentra encadenado. Alguien tan inteligente como el ginebrino podría haber dicho con la misma o mayor justicia que el ser humano nace igual (en igualdad de géneros) pero por todas partes la mujer está sojuzgada. Podría haberlo dicho, pero no lo dijo porque era un misógino de los pies a la cabeza.

Ese es el problema. Que la cultura, toda cultura es misógina. Que son misóginas todas las religiones, todas las civilizaciones, todos los sistemas filosóficos. Acabo de terminar un interesante tratado de Mercè Rius,que comentaré en los próximos días, acerca de la cantidad de estupideces que los más ilustres  filósofos han dicho sobre las mujeres a las que no distinguen de los gatos. Alguno saldrá (los antropólogos son muy aficionados) diciendo que en tal o tal otra tribu perdida en el Pacífico sur reina la igualdad de sexos, cuando no la superioridad del femenino. Generalmente son trolas, pero no importa, no perdamos el tiempo. Excepciones ¿vale? La regla es lo otro.

Ese es el verdadero problema: la misoginia está imbricada en la existencia humana desde la cuna a la tumba, desde el soliloquio del monje a los mensajes dirigidos a millones de auditorios. Se absorbe en la familia (quizá el vehículo más poderoso de perpetuación del sometimiento de las mujeres), en la educación, en los juegos de la infancia, en los lances amorosos, a lo largo de toda la vida, en la muerte y más allá. La trasmiten los hombres, las mujeres, las mismas madres, las hijas. Está en las estructuras del lenguaje, en las leyendas, tradiciones, en la moral en el deísmo y en el ateísmo, en el arte, en la música, en todas partes.

Su base es la fuerza bruta, la violencia, desde el origen de los tiempos al día de hoy.

Bienvenidas todas las leyes y medidas. Siempre pocas. Siempre tarde. Siempre pacatas. Porque la cuestión es infinitamente más vasta. No se piense que propugnamos un abandono vergonzante al advertir de la enormidad del problema. Al contrario. Al decir que cuanto se hace es poco, se aspira a que se haga más. Si por Palinuro fuera, los sistemas educativos sufrirían una revisión total para feminizarlos y se alimentaría un clima social en el que los piropos estuvieran desterrados y cuantos estúpidos machistas van haciendo chistes sobre la "corrección política" sufrirían el desprecio de la colectividad, por no hablar de los listos que encuentran "degradante" toda discriminación positiva. Además de las leyes, las campañas, las políticas públicas, las reformas, etc, que son todas pocas, hay que ir a fondo en la educación. De niños y adultos. En cuestión de igualdad de género son los adultos los que necesitan más educación, más permanente, más vigilancia.

Porque la misoginia es el veneno mismo con el que entramos en la sociedad. La llevamos los hombres en el fondo del alma. En buena medida somos lo que somos, la especie es lo que es (con sus grandezas y miserias, como dicen los textos edificantes de todas las ideologías) por ella. Infecta a las mujeres por conducto de los hombres que nos sentimos así afirmados cuando nuestras víctimas nos alaban. Nos hemos construido sobre la misoginia y por eso hacemos como que no la vemos. Nacemos de las mujeres y no podemos soportarlo. Muy cierto aquello del poeta de que todo el mundo mata lo que ama.

Todo cuanto hagamos, repito, será poco. Y los hombres debemos defender sin ambages el principio de igualdad. Pero no la igualdad como condescendencia. Porque nunca llegaremos a sentirnos iguales de verdad mientras no seamos capaces de sentirnos inferiores, también de verdad.

dimecres, 21 d’octubre del 2015

Lección inaugural del curso en Barbastro.

Como prometido, aquí está el texto completo de la lección inaugural del curso en el centro de la UNED de Barbastro de ayer, día 20 de octubre.

En un par de días estará listo el vídeo íntegro del acto. En cuanto disponga de él, también lo enlazaré.

Mientras tanto el texto se encuentra ya en mi página web:


Aprovecho la ocasión para agradecer la presencia de las autoridades académicas, locales y autonómicas en el acto. Por supuesto, la de mis colegas tutor@s del centro, la de l@s alumn@s (¡felicidades a tod@s l@s licenciad@s y graduad@s!) y la del personal de administración y servicios, puntal básico de este centro modelo.

Singularizo al director, Carlos Gómez Mur, antiguo amigo, cuyos merecimientos no hace falta resaltar porque los reconoce todo el mundo.

Gracias, Carlos.

dimarts, 18 d’agost del 2015

Consideración sobre la violencia machista.

Dicen algunas almas sensibles a la par que escépticas que no debemos ponernos nerviosos ni exagerar pues violencia machista ha habido siempre. Lo que sucede es que ahora, gracias a los medios de comunicación y la mayor publicidad de nuestras sociedades es más notoria. Pero no es cierto. Sí lo es que siempre ha habido violencia machista, pero también que se ha sabido. La sociedad patriarcal está basada en la violencia contra las mujeres de modo público y notorio, a título de amenaza latente, a veces manifiesta  y de escarmiento. Forma parte de la sabiduría tradicional ("la mujer, en casa y con la pata quebrada"), del refranero de todos los pueblos, está admitida y hasta glorificada en la literatura ("la doma de la bravía") en todas las artes, hasta en la filosofía. Basta con leer desde Aristóteles hasta Schopenhauer la miríada de estupideces que los sabios han escrito sobre las mujeres. Está enaltecida y hasta glorificada. La figura del llamado crimen pasional, a la que se recurre a veces para hablar de los asesinatos de mujeres, tiene carta de naturaleza. Mírense algunos cuadros de Romero de Torres si se quiere algún ejemplo, o recuérdense Otelo o Rojo y negro, aunque sea en grado de tentativa
 
La violencia machista es estructural en la sociedad patriarcal. Esta se basa en ella, se originó en ella, se mantiene y se ha desarrollado con ella y ella es una de sus características. Su núcleo esencial es la convicción de que las mujeres son inferiores; deseables, pero inferiores y, por eso mismo, peligrosas. La identificación de la mujer con la hechicera, la bruja, es también una constante de la historia occidental. Es conveniente recordarles de vez en cuando su posición de subalternidad porque esta es fundamento mismo de la sociedad y rasgo esencial de la seguridad de los hombres. La violación es un recurso frecuente en todas las sociedades y, llegado el caso, en situaciones de conflicto o guerra, una política pública de los bandos contendientes.
 
Esa condición de subalternidad está imbricada en el lenguaje y en todos los momentos del proceso de socialización tanto de los hombres como de las mujeres. Todos la reproducen,  salvo excepciones muy señaladas que han de soportar todo tipo de ataques, empezando por el típico de los majader@s que hacen demagogia con la "corrección política", una de las pocas vías de remediar la condición de las mujeres.
 
Y solo las mujeres. Cuando las primeras feministas plantearon la necesidad de la emancipación y el derecho de sufragio femeninos, a comienzos del siglo XIX, vieron que su movimiento tenía muchos elementos en común con el de los abolicionistas que luchaban contra la esclavitud. Y tendieron puentes con él. Ser sufragista significaba ser abolicionista al mismo tiempo. La ironía quiso que se produjera la emancipación de las esclavos mucho antes que la de las mujeres y estas comprobaron en sus propias carnes que los negros ex-esclavos no les devolvían el favor. Eran negros, eran ex-esclavos pero, sobre todo, eran hombres, y participaban de las ventajas de oprimir a las mujeres.
 
La lucha contra la violencia machista es muy difícil, no se limita únicamente a revisar los programas de las escuelas, pues obliga a replantear los fundamentos de la sociedad patriarcal en todos los órdenes y todos los momentos y no solamente cuando, como consecuencia de la progresiva emancipación femenina en nuestras sociedades, se produce un asesinato de género. Se trata de una revolución de los hábitos de la vida cotidiana, del lenguaje, de nuestras costumbres. Una revoluciòn en la que no hay tiempos de descanso ya que obliga a vigilar todo lo que se hace y dice, cómo y cuándo se dice y se hace.
 
Los hombres que se sienten amenazados en su privilegios de sexo dominante asesinan por envidia, celos,  despecho y, sobre todo, miedo a perder su posición de macho. Y  en la medida en que avance el proceso de igualdad de género, aumentará la violencia contra las mujeres. Su erradicación no va a ser fácil, pero es imprescindible si queremos llamar civilizada a la sociedad en la que vivimos. 

dissabte, 13 de juny del 2015

Las mujeres de la burguesía.


En coproducción del Centro Dramático Nacional, Mucha Calma y Noviembre Teatro, el María Guerrero de Madrid tiene en escena la Hedda Gabler de Ibsen, con dirección de Eduardo Vasco y versión de Yolanda Pallín. Ambas, dirección y versión, a mi juicio, excelentes. Han simplificado al extremo de no cambiar escenarios y prescindir de todo lo no esencial, incluida la criada Berta, que no pinta nada en la historia, sustituida por un pianista. Este, a su vez, es el único elemento extraño al mundo cerradamente burgués de la obra. Podría tomarse por un personaje a lo Cocteau, pero no desentona del todo en Ibsen, que tenía un elemento simbolista. Cayetana Guillén Cuervo representa dignamente uno de los papeles más codiciados del teatro y el resto del equipo da un apoyo muy en su punto por su evidente restricción. No hay más remedio. Toda interpretación, toda escenificación de Hedda Gabler pasan a segundo plano ante el poder del drama, la brillantez de la historia, su fuerza. Esta radica sobre todo en sus diálogos porque en la obra no hacen más que hablar. Pero del hablar salen dos suicidios por disparos de pistola fuera de escena. Los estampidos de las pistolas son el tributo que Ibsen paga a la moda naturalista/realista del momento. En el teatro de fines del XIX los disparos resolvían complicadas tramas psicológicas un poco al modo en que el Deus ex machina hacía los milagros en el teatro medieval. Un poco menos frecuente es que en Hedda Gabler, el suicidio sea doble y por separado porque, de ser contiguo, podría interpretarse como una recepción de la tradición del Shinju del teatro japonés.

Hedda Gabler pasa por ser una de las prototipos de mujeres de la literatura del XIX, a la par con Anna Karenina, Emma Bovary y Ana Ozores. Tienen puntos en común: no son malas, como quiere la tradición misógina que equipara la mujer a la bruja, pero sí inconscientes, regidas por pasiones y sentimientos y, como consecuencia de ello, con efectos destructores. Es un conjunto de estereotipos pero con ellos se crean unos personajes femeninos inmortales. Son retratos de mujeres hechos por hombres. Pero no por hombres cualesquiera. Los cuatro coinciden en la segunda mitad del siglo XIX y viven un momento de fuerte visibilidad del movimiento feminista, aunque aún no se llamara así. Godwin, Wollstonecraft, Mill, habían defendido la emancipación de las mujeres, que era un tema candente en una sociedad burguesa extremadamente patriarcal. El replanteamiento de la visión de las mujeres venía, además, indirectamente avalado por el triunfo del darwinismo, esto es, de la idea evolucionista. Así no era necesario enfrentarse a la tradicion misógina, pues bastaba con decir que las mujeres, como todo ser vivo, podían evolucionar. Esa cobardía del pensamiento burgués frente al feminismo se pagaba al precio de que, en efecto, los personajes retratados lo eran a base de estereotipos, comunes en aquel mundo que veía en la sumisión de la mujer el fundamento de la familia. Tanto en la vertiente burguesa como en la aristocrática de Karenina.

Hedda Gabler en concreto es fascinante, desde luego, por la historia que tiene lugar en escena, esto es, el regreso del viaje de bodas de un matrimonio muy problemático, la reaparición del antiguo amante de la esposa, recuperado del alcoholismo gracias a una musa que le ha inspirado una obra que lo consagrará para la inmortalidad. Representa, sin embargo, un peligro para los planes de consolidación profesional del marido y, apoyada en esta excusa, Hedda da rienda suelta a sus celos y lo destruye todo: la obra, al antiguo amante y a sí misma. Todo un escándalo en la época (1890). Se estrenó con pitidos. Y, poco después triunfaba al extremo de que Hedda Gabler debe de ser la obra de Ibsen más representada y una de las más escenificas del mundo. Las interpretaciones sobre ella son cientos, como sobre Anna Karenina o Emma Bovary. Hay quien la relaciona con Freud pero este no había empezado a escribir su obra. También abundan las de "mujer, fuerza ciega de la naturaleza". Por no mencionar las de hipocresía del código moral de la familia burguesa. Y, por supuesto, la cuestión de las relaciones marido/mujer, con sus facetas de dominación y supeditación o rebeldía. De hecho, al decir que su intención era pintar a Hedda más "como la hija del general que como la esposa del marido", Ibsen, traiciona el fondo de su convicción: la mujer puede cambiar de dueño. Pero tiene que tener uno. Menos mal que ya había escrito Casa de muñecas, en donde Nora Helmer prescinde de él.

La Hedda que aparece en escena al primer día de regreso del viaje nupcial está ya hecha. Lo esencial del personaje, lo que explica sus actos hasta el final, ha sucedido hace tiempo, fuera de escena, casi fuera de la memoria. Lo más importante es ser hija del general Gabler. Pasará a ser Hedda Tesman cuando se case con George Tesman pero, quien la quiere, sigue llamándola Hedda Gabler. Lo esencial de esa historia en off son los amores de Hedda con Eilert Lovborg, profundos, tempestuosos, imposibles de olvidar o de ignorar, amores que se lo llevan todo por delante. Variante de Tristán e Isolda, la leyenda más famosa del género. Ahí, en el suicidio de Eilert, la destrucción de su obra a manos de Hedda, de su hijo (palabra que pone en marcha la máquina mortífera en su espíritu) y su propio suicidio está el elemento dionisiaco de la historia, el que convierte en bacantes a las mujeres entre referencias a los pámpanos. Lo que arranca esta del orden de los matrimonios estériles o fértiles y la planta en las estratosferas de las pasiones humanas. No pasiones femeninas. Humanas. Ibsen es un autor feminista porque es humano.

diumenge, 12 d’abril del 2015

El aborto como pretexto.


El aborto ha sido un Leitmotiv de esta zarzuela de la Xª legislatura, su tema central, la obsesión de un gobierno a las órdenes de la Iglesia católica. Esta creyó llegado el momento de hacer realidad su sueño: meterse en los asuntos íntimos de los demás, especialmente de las mujeres, con las que mantiene una secular y enfermiza relación de odio y lascivia, propia de almas enfermas.
 
Prácticamente toda la legislatura  transcurrió en una denodada batalla del ministro de Justicia por despojar a las mujeres del derecho al aborto y  retrotraerlas al siglo XIX. No bastándole con su mayoría absoluta el hombre se cubrió de ridículo en sede parlamentaria, tratando de argumentar que el engendro represivo que estaba cocinando por orden de los curas era la última prueba del feminismo militante y la emancipación de la mujer. Debía de pensar que los demás diputados y el resto del país son tan cerriles y estúpidos como él. Claro que ese ridículo era nada comparado con el que hacían las diputadas de la derecha puestas de pie, aplaudiendo que un integrista católico les dejara sin derechos y las tratara como menores de edad.
 
En su ceguera nacionalcatólica el ministro ni se había leído el programa de su partido en el que se pasaba por el asunto del aborto como sobre ascuas y en absoluto se decía que la intención fuera suprimirlo. O lo había leído y no lo había entendido, cosa bastante probable. O, vista su simpleza mental, sus jefes lo habían engañado, cosa todavía más probable. Durante su etapa de oposición, el PP había utilizado el aborto como arma contra el gobierno, como había utilizado a las víctimas del terrorismo, sin escrúpulos. Apoyó las manifas de los curas en contra de la legislación abortista y la recurrió ente el Tribunal Constitucional. Mucho gesto. Lo suficiente para engañar a un bobo como Ruiz-Gallardón. Pero, en el fondo, solo gesto. Ninguna intención de suprimir el derecho del aborto porque se trata de una reclamación generalizada en la sociedad. Ponerse en contra haría perder votos y en el PP tienen muy claro que primero son lo votos y luego los principios y si, para ganar elecciones hace falta declarar obligatoria la interrupción voluntaria del embarazo, se hace. Lo primero es llegar al poder para robar; lo de los principios es secundario.
 
Así que, cuando ya no fue posible calmar el furor ultracatólico del ministro, Rajoy lo dejó caer y estrellarse contra la realidad de un país en el que la mayoría, incluida la mayoría de católicos, quiere el aborto. La Iglesia, como siempre, se adaptó sabiamente a la situación, no intentó siquiera defender a su monaguillo, y se conformó con una reforma casi simbólica de la ley del aborto socialista (cuestión del permiso paterno), a cambio, claro, de una sustancial mejora de sus privilegios económicos porque si el PP sabe que primero son los votos y luego la moral, la iglesia sabe que primero son los cuartos y luego la fe.
 
Esta "traición" ha soliviantado a los sectores ultras del partido, dispuestos a dar la batalla contra este horrible asesinato de no nacidos, cuyos "derechos" quería proteger aquel ministro tan engolado como majadero. Los furibundos antiabortistas arman mucho más ruido del que les corresponde por su importancia cuantitativa y cualitativa y amenazan con votar en contra el proyecto de ley de reforma de la del aborto. Cuando calculen el importe de las multas que les impondrán aun serán menos. Como siempre, los principios supeditados al bolsillo. En realidad, la única persona de relevancia que agita el fantasma del aborto en la derecha es Aguirre. Y también en este caso es un puro pretexto. Al ser la candidata a la Alcaldía de Madrid que más tiene que ver con la corrupción del PP en la Comunidad, toda ella responsabilidad suya, está claro que no le interesa que se hable de la corrupción. Al contrario, cuanto más se hable del aborto (que le importa una higa), mejor.
 
Amenazan los del PP con incluir un artículo en la ley negando explícitamente que el aborto sea un derecho. Lo dice el ministro Alonso y lo reitera el ministro de Justicia, Catalá, quien, además, aporta una prueba contundente al decir que en la vigente Ley del aborto socialista ( Ley Orgánica 2/2010, de 3 de marzo, de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo) no se dice que el aborto sea un derecho. Otro que tampoco ha leído aquello de que habla. La ley no dice, obviamente, que el aborto sea un derecho, porque lo da por supuesto tanto en el Preámbulo como en el artículado. La Ley es una ley de derechos reproductivos. Ignoro qué entenderá este ministro tan pizpireto por "derechos reproductivos" pero, por si no lo sabe, incluyen el derecho a no reproducirse.
 
Pero da igual. Como da igual esa idea tan absurda de que una ley proclame que aquello que regula no sea un derecho. En el fondo son puros pretextos para no perder votos, que es lo único que importa a esta gente. Considérese la no-respuesta de Sáenz de Santamaría, mujer, a la pregunta explícita de si cree que el aborto sea un derecho de las mujeres. No responde. No es algo tan vergonzoso como esas lacayas compañeras suyas de partido que aplauden el machismo que las deja sin derechos pero es mucho más lamentable porque, si su partido afirma que el aborto no es derecho, al negar la respuesta, lo que la vicepresidenta está diciendo es que ella cree que sí es un derecho, pero no se atreve a reconocerlo. Es hipócrita, cobarde y miserable.
 
Es típico de la derecha, acostumbrada a comerciar con los principios como con las acciones en bolsa. La interrupción voluntaria del embarazo es un crimen, salvo que, si luchamos contra él, perdamos las elecciones. En ese caso, entérese, señor Ruiz-Gallardón, que es usted un poco adoquín, en ese caso, no es un crimen sino que está protegido por la ley aunque, para disimular, se diga que no es un derecho.

dimarts, 7 d’abril del 2015

Los incuestionables.


Llámeme la lectora "radical". No será la primera vez, ni la última. De l@s 13 candidat@s a las Comunidades Autónomas elegid@s en primarias en Podemos, dos son mujeres. Solo con este dato dan ganas de decir: "con su pan se lo coman caballeros y vayan a engañar a otra parte". Enhorabuena a l@s feministas de la organización. Han conseguido estar muy por debajo del PSOE y del PP en punto a igualdad de género. No lo han hecho tan bien como sus amigos de Syriza que, como se sabe, compusieron un gobierno solo de machos, aunque, si se esfuerzan, pueden llegar a conseguirlo. Bastante cerca le andan en la composición de otros órdenes, orgánicos, locales, etc.

Pero nadie critique esta ni ninguna otra cuestión. Ojo con caer en la trampa de la campaña anti-Podemos, movida por la canalla socialdemócrata y los turiferarios del Régimen del 78. Es verdad que casi no hay mujeres entre los candidatos a las CCAA, pero eso es un hecho anecdótico y fijarse en ello, pura cortina de humo para ocultar zorrunas intenciones o envidias tiñosas. Bien claro está, sin embargo: no hay que tomar en cuenta lo que hacen los de Podemos, sino lo que dicen. Eso es lo importante.

Cuando dicen algo, que no es siempre, no vayan a pillarse los dedos y perder votos por explicarse acerca de cuestiones comprometidas, por definirse, por determinarse. ¿Acaso toda determinación no es una negación, según Espinoza? Por ejemplo, ¿qué hay de la eterna confrontación de izquierda y derecha? Nada, no hay nada. Cosa de trileros, sépanlo bien las almas de cántaro que se dejan engañar. Aquí lo que importa es el arriba y el abajo, como en los ascensores. Luego, hay que estar a lo que dicen en casa, entre los suyos, con un guiño: ellos son de izquierdas. Pero como el que juega al badmington y comprende que, siendo una afición personal, no debe darla por supuesta en los demás.

¿Y de Cataluña y el derecho de autodeterminación de los catalanes? Nada tampoco. Un silencio envuelto en una promesa tan redundante como absurda. La cuestión queda aplazada a un hipotético proceso constituyente en el que "podrá discutirse de todo". ¿Por qué no ahora? Porque no toca. Y es de esperar que no vengan los aguafiestas antipodemos a criticar como siempre y preguntar por qué no toca. No toca porque no toca. En el futuro sí, cuando pueda "discutirse de todo". Aprovechemos y añadamos que en ese "todo" futuro se incluye asimismo la cuestión de la República y la de la Iglesia y el Estado. De ahí que en el presente no pueda discutirse de nada. El círculo se cierra: si no hay que mirar lo que hacen los guajes sino lo que dicen y lo que dicen es que ya se verá en el futuro, lo más sensato que cabe hacer ahora es callarse. El que no se calle está haciendo el juego a "los de arriba". Está poniendo en cuestión lo incuestionable por razones inconfesables.

Eso de discutir es asunto espinoso. Podemos acude a las elecciones municipales en coalición con otras formaciones. En algunos casos con Ganemos; en otros, con IU, pero no siempre. La alianza con IU en unos casos sí y en otros no tampoco puede explicarse en términos racionales. Es así y ya está. Que votar a Podemos en Peñas de Arriba sea votar a IU pero hacerlo en Peñas de Abajo sea votar en contra de IU no tiene explicación alguna. Pero si alguien lo dice le cae encima un chorreo denso de quejas, ataques, recriminaciones de todo tipo, procedente casi siempre de los mutantes de IU cada vez más desesperados al ver que ni en la mutación consiguen ponerse de acuerdo: unos se metamorfosean en Podemos y otros se quedan como estaban; pero muy enfadados unos con otros y todos con los críticos. Especialmente con los que señalan que para cambiar una IU por otra no hacía falta armar tanto alboroto. Total, van a perder igual...

dimecres, 11 de març del 2015

Sobran las mujeres.

Ayer murieron tres mujeres supuestamente a manos de sus parejas masculinas. Dos españolas y una inglesa. Una, asesinada ayer mismo; otra fallecida ayer pero atacada hace ocho días; el cadáver de la tercera, muerta a raíz del ataque en septiembre, también apareció ayer. Dos jóvenes; una anciana. Uno de los detenidos está siendo interrogado; los otros, han confesado.

Si un grupo terrorista hiciera algo parecido, tendría a todas las policías del mundo tratando de identificarlo y persiguiéndolo. Estos otros terroristas están perfectamente identificados: son, somos, los hombres. Todos. Los asesinatos machistas vienen normalmente precedidos de violencia de género, incluso aunque no haya denuncia previa. Y la violencia de género está extendida en la sociedad, toda la sociedad, arriba, abajo, ricos, pobres, curas, seglares, analfabetos, letrados,  profesores o comerciantes. Está legitimada por siglos de literatura,  de códigos legales, religiones, sagradas tradiciones. A las mujeres hay que maltratarlas, violarlas, enseñarles su lugar en la vida y, si se empeñan en ignorarlo o cambiarlo, se las mata. Son crímenes cometidos por individuos, desde luego, o grupos de ellos, pero instigados, fomentados, justificados, tolerados y encubiertos por la colectividad, siendo cómplices, para mayor ignominia, muchas potenciales víctimas.

Bueno, ya se sabe, el machismo es un un vicio atávico, producto del patriarcado, que se irá corrigiendo con el paso del tiempo, con paciencia, con mucha paciencia. Los viejos y condenables hábitos (¡oh, sí, muy condenables!), no se cambian de la noche a la mañana, no es tan fácil, no hay que aburrir ni ser tan políticamente correcto, hombre. En el PP, por ejemplo, según Cospedal, no necesitan cuotas, porque ahí se muere y se mata al ritmo habitual.

Tres asesinatos de mujeres culpables de ser mujeres. Y no es noticia de primera. Las portadas se las llevan l@s polític@s, l@s banquer@s,  l@s corrupt@s y otr@s delincuentes. Y ningun@ ha encontrado un hueco, ni dos minutos, para condenar los tres nuevos casos de feminicidio. Están tod@s absorbid@s en otros menesteres que suponen, erróneamente, más importantes. Vamos bien.

¿Es exagerado resaltar el reciente ocho de marzo, el último terrible y magnífico Salvados y este triple crimen para pedir un momento de reflexión, un compromiso de tod@s por hacer algo en serio?

diumenge, 8 de març del 2015

El día de la no-mujer.


Sale la Dueña avinagrada del cigarral de mítines andaluces como siempre, con tacto y tino. "El PP no tiene cuotas de mujeres ni falta que nos hace". Y ¿por qué no les hace falta? ¿Tienen igual cantidad de mujeres que de hombres en puestos de responsabilidad? ¿Tienen acaso más? ¿O es que no les importa que la proporción de mujeres sea muy baja? Y, si es así, ¿por qué no? Echando rápidas y aproximadas cuentas en algunas instancias del PP me salen las siguientes proporciones: diputadas del PP en el Congreso, 40% del grupo parlamentario. Presidentas de CCAA, 28,9%. Miembros del gobierno, 23,07%. En los órganos más importantes del Comité Ejecutivo Nacional (desde la presidencia a las secretarías sectoriales), 13%. Cualquiera diría que hacen falta cuotas.

Claro que Dolores de Cospedal no dice esas machadas tomando en cuenta los datos de la realidad, sino el modo de defender lo indefendible y atacar al adversario al tiempo. Las mujeres relevantes en el PP lo son por méritos, no por cuota de género, como hacen los demás. La prueba no puede ser ella porque eso no es verdad. Lo son por la cuota de género contrario que siempre se reserva para sí la mayoría por un sistema de selección patriarcal. No es que no necesiten cuotas; es que se conforman con los restos de las cuotas masculinas y sirven muy bien al amo porque combaten las femeninas.

Hace unos días escuché a Bea Talegón una expresión feliz: "creeré que se ha alcanzado la igualdad el día que una imbécil sea presidenta del gobierno". Ahórrese los tiempos. Vote por Dolores de Cospedal.

dimecres, 18 de febrer del 2015

El arte, las mujeres y los gorilas.


Las Guerrilla Girls, un grupo de artistas feministas, fundado en 1985, lleva desde entonces agitando conciencias, de una forma combativa, agresiva, aunque no violenta, más en el estilo escrache, en pro del adelantamiento de las mujeres y en contra de la disciminación dominante. De ahí el nombre de "guerrilla", ese tipo de guerra inventado, al parecer, por los españoles para combatir a un enemigo mucho más poderoso, ayer las tropas napoleónicas y hoy el patriarcado mercantil. Son feministas y son artistas. Su protesta es estética, pero muy contundente, acuñada en frases, fórmulas que resumen la situación de injusticia y hacen visibles en lugares representativos. Algunas son ya historia: Menos del 5% de los artistas aquí presentes son mujeres; más del 85% de las mujeres representadas están desnudas, reza uno de los más famosos que a veces puede verse a la entrada del Museo de Arte Moderno de Nueva York.

El Matadero de Madrid muestra una retrospectiva con toda la obra gráfica de este grupo (carteles, imágenes, libros, ilustraciones, montajes y un par de vídeos) comisariada por Xabier Arakistain, concentrada en la protesta contra la discriminación de las mujeres en el mundo del arte como empresa y negocio: galerías, marchantes, museos, exposiciones, críticos de arte, medios de comunicación. Un mercado patriarcal controlado por hombres blancos, generalmente millonarios, que se reproduce con exclusion de todas las mujeres y los hombres de raza no caucásica. La protesta y la denuncia se hace en términos artísticos radicales. El mundo del arte no es la vanguardia; es la retaguardia, decían allá por 1988. Su arte, en cambio, hecho de performances o escenificaciones, a base de denuncias, de estadísticas, tiene impacto sobre la realidad social y política en un sentido vanguardista, abriendo paso a la emancipación de las mujeres como un logro pendiente y hasta difícil de imaginar. Solo por contemplar el sencillísimo, minimalista, cartel con el que prueban que vemos menos de la mitad del mundo merece la pena visitar la exposición.

El feminismo de las guerrilleras se considera inserto en la línea del movimiento tradicional, especialmente del más radical de los años 60 y 70 del siglo XX y su sentido se ve en esa otra fórmula de que "Hasta que el feminismo no haya alcanzado sus objetivos, no podrá hablarse de postfeminismo". Su actividad se ha extendido a ámbitos sociales y políticos no artísticos siempre en lucha contra la discriminación y se mantienen al día. Dos de las miembros históricas del grupo, que se hacen llamar Frida Kahlo y Kathe Kollwitz, estuvieron en Madrid, ocultas bajo sus máscaras de gorilas y escenificaron una conferencia sobre su movimiento, compuesto por una cantidad indeterminada de artistas estadounidenses presumiblemente de todas condiciones y digo presumiblemente porque son todas anónimas, con un sentido de anonimato colectivo de activistas precursor de los Anonymous con la máscara de Guy Fawkes. Luego largaron mucho por los medios, hablando de lo encantadas que están de que Beyoncé se declarara feminista en el escenario, ante millones de personas o de lo mucho que admiran a las Pussy Riot y a Femen. Eso está bien. Muestra solidaridad y unidad.

El grueso de la crítica va dirigido al machismo dominante, tanto en el medio cultural ("Si te violan, relájate, de todas formas, cuando denuncies, no van a creerte") como en el específicamente artístico ("¿Es necesario que una mujer tenga que estar desnuda para entrar en un Museo de arte?"). Es curioso que ese machismo de la cosificación de la mujer a través del desnudo, el erotismo, se combata en la publicidad comercial pero no en el arte. A lo mejor no se puede porque el arte es libre, mientras que la publicidad, no, porque es una actividad mercantil. Al margen de si, por ser mercantil se deja de ser libre, la cuestión es que tampoco es seguro que el arte no padezca tal condición. De hecho, la actividad de las Guerrilla Girls va contra el arte como negocio y, por tanto, la obra de arte como mercancía. Asunto complicado, sobre todo si se tiene en cuenta que toda protesta por contenidos e imágenes artísticos bordea peligrosamente la censura.

En conjunto, una actividad de arte comprometida, militante, muy digna de aplauso. Esa interpretación de la Venus de Ingres (que, a su vez, contenía una referencia a la Fornarina de Rafael), muy celebrada y conocida, tiene fuerza. La otra, menos conocida, de la Venus del espejo, de Velázquez no tiene tanta porque el tema es manido. Poca gente se resiste a imprimir sus rasgos y repintar un rostro que cree difuso.

Una sugerencia. No recuerdo que las Guerrilla Girls se hayan propuesto alguna vez aprovechar la máscara que han escogido. Han contado por qué la escogieron, les divierte la experiencia de las reacciones de la gente y explican por qué siguen usándola. Pero no sé si alguna vez han pensado sacarle partido. La primera imagen que se le viene a uno al recuerdo al ver la máscara es King Kong, que contiene una crítica al mercantilismo feroz de la época (y de todas), con un hilo conductor de un machismo apabullante, interpretación estadounidense de la leyenda la Bella y la bestia. No se me ocurre qué se podría hacer para sacar punta al hecho, pero el recurso a la máscara del gorila puede tener su mensaje.

dimecres, 28 de gener del 2015

Más sobre el machismo de Syriza.


Al conocerse ayer la composición del nuevo gobierno griego solo de hombres, Palinuro, que hoy se ha rebautizado como Palinura en solidaridad, subió un post denunciándolo, los trileros de Syriza, y explicando por qué este es un asunto de principios, innegociable, en el que no caben concesiones. La decisión griega levantó polémica en las redes. Pude detectar los "argumentos" siguientes y sus defensores:

I.- Los fascistas de toda la vida sosteniendo que las críticas eran "mangutadas de lo políticamente correcto".
 
II.- Los machistas patriarcales diciendo que no se trata de cuestión de sexos sino de capacidad y, si no hay mujeres capaces...
 
III.- Los progres machistas afirmando que Tsipras se comprometió a nombrar a "los mejores" y que, mira por dónde, son todos hombres.
 
IV.- Los progres "comprensivos" recuerdan que no hay una sola mujer entre los 10 ministros pero, en cambio hay seis o siete en los segundos rangos, entre viceministros y secretarios de Estado. Sin duda hay muchas más entre las señoras de la limpieza.

V.- Los progres "informados", estilo Garzón, para quien en el gobierno de Tsipras no hay mujeres a causa del conservadurismo de la sociedad griega. Un conservadurismo que no le ha impedido votar a Syriza que a Garzón le parece muy de izquierdas. Júzguese el valor del razonamiento.
 
VI.- Los progres "de la sospecha" según los cuales, quienes critican que el gobierno de Syriza no tenga mujeres, en el fondo, lo que quieren es obstaculizar el gobierno de la izquierda, ponerle la zancadilla, que no gobierne.
 
VII.- El propio Tsipras, preguntado por el asunto, sostuvo que habrá mujeres en el gobierno griego cuando la condición de ministro no sea un asunto de género sino de capacidad. Esto de la capacidad es un argumento predilecto de los fascistas, los machistas de derechas, las cipayas y muchos progres de esos de "yo no soy machista, pero...,". No perderemos tiempo debatiendo el asunto porque no hay por donde cogerlo.

Vamos al pronunciamiento de Tsipras. Dice que ha nombrado a los mejores y más capaces. ¿Responde Panos Kammenos, el líder de ANEL, los nacionalistas de derecha extrema, nombrado ministro de Defensa, a su idea de los "mejores" y "más capaces"? Esta claro que no. Lo ha nombrado por razones políticas y probablemente ha hecho bien. Pero eso quiere decir que su argumento sobre "los mejores y más capaces" para estar en el gobierno es falso.

Quizá extrañen a los lectores las pasiones, diatribas y agresiones que esta crítica al machismo de Syriza suscitó en las redes. Pero es algo fácilmente explicable: en cuanto les cuestionan sus privilegios, los hombres cierran filas, griegos, judíos, fascistas, conservadores, progres y ultraprogres. Y todavía hay gente que dice no explicarse de dónde viene la violencia de género. 
 
Así que Palinuro, hoy Palinura, se reafirma en sus reclamaciones del post de ayer.  Ese gobierno es una vergüenza.


dimarts, 27 de gener del 2015

Los trileros de Syriza.

El juego de "izquierda/derecha", decía hace unos días Pablo Iglesias, es de trileros. Pensando luego un poco más en este dulce encanto que tiene el pragmatismo y relativismo moral para los livianos de espíritu y pocas luces, Palinuro recordó la famosa anécdota del color de los gatos con que un presidente chino fascinó en los 90 a Felipe González, otro político español a quien importaban más los resultados que las convicciones, como si hubiera resultados duraderos sin conviciones. Hasta estuvo a punto de escribir un paralelismo irónico. Pero desistió. El asunto carece de sustancia.

Ahora resulta que los primos hermanos, de Podemos, los Podemos griegos, tras haberse puesto de acuerdo con unos nacionalistas más o menos fascistizados pudiendo haberlo hecho con otras gentes, nombran un gobierno sin una sola mujer ministra, en primera línea.

Sin una sola mujer. En 2015.

Lo de los nacionalistas fascistizantes o fascistizados es atribuible a la nota patriótica que Tsipras viene tocando desde hace tiempo, similar en sonido a la de la soberanía nacional que suena siempre en los discursos de Podemos. No tiene mayor importancia siempre que no olvidemos el aviso del gran Samuel Johnson acerca de que "el patriotismo es el último refugio de un canalla", muy acertadamente perfeccionado por Ambrose Bierce cuando precisaba que no era el último refugio de un canalla, sino el primero.
 
Exactamente, el primero, como ha demostrado Alexis Tsipras.
 
¿Se puede ser de izquierdas hoy, y no nombrar una sola mujer en un gobierno?
 
¡Ah! que estos son primos de los que dicen que los de izquierdas somos trileros.
 
Bien. Llamemos a las cosas por su nombre: estos son unos misóginos, machistas malnacidos y nunca mejor  dicho. Más de las mitad de sus votantes son mujeres ¿y no hay una sola mujer ministra?
 
Ya sé que son muy progres, que han subido el salario mínimo y que probablemente dirán que eso de la igualdad de género no es "una prioridad en este momento", como decía la genio Carolina Bescansa hablando del aborto.
 
La igualdad de género nunca es prioridad, ni el aborto, ni nada que sea justicia para las mujeres. Siempre hay asuntos más urgentes, según estos machos que se quitan las corbatas para enseñar el vello del pecho. Vale. Palinuro cree, por el contrario, que no hay nada más urgente que la igualdad de género, que es una prioridad absoluta y solo tiene desprecio por quien no la respete y no la aplique a rajatabla siempre, en todo momento y circunstancia y sin excusa alguna.
 
Por eso emplaza a l@s amig@s de Podemos a pronunciarse inequívocamente en tres pasos:
 
1º) Exijan al machista Tsipras la disolución de su gobierno y la formación de uno paritario.
 
2º) Si no lo consiguen, denúncienlo sin tapujos y rompan relaciones con él.
 
3º) Si los jefes no lo hacen los feministas debemos abstenernos de participar en la manifestación del 31. Que vayan los trileros, los de verdad, los machos progres que invisibilizan a las mujeres como han hecho durante siglos.
 

dimecres, 24 de setembre del 2014

El sabor de la derrota.


La dimisión del ministro de justicia por el aborto tiene su parte de anécdota y su parte de categoría. La anécdota es que la dimisión es una y trina, como corresponde a la profunda religiosidad de Ruiz-Gallardón. Dimite de ministro, de diputado y de cargo del PP; ignoro si del mismo PP. Se va a su casa y abandona la política; es de esperar que no como la abandonó su enemiga Aguirre cuando dimitió a su vez hace un par de años. En absoluto, dicen los suyos, Alberto se va para siempre, muy dolido.


Y muy despechado. Un carácter tan altanero, tan soberbio como el suyo, convencido de llevar treinta años siendo infravalorado cuando está llamado a mucho más altos destinos que la política local, jamás podrá perdonar el trato recibido. Se siente utilizado y luego abandonado a los pies de las leonas feministas. Frustrado en su esperanza de reintegrar la política española al seno de la Iglesia, siguiendo al pie de la letra los deseos de la jerarquía nacionalcatólica a las órdenes del hoy jubilado forzoso Rouco Varela. Además de aparecer ante este como un débil, un inútil para la causa de la reevangelización de España, proyecto dorado del cardenal.

Ha dimitido en un acto de rebeldía, en nombre de unos principios que no pueden sacrificarse a meros intereses electorales. Y, por cierto, ha dejado muy mal a sus compañeros del gobierno todos los cuales dieron su aprobación entusiasta al anteproyecto de ley que les presentó el ministro en contra del derecho a decidir de las mujeres; por supuesto con otro nombre. En esto de pretender un objetivo pero llamarlo de otro modo es maestro Ruiz Gallardón, que lleva su desparpajo al extremo de defender su agresión a esos derechos con terminología progre, hablando de la emancipación de las mujeres y de la protección de los más débiles.

Es poca la base moral del ya exministro para invocar los principios ante los chaqueteros del gobierno. Él mismo venía precedido de una aureola de tertuliano de derecha liberal, cultivada en los medios de PRISA, en donde pasaba por ser un hombre de centro que llegó a repartir como alcalde la píldora del día después. Aureola que se desvaneció para dar paso a la dura realidad de uno de los gobernantes más reaccionarios, arbitrarios, clasistas y misóginos de la historia de España, incluida la parte de Franco, durante la cual su suegro fue ministro. Alguien que disimula sus principios y los impone cuando puede por la fuerza no está en situación de acusar a los demás de relativismo u oportunismo.

En cuanto a la categoría, la retirada del proyecto de ley contra el aborto ha sido un triunfo de la sociedad civil española e internacional, que también se ha implicado. Sobre todo, un triunfo de la lucha del feminismo contra la agresión desde el poder. Los partidos han tenido actitudes distintas: el PSOE e IU han sido activos en su oposición al plan del ministro. El PSOE, además, esgrimiendo ufano que la ley que pretendía derogarse con la nueva, la ley de plazos, una de las más avanzadas del mundo, es suya. Los de Podemos han aprovechado para patinar, sosteniendo hace escasas fechas que el aborto no es una prioridad porque no genera potencial político, o algo así. Estos jóvenes caen simpáticos y tienen ideas, aunque a veces, desvarían.

La retirada del proyecto es la confesión del fracaso de un plan deliberado, el de volver atrás, volver a someter a las mujeres. Si se ha hecho por motivos electorales o no es irrelevante. Se ha hecho. Y es un triunfo de todos. Es un error presentarlo como un triunfo de las mujeres. Demuestra que las raíces patriarcales son más profundas de lo que se admite. No es un triunfo de las mujeres; es un triunfo de todos. Incluso de quienes están en contra. Hasta de aquella decena de diputadas del PP, puestas de pie y aplaudiendo a un ministro que acababa de anunciar su intención de reducirlas a la condición de menores de edad de hecho. Hasta de ellas es un triunfo. El feminismo no es un atributo de género. Solo siendo feministas atienden los hombres a sus intereses.

La retirada del proyecto de ley contra el aborto es otro trozo del viejo mundo que cae. Las mujeres recuperan su amenazado derecho a decidir, aunque ahora pretenden recortárselo por otro lado. El meollo de la cuestión es siempre el mismo: el derecho a decidir. A que otros no decidan por ti; que no decidan en contra de ti y encima quieran convencerte de que es por tu bien. 

dijous, 27 de febrer del 2014

Ouka Leele, por las mujeres.

No conozco mucho la obra Ouka Leele. Es una artista de gran y variada actividad, con una interesante biografía. Se sigue de ella que es una mujer libre, independiente, creadora, muy personal e inclasificable en escuelas o tendencias. Algo que todo el mundo alaba pero muy pocos practican. Esa actitud de loba solitaria es bella, pero peligrosa. La sociedad detesta al individuo. "Fuera de la iglesia (de cualquier iglesia) no hay salvación."

Además, est@s solitari@s suelen dar sorpresas desagradables. Por eso no son de fiar. Pueden salir con cualquier cosa. Vayan a ver la exposición en el Círculo de Bellas Artes, titulada Un banquete cruel. Pourquoi?  Es muy sencilla, muy simple y rápida de visitar: una sala con una mesa de banquete y una habitación en la que se proyecta el documental que ha hecho la autora y tampoco es muy largo (como 15' o 20'), pero produce un impacto tremendo. La mesa representa un festín. En torno suyo se amontonan placas, tarjetas y bases de ordenadores, cientos de esos circuitos y microcircuitos en que se acumula la inteligencia de las máquinas. Sobre ella, los objetos más extraños, minerales en polvo, como arena negra, menaje variado, copas, flores, calaveras numeradas que también andan reproducidas en fotos por las paredes. Es como un avance de lo que viene después, de cómo la belleza está rodeada de muerte y crueldad.

Luego se planta uno ante la pantalla. Es un vídeo rodado por Ouka Leele en el que alternan dos series: una de planos exteriores de agua limpia, cristalina, de fuentes o regatos, árboles en flor, fotografía alegre, vital, y otra del relato que hace la única protagonista, Caddy Adzuba, periodista de Radio Okapi, la emisora de la Misión de las Naciones Unidas en la República Democrática del Congo, luchadora por la difícil causa de las mujeres en su país. Este relato quiere sintetizar una terrible historia de crímenes, guerras, atrocidades que lleva años padeciendo el Congo democrático. Una sempiterna guerra civil alimentada por intereses económicos extranjeros que se benefician de la rapiña de las inmensas riquezas minerales del lugar, sobre todo el coltán, un mineral escasísimo pero estratégico porque sirve para hacer teléfonos moviles, esos aparatos a los que estamos enganchados miles de millones de personas. El conflicto tiene al Congo en una situación similar a la del estado de naturaleza hobbesiano. Sin poder institucional más allá de algunas ciudades, bandas de "rebeldes" armados recorren el país cometiendo atrocidades. Y, por supuesto, quienes llevan la peor parte en ellas son las mujeres. Caddy Azduba llega a decir en algún momento que las mujeres estuvieron a punto de levantar el Congo con su esfuerzo y desde entonces están pagando por ello, sometidas colectivamente, como estrategia de guerra, a las mayores bestialidades.

La historia se condensa y se ejemplifica entonces en un caso concreto de conocimiento directo de la narradora. Los minutos siguientes, en una alternancia de planos americanos y primeros planos de Caddy, escucharemos ese relato escalofriante, dicho en un tono moderado, suave, en un francés con un curioso acento muy abierto. Algo que pone los pelos de punta. Para el final queda la explicación del título de la exposición, Un banquete cruel. Pourquoi? Como Palinuro no es un spoiler no la revelará. Pero sí aventura un dato: se trata de una vieja leyenda que empieza en los tiempos de Tántalo y termina con la venganza de Orestes. En ella se mezclan, como en la obra de Leele, la belleza y la vida con la muerte y la crueldad. Pero esto no es leyenda. Aquí se trata de una realidad terrible. A lo mejor lo que suponemos leyenda también lo fue en su tiempo. En todo caso, parece eterna.

dissabte, 22 de febrer del 2014

Desarme simulado en diferido.

Las innovaciones cospedalianas sobre relaciones laborales se aplican también al campo de la política al más alto nivel que el Estado considera "política antiterrorista" y los terroristas, relaciones internacionales. Pero aun en ese orden excelso, de lo que trata siempre es de alguna marrullería. ETA ha escenificado en vídeo la entrega de un fusil, una pistola, dos revólveres y 16,5 kilos de explosivos. O sea el armamento de unas prácticas de seminario en algún zulo de entrenamiento. Una broma del estilo de un finiquito de Cospedal. Además ha sellado ante los mediadores internacionales un zulo, gesto cuyo valor solo será posible aquilatar cuando se sepa cuántos más están en funcionamiento.

Claro, nadie se lo ha tomado a bien. Solo los suyos del ámbito político, Bildu, advierten de que comienza el fin irreversible, pero es el gobierno con su intransigencia e inflexibilidad quien retrasa el proceso. Es una argumentación del viejo estilo, ya sin impacto. Los burgueses del PNV piden el desarme completo y tildan de "pequeño paso" el gesto. Los demás partidos exigen la disolución de la banda/organización y miembros del del gobierno hablan de "tomadura de pelo". El más estridente, como acostumbra a pesar de aspecto manso, el ministro del Interior, que rechaza la teatralización de la entrega, con ese tradicional desprecio de los cristianos viejos por el teatro.

Los mediadores internacionales parecen estar moscas, sospechando que puedan utilizarlos, y pretenden retirarse sin certificar más nada en tanto los gobiernos español y francés no se impliquen directamente. Igualmente les recomiendan que no detengan gente entre tanto, o sea, que hagan la vista gorda, lo cual es poco verosímil cuenta habida de que esos mismos gobiernos, sobre todo el español, justifican su política de negociación precisamente aplicando la ley a rajatabla.

Cierto, el desarme de ETA está siendo demasiado lento, lo cual no es muy inteligente. Su única razón para demorarlo y disolverse es mantener la amenaza de un retorno a la lucha armada. Después de dos años y medio sin atentados, ese amago carece de fuerza, es un cartucho sin pólvora. Además, los acontecimientos han demostrado sin lugar a dudas que la vía catalana, la independencia por medios políticos y pacíficos, es mucho más eficaz que los bombazos.

Quizá esta lentitud sea una táctica para dar peso a las declamaciones de Bildu culpabilizando al Estado y exigiéndole medidas favorables al proceso, como el acercamiento de presos y otras. Pero es una letanía vacua. Una vez iniciado el desarme, las reclamaciones ya no pueden respaldarse en la eventualidad de un retorno a la ilegalidad, sino en el funcionamiento de los mecanismos políticos representativos ordinarios.

Entonces, ¿por qué ese minimalismo cospedaliano, esa lentitud que únicamente fortalece a los sectores no interesados en la pacificación del País Vasco?

Solo caben conjeturas. La más obvia, la que habla de duros y blandos en la organización. Como cuando ETA se dividía en asambleas; unas enterraban el hacha de guerra y otras, no. Es normal. Pero después de más de dos años de inactividad (y gran actividad del frente independentista político que ha cosechado notables éxitos) hasta los más intransigentes deberían haber recapacitado. Aunque quizá eso sea pedir demasiado de unas gentes muy fanáticas y muy difíciles de reciclar en la vida civil. No debe de ser sencillo conseguir que quien ha vivido como un pistolero a gastos pagados acepte un puesto de conserje en una oficina.

O quizá se trate de una táctica de presión de ETA sobre el frente político. Ojo, que el comisario sigue activo y por eso aparecen los encapuchados, para desesperación del ministerio del Interior, en donde quisieran ficharlos. Aquí estamos para impedir que haya desviaciones de la hoja de ruta. Pero eso es absurdo porque redundaría en la deslegitimación de la opción política que, al aparecer como teledirigida, perdería apoyo en las elecciones, el único terreno en que pueden dirimirse las cuestiones civilmente.

Las dilaciones, los retrasos, la parafernalia internacional, con el vídeo para la BBC y los mediadores internacionales, solo revelan la desconfianza y el apego a un propósito de internacionalización del conflicto que ya ha fracasado. No le ha salido a Artur Mas, a pesar de que tiene más simpatías exteriores y mejor prensa, mucho menos le saldrá a los restos de una organización armada que lleva dos años y medio sin pegar un tiro y cuyos explosivos deben de estar ya pasados de fecha de caducidad.

Nota bene: no sé qué tal será Renzi en relación con Letta. Parece un hombre ágil y el otro un poco lento. Pero Renzi ha compuesto un gobierno paritario y ya solo por eso merece aplauso. Un aplauso crítico. ¿Por qué paritario? ¿Por qué andar calculando porcentajes para no incurrir en patriarcalismo? Porque nadie se ha atrevido aún a componer un gobierno con más mujeres que hombres. El día en que eso suceda y sea normal, podrá volver a haber gobiernos con más varones que mujeres y viceversa sin que nadie proteste. Pero parece que todavía queda algo.

divendres, 3 de gener del 2014

Defensa frente a la Ley contra las mujeres.


Sobre el aborto está ya todo dicho. Seguir machacando los argumentos carece de sentido, vista la nula voluntad de escuchar del ministro, dispuesto a imponer sus convicciones personales (así calificadas por él mismo) como ley de obligado cumplimiento para todos los demás. Ese firme propósito de proceder al trágala nacionalcatólico se reafirma cuando el mismo ministro asegura que el texto no se modificará en la tramitación parlamentaria. En otros términos, el Parlamento está para aplaudir al ministro y para nada más. Es exactamente la idea que tenía Franco de las Cortes. Si gobernar consiste en convertir en ley las convicciones personales del ministro por decisión exclusiva del mismo ministro podíamos ahorrarnos los salarios, pluses, complementos y otras bicocas de los diputados. Con la vuelta a la dictadura del adorado caudillo de su suegro bastaría.

Lo que demuestra un grado de alucinación rayano en la demencia es el intento del ministro de colocar su ley contra las mujeres como un hito en el camino de estas hacia la emancipación. Sublime asimismo el de degradar a las mujeres a seres no responsables de sus actos y presentarlo como una conquista. Semejante majadería solo puede entenderse en el supuesto de que este genio legiferante crea que los españoles somos todos imbéciles incurables. Convertir a mujeres adultas, responsables de sus actos, sin distinción, en víctimas y coronar la operación declarándolas penalmente irresponsables solo es posible si uno es un fascista sin fisuras y, además, un imbécil integral.
 
Detrás del ministro está la jerarquía eclesiástica, especialmente ese Rouco Varela, otro fascista esta vez purpurado, y todo el aparato de la derecha española eterna, la de los cortijos, los señoritos, los toros, las caenas, la sumisión, el nacionalcatolicismo, la chulería, la ignorancia, la zafiedad, el machismo, el militarismo, la picaresca, el centralismo, el abuso, la mentira, en fin, la España eterna. La de siempre.
 
O las mujeres -en cuya contra va dirigida esta ley- se defienden, o se verán arrastradas a la condición de ciudadanas de segunda, perseguidas, de nuevo sometidas. Y, con ellas, todos los hombres que sabemos que la justicia y la libertad solo son posibles si las mujeres son libres.
 
Con todos mis respetos a la urgencia y necesidad de las demás reivindicaciones democráticas y populares frente a este gobierno de mangantes, corruptos y fachas, las plataformas antidesahucios, las distintas mareas, la defensa de la justicia, de las pensiones, de los salarios, etc., considero que la lucha contra esta monstruosidad de ley tiene absoluta prioridad: nos afecta a todos y lo hace en aquello que es innegociable: nuestra dignidad y nuestra autonomía como individuos. Eso quiere decir que la lucha debe estar dirigida a que este hipócrita monaguillo de los curas retire el proyecto y, a ser posible, se vaya a su casa.
 
Dadas las circunstancias en España, con un gobierno pertrechado hasta los dientes con policías convertidos en mercenarios, con un aparato de propaganda incondicional -también pagado con los dineros de todos-, corrupto, sin escrúpulos, me parece que la correlación de fuerzas no nos es favorable.
 
Por ello sugiero internacionalizar, cuando menos europeizar el conflicto. Denunciar este atropello clerical y fascista en todos los rincones de Europa y pedir a todas las feministas del continente que monten campañas de información para hacer fracasar este ataque.
 
Ignoro si existe una internacional feminista. Me parece que no. Sería una ocasión óptima para intentar crear una. Podría convocarse una conferencia urgente de organizaciones feministas europeas en contra de esta ley feminicida.
 
Si la teoría no ilumina la práctica, no sirve de nada.
 
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dilluns, 23 de desembre del 2013

Una ley retrógrada y misógina. O sea, española.

A algunos patriotas de la banda de presuntos la carta de la ministra francesa de Derechos de las mujeres (ya quisiéramos en España un ministerio así) les parecerá una injerencia inaceptable. Muchos otros -no menos patriotas que esos bocazas- estamos muy agradecidos. Se comprueba de nuevo que la única garantía de la democracia y las libertades en España frente al nunca desaparecido y hoy reavivado nacionalcatolicismo fascista es Europa. Y un poco más, incluso. Si queremos tomarnos en serio a nosotros mismos tenemos que ir suprimiendo ya esa excusa de los "asuntos internos" de cada Estado. En una Europa vía a la unión política no puede haber "asuntos internos", sobre todo cuando se trata de ataques de los gobiernos contra sus poblaciones, como el que lleva dos años perpetrando el del PP, escudándose en una mayoría absoluta que obtuvo con engaños e ilegalidades ahora bajo escrutinio de los tribunales. Al extremo de que la policía judicial ha registrado la sede del partido del gobierno como si fuera una cueva de ladrones. Y no muy lejos se halla.

Al margen de las medidas de política económica injustas, que se ensañan con los más débiles y amparan y privilegian a los más ricos, la labor legislativa del gobierno hasta la fecha está inspirada en un propósito tan antipopular y liberticida que parece como si se dictara para un pueblo conquistado por la fuerza de las armas y al que fuera necesario sojuzgar, reprimir y, si se tercia, aniquilar. Por si la ley liquidadora de la enseñanza pública del monaguillo Wert y la ley mordaza de palo y tentetieso del sectario santurrón Fernández Díaz fueran poco, el otro chupacirios del gobierno, Gallardón, acaba de presentar un proyecto de ley en contra de las mujeres que entronca a la perfección con lo más inicuo, lo más oscurantista, misógino y bestial de la tradición española. Una ley bestialmente española.

Ha faltado tiempo al principal representante de la superstición nacionalcatólica, Rouco,  para relamerse de gusto en los medios en defensa de este proyecto feminicida que las sumisas cipayas del PP aplauden a rabiar. A este respecto, tiene interés la carta abierta que Elena Valenciano ha dirigido a las diputadas del PP pidiéndoles que no voten el proyecto de su partido. Tengo curiosidad por saber qué saldrá de la iniciativa y cuantas mujeres del PP tendrán el coraje y la dignidad de votar contra un proyecto de ley que las degrada a la condición de máquinas de parir y sin derechos. No prejuzgo. Veremos. Es como un experimento para ver si hay diferencia entre lo que se llamaba el "socialismo científico" y el "utópico".

A estas alturas, ese impresentable proyecto de ley está más que visto y destinado al cubo de la basura en cuanto en España vuelva a haber un gobierno democrático, respetuoso con los ciudadanos. Como la ley contra la educación pública y la ley mordaza. Toda esa basura, a la basura. Además del carácter reaccionario e inhumano del proyecto de ley contra las mujeres, Palinuro ya ha puesto de relieve sus dos falacias más llamativas que este repelente niño Vicente pretendía colar al modo jesuítico: la legalidad del aborto para los casos de violación y la consideración de la mujer siempre como "víctima", esto es, como irresponsable penal. Declarar irresponsables de sus actos a las mujeres y sostener que eso es un avance no solo demuestra estulticia y cinismo sino también -y especialmente- la degradación moral de unas mujeres capaces de aplaudir este insulto a su dignidad, su particular vivan las caenas.

Hace muy bien la ministra francesa criticando el atentado. Europa no puede permitir que el gobierno de la derecha siga legislando a la española gracias a los oficios de quien se las da de comprensivo y no es sino un zote cegado por todos los fanatismos que ya señalaba Francis Bacon en el siglo XVII al enumerar los "ídolos" que obnubilan el juicio de los seres humanos. Este proyecto, contrario al sentir mayoritario de la población española -incluidos los votantes del PP- y que solo satisface a la iglesia, empeñada en sentar cátedra discursiva sobre lo que ignora y/u odia, los incorpora todos:
  • Ídolos de la tribu. Los habituales en todo ser humano, especialmente agudos en el caso de los de inspiración fascista, como es el caso de este ministro, capaz de renovar un marquesado de Queipo de Llano, otorgado en primer lugar a un militar faccioso y delincuente que animaba a sus tropas por radio a violar a las mujeres de los milicianos. Palinuro lo señaló hace unos días y lo repite ahora: ¿cómo se atreve alguien que premia la violación de mujeres a legislar nada sobre ellas?
  • Ídolos de la caverna. Las convicciones nacionalcatólicas del sujeto, que lo llevan a creer -o hacer como si creyera- que sus fantasías son la realidad más acrisolada para el resto de los seres humanos. Y, si no actúan en consecuencia, se les encarcela.
  • Ídolos del foro. Su frecuente trato y comercio con los clérigos y otras criaturas deficitarias en condición humana lo llevan a suponer (o, de nuevo, hacer como como si lo supusiera) que el significado de las palabras, respeto, libertad, emancipación, solo puede ser el que él les da, normalmente retorcido.
  • Ídolos del teatro. Los nacionalcatólicos, herederos del espíritu de Trento, escenifican esa idea de España y lo español a la que ya queda poco para destruir lo que resta de esta nación, otrora grande. Porque ese catolicismo burro -que los curas al estilo Rouco identifican con el ser nacional español- es el principal responsable de que, como cada vez es más manifiesto, España sea un Estado fallido. Un Estado que camina hacia su desintegración porque la casta dominante sigue obstinada en imponer a la fuerza sus convicciones de secta al conjunto de la población. O sea, es incapaz de entender que una sociedad moderna y abierta implica pluralismo de valores en feliz expresión de sir Isaiah Berlin hace cien años pero que aún no ha llegado a estas feroces tierras.

Dice mi pareja con toda razón que, en este asunto de los asuntos internos hay consecuencias prácticas, de influencia inmediata sobre la vida de las gentes. Si yo soy una ciudadana francesa y, en uso de los derechos que me conceden los tratados europeos y la libertad de residencia en los países de Schengen, decido trasladarme a España (por ejemplo, una estudiante Erasmus) solo puedo hacerlo aceptando una pérdida de derechos, admitiendo que se me trate como una ciudadana de segunda y que se me obligue a ir adelante con un embarazo no deseado. No, no hay "asuntos internos" en materia de derechos de los ciudadanos. Europa no puede tolerar que los franquistas españoles legislen contra la gente de su país porque la gente de su país es ya la de los otros.