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dimarts, 31 d’octubre del 2017

Aguas bravas

La revolución catalana ha entrado en zona de rápidos. Los dieciocho meses de la anunciada hoja de ruta transcurrieron más o menos según lo previsto en medio de la indiferencia, la incomprensión y el desdén de las autoridades centrales y sus oposiciones. La prometida transición de la autonomía a la pre-independencia culminó cuando el pasado 27 de octubre, el Parlament votó la independencia de Cataluña en cumplimiento del mandato recibido en el referéndum del 1/10. Éxito rotundo.

Precisamente ese éxito provocó la abrupta respuesta del gobierno de activar el 155 y entrar a saco en el autogobierno de Cataluña, convocando al mismo tiempo elecciones autonómicas para el 21 de diciembre. El 155 es, en realidad, una ley de plenos poderes puesto que el único limite es el control del Senado, en donde el partido de la Gürtel tiene mayoría absoluta. Es una dictadura sin más, amparada en un artículo de la Constitución para cargarse la Constitución, para suspenderla sin decirlo, para hacer normal el estado de excepción. El empleo de la coerción es máximo, teniendo en cuenta que el bloque independentista mantiene su actitud radicalmente pacífica.

Fastidia mucho pero debe recordarse que, en todos estos años, la violencia en Cataluña solo ha venido de fuera, con las fuerzas de seguridad y militares de la Guardia Civil y las bandas de nazis, sembrando el terror por donde pasan.

Ese espíritu de resistencia pacífica es el que va a encontrar la administración colonial que pretende gobernar Cataluña como gobierna el conjunto de España. Descabezado el movimiento, con unos dirigentes en la cárcel y otros que se han salvado por los pelos pero están en el exilio, el cálculo de la autoridad ocupante es que esa resistencia se mostrará los primeros días y, luego, irá amainando hasta apagarse por entero.

Efectivamente, es una posibilidad. Pero una que choca con dos hechos: uno pasado y otro presente. El pasado es el referéndum del 1/10, los tres millones de votantes, los dos millones doscientos mil votos con un 90% de síes, los más de mil heridos. Es un hecho que supone un legado y un compromiso ahora. Porque el independentismo es un proceso vivo, no un plan de laboratorio y se siente moralmente obligado a continuar una tarea que viene de atrás. El presente es la realidad de una sociedad muy movilizada y organizada en redes con un gran dominio del universo internet. Una estructura, una organización distribuida, no necesitada de grandes jerarquías, capaz de actuar con rapidez y que solo necesita comunicación con sus líderes, cosa imposible de impedir en nuestra era. 

Y esa es la cuestión. ¿En dónde deben estar los líderes? Sin duda hasta cuando están en la cárcel, como los dos Jordis, mantienen un grado alto (aunque mermado) de visibilidad y capacidad de orientación como símbolos. Pero serán más útiles a los fines colectivos manteniendo plena capacidad operativa, esquivando la prisión y constituyéndose en el exilio. Aquí interviene la habitual mala fe del debate político, cuando muchos críticos entienden el paso de Puigdemont a Bruselas, como una huida, una cobardía, un dejar en la estacada a sus seguidores. La política es así: si, además de criticar al enemigo se puede desmoralizarlo, seguro que se hace. 

Sin embargo, la marcha al exilio de Puigdemont tiene más interpretaciones. En primer lugar, mayor internacionalización del conflicto, más debate, más escándalo, más atención internacional sobre la situación en Cataluña, cosa que odian el gobierno y su auxiliar, el PSOE. Con ello, además, mantenimiento de la legitimidad de la República Catalana en el exterior con la expectativa de que haya reconocimientos. En segundo lugar, conservación del liderazgo del independentismo. La cabeza está en el exilio; pero está y en fluida comunicación con las redes del movimiento. Las acibaradas dudas sobre si Puigdemont huye o se mantiene en su puesto chocan con una experiencia: desde el comienzo de la hoja de ruta no ha fallado nunca. El exilio y el reino. La República frente a la Monarquía.

El asunto entrará en los intríngulis judiciales, unas corridas que no serán tan prolongadas como la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el aborto pero tampoco tan rápidos como las prohibiciones que ese mismo tribunal llueve sobre Cataluña prácticamente a diario. Tanto que hay quien lo llama TCpC, Tribunal Constitucional para Cataluña.

La ocupación del Principado tiene como objeto organizar las elecciones del 21D. El independentismo se inclina por participar. La ANC ya lo pide claramente. Esta previsión de elecciones ipso facto tiene pinta de ser una exigencia exterior. La vicepresidenta calculaba un plazo de seis meses 155 en ristre y quizá más. En dos meses hay una alta probabilidad de que el resultado sea una mayoría independentista. En todo caso, pues Europa está atenta, el partido de la Gürtel no podrá hacer las habituales trampas o, al menos, no tan descaradas. Y, por su formidable inteligencia se encuentra, al organizar estas elecciones con que, en realidad, está organizando el referéndum que quería evitar a toda costa.

Porque, es obvio, no pueden hacerse trampas. No cabe ilegalizar las opciones independentistas, ni excluir de las candidaturas a los represaliados. Puede ser un voto masivo independentista para sacar a los Jordis de la prisión y devolver su cargo a los miembros del Govern.

"¡Ah!"- afirma el vicepresidente del Senado, - "si vuelven a ganar los indepes, volvemos a aplicar el 155". Bienaventurados los pobres de Espíritu porque de ellos será el Senado. Eso ya sería la reválida de la dictadura.

dissabte, 21 de novembre del 2015

La guerra de ida y vuelta.


Cuando uno cree que es imposible hacer más el ridículo en el exterior, llega el de los sobresueldos y demuestra que sí, se puede. A efectos de no verse obligado a entrar en la guerra de Oriente Medio que, supone él, le hará perder las elecciones, como la guerra del Irak le hizo perder las de 2004, Rajoy ofrecía sustituir a Francia en el África, en Malí, en la República Centrofricana, como si España fuera una antigua metrópoli colonial y no la nada que es gracias a él. El ministro Margallo, un sietemachos aficanista, lo daba ya por hecho: los soldados españoles garantizarían el orden público en las antiguas colonias francesas para que los franceses pudieran bombardear a su sabor el Oriente Medio. El ejército español no sirve para combatir pero sí puede ordenar el tráfico en Bamako si no es muy complicado.

Gran astucia la del presidente del plasma. Así no tendría que enviar soldados a un lugar endemoniado y no correría peligro de volver a perder las elecciones en España, que es lo único que le importa.

Eso fue el jueves. El viernes, sobre las 9:30 de la mañana unos terroristas ocuparon un hotel en Bamako, capital de Malí, tomaron 140 rehenes y, en la liberación por la policía, murieron 20 personas. A las 10:00 el gobierno desautorizaba a Margallo: jamás había hablado de enviar tropas a Malí ni a Maló. A ver, mireusté... La vicepresidenta ignoraba en dónde está el África y el amigo de Bárcenas, ese, ya tal. ¿Tropas a Mali? Pero, hombre, si el Sahel está repleto de yihadistas, obsesionados con que Rajoy pierda las próximas elecciones.

Esto es mucho peor que lo de Gila. Esto es literalmente un contubernio de auténticos imbéciles e irresponsables, coreados por otros tales que dicen ser la oposición. Esponjados en sus egos infinitos con las frecuentes llamadas telefónicas del presidente sobresueldos, los jefecillos de la oposición, Sánchez, Rivera, Iglesias, se sienten alguien en este remedo de política exterior tipo Bienvenido Mr. Marshall. Y ninguno de ellos tiene la decencia de preguntar al de La Moncloa exactamente por qué motivo no llama también a Garzón, al de la UPyD, a Urkullu y a Mas.

Bueno, lo de Mas está superclaro: el de los sobresueldos se malicia que los indepes catalanes tendrán pactos vergonzantes con los yihadistas. Que le pregunten a Albiol, que lo sabrá muy bien. Pero ¿y los demás? ¿Por qué no llama a Garzón y los otros? Todos ellos tienen representación parlamentaria, que es más de lo que Rivera e Iglesias pueden decir. ¿Por qué no, pues? Y ¿por qué Garzón no protesta?

El gran Gila se quedó muy corto.

dimecres, 9 de setembre del 2015

Soldados, clérigos y veedores.


La cuestión catalana ocupa hoy el primer plano de la actualidad. Los dirigentes políticos pasan media vida haciendo precampaña en Cataluña y dentro de poco pasarán la otra media haciendo campaña. Las portadas de los periódicos son monotemáticas, amenazando al Principado con los fuegos del infierno o con la evasión de capitales, según sean medios reaccionarios o progresistas. Las televisiones y las radios no paran de entrevistar a nacionalistas, sobre todo españoles, y de tertuliar con contertulios de la misma querencia. Solo se habla de Cataluña.

Quién iba a decirlo cuando hace tres años, Rajoy calificaba de algarabía la Diada de 2012 y los debates versaban sobre el régimen del 78, la crisis, la corrupción. Hasta de Grecia había tiempo de hablar. Ahora todo es el debate secesionismo/unionismo.

Los soldados. Las declaraciones del ministro de Defensa, Morenés, de que el Ejército no intervendrá en Cataluña si “todo el mundo cumple con su deber” han soliviantado los ánimos nacionalistas. Seguramente, la reacción le parecerá desmesurada a este aristócrata; digna de plebeyos. Y a primera vista tiene razón, pero no a segunda. El hombre contesta a una pregunta directa sobre cuál sería la reacción de las FFAA en caso de una DUI. Si todo el mundo cumple con su deber, etc. No va a quedarse callado. Dice, pues, lo que parece de Perogrullo: si no hay razón, el ejército no interviene. Pero, ¿quién decide si hay o no razón? Su respuesta tuvo que ser: en caso de DUI, las FFAA harán lo que diga el gobierno, pues están a sus órdenes. Pero no lo dice porque tiene una mentalidad militarista, como todos estos franquistas confesos, inconfesos y hasta apóstatas del gobierno. Ya sabemos, pues, que el ejército puede decidir por su cuenta. No está mal para una democracia consolidada.

Los clérigos. Apenas se oye hoy hablar de las dos monjas que se implicaron en el proceso: Forcades y Caram. Supongo que el Vaticano habrá ordenado bajarles el tono. El conjunto del clero y la Iglesia como jerarquía están callados. Sin duda, muchos párrocos y curas de aldea son independentistas. También se acercan los benedictinos de Montserrat, aunque de estos ya se sabe que son siempre la avanzadilla de la rebeldía. Otros, en cambio, son cerradamente unionistas. El párroco de Argentona, pedía ayer en un sermón que no se vote a partidos independentistas porque propugnan el aborto, entre otras monstruosidades. Algún que otro clérigo, en concreto un polaco, considera que la posición cerradamente unionista de la Conferencia Episcopal Española es inmoral. Será inmoral, pero es. Los obispos españoles no quieren oír hablar de separación de sus diócesis catalanas. Presididos hasta hace unos meses por Rouco Varela, un integrista nacionalcatólico de la más rancia estirpe, han dejado claro su acendrado nacionalismo y prefieren que no se hable demasiado del asunto. Saben que el Vaticano es una empresa de dos mil años que se ha mantenido gracias a su refinada diplomacia. Si, en algún momento el reconocer la independencia de Cataluña reporta beneficios, Cataluña será reconocida y los obispos españoles refunfuñarán pero se callarán. No obstante, queda algún tiempo hasta tal situación. Mientras tanto, aunque son contrarios a la secesión, también se callan.

Los veedores. O encargados de la tercera vía. Es población civil que ahora se organiza en una plataforma social no partidista con ánimo de promover una salida negociada al conflicto, pilotada por ellos con sus propuestas. Entusiastas se han sumado cinco secretarios generales del PSOE, González, Almunia, Zapatero, Rubalcaba y Sánchez, con dos expresidentes del gobierno y uno que quiere serlo, presidente, claro; no ex. Este grupo incluye asimismo a los de Catalunya sí que es pot, esto es, Podemos y sus compañeros de viaje. No en su forma pero sí en cuanto a sus objetivos. Todo son fórmulas de tercera vía. 

El argumento de la tercera vía tiene la fuerza del realismo y la experiencia. Supone que, en todo conflicto polarizado, la mayoría se inclina por el centro, el pacto, la negociación, la componenda porque los extremos asustan. Seguramente será así, pero con una condición: que quienes deciden tengan claro qué proponen los dos extremos y los del medio o la tercera vía. Y ahí reside el problema, en que la tercera vía no está definida. Los cinco veedores del PSOE no han pasado de invocar un vagaroso federalismo mucho menos preciso que la Icaria de Cabet. Los del proceso constituyente de Podemos, hacen depender su posición en asuntos catalanes de una inverosímil reforma de la Constitución española. En ambos casos alambicadas construcciones envueltas en brumas.

Enfrentados a tres opciones, un claro y rotundo "sí", un claro y rotundo "no" y una tercera opción, confusa e imprecisa, lo más probable es que los votantes se decanten por las dos primeras con un cálculo de costes-beneficios muy fácil de entender: si ganamos, ganamos; y, si no ganamos y hay que negociar, mejor hacerlo en una posición de fuerza. 

O sea que, si los soldados no hacen falta y los clérigos están callados, los veedores no ven gran cosa.

dijous, 28 de febrer del 2013

Este es el problema.

El problema del golpismo. La permanente amenaza de intervención militar, de la que España no parece ser capaz de liberarse. La última asonada fue en 1981 pero, desde entonces, ocasionalmente, se oye el refunfuñar de algún alto mando del ejército. Suelen ser de la reserva, pero eso no les resta significado; al contrario, se lo añade, pues la situación de reserva pareciera aligerar en los militares el deber de obediencia. El más reciente, ese general exjefe de la infantería de marina quien sugiere la posibilidad de intervención militar en Cataluña. Y con un razonamiento bien curioso. "La Patria", dice, "es un sentimiento, mientras que la Constitución no es más que una ley". Obsérvese el desprecio por la ley. Es imposible explicar a una persona así que la ley prevalece sobre el sentimiento, que si no fuera por eso la sociedad sería imposible pues cada cual se tomaría la justicia por su mano. Imposible de todo punto. Imposible explicarle que sus sentimientos, por muy nobles que se le antojen, no son superiores a los del vecino, quizá opuestos a los suyos. Imposible incluso mostrándole el ejemplo de Gran Bretaña en donde la eventualidad de la independencia de Escocia no ha suscitado ni un murmullo entre el alto mando del ejército. A propósito, va a ser muy difícil explicar por qué lo que puede hacerse en el Reino Unido, no puede hacerse en España. Explicar con razones, no con el cornetín de órdenes.

Por eso, lo más recomendable es aplicar la legislación constitucional vigente y sancionar un comportamiento que está fuera de ella, pues pretende dar autonomía al ejército frente al poder civil. Y este es un asunto no negociable: el Estado de derecho se basa en la supremacía de la ley, incluso en el ejército. Esa propuesta de que la patria está por encima de la ley es inadmisible porque quiere decir que el sentimiento de patria del general y sus amigos prevalece sobre la ley, manifestación de la razón y de la voluntad colectiva. Es posible que el poder político civil requiera la acción de las fuerzas armadas, pero eso no puede ser por decisión de estas, sino de aquel, que la tomará en el contexto de un debate político. Y habrá que ver cómo la justifica en un contexto europeo en donde no se aceptaría una solución militar en España.

La Patria es lo que dice la Constitución. Este es el nudo de la doctrina del patriotismo constitucional que todo el mundo invoca si bien no respeta. En el entendimiento de que la Constitución puede decir otra cosa. Las descripciones de España han cambiado mucho en las Constituciones de los siglos XIX y XX. La descripción actual podría cambiar si así lo decidiera una  mayoría de los españoles pacífica y democráticamente. La Constitución puede reformarse y, si llegara a admitir el derecho de autodeterminación, como muchos propugnamos, este se ejercería a su amparo con todas las consecuencias, sin que los militares tengan nada que decir. Ningún orden político puede sobrevivir con un actor tomando decisiones que influyen en las de los poderes del Estado o las condicionan. En todo caso, el ejército podía aprender de la Iglesia, otro agente que condiciona la acción de los poderes del Estado, pero lo hace sigilosamente, en el secreto de los despachos o las sacristías en donde obtiene pingües beneficios, superiores a los de los militares. Pero no es el espíritu de estos, más aficionados a andar a tambor batiente.

dilluns, 27 d’agost del 2012

Entre Gordillo y Merkel.

Vuelve Rajoy a su forma inveterada de gobernar consistente en desaparecer, ocultarse, mantenerse en silencio y dejar que sean otros quienes comparezcan por él. Es el líder ausente. Hasta la fecha ha sido uso común adjudicar a los dirigentes todo tipo de atributos pero la ausencia, siempre a los muertos, nunca a los vivos. Hasta que llegó Rajoy con el nuevo estilo de gobierno de la doble "A", la Ausencia Autoritaria. El líder no está, no se comunica, no comparece en el Congreso, pero gobierna por decreto. Es un hombre duro.
Si se trata de una neurosis, el presidente podría tratarse; si es una táctica, el asunto se pone más grave. Viene a ser como si se estuviera pidiendo a la ciudadanía que otorgue ciegamente su confianza a un lider del que lo único que se conoce es que es imposible conocer nada de él. Ni siquiera cuánto cobra al mes por todos los conceptos. Y no es el único inconveniente. El otro es que, al no parecer el presidente por lado alguno, adquiere especial visibilidad el gobierno, los ministros, especialmente los que tienen una personalidad más acusada. Sus políticas erráticas y declaraciones, a veces extemporáneas, evidencian la escasa coordinación interna del gobierno, si es que hay alguna. El guirigay que ha montado el ministro de Cultura, queriendo mantener a toda costa la subvención a los centros que ejercen el apartheid educativo por sexos; el que ha provocado el de Justicia con una reforma del aborto que su propio partido no acepta; el monumental desbarajuste que ha conseguido Ana Mato en Sanidad; la rapiña en las subvenciones al desempleo a cargo de la ministra de Empleo que cobra indebidamente 1.800€ mensuales de dietas, cuatro veces y media la prestación que esta regateando a los parados de larga duración. Todo eso y más son dislates de los ministros. Si no gobierna su gobierno es difícil que pueda Rajoy gobernar España que, además, la tiene encendida en el interior y crispada en el exterior.
En el interior, el problema de Rajoy se llama Gordillo. Y es un problema malo porque el alcalde de Marinaleda simboliza la resistencia frente a los atropellos del gobierno y los mercados, es el punto de referencia, aquel a donde se dirigen las miradas de mucha gente que no ve más solución si no organizar la resistencia. Gordillo es un lider de la izquierda incluso aunque la izquierda institucional lo desautorice o se distancie de él, que tampoco puede exagerar porque sus propias bases simpatizan con el dirigente del SAT. En el conflicto entre legitimidad y legalidad, la primera cae más del lado de Gordillo y la segunda del de Rajoy. Pero una legalidad percibida como ilegítima puede llegar a ser un verdadero problema, hasta una revolución.
En el exterior, el Gordillo de Rajoy se llama Merkel. Y el conjunto de la Unión Europea pero, sobre todo, Merkel, la inflexible doctrinaria Merkel.Al unísono con el presidente del Banco Federal alemán la dama ha vuelto a cuestionar que el Banco Central Europeo compre deuda, la posibilidad que implora Rajoy para ir tirando mientras pide el rescate, ese que no iba a ser necesario. Las condiciones del rescate están por ver y no es seguro se vean antes de que la recrudescencia de Grecia termine de un modo u otro, con Grecia dentro o Grecia fuera. Porque eso incidirá directamente en las condiciones del rescate español y, sean estas cuáles sean, no hay duda de que la Gran Nación que no se le caía de la boca a Rajoy no tiene sus destinos en manos propias, ni siquiera en las de los políticos a los que, para su desgracia, ha puesto al mando, sino en manos de personas e instituciones extranjeras que han calado a Rajoy mucho antes que sus votantes, no confían en él pues ya saben que jamás dice la verdad y toman las decisiones sin consultarlo. Es decir, el presidente del gobierno de la Gran Nación sabe tanto de lo que espera a España como el jardinero de La Moncloa.
De momento algo ha quedado claro: el rescate supondrá un condicionamiento de la política económica que, de todos modos, ya está aquí. Paralelamente, Merkel quiere imponer un nuevo tratado de la Unión, una especie de refundación con ánimo de una mayor intregración política. Es decir, no le basta con haber forzado una reforma de la Constitución española en 2011 sino que ahora quiere someter a control de derecho lo que todavía solo es de hecho a través de los famosos hombres de negro.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dissabte, 11 d’agost del 2012

Esperando el rescajoy.

Escondido en algún lugar de su frondosa Galicia natal, Mariano Rajoy,cuya cobardía deja chica su capacidad para mentir, aguarda que escampe la tormenta de verano sobre la Gran Nación que, gracias a él, vuelve a exportar mano de obra barata (esta vez cualificada) y a recibir ayudas humanitarias en forma de alimentos para paliar el hambre como en los tiempos del franquismo.
Vivir de la caridad ajena no es lo único que emparenta este gobierno con la dictadura del genocida Franco. También lo hace la política educativa del pedante meapilas Wert; el palo y tentetieso del francopusdeísta Fernández Díaz; la misoginia del repelente niño Vicente Gallardón; el analfabetismo multifuncional de Ana Mato; el patrioterismo gibraltareño del neofalangista García Margallo; la garrapatería de Montoro el socaliñas; la insultante holgazanería de la gandula Báñez, etc, etc.
Pero, al menos, Franco daba la cara, no se escondía, estaba siempre localizable y no disimulaba. De Rajoy, en cambio, nunca se sabe en dónde está, jamás da la cara y hace que la den esas lumbreras que tiene por ministros, manteniéndose él calladito o mandando decir que está muy ocupado pensando en los problemas de España.
Los problemas de España a este buen hombre le traen sin cuidado. Su jerarquía es muy otra. En primer lugar están él y sus posibilidades de mantenerse en el cargo; en segundo, su partido que hubiera conquistado Andalucía de no haber tenido que ocultar el presupuesto; en tercero la selección española de fútbol, también llamada lamentablemente "la Roja"; en cuarto el vino de Albariño; en quinto los percebes das Rías Baixas...etc, etc. y en nonagésimo nono lugar, España.
Ahora, escondido todo lo que puede y jugando al mus y otros deportes de riesgo, Rajoy trata de ver si el rescate pasa de largo y le permite regresar a Madrid como si hubiera ido a Fátima, a quedarse como está. Pero eso es difícil porque, como siempre, este insoportable fracaso de presidente no ha calculado los presupuestos y consecuencias de sus actos, no porque no sepa calcular sino porque su abulia mental no le deja hacerlo. ¿Cómo iba él a suponer, santo apóstol Santiago, que el malvado Monti le jugaría la perversa treta de pedir un rescate a dos por entender que será más liviano para ambos?
Pero con eso condena el italiano al gallego a la dimisión en cumplimiento del último deseo alemán, enunciado por Der Spiegel: si hay rescate, Rajoy dimisión.
¿Se acuerda el amable lector de cuando la prima de riesgo se llamaba "Rodríguez Zapatero" según esa ratita hacendosa de Sáenz de Santamaría? ¿Quién iba decir que sólo unos meses después no ya la prima de riesgo sino el rescate mismo se llamaría Rajoy; o sea, Rescajoy?
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dimecres, 25 de juliol del 2012

Está todo calculado.

El país vive en un estado de shock permanente, del de la acreditada teoría de Naomi Klein. A la angustia de la situación de estar a la espera de un duro castigo, se añade la complementaria de haber sido testigos de lo que sucedió con el vecino griego. La virtual certidumbre de que aquí pasará algo parecido en este mes de agosto. Es cruel tener un pueblo entero viviendo en zozobra, sin saber si el mes próximo dispondrá de sus previstos ingresos o sufrirá una nueva merma de cuantía imprevisible. Y no parece que el gobierno esté haciendo nada por evitarlo, supuesto que quiera. Al contrario, sigue empeñado en un discurso negacionista -no hay rescate, no hay riesgo, no hay condiciones, no hay intervención- parecido al negacionismo de Zapatero al comienzo: no hay crisis. Un discurso absurdo que choca con la convicción generalizada en Europa de que la cuestión no es si habrá rescate o no sino cuándo se hará oficial pues ya es un hecho. En consecuencia, el prestigio del gobierno español en Europa está bajo mínimos.
Lo fácil es culpar de la situación a la fabulosa incompetencia de los gobernantes y es lo que hacen muchos analistas, comentaristas y asombrados actores políticos europeos. Efectivamente, el gobierno derrocha incompetencia en medida insólita. Ofrece la imagen de un grupo de gentes que no saben lo que quieren y son incapaces de comunicárselo unos a otros, mucho más a la opinión pública.
Pero eso es demasiado fácil. Dando la impresión de no saber lo que dicen ni hacen la acción de los gobernantes del PP en el fondo está muy pensada, pero pensada para el coleto y los intereses de cada uno de ellos, no los del país ni los del mismo gobierno.
Rajoy, en su obsesión por sustituir al Rey y ponerse así galanamente au-dessus de la mêlée, ha creado un gabinete de seguridad nacional en La Moncloa para ayudarlo en las situaciones de emergencia internacionales y nacionales en las que suele desaparecer. La idea puede antojarse absurda pero no lo es. Con un gabinete así podrá mandar a alguien en su nombre a visitar las zonas de catástrofe (por ejemplo, Girona, en donde no ha puesto el pie, como tampoco lo hizo en Valencia) sin que le acusen de inhibirse y de insensibilidad. De esta forma el gran hombre se identifica con el monarca al que, si se mira bien la foto, ya está desplazando del centro de la imagen.
Con sus sofismas sobre los derechos de los discapacitados en proceso de nacer y su ataque a la ley del aborto que hace cinco meses le parecía bien, Gallardón parece irse por los cerros de Úbeda del renacimiento del nacionalcatolicismo y perder el mundo de vista. Es posible, pero lo que el exalcalde no pierde de vista es su propia carrera política y esta causa tan malvada como reaccionaria trata de ganarse a los sectores más ultras del partido para su posible candidatura a la presidencioa del gobierno cuando Rajoy termine de dársela.
El ministro de Hacienda, De Guindos, enlaza un vuelo con otro, peregrino de las haciendas y cancillerías europeas, en procura de alguna declaración que fuerce su relato de los hechos y augure una pronta aplicación de los famosos -y etéreos- compromisos de Bruselas. Ayer estuvo importunando a Schäuble en Alemania, pero solo consiguió una repetición de las ambigüedades de rigor acerca de cada cosa a su tiempo.  Y del Banco Central Auropeo, que es de lo que se trata, al parecer, ni se habló. No importa; lo que quiere De Guindos es escenificar su incansable actividad para salvar a España mientras el presidente del gobierno inaugura pantanos.
Lo mismo pretende hacer el ministro de Exteriores, García Margallo, cuyo activismo lo lleva a inventarse comunicados conjuntos con importantes socios europeos.
Desde fuera del gobierno, pero cerniéndose siempre sobre él, como gobierno en la sombra del propio partido, reaparece Esperanza Aguirre con  ese tono zarzuelero y muy de corrala madrileña que los analistas llaman "populismo". Carga ahora contra las mamandurrias con lo cual se postula como la alternativa a Rajoy en la dirección del partido, como aquella a quien no temblará el pulso para hacer los recortes a los que Rajoy no se atreve. Al propio tiempo, hablar de mamandurrias ajenas hace olvidar las propias, o eso piensa Aguirre cuya concepción patrimonial del poder político es evidente. No está claro, sin embargo, que vaya a salir limpia del proceloso asunto de Bankia.
Lo tienen todo calculado para sus intereses personales pero no saben nada de cuanto sucede fuera. Y de fuera vendrá quien pobre te hará.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dilluns, 23 de juliol del 2012

En capilla.

De cómo despierte hoy la prima de riesgo dependerá que el Reino de España, la Gran Nación, sea intervenida o no. En realidad, esta alternativa es absurda porque, como sostiene Felipe González en una magnífica entrevista que le hace en El país Soledad Gallego-Díaz, el país ya está de hecho intervenido y por la muy módica cantidad de 30.000 millones de euros. En efecto, parece como si no hubiera alternativa. Es intervención sí o sí. There Is No Alternative o principio TINA. ¿Les suena? No se le caía de la boca a Margaret Thatcher. Lo invocan siempre los conservadores. En él se refugió Mariano Rajoy al presentar la batería de medidas de expolio de las clases medias y las más necesitadas; que no podía elegir sino entre lo malo y lo peor; que no había alternativa. Es un principio consolador al que se acogen otros politicos, aunque no sean conservadores. El mismo Felipe González, siendo presidente del gobierno, sostenía que su política económica (la de la reconversión industrial) era la única posible.
No veo cómo el principio TINA va a evitar que, si España queda en una situación imposible, Rajoy presente su dimisión. Llegó con la promesa de salvar a España del desastre (incluida alguna baladronada acerca de su capacidad para suscitar la confianza en torno suyo, con su mera prestancia) y la ha conducido a él. Solo le queda la dimisión. Esta salida presenta la ventaja añadida de acarrear la de los ministros, con lo que no podrán hacer más daño, especialmente los dos monaguillos de la iglesia en el gobierno, Wert y Gallardón. Los mentideros de la Villa y los que se dan en la redes, hierven de cábalas sobre cómo va el PP a librarse de la carga de una presidencia literalmente noqueada, si se optará por un gobierno de tecnócratas o si por uno de coalición nacional.
Así, claro, no vamos muy lejos. Pero es cuestión de preguntarse si se puede ir. La citada entrevista de González quiere ahondar en la comprensión de la situación actual. Gallego-Díaz es una periodista de fuste y categoría, plantea las cuestiones de forma directa y empuja a González a explicarse sobre las causas de la crisis, la forma de encararla y gestionarla y el juicio que le merece lo que se está haciendo. El expresidente se explica ampliamente pero no estoy seguro de que todo lo que dice sea inteligible. Uno tiene la sensación de que en su discurso a veces se pierden los términos de referencia.
No tiene mayor importancia. El momento de Europa y España es insólito, nuevo y, en algunos aspectos, inexplicable. Cuando la vicepresidenta del gobierno decía el viernes en rueda de prensa que no se explicaba por qué no había otro tipo de reacción en Europa era así, no lo entendía, al menos desde su perspectiva. Hay muchas cosas que no se entienden en la crisis. Y antes de ella. Abundan las cábalas sobre el destino del euro. Y por primera vez se repara en que quizá su precipitada puesta en marcha fue el primer patinazo de una historia imposible. Porque la pregunta debía de haber sido: ¿Pueden Estados independientes dotarse de una moneda común que no sea la del más poderoso entre ellos? La respuesta solo podía ser "no". Pero como los Estados decían no ser ya completamente independientes, dieron ese paso (bien es cierto que no todos) y entraron en un terreno que no controlan, que nadie controla y que muchas veces no se entiende. Una situación en la que un euro en Berlín vale y no vale lo mismo que en Madrid. Así lo señala también González.
Los mercados son entes que reaccionan en función de datos no solamente (muchas veces ni siquiera principalmente) económicos sino de todos, los políticos, los sociales y hasta los psicológicos. Los mercados no reaccionan igual ante Zapatero que ante Rajoy.
Rajoy es un presidente achicharrado por la hoguera de la deuda y la de los incendios forestales, los dos términos que encierran la clave de un fracaso monumental. Por atender a las urgencias exteriores descuidó las interiores. Perdió fuera y perdió dentro. Y lo hizo, además, con una irritante falta de estilo: cuando el incendio de Valencia, estaba en Ucrania viendo el fútbol; cuando el no menos terrorífico de Girona, ya nadie sabe en dónde está. Pero no está.
Lo mejor es que deje de estar del todo.
La oposición mayoritaria apenas levanta cabeza. Su permanente oferta al gobierno es permanentemente ignorada por una mayoría soberbia que se permite el lujo de desear que los ciudadanos en paro se jodan con las medidas que se están tomando. Y la está dejando en mal lugar frente a una opinión pública que vira sensiblemente hacia la izquierda según se van haciendo sentir las mordeduras de la crisis. En una situación de creciente polarización, las posiciones intermedias, aunque sigan siendo probablemente las más ricas y matizadas, no concitan el apoyo de las mayorías. Son las opciones nacionales minoritarias, IU y UPyD, las que parecen recoger la lealtad de esos sectores sociales que el PSOE está perdiendo. No creo que la evolución lleve a materializar el famoso sorpasso anguitiano, esto es, IU por delante del PSOE en votos, ni siquiera con el antecedente de Syriza y el PASOK. Pero sí es muy posible que haya un fraccionamiento del voto de la izquierda. Lo cual no estaría mal si pudiera formarse un gobierno de unidad al estilo andaluz. Pero lo más probable es que el fraccionamiento posibilite el gobierno de la derecha.
En todo caso, tiempo habrá de dilucidar estas cuestiones. Lo urgente ahora es saber cómo nos deshacemos de un gobierno fracasado y lo sustituimos por otro más eficaz.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

diumenge, 22 de juliol del 2012

Esperando el telegrama.

El presidente del gobierno está, como acostumbra, escondido. El gobierno, siguiendo su valeroso ejemplo, también. Hasta la legión de fascistas que tienen contratada de trolls para aburrir a las ovejas en las redes está callada. La comunidad de Valencia, esquilmada, expoliada, arruinada merced al ejemplar gobierno de Camps, (que Rajoy quería aplicar en el resto de España con esa inteligencia que lo caracteriza) pide rescate al gobierno de España que, a su vez, está pendiente de que lo embarguen y desahucien por incompetente, bravucón y manirroto. Detrás de Valencia, Murcia, otro ejemplo de robo y latrocinio institucionalizado como impronta de la sabiduría de la derecha. Y cuando la realidad no deje otro remedio a Aguirre que decir la verdad del desastre que ha organizado en Madrid a base de despilfarros propagandísticos, dádivas, corrupciones, el panorama será ya desolador.
Mientras estuvieron en la oposición se ensañaron con el gobierno; no le prestaron ayuda alguna sino, al contrario, lo torpedearon cuanto pudieron. Una vez que son ellos quienes gobiernan se ha comprobado no ya que son una pandilla de incompetentes y reaccionarios que solo sirven para suprimir derechos de las gentes, sino un puñado de desalmados sin escrúpulos que, como los especuladores de los mercados, habían apostado porque España cayese (dicho por ese Montoro, cuya infamia, al parecer, no lo obliga a dimitir) para así hacerse con el poder. Y como gobierno, probablemente el peor que haya tenido este país jamás, incluidos los de Aznar, que ya es decir.
Dado su férreo control sobre unos medios de comunicación (incluidos los públicos a los que manipulan hasta arruinarlos) sin la menor decencia, el PP todavía tiene engañada a una parte de la población en España. Pero en Europa, al no funcionar la censura pepera, ya los tienen calados.
Mañana la prima de riesgo decidirá la fecha exacta del rescate.
Rajoy debiera presentar su dimisión acto seguido.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

Ese maldito Estado.

Corren hoy los neoliberales desesperadamente de un lugar a otro suplicando la intervención económica de estas o aquellas entidades internacionales. Han protagonizado todas las intervenciones económicas del Estado que gobiernan en todos los mercados del país; han intervenido en los salarios, los beneficios, los impuestos, las subvenciones, los precios, en todo, absolutamente todo. Han intervenido impidiendo que cayeran unas empresas privadas, los bancos, y bloqueando por tanto la acción de la ley de la oferta y la demanda.
¡Cualquiera diría que no hace mucho estos mismos neoliberales despotricaban contra el Estado, su intervencionismo asfixiante, su hipertrofia, parasitismo, anquilosamiento, corrupción, etc., etc.! Sus ideólogos siguen empleando el mismo tono. Los más recalcitrantes no solo exoneran a su doctrina de responsabilidad en la crisis sino que achacan esta a la contraria. O sea, la culpa de la crisis recae sobre el desaforado intervencionismo del Estado, ese Estado del que los políticos neoliberales echan mano de continuo para intervenir en el libre mercado en beneficio de las empresas, especialmente de la banca, que son quienes financian la doctrina. Es patente el carácter ideológico de la teoría, su función puramente instrumental; sirve para decir una cosa y hacer otra. No merece la pena tomar en serio doctrinas que son falsas y justificatorias. No obstante cabe hacer una breve referencia a esa extraña obsesión de los neoliberales con el Estado.
Uno empieza a sospechar cuando cae en la cuenta de que, curiosamente, una gran parte de estos neoliberales, baluartes contra el intervencionismo estatal, adalides de la libertad de los mercados, debeladores de los sempiternos funcionarios, son, a su vez, funcionarios: abogados del Estado, inspectores de Hacienda,  catedráticos de Universidad, fiscales (Gallardón es fiscal), técnicos de la Administración del Estado, etc. La guerra contra los funcionarios es la guerra contra el Estado en general, incluido el estado del bienestar y el de derecho.  Emprendida por unos funcionarios que no tienen inconveniente en atacar la función pública pues saben que no volverán a ella ya que una vez cumplido su mandato, los nombran asesores o consejeros de las grandes empresas que se han beneficiado de sus políticas de desregulación, privatización, etc.
El discurso es: hay que conseguir que el Estado se repliegue sobre sí mismo y el mercado se expanda porque es el ámbito de la libertad. Esa mayor libertad se paga al precio de menos igualdad. No es tarea, dicen, del Estado fomentar la igualdad entre la gente. El Estado no debe tener fines morales sino jurídicos. Para igualdad, basta con la igualdad ante la ley. Luego resulta que esto tampoco es cierto y que ante la ley, como en la obra de Orwell, unos son más iguales que otros. Los escrúpulos que algunos puedan sentir se acallan recurriendo al conservadurismo, que es el hermano gemelo del neoliberalismo, un conservadurismo casi victoriano según el cual la holgazanería engendra la pobreza y esta el vicio y el crimen, mientras que la laboriosidad engendra la riqueza y esta la virtud. En resumen, el pobre lo es por inmoral.
Para la masa, la igualdad ante la ley es suficiente. Esto puede aumentar la necesidad y hacer que se planteen problemas de orden público. Nada que el Estado no pueda resolver con la violencia a su disposición. La ley está para garantizar el orden público y la más absoluta libertad en las transacciones mercantiles. Todo debe depender del mercado que tiene sus mecanismos regulatorios. Pero además de la ley que protege la seguridad del mercado en general, el interior de este la única ley que tolera es la del más fuerte. Hasta ahora los neoliberales han admitido a regañadientes que el Estado interviniera cuando la ley del más fuerte, esto es, la de la oferta y la demanda producía disfunciones graves, cosa que este hacía porque, como reza la leyenda en la cubierta de la famosa edición príncipe del Leviathan de Hobbes, que reproduce las palabras de Jehová al describir a Leviathan: "No hay en la tierra poder que pueda comparársele". (Job, 41, 24).
Pero eso era antes; ahora sí lo hay. Sí hay un poder europeo, un superleviathan, capaz de doblegar el Leviathan español que los neoliberales están encantados de destruir pues es lo que siempre habían predicado. El error consiste en poner a cuidar del Estado a sus enemigos.

dissabte, 21 de juliol del 2012

El drama de la realidad

La política, esa tan denostada actividad, tiene a veces momentos dramáticos, que suspenden el ánimo y hasta acongojan. Hay algo tremendo, casi shakesperiano en el destino de este gobierno. Todavía tenemos en la memoria visual (y, si no lo tuviéramos, ahí está Youtube para ayudarnos) la seguridad, el aplomo, incluso la alegre ferocidad con que los más conocidos antihéroes del PP, Sáez de Santamaría, Cospedal, Montoro, González Pons, el propio Rajoy, ponían en ridículo los afanes de Zapatero por mantener el país a flote con la prima de riesgo en torno a los 160 puntos básicos. ¡Cómo se indignaban por el empeño de aquel de mantenerse en el gobierno, arrebatándoles el lugar que les correspondía por derecho propio y porque traían las fórmulas infalibles para reconstruir la situación! ¡Qué impaciencia sentían por la morosidad del sociata al que ya nadie en Europa escuchaba! ¡Qué de chanzas y chirigotas sobre la incompetencia zapateril!
Es impresionante verlos ahora, siete meses después, en los que los acontecimientos vertiginosos los han vapuleado sin piedad, que no son sombra de lo que fueron. Semejan zombies, zombies asustados. Cariacontecidos, cabizbajos, sin reflejos, muchas veces sin poder contenerse, comparecen porque no tienen más remedio a mostrar que no saben por dónde andan, a quejarse, a preguntar al aire porqué las cosas no son como ellos creen que debieran ser, a echar las culpas al maestro armero, desde luego Zapatero, después las Comunidades Autónomas, luego el Banco Central Europeo y mañana, quizá los Sabios de Sión. Cualquiera menos ellos que lo hacen todo de cine. De cine de enredo, de equívoco, cómico. Como cuando es imposible averiguar la cuantía exacta de las necesidades españolas porque un ministro contradice a otro y los dos, a su vez, al presidente del gobierno que aprovecha la ocasión para mostrar que tampoco sabe de lo que habla.
Y este está resultando uno de los aspectos más insólitos de esta crisis, el del comportamiento imprevisto de Rajoy. Se trata de un presidente que vive oculto. Comparece en el parlamento lo mínimo imprescindible, suprime el debate sobre el estado de la Nación y no somete sus medidas a deliberación en sede parlamentaria porque gobierna por decreto, fiado en su mayoría absoluta. Fuera del Parlamento la situación es peor: no concede ruedas de prensa y, si alguna concede es sin preguntas y no hace declaraciones salvo sobre asuntos colaterales, como los partidos de fútbol. Creo recordar que, mientras Valencia ardía, Rajoy estaba en el extranjero contemplando algo de eso. Es un presidente furtivo del que jamás es posible obtener una idea clara, un propósito específico. Todo es ambiguo e inseguro y hay serias dudas sobre su capacidad de raciocinio.
Asegura con frecuencia que sabe lo que tiene que hacer (estos de Público son unos mal pensados) pero es un saber extraño ya que, por otro lado, el mismo personaje afirma que hace lo que tiene que hacer pues no hay opción ni alternativa. Al final, cuando la cosa se ha complicado mucho la simplifica pidiendo un acto de fe. Los frutos de las medidas de hoy se verán en el futuro. Sin duda. Y a partir de ahora, si son amargos, pueden perseguirnos como el fantasma de Banquo a Macbeth.
Al estar las cosas como están uno pensaría que el presidente del gobierno podría romper su acendrada afición al ocultamiento, hacerse presente en el puente de mando, ahora que la mar de la deuda se pone brava y dar seguridad y vigor a la tripulación mostrando su pulso firme y certero juicio. Pero ni lo uno ni lo otro. Rajoy ha vuelto a desaparecer, como tiene por costumbre en los momentos más críticos, aunque supongo que habrá dejado su número de móvil a alguien. Desde luego ha de ser muy duro comparecer en público y que alguien te pregunte qué datos tenías en 2008 para decir que Valencia era el ejemplo de lo que tú querías hacer en España y si esos datos son los mismos con los que operas ahora cuando ese milagro valenciano ha resultado ser un monumento al dispendio, la corrupción y el caquismo, obra de un conjunto de farsantes, logreros y ladrones a los que tú ponías como ejemplo de buena gestión económica.
(La imagen del centro de la portada de El País es una foto de La Moncloa en el dominio público). Por cierto, recuerda lejanamente las comparecencias de ETA para sus truculentos comunicados. Si se les ponen sendas capuchas con photoshop por ejemplo, pueden quedar muy propios.

divendres, 6 de juliol del 2012

El hombre inadecuado en el momento inoportuno

Más de uno y más de dos deben de haberse preguntado estos días si la derecha no tendrá un líder más eficiente, más acorde con los tiempos, más familiarizado con la política contemporánea europea que Rajoy Brey. Su título al cargo, se recordará, proviene de la unción de Aznar al modo en que Fraga lo había ungido a él. Pero si el juicio de Fraga fue acertado, el de Aznar, no. Por lo demás, como casi todos los suyos, desde la foto de las Azores hasta la decisión de hacer tragar a la opinión contra toda razón y evidencia que la autoría del atentado del 11-M es cosa de ETA. No fue una buena decisión ungir a Rajoy porque no está a la altura de las circunstancias.
El empeño del presidente en enfrentarse solo a la crisis, desdeñando las continuas ofertas de colaboracion del PSOE, indica un desconocimiento pavoroso sobre los usos y costumbres de la democracia europea. No ayuda en absoluto que, debido a su ignorancia de los demás idiomas de la Unión, Rajoy se encuentre siempre aislado y no dé con una vía de trato distendido con sus colegas. Tiene entre estos una fama espantosa de incompetente, altisonante, vacuo y nada de fiar. En definitiva se cuelga a Rajoy el estereotipo europeo del español.
El 20-N los españoles votaron un espejismo. Lo hicieron convencidos de que la prima de riesgo se llamaba Zapatero/PSOE; ciertos de que que con Rajoy retornaría la confianza internacional en España y la prima de riesgo volvería a límites razonables; seguros de que la derecha gestiona siempre la economía mejor que la izquierda, sobre todo en momentos de crisis; esperanzados en que se reabsorbería el paro por arte de birlibirloque. Nada de eso ha sido cierto sino todo lo contrario. La confianza en España es inexistente, la prima de riesgo está desbocada e imposibilita la financiación misma de la deuda. Es decir, si esto no se corrige radicalmente y con rapidez, España está destinada al rescate sin más, tan rescate que hasta el presidente habrá de llamarlo así.
Ese podría ser el momento en que Rajoy fuera pensando en la dimisión y en su substitución por alguien con un nivel mayor de competencia. No está ni medio bien que quien presidió el país mientras se negaba la necesidad del rescate para rebautizarlo después como "línea de crédito" sea quien haya de presidir la dura etapa de gobierno en un país rescatado y, por tanto, intervenido.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dijous, 28 de juny del 2012

Pobre, pedigüeño, pesado y panoli.

Ya está el prodigio de clarividencia, el señor de los hilillos, el hombre previsible en Bruselas diciendo esas altisonantes vaguedades y perogrulladas que nadie escucha en Europa y que La Razón vende en España como si fueran la milenaria sabiduría de Confucio. Como siempre, sus declaraciones desconciertan a quienes recuerdan las anteriores. Por fortuna para él eso solo pasa con sus incondicionales de la prensa carcunda en España porque, fuera de ella, que Rajoy hable o deje de hacerlo es indiferente. De tal modo acabamos de enterarnos de que ahora se opone a que haya una inyección directa de fondos europeos en la banca española, cosa por la que parecía dispuesto a partirse el pecho hace 24 horas. Le ha llevado más de una semana comprender que la idea no es del gusto de Merkel, su faro, luz y guía.
Va de estadista decidido y hombre de ideas pero nadie ignora que carece de ellas y expone confusamente las escasas que tiene. Su posición en el cónclave europeo es harto incómoda. O lo sería para alguien que tuviera algo más de sensibilidad: representa un país arruinado por la torpe y delictiva gestión de sus élites dominantes; es pobre. Acude de solicitante a una reunión de Epulones que lo miran con desconfianza porque están hartos de no saber qué quiere; es pedigüeño. Es insistente y contumaz, o sea difícil de soportar; es pesado. Y, por último, no sabe ni lo que dice; es un panoli. La prueba del nueve es sencilla: invoca el discurso de la austeridad germánica que gusta a Merkel, pero está interesado en que triunfen las tesis de Hollande a las que, sin embargo, él se opone en España, de forma que aplica exactamente las políticas contrarias a las que su propia acción exterior demuestra que son las convenientes para su país.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dilluns, 25 de juny del 2012

¿De Guindos o De Risa?

Primer párrafo de la carta con que De Guindos pide el no-rescate financiero. Ejemplo sublime de la primera parte contratante de la primera parte...:

"Tengo el honor de dirigirme a Usted en nombre del Gobierno de España, para solicitar formalmente asistencia financiera para la recapitalización de las entidades financieras españolas que así lo requieran. Esta asistencia financiera se enmarca dentro de los términos de la ayuda financiera para la recapitalización de las instituciones financieras. La elección del instrumento concreto en el que materializará esta ayuda, tendrá en consideración las diferentes posibilidades disponibles en la actualidad y aquellas que se puedan decidir en el futuro."


El resto de la carta, no menos desternillante, en El País

(La imagen es una foto de World Economic Forum, bajo licencia Creative Commons).

Mato y Cospedal son lo natural.

¡Qué lunes! De Guindos manda una misiva a Juncker, presidente del Eurogrupo, el de la pasta, en plan oficio franquista de los de dios guarde su vida muchos años, pidiendo dinero estilo Rinconete y Cortadillo: sin especificar cantidad, sin detallar condiciones, plazo de devolución ni interés. Primer Año Triunfal del Nuevo Régimen de Rajoy: suelten la guita, roñosos, calvinistas, protestantes, masones, que viene la grandeza del imperio. Lo irritante de los prejuicios europeos sobre los gobernantes españoles es que son ciertos: bombásticos, pretenciosos, gritones, harapientos, obtusos y sin hablar más lengua que la suya y esa no bien del todo. Le va a caer una chufa a este pintoresco ministro que, si fuera de otro país, dimitiría. A nadie le gusta que lo tomen por tonto y mucho menos, un tonto. De momento ya le han contestado que espere, que le mandarán el pliego de condiciones. Y será entonces cuando este esperpéntico De Guindos encuentre ocasión de explicar (sic) las cosas a Juncker, que ya hace falta ser petulante.
A su vez, Rajoy ha ido a mover el rabo ante el sanedrín de la patronal y por eso ha advertido ya que se avecinan nuevas reformas económicas "difíciles". No dice cuáles porque las desconoce hasta que los empresarios se las dicten. Pero ya se malicia él, no siendo tan negado como su ministro De Guindos, que no serán plato de gusto. A la gente nos sobra el dinero. Si no, ya habríamos incendiado el país, protestando contra los 100.000 millones de no-rescate que tendremos que pagar a la banca. Por tanto, es lógico que, además de pagar el no-rescate, nos rasquemos el bolsillo para que los empresarios aumenten sus ya escandalosos márgenes de beneficios.
Mientras los hombres del gobierno andan en la ruda pendencia con los pérfidos enemigos de España, en honor al principio de igualdad de género, la función de bufonas corresponde a las mujeres. ¡Gran conquista! ¿Por qué el oficio de bufón ha de ser una reserva machista cuando algunas damas lo bordan? Vean a Ana Mato diciendo ante selecta concurrencia de su partido que se proponen sustituir fármacos por "algo natural". Ella podría empezar por zamparse kilo y medio de zanahorias, a ver si le mejora la vista y se percata de que hay un jaguar en su casa. En cuanto a los demás, es muy sencillo. ¿Que le duele a usted la cabeza? Nada de aspirina, que es cara. Salga al campo y dé un mordisco al primer sauce que vea. Ya verá cómo se le pasa.
La otra, que es como Bertoldo, Bertoldino y Cacaseno en una sola persona, sostiene que gracias al PP se ha salvado o se salvará la sanidad española. Es muy sencillo: se procede por el inteligente sistema ideado por los franceses durante la primera guerra mundial, llamado triage y que hoy se ha recogido en algunas urgencias españolas, aunque con buen tino. Consiste en dividir los pacientes en tres grupos: a) los que sanarán aunque no se haga nada; b) los que no sanarán, se haga lo que se haga; c) los que sanarán o no, según lo que se haga. A los a) se les da algo matosamente natural; para los b) se preparan buenos tanatorios de gestión acelerada; es en los c) en donde se concentrará la acción de las administraciones del PP que la entregará en manos de amigos, allegados, parientes y enchufados que quizá no tengan mucha idea, pero sabrán rezar. Y así se salvará la sanidad española, hace un par de años una de las mejores del mundo y hoy camino de ser una de las peores.

(La primera imagen es una foto del PP de Madrid, y la segunda una de Chesi - Fotos CC, ambas bajo licencia Creative Commons).

dimecres, 20 de juny del 2012

Hablar es de rojos.

De los gobiernos de Rodríguez Zapatero se decía que tenían un problema de comunicación, que no comunicaban bien, que dejaban que el adversario le fijase la agenda y aceptaban sus marcos (frames) de referencia. Al decirlo gentes tan duchas en estas complicadas lides de la comunicación, uno tendía a darles la razón y así ZP pasó a la historia como un pobre comunicador y sus gobiernos como incapaces de explicar su labor.
Estas cosas no suceden con el gobierno del PP. Rajoy no comunica mal; simplemente no comunica en absoluto, no permite preguntas, no contesta a las que se le hacen, no comparece en sede parlamentaria, no autoriza debate sobre el estado de la Nación, no llama al dirigente del principal partido de la oposición ni habla con nadie de política. Es un lider aislado, mudo, ansimismado, ausente. Su comportamiento es una mezcla de miedo escénico, complejo (merecido) de inferioridad y actitud autoritaria, casi dictatorial, según la cual la gente debe obedecer y no hacer preguntas. Es el comportamiento tradicional de la derecha en España. Los caudillos por la gracia de Dios, según fue Franco, quiso ser Aznar y acabará siendo Rajoy gracias a sus defectos, no deben perder el tiempo comunicándose con la gente del común. Eso es cosa de demócratas y rojos. Ellos están para más altos menesteres. O eso dicen pero, en realidad, en el caso de Rajoy prevalece el miedo como ya demostró cuando se pidió el rescate y trató de zafarse de la comparecencia pública mandando a de Guindos e intentando salir de naja camino de Polonia. El hombre es un cobarde, un verdadero gallina.
Y no queda ahí la cosa. Además de cobarde, Rajoy es un ignorante. No comunica, no habla, no dice nada porque no sabe nada y cuando cree saber algo resulta que le han engañado. No sabe qué caracteres tendrá finalmente el rescate (al que él llama otra cosa, algo así como "tesoro de Sierra Madre") porque eso depende de las autoridades europeas que no consultan con él, hartas de escuchar sus mentiras, sus farfulleos y dilaciones. A su vez estas autoridades tampoco pueden adoptar política concreta alguna en tanto no sepan el resultado final de la auditoría de la banca que todavía no es conocido. Como tampoco lo conoce Rajoy. Es decir, el presidente no habla porque, además de ser un acomplejado no tiene ni idea de los datos del problema, nadie va a pedirle su opinión a la hora de adoptar decisiones sobre España y, si se le pidiera, daría la más absurda imaginable.
Esto no es un gobernante sino un castigo de los dioses.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

Un maledetto imbroglio.

Palinuro parece algo exagerado al considerar el G-20 una plataforma de retórica. ¿No se está preparando una declaración rotunda en favor de acabar con la crisis de una vez en Europa, llena de determinaciones concretas? En efecto, está preparándose una declaración final (prácticamente todos los encuentros mundiales terminan con este tipo de declaraciones) pidiendo el pronto fin de la crisis en la Eurozona mediante acciones resueltas de los países europeos. Los norteamericanos parecen impacientes por hacer más negocios con sus alicaídos socios y apremian a Frau Merkel a ceder; no saben muy bien en qué pero a ceder pues todo el mundo señala a Alemania como la responsable de la situación de precatástrofe del continente. Palinuro solo conoce el borrador por los periódicos pero ya apunta claramente el contenido de la declaración final. Una de esas repletas de buenos y edificantes deseos sin contenido práctico.
Claro, la declaración anima a la UE a avanzar hacia una unión bancaria, lo cual, interpretado con ese optimismo esencial de los yankies lleva a estos a trompetear que la Unión va a tomar medidas más contundentes contra la crisis. Algunos creen saber cuáles: el Mecanismo de Estabilidad Europeo comprará deuda española e italiana. No sé de dónde se lo han sacado pues los alemanes van por los corros negándolo. Obama puede decir misa; los europeos actuarán a su modo, como se colige del hecho de que la declaración animará mucho a la unión bancaria, pero la expresión unión bancaria no aparece en el texto.
Ciertamente los europeos no se quedarán quietos y, de hecho, ya tienen uno de esos consejos aúlicos de los que tanto gustan en marcha, esa Comisión del Futuro de Europa,. iniciada por el ministro de Exteriores alemán, Guido Westerwelle. Son ocho a nueve ministros de Exteriores (entre ellos el español) puestos a discurrir sobre cómo hacer avanzar la unión política europea. La unión bancaria es una de las primeras propuestas y otras más políticas. Pero esa comisión no va a encontrar mucho eco porque, al parecer, no podrá exponer sus conclusiones en la próxima cumbre europea, muy ocupada con asuntos más atosigantes.
Europa, esto es, Alemania, mira ceñuda a España. Y Francia no presta gran ayuda. Anda el camarada Hollande entonando un discurso gaullista de izquierda. La retórica de la unión bancaria, las contundentes medidas, las claras decisiones políticas quedan atrás, en ultramar en donde, de todos modos, también se ha pedido a Rajoy "rapidez y claridad" para sanear la banca, algo equivalente a darle un coscorrón. Rapidez y claridad a Rajoy. Cuando este llegó al G-20 con la enésima cabriola en reserva: el rescate no-rescate del sábado, épica victoria del paladín ibérico, habíase convertido en un odioso rescate cargado de cadenas cinco días más tarde. Si un volte face de este calibre sorprende hasta a los españoles, ya a acostumbrados a todo, a una alemana, antigua militante de las Juventudes Comunistas, la deja estupefacta e indignada a partes iguales. Y si, además, el meridional sale diciendo que el Banco Central Europeo recapitalice directamente los bancos españoles (antes, incluso, de saber cómo están), la alemana puede tronar como un Thor nórdico aniquilando en su fuego al infeliz Rajoy.
El pobre presidente del gobierno español, sumergido en la soledad del iletrado impecune debe de haberlo pasado muy mal. Quizá ahora entienda los apuros de su antecesor, otro incapaz de entenderse con nadie en Europa por no hablar ninguna de sus lenguas excepto la propia. En fin lo delata en la cara de la foto. Menudo gesto. Y está en la web de La Moncloa en donde, es de suponer, seleccionarán los planos en los que esté más favorecido. Debe de estar hablando un hispánico pues todos llevan puestos los auriculares excepto Barroso y él.
Quizá haya esta semana algún tipo de rescate para España en términos no estrictamente criminales, pero se lo van a hacer sudar a Rajoy. Cosa bastante comprensible. ¿No es el presidente de un gobierno que un día por la mañana anuncia que las auditorías de la banca se retrasan hasta septiembre y, ante la oleada de indignación, se desautoriza a sí mismo y reafirma que las tales auditorías estarán como previsto prácticamente ya?
En cuanto al carácter retórico del G-20, solo un dato: la reunión de México ha aumentado la dotación del FMI en 456.000 millones de dólares de los EEUU para hacer frente a las consecuencias de la crisis en la eurozona. Han contribuido 35 países, pero no los Estados Unidos y el Canadá. Estos dan consejos, pero no dólares. Los consejos salen gratis.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dimarts, 19 de juny del 2012

El último mono.

Es el que siempre se ahoga. Como parece que va a pasar a España con el gobierno del PP, la prima de riesgo, la deuda, le depresión, el rescate que ayer era bueno y hoy resulta ser terriblemente dañino y, sobre todo, con la presencia en La Moncloa de ese prodigio del postmodernismo líquido llamado Rajoy, un ejemplo de pensamiento no ya débil sino inexistente, enclenque, gurrumino, tembleque; de presencia ausente; de palabra inaudible y discurso balbuceante e incomprensible. El hombre de firmes convicciones y sentido común, previsible, el lider que iba a devolver a España la confianza de los vecinos y la autoestima, corre azogado de un lado a otro, como un conejo confuso, se esconde de la opinión pública, sus convicciones duran menos de 24 horas, afirma donde ayer negaba y niega donde ayer afirmaba, balbucea, farfulla fórmulas incomprensibles y, por supuesto, no convence a nadie, irrita a los más y es el hazmerreír de la Eurocámara.
El país ha hecho un flaco negocio encumbrando a este atribulado don Nadie que sólo tiene gestos de firmeza frente a sus propias gentes, por ministr@ interpuest@, y si vienen de una en una y desarmadas, pero es un perrillo faldero ante los poderosos del mundo que hace algunas cabriolas para llamar la atención, pero molesta a la concurrencia con sus ladridos chillones.
Pretendía ahora Rajoy rescatar el país del rescate que él mismo había aplaudido una semana antes. ¿La razón? Al cabo de la semana que le ha llevado leer y entender la letra pequeña, se da cuenta de que se la dieron con queso al aprobar los famosos 100.000 millones que él se jactaba de haber obtenido gracias a su habilidad, fuerza y audacia. Al comprender que ha quedado como el bobo de la feria, ha pretendido enderezar el entuerto en México, pidiendo que se desvincule el préstamo a los bancos del de los gobiernos para que la llamada deuda soberana no se haga agobiante.
La respuesta ha sido rauda, clara, contundente: No. El préstamo es a España, no a los bancos y lo pagaremos los españoles, no los banqueros. Pero esto no es nuevo. Se lo dijo Wolfgang Schäuble, ministro alemán e finanzas, a la media hora de que Rajoy soltara la baladronada de que había sacado 100.000 millones del ala para los bancos. No quiso oírlo o quizá es que no entiende alemán, como tampoco entiende inglés, francés, italiano ni, probablemente, español... Pero todo el mundo sabía que el rescate que Rajoy quería vender como un chollo era un pesado fardo sobre los hombros de su sufrido pueblo. Y ahora que este líder indiscutible se entera de la otra mitad de la misa, de que sus mentiras no cuelan más que en el ABC, El Mundo y La Razón sus socios le dan con la puerta en las narices.
No hay préstamos directos a la banca, dice la Unión Europea con el gesto agrio de la madrastra de Cenicienta y a Rajoy la carroza se le convierte en una calabaza. Lo curioso será averiguar qué cuento inventa para cuando vuelva a casa, aunque lo más probable es que mande a Guindos por delante a tragarse los sapos que correspondan.
Mientras tanto, la intervención total de España avanza inexorable y muchos españoles empiezan a pensar que es mejor estar intervenidos que gobernados por este inútil bombástico falto de las más elementales entendederas. Por el último mono de la cuadrilla. El que siempre se ahoga.
(La imagen es una captura del vídeo de El País)


dijous, 14 de juny del 2012

Las mentiras de Rajoy salen carísimas.

Era una línea de crédito en condiciones de chollo para España; los intereses nacionales se habían impuesto en Europa; no era un rescate; era un crédito sin condiciones; era un dinero generosamente prestado a los bancos españoles; en absoluto al Estado; no afectaría al déficit. No serían los españoles quienes tendrían que pagarlo, sino la banca. Un triunfo para la Gran Nación. Puro surrealismo.
Todas estas y algunas otras mentiras descaradas ha venido diciendo Rajoy en los últimos días. Le da igual si la prensa del mundo entero lo desmiente, salvo el ABC y La Razón (aunque estos no son prensa sino pasquines), que lo dibuje como Pinocho con larga nariz, como un torero perseguido por un morlaco o como un fantoche. Le da igual porque no tiene dignidad. Lo suyo es mantenerse en el poder frente a todo criterio de racionalidad para que sigan haciendo negocios los auténticos españoles, lo banqueros, los empresarios o sea, los creadores de empleo quienes, hasta ahora, se han limitado a destruirlo, así como los curas, las mujeres sumisas y los obreros distraídos.
Gobernar para Rajoy es mentir. Y, si se descubre la mentira, se miente otra vez y otra, con todo descaro, hasta que los hipotéticos contradictores, hartos de batallar, den el asunto por perdido. Este no dar valor a la mentira, este quedarse impertérrito cuando alguien te deja por embustero y te lo suelta a la cara, esta indiferencia ante la vergüenza y el bochorno, es típica de la derecha. ¿Cuántas veces han mostrado ya en primera los periódicos los embustes, las mentiras de Dívar para justificar sus impresentables escapadas a hoteles de lujo con su guardaespaldas? ¿Con qué resultado? Ninguno. No se inmutan. Esperan la escampada, el tedio de la gente, que se hable de otra cosa.
Dívar y Rajoy, Rajoy y Dívar; dos embusteros recalcitrantes, cuyas mentiras contaminan todo lo que tocan. El prestigio del Tribunal Supremo está por los suelos y el del gobierno de España por debajo de los suelos. El de Rajoy no ha existido nunca. Ahora bien, tampoco el desprestigio sale gratis. Precisamente porque el gobierno de España está en manos de embusteros, ineptos y arrogantes, las circunstancias del país, en lugar de mejorar, empeoran y empeoran por la exclusiva culpa de Rajoy. Ahora Moody's pone el bono español al nivel del bono basura y eso tiene un costo altísimo porque encarece aun más la deuda y hace subir la prima de riesgo que, a su vez vuelve a encarecer la deuda. En punto a incompetencia en el gobierno, Zapatero era un as al lado de este inútil rimbombante. Basta con echar una ojeada al gráfico de la prima de riesgo desde que se anunció el rescate. Si esto era la solución, ¿hubiera sido peor la falta de solución?
Se recordará cómo Rajoy, Guindos y el resto de la peña del PP se niegan a admitir que los 100.000 millones sean un rescate y se refieren a él con circunloquios algunos francamente ridículos. Lo mismo hizo Zapatero cuando se negaba a llamar "crisis" a la "crisis", pero ahora es mucho más descarado, mucho más irresponsable y mucho más arbitrario y, sobre todo, como se ve en El País, mucho más peligroso. El extranjero no es España; allí no se puede mentir bellacamente porque te responden con contundencia y te callan la boca; no se limitan a llamarte embustero sino que te dan en los morros. Europa no es España, en donde la gente está achantada y no tiene posibilidad de oponerse en serio. Los medios europeos no son como Telemadrid en donde los empleados tienen la consigna de no pronunciar la palabra rescate y, en efecto, la palabra no se pronuncia en el telediario.
La raíz de la peligrosa irritación europea está en el comportamiento bravucón del gobierno español. Y tampoco es nuevo. Se recordará un episodio durante el gobierno de Aznar cuando este se presentó en Bruselas a pedir más dinero para España mientras bajaba los impuestos en casa. Antes de pedir dinero, le dijeron, deje los impuestos en donde estaban. Ahora viene a ser lo mismo, pero quintuplicado. Ahora es: "Piden ustedes dinero pero van por ahí diciendo que nos lo han sacado. Con ello nos han soliviantado a los demás países en rescate, Irlanda, Portugal y Grecia, todos ellos pidiendo ya un trato igual al de España. Es decir, lo que no hubiera de mentira en la teoría del rescate chollo, desaparece a ojos vistas.
Efectivamente, las mentiras salen carísimas. Va siendo hora de que este presidene mentiroso, improvisador, indeciso y silente deje paso a alguien capaz de hacer frente a la situación. Si necesario es, mediante elecciones anticipadas.
(El gráfico está tomado del blog de Íñigo S. Ugarte @guerraeterna, visto en Twitter).

dimecres, 13 de juny del 2012

El rescate. Hablan los alemanes: surrealista.


Hoy saca el venerable Frankfurter Allgemeine Zeitung, el gran periódico de la burguesía ilustrada alemana, su sección de Feuilleton dedicada a España. En cabeza un artículo de fondo titulado El orgullo de los humildes (Der Stolz der Demütigen). Me hubiera gustado traducirlo y reproducirlo aquí entero, pero tiene derechos de autor que mi débil economía no puede permitirse y, además, tardaría algo en gestionarlos. Y es una pena porque es una pieza extraordinaria, un análisis de la actual situación española con gran conocimiento de causa y sensibilidad, que destila ironía y crítica hacia las autoridades y comprensión y simpatía hacia el pueblo llano, por el que muestra verdadero respeto.
Pero si no puedo reproducirlo íntegro, puedo comentarlo y añadir algún matiz propio.
Empieza el articulista por afirmar que la actitud de Rajoy de negar hasta el último momento que España necesitara un rescate obedece a una tendencia a negar la realidad basada en el orgullo. Por eso, asegura, la gente critica a Rajoy pero, al tiempo, entiende que no ha cedido la plaza sino cuando no tenía más remedio. Luis de Guindos seguía negando la realidad del modo más esperpéntico cuando decía que no había fuga de capitales de España, siendo así que, entre enero y marzo 100.000 millones de euros habían abandonado el país. Es el orgullo de los españoles, sigue diciendo el autor, que prefieren apretar los dientes y mantenerse firmes antes que dejarse caer en trozos. Es la virtud de la entereza que traduce como Vollständigkeit, que no está mal. También es el producto del sostenella y no enmendalla y eso le hubiera sido más difícil de traducir. En todo caso, insiste, la negación de la realidad es el producto del orgullo español, del que los alemanes suelen reírse asociándolo a las corridas de toros y el flamenco.
Aunque se niegue, la realidad existe. Según las autoridades, el rescate no tiene condiciones pero sí las tiene y serán onerosas. Y aquí es donde se da la bifurcación del articulista. Para él (y cito textualmente) la ceguera de las élites tiene algo surrealista. Al llegar aquí, Palinuro se ha puesto a batir palmas al recordar su entrada comparando a Rajoy con el Padre Ubu, titulada Ubú el polaco. Rajoy niega el rescate, es decir, niega la realidad misma en contra de todas las informaciones de todos los medios. Pues bien, frente a esa absurda posición negacionista de las autoridades, correspondiente a la versión acartonada, huera, del orgullo bombástico hispano, propia del gobierno, el articulista destaca la otra forma del orgullo, el de la gente humilde, el orgullo de la humildad de una población acostumbrada a pasarlo mal (excepto por los fastos de la famosa burbuja) y a reaccionar con dignidad y entereza, fiada en la solidaridad y la movilización populares.
Los españoles han reaccionado racionalmente, señala el articulista, con sosiego y debate político que lleva incluso al 15-M a querellarse contra Rodrigo Rato. En España no se ha dado como en Grecia, una ruptura de las instituciones, una oleada de amarga desesperación social y una profunda desconfianza en la pertenencia a Europa. Y es verdad. Esta España, concluye el autor, es, "al mismo tiempo, humilde y orgullosa".
Es un artículo muy bueno y nos aporta una visión desde fuera, no tiznada con las miserables rencillas internas. El PP y el PSOE acaban de llevarse el busto de Azaña en el Congreso de un sitio muy ostentoso, al parecer, a otro en el que apenas se le ve y ya tenemos montado otro perejil. Como el pleno del Congreso de ayer -y esto es, en efecto, surrealista, patafísico- para debatir si se prohiben por ley los silbidos al himno y la bandera, o sea los "ultrajes a España", al fin de cuyo debate, el PP votó en contra de la proposición de ley que él mismo había presentado.
Realmente, el alemán lo ha intuido muy bien. La esperanza está en la gente, en el pueblo, en la multitud ilustrada que es humilde y orgullosa al mismo tiempo; está en que la gente vayamos coordinando nuestras acciones y exigiendo nuestros derechos de forma pacífica pero contundente para poder articular una vía de salida a la crisis porque los políticos institucionales no son capaces de hacerlo. Queda camino por recorrer pero es preciso hacerlo. Debo añadir, por último, que no prejuzgo qué formas tomará esa lucha reivindicativa. Lo ideal es que sea pacífica. Pero si el movimiento pacífico tropieza con represión armada y violenta, se plantea un problema de legítima defensa. Este gobierno tiene una tendencia autoritaria innata a restringir y negar el ejercicio de los derechos cívicos, lo mismo ordena a la policía identificar a los manifestantes pacíficos en Sol, con el fin de multarlos después, que envía la Guardia Civil a disparar pelotas de gomas contra los manifestantes de la minería. Ambas formas de lucha, la del 15-M en Sol y la de los mineros tienen el apoyo de Palinuro.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).