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dilluns, 22 de juny del 2009

Vaffanculo.

Los padres fundadores de los Estados Unidos tenían una desconfianza radical acerca del buen juicio de las masas populares a la hora de tomar decisiones. Por eso elaboraron una Constitución en la que el presidente de la República se elige de modo indirecto, a través de un colegio de electores que son, a su vez, elegidos por la gente. Con el paso del tiempo y a través de lo que los especialistas llaman una mutación constitucional esta elección del presidente ha pasado a ser directa de hecho, ya que el colegio electoral tiene el voto vinculado. Pero la cuestión es que los dichos padres fundadores desconfiaban del buen juicio del voto popular. De ahí que la llamada "democracia madisoniana" sea restringida en cuanto a la participaciónde la gente. Otros pensadores avanzados para su tiempo, antes y después de la revolución estadounidense también pensaban que el voto de la muchedumbre nunca será un buen criterio pues estará dictado por el atolondramiento o la demagogia. John Milton, si ir más lejos; o Immanuel Kant que imaginaba un sistema de "repúblicas" en el mismo sentido en que lo pensaban los constituyentes estadounidenses; o los liberales doctrinarios del XIX.

En nuestra época la mentalidad ha cambiado a favor de una concepción democrática irrestricta fundamentada en la soberanía popular basada en el sufragio universal. Los pueblos eligen a los gobernantes y son los únicos responsables de los gobernantes que eligen. Ha sido el caso del signore Silvio Berlusconi quien, desde que se decidió a entrar en política (cita de El Plural: He decido fundar un partido. Si no entro en política acabo en la cárcel o me arruino), hasta hoy ha sido dos veces presidente del Consejo de Ministros porque ha ganado sendas elecciones ya que la gente lo ha votado. Aquí hace muy al caso la famosa cita de George Bernard Shaw: "Democracy is a device that insures we shall be governed no better than we deserve." (La democracia es un método por el que es seguro que no se nos gobernará mejor de lo que merecemos) .La cuestión es que resulta muy crudo pensar que los italianos se merezcan el gobierno de un payaso que está en el poder para no verse entre rejas o como su amigo Bettino Craxi, exiliado en Túnez, para huir de la justicia en su país.

Este Berlusconi que gana elecciones en Italia por la volontà del popolo tiene un elemento componente histriónico muy elevado. Parece abrigar la idea de la política que comparten los empresarios y banqueros: algo poco serio en donde manda don dinero y los políticos son perfectamente intercambiables. Todo eso con una chocarrería que ya causa asombro en las cancillerías europeas. Para mayor divertimento il Cavaliere aparece ahora involucrado en aventuras con señoritas menores de edad y con prostitutas o asimiladas tanto en su posesión en el campo, Villa Certosa, en Cerdeña, como en su vivienda en Roma, il palazzo Grazioli en la vía del Plebiscito, al lado del palazzo Doria Pamphili. Por lo que dice alguna, el buen hombre se limitaba a contar chistes, a hablar de sí mismo, de su familia, de su mujer, hijos, nietos y a darse pisto; o sea, toda la fuerza por la boca. Pero otra dice que hubo lecho por medio. Más de lo que la Iglesia Católica puede soportar que siempre que aparece el sexo y no es pederastia se pone de los nervios. Ya están los obispos amonestando a Berlusconi. Por último, según se dice, aparece también la cocaína en estas juergas presidenciales en las que se mezclaba lo privado con lo público y aquí se cruza otro umbral de aguante del heroico pueblo italiano. Según cuentan los expertos, saber que Berlusconi tiene algo que ver con la droga desmoronaría a la derecha. Así que prefiere no saberlo. Pero si este Berlusconi, dueño de todas o casi todas las emisoras privadas de Italia (y de las públicas desde el poder) no consigue encandilar al pueblo, todo su esfuerzo por mantenerse por encima de la ley sería en balde. Piénsese, no obstante, qué Estado de derecho será el italiano en el que no es cierto que la ley sea igual para todos ya que, como se ve, algunos están por encima de ella.

En realidad existe un mecanismo muy sencillo de evaluación del grado de popularidad de Berlusconi al día de hoy: la abstención electoral en consultas plebiscitarias, de esas que promueve el leader con ánimo de que lo confirmen en el horizonte de la historia. Aunque el ruido que sus aventuras mediáticas producen casi lo oculta, hay hoy y ayer (días 21 y 22 de junio) en marcha en Italia un referéndum que el poder considera un plebiscito para reformar la normativa electoral italiana (bastante caótica, por lo demás), pasando de un escrutinio proporcional a uno mayoritario de hecho instituyendo una prima en escaños al partido más votado con el fin de conseguir mayorías que permitan gobiernos monocolores, no producto de coaliciones electorales. La reforma establece prima de mayoría para el Congreso y el Senado, igual que lo hacía la normativa electoral de la IIª República española (Decreto del Gobierno provisional y Ley de 1933), si bien no había Senado. En España el sistema fue un desastre porque fabricaba mayorías parlamentarias inexistentes y, mientras que el país real estaba dividido al cincuenta por ciento, el país oficial lo estaba al setenta y cinco/ veinticinco por ciento. Es posible que, de adoptarse en Italia, dé el resultado apetecido, de ir en busca de un bipartidismo de hecho pero también es posible que no se adopte la decisión porque, por ejemplo, el referéndum no funcione. Las bases requieren una participación mínima del cincuenta por ciento más uno y, claro, ganar en votos. A las diez de la noche de ayer, domingo, la participación estaba en torno al 14,6 por ciento en las tres peticiones: prima para el Congreso, prima para el Senado y prohibición de candidaturas múltiples. Si el referéndum fracasara por haber una participación inferior al cincuenta por ciento más uno, il signore Berlusconi debiera ir pensando en fijar el lugar de su residencia como retirado y los demás europeos podíamos empezar a recuperar el respeto por los italianos.

En el ínterin, mientras sigue este personaje, ha triunfado el movimiento Vaffanculo, dirigido por el cómico Beppo Grillo, que todo lector de Pinocho recuerda, orientado contra un sistema político como el actual, en petición de otro referéndum con tres reivindicaciones: 1) que ningún procesado judicialmente pueda presentarse; 2) dos mandatos; 3) listas abiertas. ¿Y si lo propusiéramos aquí?

(La imagen es un montaje de rogimmi, bajo licencia de Creative Commons).


ACTUALIZACIÓN A LAS 17:00

¡El referéndum es nulo! La participación no ha pasado del 22 por ciento, muy lejos del 50 + 1 por ciento necesario para su validez. Es una gran derrota para Berlusconi y su propósito de implantar el bipartidismo en Italia. Además, dada la diferencia que se aprecia entre los "síes" (berlusconianos) y los "noes" más la abstención, está claro que el apoyo activo al Cavaliere es bajísimo, en torno al 19/20 por ciento del electorado.

¡Enhorabuena a los italianos!

dimarts, 16 de juny del 2009

Patrullas fascistas en Italia.

Hay una correspondencia entre las ideologías políticas y determinadas formas de ser. En el caso de los fascismos es especialmente evidente. Los fascistas suelen ser gentes autoritarias, paternalistas, machistas, patrióticas, con cierta proclividad al empleo de la violencia (incluso a su culto) a la que gustan recurrir para abortar cualquier tipo de debate porque consideran que la democracia es un régimen corrupto, en manos de demagogos, ladrones y "pervertidos" concepto frecuente en su discurso aunque no necesariamente claro. Les atraen las formas de organización militaristas y tienen una especie de fascinación infantil por los símbolos, cuanto más estrafalarios y tremebundos, mejor. El ejemplo típico son las calaveras de las SS alemanas. En buena medida estos rasgos dibujan también a las gentes de ideología comunista, con alguna variante que no hace ahora al caso porque de lo que se trata es del autoritarismo fascista y no es nada seguro que quienes se llaman a sí mismos "comunistas" hoy tengan muchos elementos en común con el comunismo de la Tercera Internacional y el reinado omnímodo del estalinismo.

Hay que ver con qué rapidez han saltado los fachas italianos a ofrecerse voluntarios para la formación de las nuevas brigadas ciudadanas para ayudar a la policía ordinaria a guardar el orden en los tres ámbitos en que parece necesitar ayuda: la inmigración, la mafia y la llamada "seguridad urbana" que es un concepto 'omnibus' que puede significar cualquier cosa: desde quitar de la calle a los gitanos hasta suprimir las macofiestas de los chavales. Cada cual entiende lo que quiere, lo que permite emplear a las "rondas" de ciudadanos en lo que les guste a estos o a quienes les den órdenes. Por ejemplo, en hostigar a los inmigrantes para que se vayan o intentar echarlos directamente. Lo primero que han hecho estos voluntarios fascistas ha sido embutirse en cómicos uniformes/demostracion, con camisas caquis, mucho correaje, que recuerda a los fasci di combatimento, gorras de plato que parecen del mariscal Rommel y todo llenos de pegatinas, como cuando eran críos y llevaban la chatarra del gótico. Pero una pinta de fascistas que te mueres. La Guardia Nacional Italiana, claro, un flash-back hacia los llamados misinos, esto es, los del Movimento Soziale Italiano cuyo jefe, Giancarlo Fini, es hoy un burgués respetable que está en el gobierno del Cavaliere.

Aquí la cuestión es que el ministro del Interior y el juez que conoce del caso sostienen que la tal Guardia, por muy Nacional e Italiana que sea, es una organización de partido que contradice las disposiciones prohibitivas de voluntariado a los partidos políticos, centrales sindicales y equipos de futbol; Berlusco tiene uno. Pues es posible; pero ¿qué pasará si vuelven a organizarse pero no dicen nada ni se ponen un nombre pero actúan coordinadamente con un órgano "técnico"? Probablemente lo legalizarían como fue legal Batasuna algún tiempo. La cuestión es que el problema está en la propia ley que es inconstitucional porque priva al Estado del monopolio legítimo de la violencia, al compartirlo con individuos y/o grupos privados. Aunque no lleven armas. Van uniformados, están amparados por la ley, tienen una jurisdicción, poseen fuerza coactiva estatal, aunque desarmados. Esas asociaciones pueden decidir vigilar y hacer cumplir la ley en los barrios de los ricos, desdotando a las fuerzas de seguridad del Estado ("no hay dinero"; "no ha habido ingresos" porque alguien ha bajado los impuestos) y dejando que el crimen se enseñoree de los barrios pobres. Así se demuestra que la pobreza y la crminalidad están correlacionados y se da la razón a los victorianos y muchos eclécticos científicos contemporáneos que sostienen que la ciencia confirma los datos racistas de mayor o menor inteligencia, capacidad moral, etc, según etnias, razas o cualquier otra invención.

El Estado debe dejar de privatizarse. El mercado es necesario para la vida en sociedad, pero no es la vida en sociedad. Hay ámbitos desmercantilizados. Y el Estado debe conservarlos, protegerlos y ampliarlos dentro de un proyecto de sostenibilidad que ya cabría ir iniciando. Entre otras cosas porque, como se ve, la absoluta mercantilización y privatización, hasta de los servicios y bienes públicos más elementales, como la salud, la educación y la seguridad, también rompe los principios del mercado y genera privilegios aunque siempre en favor de los ricos y en contra de los pobres.

Estos pisaverdes a los que sólo falta el penacho de los bersagliere son producto italiano. Como lo son quienes se les opongan, que los habrá. Y, al final, la seguridad urbana en Italia y en otras partes, puede acabar convertida en el famoso campo de Agramante de todos contra todos y que gane el más fuerte. Sin embargo, de estos conflictos, que son el resultado del enfrentamiento de ideologías, tienen que salir las ideas que encarrilen de nuevo el mundo. Pero que lo encarrilen no con recurso al recetario neoliberal, que es el responsable mismo de la crisis sino con el recetario moderado socialdemócrata de ampliar el Estado del bienestar y acudir a las políticas keynesianas convenientemente adaptadas a la nueva situación.

(La imagen es una foto de bandanas vignette, bajo licencia de Creative Commons). La traducción del texto, más o menos: "¿De verdad tenemos que renunciar al saludo fascista?" "Si, mientras financiemos las rondas con fondos públicos es una orden taxativa. ¡Sieg Heil!".

dimecres, 10 de juny del 2009

Hablando de Berlusconi de Roma...

...por la puerta asoma, aquí lo tenemos, en vera efigie, el prohombre contemporáneo, el héroe de Carlyle, el superhombre de Nietzsche, el mando a cuyo imperio se abate la orgullosa majestad de la ley, el que somete con mano firme el ensangrentado caballo alado, la vigorosa lucha final con las fuerzas del mal.

Su comparecencia es siempre heraldo de algún portento mayor, de una decisión insólita que hace crujir las cuadernas del navío. Personifica la solidez y soledad del poder. El guía que toma las decisiones en nombre de todos pero sin ayuda de nadie. Aquel que responde ante Dios y la historia. El encargado de la entrada y el guardian de la puerta de la salida. El depositario del carisma por procedimiento escrupulosamente democrático.

Una figura así encaja mal en el esquema del Estado de derecho. Pero tiene que encajar porque a día de hoy es la única fuente de legitimidad. Que use ésta para socavar la del propio Estado de derecho, para situarse por encima de la ley y romper con el principio mismo del imperio de aquella es parte de la perversión de este tipo de despotismo legal y plebiscitario que ha puesto en marcha Silvio Berlusconi en su país. Una nueva forma de ataque a la democracia para la que (una vez más) ésta no estaba prevenida: el ataque desde dentro, como el gusano de la manzana.

(La imagen es una foto de rogimmi, bajo licencia de Creative Commons).

dilluns, 30 de març del 2009

La resistible ascensión de Silvio Ui.

El estilo berlusconiano cada vez se hace más fascista. El discurso fascista se distingue del nazi no en el fondo, que es el mismo en ambos, despotismo, tiranía, populismo, agresividad, sino en la forma. El fascismo es al nazismo lo que una farsa a una tragedia. Los congresos del Partido de Berlusconi que suele cambiar de nombre siendo el actual Popolo della Libertà cada vez se parecen más a los Parteitage del Partido Nazi. Cambian la escenografía y el atrezzo, pero no el espíritu ni la retórica. No exagero. Quien quiera convencerse que vea aquí más abajo un vídeo que reproduce el discurso inaugural de Silvio Berlusconi ante el pleno de un congreso delirante con miles de delegados que lo aclaman sin parar en vítores atronadores. Una escena de locura típicamente nazi. Escúchenlo hablar. Es la misma retórica huera y sinsentido de Hitler y Mussolini. La declamación permanente. El recurso a los conceptos grandiosos y vacíos. El poder incondicional de un hombre sobre una masa de borregos preparados ya para todo. Véanlo. Mete miedo:



Porque lo peligroso de los procesos de "fascistización" (rama de estudio de la Ciencia Política crítica europea, abandonada desde hace más de treinta años en pro de programas de investigación menos conflictivos, como las transiciones) no son las habilidades de los caudillos, sino la credulidad y docilidad de las masas. Y esto es lo que de concreto ha dicho Berlusconi a las suyas, a sus delegados al borde del histerismo colectivo: Teneis otra misión: hacer crecer los consensos, ganar las elecciones y consolidar vuestro partido. Os nombro a todos misioneros de la libertad. Misioneros de la libertad, como Jesucristo nombrando apóstoles, evangelistas. El duce no conoce límites. Yo, en lugar de Ratzinger, estaría poniéndome nervioso.

Non dimenticare: a estas alturas en Italia hay miles, cientos de miles de misioneros de la libertad que no sé en qué se diferenciarán de los camisas pardas, los camisas negras, los guerrilleros de Cristo Rey, los empleados de la agencia Pinkerton, los batallones de la muerte, los hassissines o las hordas del Gran Khan, pero estoy seguro de que se sabrá en poco tiempo.

Berlusconi quiere reformar la Constitución para dar más poderes al presidente del Consejo de Ministros que es él, claro. Quiere acabar con las escasísimas atribuciones de la Presidencia de la República y convertir el sistema político italiano, típicamente parlamentario en presidencialista, pero congregando los poderes en el presidente del Gobierno y no en el Jefe del Estado. Lo mismo que pidió Hitler aunque a él no le hizo falta reformar la Constitución. Una cámara que no le estaba menos sometida que la italiana al señor Berlusconi, votó servil una Ley de Plenos Poderes (Ermächtigunsgesetz) que se los daba todos a Hitler. Berlusconi quiere lo mismo.

El Popolo della Libertà se ha constituido con la integración en la fuerza berlusconiana de su hasta ahora aliada Alleanza Nazionale, el partido del exfascista Gianfranco Fini que venía del Movimento Soziale Italiano (MSI), fascistas con todas las letras y los saludos brazo en alto que Fini ha dejado de practicar hace pocas lunas para encargarse de su nuevo cometido de presidente de la Cámara, más burgués y menos de noble estilo militar.

La fusión, en realidad, ha sido una absorción. Berlusconi ha fagocitado a Fini igual que los nazis de Hitler se comieron a los conservadores clásicos alemanes, los nacionales, los Stahlhelm. Fini, que es un facista "proleta" por así decirlo, más cerca de las SA que de las SS, había pedido el día anterior un pronunciamiento de Berlusconi acerca de su programa de medidas: calidad de la democracia y reformas institucionales (conjuntamente con la oposición), asuntos económicos (con tres pactos: generacional, capital/trabajo y Norte/Sur) y previsión de la Italia del futuro, multiétnica y multirreligiosa. Berlusconi no ha ordenado una noche de los cuchillos largos de momento pero no ha hecho ni caso. ¿Para qué va dejarse influir por proclamas izquierdistas de este tipo cuando, como puede verse, tiene a las masas enloquecidas y entregadas a lo que diga?

Y no sólo las masas. También las élites están fascistizándose a toda pastilla. El otro día, el señor embajador de Italia en España, don Pasquale Terraciano, publicaba una carta en El País titulada Puntualización en la que denunciaba que el periódico estuviera haciendo una campaña antiitaliana y de lo que se quejaba en concreto era del juicio muy negativo que sobre Berlusconi vertía en el diario en un artículo de opinión el señor Félix de Azúa. Es decir, el señor Terraciano, embajador de un país democrático, pide que se censuren las opiniones en la prensa. Cierto, el señor Terraciano es un fascista y un fascista no hace granero. Pero la cuestión ahora es ¿cuántos terracianos hay en las embajadas italianas, en los ministerios, universidades, empresas, iglesias? ¿Cuántos intelectuales y líderes de opinión italianos están dispuestos a censurar las opiniones ajenas? A juzgar por el congreso de ayer, muchos. Y eso es el fascismo: un despotismo personal apoyado en una mayoría. La peor, la más odiosa, imbécil y a la postre criminal forma de la tiranía de la mayoría.

(La imagen es una foto de rogimmi, bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 18 de febrer del 2009

¿Qué pasa con la izquierda italiana?

Hubo un tiempo en que la izquierda española miraba a la italiana con admiración y sana envidia. Se estudiaba y se comentaba a Gramsci, se escuchaba con respeto a Enrico Berlinguer, como se había escuchado antes a Palmiro Togliatti, se leía a Giorgio Napolitano (hoy presidente de la República), Umberto Cerroni, Galvano della Volpe, Norberto Bobbio, Rossana Rossanda, etc, etc. Eso se ha acabado. Desde los años noventa, la izquierda italiana ha entrado en barrena. La dimisión ayer de Walter Veltroni, secretario general del Partido Democrático pareciera venir a darle la puntilla.

En este desastre parece haber razones específicamente italianas y otras propias de la izquierda en el mundo occidental. Entre las italianas se cuenta en primer lugar el problema de legitimidad del comunismo. Con el hundimiento de la URSS, el Partito Comunista Italiano, antes el más poderoso de Occidente, pues llegó a alcanzar el 33 por ciento del voto en los años setenta, juzgó oportuno camuflar su identidad comunista (como había hecho el Partido Comunista de España en los ochenta al crear IU) e inició una serie de mutaciones nominales hasta acabar en esos "Demócratas de la izquierda" que se unieron con otras fuerzas de centro y centro izquierda para formar el actual Partido Democrático (PD). Pero el problema de legitimidad comunista persiste y únicamente se agrava cuando, para sobrevivir, se arropa (como el español) con una miriada de partidos y partidillos que hacen muy difícil una acción unitaria. Distingo en el actual PD hasta catorce facciones, sin contar los dos aliados externos con los que perdió las elecciones de 2008, esto es, el Partido Radical e "Italia dei Valori" de Antonio di Prieto, por quien se pronunciaba Paolo Flores d'Arcais hace un par de días en El País en un artículo cuyo título lo dice todo: Italia necesita una oposición a Berlusconi, lo que implica que el PD no lo es. Y el asunto es grave porque si el PD obtuvo el 33,2 por ciento del voto en 2008, Italia de los Valores se quedó en el 4,4 por ciento. Y sin embargo es cierto que el PD no es oposición para Berlusconi en primer lugar porque un partido compuesto por catorce corrientes no es un partido sino una corrala. Cierto, es la tradición italiana: en sus tiempos áureos, la Democrazia Cristiana (cuya izquierda está hoy en el PD) llegó a albergar ocho corrientes; pero el fraccionamiento actual es peor porque se enfrenta a una derecha crecida y no muy unitaria pero sí infinitamente más que la izquierda; y en segundo lugar porque esas corrientes internas de la izquierda suelen ser partidillos cabezones, esto es, de escasa implantación pero con líderes rutilantes, algunos más que el propio Veltroni (D'Alema, Rutelli, Prodi, Zanone; por no mencionar los "externos" Di Prieto y Panella) con lo que el PD tiene un grave problema de liderazgo, como todos los medios han señalado al valorar la dimisión de Walter Veltroni/Walterloo ; y la corrala se convierte en una jaula de grillos.

La razón común a la izquierda occidental es la paradójica situación en que ésta se encuentra y sobre la que Palinuro está preparando una entrada para próximas fechas. La izquierda se sentó a ver pasar el cadáver de su enemigo, éste está pasando bajo la forma de la esperada crisis general del capitalismo pero ella carece de programa, propuestas, ideas concretas que ofrecer como alternativa. Hasta la fecha, que yo sepa, ningún partido electoralmente relevante de izquierda (reitero lo de electoralmente relevante para ahorrarme las recriminaciones de los "auténticos comunistas de Olivejos del Valle", etc) ha propuesto algo distinto a medidas reformistas para salvar y restaurar el capitalismo. Ni una sola alternativa. Así las cosas, parece lógico que el electorado se incline por los partidos que, por unidad y consistencia prometan de modo más creíble retornar a la senda del desarrollo capitalista, crecimiento sostenido y pleno empleo que en unos sitios serán de derecha (como en Italia o en Francia) y en otros de centro-izquierda (como en España) pero en ningún caso considerará experimentos como el PD italiano que ya fracasó bajo las bucólicas formas de la Margarita y el Olivo.

(La imagen es una foto de 20 Minutos, con licencia de Creative Commons).

dissabte, 7 de febrer del 2009

Italia: camino de la dictadura.

Si se me ocurre comparar a Italia en 2009 con Alemania en 1932, a Giorgio Napolitano con el mariscal Von Hindenburg y a Silvio Berlusconi con Adolf Hitler seguramente estaré exagerando. En el caso de Napolitano/Von Hindenburg por exceso y en el de Berlusconi/Hitler por defecto. Que me estoy quedando corto, vaya. El conflicto que ha provocado Il premiere italiano (cuya capacidad histriónica es superior a la del cabo austriaco) pone en jaque al Estado de derecho en Italia desde el momento en que enfrenta al poder legislativo con el Presidente de la República por una parte y con el Poder Judicial (representado aquí por el Tribunal Supremo cuyas sentencia se niega a cumplir el Gobierno del Cavaliere) por la otra. Téngase en cuenta que el dominio que Berlusconi ejerce sobre el parlamento es muy superior al que ejercía al principio A. Hitler sobre el Reichstag en el que no disponía de mayoría absoluta.

Lanzar a unos poderes del Estado contra otros, al tiempo que se controlan los medios de comunicación y se cuenta con el apoyo incondicional del Vaticano (hoy en manos de un antiguo miembro de la Hitlerjugend o "Juventud hitleriana") es una vía distinta a la de la marcha sobre Roma de los fascistas mussolinianos, pero tiene la misma carga de provocar un golpe de Estado.

Abrigo la esperanza de que la Corte Constitucional italiana anule ese esperpento de ley que il Cavaliere pretende que aprueben sus siervos y lacayos en el Parlamento italiano que pasan por diputados. La base de la anulación es obvia: la ley no es una ley sino un fraude de ley pensado para desobedecer el fallo del Tribunal Supremo y soslayar el veto presidencial. Repito, un fraude.

Y si el Tribunal Constitucional fallara, cosa improbable pero no imposible dado que en la Italia de Berlusconi nada es imposible, espero que la Unión Europea intervenga porque no puede tolerar que semejante ataque al Estado de derecho quede impune.

Y a todo esto, qué canallada que la pobre Eluana y sus familiares tengan que padecer la brutal y autoritaria injerencia en los derechos humanos de un neofascista prepotente y la carcunda vaticana que siempre está al lado del poder cuando éste es criminal.

(La imagen es una foto de vas vas, con licencia de Creative Commons).

dimarts, 27 de gener del 2009

El machismo del Cavaliere.

Comprendo perfectamente la desesperación de mis amigos italianos. Si el presidente del Gobierno de mi país anduviera por ahí diciendo las sinsorgadas machistas y casposas que suelta il signore Berlusconi me declararía apátrida. A propósito de un caso de violencia de género dice il Cavaliere que deberíamos tener tantos soldados como chicas guapas. Carece uno de palabras para calificar a un menda así que da por supuesto que el hecho de ser una "chica guapa" te convierte en objeto de protección porque, claro es, los italianos son muy bravos. ¿Se puede ser más majadero? Es la mentalidad de: "Van provocando", "en el fondo les gusta", "qué más quisieras tú, guapa" propias de comisaría de tercera.

(La imagen es una foto de rogimmi, con licencia de Creative Commons).

dimarts, 15 d’abril del 2008

Estamos rodeados.

Berlusconi ganó limpiamente las elecciones, cosa que venían vaticinando los sondeos si bien es cierto que la distancia que separaba a la izquierda de la derecha al comienzo de la campaña se fue reduciendo rápidamente. Pero, a lo que se ve, no lo suficiente para impedir que el magnate de los medios vuelva a ser primer ministro de Italia, con ese estilo populista, chabacano, de contador de chistes en sobremesa de machos que lo caracteriza y que encuentro bastante insoportable.

Me resulta difícil entender cómo los italianos lo votan; aunque quizá no sea tan complicado. Hay un montón de gente al que atrae este tipo de personas. Basta recordar a los que votaban a Gil y Gil en Marbella y salvando todas las distancias, claro está: ricachones sin escrúpulos en sus tratos con la ley que saben dar al pueblo el consabido panem et circenses, que eso Berlusconi lo borda con su imperio mediático, su equipo de futbol (otro rasgo en común con Gil y Gil) y su permanente escándalo en público. Si a eso se añade un candidato de izquierda bastante desangelado que parecía ir como de prestado y que, por hacerse perdonar su pasado comunista tiraba al niño con el agua sucia y decía no ser de izquierda, es lógico que el resultado haya sido el que ha sido. Y aun cabe darse con un canto en los dientes porque il Partito Democratico ha conseguido un dignísimo 37,6% del voto y 241 diputados en la Cámara, contra el 46,8% del Popolo della Libertà que, por mor de la ley porcata se convierte en 340 diputados. O sea, una mayoría de 99 escaños. Y en el Senado, algo parecido: 38% para Veltroni (137 senadores) y 47,3% para Berlusconi y 167 senadores, ya que el cómputo en el Senado es distinto que en la Cámara de diputados. En efecto, Veltroni que aún es joven en comparación con Berlusconi, puede esperar mejores tiempos, seguro de haber hecho una dignísima labor, aunque convendrá que se inspire algo más en la tradición degli arditi del popolo, qué caramba.

Via, via al bipartidismo, dicen los analistas. En efecto, los partidillos no comprendidos en ninguna coalición se han quedado fuera por no alcanzar la barrera legal (que es del 4% en la Cámara y el 8% en el Senado para los partidos sin coalición), excepción hecha de la Unión del Centro, de Pier Ferdinando Casini, que recoge 34 diputados y 2 senadores con 5,6% y 5,7% del voto respectivamente. La aparente incongruencia del dato del Senado no es tal puesto que el porcentaje es nacional. Fuera definitivamente queda la coalicion de "La izquierda - Arco Iris", compuesta por Rifondazione Comunista, Partito dei Comunisti Italiani, Federazione dei Verdi y Sinistra Democratica o sea, una constelación de comunistas y allegados dirigida por Fausto Bertinotti y que ha obtenido un 3,1% en la Cámara y un 3,2% en el Senado. A estos herederos de Lenin lo del "partido de masas" debe de sonarles a música celestial. Aprovechando las vacaciones que los electores les han dado dicen que se retiran a meditar. Falta les hace.

Hay, sí, tendencia al bipartidismo aunque queda un trecho. El Partito Demócrata incluye a los radicales de Bonino y va de la mano con el partido del fiscal di Pietro y Popolo della Libertà sigue siendo la casa degli amici: Forza Italia y la Alleanza Nazionale van juntas y en coalición con los reaccionarios separatistas de la Lega Nord (los que más han ganado en los comicios) y el Movimento per l'Autonomía. O sea, ocho partidos con representación parlamentaria. Que la tendencia al bipartidismo se acentúe o amengüe dependerá de la reforma de la ley electoral.

Lo cual abre el interesante capítulo de las reformas. Berlusconi tiene una sólida mayoría y prevé gobernar de seguido los cinco años de la legislatura, lo que será milagroso en Italia. Y tiene en mente, dice, muchas reformas que piensa, dice también, pactar con la oposición. Habrá que verlo. De momento ha anunciado un gobierno de doce ministros, de los cuales, ¡ah la larga sombra de ZP! cuatro serán mujeres. De las demás reformas iremos enterándonos en los días próximos. Personalmente estoy ansioso por ver si Berlusconi cumple su promesa de abolir el bollo auto, el impuesto de circulación y a ver qué resultado da.

En todo caso, queridos amigos, estamos rodeados, la derecha gobierna en los más importantes países del continente, Italia, Francia, Alemania (aquí en colición con los sociatas) y Polonia. Menos mal que nuestro vecino inmediato, Portugal, también tiene gobierno socialista, aunque es poco lo que los españoles se ocupan de Portugal, antaño parte de esta invicta nación.

(La imagen es una foto de brtsergio, bajo licencia de Creative Commons).

diumenge, 13 d’abril del 2008

Italia vota.

Lo que nunca perdonaré a la Unión Soviética es que, al desaparecer por el escotillón de la historia, dejara el camino expedito a la derecha en todo el mundo que, convencida de que ya no hay peligro alguno en el horizonte y de que no es necesario esforzarse mucho en política, empezó a mandar a este importante menester a lo más tonto de su reserva. Gente como Bush, Aznar o Berlusconi, personajes que todo cuanto tienen de vacuos y necios lo tienen de soberbios y malintencionados, con discursos hechos de falacias, provocaciones y embustes; verdaderas plagas de Egipto en su arte para romper todos los mecanismos de la racionalidad política ordinaria.

Bush y Aznar están ya, por fortuna, prácticamente fuera del circuito del mando. Pero el amigo Berlusconi, como una tenaz garrapata, se presenta y aspira a ganar por tercera vez lo que, de suceder, nos garantizará nuevas sesiones de payasadas en los medios, cortes de manga y gestos y dichos obscenos en abundancia; vamos, lo propio de su nivel. La verdad, no acierto a comprender cómo los italianos, una gente muy civilizada, animosa, crítica, pueden votar a este pájaro sabiendo que en sus gobiernos anteriores no alcanzó a diferenciar claramente entre caudales públicos y peculio individual, entre el aerarium y el fiscus caesaris, puso la majestad de la ley al servicio de sus trapacerías personales y dio varias veces la nota en público con comentarios de una estupidez subida.

El hecho es que los últimos sondeos en Italia (en donde la prohibición de publicarlos abarca los quince días anteriores al de la votación) daban ganador a Berlusconi por unos cinco puntos porcentuales. Durante estas dos semanas últimas de campaña, sin embargo, parece que el candidato de la izquierda, Walter Veltroni que, por cierto, dice que no es de izquierdas, sino progresista, o sea algo parecido a los Clinton y que ha tomado prestada la consigna de Obama, ha ido comiendo terreno y no me extrañaría que en estas elecciones del 13/14 de abril, se alzara con una lucida victoria, a pesar de no haber aparecido casi en la televisión, dominio privado de su rival.

Para adapatarse a las exigencias de la vigente ley electoral (de diciembre de 2005), a la que su propio defensor, el diputado Roberto Calderoli, ya definió como porcata, los dos dirigentes se han propuesto presentarse con un solo partido en lugar de sendas coaliciones que, como se ha visto ya, están a merced de los partidillos que las componen. Y han cumplido su propósito sólo a medias: la izquierda está representada por el Partito Democrático, en el que se han fundido los radicales que no presentan listas propias y con el que está aliado el partido de Antonio de Pietro, fiscal de "manos limpias", Italia dei valori. Veltroni ha decidido prescindir de los varios partidillos comunistas que han constituido una coalición por su cuenta, llamada La Sinistra-Arcobaleno ("La izquierda - Arco Iris") dirigida por Fausto Bertinotti y compuesta por Rifondazione Comunista, Partito dei Comunisti italiani, I verdi y Sinistra Democrática. Otros partidos de izquierda han decidido participar en las elecciones por su cuenta: Partito Comunista dei Lavoratori, Sinistra Crítica, Partito de Alternativa Comunista, Partito Socialista, etc.

A su vez, en el lager de la derecha, movimiento centralizador similar, aunque con menos éxito que la izquierda. La coalición que dirige Silvio Berlusconi, Popolo della Libertà, engloba a los partidos Forza Italia y la Alleanza Nazionale, de Gianfranco Fini; la Lega Nord sólo presenta candidaturas en el centro-norte del país, mientras que el Movimento per l'autonomía sólo lo hace en el centro-sur.

La ley, tiene un efecto multiplicador muy fuerte: el partido con más votos a escala nacional recibe el 55% de los escaños en la Cámara de los Diputados, lo que viene a ser 340 escaños de 600. Esta disposición fabrica mayorías cómodas en la cámara baja, pero no así en el Senado, en donde el cálculo para la porcata se hace por circunscripción, esto es, la región y el resultado suele estar muy igualado. Como ambas cámaras en Italia tienen idénticos poderes, la falta de mayoría en el Senado pone en peligro la continuidad del gobierno aunque tenga mayoría en la Camera dei Diputati.

Es decir es muy posible que los italianos estén votando hoy y el lunes para dar a luz una situación muy similar a la del inestable Gobierno de Romano Prodi, que no llegó a los dos años, cosa frecuente por lo demás en la Italia de la posguerra. Espero de todos modos que gane Veltroni que es un hombre de la izquierda de hoy, socialdemócrata.

En cualquier caso ambos candidatos han prometido suprimir el impuesto de circulación de vehículos. He aquí un territorio en el que si los políticos quieren innovar tienen una mina: los coches. Por ejemplo, ¿qué tal si, en lugar de andar recortando impuestos directos y devolviendo pellizcos, como si fuera Robín de los bosques, el gobierno de España renunciara al impuesto de carburantes? Eso sí que aliviaría las economías más débiles y fomentaria el crecimiento, que es de lo que se trata. Por ejemplo.

(La imagen es una foto de Alessio85, bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 3 d’abril del 2008

Palinuro en las elecciones italianas.

De milagro que no se han ido al garete las elecciones en Italia que han de celebrarse el 13/14 de abril. De milagro. El Consejo de Estado falló ayer que había que readmitir a la Democrazia Cristiana de Giuseppe Pizza, excluida antes por llevar un símbolo muy parecido al de la Unione de la Democrazia Cristiana (UDC) otro partido democristiano. El ministro del Interior, Giuliano Amato, ya hablaba de aplazar los comicios pues el pequeño partido demócrata cristiano exigía que se cumpliera la decisión del Consejo de Estado y que se le diera igual tiempo que a los demás. Por fin el Gobierno, de acuerdo con la oposición (pues ni Berlusconi ni Veltroni están a favor de aplazar nada) decidió recurrir la decisión del Consejo en un tribunal de apelación, con lo que el problema queda aparcado y la vía a las elecciones expedita.

Unas elecciones que ha sido preciso convocar cuando en enero cayó el Gobierno de centro izquierda de Romano Prodi, tras dos años de mandato. Y que se celebrarán con la disparatada ley electoral que se aprobó en diciembre de 2005 bajo el dominio de Berlusconi y cuyos resultados, por lo general, hacen ingobernable un país que lleva ya sesenta y un gobiernos desde el fin de la Segunda Guerra, con una duración media de un año y tres meses por gobierno.

En esta ocasión, para tratar de contrarrestar lo efectos perversos del sistema electoral y configurar opciones sólidas de gobierno, tanto la izquierda (Partido Democrático), con Walter Veltroni, como la derecha (Pueblo de la Libertad), con Silvio Berlusconi, vienen formando alianzas de muy pocos partidos. El Partido Democrático está compuesto por los Demócratas de izquierda de Piero Fassino y Democracia es libertad - La Margarita, de Francesco Rutelli y cuentan con los radicales de Emma Bonino y la Italia de los Valores, del juez Antonio di Pietro, lo que para las costumbres italianas son pocas piezas. Il Popolo della Libertà, que es el nombre provisional que se ha dado la derecha, más escueto, comprende tan solo a Forza Italia, de Silvio Berlusconi y la Alianza Nacional de Gianfranco Fini; quedan fuera la UDC y la Lega Nord.

Las elecciones se juegan pues en la confontación izquierda/derecha y ello es tan claro que varias fuerzas políticas, como la UDC, algún grupo escindido de ella, los populares de UDEUR, de Clemente Mastella, etc, acarician la idea de poner en pie una opción de centro que tenga la fuerza suficiente para ser bisagra entre la izquierda y la derecha lo que, como sucedía antaño con el FDP alemán, le posibilitaría frecuentes poltronas ministeriales.

No sé si hay posibilidad de centro; pero sí sé que aun con todas las irregularidades del proceso, las peculiaridades italianas y el cansancio de tanta gente ante una situación política muchas veces absurda, ésta es una confrontación entre izquierda y derecha en la que los italianos se juegan mucho. Como no voy a perder el tiempo discutiendo con los listos de "todos son iguales", "Veltroni y Berlusconi son lo mismo" y otras majaderías le he dicho a Palinuro que haga el test del Politómetro que publica La Repubblica bajo el título POLITOMETRO: Voi da che parte state? en el que hay que responder a preguntas muy concretas que permiten distinguir a la perfección a la izquierda de la derecha, con el resultado que puede verse aquí abajo.


Quien diga que las dos opciones italianas son lo mismo, que responda al cuestionario pinchando en el enlace de más arriba, a ver en dónde cae él. A lo mejor se lleva una sorpresa.

(La primera imagen es una foto de Axell, en la que se ve un cartel de Forza Italia, de Silvio Berlusconi, en el que alguien ha escrito que te den por c..., bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 25 de gener del 2008

Italia: cae el centroizquierda.

Era muy previsible. Sin mayoría en el Senado, el gobierno del signore Romano Prodi caería. Y cayó. Entre groserías, insultos, mojicones y escupitajos, pero cayó. Y ya está Italia en donde solía, sin gobierno. Il professore había dado a entender que tenía un as en la manga y podía convertir la minoría en mayoría como Cristo convirtió el agua en vino en Caná.

Pero no era así. Su decisión fue agotar la representación, ir hasta el final, beber la cicuta. El presidente de la República, el ex-comunista Giorgio Napolitano, le había pedido dos veces que dimitiera para constituir un gobierno "de transición", esto es, uno provisional capaz de convocar elecciones, pero habiendo tenido tiempo para hacer y consensuar una nueva ley electoral.

Porque esa es la trampa en que se ha dejado atrapar Italia: el cambio permanente de las reglas del juego. Ese cambiar reglas de juego es ordinaria actividad constituyente; la cuestión es que si uno cambia una regla, será legítimo que el otro cambie otras. Imposible impedir que el poder constituyente se mantenga abierto cuando lo lógico es que sólo se manifieste un momento, excepcionalmente, para tomar una decisión sobre un texto que valga por siempre jamás y luego desaparezca. Creo interpretar así correctamente el juicio de mi amigo Pepe Palao, gran conocedor de Italia. Es decir, así como Trotsky hablaba de la "revolución permanente", fascinante idea para los surrealistas pero poco práctica y el señor François Miterrand calificaba de "golpe de Estado permanente" al sistema de la V República que se inauguraba con la Constitución de gaullista de 1958, los italianos pretenden una especie de "poder constituyente permanente", algo tan pintoresco que hasta pueden conseguirlo.

Corresponde al Capo de lo Stato decidir si quiere un gobierno de transición o va a unas elecciones anticipadas. Elecciones anticipadas pide la oposición; ya, aquí y con la ley electoral actual exige el candidato al que favorecen los sondeos, il signore Berlusconi, Il cavaliere... otra vez, en la esperanza de poner fin a casi dos años de tumultuoso gobierno del centro izquierda, que ha sobrevivido a treinta y dos cuestiones de confianza en menos de dos años de legislatura. Así como en la realidad se dice que a la "tercera va la vencida", en el caso de Italia parece ser a la trigésima tercera.

Efectivamente, los sondeos pronostican una victoria de la Casa delle Libertà, pero la derrota del centro izquierda puede tener dimensiones muy distintas, según que consiga poner en pie una coalición electoral o no en lugar de l'Unione, que ha saltado por los aires. Y la tarea no será fácil. La unidad de la derecha se contrapone a la fragmentación del centro izquierda. El gobierno de l'Unione se basaba en una coalción electoral de nueve partidos. Es un milagro que el gobierno de centro izquierda haya aguantado casi dos años en Italia.

(La imagen es de FU H2 Italia Stylee,licencia Flickr).

dimecres, 23 de gener del 2008

Italia: una crisi al buio.

Il signore Romano Prodi, presidente del Consejo de Ministros de Italia comparece hoy ante la Cámara de Diputados pidiendo un voto de confianza para su maltrecha coalición multipartidista de centro-izquierda. El lunes se le fue el ministro de Justicia, Clemente Mastella, dirigente de la UDEUR o Unión de Democratas por Europa, un partido de democristianos de centro-izquierda y, con él, se van catorce diputados y tres senadores. La historia de esta separación ha sido breve: salpicado en un asunto de corrupción que implica a su esposa, Mastella presentó la dimisión hace unos días y ahora abandona la coalición, asegurando que sus diputados votarán en contra de la confianza. Resurge así, supongo, el resquemor que le quedó al político cuando fue vencido e una especie de primarias que se organizaron en l'Unione para decidir quién sería presidente del Gobierno, cuando Prodi obtuvo el 74% de los votos, el comunista Bertinotti el 15% y él mismo un 5%.

En principio, il signore Prodi debe conseguir la confianza de la Cámara porque aun con los catorce diputados de l'UDEUR en contra, le queda una apreciable mayoría de más de treinta escaños. Más difícil, por no decir imposible, lo tendrá mañana, jueves, cuando haya de comparecer ante el Senado con idéntica aspiración ya que en Italia ambas cámaras son iguales en competencias y ante las dos responde el Gobierno. En el Senado, la mayoría del'Unione, que ahora desaparece, era de dos senadores. Es posible que, ante lo prieto de la situación, la votación se aplace hasta la semana que viene, a ver si en el interín, el signore Prodi consigue el milagro de fabricar la mayoría que necesita donde no la hay. Cierta experiencia ya tiene il professore pues en sus menos de dos años de gobierno, ha planteado la cuestión de confianza unas treinta y dos veces. En este caso, seguramente tendrá que recurrir a los votos favorables de los senadores vitalicios, lo que plantea algún problemilla constitucional que otro sobre si es lícito que estos senadores participen en votaciones partidistas.

En la oposición no hay unidad, lo que también puede jugar a favor del señor Prodi que, muy grandielocuente, sostiene que estos asuntos deben ventilarse en el parlamento y no en la tele. La Unión de los Demócratas Cristianos y de Centro, de Pier Ferdinando Casini quiere un gobierno de concentración nacional (a cuya cabeza se ve él) y sólo si este recurso falla, admitiría convocar elecciones. L'Unione pretende alejar el fantasma de las elecciones anticipadas, porque faltan tres años de legislatura y, con la actual ley electoral (que tiene un factor multiplicador de mayoría hasta el 55% de los diputados) teme una derrota en toda regla.

Il signore Berlusconi, en cambio, sostiene que el Gobierno de centro-izquierda está agotado y debe convocar elecciones de inmediato. Espera ganarlas con su coalición Casa delle Libertà, de centro-derecha, en la que el partido principal es el suyo, Forza Italia y volver a ser Primer Ministro. Pero debe de ser el único de la coalición que lo quiere pues en los otros partidos, como la Alianza Nacional (AN) o la Lega Nord (LN) tienen otras expectativas. Unos, como Gianfranco (AN) Fini, quieren ser presidentes del Gobierno ellos mismos, otros, como Umberto Bossi (LN) no quieren que lo sea Il cavaliere. De este modo, como se dice en Italia, las renovadas ambiciones del signore Berlusconi son el mejor seguro de vida del señor Prodi.

El resultado, pues, está abierto. El gobierno puede mantenerse o puede caer y, si cae, será el presidente de la República, Girogio Napolitano, quien decida si se convocan elecciones anticipadas o encarga a alguien la formación de un gobierno de transición. En resumen, resultado incierto, una crisi al buio, una crisis incierta.