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dilluns, 2 de juliol del 2018

Telecracia

Es significativo que el primer lío negociador y en el que las partes muestran mayor interés sea el de los nombramientos para la RTVE. No un debate sobre el modelo de audiovisuales públicos, sino una pugna por el nombre del baranda (o la baranda) que controle el chiringuito. Lo mismo que hizo el PP a las pocas fechas de su triunfo en noviembre de 2011: reformar la ley Rodríguez Zapatero, hasta entonces vigente, a fin de nombrar sin oposición posible un director de su estricta obediencia.

Ahora es más o menos lo mismo. Se reforma la reforma, volviéndose a la normativa de Zapatero y se elije a alguien de confianza política. Es verdad que la reforma es democrática y que, muy probablemente, el director o directora que se nombre estará a años luz del cerrado propagandismo de la RTVE pepera. Si hubiera alguna duda basta ver la furia de la oposición del PP a los planes conjuntos de PSOE/Podemos. "Cualquier día vemos a Monedero presentando Informe Semanal", se santiguaba horrorizada Soraya Sáez de Santamaría, imaginándose a Belcebú en el plató. Es un buen indicador de que van por en la buena dirección de mejorar, democratizar, profesionalizar los audiovisuales públicos.

Pero estos pactos a escondidas, estos conciliábulos y repartos no son el mejor camino. Revelan  una concepción mediática de la política. En sí mismo no está mal, dado que la política toda es mediática y, de acuerdo con su espíritu esencial de amigo/enemigo, si no controlas los medios, no apareces en ellos o no apareces como te gustaría aparecer. Hay algo, sin duda, que distingue este proyecto de la izquierda de los abusos censores del gobierno anterior y se ve en el hecho de que el PSOE quiera contar con la aprobación de la plantilla para el nombramiento del nuevo jefe o jefa.  Es elemental. Palinuro también sugirió buscar alguna forma para consultar a la audiencia, aunque no se lo ocurría cuál. Precisamente por todo ello es esencial no reproducir los procedimientos de amistades políticas. La presidenta de RTVE no se debe a un partido ni a un dirigente, sino a su audiencia. Nada más.

Y luego está la cuestión de las mayorías parlamentarias precisas que terminan de hacer trizas unas maniobras caracterizadas por la precipitación, la ambición y la bisoñez. Se necesitan dos tercios en primera vuelta hoy y mayoría absoluta en segunda el miércoles. Los nombres barajados y abrasados casi en un mismo acto del comienzo (Arsenio Escolar, Ana Pardo de Vera y Andrés Gil) han protagonizado un confuso vodevil en el que también se han oído otros, cocinado por el célebre modo de Juan Palomo. Los dos tercios son imposibles de alcanzar. No hay esperanza real de consensuar algo con PP y C's. Paro tampoco será fácil con el PNV y los indepes catalanes, cuya concurrencia, como ya sucedió con la moción de censura, es imprescindible para aprobar el nombramiento. Y hasta la fecha, ninguno de ellos está satisfecho con la propuesta de la izquierda española.

El PNV mantiene la incertidumbre por razones de forma: este no es el procedimiento. Los indepes catalanes por algo más de fondo. Tras haber aportado sus votos para hacer presidente a Sánchez (si bien advirtiendo que eran votos en realidad contra Rajoy) todos los gestos de aquel sin excepción han sido beligerantes con el independentismo. La República Catalana no tiene ninguna obligación de seguir propiciando una política que básicamente se hace contra Catalunya.

Los sectores más radicales del independentismo sostienen que a este no se le ha perdido nada en el vecino Estado monárquico y no le merece la pena ni siquiera votar en contra. Quizá sea excesivo y prevalezca la inercia de la mitad de la legislatura, pero es algo que se debatirá en breve, pues es difícil comprender una República Catalana independiente que acepta un marco jurídico-político superior y participa en él. 

De momento, en todo caso y, visto el procedimiento seguido así como la necesidad de los votos indepes, sería muy razonable que el independentismo propusiera como nombre de consenso para presidir RTVE a Josep Vicent Sanchis, director de TVC, siempre que él aceptara. Es de conocimiento general que los audiovisuales catalanes públicos son más equilibrados, abiertos y plurales que los españoles.  Si Sanchis es vetado, los indepes pueden votar tranquilamente en contra de los demás o, simplemente, no votar.

dimarts, 14 de novembre del 2017

La democracia está en las redes

El reportaje de Christian González es una exposición impecable del modo en que las cuatro cabeceras de Madrid interpretan la realidad. Queda meridianamente claro que, ante un hecho noticiable como el de la manifestación barcelonesa, los cuatro decidieron ocultarla por diversos procedimientos. Uno diría que una imagen como la de la izquierda sería muy apetitosa para cualquier portadista gráfico. Nada de eso. Los hay que la han sustituido por un primer plano de unos rostros entre barrotes.

El reportaje de González es objetivo y mesurado y se limita a narrar los hechos. Pero estos, a su vez, son carne de interpretación, por el mismo motivo que otros hechos lo son para los portadistas de los medios impresos. La primera observación que brota a la vista del trabajo es que se trata de una misma manipulación y tergiversación con fin idéntico en los cuatro casos: ocultar la manifestación de cientos de miles de personas por la libertad de los presos políticos.

Que se trata de manipulación se ve en otra imagen que se incluye en el mismo texto y en la que
se comparan estas portadas con las que los mismos medios habían dedicado a una previa manifestación nacional española también en Barcelona. Los planos cortos y cerrados de las imágenes de la manifa independentista se convertían en largos y abiertos en la unionista. Y el lenguaje era muy otro. Al tono hostil, burlón y acusatorio sucedía un lenguaje ditirámbico en las cuatro cabeceras. "El País", por ejemplo, daba como titular que "la mayoría de los catalanes apoya el adelanto electoral", mientras que se desmelenaba y se ponía flamígero con el segundo: "histórica manifestación contra el separatismo y por la Constitución".

¿A que es de chiste? Lástima cómo un periódico que tuvo ínfulas de tal pasa a ser un tabloide, al servicio del gobierno y de los ultras. Y todo para nada (aunque muy caro) porque, además, la noticia es falsa. No fue histórica, ni manifestación, sino una congregación de ultras venidos de toda España y reunidos con los puñados de ultras catalanes. 

En definiiva, nada que ver con la democracia, el Estado de derecho, las libertades públicas, el derecho a la información. Es el reinado de la arbitrariedad, la tiranía, la manipulación y la censura.

Negar la realidad no sirve de nada. No ha habido manera de impedir que las imágenes reales se cuelen en las televisiones y, lo más importante, en las redes, que las han difundido por todo el país y el extranjero. Como pasó con la brutalidad policial del 1/10. Las redes lo son todo hoy. Gracias a ellas la gente sabe que en las manifestaciones indepes, aunque sean de cientos de miles, nunca hay violencia. En las manifestaciones unionistas, en cuanto viene más de una docena, comienzan las agresiones de franquistas y neonazis envueltos en su bandera. Flaco servicio hacen a la democracia los medios impresos.

La crisis económica los ha puesto a todos prácticamente al servicio del gobierno para subsistir financieramente. Lo hacen a través de la publicidad institucional que este gobierno reparte en razón inversamente proporcional a la difusión y directamente a la de la afinidad ideológica. Razón por la cual todos compiten por agradar al jefe. Además, han perdido el monopolio de la opinión a manos de la prensa digital y, sobre todo, de las redes. Sus servicios ya no valen tanto ni son tan seguros. La democracia mediática es de las redes. Por eso ha anunciado ya el gobierno del PP su intención de regular la "libertad de expresión" en la red. Con el mismo criterio que rigió para la ley Mordaza: poner censura en internet. 


divendres, 22 de setembre del 2017

Hoy, Palinuro en Tiana

En un acto organizado por el ayuntamiento tianenc, en Barcelona, con la colaboración de Ómnium y la ANC, hablaremos de ese sugestivo tema: el referéndum visto desde España por los medios de comunicación, los intelectuales y el gobierno. Esta la apruebo de calle porque el punto de vista de los tres (medios, intelectuales y gobierno) es el mismo: no al referéndum ilegal, nazi, rojo, separatista, anticonstitucional, antidemocrático, insolidario, racista y... y... ¡monofisita! Las tres instancias dicen lo mismo. Y aunque añadiéramos los jueces y las fuerzas de seguridad -en el caso de que piensen- las conclusiones serían idénticas: para proteger la democracia en Cataluña hay que impedir que los catalanes la ejerzan. Alguien puede suponer que se trata de un absurdo, producto del amor de Palinuro por las paradojas. Pero no es cierto. En la corte -y fuera de ella- se "razona" así de peregrinamente. Y no solo aquí. Por ejemplo, ¿quién no ha oído a gentes de mucha izquierda, mucho centro y mucha derecha decir que querrían un referéndum pero que no pueden admitirlo "sin garantías". ¡Las garantías!, tabla de salvación de cuanto hipócrita anda suelto. ¡Las garantías!, punto esencial del talante democrático! ¡Las garantías! excusa de tibios y timoratos para no plantar cara un poder tiránico. Y nadie, absolutamente nadie, ha levantado el dedo para preguntar cómo es posible que exijan garantías aquellos que, siendo quienes pueden darlas, las niegan. El referéndum tendría todas las garantías si el Estado quisiera darlas. Pero no solo no lo hace, sino que las boicotea. Y luego llegan los "izquierdistas" de pacotilla a balar resignadamente que, sin garantías, no es democrático votar.

No adelanto acontecimientos. Nos vemos esta tarde en la sala Albéniz del Ayuntamiento de Tiana.

diumenge, 17 de setembre del 2017

El periodismo basura

El periodismo se convierte en basura cuando los que lo hacen son tan partidistas, sesgados, parciales que mienten hasta cuando tratan de ser objetivos. El titular de "El País" es falso, ideológico y absolutamente parcial. El separatismo no une fuerzas ante la aplicación de la ley por dos razones:

Primera: no es la ley lo que se aplica en Cataluña sino una desaforada arbitrariedad con fines intimidatorios. Los registros, las incautaciones de materiales del referéndum por la Guardia Civil no son la ley sino un abuso de poder. La  administración no sabe cómo frenar o terminar con un movimiento que ella fue la primera en poner en marcha mediante medidas políticas demagógicas y autoritarias.

Segunda:  el separatismo no une sus fuerzas porque estas no han estado desunidas nunca. Precisamente es la unidad desde el principio la baza mayor para el logro del objetivo independentista.

Un mediano conocimiento de la situación en Cataluña hubiera llevado al diario a hacer una redacción más ajustada a la realidad, algo así como: "Las arbitrariedades en contra del independentismo permiten que este haga una exhibición de fuerza y unidad.

Pero, claro, entonces se trataría de informar de la realidad de modo objetivo. 

La lid en la tele


Breve pero enjundiosa reseña del programa de TV3 en el que Palinuro participó ayer. Hubo otros momentos no menos significativos, `pero los aquí reflejados son suficientes para hacerse una idea del asunto. Venía el dicho Palinuro de una xerrada al aire libre en compañía de Anna Serra (CUP), Albano Dante Fachín (Podem) y Teresa Jordà (ERC) en Plaça Fort Pienc sobre la República catalana, de debatir con los vecinos del lugar y quienes quisieron acercarse sobre la situación particularmente crítica que vive Cataluña en defensa del referéndum el 1 de octubre ante los ataques del gobierno central. Y la verdad es que no estaba muy de humor para andar con paños calientes con la huera propaganda de la gente del PP por muy ministros que hubieran sido. El contraste era excesivo. Cataluña está viviendo un estado de excepción encubierto, como corresponde a estos franquistas vergonzantes, que no se atreven a reconocer su amor por Franco pero, en cuanto pueden, le imitan en todo

Aquí, la reseña del programa, aunque estoy seguro de que habrá un enlace en algún lugar de la red.

A veces me preguntan por qué no me invitan a ningún medio audiovisual español. En este programa está la respuesta. Las cosas que en él dije solo pueden decirse en Cataluña.

divendres, 16 de juny del 2017

Los otros cuarenta años


Dejo aquí el vídeo del programa de HispanTV sobre el tema del día por la efeméride: 40 años de las primeras elecciones democráticas después de 40 años de una dictadura que quizá sea el episodio más humillante de la historia de este país. Y las llamamos "democráticas" por generosidad léxica porque se celebraron en condiciones muy problemáticas e importantes para el principio de igualdad de oportunidades; y con unas restricciones que socavaban su legitimidad democrática, al no poder presentarse una serie de opciones de la izquierda. Con todo, las hubo y tal fue el tema de la tertulia política con Victor Arrogante, Ángeles Villacastín y Willy Meyer. Debate interesante en el que se contrastaron opiniones sobre una base de acuerdo crítico generalizado. Descubrí una metáfora de la transición que pienso seguir utilizando y someto a consideración del(a) lector(a): la transición es el periodo entre dos amnistías: aquella por la que los asesinos se amnistiaron a sí mismos en 1977 y aquella otra por la que los ladrones también se amnistiaron a sí mismos en 2012.

dimecres, 7 de juny del 2017

No es el pasado; es el presente

Las imágenes cambian de significado con el tiempo. Ahí están estos dos, González y Aguirre, felices, contándose chascarrillos. Ahora no pueden ni verse. Seguramente, entonces tampoco. Aunque más por la parte de él porque ella, la soberbia cazatalentos de los grandes expresos europeos, es una panoli. Una panoli entre buitres. Nada de ranas.

Eran tiempos de alegría porque ni ellos daban crédito a la facilidad e impunidad con que cabía hacer las más increíbles trapisondas. Y todos, todos a la vez: alcaldes, presidentes, consejeros, políticos, diputados, concejales, banqueros, empresarios, periodistas, presidiarios. Un bullicio de hampones del sindicato del crimen en una tupida red de expolio del conjunto de las administraciones del país. 

El reparto de la tarta publicitaria institucional  es tan descarado, se ha hecho con tal desvergüenza política que resulta inverosímil. Los fondos se han repartido en proporción inversa a la difusión del medio y directa a afinidad ideológica a los gobernantes. No es de extrañar que, ante la insistencia de eldiario.es de que hicieran públicas las adjudicaciones por gastos de publicidad institucional desglosadas por medios, ocho ministerios hayan recurrido en vía contencioso-administrativa para no cumplir el mandato de transparencia. Si ocultan los datos es porque problemente, serán más arbitrarios y escandalosos que los de la Comunidad de Madrid.

 Más que una subvención o un pago, parece un soborno. Así se explica que, en muestra de gratitud, La Razón contratara a González de baja en la política como brillante columnista a razón de de unos 560 machacantes la pieza, de esas que se pagan a 30 euros a los plumillas. Esto es privatizar recursos públicos con el noble fin de ensalzar la labor política de unos gobernantes hoy en la cárcel por hacer lo que tanto se les alababa: privatizar para ellos, sus deudos, amigos, correligionarios, por una vía u otra, legal o ilegal, con mordidas, comisiones, subvenciones, facturas falsas, lo que hiciera falta. Uno se pregunta en dónde estaba entonces la oposición y para qué servía. Una oposición a la que se ganaban las elecciones a base de hacer trampas.

Unos medios a sueldo es lo peor que puede pasar en una democracia, que es un régimen de información y deliberación pública. Su carácter mercenario ha acabado con su muy renqueante prestigio. El caso/ocaso de El País está siendo muy llamativo. La valoración en escalas internacionales de los medios españoles es de vergüenza y su impacto social muy inferior al que suponen. Sobreviven en una burbuja que han fabricado relacionando los medios impresos con los audivisuales, pero solo han conseguido una versión tecnológica de la corrala madrileña, un mentidero de frenéticas opiniones repleto de cotilleos. 

La verdadera tarea de los medios, la información más crítica y veraz, el control del gobierno, la revelación de escándalos, la crítica  a los partidos, la vigilancia de las instituciones, la voz de sectores menos escuchados, la hacen hoy los digitales. Son mucho más ágiles, rápidos, tienen un mayor dominio del ciberespacio y mucha presencia en las redes e interactúan con el público con más eficacia que los medios tradicionales.

Si resulta que esos medios tradicionales son parte de la corrupción no es de extrañar que esta, la corrupción, siga escalando puestos en la preocupación de los españoles que son tardíos pero, al final, caen en la cuenta. Es impensable que el PP vuelva a obtener mayoría. Es inverosímil que Rajoy, el responsable de este desastre mayúsculo, vuelva a presentarse. 

La sola idea de tener a Rajoy en el pasado, en el presente y, si los dioses no lo remedian, en el futuro debiera bastar para que los demás partidos formaran una opción catapulta, que lo echara de La Moncloa con un posterior gobierno de la izquierda, similar al portugués. Aunque aquí parece más difícil porque "España y yo somos así, señora"

dijous, 27 d’abril del 2017

Podemos, la línea correcta y la censura

Podemos es un partido (o lo que sea) muy adaptado a la sociedad mediática. Prácticamente nació en los medios, primero en los alternativos y, por ende, de reducida audiencia; y luego, se afirmó, creció, se impuso en los comerciales de audiencia mucho más amplia. Y lo hizo en muy poco tiempo. Un éxito apabullante de imagen. A ello contribuyeron de un lado un gran dominio del ciberespacio y las redes y una depurada teoría de la función de los medios en la sociedad capitalista. Los medios son el vehículo de la hegemonía y operan en su inmensa mayoría en favor del status quo, mezclando información y doctrina del neoliberalismo salvaje y actuando, si llega el caso, como piezas de las guerras sucias del poder contra sus adversarios de todo tipo.

A la vista de la situación, el mensaje es claro: hay que democratizar los medios. En abstracto, esto es fácil de entender: los medios deben reflejar el pluralismo de la sociedad y todos los valores deben tener la oprtunidad de explicarse en foro público. Pero en concreto, resulta difícil. Los medios públicos debieran, en efecto, ser plurales y en la mayoría de las democracias, con altibajos, lo son. En España, no; en España, desde 2011, los medios públicos están al servicio del poder político de la derecha. En donde esta no gobierna, el asunto es menos escandaloso, pero hay tendencia a ser medios gubernamentales. En cuanto a los privados, siendo empresas, operan en un campo de libertad de mercado y con la lógica del beneficio. Tienen la orientación que les place. No se puede obligar a los medios privados a defender doctrinas con las que no comulgan. "Democratizar" aquí querrá decir otra cosa.

En una segunda vuelta se echa de ver que los medios son empresas, sí, pero no siempre autónomas. Hay medios que forman parte de entramados empresariales y financieros o que dependen directamente de estas instituciones a las que puede traer cuenta soportar pérdidas en sus sectores ideológicos porque el beneficio lo obtienen por otro lado; por el de la corrupción, por ejemplo. Y, por supuesto, el caso de los audiovisuales que o son negocios redondos a base de una programación que todo el mundo detesta y todo el mundo ve o son ruinosos, pero subvencionados de una u otra forma con medios públicos si son de derechas, como el caso de los medios de la Conferencia Episcopal. Es difícil democratizar a la Conferencia Episcopal.

Y en una tercera vuelta se ve que estas empresas de medios son especiales por el producto que manejan. No es lo mismo fabricar y vender calcetines o piraguas que hacerlo con noticias y opiniones. La mercancía de los medios es inmaterial, compran y venden ideas, creencias, juicios; en definitiva, cultura. Por lo tanto tienen peligro porque son mecanismos de convicción ideológica y de propaganda. Desde cierto punto de vista, esto explica la tendencia a intervenirlos en función de criterios como la llamada exception culturelle, francesa, para limitar la competencia y el contagio de medios ideológicos apabullantes, como los yanquies de Hollywood. Pero, al margen de esto, cualquier intento de control de los medios inspirado en estos criterios ideológicos y culturales será una recuperacion de la inquisición y la censura, a las que partidos como Podemos tienen una fuerte tendencia por su propia naturaleza ya que son organizaciones dedicadas a tener razón siempre.

En realidad es difícil democratizar los medios si no es jugando en su terreno, esto es, constituyéndose en empresas, empresas democráticas de comunicación. Una especie de quimera excepto en el caso de la prensa digital, en donde se da un florecimiento de medios demócratas y de izquierda. No siendo esto y habiendo abandonado la esperanza de gestionar unos medios públicos con criterios democráticos, solo queda imponer en los medios comerciales los puntos de vista críticos. Y aquí es donde se ha planteado el problema con Podemos y su supuesta censura a Errejón en la SER, con el llamado duro alegato de Barceló respecto a Podemos y los demás partidos.

Obviamente, se esgrime la apuntada teoría de la libre empresa. La SER es una empresa privada y contrata a quien quiere, sin obedecer consignas de partidos... externos. El duro alegato de Barceló reza con los de fuera. Dentro de la casa, todo cambia. Las decisiones son de empresa y se imponen en los programas, como lo prueban los despidos de Manuel Rico, Ignacio Escolar, Fernando Berlín, que yo recuerde.  Esas imposiciones sí se aceptan. Pero se trata de asuntos internos de la empresa por los que esta no da explicaciones. Si acaso las dará la cuenta de resultados.

Algo muy distinto es la peripecia de Errejón en hora 25 porque se enfrentan dos concepciones distintas de la comunicación y del meollo mismo de la comunicación que son las sacrosantas tertulias. De estas, la mentalidad democratizadora espera que reflejen el pluralismo social y ellas lo harán o no. Pero, si lo hacen, querrán hacerlo a su manera, no según las directrices de quienes quieren democratizar. Y aquí vuelve a estar el problema del problema.

La SER quiere seguir con Errejón porque le da la gana. Podemos, sin embargo, sostiene que Errejón no refleja la posición mayoritaria del partido, salida de VAII y debe ser sustituido por una portavoz de la mayoría, Irene Montero. Lo de menos es que esta se haya personado en "hora 25" y haya tenido que marcharse por no haber sido invitada, si bien se le ofreció un lugar entre la claque. Sarcasmos de la tele, pero, en efecto, lo de menos.

Lo de más es ¿qué función cumplen los tertulianos? ¿Expresan su opinión o la línea del partido? La línea correcta, claro, que es correcta por ser mayoritaria. Los medios miran la audiencia y, si prefieren a Errejón, están en su derecho. Pero también es lógico que un partido con una "línea correcta" quiera imponer esta y no una versión cuestionada. Todo depende de cómo se conciba el programa, si como una reunión de gentes con criterio propio (y con tendencias distintas) que intercambian opiniones o una comisión de portavoces de los partidos para informar a la ciudadanía de sus decisiones, sin ninguna capacidad para decidir o acordar u opinar algo que no esté en el vademécum.

En su efecto más inmediato, Errejón tiene un problema. Derrotado en VAII, ve cómo su margen de acción se reduce poco a poco pero sin descanso. Excluirlo de un programa de gran audiencia significa silenciar la voz de la minoría en un partido que presume de democracia. Democracia y línea correcta son términos antitéticos, antagónicos. Y Errejón tiene una alternativa: someterse en silencio a la línea correcta en sus actos (otra cosa será en su pensamiento, pero este es el problema de todos los "juramentados") o reafirmarse en su derecho a seguir opinando en foro público mientras lo contraten, aunque sea en pugna con el parecer del partido. La cuestión es si el partido decide obligarlo a elegir entre los medios (recuérdese, el líquido amniótico de Podemos) o la militancia. 

Si democratizar los medios significa imponer la "línea correcta" del partido a través de sus portavoces, las tertulias pueden volver a llamarse "el parte" y anunciarse, como aquel que añoran los deudos de Utrera Molina, con un cornetín de órdenes.

dimecres, 8 de març del 2017

Entrevista a Palinuro y M. Seguró sobre Europa

En la "Alacena Global". No estoy muy seguro de haber subido bien el podcast, pero se oye.

dimarts, 7 de març del 2017

Cuando los fines son los medios

Podemos es una organización política surgida prácticamente al amparo de los medios. Desde el primer momento consideró que estos, los medios, eran en realidad el fin de su acción.  O parte del fin, que seguía siendo gobernar el país desde la izquierda, pero llegando al gobierno a través de los medios.  Por eso son estos medio y fin de su acción. Y, además del fin, el vehículo que utiliza, la plataforma desde la que se expresa. 

Podemos es un partido básicamente digital y mediático. Aparte de los instrumentos con que ya cuenta, su doctrina de la democratización de los medios apunta directamente a los comerciales, públicos y privados. Que los medios son empresas y, como empresas tienen unos intereses que raramente coincidirán con los de una organización de izquierda es algo obvio. También debiera serlo que pedir la "democratización" de estos medios no quiere decir nada o quiere decir algo siniestro. Mientras nadie consiga tener medios al margen de la estructura empresarial, la idea de la democratización será un absurdo y probablemente una hoja de parra para disimular el auténtico fin de someter los medios a control. 

De ahí que Podemos sea tan sensible al ámbito mediático y ande siempre enzarzado en conflictos con los medios. Estos son sus aliados o sus grandes adversarios, según que propaguen sus posiciones, ideas y acciones o critiquen sus defectos, faltas, errores. En este terreno se da otro dato que hace aun más crítico el enfrentamiento: Podemos es una especie de secta, compuesta por auténticos creyentes, casi fanáticos. Es curioso y hasta tiene gracia porque se trata del fanatismo de quienes están convencidos de poseer la verdad absoluta en forma de pensamiento abierto, crítico, libre y plural.

La explicación de este fenómeno es doble: de un lado, Podemos prosigue la herencia comunista, hipercrítica con todo el mundo menos consigo misma con quien es empalagosamente ditirámbica; y, de otra, recoge las aspiraciones de una juventud indignada, impaciente con las vacilaciones ajenas, desdeñosa con los escépticos y muy agresiva con los críticos. Los encendidos seguidores de este movimiento responden virulentamente a toda crítica, por razonable que sea, insultan y zahieren al crítico y le atribuyen todo tipo de siniestras intenciones y complejos. Y en ese comportamiento sectario rivalizan los jóvenes con los de todas las edades, a ver quién anatematiza, injuria y calumnia más en defensa de su líder y su pintoresca razón en marcha. Más de un viejo conozco que, arrebatado en una segunda juventud, estaría dispuesto a quemar vivo al disidente de su nueva fe.

O sea, los periodistas a los que ampara la APM han experimentado en sus carnes el espíritu de linchamiento que respiran las reacciones de las gentes de Podemos a toda crítica  y que deslegitimarían su proyecto político si tuvieran uno.  ¿Y qué más? Quizá podrían los periodistas aprovechar la ocasión para extraer algunas enseñanzas sobre su propio comportamiento. No se trata de recurrir al consabido "y tú más", pero sería bueno que reflexionaran sobre cómo se sienten las gentes (políticos, comunicadores, dirigentes, figuras públicas en general) a las que bastantes periodistas agreden, injurian e insultan continuamente en los medios escritos y audiovisuales, a las que se llama "mamarrachos" y cosas peores y a las que se amenaza con pegarles un tiro llegado el caso. Y estas gentes no tienen una asociación a la que demandar amparo.

Lo que Podemos hace a los medios es nada comparado con lo que los medios hacen a Podemos y no solo a estos sino a muchas otras organizaciones y empeños, como el PSOE, especialmente Pedro Sánchez y, por supuesto, los independentistas catalanes. Empezando por la noticia misma completamente descontextualizada para utilizarla en contra del protagonista. La APM hace público su comunicado amparando a los periodistas que se sienten amedrentados por Podemos en el momento en que sabemos que la SICAV de que dispone ha perdido 118.000 euros en siete meses y, además, los partidos de la oposición (PSE, Podemos y C's) han obligado a la Comunidad de Madrid a retirar 8.6 millones de euros de subvención a la APM para financiar el seguro médico privado de los asociados.

Una prensa subvencionada por el poder político le será siempre sumisa y una de sus funciones será atacar a los adversarios a ese poder político, a la oposición. Lo nuevo ahora es que los atacados responden y responden en su mismo terreno, lo que obliga a los periodistas a pedir amparo. Las redes han cambiado mucho el carácter del debate colectivo. Los medios han perdido el monopolio y tienen que competir con otras instancias, incluso con personas, en la formación de la opinión pública.

dimecres, 1 de març del 2017

La prensa y el poder

Una relación conflictiva, como debe ser. Cuando no lo es, algo falla. Es justamente célebre la contundente afirmación de Thomas Jefferson, "padre fundador" y redactor de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos hacia 1786 de que "si tuviera que elegir entre un gobierno sin prensa o una prensa sin gobierno, elegiría lo último sin dudarlo por un momento". El que llegara a tercer presidente de los EEUU tenía la peor opinión de los gobiernos (incluido el suyo), a los que consideraba compuestos por lobos prestos a devorar a los pueblos que eran como ovejas. Si alguien o algo podía evitarlo era una prensa libre. 216 años más tarde, el 45º presidente, Donald Trump, ha invertido los términos, pues considera que la prensa es la enemiga del pueblo. La "canallesca", que decían los franquistas. El sucesor de Jefferson, en su animadversión a los medios, se identifica a sí mismo con el pueblo. O al revés: al pueblo consigo mismo. Él es el pueblo y la prensa su enemiga y de ahí la siniestra expresión de "enemigo del pueblo", utilizada en todos los tiempos por las más diversas formas políticas revolucionarias con vocación de tiranías.

Pero eso es en los Estados Unidos. En España, la relación entre el poder político y los medios es, por lo general, idílica. Los medios públicos están íntegramente al servicio del partido gobernante en su ámbito territorial y lo mismo sucede con los privados, especialmente los periódicos de papel (y sus versiones digitales) que dependen en gran medida de la publicidad institucional y un régimen de subvenciones generoso que las autoridades políticas interpretan según criterios del más estricto clientelismo. Las televisiones privadas se salvan algo más porque diversifican sus fuentes de financiación, dado que su consumo es muy alto. 

Así resulta que en el mes en que nos enteramos de que El País sigue perdiendo lectores a granel (26,4% menos que en enero de 2016) y que está a punto de descender de la barrera de los 100.000 lectores, la Junta de Andalucía le otorga un galardón, la medalla de Andalucía 2017. No hay duda: cuando el poder político alaba, halaga, premia, condecora a un periódico es porque le interesa, porque le es cómodo, le canta las alabanzas o, cuando menos, no le saca a relucir sus vicios. El País ha tomado partido desde el principio en el conflicto del PSOE en contra de Sánchez como SG y en contra de Sánchez candidato a SG y a favor de la junta gestora y la candidatura de Díaz. Cuenta en su consejo editorial con Felipe González y Pérez Rubalcaba, lo cual explica algunos de los editoriales más venenosos contra Sánchez. El País se ha puesto al servicio de la junta gestora y de la candidatura de Díaz a la SG.

Esa decisión merece un premio: la medalla de Andalucía que va a costar más lectores de El País y más votantes de Díaz.  Para nada porque, por mucho que el diario editorialice, Díaz sigue saliendo la tercera en prácticamente todas las encuestas, sondeos y vaticinios.

dilluns, 6 de febrer del 2017

La prensa servil

El titular de El País es un ejemplo de manipulación, falta de objetividad y hasta un acto de inmoralidad. Acusa el periódico a Mas de usar su juicio para impulsar el independentismo como si ese juicio fuera un capricho, una triquiñuela para conseguir inconfesos fines. Como si no fuera una imposición y un paso más de las autoridades españolas para reprimir el movimiento independentista. Encuentro francamente ruin acusar al acusado de protervas intenciones cuando se ha limitado a comparecer ante la justicia ejerciendo su innegable derecho a interpretar el proceso en la clave indudablemente política, de represión política, en el que está concebido.

¿Qué pasaría si el periódico titulara also así como "el gobierno español trata de intimidar al movimiento independentista reprimiendo a sus dirigentes principales para sembrar el miedo"? Pues que probablemente se acercara más a la verdad que con ese titular falaz en el que no se informa de nada, sino que se formula un juicio de intenciones. Por cierto, hablando de intenciones, merece la pena detenerse a considerar algunos aspectos muy interesantes. Los nacionalistas españoles más agresivos (muchos de los cuales están en El País) instan vivamente al gobierno a proceder con mano dura contra el independentismo, aplicando legislación de excepción y metiendo en la cárcel a quien le discuta. Suele advertirse que ir judicialmente contra Mas, Rigau y Ortega (y, por supuesto, Forcadell), supone pisar terreno peligroso por el valor simbólico de los interesados y arriesgarse a una respuesta encendida de la sociedad y las fuerzas políticas catalanas que agudice el enfrentamiento. Pero, dicen esos mismos guerreros nacionalistas, nada de eso pasará. Si los tribunales condenan a Mas, Cataluña callará, como calló el País Vasco cuando se ilegalizó a Batasuna y eso que se decía que ardería Troya. Es una interesante apuesta. En el País Vasco se ilegalizaba por acusaciones de violencia y terrorismo; en Cataluña no hay nada de eso. Se procesa y, si acaso, condena, por poner las urnas. Los publicistas vendidos al poder, los seudointelectuales  mesetarios tratan de confundir a la gente, insinuando que la comparecencia de Mas se debe al asunto del 3% y no al hecho de posibilitar que la población pueda votar libremente. Doble contra sencillo a que las respuesta social va a ser potente.

Y hay más en ese ejercicio de titular tendencioso y embustero. Viene a incidirse en la obstinada pretensión de El País de ignorar los datos objetivos de un movimiento de amplia base social, con un apoyo substancial de la población que va del 48% a la independencia al 80% al referéndum. Su interés es dejarlo reducido a una obstinación personal de Mas y sus íntimos colaboradores. Por eso los plumillas del panfleto aplauden el empleo de los tribunales contra los dirigentes independentistas. Creen, como todos los reaccionarios, que, atacando el símbolo se destruye lo simbolizado. Para más absurdo, las personas que hoy comparecerán ante los jueces, no ejercen ningún cargo político de responsabilidad, por lo tanto, su probable condena no causará ningún daño específico a las estructuras de poder de la Generalitat sino que se limitará a crear tres mártires, que servirán de inspiración a sus seguidores.

Mas, Rigau y Ortega simbolizan hoy el espíritu de libertad e independencia vivo en la sociedad catalana y no tengo duda de que la gente y las instituciones los apoyarán como merecen.

Porque lo merecen.

dimarts, 24 de gener del 2017

Europa en el ojo de Europa

Miquel Seguró y Daniel Innerarity (eds.) (2017) ¿Dónde vas Europa? Barcelona: Herder. 261 págs.
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El 20 de diciembre pasado. Palinuro publicaba una reseña de este libro editado por Miquel Seguró y Daniel Innerarity y en el que colabora una veintena de autores, entre ellos el propio Palinuro, titulada "El éxito de Europa es su fracaso" y en la que prometía volver sobre el asunto con más detenimiento. No es que vaya a hacerlo ahora; eso queda para mejor ocasión. Pero sí aprovecha una feliz coincidencia, casi diríamos astral, que se dio ayer para traerlo de nuevo  colación. Coincidencia de tres poderosos medios, el mundo del libro (la editorial Herder), la prensa de papel (El País) y la radio (RAC 1, una emisora catalana) para hablar del gran tema que nos apasiona a los europeos: Europa.

El sábado pasado, la sección de Cultura de El País, publicaba una crítica del libro, escrita por Borja Hermoso con el título Europa...¿seducción o rapto? en la que, además de señalar los puntos que el crítico considera más reseñables, se hace hincapié en el carácter colectivo, en cierto modo coral, de la obra. Una diversidad de temas y de puntos de vista a veces en el mismo tema que, en cierto modo, reproduce la agitada existencia de Europa y el problemático futuro de su último intento de unificación. Un dato. Los distintos tiempos de los medios se hacen sentir. Cuando los participantes en la obra redactamos nuestras aportaciones, ninguno/a pensamos que Trump pudiera ganar las elecciones. Esa elección y sus expectativas prueban hasta qué punto hablar de Europa es adentrarse en lo imprevisible. Trump es América, claro; pero Europa no se puede pensar sin América.

Y la radio. Ayer la RAC 1 dedicó parte del programa No ho sé, dirigido por Joan Maria Pou, a hablar del libro también. Estuvimos Miquel Seguró, Daniel Gamper en Barcelona y servidor en los Madriles. Quien quiera escuchar la conversa, por cierto muy grata, puede hacerlo en este enlace a partir del 39'39''. La radio es un medio "caliente". Lo tritura todo y tiene una fuerza inmensa, más que la televisión, en contra de lo que suele decirse, porque se transmite solo a través de la palabra; no hay imagen que distraiga. Por eso importa muchísimo que la palabra sea clara. La claridad es prometeica. A los escritores, acostumbrados a ver la palabras, incluso tocarlas, pero no oírlas, nos encanta que nos dejen escucharnos sin necesidad de leernos. Pero envicia. Yo me hubiera pasado una horita más charlando con los colegas y el presentador, que tiene una capacidad de síntesis fabulosa. 

diumenge, 22 de gener del 2017

Quedan las mujeres

Cuánto ha avanzado la causa del feminismo se ve considerando el siglo de 1917 a 2017, desde la lucha por el sufragio, pues las mujeres no podían votar, hasta organizar un acto de protesta mundial contra el presidente de los Estados Unidos al día siguiente de su toma de posesión. Es una noticia de la mayor importancia. Y lo es porque estas manifestaciones de cientos de miles en diversas ciudades de los EEUU y otros países han sido organizadas por mujeres a través de una plataforma de coordinación, Women's March con voluntad de permanencia, pues ya advierten que esta marcha no es un sprint, sino una maratón. Efectivamente, la lucha por la igualdad ha avanzado mucho, desde el derecho de sufragio hasta organizarse en sujeto político mundial con voluntad de permanencia.

Por eso debe darse a la noticia el valor que tiene. Son las mujeres quienes se han organizado y coordinado contra Trump. Lo han hecho en representación de todas las demás minorías amenazadas por el actual presidente: gays, inmigrantes, lgtbs, etc. La importancia de esto es que las mujeres no son una minoría sino, al contrario, una mayoría. Y su activismo político a nivel planetario, un fenómeno que promete mucho. El intento de El País de dar la noticia ocultando su fuerte contenido de género ("Centenares de miles de personas claman contra Trump por todo EEUU", dice en portada) no es de recibo. Lo gracioso es que el reportaje, "Una inmensa multitud clama contra TRumpo en los Estados Unidos" lo firma una mujer que solo en el subtítulo reconoce que se trata de una "marcha de las mujeres". El patriarcado es omnipresente. Han sido las mujeres las primeras en preparar la resistencia frente a lo que se avecina.

Que no es poco. A las palabras gruesas, insultantes, amenazadoras del candidato han sucedido ya sus primeros actos. Ha silenciado la cuenta de Twitter del departamento de Interior porque había informado de una escasa asistencia del público a la ceremonia de toma de posesión. El portavoz de la Casa Blanca, en su primera comparecencia, ha anunciado que van contra los medios por informar falsamente de la asistencia al acto. La asistencia fue inmensa, según el gobierno, aunque las fotografías muestren otra cosa, y eso es lo que los medios tienen que reportar. O sea, se acaba la libertad de prensa. La prensa es el gobierno. Es el momento de recordar la famosa cita de Jefferson, uno de los "padres fundadores", de que, entre una situación de un gobierno sin periódicos y otra de periódicos sin gobierno, prefería la segunda. Como cualquier demócrata.

dijous, 20 d’octubre del 2016

La caída de los dioses

En los lejanos años 80 del siglo pasado, los socialistas llamaban a Felipe González "Dios", prueba a la vez de su educación religiosa y su irreverencia. Ese "Dios" descendió del Olimpo y se autoatribuyó la condición de "jarrón chino", costoso, delicado, pero de mucho estorbo. Y, en efecto, al cabo de un tiempo, el jarrón, a fuerza de estorbar, ha acabado hecho añicos. En la sede socialista de Torrent, figura el retrato de González junto al de Pablo Iglesias, solo que él está cabeza abajo El "Dios" se hunde en el descrédito. En la Autónoma le han releído su propio pasado en clave negativa en un virulento escrache de anticapitalistas.

El boicot iba dirigido asimismo contra el otro conferenciante, Juan Luis Cebrián, otro "Dios" y este mayor que el socialista porque lo es de los medios. Cebrián es el símbolo vivo de El País, periódico que atesora un pasado de prestigio como vehículo de la democracia en España, pero en los últimos años ha ido perdiéndolo, hasta caer en el estigma de prensa del gobierno. De hecho, la reacción del diario al escrache ha sido de subida militancia, acusando a Podemos -como lo hace el PSOE- de instigar a la violencia. Dice El Plural que "sin pruebas". Depende de lo que se consideren tales. Dada la mutua animadversión entre Podemos por un lado y el PSOE institucional y El País por el otro, lo sucedido era muy de prever.

Lo cual no quiere decir que sea justificable. En absoluto. Impedir la libre exposición de las ideas no es aceptable y menos cuando se hace tumultuaria y violentamente. De ningún modo. Toda censura del tipo que sea implica una presunción de infalibilidad de la parte del censor. Téngase en cuenta que, dado el contexto del acontecimiento -unas jornadas a base de conferencias- lo que los exaltados boicoteadores gritaron y exhibieron podían haberlo dicho tranquilamente en el curso del coloquio. Todo. No hacerlo y recurrir a la violencia, la coacción y el boicot es una muestra de inseguridad y debilidad. Solo quien desconfía de sus ideas se niega a contrastarlas en público.

Los dioses del pasado han perdido su aura y son hoy objeto de ludibrio. Tanto que es preciso encontrar alguna razón. Algo que explique esa encendida animadversión que suscitan ambos. Y no se me ocurre otra que recordar cómo los dos personajes, González y Cebrián, han actuado siempre en sintonía, habiéndose esta reforzado con la entrada de Rubalcaba en el consejo editorial del diario. Este aparece así como el puente que une el gobierno de la derecha (de cuyo beneplácito depende económicamente al parecer) con el PSOE. Dado que, a su vez, algunos bancos han invertido en la empresa, es difícil encontrar un símbolo más acabado del poder en la España de la Restauración. Un bloque de poder que influye decisivamente sobre la opinión pública en pro de una política de partido, favoreciendo a unos, atacando y desprestigiando a otros y manipulando la información a extremos grotescos. Esta actividad no es un escrache más o menos tumultuoso y efímero, sino una política deliberada, aplicada día a día, desde poderosos centros de influencia para manipular la opinión pública al servicio de los intereses de la estúpida, corrupta y sempiterna oligarquía española; la maldición de este país.

No es violento, no es tumultuario, pero es igualmente agresivo, si no más. Y es igualmente condenable.

divendres, 23 de setembre del 2016

La voz del mayoral

El País ambicionó siempre el estatus de "intelectual orgánico" del sistema de la III Restauración borbónica. Porque ha habido tres: la de Fernando VII, El Deseado, la de Alfonso XII, triste de ti y la de Juan Carlos I. Hemos tenido dos fugaces repúblicas y tres interminables restauraciones. El abanderado, el confaloniero de la última, el intérprete de sus designios, el urdidor de su supervivencia, el gran guía de esta transición inacabable es este periódico. Capataz diligente de los designios de la oligarquía española, sector liberal-progresista, El País se enorgullece de seguir las órdenes del amo del cortijo con una mezcla de gracejo servil de mayoral antiguo y aparente eficacia de librecambismo neoliberal.

El editorial de hoy, La deriva de Sánchez, es una pieza a degüello contra el secretario general del PSOE por no doblegarse a los intereses de los que mandan en la empresa y en la banca, los que dictan los contenidos del diario. Este trabajo de matarife lo bordaba antaño Juan Luis Cebrián, acostumbrado a tumbar gobiernos con sus insufribles cuanto pedantes soflamas. Pero ya ha cansado a la audiencia. Ahora entran en la batalla las baterías institucionales. El editorial podría venir directamente de La Moncloa, o ser un producto del mismo Cebrián. Incluso puede serlo de Rubalcaba, recientemente incorporado al consejo editorial del periódico, un lugar muy cómodo desde el que disparar contra su propio partido sin que se note mucho.

De todos los editoriales inicuos y repugnantes que ha publicado el medio, este se lleva la palma. En sus líneas reverbera el orgullo y el desprecio de la España integrista (la que ganó la guerra, como acaba de recordar el psicópata de Interior) con la arrogancia de los sedicentes progresistas y liberales de la "otra España", siempre dispuestos a claudicar ante la derecha nacionalcatólica más cerril. Respira agresividad y hasta odio hacia un solo hombre, Sánchez, que ha tenido el arrojo de plantar cara al conformismo, a la resignación, a la claudicación ante la chulería de una derecha que, como puede verse, está dispuesta a todo para no salir del poder. Está literalmente fuera de sí pues no consigue trasladar sobre las espaldas del socialista la culpa de un bloqueo que recae exclusivamente sobre el presidente de los sobresueldos, obstinado en no cambiar la poltrona del poder por el posible banquillo de los acusados.

Acusa el editorial a Sánchez de irresponsable por anteponer su interés personal al general de España. Justo lo que hace Rajoy con todo descaro. Pero eso ni se menciona. Rajoy tiene derecho a bloquear; Sánchez, no. ¿Por qué? Porque El País es el periódico de Rajoy, el mayoral porcino de la piara. ¿Y qué decir de eso del "interés general de España"? Resulta que este interés manda que gobiernen los mismos que han robado a mansalva, destrozado y arruinado el país y lo han hundido en el descrédito internacional más profundo. Manda asimismo que se condone la corrupción sistemática de un partido cinco veces imputado en procesos penales y abarrotado de ladrones, sinvergüenzas, comisionistas, dafraudadores y delincuentes organizados. Manda también que se les garanticen otros cuatro años de arbitrariedades, enchufes, malversaciones y despilfarros.

El "interés general" de España manda que siga en el poder un gobierno de franquistas cuya finalidad es revertir los escasos avances democráticos conseguidos hasta la fecha. Manda involucionar, desmantelar el Estado del bienestar a base de esquilmar el erario y lo que quede, dejárselo a la beneficencia privada. Manda esclavizar a los trabajadores, estafar a los contribuyentes, expoliar a los pensionistas, desamparar a los dependientes, expulsar a los jóvenes, someter a las mujeres, rechazar a los refugiados e inmigrantes, entre otras formas de injusticia.

Sánchez resiste apoyado por las bases, la militancia y los votantes, elementos que han resultado ser más eficaces de lo que los señoritos del capital calibraban porque contra ellos no se han impuesto los chantajes de la derecha. Tampoco la hipocresía de la "verdadera" izquierda (esa que dice que no quiere ser encasillada en el PSOE o el PCE pero lleva al PCE en sus listas electorales), ni los bancos, ni la Iglesia, ni los socialistas submarinos del PP, ni todos los medios, tertulianos y demás patulea. Algo en verdad milagroso porque el secretario general solo cuenta con ese respaldo. No tiene la abundancia de medios de que disponen los demás, sobre todo el PP y Podemos, con sus canales de televisión y medios digitales a tope de "auténticos creyentes".

Sánchez no tiene más que la confianza de la gente (cosa de la que los otros tres carecen por su falta absoluta de lealtad), la buena fe y la convicción cada vez más extendida en que aquí nos jugamos una cuestión de dignidad y autoaprecio. Si nos resignamos, si claudicamos, será cuando el país se hunda.

Desde El País se recurre a la amenaza de desequilibrar el PSOE, algo preocupante porque ahí se nota también la larga mano de Rubalcaba y se formulan falacias vergonzosas como que no es posible gobernar con 85 diputados, que son el 25% de la cámara. Falso. Hay países europeos gobernados en coalición con similares porcentajes. No se gobernaría con 85 diputados sino con 150, quizá con 170 o mayoría absoluta. En todo caso, similar es la pretensión de dar el gobierno a 135 diputados, que es el 33% de la cámara. Pero esto, como la responsabilidad del bloqueo, no se menciona. El PP tiene más derechos que el PSOE. ¿Por qué? Porque lo dice El País, que es su periódico.

De los números, El País lleva sus sofismas a los contenidos. Las sumas de posibles aliados del PSOE son absurdas, heteróclitas, nada de fiar, una receta para el caos. Este puede ser el único argumento aceptable del periódico. Podemos, la "verdadera" izquierda de IU y los morados, lejos de facilitar el camino a la formación de una gobierno de izquierda, lo han dinamitado. Sobre el desbarajuste de unas confusas crisis orgánicas e ideológicas se impone la arrogancia y la agresividad de unos neobolcheviques incapaces de moderar sus pulsiones más elementales, narcisistas y revanchistas. Efectivamente, ese gobierno de coalición no es posible pero no porque los números no den, sino porque no da la inteligencia de los dirigentes de Podemos.

Así que terceras elecciones. Es la salida más acertada y la más legítima. En democracia las cuestiones litigiosas se resuelven votando. Rajoy y sus pregoneros dicen que el PP ha ganado las elecciones dos veces seguidas. Mentira. Las ha perdido, como todos los demás. Que sea la minoría mayoritaria no lo hace ganador como se prueba viendo que no gobierna. Hay que esperar una mayoría suficiente para gobernar y la hipótesis que va tomando cuerpo es que pueda conseguirla el PSOE. Justo lo que la derecha y Podemos no quieren. Pues ya saben: pacten.

dilluns, 12 de setembre del 2016

El quatre gats independentistes

Enhorabuena a los catalanes. Un año más, un ejemplo de reivindicación nacional, independentista, pacífica, democrática y en masa.

Si hace cinco años alguien hubiera dicho que todos los periódicos y los medios españoles abrirían con la noticia de la Diada (así como muchos y muy importantes extranjeros), casi nadie lo habría creído. Cataluña no era un problema. Los independentistas, cuatro gatos a los que nadie hacía caso. La cuestión catalana carecía de importancia en la política española.

El presidente de los sobresueldos, con su habitual perspicacia, calificaba la diada de 2012 como una algarabía. Ahora le dedicó algo más de tiempo y expresó su deseo de que la Diada fuera tranquila y democrática. Dos minutos más y dice lo del sentido común. Los dislates y las provocaciones este año han quedado adjudicadas a García Margallo, ese descendiente de familia militar africanista con un sentido del humor de cuarto de banderas, al decir que un atentado terrorista se supera pero la independencia de Cataluña es para siempre. ¿Queda alguna duda del tipo de personal en el gobierno hace ya casi cinco años?

Solo Palinuro clamaba en el desierto advirtiendo de que el independentismo catalán llevaba la iniciativa política mientras que el nacionalismo español actuaba a la defensiva, carecía de plan y proyecto y ni siquiera entendía la naturaleza de la cuestión a la que se enfrentaba.

Algunas cosas han cambiado. La derecha gobernante parece estar ideando planes de respuesta a la reivindicación independentista. Se los han encargado al ministro del Interior, quizá por su enchufe con las potencias celestiales. Según él mismo y sus hombres confiesan en unas cintas que van camino del juez, consisten en hacer la guerra sucia al independentismo, supuestamente destrozándole el sistema sanitario o, incluso inventándose chanchullos financieros.

Igualmente, los periódicos nacional-españoles ya admiten que la movilización popular es impresionante. Pero coinciden en señalar que va de retirada. El País habla de una "Diada menos concurrida" y La Razón sostiene que está "desinflándose". Y montan la habitual porfía sobre la cantidad de asistentes: 800.000 este año frente al 1,4 millones del año pasado. Dudo de que el año pasado esos medios admitieran que la asistencia había sido de 1,4 millones. Pero eso es irrelevante. La cuestión es: si tan seguros están de que el independentismo no tiene mayoría, de que son cuatro gatos, de que los no independentistas son la mayoría, ¿por qué no autorizan un referéndum que es la forma más rápida, clara y precisa de salir de dudas? ¿Que no es una cuestión de números sino de principios? Entonces, ¿por qué discuten los números?

Los que no se discuten son los números del mitin de la Societat Civil Catalana y el de En Común Podem que han sido muy moderados, sin comparación con la manifa independentista. 

Bueno, pero en este última estaban integrados los de Podemos y la masiva oleada de la calle no pedía la independencia, sino el referéndum. Tal sostiene, si he entendido bien, la señora Colau. Y también la señora Ubasart en diálogo con el señor Baños. La mayoría, parece pues sostener Podemos, no es independentista sino partidaria de un referéndum pactado con el Estado. El derecho a decidir no puede ejercerse unilateralmente. 

Los de Podemos aún no han señalado la coincidencia de su posición con la de Puigdemont cuando anuncia que el 28 de septiembre, respaldado por la confianza del Parlament, pedirá un referéndum al Estado. Lo harán apenas caigan en la cuenta.  ¿Acaso no es lo que ellos dicen?

Pues no. Puigdemont no necesita pactar nada. Pide lo que cree le corresponde y, si no se le concede, él sigue con su hoja de ruta y proclama la independencia unilateralmente. Justo, lo que no puede hacerse, según Podemos. Por eso mismo razona el señor Dante Fachín que Junts pel Sí y la CUP están embarrancados (o algo así) en su hoja de ruta. Lo lógico es proponer un referéndum pactado con el Estado.

Llegados aquí, no merece la pena seguir. Basta con contestar a una pregunta así formulada: sabemos que el Estado jamás pactará un referéndum catalán pero, imaginando que tal cosa fuera posible, ¿cómo se conseguiría con mayor seguridad, por la vía de Podemos o la de JxS?

Por si acaso, quien quiera estar informado de estos pormenores, que lea medios extranjeros. Los más importantes cubrieron la Diada. La cuestión se ha internacionalizado y el gobierno del Estado no sabe hasta qué punto porque, entre otras cosas, no habla lenguas.

Para acabar de complicar las cosas, los independentistas reclaman un Estado propio y... republicano. En ese punto tiene la izquierda española una vergüenza por tapar porque admite que la defensa de la nación española coincide con la de la monarquía. Ni siquiera se atreve a formular un proyecto republicano en la esperanza (probablemente vana) de que una República española pudiera entenderse mejor con los catalanes.

diumenge, 4 de setembre del 2016

La izquierda y la libertad de expresión


La cadena SER ha despedido al periodista Fernando Berlín. Él mismo resume su opinión en Twitter del modo siguiente: "Tras 18 años, La Ser me ha despedido. Profunda tristeza. Sabíamos q no iban a ser tiempos fáciles. El lunes os cuento en La Cafetera". Algunos de sus amigos y compañeros en otros medios, en concreto el suyo, Público, han hablado de ataque a la libertad de expresión. El mismo diario Público, un órgano de prensa de Podemos, hace referencia a que, unos meses atrás, la SER también despidió a Ignacio Escolar, director del digital Diario.es, igualmente portavoz de Podemos, y señala que Berlín venía siendo muy crítico con el PP y mostraba cierta proximidad a Podemos. No hay duda, ¿no? La izquierda, víctima de ataques a la libertad de expresión.

Piano. La SER, el grupo Prisa en general, es una empresa privada y, dentro de la legalidad (supongo) contrata y despide a sus colaboradores como le da la gana, siguiendo criterios que, también supongo, serán de rentabilidad económica. Pero si son de puro enchufe como, de hecho, son en la mayoría de estas empresas en todos los sectores productivos, nadie tiene mucho que decir. Los empresarios contratan y despiden a la gente jugándose el dinero de su bolsillo, no el público y, por lo tanto, no tienen que atenerse a los criterios de mérito y capacidad como debe (o debiera) hacer la Administración Pública. Todo eso, claro es, tiene poco que ver con la libertad de expresión en ningún sentido. El hecho de que sea un despido tras 18 años será más o menos significativo para Berlín pero es irrelevante. En este país se resuelven contratos laborales tras 18 días.

Palinuro ha sido expulsado de bastantes medios de comunicación, incluido el grupo Prisa. Siempre entendió que su cese se debía a sus opiniones políticas. Así como sus opiniones políticas son responsables de que no esté en ningún medio escrito o audiovisual español; sí lo está en otros catalanes. Pero nunca se le ha ocurrido convertir sus relaciones laborales con empresas privadas en un episodio de la lucha por la libertad de expresión. Entiende que sus opiniones no encajan con la doctrina de ningún grupo español de comunicación, razón por la cual tiene su propia plataforma de expresión en este blog y en las redes y, por cierto, con bastante audiencia. Lo mismo que sucede con Fernando Berlín, que tiene su plataforma en Radio Cable, aunque con la diferencia en relación a Palinuro, de que la suya está incrustada en el diario Público mientras que Palinuro va por libre igualmente en esto y no tiene condicionantes.

Público también es una empresa privada y un medio de comunicación. Y hace exactamente lo mismo que la SER con los colaboradores que no le son gratos: los despide, como procedió hace unos años con el novelista Rafael Reig. A otros que tampoco son de su gusto, cuerda o preferencias personales de sus jefes, no les da entrada. Como la SER, como todos. Y no se ve por qué lo que hacen unos no puedan hacerlo otros. Los colaboradores de los medios lo son porque se identifican con su línea ideológica y sus intereses. Forman grupos, tendencias, cuadrillas; se apoyan unos a otros, hablan bien otros de unos, son benévolos con sus respectivas producciones y es muy raro que alguno cambie de bando. Los grupos de amistad y favores tienen comportamientos que los economistas llaman "inelásticos".

Todo eso forma parte de la teoría y la práctica del libre mercado, pero insisto en que tiene poco que ver con la libertad de expresión. El mundo no va a ser mejor ni peor porque el señor Berlín se asome a él o no desde la SER o siga haciéndolo desde Público, en donde coincidirá con otros de su línea y convicción y se verá libre de los que tengan otras, bien porque sus jefes los hayan despedido o ya de entrada, no los hayan admitido. Público es un órgano de prensa de Podemos lo cual no solo compromete la libertad de expresión, cosa que es irrelevante, sino también la de información, cosa que no lo es.  En efecto, el mensaje monocorde de esta organización es que está censurada y silenciada por los medios de comunicación siendo así que dispone de dos cadenas de televisión a su servicio y tiene una presencia mediática tan abrumadora que está a punto de perder las elecciones por ella. Y Público, con Fernando Berlín dentro, sirve para mantener esta superchería.

Móntese el señor Berlín su propia plataforma, ajustada a su exclusiva convicción personal y si ahí sufre exclusión o represión, sí será de verdad un ataque a la libertad de expresión. Mientras no sea el caso no pasará de ser un reacomodo de cuadrillas con o sin ajustes privados de cuentas.

divendres, 2 de setembre del 2016

NO sigue siendo NO

Cualquiera que haya visto la primera sesión de la segunda guerra de la investidura habrá llegado a la conclusión de que el presidente de los sobresueldos ha cosechado lo que lleva casi cinco años sembrando: oposición, desconfianza,  animadversión, movidos por su talante embustero, abusivo y fascistoide. Él, a su vez, ¿qué ha hecho en los últimos ocho meses? Nada o menos que nada. Hurtó el cuerpo en la primera ronda y ha venido a la segunda a rastras, tras dilatarla dos meses. No ha tomado ninguna medida, ni propuesto cambio alguno en sus políticas ultrarreaccionarias ni en las personas que las llevan a cabo. Y juega con insoportable ramplonería a chantajear a la gente con la fecha de las terceras elecciones si no se le elige.

Se niega a aceptar la evidencia misma: que él es la causa principal del bloqueo. El bloqueo es su responsabilidad, igual que la corrupción que caracteriza su partido y su gobierno. Pero así como la corrupción no lo ha llevado a dimitir por pura decencia personal, tampoco el bloqueo le motiva a quitarse del medio. Es el absurdo empecinamiento del hombre en conservar la poltrona y, con ella, el aforamiento, el que tiene bloqueada la política y paralizado el país.

Bien, pues miren ustedes las portadas de la prensa de papel de ayer. Parecen los periódicos del Movimiento Nacional. Todos dicen lo mismo con mala o con peor intención. Pero lo mismo: el culpable del bloqueo es Pedro Sánchez. Añadan las tertulias, las radios, las televisiones. Todas cargan contra él y piden la abstención del PSOE en la segunda vuelta. Sumen las voces en todos los tonos de diversos prohombres y alguna promujer, reclamando sentido del Estado a Sánchez para que se abstenga y permita que gobierne Rajoy, aunque, en frase muy significativa de González, no lo merezca. Un argumento cuya pretensión de altura de mira política y moral no puede ocultar su fullería pues, si no se gobierna por merecimiento, ¿por qué se gobierna? ¿Por la fuerza? ¿Por la intriga? ¿Por el dinero? Para eso no hacen falta elecciones. Ni democracia.

En fin, un agobio para Sánchez que, afortunadamente, no se reiterará hoy porque hasta los más cerriles "moderados" de todas las tonalidades han asimilado ya el segundo NO. Por cierto el único ámbito en el que parece predominar una actitud favorable a Sánchez es en las redes. Espero que esto no impulse a los trolls de los otros partidos a inundar twitter de ataques a su persona.

La refriega retornará mañana. Pero a ella se incorporan un Rajoy derrotado dos veces, sin crédito, desprestigiado y  embadurnado de corrupción y un Sánchez que ha demostrado la tenacidad y la fuerza de mantenerse frente al aluvión de presiones. Como suele suceder, sus adversarios minusvaloraron sus cualidades de liderazgo y resistencia. Un respeto para este hombre que se hizo con la Secretaría General casi de carambola, llevó al partido al peor desastre electoral de la historia reciente y acabó unificándolo tras su negativa a facilitar el gobierno de una derecha corrupta.  Negativa con derrota que le ha dado el aura del vencedor. 

Palinuro no tiene confianza en las capacidades especulativas de Sánchez, no comparte su actitud  dinástica, olvidada la República,  ni está de acuerdo con su nacionalismo español ortodoxo. Un nacionalismo secularmente fracasado que solo se impone por la fuerza y que lo asimila al de la derecha con una sola diferencia cuantitativa respecto a la dureza o flexibilidad de los tratos con ls independentistas. Este desacuerdo no solo se refiere a cuestiones de principio, a las que es reacio Sánchez por sus aristas teóricas y, eso, especulativas, sino que afecta a intereses del mismo PSOE. El nacionalismo español ortodoxo (variante federal) ha reducido notablemente el voto socialista en Cataluña pero, justamente, la aportación de diputados catalanes era esencial para que el PSOE aspirara a la mayoría en San Jerónimo. Tanto por razones de principio como de conveniencia, el PSOE haría bien en revisar su actitud frente al independentismo, empezando, desde luego, por la cuestión del referéndum. 

Esta repentina resistencia opositora del PSOE ha dejado a Podemos aferrado a una vana ilusión: la de ser el referente obligado de la izquierda y la oposición a Rajoy. El NO de Sánchez sitúa a los morados en la precariedad de entrar en una alianza con el PSOE que sería como las horcas caudinas o ir a unas terceras elecciones que pintan muy sombrías. No obstante, la jefatura, a la que cuesta ver la realidad, sigue soltando bravatas. El partido cuyo grupo parlamentario tiene cuatro portavoces, señala que "desgraciadameente" hay una guerra interna en el PSOE, pero que ojalá salga íntegro y dispuesto a entregarse a Podemos.

Pero estos asuntos de la izquierda son ya lo de menos. Tampoco lo es lo de los independentistas catalanes que, como es lógico, van a su bola. Ahora lo importante es si en este agitado mes de septiembre se produce algún acontecimiento que obligue a unos u otros a cambiar de actitud y, quizá forzar la formación de algún tipo de gobierno o si es mejor ir ya a las terceras elecciones.

dimarts, 19 de juliol del 2016

El franquismo sociológico

Con motivo del 18 de julio, exaltación del golpismo militar delictivo español, los de TeleSUR me hicieron una entrevista que van a ir poniendo por fases. Según me vayan llegando, las iré subiendo. En este caso se trataba de ver si podíamos identificar eso que llamamos el franquismo sociológico, es decir ese veinticinco o treinta por ciento de la población directa indirectamente beneficiados por la dictadura, su arbitrariedad, su corrupción, su favoritismo. Más o menos, el pocentaje de votantes fieles del PP, partido franquista, fundado por un ministro de Franco y poblado hasta las tejas de nostálgicos del franquismo, herederos ideológicos y biológicos de la dictadura. Cuando se dice dictadura se dice un régimen ignominioso, tiránico, brutal, que infantilizó a la población, sometida al terror y el sistemático lavado de cerebro de los falangistas, los medios de comunicación, la Iglesia, el sistema educativo, etc. Se dice una población despojada de sus derechos fundamentales, acobardada, imposibilitada de protestar y, en buena medida -en la medida de este "franquismo sociológico"- feliz de intercambiar libertad y dignidad humana por la aparente seguridad del paternalismo más despreciable.

Volveremos sobre todo ello llegado el momento.