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dijous, 15 d’octubre del 2015

75 años después.


En 1940, los fascistas españoles asesinaron a Lluís Companys por orden de Franco. 75 años más tarde su espíritu, su lucha por la dignidad y la independencia de Cataluña están más vivos que nunca y hoy los herederos y simpatizantes de los asesinos se los van a encontrar de nuevo. Democráticamente. Pacíficamente. Pero con la misma determinación que movió a Companys.

Ante la concentración del martes para acompañar a las consejeras Rigau y Ortega, el TSJC emitió un precipitado, duro y sorprendente comunicado calificando la movilización como "ataque directo y sin paliativos" a la independencia judicial. Horas después, el Consejo General del Poder Judicial respaldaba a los magistrados catalanes, hablando también de "inadmisibilidad". Por último el gobierno, en esa alegre coyunda que tiene con los jueces cuando son de su cuerda, consideraba igualmente "inadmisible" la presencia de consejeros del gobierno de la Generalitat en la concentración de apoyo a las dos imputadas. También Iceta, del PSC, afeaba la manifestación.

De inmediato llovieron docenas de ejemplos de cómo en el pasado tanto el PP como el PSOE arroparon a diversos imputados y condenados suyos al ir a declarar ante el juez o ingresar en la cárcel. Típica respuesta del "y tú más" que Palinuro considera siempre inaceptable. Si algo está mal, seguirá estando mal aunque otros lo hayan hecho antes.

Pero la concentraciones del martes y las mucho más concurridas que se prevén para hoy, ¿están mal? Sí, dicen quienes las rechazan, son "contrarias al Estado de derecho". A Palinuro le parecen manifestaciones pacíficas y legítimas de libertad de expresión, un derecho esencial de la ciudadanía. ¿Por qué están mal? ¿Son delito? Si son delito ¿cuál? Y ¿por qué no se detiene y denuncia a los delincuentes?

¡Ah! que no son delito pero a los jueces les molestan porque se sienten presionados. Pues es lamentable que sea así, ya se sabe que la política no es un rigodón versallesco y, cuando se actúa contra alguien que cumple un mandato democrático, uno debe esperarse condigna respuesta. Por lo demás, quienes afirman que la solidaridad con las personas investigadas, en este caso Mas y sus consejeras, intenta influir y condicionar el parecer de los jueces muestran escasa confianza en la integridad e independencia de estos. Quizá porque las miden según el juicio que les merecen las que ellos tienen.

Esta actuación judicial no debió producirse nunca. Un conflicto político como el que vive España con Cataluña debió tratarse siempre en clave política, no judicial. Pero, para que eso se produzca, es preciso que en los dos lados de la falla tengamos políticos demócratas. No políticos demócratas en uno y franquistas, autoritarios, represivos e incapaces de entender problema complejo alguno en el otro. Era preciso negociar y buscar alguna solución pactada. Pero fue imposible. Durante cuatro años, el gobierno, con ese incompetente fanfarrón a la cabeza, se cerró a todo diálogo y dejó que el independentismo ampliara su iniciativa, tomara impulso y, al final, despegara en dos consultas que, se miren como se miren, son dos hitos en el camino de los catalanes hacia la independencia.

Ahora, probablemente, no hay remedio. Esa citación a declarar a Mas en el aniversario del asesinato de Companys revela tal insensibilidad y desprecio ante la historia de Cataluña que asombra. Induce a pensar si, lejos de tratarse de mera ignorancia, quizá responda a un espíritu provocador con el fin de enconar las cosas en la esperanza de llegar a una situación que justifique un estado de excepción y una suspensión de las elecciones. Algo que está muy en la historia y el espíritu de la derecha franquista que hoy gobierna España.

Dice el ministro Catalá, en funciones de zahorí, que si Mas resulta condenado, no se convertirá en un  mártir. Delo usted por seguro, señor ministro. Ambas cosas: que será condenado y que se convertirá en un mártir en torno al cual arreciará el independentismo.

Será condenado porque el Estado no puede dar marcha atrás habiendo llegado hasta aquí. Fue él quien ordenó a la Fiscalía General actuar, aunque los fiscales catalanes, mejor avisados de la situación, se opusieron y aquella instó la actuación de los tribunales. Cualquier decisión de estos que no incluya una condena, por leve o suave que sea, sería vista como una irresponsable dejación de competencias y una invitación a continuar con el reto independentista al Estado. Pero cualquier condena, por insignificante que sea, convertirá a Mas en el símbolo de la lucha del pueblo catalán por su independencia.

Es difícil imaginar mayor ineptitud. 

dimecres, 14 d’octubre del 2015

Arturo contra Mordred.

La movida de ayer, a raíz de la declaración de Rigau y Ortega ante el TSJC, fue sonada por la mañana y repicada por la tarde en muchísimos ayuntamientos de Cataluña, aunque dudo de que los españoles se enteraran porque, en tema catalán, las televisiones son ciegas, sordas y mudas y así preparan el camino al escenario que quieren evitar, el de la independencia. Y toda esa convulsión será nada comparada con la que se avecina mañana, cuando Mas comparezca a declarar. 

Mientras el Tribunal Constitucional se prepara para actuar de corchete, según prevé la nueva ley que la mayoría absoluta del PP está a punto de perpetrar, el TSJC hace el trabajo rudo e incluso añade sal gorda de su despensa. Se queja el tribunal amargamente en un comunicado de la intolerable presión de los manifestantes -miembros del Govern incluidos- ante su sede. Efectivamente, no debe de ser plato de gusto que te saquen los colores pero, que yo sepa, aquellos están en su derecho. Si hubieran cometido alguna infracción, lo procedente no sería una lacrimógena declaración, sino una denuncia en toda regla y al calabozo con los de la protesta. No es así, luego toca aguantarse. La política está hecha de estas cosas. También el gobierno emplea a los jueces para resolver por las bravas conflictos políticos que él es incapaz de solucionar por su profunda ineptitud y su carácter autoritario y represivo. 

Y eso sin contar con que recurrir a los tribunales en un país que bulle de Ratos, Blesas, Correas, Matas, Granados etc., etc, mueve a risa. Con una justicia desprestigiada interferida por el gobierno, echar mano de ella para resolver conflictos políticos es absurdo.

El conflicto entre España y Cataluña es fundamentalmente político y solo podrá resolverse por vías políticas, no judiciales. Pero para que funcionen las vías políticas tiene que haber diálogo. Cierto, todos dicen estar dispuestos a dialogar y acuden a ese topicazo de la mano tendida, que parecen invidentes tanteando el paso.  Pero el gobierno pone en seguida los límites: dialogar, sí, pero no de la soberanía nacional, no de la Constitución, no de la financiación de las Comunidades Autónomas, no de la convocatoria de un referéndum; en definitiva, no de nada que interese a los catalanes. No, no y no. Si acaso, y algún octogenario aún la recuerda, estará dispuesto a una alegre colaboración en el marco del sano regionalismo, que tanto entusiasmaba al ministro franquista y falangista Fraga, posterior fundador del PP. 

Llevar a sus dirigentes ante los tribunales y aplicarles una descarada forma del derecho penal del vencedor no frenará el movimiento independentista, sino que lo intensificará. Y, si hay condenados, la solidaridad funcionará como mecanismo de movilización.

Esto nos lleva al factor simbólico de este asunto, el determinante. Dice el ministro Catalá que, si le condenan, Mas no quedará como un mártir. Y él, ¿cómo lo sabe? ¿Se lo ha dicho alguna de esas vírgenes a las que condecora su colega de Interior? De momento, el simbolismo de la situación es muy potente. Mañana, 15 de octubre, es el aniversario del asesinato de Lluís Companys por los franquistas. Mas irá a depositar una ofrenda floral en el monumento al presidente de la Generalitat mártir y luego habrá de comparecer ante unos jueces que son los herederos directos del "ordenamiento jurídico" que asesinó a Companys y aún no ha pedido perdón por ello. 

Si Artur Mas es condenado, quedará convertido en un mártir capaz de ganar la última batalla a Rajoy/Mordred y Catalá, reducido a su auténtica dimensión de cantamañanas.

diumenge, 11 d’octubre del 2015

Contra Cataluña.

Mi artículo de hoy en elMón.cat sobre el intento del gobierno central de someter a Cataluña por el chantaje y el boicoteo, primeros pasos antes de pasar a mayores violencias. Esta es la versión catalana y, a continuación, incluyo el original en español:

Objetivo: doblegar Cataluña.

Hace unos días un sabotaje paralizó el AVE Madrid-Barcelona. Fue la policía quien así lo llamó. Claro y rotundo: sabotaje. Ahora solo falta saber quién lo perpetró pero son pocas las dudas, ¿verdad? Hay alguien interesado en sabotear la independencia catalana, el proceso catalán, todo lo catalán. Y no hace falta indagar mucho para saber quién y calibrar los recursos de que dispone para ello, que son ingentes, pues son los de todos, incluidos los de los propios catalanes. Los saboteadores tradicionales del Estado español son especialistas en machacar a sus adversarios con los recursos de sus víctimas.

Según El País, verdadero Alcázar de este nuevo y ridículo Movimiento Nacional compuesto de exrojos achacosos y arrepentidos, los planes económicos de la Generalitat “alarman al empresariado”, ente mitológico tan evanescente como “los mercados”. Cuando ese empresariado pide despido libre, eliminar el salario base, suprimir las cotizaciones, terminar con las vacaciones pagadas o que los trabajadores despedidos devuelvan los salarios cobrados, sus siervos, los intelectuales orgánicos del capital y El Escorial, no alzan la voz por encima del nivel de su cobardía. Al fin y al cabo, se trata de la que puede caer en Cataluña si los catalanes se obstinan en ser libres y romper el aciago destino de España: ¡incurrirán en las iras de los empresarios, los mecenas de estos plumillas complacientes!

La consigna en Madrid es diáfana: hay que romper el espinazo a Cataluña, quebrar la resistencia de los catalanes. ¿Qué se han creído estos? ¿Que puede uno librarse de la pesada y estúpida carga del nacionalismo español de los andrajos y la fanfarronería? La consigna de amedrentar, asustar, amenazar, insultar y, llegado el caso, sabotear o algo peor circula por las sedes de los partidos, las tertulias audiovisuales plagadas de esbirros, las redacciones de la prensa falangista, las fundaciones, las sacristías, las dependencias administrativas de un gobierno tan vacío de dignidad como lleno de ladrones y de un consejo de ministros compuesto por franquistas de estricta obediencia.

El erario no está para administrarlo prudentemente en beneficio general sino para robar a manos llenas y, con lo que reste, financiar las campañas del miedo, sobornar voluntades y pagar actos de sabotaje. Una o dos de esas agencias de rating, chiringuitos de robaperas para jugar con el crédito de las instituciones según sus propios intereses y los de sus clientes, ha subido la nota de los títulos españoles y bajado la de los catalanes. Con la misma justificación con que habrían hecho lo contrario si hubieran sido los catalanes los que las hubieran pagado en vez de los españoles.

El caso es machacar Cataluña, augurarle las penas del infierno, vilipendiar el independentismo y amenazar con traer a Mas cargado de cadenas a esta corte de pandereta y programas cutres en prime time como hicieron los romanos con Vercingétorix. El mismo periódico que antaño presumía de independiente sin serlo jamás, El País, publica un editorial en contra de una opción que ha ganado limpiamente unas elecciones y de un hombre, al que ya solo le falta pedir que lo linchen o, más caritativamente, que lo encierren en un frenopático. Quien haya perpetrado esa vergonzosa pieza amparado en el anonimato es un pobre hombre a quien no le queda ni alma que vender al diablo.

Y eso es el nacionalismo español sedicentemente civilizado, el que dice respetar los derechos de los catalanes a la diferenciación, siempre que no exageren, claro está. De lo que rebuznan los demás, esa manga de analfabetos bramando en las ondas y pagados opíparamente con nuestros impuestos no merece la pena ni hablar.

El próximo martes, 13, el Rey visitará Cataluña. Es el día en que comienzan las declaraciones de l@s tres imputad@s de la Generalitat ante el TSJC, Rigau, Ortega, Mas. Cabría decir que en España la política va por un sitio y lo judicial por otro, pero sería mentira. En un país en el que el ministro de Justicia administra los tiempos procesales y, encima, presume de ello en la prensa, esa aparente separación es tan falsa como un discurso de ese mismo Rey o las estadísticas del gobierno que defiende. Felipe VI va a Cataluña a darse un baño de gloria mientras el presidente electo de los catalanes es forzado a comparecer ante los jueces por haber permitido que su pueblo expresara su opinión. Es un intento más de humillación y es de esperar y desear que sean muchos más los catalanes que acompañen a Mas que los que vayan a aplaudir al Borbón, por muchos autobuses que fleten en el ministerio del Interior y más bocatas que repartan entre los jubilados.

dissabte, 10 d’octubre del 2015

Un editorial de combate.


Por fin los genios de la Meseta se dan cuenta de la crisis del Estado español. Confiaban en la nulidad residente en La Moncloa para soslayar la "cuestión catalana" sin mostrar el pelo de la dehesa. Y descubrieron que la nulidad ha hecho lo que cabía esperar de él: nada. Y eso con suerte porque donde ha hecho o dicho algo ha sido para empeorarlo todo.

Y ahora la cuestión revela su imponente naturaleza de crisis constitucional, se quiera o no.

En el pasado, cuando el nacionalismo español, sempiternamente dominante, se veía en peligro recurría el expeditivo método de bombardear Barcelona para mostrar a los catalanes su fraterno afecto. Entre bromas y veras todavía hace poco recordaba esta práctica uno de los padres de la Constitución, lamentablemente fallecido. Pero es poco realista. Ni en sueños cabe pensar en una agresión militar del tipo que sea contra Cataluña. Europa no lo permitiría.

No se pueden emplear las armas. Pero se empleará todo lo demás. En primer lugar, los jueces y el conjunto del ordenamiento jurídico con una plétora de recursos, prohibiciones, suspensiones, pleitos querellas, todo lo que pueda ahogar la administración catalana. Y, por supuesto, los medios de comunicación. ¿No acaban de hacer besar o jurar la bandera al personal de TVE? Como cuando los soldados van a entrar en combate. Un editorial de El País equivale a un bombardeo ideológico, político, moral. El de hoy, Mas pende de un hilo, es una pieza ciegamente partidista y una muestra de la falsedad y los embustes con que los medios españoles contribuyen a la manipulación y el engaño de sus lectores. No tiene desperdicio. Un editorial es una pieza de opinión. Pero hasta en los editoriales ha de respetarse la regla de oro de que las opiniones son libres, pero los hechos son sagrados y no es el caso. El editorial tiene tres facetas muy lamentables: 1) falsea los hechos; 2) su opinión es libre, pero muy injusta; 3) contribuye a la campaña del miedo y a legitimar un gobierno cuya incompetencia y corrupción ha llevado al país a este desastre.

1. Falsea los hechos. Sostiene El País que Mas ha perdido el plebiscito del 27 de septiembre. Ese plebiscito que el nacionalismo español, incluido El País, negó hasta el 26 de ese mes. Y, por tanto, ha perdido en el fondo las elecciones mismas. Debacle del 27 de septiembre, dice, porque, cuando quieren meter miedo, los españoles hablan gabacho. Y, por si quedara algún incrédulo diciendo que el independentismo en realidad ha ganado las elecciones y el referéndum, El País sostiene que "la prensa internacional de calidad y las cancillerías" han dictaminado lo contrario. Es justo al revés. La prensa internacional dio por ganador al independentismo. El truco radica en ese "de calidad". Si les muestras Il Corriere della Sera, por ejemplo, hablando de victoria independentista te dirán que no es "de calidad". Y lo de las cancillerías es tan chistoso que debe de habérsele ocurrido a Margallo. En todo caso ¿no eran unas elecciones autonómicas normales? ¿Por qué acudir a los medios extranjeros para difundir una trola más? Porque nadie da crédito a las trolas de la prensa española. Ni ellos.

2. Opinión injusta. El País tiene ojeriza a Mas. Es una muestra de la actitud cada vez más reaccionaria y retrógrada del medio, pues cree que cabe ignorar y reprimir o suprimir un amplio movimiento social espontáneo y mantenido por la voluntad de la gente a base de descabezarlo. Realmente muy típico de quien no cree que la gente tenga autonomía de juicio y exprese civilizadamente sus preferencias, de quien no entiende la democracia ni de lejos, de quien piensa que todo lo que se mueve es obra de un caudillo. Como el mismo Mas dice, lo han investigado hasta la pata de Adán... y no han podido sacarle nada. Así que van por él en otro terreno: el del desprestigio personal, su ridiculización y el juicio injustamente negativo sobre sus motivaciones. Habla El País de que el M.H. va de semitapado en cuarto lugar en la lista. La expresión lleva mala uva y trata de vincular a Mas con la tradición corrupta del PRI mexicano del tapado. Y ¿qué habría dicho El País si hubiera ido en primer lugar de la lista? Jefatura, movimiento, nazismo, populismo, personalismo, etc. Hicieron bien los indepes poniéndolo en cuarto lugar, así los otros no saben qué decir. Y claro lo dejan.

En su condición de verdadero cantamañanas y rehén de la CUP, sin voluntad propia alguna, Mas persigue, dice El País, una "estrategia desestabilizadora". O sea, es un irresponsable. Puro anatema. Ni un intento de explicar cuál es esa estrategia y por qué es desestabilizadora. No hace falta. L@s lector@s saben que aquí se ha pasado de una situación de estabilidad y envidiable entendimiento a una desestabilización repentina por obra de un orate o un malvado. ¿Por qué? Porque lo dice El País. Tan orate o tan malvado que prefiere pender de un hilo antes que hacer lo que El País considera conveniente. Esta es la línea argumental del nacionalismo español liberal.

3. campaña del miedo y legitimación. Por cierto, ¿de qué hilo? No será el de Atropos, la Moira que corta el hilo de la vida. Seguramente será el de Ariadna, del que se sirvió Teseo para salir del laberinto después de dar muerte al Minotauro. Y ¿quién es aquí el Minotauro? La CUP, un ente incomprensible y monstruoso compuesto, según el diario español de un machihembrado antisistema de la antigua Albania, el populismo bolivariano y la tradición anarquista barcelonesa. Nada menos. Pura dinamita, aunque un poco pedante. La "antigua Albania" seguramente se refiere a la de Enver Hoxa, aunque también podría referirse a la de Skanderbeg en el siglo XV, nunca se sabe. El populismo bolivariano es una especie de extraña epidemia de reciente identificación e incorporación a los terrores del milenio de la derecha. Y la tradición anarquista barcelonesa es de nota. Ya me parecía que David Fernández se da aires al Noi del Sucre. Desde luego, estos de la CUP propugnan medidas ultrarradicales y El País, no olvidando del todo su tradición de tolerancia, reconoce que son legítimas en una sociedad liberal. Reconoce también que es un grupo inobjetable en punto a su representatividad, y que ha prestado servicios en la lucha contra la corrupción. Pero sus propuestas le producen sarpullidos y sostiene que son contrarias al Estado de derecho, cosa que no se molesta en demostrar sobre todo porque no se puede. Esas propuestas no son contrarias al Estado de derecho. Otra cosa es que sean contrarias a los intereses de la derecha. Es distinto. Por supuesto, esa derecha no quiere que los propuestas se formulen. Probablemente porque prefiere la corrupción.

En el editorial no hay una sola palabra de crítica al PP. La crisis constitucional española y la revolución catalana son producto del capricho de un orate o un listo que trata de tapar su incompetencia convirtiéndose en el Moisés del siglo XXI. Hay un párrafo especialmente duro sobre Mas: en el que se le califica de un aventurero al que parece no importarle quebrar la sociedad catalana con tal de mantenerse al timón.

Perfecto. ¿No se ha pensado en El País que ese juicio case más con Rajoy y España?

Por último, ¿qué tal si El País de vez en cuando recuerda que cerca de dos millones de electores, casi el 50 por ciento, han votado por un orate y un machihembrado de albaneses, populistas bolivarianos y anarquistas de la Ciudad de los prodigios?

diumenge, 4 d’octubre del 2015

El gobierno catalán.

Aquí mi artículo de hoy en elMón.es (en catalán).

A continuación, la versión española:

Cataluña necesita un gobierno.
Ramón Cotarelo.

Cataluña es un país europeo típico. Después de cada elección legislativa, constituir gobierno suele ser un proceso trabajoso. En algunos Estados (Bélgica, por ejemplo) a veces se tarda meses y hay que recurrir a la figura del “facilitador”. La clave está en el carácter multipartidista de sus sistemas. Eso del “bipartidismo” que tanto se critica en España, tampoco reza con Cataluña, como muchas otras cosas.

El núcleo de la dificultad está en la negociación de JxS y la CUP. Habiéndose expuesto ya quizá toda la panoplia de posiciones de unos y otros, solo queda esperar que las negociaciones lleguen a buen término porque si el coste de formar gobierno en Cataluña es alto para ambas partes, el de no formarlo aun lo es más. A esto efectos cabe resumir la situación recordando lo que ninguna de las dos partes debe olvidar.

La CUP no puede olvidar que:
- el camino a la independencia precede a cualquier otra consideración;
- no es justo que 10 diputados impongan su voluntad a 62 afines;
- all things considered, Mas se ha ganado un puesto de relevancia en el proceso.

Una negociación tiene dos lados. A su vez, JxS no puede olvidar que:
- la CUP cumple su programa y no tiene por qué faltar a él;
- 62 diputados no son razón suficiente para imponerse sin más a 10 afines;
- CDC tiene un pasado frente al que no es obligatorio hacer la vista gorda.

A su vez, ninguno de los dos puede olvidar que:
- el momento es excepcional. No se trata de pedir la independencia sino de practicarla;
- las fuerzas hostiles están amalgamadas en una polarización interna muy fuerte:
- se enfrentan a un adversario exterior aun más hostil, con un Estado dispuesto a todo.

La imputación a Mas tiene un valor altamente simbólico. Sumada a esa reforma de la Ley del Tribunal Constitucional por la que este se convierte en un alguacil de los deseos del gobierno, se prueba que en España no hay respeto alguno por principios jurídicos esenciales del Estado de derecho como el debido proceso legal, la separación de poderes o la jurisdicción constitucional. Añadamos el acuerdo entre el PP y PSOE en torno a una delirante normativa de seguridad nacional, puro pretexto plagiado de los Estados Unidos para dar amparo seudolegal a las demasías que el nacionalismo español quiera cometer en Cataluña. Se trata de una cerrada actitud de los dos partidos dinásticos, protagonistas de la segunda restauración borbónica, en el enésimo intento de frustrar las aspiraciones catalanas.

Ese valor altamente simbólico se visualizará el próximo 15 de octubre cuando, tras hacer una ofrenda floral en el monumento a Companys, Mas comparezca ante el TSJC a declarar en una causa incoada a instancia directa de la Fiscalía general del Estado. Ni la fecha de la citación es debida al azar ni en el momento de la comparecencia Mas dejará de representar a la nación catalana sea o no por entonces presidente de la Generalitat.

El proceso de independencia es ya un hecho. Su primer acto fueron las elecciones del 27 de septiembre. El siguiente, la decisión de la junta de gobierno de Memorial Democrático, un órgano de la Generalitat, de denunciar políticamente el franquismo y pedir la declaración de nulidad del proceso de Companys y de todos los demás procesos políticos de la dictadura. Esa decisión será sometida a pronunciamiento del Parlament, que lo hará de modo soberano y, al hacerlo, declarará Cataluña territorio libre de franquismo y pondrá en cuestión todo el ordenamiento jurídico español, desde 1939 hasta hoy.

El reto es imponente. El primero de calado importante desde la transición que seguramente se encontrará con la animadversión y el ataque no solamente de los dos miembros del llamado “bipartidismo” sino de todos los demás partidos españoles probablemente sin excepción.

Cataluña necesita un gobierno unido y fuerte si ha de prevalecer ante lo que se le viene encima. Un gobierno procedente de un Parlamento que habrá de tomar una decisión hasta la fecha insólita: ¿tiene sentido que los partidos independentistas, embarcados en una hoja de ruta hacia la independencia participen en las elecciones legislativas de otro país?

A la independencia por la palabra.


Pau Vidal (2015) Manual del procés. Vocabulari imprescindible de combat. Barcelona: Angle editorial (172 págs.)

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Seguir de cerca el proceso independentista catalán obliga a tragarse docenas de libros de enfoque histórico, jurídico, político, económico y mucho ensayo periodístico de actualidad. Es lo que abunda en la oferta libresca. A veces, sin embargo, aparecen piezas raras, como esta, dedicadas al mismo tema pero con un enfoque y estructura distintos. Y se agradece tanto que uno las devora aunque, como es el caso, tengan la forma de vocabularios con entradas en orden alfabético, siempre de lectura más trabajosa.

Como casi todo lo que se escribe en Cataluña sobre Cataluña en estos tiempos, el libro tiene un marcado tono militante. Ya lo indica en el subtítulo "vocabulario imprescindible de combate" y lo justifica un prefacio del autor titulado Filología de combat. Ha sido premio Irla de este año, o sea, de la Fundación Josep Irla, independentista y cercana a ERC.

Pero, además de ser obra de combate, está escrita con mucho sentido del humor. Rebosa ironía, burla y hasta sarcasmo. El objeto mayoritario de las puyas es lo español, pero también lo catalán se lleva su parte. La visión del proceso independentista es muy militante pero también guasona. Como, además, viene cumplida de sabiduría filológica, desplegada sin presunción, la lectura es muy grata.

Y se aprende un montón de cosas. El recurso a la etimología y las familias léxicas revelan aspectos insólitos de términos de uso cotidiano que obligan a pensar y son reveladores. Que catalufo traiga como antecedente castellufo y castellanufo tiene su interés.

Al ser vocabulario de autor, las voces son las que este elige según su criterio. El conjunto es seguramente el de las más usadas en el debate. Si se recogiera una muestra de textos y se los cuantificara sin duda el resultado avalaría la selección. Eso impulsa al curioso lector a indagar si no debiera figurar alguna otra. Personalmente, y dado que no hay entradas en la letra "b", creo que estaría bien incluir botifler.

El análisis filológico tiene a veces tintes políticos de mucha carga que contribuyen a explicar el contenido del independentismo aun considerando términos que no tienen clara conexión con él. Por ejemplo, hablando de disciplina, se dice que "no es extraño que muchos títulos de estos artículos tengan un regustillo franquista" (p. 65). En otro orden de cosas, a propósito del verbo imponer se avisa de que desde la "transición española asistimos a la apropiación desvergonzada por parte de la derecha del vocabulario perteneciente tradicionalmente a la izquierda y, con el proceso, la operación ha llegado al paroxismo." Lo de la apropiación es cierto pero me atrevería a situar el paroxismo en otro sitio. Sin demérito alguno para lo que toca a Cataluña, no creo que se haya dado allí algo parecido al discurso del ministro de Justicia, Ruiz-Gallardón en el que justificaba privar a las mujeres de sus derechos reproductivos en nombre de su "emancipación".

El estudio de Nosaltres (i ells), que es la vertiente filológica de la política schmittiana de amigo-enemigo, es brillantísimo. El "nosotros" salvífico lo tienen todos, es un sujeto colectivo inclusivo a la par que excluyente basado en una intuición radical que no necesita justificarse mientras que el "ellos" es una masa amorfa cuyo único sentido es impedirnos el paso. Hay otro determinación también de interés aquí y es el "algunos", un "ellos" más circunscrito, animado generalmente de protervas intenciones: "algunos dicen que hay que subir los impuestos", por ejemplo.

Vidal da por resucitado el separatismo, señalando que cayó en el ostracismo al final de la dictadura junto con la "conspiración judeomasónica" (p. 151). No me parece que la primera, sin embargo, sea de uso frecuente. Circula más otra de similar significado, más grave, secesión. Incluso se discute si hay o no un derecho a la secesión.

Este manual de combate es como una aplicación del Cómo hacer cosas con palabras, de Austin. Pura performatividad del lenguaje.

La independencia como una performance.

dimecres, 30 de setembre del 2015

Empieza el ataque.

Ayer me preguntaron en "Mon.cat", digital en el que colaboro por la imputación a Artur Mas ante el TSJC. Dije lo que pienso sobre todo en relación con la actitud de la CUP de no investir a Mas. El texto en catalán de la entrevista de Gemma Aguilera está aquí:


Sigue la traducción española:

Todo el independentismo, también la CUP, está en deuda con Mas.
Ramón Cotarelo (Madrid, 1943) es escritor, politólogo y sociólogo. Colaborador de El Món, ha apoyado la CUP pero se muestra muy crítico con la posición de la izquierda independentista respecto a la investidura de Artur Mas.

El presidente de la Generalitat, Artur Mas, tendrá que declarar ante el TSJC por haber plantado las urnas el 9N. El día de la cita es el 15 de octubre, cuando se cumplen 75 años del fusilamiento del presidente Companys. La comparecencia unos días antes del debate de investidura, ¿debería obligar a la CUP a cambiar de parecer?

Absolutamente. Por muchas que sean las objeciones del independentismo de la CUP a la persona de Artur Mas, es una opción, y no me parece estrafalario que el independentismo mayoritario lo proponga como presidente. Se ha ganado el respeto de la gente. Y que la CUP responda a una pregunta: sin Artur Mas, ¿habríamos llegado aquí? La respuesta es "no", en modo alguno. Todo el independentismo, también la CUP, toda la gente que ha venido impulsando el proceso tiene una deuda con Mas, al margen de su pasado, de los recortes que haya hecho y de si su partido tiene casos de corrupción. Se ha puesto al frente del proceso, lo ha dirigido y se lo ha jugado todo, también personalmente. Y, estando imputado y atacado por el Estado ¿no es razonable pedir que se le apoye? ¿No es lo mínimo que se puede hacer?

Todo el apoyo ¿quiere decir que la CUP vote a favor de su investidura?

Sí, el hecho de que se lo llame a declarar obliga a la CUP a replantearse muchas cosas y no digo que le acompañe a la puerta del TSJC el día 15 de octubre, que me parecería lo más normal y digno. Es el momento de dejar de lado las rencillas internas porque el ataque a Mas, les agrade o no, es un ataque a Cataluña, a tod@s l@s ciudadan@s.

La CUP ha mostrado su solidaridad pero, de momento, no ha retirado su negativa a votar la investidura.

Mire, si yo formo parte de un movimiento, en este caso el independentismo, y una de las piezas clave, sino la más importante, soporta un ataque tan brutal del Estado, sin duda saldré en su defensa. La CUP ha de ser consciente de que el Estado ve el proceso como una cuestión de orden público y, como tal, la trata con represión, amenazas y, en último término, la prisión. Primero hay que dar una respuesta contundente al Estado y luego, ya veremos. En todo casi, diga la CUP lo que diga, Artur Mas ya tiene un lugar en la historia, y merecido. Apartar a Mas para evitar que siga liderando el proceso no cambiaría el curso de la historia. El proceso ya lleva su nombre. Insisto, tenemos una deuda con este hombre y este el momento de saldarla, defendiéndolo como él ha defendido a todos los ciudadanos de Cataluña al plantar las urnas.

¿Confía en que la CUP cambie de criterio?

Conociendo a la gente de la CUP, pienso que reflexionarán y espero que la reflexión sirva para que pongan por delante lo importante y dejen de lado otras consideraciones, como lo ha hecho Artur Mas al decir que lo importante es el proceso. Y yo me pregunto: ¿alguien de la CUP ha hecho algo parecido? ¿Prefieren perseguir a Artur Mas hasta los confines de la tierra cuando el Estado quiere encarcelarlo? ¿Qué más quieren? ¿Qué se clave un puñal y se sacrifique en público?

¿Tiene la impresión de que la CUP no está a la altura del momento histórico?

Lo que veo es que la CUP es muy de alzar el puño y corear "anticapitalismo" pero ahora que recibe un ataque directo del Estado no acaba de entenderlo correctamente. Y me fastidia porque, si hemos llegado hasta aquí, con casi dos millones de votos, es porque Artur Mas se ha empeñado y ha jugado magistralmente. Hagamos a un lado el 3% por una temporada, dejemos de pensar un tiempo que en vez de manos tiene tijeras y tengamos en cuenta que Mas goza de una proyección internacional que no tendrá ningún otro político del proceso. ¡Ninguna empresa se desharía de un activo así! La CUP ¿es tan pura que prefiere prescindir de la experiencia y el impacto exterior de Mas? Votar la investidura no quiere decir ni de lejos, dar apoyo a todo su programa. No veo que haya conflicto ideológico aquí.

¿Primero la independencia y luego el modelo social?

La cuestión es consolidar la independencia y el resto vendrá por sí solo. Porque de momento no sabemos si el programa de Junts pel Sí es de derecha liberal o de izquierda. Por tanto, diría a la CUP: sentaos a negociar y hablad. Y olvidad las viejas tácticas de hacerse el fuerte antes de sentarse. Lo que nos jugamos es tan importante y el ataque del Estado tan evidente que las otras cuestiones deben quedar en segundo lugar.
[…]

Presidente por imputación.


El gobierno ha hecho a Mas presidente al llevarlo ante los tribunales. Porque es el gobierno. La acusación proviene de la Fiscalía general, pues los fiscales catalanes se negaron a ella. Es el gobierno el que quiere poner fuera de juego a Mas porque ve en él el peligro. Con eso, fuerza una reacción obligada en el campo independentista por consideraciones de estrategia de los viejos maestros de la guerra: defiende todo lo que el enemigo ataca y ataca todo lo que el enemigo defiende. También es posible no hacerlo así pero, en tal caso, será preciso explicar qué se gana dejando de defender lo que el enemigo ataca.

El ministro de Justicia, en un alarde de sensibilidad democrática, explica que no se citó antes al presidente Mas por no interferir en el proceso electoral. Y también para evitar que el posterior 47% del voto hubiera sido muy superior. Pasado el peligro, viene la citación. Y esos asuntos, ¿los deciden los ministros, los políticos? ¿No los jueces?

Lo que se imputa a Mas acarrea posible inhabilitación para ejercicio de cargo público. Por haber convocado una consulta, ya que el Estado no le permitía hacer un referéndum. El rechazo fue por abrumadora mayoría del Congreso pues, en asuntos catalanes, las coincidencias entre los dos partidos dinásticos son inmensas.

Es decir, en el plazo de un año, en Europa se han vivido dos episodios en dos países distintos (Reino Unido/Escocia y España/Cataluña) con semejanzas y desemejanzas curiosas. En los dos casos hay sendas opciones y tendencias políticas a favor de la independencia. En Escocia se hizo un referéndum y triunfó el no a la separación. En España no se tolera referéndum territorial alguno y, quien lo inicia, puede acabar expulsado, sancionado, inhabilitado o, incluso, preso. Pero nadie ha aportado razón convincente alguna que justifique por qué los escoceses pueden hacer lo que los catalanes tienen prohibido, y quién se beneficia de esta anomalía.

En las circunstancias actuales, la llamada "cuestión social" se enfrenta a un incidente de prejudicialidad por cuanto, para tomar cualesquiera medidas, hay que disponer de un gobierno que lo haga y un Estado que le dé legitimidad. La cuestión social va después de la cuestión nacional, no por delante. Y una vez planteado el conflicto territorial ya solo queda saber de lo que cabe debatir en España. Realmente, de poco y ese poco a toda velocidad pues quedan tres meses para las elecciones generales. Prácticamente nada, con los partidos muy atribulados en un cuadro general poco previsible. El PP mira de reojo a C's. Estos se las prometen muy felices con el impulso catalán. El PSOE solemniza esa posición de centralidad que lo convierte en objeto de diversas querencias. Podemos, por último, se encuentra cómo Sísifo cuando ha de comenzar a subir de nuevo la cuesta con el pedrusco a la espalda. No le gusta nada quedarse en un grisáceo cuarto puesto. IU luchará por mantener la cabeza por encima de la barrera legal. De las otras posibles ofertas de la izquierda se hablará cuando abandonen el limbo de los proyectos unitarios.

En resumen, todo ello quisicosas electorales, programáticas, de negociaciones, pactos y contrapactos que animarán el trimestre de espera hasta las generales. Puro espectáculo mediático. Pero bastante rutinario. Si se quiere observar algo nuevo hay que seguir mirando a Cataluña. Todo hace pensar que la mayoría independentista pondrá en marcha su hoja de ruta en la forma que acaben negociando y con Mas de presidente, haya sido como haya sido su investidura. Ello va a implicar continuos enfrentamientos con el Estado que acompañarán a la imputación y quizá procesamiento de su presidente.

Pero también va a implicar más cuestiones, algunas de calado. Por ejemplo, los independentistas abordarán tarde o temprano la cuestión de si participan o no en las elecciones generales. Ese puede ser uno de los puntos de la desconexión. Esta abstención aumentaría la representación parlamentaria de los partidos nacionales españoles, pero no necesariamente la legitimidad del parlamento español y sus decisiones en Cataluña.

dimarts, 29 de setembre del 2015

La revolución catalana se expande.


Por fortuna solo eran unas elecciones autonómicas normales. Si llegan a ser un plebiscito, como querían los malvados independentistas, o un referéndum, como aconseja la prudencia, el resultado hubiera sido devastador.

Docenas, centenares de analistas y expertos están sacando punta a los datos igual que John Wesley Hardin se la sacaba a su revólver en la canción de Johnny Cash. Que si el voto "sí-sí", el "si-no" y el seco "no"; que si la relación voto-escaño; el sistema electoral; el cómputo de los indecisos, el boicoteo del voto exterior, etc. Ahí seguirán un buen e inútil rato pues ya está claro que el independentismo ha ganado. Tiene mayoría absoluta en el Parlament en un sistema parlamentario. Pues ya está todo dicho. Al menos para los medios internacionales que dan ganador al bloque del "sí-sí". Los medios españoles, en cambio, dan ganador al bloque del "no", pero todos saben que la finalidad de los medios españoles no es comunicar ni informar sino adoctrinar y mentir.

El triunfo independentista es indudable y todos los distingos y recuentos capciosos no lo convertirán en derrota. Ahora vienen los debates sobre hasta dónde llegan los poderes de un parlamento autonómico y si deja de serlo por una proclamación unilateral en la que se declara soberano en sentido pleno. Serán temas apasionantes en los próximos tiempos. Controversias institucionales de hondo, revolucionario, calado.

El eremita intelectual de La Moncloa se ha manifestado con la pompa de una custodia para recitar la habitual melopea de lugares comunes y expresiones hueras. Las elecciones fueron autonómicas y quien quiera romper la ley se las verá con él, su guardián. La afirmación de que está dispuesto a dialogar aunque siempre dentro de la ley es una conquista fruto del impacto de la revolución catalana en su pétreo ánimo. Pero recuérdese que será "dentro de la ley", esa misma ley que él cambia a su antojo mediando la mayoría-rodillo parlamentaria de que dispone. La instrumentalización del Congreso para legitimar una política puramente represiva hace sospechar que estamos a punto de restablecer los nefandos decretos de proscripción, casi las lettres de cachet, provisiones penales dirigidas contra individuos concretos, con nombre y apellidos, por ejemplo, Artur Mas.

Es tal la degradación del sistema político de la segunda restauración en esta increíble, valle-inclanesca legislatura de Rajoy, que Cebrián se ha sentido obligado a revestirse de su hopalanda de conciencia de la comunidad. En El País de hoy nos regala una de sus admoniciones colectivas, generalmente escritas con la iracundia con que Moisés increpaba al pueblo elegido cuando lo pillaba adorando el becerro de oro. En ella se insta con vehemencia al presidente del gobierno a abandonar su indolencia casi de serrallo y convocar elecciones anticipadas. Es lo que suele pedir para enderezar las cosas y, por lo general, las tuerce.  

La revolución catalana ha dejado tiritando el sistema de partidos en España. El ascenso vertiginoso de C's y el hundimiento de Podemos son ya objeto de grandes, enjundiosos debates. Confieso no tener las ideas claras con C's, aunque estoy dándole vueltas, pero creo entender mejor el fiasco de Podemos en Cataluña. Estaban avisados. Solo faltaba que alguien les gritara "¡es Cataluña, estúpidos!". Faltó. No lo entendieron y desembarcaron en el Principado desconociéndolo todo sobre él y fiados en cuatro teorías apolilladas sobre la naturaleza del nacionalismo. Por si les flaqueaba el ánimo, se agarraron de  la firme doctrina tradicional de la IU catalana, la vertiente de la IU española de la que Podemos abominaba como del maligno. Han obtenido dos diputados menos de los que tenía IU en solitario, antes de que el partido morado oficiara de introductor de las masas de "la gente". Dicho en plata, Podemos no aporta nada a IU; resta.

Que esto sea así o no en las elecciones generales está por ver, pero la experiencia catalana prueba que, al menos en Cataluña, la gente no te vota si lo ignoras todo sobre ella y la juzgas con orejeras y prejuicios. Te da la espalda si haces campañas electorales ruines, ambiguas, de muy problemática moralidad como la del famoso episodio de los abuelos. Este desastre no podía ser cubierto solo por el infeliz de Rabell y fue precisa la comparecencia de Iglesias a dar su versión de los hechos. Reconocer que un 47% del voto es independentista le honra pero no le hace ser más rápido. Y enseguida vuelve a torcérsele la buena intención por desconocimiento. Afirma que es preciso "escuchar" a los catalanes, como si Cataluña fuera una tribu de la frontera y no lo que es, un igual a España, de forma que quizá debiera ser esta quien escuchara alguna vez.

Producto del choque de esa revolución que los de Podemos iban a implantar pero no supieron ver cuando se inició, Iglesias promete convocar un referéndum de autodeterminación de los catalanes. Está claro, revolucionariamente claro, que solo votarán los catalanes porque, si votaran todos los españoles no sería de autodeterminación sino de heterodeterminación.

El seísmo provocado por el estallido catalán alcanza su máxima intensidad precisamente en los predios independentistas. La CUP anuncia que el plebiscito no se ha ganado, que nada de DUI y que no apoyará la investidura de Mas. O sea, una revolución dentro de la revolución. Pasa con frecuencia. Toda alianza o coincidencia política, sobre todo si es de izquierda, suele venir acompañada de controversias de carácter táctico, estratégico y hasta teórico. Es la termita de la unidad de la izquierda en todas partes. Supongo que la CUP, en este caso,  tiene poderosas razones para interponer un veto rotundo con consecuencias estratégicas fácilmente imaginables. Pero no se me alcanzan. La investidura de Mas no implica necesariamente un voto de confianza a su hipotético programa y, en cambio, demuestra desconfianza hacia alguien que, al menos en la cuestión nacional, no la merece, sino todo lo contrario. La aportación de Mas al proceso independentista a un coste personal que está por determinar, ha sido y es esencial. Y a ello se añade el criterio de que imponerse a la mayoría por la fuerza de los números (aunque sean paradójicamente menores, pero necesarios) y no de la razón no es aceptable.

Estaba dando vueltas a esta cuestiones cuando de pronto Mas se descuelga dando un  paso atrás y declarándose dispuesto a renunciar a la presidencia a cambio del acuerdo y la unidad de acción del independentismo. Es difícil atribuir este gesto a intenciones malévolas de ningún tipo. Al contrario, ensalza la figura de Mas quien, como un nuevo Marco Curcio, se sacrifica por la salud de la República.

La revolución catalana tiene muchas facetas.

dilluns, 28 de setembre del 2015

España carece de gobierno.

Artículo publicado hoy en elMón.com y escrito el domingo a las 23:00, cuando aún no había terminado el recuento. Esta es la versión en catalán y, a continuación, inserto aquí el original en español:



CATALUÑA NECESITA UN INTERLOCUTOR EN ESPAÑA

Con los resultados conocidos cuando se lleva el 82 % escrutado quedan claras dos cosas: el independentismo gana en votos y más claramente en escaños. Es el momento de las interpretaciones. Pero no por mucho tiempo.

Hay un hecho indudable: el independentismo ha ganado. El resultado de unas elecciones que los nacionalistas españoles querían rebajar de valor, privándolas de su carácter plebiscitario ha tenido un efecto contradictorio con esas intenciones. De haber sido un referéndum ordinario, un resultado por debajo del 50% se anotaría en la hoja de pérdidas y no habría más que hablar. Los independentistas tendrían que resignarse como hicieron el año pasado los escoceses y esperar otra ocasión. Pero, al ser elecciones autonómicas “ordinarias” (aunque con valor plebiscitario), cuentan los votos y los escaños, se quiera o no. Los escaños exceden la necesaria mayoría absoluta en el parlamento para tomar decisiones y esas decisiones se adoptarán en sentido independentista. El debate se planteará sobre si DUI sí o no y si DUI inmediata o no. Es decir, al realizar unas elecciones autonómicas de contenido plebiscitario, los independentistas han llevado la cuestión al terreno de la política y de la negociación. Al terreno de la interlocución y en un plano reforzado para ellos y debilitado para los demás.

Para la necesaria interlocución entre España y Cataluña, las dos partes tienen que designar sus respectivos portavoces. Los catalanes están claros: el gobierno que se constituya en Cataluña según estos resultados. Un gobierno legitimado por una clara mayoría relativa de votos y absoluta de escaños. Los que no están claros son los españoles. Habiendo perdido estrepitosamente estas elecciones el PP y a menos de tres meses de otras que se anuncian catastróficas para él, el actual gobierno español carece de autoridad y legitimidad para sentarse a negociar nada con el catalán.

Ese vacío no se rellenaría con una hipotética entrada de los socialistas en el gabinete en una especie de gobierno de concentración porque, aunque tal cosa fuera posible, que está por ver, estaría sometido a la misma urgencia y necesidad de las elecciones de diciembre y no podría hacer nada.

El nacionalismo español podría pedir al gobierno de la Generalitat que, a la vista de la situación, tenga la generosidad de aplazar sus decisiones y esperar a que haya interlocutor en España que no sea este desastre sin paliativos en que ha terminado la catastrófica legislatura de Rajoy. Podría. Pero, aparte de quedar en ridículo una vez más, el Parlament y la Generalitat quizá concedieran esa moratoria pero sin que ello suponga un retraso en su hoja de ruta ni un abandono de su acción exterior, que habrá de ser más intensa que nunca. La fórmula podría ser: “nosotros no atosigaremos en España pero actuaremos en uso de nuestra soberanía en el exterior”.

En realidad, después de estas elecciones, España carece de gobierno.

Es poco probable que el actual presidente tenga la gallardía de dimitir, pues, sabido es, no entra en sus hábitos. Y con él en La Moncloa, como un muerto viviente, el país no tiene quién hable por él.

Tampoco la oposición puede aspirar a un rol más airoso. El otro partido dinástico, el PSOE, no es tan testimonial e irrelevante en Cataluña como el PP, pero no se le aleja mucho y, si se suman los votos de PP y C’s, queda muy por debajo de ellos. Innecesario subrayar que estos datos muestran con claridad que el sistema político catalán es distinto del español. El hipotético apoyo del PSOE al agonizante partido del gobierno no resolvería en absoluto el problema planteado y haría imposible cualquier otra propuesta alternativa de futuro por increíble.

El resto de las opciones aun son más inverosímiles. Si los dos puntales dinásticos de la segunda restauración han fracasado, los emergentes plantean otras dificultades. A tenor de sus nada desdeñables resultados catalanes, Ciudadanos quizá pueda presentarse como sustituto o relevo del PP, pero no como complementario.

Podemos ha ido a encontrar en Cataluña su sepultura. Si, después de haber roto su política de rechazo a toda coalición con los comunistas y neocomunistas de IU en España, en el Principado consigue los mismos diputados que tenía esa misma IU en Cataluña, lo más probable no es que vaya a asaltar los cielos en España sino que estos se le caigan sobre la cabeza.

Teniendo en cuenta que el independentismo catalán es de alma republicana, España no solo carece de gobierno –cosa relativamente contingente y, a veces, hasta beneficiosa- sino también de forma política del Estado. Que Rajoy no dimita está probablemente en su forma de ser y el aguante de la gente en España, pero cabe preguntarse si el hipotético surgimiento de una flamante República catalana en el horizonte no sería el momento adecuado para que el Rey abdicara. A lo mejor tiene una revelación y comprende que, si quiere mantener su autoridad sobre lo que le quede de su reino, sería una buena decisión someter la Corona a referéndum y dar a sus amados súbditos españoles el derecho que los catalanes han ejercido por su cuenta sin pedir permiso a nadie: el derecho a decidir.

diumenge, 27 de setembre del 2015

El día más largo.


Claro, claro, eran unas elecciones autonómicas ordinarias. Nada para ponerse nervioso. Si acaso, este Artur Mas que, al no saber cumplir las funciones que la Constitución le asigna, tiene a los catalanes en elecciones anticipadas, en simulacros, en consultas que llama "plebiscitarias". Y todo para ocultar lo nefasto de su gestión y su corrupción. Pero nosotros no vamos a dejarnos influir ni impresionar. Impasible al ademán, como quería el Caudillo, seguiremos repitiendo que se trata de unas elecciones normales, autonómicas, intrascendentes. ¿Acaso no ha encontrado El País la fórmula perfecta para seguir agradando al poder sin faltar groseramente a la verdad? "Elecciones autonómicas históricas".

Hay 450 corresponsales acreditados.El gobierno ha hecho la ronda de las cancillerías mendigando declaraciones de mandatarios extranjeros, verdaderas injerencias en los asuntos internos de otro país. Preparao pedía un pronunciamiennto de Obama. Sarkozy ha venido a pronunciarse sobre lo que ni le va ni le viene. La diplomacia española intrigó con su proverbial habilidad en pro de un pronunciamiento desfavorable del Papa en la esperanza de que lo hiciera ex cathedra. Han venido miles de catalanes de la diáspora a votar a su tierra porque no se fían -con razón- de que los consulados tramiten el voto por correo. Han amenazado los banqueros, los empresarios, los militares, los jueces y hasta los jarrones chinos. Y han insultado. Todas la direcciones de los partidos españoles han pretendido que los issues, como dicen los estudios electorales fueran solo asuntos de la gobernanza ordinaria: la corrupción, los servicios, la crisis, los recortes, la vivienda y la cesta de la compra. Pero únicamente se ha hablado de una cosa: de independencia.

Para el gobierno y sus jenízaros mediáticos, la elecciones eran de rutina cuando la realidad dice a gritos lo contrario. Justamente este es el rasgo más distintivo del espíritu, el alma de la derecha: de lo que molesta no se habla y si, de algo no se habla, no existe. Y si, a pesar de todo, se obstina en existir, se lo fusila y ya está. El problema es que, en estos tiempos de dejación de la sacrosanta misión española de sojuzgar a los demás a palos, la cosa ya no está para sublevaciones "nacionales" y represiones militares. Ahora hay que razonar, actividad esta en la que el personaje de La Moncloa no está ducho.

Con la razón y el corazón en la mano estas son las elecciones más importantes para Cataluña quizá en toda su historia. Y, de paso, para España. Son un plebiscito, son el referéndum que el nacionalismo español, sea nacionalcatólico o socialista, no dejan celebrar a los catalanes, si bien están siempre retándolos a averiguar cuántos son los independentistas. Es el estilo inconfundible de la marca hispánica: no me haca falta contar para saber cuántos son de una opinión y cuántos de otra. Eso lo decido yo que lo sé por ciencia infusa.

En la votación de hoy casi lo de menos es a qué partido se vota. Además hay dos coaliciones, Junts pel Sí y Catalunya Sí Que Es Pot en las que hay partidos invisibles. Tampoco se piense que se vota por un "sí" o un "no" nítidos a la independencia. No. Se vota entre a) una opción continuista; y b) una de ruptura.

a) la opción continuista es seguir como hasta ahora, tragando quina con la política impositiva, hostil, catalanófoba, expoliadora, incompetente y administrada por meapilas y corruptos que siguen pensando que el país les pertenece y, aunque no sirvan para nada, pueden hacer con él lo que quieren porque para eso sus referentes ideológicos y antecesores biológicos ganaron una guerra y establecieron una dictadura de cuarenta años;

b) la opción de ruptura es poner fin a esta ignominia en que cualquier majadero puede querer "españolizar a los niños catalanes" con nuestro dinero. Es acabar con la gestión de una colla de lladres que no conciben la política si no es como una sarta de embustes y propaganda para enriquecerse, una manga de ladrones que solo tienen en cuenta su beneficio personal, legal o ilegalmente.  No el del país, ni siquiera su clase, sino ellos, sus familias, clientes y enchufados. Es abrir un tiempo nuevo en el que las fuerzas caducas seguirán su camino hacia la nada mientras que la realidad se presenta repleta de oportunidades para quienes tengan la valentía y la honradez de trabajar por la emancipación de un pueblo. Que esto coincida con la independencia o no, no resta nada al triunfo que ya han obtenido los independentistas.

Pero es que, además, va a coincidir. Cataluña siempre va por delante en España. Lo nuevo ahora es que puede desenganchar y dejar el resto del convoy en la vía muerta, en manos de ese ser que habita en La Moncloa que ha destrozado el país, se ha cargado la democracia y el Estado de derecho, esa vergüenza balbuceante que ha corrompido las instituciones al frente de una especie de asociación de malhechores.

Eran unas elecciones autonómicas normales para el cobrador de sobresueldos de La Moncloa y sus amigos de la asociación de presuntos malhechores. Para todos los demás, incluida Europa y el mundo, son la puerta que se abre a la libertad gracias a la voluntad de un pueblo. Y que ya no podrán volver a cerrar.

dissabte, 26 de setembre del 2015

Un cierre que abre.

(Siento no tener fotos propias del acto final de la CUP en Badalona. No se puede repicar y estar en la procesión. En cualquier caso, estas que han subido los de Súmate a Twitter están muy bien. ¡Gracias, amig@s!)
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Hoy, día de reflexión en las elecciones catalanas, es poco lo que Palinuro tiene para contar porque lo que traía en el buche lo soltó, una parte, en el acto de la CUP de Argentona y otra en el de Badalona. Espero no lo tomen a mal l@s lector@s si les pido que escuchen el vídeo de Vila Web.

Eso en cuanto al contenido. En cuanto a lo otro, la circunstancia, a lo mejor no hago justicia a mis impresiones y sentimientos. Fue un acto emocionante. Las intervenciones, tanto las anteriores como las posteriores, espléndidas. Pero lo verdaderamente decisivo era el público. La proximidad, el respeto, la simpatía, la comunicación... Esto va muy en serio.

Las otras noticias llevan el mismo sentido. El acto de cierre de Junts pel Sí petó el Paseo de María Cristina en Barcelona. Pase lo que pase el domingo, la independencia ya ha ganado. El tren de la independencia salió hace seis años y, si no llega a destino mañana, lo hará pasado mañana. Pero llegará. No obstante, tengo pocas dudas de que la votación del domingo reventará expectativas y aniquilará falsas ilusiones continuistas. El independentismo será mayoritario y es posible que abrumadoramente mayoritario.

He seguido viendo sondeos y porras que se cruzan en las redes. La tónica general es la victoria del "sí". Incluso he visto alguna proyección que da a la CUP nacional más votos que a Podemos en Catalunya Sí Que Es Pot. Y no me extrañaría. La CUP está en casa mientras, como Palinuro lleva diciendo desde el principio, Podemos pincha en Cataluña básicamente porque no comprende (ni, en el fondo, le interesa) lo que pasa en el país. Su objetivo sigue siendo España, sin comprender que esa España en la que quiere ganar, ya no será la misma España a partir del 28 de septiembre. 

Los partidos dinásticos parecen camino del testimonialismo. Lo cual es lógico cuando se trata de un país que tiene el alma republicana y se niega a rendir pleitesía a la dinastía de los Borbones.

En España nunca se ha vivido nada así. Arranca un tiempo nuevo. Todo va a cambiar y el viento de la historia barrerá la podredumbre de siglos, la inercia, la resignación, el fatalismo. Gracias a la puerta que han abierto los catalanes. Gracias al tesón, al empeño por no aceptar las imposiciones y los abusos de una España secuestrada por la sempiterna oligarquía de señoritos, parásitos y bufones a su servicio.

Gracias, asimismo, en lo que le toca a este gobierno de corruptos, ineptos y neofranquistas que han pasado cuatro años haciendo lo imposible en pro del independentismo catalán y, con él, en pro de la independencia y la dignidad de los otros pueblos de la península.

Lo catalanes ya lo han conseguido. Ahora es la vez de los demás.

dijous, 24 de setembre del 2015

El debate.


Es imposible debatir con tramposos.

Casi todo el mundo, incluida la prensa más retrógrada, dio por ganador ayer a Junqueras sobre García Margallo. No era difícil y sí muy de esperar. Ignoro quién impuso que el programa se grabara en diferido pero lo más probable -corríjaseme si yerro- es que fuera el gobierno en una muestra más del miedo que tiene a todo lo público y directo. Presentar como vivo un debate enlatado es una burla a los espectadores. Una más.

Subrayo de entrada cuatro discrepancias significativas entre los dos debatientes:

a) García Margallo iba bien provisto de documentos. La mitad de ellos, falsos. Junqueras, con las manos en los bolsillos.
b) García Margallo, de corbata, traje y rígido ademán. Junqueras, descorbatado y más suelto.
c) García Margallo recurrió a las amenazas y malos augurios. Junqueras fue siempre positivo.
d) García Margallo no dejaba hablar al otro y lo interrumpía continuamente. Junqueras respetaba más los turnos de palabra.

Con todo eso, el debate estaba ganado por forma y estilo. Pero también por contenido. Hasta tres veces esgrimió Margallo un supuesto texto de Juncker, el presidente de la Comisión europea, en el que se decía que una Cataluña independiente quedaría fuera de la UE. Sin embargo, la traducción española de ese texto parece haber sido manipulada a favor de la posición española y ha sido retirada por la Comisión, con lo cual, lo más suave que puede decirse de Margallo es que ha patinado y, algo más serio, que es un tramposo, como el resto de sus colegas de gobierno y partido. Por cierto, a favor de Junqueras es que, aunque cuando se grabó el programa, aún no se sabía de la manipulación, tuvo olfato lingüístico cuando reparó en el adjetivo autonómico en lugar de regional y cuestionó el documento.

A partir de este dato, con un ministro de Asuntos Exteriores haciendo trampas en un debate televisado, este estaba ya sentenciado. Es lo que tiene el juego sucio: te desautoriza aunque en lo demás tu comportamiento sea ejemplar.

Que no lo fue porque, a pesar de la altanería, la impertinencia, la gesticulación, la intemperancia y petulancia de este descendiente de militares africanistas, el gobierno español no tiene argumentos de peso en contra de la independencia de Cataluña. Tiene amenazas, malos augurios y profecías siniestras que suenan a "duérmete niño que viene el coco" y que, probablemente tendrán mucha fuerza en su parroquia pero no impresionan a la gente medianamente informada y normal. La parte grata del encuentro, sin embargo, quizá por la ocupación diplomática del ministro, es que las amenazas no fueron las habituales de hacer-cumplir-la-ley y emplear-todos-los-medios-necesarios-para-ello.  Aunque sea imposible olvidar que, al tiempo, está cocinándose esa reforma de la Ley del Tribunal Constitucional que ha de permitir inhabilitar o algo peor a Mas.

El problema de la nacionalidad española y la ciudadanía europea en el que el presidente de los sobresueldos ya expuso paladinamente su ignorancia, sirvió también para que su ministro de Exteriores mostrara que sus argumentos carecen de consistencia. Tras sacar a relucir normas, leyes, artículos, tratados y todo tipo de impedimentos jurídicos, al final su opinión es que los más de siete millones de catalanes no podrán conservar la nacionalidad española (y, por ende, la ciudadanía europea) porque eso no es realista, como si el "realismo", signifique lo que signifique, tuviera un peso jurídico específico.

Los vaticinios sobre una Cataluña fuera de la UE, hechos con ese aire de pretendida superioridad cuartelera, como todos los futuribles enunciados por partes directamente interesadas en ellos ("si te vas de casa tropezarás en la escalera y te romperás los piños" o algo así de ingenioso) carecen de todo valor y escucharlos aburre más que el bolero de Ravel. Invito a quienes tengan que aguantarlos a que repitan la famosa cita de Voltaire en el siglo de Luis XIV y que, más o menos dice: Cataluña, en fin, puede prescindir del universo entero y sus vecinos no pueden prescindir de ella.

Y a escardar cebollinos, hombre, con el corralito. Suena verdaderamente necio justo cuando el correveidile del gobierno en el Banco de España, el señor Linde, acaba de desdecirse de su ominosa previsión, admitiendo que el corralito "es imposible" en Cataluña. En mi modesta opinión quizá sea más probable en España, sobre todo si sigue gobernada por este partido, presunta manga de malhechores dedicada al saqueo del país y presidida por un supuesto cobrador de sobresueldos, dotado de una capacidad mental que a la vista de todos quedó en la entrevista de Onda Cero.

Reitero mi impresión: Junqueras vapuleó de lo lindo al engolado Margallo, pero la entrevista, con las continuas interrupciones del ministro, fue bastante insufrible y, en todo caso, carece de interés debatir con tramposos.

dimecres, 23 de setembre del 2015

Un día en la vida de Mariano Rajoy.



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Tened la risa, amigos. El viejo dicho latino era aplicable al periodista Carlos Alsina, al escuchar los balbuceos de Mariano Rajoy sobre la nacionalidad española de los catalanes. Para conseguirlo, casi hubo de comerse el bolígrafo. Le brillaba la mirada mientras veía los gestos y mohínes del presidente, gesticulando como un pez fuera del agua. Por supuesto, trending topic del día. En ese minuto escaso destinado a pasar a la historia, Rajoy no solo demuestra por enésima vez que no sabe de lo que habla y es un incompetente, sino que destruye la posición del nacionalismo español frente al independentismo catalán. Ahora todos los que, queriendo seguir siendo españoles, no iban a votar la independencia por temor a dejar de serlo, lo harán encantados porque Rajoy ya sabe que no podrá impedirlo. Era un típico abuso de la derecha española. Acusaba a los independentistas de privar a los catalanes de la nacionalidad española cuando, en el fondo, es ella la que quiere hacerlo: "si te declaras catalán, dejas de ser español".

Los independentistas, que, a diferencia de Rajoy, sí se saben la ley, han afirmado siempre que en una Cataluña independiente, quien quisiera, podría conservar la doble nacionalidad. Entre otras cosas porque, también a diferencia de Rajoy, no confunden la nacionalidad con la ciudadanía europea. Se es ciudadan@ europe@ porque se es nacional de algún Estado de la UE. Lo importante es la nacionalidad y esa no se pierde. Pero la gente es desconfiada. Prefiere oírselo decir al que manda en Madrid. Ahora no se lo han oído decir; se lo han oído tragar.

Se entiende por qué Rajoy prefiere siempre el plasma y leído. Así, al natural y en directo le sale toda la pelambre monclovita. La ocasión era única y los del Junts pel Sí, con un sentido del humor vitriólico, cedían su último y definitivo spot publicitario a Mariano Rajoy y reproducían la entrevista de Onda Cero con un par de apostillas hilarantes: dicen que es un espacio compensatorio y dejan constancia de que el coste del spot ha sido de 0€. Extraordinario mérito el de Rajoy. Su adversario cree que lo mejor para su causa es dejarlo hablar sin cortes ni recortes, sin censuras ni manipulaciones. Rajoy en estado puro es el mejor activo de la campaña del independentismo. Un exitazo.

No solamente es el presidente al que se le rompe España, sino que le sucede en medio de la irrisión general y una general falta de respeto. Afirma que mientras él sea presidente ya tal y fin de la cita. Cambiando tiempos y hechos, recuerda a aquel infeliz de Rómulo Augústulo, el que perdió los últimos restos del Imperio romano de Occidente. Lo depuso sin miramientos Odoacro, tan superior en recursos al emperador como lo es Mas en inteligencia y habilidad frente a Rajoy. La cuestión que bulle en las redes es cómo es posible que un personaje así gobierne un país de cierto peso internacional. Poco, es cierto, mucho menos de lo que el mismo hombre glorifica como la gran nación, pero alguno, aunque solo sea por su posición geográfica. Si bien se mira no es tan extraño ni infrecuente en la historia de España cuyos gobernantes entretejen una mezcla de la historia de la infamia, de Borges y de la estupidez humana, de Tabori.

Eso mismo debían preguntarse los ciudadanos de Reus que ayer organizaron una especie de escrache a Rajoy y Albiol, obligándolos a suspender un paseo que pensaban dar por el centro de la ciudad, convencidos de que la gente los saludaría y aplaudiría, como hacen en los ágapes de su partido. Hubo que traer mossos d'esquadra para que la cosa no llegara a mayores entre gritos de "fascistas" e "independencia". Les fallan los mecanismos de información, también llamados de inteligencia, de forma harto inapropiada en este caso.

Abrumadora jornada la de Mariano Augústulo: por la mañana, mostrando una especie de baile de San Vito en la televisión, a mediodía protagonizando el spot de campaña del adversario y por la tarde abucheado por las calles de la ciudad. ¿Qué más podía pasarle?

Pues le pasó. A primeras horas del día, el arzobispo de Valencia, Cardenal Cañizares, convocaba una vigilia por la unidad de España y sostenía que no hay justificación moral para la secesión. Este Cañizares es el que, en muestra de humildad evangélica, en cuanto puede se pasea con una capa magna de cinco metros de tela roja. Suele ir acompañado de mucha pompa y circunstancia y, si él dice que no hay justificación moral para el secesionismo, piensa luego por la noche un atribulado Rajoy, eso quiere decir que la Iglesia apoya la causa del nacionalismo español, el único verdadero. Dios está con nosotros.

Pero, antes de apagar la luz, le entra un whatsap que su hijo le enseñó a manejar para birlarle mientras tanto El Marca: los obispos catalanes contestan a monseñor Cañizares y recuerdan que según su doctrina, todas las opciones políticas pacíficas, democráticas, etc. está moralmente justificadas.

Este genio rompe España y, con España, la iglesia católica. No deja de tener su grandeza, aunque sea crepuscular.

(Por cierto, tengo entendido, aunque no lo sé de cierto, que las cadenas españolas censuraron el vídeo de la entrevista de Onda Cero. Es lo que se llama transparencia democrática, libertad de prensa y derecho a la información). Circulen.

“El gobierno español es capaz de cualquier cosa”.


Vuelvo a subir la entrevista que me hizo Lex Rietman para Het Finanzieele Dagblad hace quince días porque ahora dispongo de una magnífica versión española. La ha hecho con gran profesionalidad y de modo desinteresado Erik Martin Jansen (¡gracias, Erik!), a quien doy las gracias y trasmito mi admiración de colega traductor. Influye asimismo que, habiéndola leído de nuevo, creo que no ha perdido actualidad y sigue teniendo algún interés, especialmente para quienes no pudieran traducirla en su momento o no aguantaran los disparates del traductor de Google.

Por cierto, hoy he respondido a otra entrevista para un periódico polaco sobre el mismo tema. Toda la prensa europea y no europea está siguiendo este fenómeno con enorme interés, en mi modesta opinión porque cree atinadamente que el movimiento catalán es una verdadera revolución. Una revolución de nuevo tipo que cambiará muchas cosas en Europa y no solo en España.

Este es el texto:

Entrevista a Ramón Cotarelo, por Lex Rietman para Het Financieele Dagblad (Ámsterdam).

Sus adversarios tratan de acecharlo. Español, y encima madrileño, pero que muestra comprensión por la creciente incomodidad de 7,5 millones de catalanes en el Estado español. En la España actual esto equivale casi a un sacrilegio. No sorprende demasiado que Ramón Cotarelo (1943) sufra ostracismo entre los medios españoles. El profesor de politología de la universidad pública UNED de Madrid es uno de los muy escasos intelectuales españoles que apoya la autodeterminación de los catalanes.

Se trata de una cuestión urgente. El 27 de septiembre vota Cataluña. Formalmente se trata de unas elecciones regionales ordinarias, pero muy normales no son esta vez. Subyace la cuestión de si Cataluña debe ser independiente, un tema delicado para muchos españoles. En el caso de que el nuevo parlamento catalán proclame la independencia, podría intervenir el ejército. Así lo dejó caer el ministro de defensa español, Pedro Morenés. "Todo el mundo tiene obligaciones en esta cuestión, y si todo el mundo las cumple, el ejército no necesita hacer nada", dijo Morenés cuando fue preguntado acerca de la respuesta del gobierno a una posible declaración de independencia catalana y del papel del ejército en dicho supuesto.

El señor Cotarelo piensa que una respuesta violenta del gobierno español ante una hipotética declaración de independencia, "ilegal" según aquel, no es algo imposible. "Pienso que este gobierno es capaz de todo. El único freno sería que Europa dijera: "Hasta aquí y no más."

Pregunta: Algunos partidos buscan la solución de la agitación catalana en la modificación de la constitución, convirtiendo España en una federación. ¿Un nuevo parlamento español estaría dispuesto a ello y podría ser eso una alternativa a la independencia para los catalanes?
Respuesta: No. Parece que los recién llegados Podemos y C's se convertirán en tercera y cuarta fuerza. Funcionarán como apoyo a los dos grandes partidos: C's del conservador PP, y Podemos del PSOE socialdemócrata. Por lo tanto, nos podemos olvidar de un cambio en la constitución en sentido federal. Son cuentos para entretener a la gente.
Mis paisanos se han negado sistemáticamente a tomar en serio a los catalanes. Y eso tiene consecuencias. Cada vez son más aquellos que no ven ningún futuro dentro de España. Por ello, de todas las elecciones que se celebrarán este año, las catalanas son las únicas importantes. Y conforme a los usos castellanos, como decía el poeta Machado, la ignorancia lleva al desprecio. Supongamos que los partidos a favor de la independencia catalana obtengan el 60% y digan: somos un país propio y no participaremos en las elecciones nacionales de diciembre. ¿Qué pasará entonces con el parlamento español? Nadie lo sabe.

P. ¿Cómo piensa que reaccionará el Estado español ante una declaración de independencia?
R. Todo es posible. Pienso que el gobierno conservador de Mariano Rajoy será capaz de todo. El único freno a sus actos será que Europa diga: hasta aquí y no más.

P. ¿Aceptarán los estados de la UE una declaración de independencia catalana?
R. En función de la reacción del gobierno español, podrán mantenerse al margen y sostener que es un asunto interno, o proceder a alguna forma de intervención. Pienso que, si el gobierno español responde de forma violenta, cosa no impensable, no será sin consecuencias.

P. ¿Puede que la primera reacción de la UE sea: vamos a apoyar al estatus quo de un país miembro?
R. Naturalmente. Eso además lo dice el sentido común y el derecho internacional, es el principio de no intervención. Pero ello solo valdría para cuando España fuese capaz de solucionar este conflicto territorial de forma democrática. Si no es así, se resquebrajaría la solidaridad entre estados miembros.

P. Según los opositores al movimiento de independencia, un estado catalán estaría fuera de la UE. ¿Es así?
R. A nadie le interesa que Cataluña salga de la UE o de la eurozona. Ni a los catalanes, ni a los europeos, ni tan siquiera a los españoles. Cataluña no es precisamente una losa atada a la pierna, sino que los catalanes contribuyen positivamente en la UE y tienen una renta per cápita superior a la media europea. ¿Por qué querrían desprenderse de Cataluña?
La cuestión se puede resumir en dos puntos críticos. El primero, la venganza que podría ejercer el gobierno español, ejerciendo su derecho de veto contra la entrada a la UE. Pero pienso que no es algo que se pueda sostener en el tiempo. El segundo, el aspecto jurídico: se deberá crear un mecanismo que permita a Cataluña permanecer en la UE. Es cuestión de negociar. Y si existe voluntad desde luego que se puede solucionar.

P. Según algunos juristas una declaración de independencia del parlamento catalán no tendría ningún efecto jurídico y, por consiguiente, ningún interés.
R. Si el Parlament declara la independencia y los catalanes pasan a pagar impuestos a una Hacienda catalana, dejan de obedecer las leyes españolas, ¿cómo va a garantizar el Estado Español su soberanía en el territorio catalán? ¿Con qué medios?

P. ¿Usted cree que Cataluña debe seguir formando parte de España?
R. Me gustaría que los catalanes se quedasen. Pero si quieren separarse, debemos dejar que se separen. Las posibilidades de conservar a Cataluña en España dependen al fin y al cabo de la capacidad de los españoles de ganarse a los catalanes. Y esa capacidad es nula.
(Traducción de @translatorerik)